35
—¿Acaso no te atreves? —replicó, acercándose de nuevo con esa arrogancia y fuego que tanto lo caracterizaban. —pensé que a eso te dedicabas.
Sabía que no iba a ser fácil, pero le gustaba la lucha. El roce de esa línea delgada entre el control y la rendición.
El demonio dio un paso hacia él, sus manos temblando apenas de ira, pero también de algo más, algo que Jimin sabía que podía explotar. Y él estaba listo para eso.
La tensión entre ambos se hacía cada vez más densa, como si el aire a su alrededor se hubiera vuelto electrificado, esperando que una chispa lo encendiera. Yoongi observó a Jimin con intensidad, su expresión endurecida, y por un breve momento, Jimin pudo ver algo más allá de la furia en sus ojos: una lucha interna, algo que lo hacía aún más peligroso, pero también más cercano a ceder.
—Tienes una lengua afilada, Jimin. —Su voz era baja, casi ronca, mientras su mirada recorría el cuerpo de Jimin con una mezcla de desdén y algo que el joven humano no alcanzaba a comprender completamente. —Pero también una suerte de confianza que no deberías tener.
Jimin dio un paso más hacia él, sin apartar la mirada.
—¿Y qué si la tengo? —respondió con un tono casi provocador, disfrutando de cómo cada palabra suya parecía deshacer un poco más el control que Yoongi mantenía. —No lo sabrás hasta que dejes de resistirte.
Yoongi no respondió de inmediato. En su lugar, se acercó a él con una rapidez que sorprendió a Jimin, atrapándolo por los hombros con fuerza. La cercanía hizo que el aire se volviera más denso, más cargado de electricidad. Jimin se quedó quieto, sintiendo la presión de las manos de Yoongi, su calor envolviéndolo por completo.
—No tienes ni idea de lo que estás provocando, Jimin. —Las palabras de Yoongi fueron casi un susurro, pero la amenaza contenida en ellas no pasó desapercibida.
Sin embargo, Jimin no retrocedió, su cuerpo tenso con el deseo de seguir empujando al demonio más allá de sus límites.
Yoongi lo miró fijamente, su respiración se entrecortaba levemente. Y fue en ese instante que Jimin supo que había ganado una pequeña victoria. La lucha por el control había comenzado, pero el demonio ya había cedido, aunque fuera un poco. Y eso, para Jimin, era todo lo que necesitaba.
—Solo déjate llevar. —habló Jimin mientras se desnudaba con una sonrisa maliciosa.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro