Jimin miraba de mala manera a su primo quien «milagrosamente» se había curado gracias a las oraciones del “padre Min". Jimin no dijo nada solo se fue a hacer sus cosas, estaba en el bosque cortando leña cuando sintió la presencia del demonio.
—¿Te gusto mi sorpresa? —preguntó con burla el demonio.
—Sabes Yoongi. —siguió cortando leña. —lo que hagas no me interesa.
El hacha de Jimin se hundió en el tronco con un golpe seco mientras la presencia oscura de Yoongi, el demonio, lo envolvía. El viento soplaba a través de los árboles, pero Jimin apenas lo notaba, centrado en su tarea, como si el simple acto de cortar leña pudiera ahogar la voz burlona detrás de él.
—¿No te interesa? —La risa de Yoongi resonó como un eco distorsionado. —Entonces, ¿por qué la frustración en tus ojos? ¿Por qué la rabia contenida cada vez que ves a tu querido primo «milagrosamente» curado?
Jimin no se inmutó, aunque la tensión en sus músculos se hacía evidente. Sabía que Yoongi intentaba provocarlo, jugar con sus emociones como siempre lo hacía. Había sido así desde que el demonio entró en su vida, buscando cualquier grieta en su resistencia. Pero Jimin se había prometido no ceder, no darle el gusto de verlo perder el control.
—Lo que le pase a mi primo es asunto de él, no mío. —respondió Jimin, clavando el hacha una vez más en el tronco. —Si las oraciones del padre Min lo ayudaron, bien por él, no es mi problema.
Yoongi apareció de repente frente a él, su figura envuelta en sombras, pero con una sonrisa afilada que revelaba sus verdaderas intenciones.
—Sabes que no fue ninguna oración. —susurró Yoongi, inclinándose ligeramente hacia Jimin. —fue un truco un pequeño juego de poder y ahora tu primo le debe su vida… a mí.
Jimin se detuvo, su agarre en el hacha se volvió más firme. Aunque no lo demostrara, las palabras de Yoongi lo carcomía por dentro. Sabía que el demonio nunca hacía algo sin esperar algo a cambio, y su primo, ingenuo como era, probablemente no se daba cuenta del precio que pronto tendría que pagar.
—Deja de jugar con mi familia. —espetó Jimin, su tono bajo, pero cargado de amenaza.
—Oh, pero no es un juego. —dijo Yoongi, dando un paso más cerca, su voz suave como el veneno. —Todo esto es parte de algo más grande. —Sonrió con burla.
—tú, él, todos están en el tablero, solo que algunos no saben las reglas del juego.
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