Capítulo 8
25 días han pasado desde que el mundo se infestó de horribles criaturas caníbales. La ciudad de Esteban se convirtió en un verdadero infierno lleno de ambulantes asesinos que buscan arrancarle un pedazo de carne.
A lo largo de estas 4 semanas, Esteban y su grupo han intentando sobrevivir dentro de la casa en la que vivió toda su vida. Hace 2 semanas que la luz se ha ido por completo, y recién hace 4 días notaron que el agua del grifo tiene un sabor raro, por lo que evitan hidratarse de ahí.
El frío y las tormentas de nieve los ha mantenido dentro de casa, abrigados. No se explican como para la fecha para la que están, aún haya un clima nevado tan fuerte.
Racionan la comida que tienen, apagan las linternas por las noches cuando escuchan sonidos fuera, juegan juegos de mesa por las tardes, y existen. Existen en un mundo que jamás se imaginaron haber vivido más allá de verlo en la ficción.
— ¿Seguros que está sola?—pregunta Ansel por tercera vez en el camino desde casa.
—que sí, las personas que vivían aquí siempre estaban de viaje—menciona Michelle—eran ricos, algo así.
Desde hace unos días han empezado a registrar las casas de sus vecinos en busca de cualquier cosa útil. Ansel y los hermanos se encuentran al principio de la calle, visualizando la casa que van a allanar.
—Una vez me regalaron una bicicleta por cuidar de su perro unos días—cuenta Esteban, y Ansel abre los ojos.
— ¿Una bicicleta?—replica él, obteniendo un asentimiento de cabeza como respuesta.
—Era celeste, Michelle un día la dejó afuera y se la llevaron—comenta, mirando con recelo a la aludida, empezando a caminar por el jardín hasta la puerta de entrada.
—Ya te pedí disculpas por eso en su momento—le recuerda su hermana, pero este no le hace caso—además, fué papá, no yo.
ambos los alcanzan en la entrada, antes de que este abra la puerta. Esteban ni siquiera mira a su hermana, y Ansel los mira con la sonrisa encajada en el rostro.
—Te creo que haya sido ella, es olvidadiza a veces—le susurra Ansel a Esteban, y este asiente.
—por eso es que me caes bien—suelta Esteban, alzando la mano para chocarselas a Ansel. este se sorprende, y con una sonrisa se las choca a su cuñado en el aire.
Esteban abre la puerta, mientras que Michelle mata con la mirada a Ansel, pero este junta las manos pidiendo perdón y lanzandole un beso en el aire con una sonrisa. Ella claramente niega con la cabeza y suelta una pequeña risa. Está feliz de que ellos se lleven cada vez mejor.
Luego de hacer ruido en la entrada y esperar unos segundos se adentran a la casa y empiezan a registrarla.
— ¿Ya se fueron?—pregunta Morgan, bajando del piso de arriba luego de despertar.
Benjamin levanta la vista del rompecabezas que ha armado ya 5 veces, pero que aún así le despeja la mente. Se limita a asentir y prestar atención de nuevo a su rompecabezas.
— ¿Cómo vas?—pregunta, sentándose junto a Benjamin.
—Llevo la mitad, como ves—Le responde este, encajando otra pieza—tengo que conseguir otra, este ya me lo sé de memoria.
Morgan suelta una risa asintiendo, y benjamin lo acompaña con una sonrisa desganada.
—Si hay que conseguir otro, pero no hablaba del rompecabezas—dice, y Benjamin levanta la mirada para verlo. Se encoge de hombros para restarle importancia.
—Estoy bien, bueno, estoy neutral—responde éste, y Morgan asiente—Lo extraño, aun espero verlo entrar por la puerta—La mirada de ambos se centran en el recibidor, como si de verdad fuese a aparecer de pronto el señor Becker—pero tengo que aceptar que ya se fué, y cumplir su último deseo, sobrevivir.
—Si necesitas hablar con alguien, aquí ando ¿vale?—Sonrie, y benjamin le devuelve una pequeña sonrisa, asintiendo.
—Muchas gracias Conrad, pero hablar de mi papá solo me pondrá más triste—Le responde este, y Morgan abre los ojos de par en par— ¿te parece jugar cartas más tar-
— ¿Cómo me dijiste?—interrumpe, haciendo que benjamin frunza el ceño..
— ¿Como? ¿Conrad?—Responde confundido, y Morgan niega con la cabeza.
— ¿Dónde está Jade? La voy a asesinar—dice levantándose, y dirigiéndose a la cocina cuando Benjamin señala el lugar.
Jade y Maya se encuentran en la cocina cuando Morgan entra señalando a Jade.
— ¡Jade! ¡tú!—Se acerca para quedar frente a ella, teniendo la isla de por medio.
— ¿Yo?—pregunta, viéndolo confundida. Maya se empieza a preguntar qué mosca le picó ahora.
—Le has dicho a Benjamin mi nombre—Le recuerda este, y la cara de Jade se esclarece, con una sonrisa que se convierte en carcajada.
— ¿Cuál? ¿Conrad? De verdad pensé que te llamabas Morgan—interrumpe Maya, y Morgan vuelve a mirar con mala cara a Jade, quien se está desternillando de la risa.
— ¡Si me llamo Morgan! es mi segundo nombre. Te dije que no le dijeras nadie—Dice él, y Jade se encoge de hombros.
—Se me escapó, lo siento amigo.
—Hola benja—dice Maya cuando ve entrando a Benjamin a la Cocina, pero los tres fruncen el ceño al verlo con las manos en alto, hasta que notan que alguien le está apuntando con un rifle.
Jade y Maya se bajan de Los bancos, y Morgan hace amago de sacar su pistola, pero se insulta cuando ve que no la carga encima.
Benjamin se adentra más en la habitación, y se revelan dos chicos con chaquetas universitarias, uno le apunta a Benjamin, y el otro los empieza a apuntar a ellos, quienes levantan las manos por inercia.
— ¿Quiénes son ustedes?—Jade detalla las chaquetas, y recuerda el logo de una universidad en Nueva York.
—Solo estamos de paso. Si nos colaboran, nadie tiene por qué salir herido—Dice el chico que le apunta a Benjamin, alto, corpulento y cabello rapado.
El que los apunta, un chico pelirrojo más bajo y flaco que el otro, se descuelga el bolso y empieza a buscar algo en él. Morgan toma la oportunidad y sin pensarlo dos veces, corre hacia el chico queriendo teclearlo.
El otro preve la acción, y antes de que Morgan pueda llegar al chico distraído, el rapado le da con la parte trasera de su rifle en la espalda, cayendo al suelo y retorciéndose del dolor.
—El próximo será un disparo—Dice, mientras que el más bajo se agacha para juntarle las manos a Morgan, y darles varias vueltas con cinta marrón para embalar. Levanta a Morgan como puede, y lo recuesta en el marco de la puerta.
Luego de un rato, Benjamin y Maya también están sentados en el suelo, con las manos tirradas. El chico pelirrojo los vigila, mientras que el otro termina de ponerle cinta a jade.
—Oye, ¿tienes novia?—Jade mantiene una mirada coqueta con el chico, quién le sonríe mientras deja la cinta en la encimera.
—Tenía—responde este— ¿porqué?
—Quizás quieras una nueva—Propone Jade, acariciándole el brazo como puede con las manos juntas—En el fin del mundo no hay tantos chicos lindos para besarse.
Ambos se sonríen, la mirada de jade se mantiene en sus labios, mientras que el chico la mira de arriba abajo descaradamente.
—Aquí en la cocina no hay muchas provisiones, pero sé en qué parte si—Le dice esta, guiñandole un ojo, y él levanta las cejas con una sonrisa pícara.
— ¿Qué crees que haces?—pregunta Morgan confundido, pero recibe una mala mirada de Jade y el chico, junto con un golpe que le da maya en la pierna para que se calle.
El chico se hace un lado para que Jade pueda llevarlo al sitio, y la sigue.
—Ya vuelvo, vigílalos bien—Le dice a su amigo, y este asiente.
Benjamin y Morgan se sienten traicionados después de haber escuchado un poco de la conversación que mantuvo Jade con uno de sus secuestradores, hasta que la ven guiñando un ojo antes de desaparecer de la cocina.
Ambos siguen sin entender, pero Maya conoce a su hermana. Con ese guiño sabe que este es una más de sus actuaciones de teatro.
Los tres se quedan solos con el universitario, quién empieza a dar un paseo por la cocina, abriendo y cerrando gabinetes. Unas voces empiezan a sonar, y se percatan que viene de una radio que carga el chico en el cinturón.
— ¿Va todo bien? ¿Dónde están?—pregunta una voz femenina. El chico toma la radio, y antes de presionar el botón, les hace una seña de que no hagan ruido.
—va todo bien, estamos revisando algunas casas, nos vemos en la entrada de la calle—Responde, y se cuelga de nuevo la radio en el pantalón.
— ¿Cuántos son ustedes?—Pregunta morgan, pero el chico no hacer le caso, y sigue revisando los gabinetes—Hey, estoy hablando contigo—el chico se voltea de mala gana, apuntándole con el arma.
— ¿Qué quieres? eres muy ruidoso—Maya vuelve a darle otro golpe, y Benjamin le susurra que se calle, pero este no les hace caso.
—Te he preguntado que cuántos son ustedes—repite, y el chico suspira, cansado.
—no es de tu incumbencia, ahora cállate—contesta rápidamente.
Ambos chicos miran a Morgan para que se calle, pero este no repara en ellos.
—Apenas se arregle todo esto, te llevaré a la cárcel ¿sabes? soy policía—alardea. maya rodea los ojos, y Benjamin baja la cabeza derrotado.
El pelirrojo vuelve a reparar en él y se acerca, agachándose para quedar frente a frente. el chico examina a Morgan por un rato. el silencio que se forma más que incómodo, es terrorífico.
—Sí que eres mas tonto de lo que creia—dice con una sonrisa— ¿que no entiendes que esto nunca va a resolverse?—se levanta de un golpe, asustandolos en el proceso.
— ¿porque lo dices?—pregunta maya. los tres se mantienen atentos a la respuesta.
— ¿Cómo que porqué lo digo? ya han pasado semanas, y todo sigue igual, hasta peor quizá—dice suspirando, molesto. empieza a caminar por la cocina, viendo por las ventanas—en Nueva York ningún cuerpo policial pudo con esas cosas. cada estado está peor que el anterior, estamos solos en esto.
los chicos se quedan en silencio por un momento, mientras que el pelirrojo vuelve con Morgan.
—Así que si te crees Superman por ser policía, te notifico que aquí ya eso no vale. Superman es aprueba de balas, ¿quieres probar si tu tambien lo eres?—coloca su rifle contra la cabeza de Morgan mientras se ríe. Morgan mira hacia otro lado, aceptando la derrota.
Mientras tanto, en el baño para visitas, el chico le ha quitado la cinta a jade, y empieza a besarla desesperadamente, metiendo su mano por debajo de la camisa, y sobando su espalda.
—Tus amigos deben sentirse mal por lo que has hecho—Dice jadeando, mientras se desabrocha el cinturón y sus pantalones caen, quedando en ropa interior.
— ¿Qué supones que he hecho?—Frunce el ceño confundida, pero con una leve sonrisa en el rostro.
—Pues, traicionarlos por un poco de sexo—Dice, acercandola para besarle el cuello.
—No los he traicionado—afirma, dandole un rodillazo en las partes bajas, haciendo que este se incline, agarrando sus genitales—Y lamento desilucionarte, pero nunca tendría sexo con alguien como tú—El chico sube su cabeza para ver a Jade, su cara es una mezcla entre el dolor y el enojo.
Esta lo toma por la parte trasera del cabello, y pega su frente contra el lavabo, cayendo inconsciente en el suelo. Reutiliza la misma cinta que le quitó, y con esa le inmoviliza ambos brazos. Termina por colgarse el rifle al hombro, y sale en dirección a la cocina.
El chico la ve llegar y le apunta, pero ella también lo hace. Reza porque el chico no lea su cara, y se dé cuenta que no sabe disparar aquella cosa.
—Bajala—Le dice esta. El chico empieza a bajar el arma hasta el piso enojado, pateandola lejos de él, manteniendo los brazos en alto. Jade se apresura a patearla de nuevo más lejos.
Se agacha para desatar a Benjamin, pero el chico saca un arma de atrás de su pantalón.
— ¡Cuidado!—Benjamin empuja a Jade antes de que el chico dispare, impactando la bala en el suelo.
Maya, quien está más cerca del chico, le da una patada en la canilla, que lo hace flaquear y sobarse la pierna.
—Maldita—se queja, mientras le apunta para dispararle pero Morgan lo taclea y el disparo traspasa el techo.
—Esta vez no te salvabas—Se burla Morgan. Jade se acerca para desarmarlo, y toma la cinta del mesón para dejarlo inmovil.
Cuando todos ya se han liberado de las cintas, escuchan la puerta y se alarman, pero al ver a Michelle, se relajan.
—Escuchamos disparos—Dice ella, con Esteban y Ansel atrás, quienes reparan en el chico desconocido en el piso.
— ¿Quién es?—pregunta Esteban. Ansel se acerca a él para verlo de cerca, obteniendo una mala cara del chico.
—Dos chicos entraron y quisieron robarnos, pero Jade nos salvó—Dice Morgan, dándole un palmada en El hombro a jade—Por un momento pensé que tendrías algo con él.
—Para nada, lo rechacé muy... de frente—dice soltando una pequeña risa. Morgan la ve extrañado, sin entender porque se ríe su amiga.
—¿Dos? Pero si solo hay uno—Habla Ansel, registrando con la vista la cocina en busca del otro.
—En el baño, inconsciente—Dice Jade encogiéndose de hombros.
—Pero hay un problema, no están solos—Un escalofrío le recorre por la espalda a maya cuando lo dice.
—¿Cómo que no?—pregunta Jade.
—Cuando te fuiste con el otro, Este habló con una chica por la radio—Le responde Benjamin. Ansel vuelve a acercarse al chico, y le revisa el cinturón, quitándoselo después de luchar un poco con los pataleos del chico.
— ¿Cuántos son ustedes?—le pregunta Ansel, pero este no habla.
—Ya se lo preguntamos, no nos dijo—habla Morgan resentido.
Ansel se levanta, y analiza la situación.
—Debemos estar preparados por si llega más gente y...
— ¿Hay alguien aquí?—Es cortado por una voz femenina proveniente del recibidor.
Ansel se agacha para agarrar el rifle que Jade había pateado, y apunta hacia la entrada. Jade lo imita.
Ven a dos chicas aparecer, Una de tez canela y pelo amarrado; otra de piel perlada y cabello por los hombros, ambas apuntando con sus pistolas.
—Bajenlas—les pide Ansel, y ambas se miran antes de poner las pistolas en el piso y patearlas, levantando las manos. Indefensas al estar delante de tantas personas— ¿Quienes son ustedes y que quieren?
—Solo estamos de paso, escuchamos disparos y pensamos que los chicos con los que veníamos estarían en problemas con los muertos —Dice la chica morena—mi nombre es Kyra, y ella es mi mejor amiga Tania—dice señalando a la chica de piel perlada— ¿no los han visto por aquí?—pregunta ella, y todos se apartan a un lado, para que ambas puedan ver a su amigo.
—Intentó robarnos, y nos amenazó—Comenta Ansel, mientras ambas ven al chico, perplejas.
—y nos amordazó—agrega rápidamente con fervor morgan. Benjamin lo golpea en el brazo para que se relaje.
—Te dije que tarde o temprano nos meterían en problemas—le susurra Kyra a Tania—lo sentimos mucho, ¿no hirieron a nadie? ¿Todos están bien?—pregunta la chica, pasando la Mirada entre todos. Ambas se sienten incomodas por todas las miradas molestas que las ven.
—Estamos Bien, solo han salido heridos ellos mismos—Le contesta Jade—el otro está en el baño.
Ambas chicas asienten y se ven, para luego volver a ver al grupo.
—Nuevamente les pedimos disculpas... nosotras nos vamos, prometemos no cruzarnos de nuevo con ustedes—Dicen agachándose para tomar sus armas y luego darse la vuelta para irse.
—Esperen—les llama Ansel, y ambas voltean—¿A donde van?—pregunta él, y ambas chicas vuelven a verse, cómplices.
— ¿Van hacia algún refugio?—pregunta Michelle.
—No pueden irse y dejarlos a ellos aquí—El enojo y disgusto se siente en la voz de Jade.
Ambas los ven, inmóviles.
—Por favor, si van hacia algún Refugio, llevennos con ustedes—Insiste Maya caminando hacia ellas, juntando sus manos para rogarles. Jade la toma del brazo para que no se acerque tanto a las chicas.
—Nos estamos quedando sin provisiones—Les comenta michelle—si saben de un lugar seguro, por favor dígannos—El anhelo en su voz es notorio.
Ambas chicas vuelven a verse, y aunque Kyra niega con la cabeza, Tania se apresura en hablar.
—Recibimos una señal desde Ohio, una base militar que no cayó durante la crisis—Comenta, y los chicos todos se ven entre sí, mientras que Kyra insulta por lo bajo a Tania—es un lugar seguro según nos dijo el hombre con el que hablamos.
—¿creen que podamos ir con ustedes?—michelle se acerca a ellas, manteniendo contacto visual con kyra—estando en un grupo grande correrian menos peligro.
Kyra empieza a verlos a todos, y aunque duda, por lo que ha pasado con Los dos chicos universitarios, ve las caras de estas personas, y la necesidad se ve completamente sincera.
—Tenemos que salir lo más pronto posible—dice ella—así que sean rápidos con lo que van a llevarse—Todos asienten y empiezan a salir de la cocina.
Ansel y Michelle se ven, no se dicen nada pero la mirada lo dice todo, aún hay esperanza.
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