Capítulo IV. Atracción hacia lo desconocido
Rápidamente, la fundadora se teletransportó hasta el laboratorio del segundo hijo de la familia, logrando disimular un poco su agite por lo recién ocurrido.
Al ingresar, se topó con el firme varón de lentes, quien leía un libro de Química— Señorita, llega tres minutos tarde. Se suponía que debíamos iniciar lo más pronto posible —puntualizó él—. Agradecería que trabaje en su puntualidad.
—Es cierto, me disculpo por ello, Reiji-san. Pero debo decir que se presentaron algunos imprevistos —explicó la Tsukinami, que ya quería terminar de despejar su mente, concentrándose en algo más. Además, cabía destacar que la fémina tomaba aquella tutela como una especie de favor para no sentirse tan agobiada con la importante decisión que debía tomar, y como una curiosidad extra, recordaba a su progenitora.
Reiji le ofreció sentarse, y así lo hizo, mientras trataba de volver en sí, ya que su mente se hallaba flotando. Era observada de forma discreta por el contrario, que se mostraba inexpresivo.
—Buena postura, aunque no debería verse tan rígida —explicó, negando con la cabeza. Ella asintió, para proceder a respirar un poco, intentando serenarse, hasta por fin lograrlo—. ¿No ha pensado en alguna decisión? —Inquirió de súbito, colocando un látigo en un lugar visible, acción que causó que una oleada de nervios le recorriera.
—Me temo que no. Resulta aún más difícil escoger si no conozco bien a ninguno —justificó Kaori, observando a la nada por un instante, y luego retomó su enfoque. Tenía los nervios a flor de piel, era obvio que se sentía presionada.
—Debe mantener el contacto visual en todo momento. Si sigue cometiendo tales errores, o cualquier otro, tendré que castigarla severamente, no permitiré nada menos que la perfección —dictó el más alto, con voz gélida—. Seguiremos con estas clases siempre que podamos coincidir con éxito. La mantendré informada, puede retirarse.
—Oh, hay algo que quería preguntarle... ¿Podría hacer uso de la cocina después? Sé hacerlo, además, la mantendría limpia y organizada como se debe, ya que no considero conveniente dejar la práctica —expresó la de aspecto familiar, anhelando una respuesta positiva.
Después de unos momentos de silencio, el de cabellos carbones se dispuso a hablar— Es una petición algo inusual, pero si se compromete a mantenerla tal y como está, entonces está bien —respondió, arreglando sus lentes en el puente de su perfilada nariz—. Me imagino que no debo decirle las consecuencias si un desastre ocurre, ¿verdad? Tomaré las medidas que sean necesarias para disciplinarla adecuadamente —sentenció, mirando a la contraria de forma directa.
—Entendido, gracias —dijo la fémina, dispuesta a cumplir su palabra. Aunque se encontraba temerosa por la advertencia, sabía que no iba a provocarlo para que la cumpliese-. Con su permiso, me retiro -anunció, levantándose del asiento, para después hacer una reverencia e irse de dicho lugar.
Kaori estaba algo afectada, diría que decepcionada, ya que consideraba que su primera impresión pudo resultar mucho mejor. Además, había descubierto una parte de sí que ni ella conocía, pero debería hacerlo, para trabajar en disimularla mejor.
Al estar en su habitación, procedió a recostarse con rapidez en su lecho, y le resultó sumamente agradable, y, gracias al cansancio que tenía, se durmió sin siquiera refrescarse o ponerse cómoda como solía hacer.
*
Sin embargo, despertó un par de horas después, a lo que quiso aprovechar para hacer varias cosas.
Fue al baño, y como no tenía intenciones de mojar su cabello al asearse, lo recogió en un peinado de bailarina.
Decidió relajarse un rato en la tina. Y entre suaves tarareos y cantos, iba limpiando su cuerpo, mientras rememoraba lo sucedido antes.
¿Por qué aquel hombre se había referido a su tía de esa forma y con tal soltura? Le parecía algo muy curioso. Y es que, su repentina aparición, sumada a la reacción del trillizo menor, daba mucho qué pensar.
Un rato después, la de mirar ágata se dispuso a vestirse con un delicado camisón, blanco, de mangas largas, y que también tenía ciertos detalles en encaje. Posteriormente, se dedicó a peinar su larga cabellera castaña caoba.
*
La fundadora trataba de despertar, pero sentía un ligero dolor en los brazos y el cuello, algo que la hizo llegar a la conclusión de que había dormido en una mala posición, además de rígida. Después de calmarse y un respiro hondo, se sentó en la cama, para luego levantarse de la misma como era debido.
Después de lavar su rostro con agua fría, pudo recordar en dónde se hallaba, y en qué época, a lo que se dio el valor y ánimo para comenzar un nuevo día bien encaminada. Se propuso ayudar más en la mansión, así fuera cocinando, o limpiando un poco, ya que dichas actividades no le molestaban en absoluto, sino todo lo contrario, en especial el cocinar, algo a lo que le tenía un particular gusto. Kaori en realidad llevaba años de práctica con dicha actividad.
Inhaló y exhaló, pensando en lo interesante que le parecía estar en aquella propiedad gracias a la nostalgia que despertaba en ella, en la manera que acciones simples como sentarse en un mueble, o mirar el jardín, influían... Haciendo que el pasado se entremezclase con el presente, de forma súbita. Aunque, a veces ciertas sensaciones y memorias podían resultar gratas.
La infancia de Kaori había consistido en estudiar, específicamente en leer sobre ciencia, aprender idiomas y oficios del hogar. Sus progenitores la instruían en múltiples de las actividades anteriormente mencionadas, eran sus maestros, pero también hubo otra persona que resultó de bastante ayuda, y no dejaba que pasara los días encerrada sin hacer nada, sola o aburrida. Dichas situaciones tenían lugar mayormente cuando sus padres no estaban en casa, algo que era habitual. Sin embargo, aquella tercera persona estuvo para ella de forma incondicional, era su institutriz, que tenía por nombre "Risa".
*
Poco después de tomar los utensilios de limpieza que iba a usar, la de larga cabellera sintió pasos acercarse, pero no tomó mucha atención a aquello, hasta que se intentó deducir quién era, y supo que se trataba de Reiji. Fue cuando irguió su postura, pensando en qué podría querer, y qué iba a decirle.
—Debo preguntar... ¿Qué piensa hacer? —Inquirió el vampiro de mirar como espinelas rosas, acomodando sus lentes.
—Limpiar un poco —respondió tranquila, observando al contrario, intrigada.
—Creo que no he sido lo suficientemente directo con usted, señorita Tsukinami. No es su deber aún realizar tales tareas, su mayor preocupación debe ser la convivencia con los trillizos —sugirió pacientemente.
La fémina asintió con la cabeza, procesando cada palabra pronunciada por el contrario, comprendiéndolo. Tendría que esperar más tiempo y "confianza" para hacer ese tipo de cosas.
—Si quiere llegar a tomar una decisión por lo menos prudente, debería... Tratar de conocerlos un poco, o podría arrepentirse si toma un camino no tan acertado, pero eso será todo —expuso él con precisión—. Las consecuencias no son pocas, y, ni su familia, ni la nuestra, aceptará una especie de cambio que se considere innecesario.
Él estaba diciéndole su verdad, y esta era que Kaori estaba sola, y, aunque un error sería una pena, sería algo con lo que debería cargar.
—De acuerdo, entiendo. Mejor me enfoco en ello. Y-ya... —al sentir que estaba vacilando, la más baja tomó un respiro y se dispuso a hablar de nuevo. Tenía un poco de miedo, aquel varón era imponente y firme, no por nada lo había aceptado como maestro— Ya tendré tiempo para familiarizarme con la casa y poder ayudar. Lo siento, Reiji-san.
El mayor alzó una ceja y asintió— Exacto. Por favor, coloque los implementos en donde los consiguió, y solo enfóquese en sus prioridades —después de su petición, procedió a retirarse.
La fundadora se sintió frustrada, quería ayudar, ser más útil, pero no estaba enfocándose en aquello que era su motivo para ir a parar allá. Tuvo que decírselo Reiji, o mejor dicho repetirlo, para que abriese los ojos, ¿era tanto el miedo? Aunque, al pensar, era más el orgullo que el miedo lo que la poseía, ella no quería dar los primeros pasos, pero: ¿Qué opción tenía?
Lo desconocido se había ganado mi interés, por ello, crecieron en mí múltiples dudas acerca del misterioso Lord, y la razón de que su presencia resultase tan problemática para los hermanos Sakamaki.
Comenzaba además... A sentir algo de aversión hacia el embrollo en el que estaba metida.
—Kaori T.
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