Capitulo 19
Los sobrevivientes de polaris llegan a su nuevo refugio con la llegada del atardecer. cuando dijeron que necesitarían un lugar donde quedarse, esteban había pensado en la choza vecina del escritor loco. Ansel y el general se bajan primero para revisar que esté vacía.
mas allá del olor a guardado, las telarañas y los muebles cubiertos de polvo, no hay nada mas, por lo que con unas señas todo el mundo baja y se adentra en la choza.
—no es tan grande, pero para ser provisional está bien—dice Ansel, de inmediato cuando ve a todos entrando, en especial a los niños, quienes se ven sumamente asustados examinando el lugar.
—señora ara—llama uno, de tez morena y ojos oscuros. Ara voltea a verlo rápidamente— ¿donde está mi tío?—pregunta, y no solo la deja sin habla a ella, si no a todos en la habitación. el chico ya había tenido que soportar perder a sus padres y haber sido cuidado desde entonces por su tío, uno de los tantos que murieron en polaris.
al igual que la madre de la niña pelinegra.
y también el padre de los chicos castaños.
—ellos tuvieron que irse—dice, hablando no solo para el niño que le pregunto, si no para los otros tres—pero nos pidieron a nosotros que los cuidáramos—todos los adultos asienten, respaldándola.
—¿y no regresaran?—pregunta la chica pelinegra, y ara suspira, sin saber como decírselo, pero su hermana Nina la ayuda a contestar.
—ellos ahora los cuidan desde el cielo. asegurándose de que nada malo les pase—les dice, fingiendo una sonrisa. los niños se quedan viendo a todos los demás, con el animo bajo. uno de los chicos castaños empieza a lagrimear mientras su hermano lo abraza.
es muy difícil explicarle a niños de 7 y 8 años que sus familiares han muerto. mientras pasaban entre los muertos en polaris, las señoras, maya y el general se habían encargado de taparles los ojos, para que no vieran algo que los destruyera.
todos empiezan a examinar la casa. dos pequeños cuartos, un baño y una cocina junta con el comedor y el salón.
esteban trae del auto el bolso que cargaba y de él empieza a sacar las latas que robó de la casa del señor Gustav.
—supongo que han de tener hambre—dice, mientras lleva las latas a la cocina. Ansel al verlo, lo ayuda.
—la verdad es que tenemos muchas horas sin comer—menciona el general desde el sofá, descansando.
— ¿como conseguiste este lugar?—Le pregunta Ansel y él se queda en silencio, sin saber qué responder realmente. quizá en otro momento les cuente.
—de camino, entré a ver si había comida, pero no tuve suerte—responde, y Ansel asiente.
—déjanos esto a nosotras—dice Nina, llegando con su hermana a la estufa. ambos asienten y se retiran. mientras Nina va buscando algunas ollas en los gabinetes, Ara prende la estufa.
todos acompañan al general en el salón. maya y esteban se sientan juntos en el suelo tomados de la mano, maya deja descansar su cabeza en el hombro de su novio. Ansel se encuentra distrayendo a los niños, enseñándoles magia con una moneda.
—entonces índigo... todo este tiempo fue mala?—pregunta esteban, cuidando su vocabulario frente a los niños. en el camino, lo pusieron al tanto de todo. quedó atónito con todo lo que le han contado, incluso asqueado con algunos detalles desagradables.
—así es—le responde el general.
—me sorprende que Michelle haya ido a ver a ese doctor, incluso después de saber que tenia razón sobre índigo—menciona esteban.
—El doctor isaac es reconocido, muchas veces lo vi en la tele—responde el general.
—ya lo sé, pero como sabemos que es el verdadero—rebate esteban.
—mencionó detalles que solo el sabría—le responde Ansel desde su lugar, y esteban asiente, no tan confiado.
—de igual forma, de algo salir mal, ambos saben bien como defenderse—agrega Maya.
la sala se queda en silencio por un momento, a excepción de los ruidos en la cocina y algunas risas de los niños. de pronto, Ansel recuerda algo, y empieza a toquetearse el cuerpo en busca de algo. se levanta bruscamente cuando no lo consigue y mira a los demás.
—ninguno tiene la radio, ¿cierto?—el general se registra también, mientras esteban y maya niegan con la cabeza. el general niega con la cabeza una vez que se registra. ansel maldice por lo bajo, tapándose la boca cuando ve a los niños viéndolo.
—¿que sucede?—pregunta esteban, empezando a sentirse nervioso.
—no tenemos como comunicarnos con michelle—le responde ansel, y todos caen en el detalle.
ansel empieza a pensar donde fue la ultima vez que recordó verlo, mientras que el general suspira fuertemente.
—¿no estará en el auto?—pregunta esteban, levantándose junto con maya. ansel niega con la cabeza.
—tuvo que haberseme caído cuando peleaba con el mald... el mal chico don—dice con una sonrisa nerviosa viendo a los niños.
—¡es hora de comer!—avisan las hermanas y todos se relajan un poco. el hambre realmente los tiene ya un poco mareados.
Esteban se levanta y de su bolso saca algunas velas que prende y coloca en algunos sitios de la casa. los niños se sientan en la mesa con algunos tazones que encontraron en los gabinetes, mientras que los demás comen en las latas, apoyadas en un trapo para no quemarse.
Para cuando terminan de comer, la noche ha caído por completo. ansel sigue preocupado por no tener contacto con michelle. para su sorpresa, esteban no está tan preocupado.
—ustedes saben el lugar a donde tenían que ir ¿no?—pregunta esteban. el general y ansel asienten con la cabeza—pues, ¿entonces porque no vamos al sitio y ya?
todos se quedan sopesando la idea, mientras esteban los mira a la luz de las velas.
—puede que se hayan echado para atrás. no tendría sentido ir y que ellos no estén—responde maya a su lado.
—también puede que sigan ahí. de igual forma, no hay nada que hacer aquí—le responde el general, y esteban lo apoya.
ansel suspira ante la conversación. esteban se acerca a él y le da un abrazo, cosa que lo hace sorprenderse. ansel le devuelve el abrazo. aun recuerda aquel momento en que se conocieron, ansel para nada era del agrado de esteban. pero aprendió a quererlo, tanto como si fuese su hermano mayor, una copia de michelle un poco mas divertida.
—se que la extrañas y estás preocupado, yo también. pero ella está bien, y ya pronto la veremos—le dice esteban y ansel asiente.
fuera, empiezan a caer gotas de lluvia que empiezan siendo inofensivas, pero que luego impactan fuertemente contra el suelo dejando prever el diluvio que ha llegado.
—creo que tendremos una noche fresca—menciona el general desde el sofá, escuchando las gotas de agua impactando con el techo.
aun no era lo suficientemente tarde para dormir, pero aun así nina y ara prepararon las habitaciones para los niños y para ellas, mientras que los demás se quedan afuera en el salón.
el general se queda con el sofá, mientras que ansel se ha quedado dormido encima de la mesa. esteban lo ve desde el piso, sin saber como se ha podido quedar dormido encima de ella.
han de ser mas o menos las 10 de la noche. maya duerme a su lado, pero él no puede conciliar el sueño. de momentos, escucha algunos quejidos provenientes de maya, piensa en todo lo que ha tenido que pasar que está teniendo pesadillas con ello. la abraza fuerte para que sienta que no está sola, y pronto su cuerpo se destensa.
cierra los ojos y trata de dormir, pero por mas que lo intenta no lo logra. quizá el haber dormido una semana entera le haya afectado el sueño, o quizás teme dormir y que todo esto se esfume.
vivir en un mundo apocalíptico es vivir en agonía e incertidumbre. hoy puedes estar con alguien que mañana podría morir, o incluso puedes estar viviendo tus ultimas horas de vida sin saberlo.
pasa horas dando vueltas en el piso, tratando de no despertar a maya hasta que logra conciliar el sueño concentrándose en el sonido de la lluvia que ha estado cesando con las horas.
Esteban se despierta con los primeros rayos del sol. intenta recordar lo que soñó, recuerda haber visto a sus padres luego de muchísimo tiempo sin verlos, pero no recuerdo nada más.
se levanta con mucho cuidado, y sale afuera sin despertar a nadie. en algún momento después de haberse dormido la lluvia acabó. toda la grama esta empapada y el suelo lleno de pantano.
ve la carretera que tiene en frente, recorriendola con la mirada, hasta que dá con la cabaña del señor gustav. un recuerdo se le viene a la cabeza, y empieza a caminar hacia ella. había pensado que jamás volvería a aquel lugar, pero ahí está, abriendo al puerta de la casa.
lo primero que lo recibe es el fétido olor a podrido del cuerpo de gustav, que sigue tirado en el piso. algunas moscas y hormigas se posan en la herida que esteban le provocó para que no se convirtiera en un mordedor.
Rodea el cuerpo, dirigiéndose a uno de los gabinetes de la cocina de donde una vez vió a gustav meter un bote de pintura. al revisar, saca el bote de pintura y registra los cajones en busca de algo, hasta que lo encuentra en el cuarto de gustav.
sale de aquella casa por segunda vez, con un bote de pintura y un pincel en manos, esta vez prendiéndose jamás volver.
al llegar, ve como ansel sale de la casa, tallándose los ojos y bostezando.
—¿a donde fuiste?—le pregunta en mitad de un bostezo. esteban se ríe ante esto, y se va a un costado de la casa. ansel lo sigue.
—fui a buscar esto—dice, alzando la pintura y el pincel. ansel frunce el ceño, aun sigue un poco dormido por no haberse dado cuenta de ello.
—¿y que harás con eso?
—ya verás—le responde esteban, abriendo la pintura color plomo y moviendola con una rama que toma el suelo.
Toma un poco de pintura con el pincel, y con ella empieza a escribir un nombre en la pared blanca. ansel esta tras suyo, ya completamente despierto y empieza a leer lo que escribe ansel.
— ¿Beatriz? ¿ese no es el nombre de tu madre?—pregunta ansel, mientras que ve que también escribe el nombre de su padre.
—así es—le responde esteban, mientras sigue escribiendo nombres.
Jade.
Kyra.
Morgan.
Tania.
Tadeo
Albert.
Licia.
Abigail.
Joaquín.
tarda quizá una hora, o mas de ella. todos ya se han levantado y han salido para ver lo que hacia esteban, ayudándolo con algunos nombres que se le pasaban por alto.
al terminar, gran parte de la pared blanca se ha llenado de los nombres de las personas que no pudieron llegar con ellos. aquellos que fueron dejados por el camino pero que nunca se olvidarán, porque todos ellos contribuyeron a que aquellos que aprecian ahora sus nombres, sobrevivieran.
—muchas gracias por esto—le dice maya, dándole un beso en la mejilla luego de ver el nombre de sus hermanas y su madre, así como también del padre de benjamín.
—es un lindo homenaje—dice la señora ara, y todos asiente de acuerdo.
—¡Mira! es el nombre de mami—grita la niña pelinegra, señalando el nombre de su mama en la pared. todos asienten fingiendo una sonrisa. la niña se emociona al ver el nombre de su mamá ahí, pero los demás saben la razón por la que está ahí, haciéndole un nudo en la garganta a algunos.
—creo que deberíamos ir tomando camino si no queremos llegar de madrugada—dice el general, y todos asienten.
—en el camino asaltaremos alguna tienda para comer—comenta ansel, calmando por el momento los estómagos de todos.
al no tener nada, se van del lugar en menos de diez minutos. no toman nada mas que alguna ropa y cobijas para el camino. en un auto, manejado por el general van la señora nina con la niña pelinegra en las piernas y los tres niños varones detrás. mientras que en el auto conducido por ansel van la señora ara en frente y atrás van maya y esteban, con la pequeña gracie.
—¿estás nervioso por ver a tu hermana de nuevo?—pregunta maya, y esteban asiente. ella pudo darse cuenta por como mueve su pierna cuando está nervioso.
—tiene el mismo tic nervioso que su hermana—dice ansel intercalando su vista entre el camino y el espejo retrovisor, sonriendo.
—son casi como mellizos—dice maya, y esteban rodea los ojos.
—claro que no—rebate.
—claro que si—dicen Ara y gracie al unisono, haciendo que todos estallen en risas.
a la media hora de camino, el general se estaciona frente a una pequeña tienda. ansel se estaciona detrás, mirando hacia todos lados en busca de algún mordedor pero esta todo vacío.
esteban y ansel se bajan al mismo tiempo que el general y desde fuera tras los vidrios examinan el interior de la tienda. al esperar un rato y no ver nada, tocan el vidrio para asegurarse, pero nada sale y ellos deciden entran.
los tres cargan un cuchillo, el grupo de índigo acabó con todas sus reservas de armas, por lo que les toca defenderse cuerpo a cuerpo.
caminan por los pasillos. piensan en que quizá este haya sido un lugar no muy transitado, porque a pesar de que no esta en las mejores condiciones y de que algunas cosas faltan, se ve que no muchas personas han pasado por ahí.
el general y ansel van agarrando algunos enlatados y bolsas de papitas y las va llevando al auto. esteban camina hasta el fondo de la tienda donde detrás del mostrador, en el piso, ve a un hombre muerto, con un revolver en las manos. se acerca a él para tomarlo, seguro después de haber visto el agujero a un lado de su cabeza.
—miren lo que encontré—dice a los demás levantando el revolver en alto. el general y ansel se acercan y ven por encima del mostrador al hombre. esteban le pasa el revolver a laurent, quien verifica que esta cargada y que solo falta una bala, la que usó el hombre para matarse.
siguen viendo las cosas de la tienda, toman algunos dulces y verifican los panes que claramente están mohosos. toman algunos cereales también, procurando que estén en buen estado. esteban empieza a caminar al final del pasillo para dar vuelta y seguir al siguiente, pero se percata de algo.
—ansel, ven rápido—llama a su cuñado, quien llega rápidamente preocupado. ve a esteban con algo en las manos, y ambos se ven a la cara—estaba aquí, empaquetado—le dice, señalando la columna de la estantería donde estaba— ¿crees que funcione?
ansel ve la radio sin poder creérselo. la toma, y la enciende, pero no hace nada.
—¿funciona con batería?—le pregunta esteban, al verle la cara de decepción.
—veamos...
al verificar que le faltan unas baterías, buscan en la tienda hasta que consiguen un paquete que abren rápidamente. ya con las baterías puestas, esteban esta vez lo acciona y empieza a escuchar interferencia. ambos se ven con una sonrisa.
—¿que canal usaban?
—el trece—responde ansel, y esteban empieza a girar la perilla para cambiar el canal. el general se les une justo cuando encuentran el canal, pero no dice nada.
—¿Hola? ¿michelle?—dice esteban apretando el botón. al soltarlo, se siente nervioso. por unos momentos, no recibe ninguna respuesta, voltea a ver a ansel que tiene la misma cara triste que él. pero voltean rápidamente a ver el radio cuando este empieza a sonar.
—¿eres tu, esteban?—dice una voz femenina desde el otro lado. la voz femenina de michelle.
—si—responde el, con una sonrisa. los ojos empiezan a llenarseles de lagrimas.
—dios mio...—responde michelle, que aun con interferencia puede escucharsele llorando.
—¿como va la misión?—le pregunta esteban, conteniendo las ganas de llorar. michelle se tarda en contestar, pueden imaginársela llorando.
—¿como sabes de ella? ¿estas con ansel? ¿están bien?—pregunta rápidamente, y esteban con una sonrisa le pasa la radio a ansel.
—si estamos bien, siento haber perdido la radio—se disculpa él.
—no te preocupes. pensé que había pasado algo malo luego de que ayer no contestaras en todo el día—responde ella.
—tranquila, estamos bien. vamos camino a miami—le comunica ansel, y por otro momento michelle se queda callada, a tal punto que piensan que la comunicación se cortó, pero al rato vuelve a contestar.
—está bien. el doctor estuvo trabajando toda la noche en la cura—dice michelle, haciendo que los tres hombres se vean entre si.
—pues perfecto, nos veremos pronto entonces—dice ansel, y la respuesta de michelle llega rápidamente.
—aun no puedo creer que estas vivo hermano—dice, y ansel le pasa la radio a esteban—estoy llorando como no tienes una idea—dice, mientras escuchan como se sorbe la nariz. esteban se ríe ante ello.
—siempre has sido una llorona—le responde el. ansel le hace una seña de que terminaran de cargar los autos mientras el termina de hablar.
—me has hecho tanta falta tebi—le dice ella, y el sonríe mientras una lagrima cae al suelo—espero esta vez me hagas caso en lo que te digo—dice, recordandole que aunque ella le dijo que no fuera ese día al centro comercial, la desobedeció y paso todo lo que pasó.
—yo también te extrañé mich, y si, prometo hacerte caso de ahora en adelante—dice riendo—¿donde esta benjamin?
—esta hablando con la esposa del doctor. se emocionará muchísimo cuando le cuente esto—dice michelle y esteban asiente aun cuando no puede verlo.
ambos se despiden por el momento cuando ansel le hace una seña y esteban sale de aquella tienda con una sonrisa, limpiándose las lagrimas. al montarse en el auto, no puede esperar por darle un fuerte abrazo a su hermana después de tanto tiempo.
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Buenassss, una semana mas aquí, todos reunidos. lastimosamente, les comunico que la próxima semana subiré el capitulo final :(. que loco haber llegado tan lejos.
espero hayan disfrutado el capitulo, hasta la próxima semana byesss.
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