33
Jimin miraba a sus primos hablar con normalidad, luego del milagro de que este pudiera caminar, Jimin planeo otra forma de eliminarlo, cerró la puerta de su habitación y suspiró agotado.
—¿Por qué tan solo lindo? —preguntó una voz femenina.
Jimin se giró y vio a la demonio que dormía con su primo, esta le sonrió con malicia y Jimin solo la vio otra vez.
—Pues no es como si cogiera las 24/7. —dijo.
—Eres muy curioso. —hablo. —todos hablan del chico que le puso una bala en el pecho al gran demonio Min Yoongi.
Jimin apretó los labios en una sonrisa que no alcanzó sus ojos. La mirada de la demonio estaba cargada de burla, como si se divirtiera observando cada grieta en su fachada de calma.
—No es algo de lo que me enorgullezca. —Su tono era casual, pero la tensión en sus hombros lo traicionaba.
La demonio se inclinó hacia él, sus ojos brillando con un destello rojizo mientras su sonrisa se ensanchaba.
—Oh, pero todos están hablando de eso. Es una historia fascinante, ¿sabes? El pequeño humano que tuvo las agallas de enfrentarse al gran Min Yoongi. —Hizo una pausa, su voz volviéndose un susurro venenoso. —Aunque claro, no logró matarlo, ¿verdad?
—Si quieres algo de mí, dilo de una vez. —Jimin mantuvo su compostura, pero su mandíbula se tensó. —No tengo tiempo para los juegos.
—Lo único que quiero es entretenerme. —La demonio rio suavemente, un sonido que resonó como un eco oscuro en la habitación. —Aunque… Si alguna vez necesitas ayuda con tu primo, no dudes en buscarme. —Le guiñó un ojo antes de desaparecer en la sombra más cercana, dejando tras de sí un aroma a azufre y una sensación de vacío.
Jimin suspiró, cerrando los ojos por un momento. Sabía que no podía confiar en los demonios, pero también sabía que la oferta quedaría flotando en su mente como una tentación peligrosa. Ya que si Yoongi no cumple con su trato tal vez la oferta de la demonio no era tan mala.
—¿A ella también le pondrás una bala? —habló el demonio.
—¿Celoso primor? —se burló Jimin.
El demonio apareció ante él de la nada, su figura envuelta en sombras, tan silencioso que Jimin no lo sintió acercarse. Su mirada era fulminante, y su expresión de desdén hacía que el aire alrededor de ellos se volviera denso y pesado.
—No soy celoso, solo te recuerdo que no todos los tratos son iguales, Jimin. —Su voz era baja, como un susurro cargado de poder, mientras sus ojos brillaban con una intensidad peligrosa. —Y no siempre es la bala lo que más duele.
Jimin lo miró de arriba abajo, su burla no disminuyó ni un ápice. La idea de enfrentarse a Min Yoongi, o a cualquier otro demonio, no lo amedrentaba. Después de todo, no había sido una bala lo que lo había hecho llegar tan lejos.
—¿Entonces qué propones, primor? —dijo con una sonrisa torcida.
El demonio dio un paso más hacia él, como si su presencia estuviera apoderándose del espacio a su alrededor, y Jimin no pudo evitar sentir que cada palabra que saliera de su boca pesaba más que la anterior.
—Yo solo te recuerdo que jugar con fuego puede quemarte, Jimin; si te arrastras demasiado, no habrá trato que pueda salvarte. —Su mirada se endureció, y el eco de su amenaza retumbó en la habitación. —Recuerda que, incluso los demonios tienen un límite.
Jimin, con su sonrisa desafiante, no mostró miedo. Al contrario, le gustaba esa adrenalina. Sabía que la lucha, ya fuera contra Yoongi o contra cualquier otra entidad que se interpusiera, era inevitable. Y él siempre había sido mejor en eso que nadie.
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