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Clover Love 008

El lugar se quedó en completo silencio, que hasta el tintineo de un grillo ahora era molesto. Nadie hubiera pensado que  la dulce Shamyra, la princesa que estaba dispuesta a saludarte con una gran sonrisa, fuera capaz de atacar al novato de la otra orden.

Unos momentos antes de que la situación se tensara, Klaus recalcaba la vergüenza que eran los Toros Negros para las órdenes de caballería y Asta no iba a quedarse con la boca cerrada.

— ¡Los Toros Negros completaremos la mazmorra antes que ustedes! Ya verán, Amenazar...Amainar...No, este...¡Orden del Capitán de la máscara rara!

Klaus estaba molesto por la forma en la que se dirigió Asta a su orden, cualquiera lo estaría en realidad, pero antes de que pudiera si quiera articular una palabra, un rayo de energía blanca pasó justo al lado del peli-gris, este se quedó inmóvil por lo cerca que estuvo de caerle. 

Siguió con la vista el punto de origen y se encontró con el rostro serio de Shamyra que además tenía la mano derecha levantada apuntando en su dirección. 

Shamyra se enfado con su amigo. No solo porque hablara de tal forma de la orden a la que pertenecía. Sino por lo próximo que dijo. Capitán de la máscara rara. Todos en algún momento consideraron raro a William Vangeance. No era normal llevar puesto una máscara todo el tiempo. Incluso ella cuando lo conoció le dijo raro. En su interior por supuesto. Pero al conocerlo mejor y conocer la razón por la que la usaba, dejó de hacerlo. Lo comprendió en realidad. En el Reino del Trébol existían personas malvadas que no aceptaban lo que era diferente. Que se burlaban y despreciaban a quien no era como ellos. 

— Eres mi amigo Asta, y sabes que te aprecio mucho como yo se que lo que acabas de decir no es con intención de burlarte, pero, no puedo permitir que te dirijas de esa manera a Sir William — dijo en un tono sombrío — como cualquier otro alumno, debo defender el honor de mi maestro y eso incluye que nadie se atreva a hablar de él de la manera en que tú lo hiciste — y en menos de un segundo aquella expresión cambio por una dulce sonrisa que caracterizaba a la princesa — No lo vuelvas a hacer ¿Si Asta?

— S-si — contestó el nombrado aún sin poder entender bien la situación 

— La princes...digo, Shamyra tiene toda la razón — intervino Klaus acomodándose los lentes, quien sabe que tantas veces lo haya hecho ya, era algo que hacia sin pensar — Les demostraremos la diferencia de poder entre la mejor orden y la peor. ¡Mimosa!

— Voy. Magia de Creación Vegetal: Guía de la Flor Mágica

Una vez Mimosa realizó el hechizo y se familiarizo un poco con el mapa, le siguieron Yuno y Shamyra, acatando las ordenes de Klaus, Yuno creó remolimos de vientos para transportar a su equipo y Shamyra algunas lámparas de luz para iluminar el camino. 

— ¡Adiós Asta! — se despidió alegre la princesa moviendo animadamente su brazo — Te esperaremos en la Cámara del Tesoro

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— Así que... ¿El capitán Vangeance es tu maestro? — preguntó Yuno en el transcurso del camino

Quería saber más de ella. A pesar de que se cruzaron por primera vez hace más de nueve años e interactuaron casi todos los días del año. Sentía no conocer mucho de la chica que hacia latir su corazón como loco con solo acercarse. Al menos... no conocía por completo eso lado de ella que era una princesa. 

— Si, me enseña magia desde los nueve años — dijo Shamyra recordando el momento en que lo conoció, ese día no pensó que ese novato que acompañaba a su madre sería alguien cercano a ella en el futuro  — Es mi maestro, pero también me atrevo a llamarlo hermano mayor

— ¿Hermano mayor?

— Fue el aprendiz de mi mamá desde que entró a los Ciervos Ceniza. Pasaba bastante tiempo con ella así que lo conocí desde pequeña

— Y entonces se convirtió en tu mentor

— No en realidad. Primero tuve otra maestra... — un escalofrió recorrió su cuerpo al recordar a su mentora. Sacudió la cabeza despejando su mente de esos tortuosos pero efectivos entrenamientos — pero tuvo que irse así que papá le pidió a Sir William que me entrenara y él aceptó

Ahora no le extrañaba que desde pequeña Shamyra tuviera gran control de maná. Sabiendo quien la había entrenado no era de extrañar. Y de seguro su primera mentora también era alguien talentosa. 

Siguiendo la guía de Mimosa llegaron sin problemas a la Cámara del Tesoro, era muy útil y beneficioso tener a la Vermillion con ellos. No cualquier novato podría superar una mazmorra sin salir sin un rasguño.

— Los Toros Negros aún no han llegado — dijo Mimosa observando el lugar, estaba un poco preocupada por su prima. Noelle no controlaba bien su magia lo que la hacia susceptible a sufrir ataques y no poder defenderse

— Obviamente, era imposible que llegaran antes que nosotros — comentó Klaus sin mucha importancia

Estaban observando la puerta descifrando como entrar. Una gran puerta hecha de magia. Debería haber una forma sencilla de abrirla, talvez un interruptor o un hechizo, sea lo que fuera, debían encontrarlo. Ninguno se dio cuenta del ataque que venía por detrás directo a las chicas del grupo. 

«¡Cuidado!»

Una voz desconocida resonó en la mente de Shamyra, algo que le causo un pequeño pinchazo, y entonces lo sintió, pudo detectar otro maná viniendo en dos direcciones. Directo hacia ellas, a Mimosa y Shamyra. 

— Magia de creación Lunar: Escudo lunar — exclamó con rapidez haciendo uso de su grimorio

Logró formar el escudo a medias, fue lo suficientemente fuerte para disminuir el golpe de impacto, pero no para detenerlo. No fue herida directamente por la magia enemigo pero si que recibió un fuerte impacto contra la puerta de la cámara del tesoro y ese mismo ataque que no pudo esquivar por completo le generó algunas heridas no muy profundas en piernas y brazos. En cambio, Mimosa resultó más herida que ella al recibir el ataque directamente. 

Al oír su voz activando un hechizo Yuno le puso atención. En cámara lenta presenció como lo que parecía ser diamante se acercaba a la chica de ojos amatista, como ella intentó defenderse...

— ¡Shamyra! — gritó preocupado e inmediatamente corrió hacia ella mientras que Klaus se encargaba de revisar a la otra muchacha. Yuno la tomó entre sus brazos apenas pudo. Notó como su mano que se encontraba en la pierna de la princesa se teñía de rojo. Habían pedazos de minerales con sangre también, esos que le habían provocado los cortes — ¡Shamyra, respóndeme! — arrancó un pedazo de tela de su ropa para cubrir su pierna

— Es-estoy bien, no son profundos — dijo empezando a usar magia curativa. Agradecía saber usarla — Pero Mimosa está... debo ayudarla...

— Primero preocúpate por ti 

Si había algo que a Yuno le molestaba, y al mismo tiempo amaba, era el amable corazón de la chica. Shamyra siempre ponía a los demás antes que ella. Ella estaba herida y sin embargo quería correr a curar a la Vermillion. Siempre fue así desde niña. Actuó igual cuando se conocieron. 

— ¡¿Cómo se encuentra la princesa, Yuno?! — gritó Klaus desde su lugar preocupado. Se lo había encargado su capitán, debía asegurar la seguridad de la nueva maga a su cuidado

— Tiene algunas heridas no muy profundas — informó, pero ambos caballeros se pusieron en guardia al escuchar pasos resonar 

Se acercaba con total serenidad, calmado, como sino pasara nada a su al rededor. Un muchacho delgado de piel pálida con algunas gemas incrustadas en la frente. Y el responsable de haber atacado a sus compañeras. Una simple palabra para definirlo: Enemigo.

— ¡¿Quién eres tú?! —le interrogó Klaus con un notable enojo

— ¿Quién se interpone en mi camino? — preguntó el otro ignorando al caballero del Trébol — Apártense 

Su voz sonaba fría y sin vida. Tenía un gran poder, y a simple vista cualquiera lo podría decir: No dudaría en acabar con ellos. 

Esa sería una batalla difícil. 

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La batalla entre los caballeros del Trébol y el del Diamante empezó, mientras que ambas chicas se encontraban recuperándose con uno de los hechizos de la Vermillion. 

Quería derrotarlo, no debían hacerlo. Pero la diferencia de poder era muy notable. Ni si quiera Klaus y Yuno juntos podían hacer mucho. Klaus analizó las opciones que tenían, no eran muchas.

Klaus le ordenó a Yuno dejar la situación en sus manos y que fuera a la Cámara. Era la mejor opción, no podían perder los tesoros contra el Reino del Diamante. Un reino que a cada rato intentaba invadirlos por la frontera. Si lo hicieran... el Reino del Trébol estaría en desventaja, y el estarlo, el Diamante no desaprovecharía la oportunidad. 

Yuno guardo su grimorio y acató la orden de su superior, se dirigió lo más rápido que pudo a la Cámara del Tesoro. 

Klaus se distrajo un segundo viendo de reojo al muchacho, segundo que fue suficiente para que el enemigo lo inmovilizara. 

Pero mientras corría hacia la entrada, recordó algo, un acontecimiento de su infancia junto a Asta. Un recuerdo que haría sus pies detenerse y dar media vuelta. 

«Yuno, nosotros somos familia ¿cierto?»

Klaus cerró los ojos para recibir el impacto del diamante, sobrevivir... no era algo muy probable. Se maldecía por su debilidad. No pudo completar una misión y tampoco podría proteger a la princesa, sin una heredera el reino entraría en una inestabilidad. Todo por su incompetencia. 

El diamante se acercaba con gran velocidad al noble. Se adentraría perfectamente en su abdomen, cuando un grupo de espadas de viento fueron a gran velocidad en contra del enemigo destruyendo el cristal. 

«Aún así estamos más unidos que la gente que comparte sangre»

«Pero... ¿Por qué dices esas cosas?»

— ¡¿Y tú por qué volviste?! —le gritó Klaus, el pelinegro giró su vista a la muchacha de cabellos blancos que lo miraba desde el hechizo de recuperación

«Pues porque...nosotros no tenemos familia biológica, pero todos los compañeros que conocemos como Shamy y Erika»

— Debes priorizar la misión necio — dijo Klaus, ese era el deber de un caballero, poner al reino como prioridad.

«Y todos los compañeros que conoceremos... serán como nuestra propia familia»

¿Por qué había regresado? La respuesta era sencilla, el motivo por el que no dudaría en regresar una y otra vez...

— ¡¡Por mis compañeros!! — gritó firmemente la respuesta

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Yubo volvió a observar a Shamyra, y luego vio a Mimosa que se encontraba más grave y respirando agitadamente. 

¡¿Y tú porqué volviste idiota?! ¡Ve a la cámara tu solo, si te preocupas por la princesa, puedes estar tranquilo, juré que la protegería con mi vida de ser necesario! ¡Date prisa y hazlo por tu reino! — le volvió a gritar Klaus 

— Lo derrotaremos, e iremos los cuatro juntos — ya lo había decidió, y no cambiaría de opinión

Shamyra observaba a Yuno luchar con valentía. En su primera misión se había dejado lastimar. Se estaba convirtiendo en un estorbo. No. No quería ser una carga. ¡No pidió ser caballero para eso!

La magia de Mimosa era poderosa, pero necesitaba aumentar la velocidad de recuperación. Con dificultad salió de la cuna de plantas. Su herida aún dolía y sangraba un poco. Sacó su grimorio y realizó al hechizo, aumento la cantidad de maná para hacer más fuerte el hechizo.  

"No puedo quedarme sin hacer nada, pero...ni el señor Klaus puede con él...¿Qué puedo hacer yo con apenas una parte de mi poder? Si al menos pudiera control-"

«Recuerda estas cuatro palabras mi pequeño rayo de luz — Shamyra recordó a su madre y ella de pequeña — Insiste, persiste, y resiste... pero nunca, jamás... desistas. Vamos, vuelve a pararte e inténtalo de nuevo Shamyra»

Los recuerdos que conservaba de su madre no eran muchos, la Reina Clarisse había fallecido cuando la princesa apenas tenía seis años, pero con esas pocas palabras la vio con claridad, vio una hermosa mujer de cabellera dorada que alentaba a una niña a volver a levantarse después de ser empujada por la explosión de su propio poder. 

Shamyra se puso de pie dispuesta a unirse a la batalla. Pero una mano la detuvo

— Aún no has terminado de curarte, quédate aquí Shamyra — pidió Mimosa 

— Yuno y el señor Klaus están peleando — le dijo la albina viendo como su compañero ejercía dos hechizos poderosos al mismo tiempo para atacar — No puedo rendirme sin si quiera intentarlo, mis heridas no son tan graves, estaré bien

Shamyra observó la situación. Ella y todos los demás quedaron sorprendidos al ver como el caballero del diamante se deshacía de los hechizos de Yuno con facilidad, no eran la gran cosa para él. Con un solo movimiento de su espada los eliminó.  

Klaus se sentía impotente. Él era un noble. Tenía un linaje noble que lo hizo nacer con maná por encima de la plebe y a pesar de eso... estaba siendo protegido por una plebeyo novato. ¡No podía ser posible! Molesto, creó y lanzó una lanza en espiral de acero a gran velocidad. Pero fue detenida por un clon de mineral. 

Mars, como se llamaba el enemigo, balanceo la enorme espada contra Yuno

— ¡¡Señor Klaus, Yuno, cúbranse!! — gritó Shamyra llegando a parase delante de ellos — Magia lunar: rayo lunar

Un rayo concentrado de partículas lunares brotó desde el suelo, justo donde se encontraba parado el enemigo. La potencia era increíble talvez incluso más de lo que Shamyra podía controlar. 

"Abrirlo es peligroso, usar demasiado también... pero estaré bien mientras no agote mis reservas"

El rayo se intensifico y una luz blanca inundo el lugar cegando a todos los presentes, al desvanecerse todo quedó en silencio.

Shamyra respiraba agitada, ese ataque consumió una gran cantidad de maná, pero al menos había logrado su cometido, no había rastro alguno del enemigo. Sus piernas temblaron y no pudieron mantenerla de pie por más tiempo, por suerte Yuno llegó hasta ella y la sujeto antes de que cayera. 

— Buen trabajo — felicitó el muchacho

— Yo creo que solo fue suerte 

— No fue solo suerte, princ...Shamyra, lo venciste — comentó Klaus volviendo a acomodar sus gafas 

Se mostraba tranquilo pero en realidad se hallaba estupefacto. Sabía que Shamyra poseía una cantidad superior, pero no a esa magnitud. Algo que desconocía el noble era que esa muestra de poder en realidad solo era una parte del total de la albina. 

El enemigo había desaparecido, o eso es lo que pensaban, al igual que cuando apareció no sintieron maná alguno. 

Detrás de ellos, de entre los escombros volvió a ponerse de pie Mars, y en cuestión de segundos aquella enorme espada de cristal se formó y fue abalanzada para arremeter contra la princesa, cayó de un golpe seco. 

Klaus fue empujado por las ondas del choque, y cuando se giró a ver el lugar temió lo peor.

— ¡¡Yuno, Shamyra!!

Continuará

EXTRA

Odiaba que se padre estuviera ocupado en la oficina, pero también lo entendía. Ser capitán llevaba varias responsabilidades consigo. Caminaba aburrida por los pasillos de la base buscando a su madre, era la reina, pero aún realizaba algunas misiones de caballería. Como ahora, que se encontraba entrenando a su pupilo. 

Escondida desde una columna, observó como Clarisse observaba el ataque que lanzaba el chico de la máscara. Desde que lo conoció en marzo, le pareció raro ¿Cómo alguien podía caminar con una máscara tan rara? Y ella no era la única que pensaba aquello, todos lo hacían. 

Los había escuchado burlándose de William Vangeance, el alumno que acogió la Reina. 

«Feo»

Fue lo primero que le dijo Shamyra al conocerlo. Ese día tuvo un larga conversación con sus padres. Julius le decía que no era bueno juzgar por las apariencias. Uno nunca podía saber lo que son en realidad. Talvez podría ser un muchacho alto y apuesto pero con un corazón oscuro y llenó de maldad. En cambio, también podía haber un chico de no muy buena apariencia pero con un corazón de oro lleno de amabilidad. ¿Cuál escogerías? Le preguntó su madre. 

Claramente le gustaba el chico con buena apariencia pero que tuviera un corazón malvado lo descartó. El otro no era de buena apariencia pero si de hermoso corazón. 

Y desde entonces intentó acercarse a él. Pero William siempre se marchaba después de inclinarse. 

¡Ese día sería distinto! Sabía que después de entrenar con su madre, William descansaba recostado con un árbol. Se acercaría ahí. 

Espero con paciencia. Cuando su madre dijo que era hora de volver a casa ella se negó asegurando que se iría con su padre. 

Observó a William descansar. Y pensó que le gustaría probar algún bocadillo después del duro entrenamiento. La pequeña Shamyra de cuatro años, se dirigió a la cocina de la base donde pidió que le dieran algunas frutas y una bebida helada. Fue así que con una canasta con la comida volvió con William. 

Se acercó en silencio. Intentó hablarle pero no respondió. Pasó su mano de izquierda a derecha por su rostro y no reaccionaba. Estaba durmiendo. 

Le daba curiosidad su máscara. Su padre le había dicho que debajo de esa horrible máscara, como la llamaba Shamyra, había un muchacho de quince años hermoso. Con un corazón y alma bondadosa. 

Ella quería conocer a ese chico descrito por Julius. Respiró profundo y con lentitud agarró la máscara. Lentamente la fue quitando de su rostro. No la había quitado por completo aún, pero fue lo suficiente para que pudiera ver esa marca en su rostro. 

La princesa se asustó cuando una mano tomó la suya con rapidez. Era William. El brusco movimiento hizo que la máscara terminará por dejar al descubierto su rostro. 

William agachó la cabeza, y se alejó de la princesa volviéndose a recostarse contra el tronco. Estaba esperando que la niña lo llamara monstruo o huyera asustada. 

Pero en cambió sintió una pequeña mano tocar su frente. Abrió los ojos sorprendido. 

— ¿Te dolió? — preguntó con dulzura acariciando su rostro — ¿Dolió mucho? 

— No es una cicatriz — respondió cogiendo la máscara con la intención de ponérsela de nuevo — Es una marca de nacimiento... — ella lo miró confundida, no entendía — No importa... ¿Necesita algo princesa? 

Shamyra le mostró la canasta con comida 

— ¿Tienes hambre? ¿Quieres comer conmigo?

— ¿No te desagrada mi presencia? Dijiste que era feo

Ella se avergonzó al recordar eso. Y negó con rapidez

— Papá dice que eres un chico hermoso — William se sonrojó — ¡Y tiene razón! — le respondió con una sonrisa 

Desde ese día siguieron uno y otro encuentro más entre ambos. Claro que eran cuando ella no tenía alguna lección que aprender en el palacio. Pero para William, Shamyra se convirtió en una personita importante. 


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