Asiento con la cabeza, mis pies me llevan a otros espacios. Y si levantara mi mirada y sin quererlo se topa con la tuya, por favor no la evites tan fácilmente.

Vivo huyendo de mis días negros y no es tan fácil ¿lo sabes?

Te has ido y no has mirado hacia atrás, ¿siquiera algo de mí ha quedado en tu mente? Soy yo, ¿lo recuerdas? El hacedor de promesas. Recuérdame, mírame y otra vez recuérdame.

Quiero reencontrarme conmigo mismo, con el trozo de mí que te has llevado. Estoy tan incompleto.

Sueño contigo a cada minuto, aun si no estoy dormido, puedo verte sonreír. Yo nunca pude lograr que me ofrecieras ni una de ellas. Eso debilita mis días.

Y quisiera saber si estás bien, sin mí. ¿Sigues pensando en él cómo siempre?

Mi cuerpo está frío sin ti, tus brazos se alejaron de aquí y las nubes ya no tienen el mismo color.

La tormenta que nunca se va. El viento que me arrastra hacia ti, aun tú no estés en casa.

Mis ojos se oscurecieron, la visión se distorsiona. El escalofrío recorre cada vertebra magullada y mi corazón se ahoga entre gritos rítmicos. No me dejes. No desaparezcas. Yo...no quiero estar sin ti.

Vivo encerrado en una película, y siempre estás en ella danzando y riendo. Con tus cabellos sueltos y la piel de durazno perfumada. Y en esos ojos verdes me siento albergado.

Estoy sentado en un rincón de mis recuerdos, siempre arruinándome la existencia, cada día de mi vida es más nefasto desde que te has ido. Te odio, porque siempre me has hecho amarte.

Amarte por sobre todas las cosas. Ya no importa nada.

Promoción.

Poder.

Estatus.

Ambición.

Envidia.

Envidia.

Envidia.

Envidia.

Tienes la suerte de niña, caminas descalza y nunca te lastimas. Miras al cielo y las estrellas te sonríen con destello divino. Eres preciosa y el mundo no te adora. Eres hermosa como una flor marchita dentro de un libro lleno de misterios.

Quiero tocarte. Quiero abrazarte.

Desde el rincón de mis memorias, lloro y mis manos rozan mi nuca helada.

Podrías darme un poco más de miseria con forma de caramelo, boca a boca. Sería tan feliz agonizando entre tus brazos. Mátame fundiéndote en mi piel. Libera tus toxinas hablándome al oído. Llena mi cerebro de pesadillas oscuras.

No me importaría perder la cabeza, cada vez que te veo con otro que no soy yo.

Porque en ese rincón estarás esperándome, con tu piel suave y cálida. No respires hasta que te dé el último aliento, solo dame un nombre.

Di su nombre.

(y serás su ultimo recuerdo)