Capitulo 1
El Doctor Isaac de pie, mira por la ventana de su oficina, el sol está cayendo y el panorama se torna de un color dorado digno de admirar.
Ve su reflejo en el cristal, observa Al hombre que se convertirá en historia el día de mañana, imaginando como en el futuro Los libros de historia lo recordaran al lado de figuras como Albert Einstein y Charles Darwin.
Escucha como la puerta de su oficina es abierta, un sonido leve, pero notorio.
—Creo que te había dicho que aceitaras las bisagras, Nikolai—Le dice a su hijastro, sin quitar la vista de las nubes naranjas que se forman, sabiendo que es la única persona que podría ser, nadie mas tiene el permiso de entrar de esa forma a su oficina.
—Lo sé, papá —le responde este, pero el doctor carraspea, haciendo notar la incomodidad que le trajo esta última palabra. No le gusta mezclar lo personal con lo profesional—Cierto, profesor, lo siento, ahorita mismo aceito las bisagras.
El Doctor asiente, y se voltea lentamente, manteniendo sus manos entrelazadas en el pecho, ve a su hijastro y aprendiz científico parado un poco frente a la puerta.
— ¿Qué necesitas?—pregunta El doctor, mientras con dos pasos llega y se sienta en su silla.
—¿Qué?—responde este, frunciendo el ceño, pero su cara se esclarece rápidamente y se acerca para sentarse en la silla frente al escritorio—Quería avisarle que ya todos han confirmado sus asistencias para él día de mañana.
—Perfecto—le responde el Doctor. El Chico solo asiente, pero no se levanta de su asiento— ¿Algo más?—Agrega Isaac, y Nikolai se queda pensando hasta que asiente rápidamente.
—Mamá ha preguntado a qué hora regresaremos a casa, para servir la cena—le dice este, y el doctor baja su mirada al reloj en su muñeca.
—Tú ya puedes irte— le responde Isaac, y la cara de Nikolai se ilumina de felicidad, quiere llegar a casa para dormir—Yo me quedare unas horas mas, necesito revisar y asegurarme de que todo esté en orden para mañana.
Nikolai asiente y se despide del profesor, cerrando la puerta al salir de la oficina. Cuando ya está solo, Isaac suspira, su hijastro a veces puede llegar a ser un poco tonto y molesto, pero haberlo cuidado desde Los 4 años le ha hecho agarrarle cariño, aunque muchas veces no lo demuestre.
Dura un rato sentado, mirando hacia la pared, pero cuando vuelve a la realidad se levanta saliendo de la oficina. Ya se ha hecho de noche, saluda a unos cuantos compañeros, ya no queda casi nadie debido a la hora, de hecho, esperaba que ya no hubiese nadie.
Su oficina queda en el tercer piso de este centro de investigación biológica. Sube al octavo piso, el ultimo piso del edificio, donde quedan las salas de pruebas.
Con su tarjeta de identificación entra en la última sala del piso, la puerta se abre y deja prever una sala blanca con una vidriera de frente, a la derecha un panel de control, con infinidades de botones, además de una puerta de cristal en la parte izquierda de la vidriera.
La pared de vidrio separa la sala en la que se encuentra el doctor, de una sala repleta de vegetación, en donde el blanco no existe, pero si muchos tipos de verde, marrón y amarillo.
El Doctor se acerca al vidrio y fija su mirada en el centro, donde la luz de la luna que se filtra por una claraboya en el techo, ilumina unas hermosas orquídeas, de color Verde y pistilos Amarillo, una especie nunca antes vista.
No quita la vista de ellas, mientras una sonrisa se cuela en su cara, porque él sabe que está viendo la cosa que lo hará entrar en los libros de historia.
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— ¿Aún no ha llegado papá?—Pregunta Nikolai, saliendo del baño hacia la cocina ya vestido, secando su cabello con una toalla.
Su madre se gira para verlo, mientras coloca algunos platos de estofado de res en la mesa.
—No, aún no, quizá está por llegar—Dice ella sonriéndole, pero Nikolai baja la cabeza un poco decepcionado, un poco triste.
—O quizá vendrá cuando ya estemos durmiendo—le responde el, con un resentimiento entre palabras—como ha hecho desde hace un tiempo.
—No digas eso mi amor—ella se acerca a el, acariciándole la mejilla—sabes que no lo hace porque quiere, solo busca tener un mundo mejor en el que podamos vivir.
El no dice nada más, solo asiente, y ambos se sientan en la mesa para comer en silencio.
Desde que al profesor Isaac le diagnosticaron cáncer de colon hace unos años, y salió bien de ello, ha tenido un cambio en el comportamiento hacia Nikolai.
Si, es verdad que cuando estaba pequeño, cuando Isaac se integró a la familia a solo un año de la muerte de su padre biológico, este no era el mas cariñoso, pero aun así, se sentía la comodidad, la cercanía.
Quizá los pensamientos negativos de Nikolai nublan su vista, porque sabe lo bonito y comprensible que es el señor Isaac como persona.
Como la vez que lo enseñó a andar en bicicleta, o cuando lo llevo por primera vez al laboratorio donde trabajaba en aquel entonces, nada comparado con donde ahora trabaja, siendo mano derecha del líder de una de las empresas científicas más reconocidas a nivel mundial.
También esa vez que acepto quedarse en esta pequeña casa y declinó la oferta de una mucho mas bonita y grande, solo porque a su esposa le costaba dejar la casa, donde creció y vivió toda su vida.
Y como, a pesar de que él posee hasta doctorados, aceptó la decisión de su hijastro de no ir a la universidad, metiéndolo a trabajar con el como ayudante en la empresa en cuanto terminó la preparatoria.
Un hombre con un fuerte temperamento y muchas veces mala cara, pero sin duda con un gran corazón y buenas intenciones.
La cena termina, con algunas risas que han logrado salir de Nikolai, quién lava todos los trastes y se despide de su madre, piensa en dormir lo mas temprano posible, porque mañana es un día muy importante, no solo para su padrastro o la empresa, si no para el mundo.
Son casi las 9 pm cuando se queda dormido. Hubo una época en la que le costaba mucho dormir y terminaba madrugando, pero como siempre le pasa cuando tiene mucha carga de trabajo, se durmió justo cuando su cuerpo hizo contacto con la cama.
Para cuando dan las 11 pm, un carro se estaciona en el porche, y el Doctor Isaac se baja de él, la señora de la casa abre la puerta en lo que él llega a ella y se abrazan, separándose con un beso.
—Perdona la tardanza cariño—Le dice el, mientras entran, cerrando la puerta.
—No te preocupes Isaac—le dice ella con una sonrisa, y se sientan en el comedor. El profesor se quita la bata quedando con una camisa blanca. suspira fuertemente— ¿Todo bien cariño?—Le pregunta ella un poco preocupada.
Él asiente, sosteniéndose el puente de la nariz, y cerrando fuertemente los ojos, lo que hace que ella se levante, vaya por una aspirina y un vaso con agua, sin siquiera el pedírselo. La señora lo conoce mas de lo que se conoce el mismo.
—Gracias—dice él, tomando la aspirina y poniéndosela en la boca seguido del vaso con agua—mañana es el gran día, y eso me tiene un poco estresado, nada de que preocuparse—le tranquiliza el, mientras le acaricia la mano a su esposa, quién se quedo a su lado acariciándole el hombro.
Desde que ganó la batalla contra el cáncer, su esposa se preocupa cada vez que se siente mal, incluso si es un dolor de cabeza o de estómago.
Ella asiente y se sienta sobre el borde la mesa, esta vez ella acariciándole la mano a el.
—Si todo sale bien mañana en la prueba con los altos mandos, de inmediato se lanzará la niebla—Dice él, y ella abre los ojos sorprendida, es una nueva información para ella.
— ¿Qué no esperarían un tiempo?—pregunta ella, y el niega con la cabeza.
—cuando llegue en la mañana, me notificaron como irían los nuevos planes—explica el—al parecer no quieren que el cambio climático siga, y quieren empezar con las rectificaciones lo antes posible, como si no fuesen ellos parte de que el clima en el planeta vaya en declive día a día—termina diciendo, con recelo en la voz, sabiendo que el proyecto que aprobaron para minar la Antártida, no solo está afectando el clima, sino también la salud, debido a la cantidad de virus que se han terminado descongelado.
—solo tratan de tapar el sol con un dedo lo antes posible—dice ella, y él solo asiente, lamentadose de la horrible sociedad en la que vive.
— ¿Cómo es que no lo sabias? Pensé que Nik ya te lo habría dicho—dice él, y ella niega un poco triste.
—No hemos hablado mucho hoy, se le veía apagado, apenas pude hacer que sacara unas cuentas risas en la cena—él frunce el ceño, confundido, abriendo la boca para hablar, pero ella sigue—deberías tratar de no ser tan duro con el, Isaac.
Su cara se esclarece, es ya un tema recurrente desde hace un tiempo entre ellos.
—Cuando tuve cáncer, que pasaba por las quimios, sabes que es lo que me hacia ser fuerte y aguantar el dolor que me causaban?—le pregunta, y ella niega con la cabeza, claro está, porque sabe que esto se lo guardo solo para el—él me hacia ser fuerte, los recuerdos, los momentos, sabia que no podía rendirme porque ni tu ni el soportarían otra perdida.
Una lagrima corre por la mejilla de ella, y el se levanta para quitársela.
—cuando vencí la enfermedad, sabia que tenia que hacer a Nikolai un poco mas fuerte, ¿recuerdas todas esas noches cuando iba a nuestra cama solo para llorar?—ella asiente, cerrando fuerte los ojos para no llorar, aunque es inevitable pensar en los malos viejos tiempos—Me desapegue para que en caso tal de que volviera a suceder, y yo no pudiera ganar de nuevo, el pudiera estar fuerte, y así darte fuerzas a ti también.
Ella ahoga un llanto, y el la abraza, separándose para limpiarle las lagrimas.
—Pero sabes que no es la manera—le dice ella, Isaac baja la cabeza, sabiendo que tiene— ¿estás seguro que lo haces por él?—dice ella, y el la ve, sabiendo a lo que se refiere, pero no responde la pregunta.
—Hablaré con el—es lo único que dice, su esposa se limpia las lagrimas mientras asiente, yendo hacia la cocina para calentarle la comida.
Isaac no tarda en acabar su plato de comida, y acostarse a dormir con su esposa, poniendo una nota mental de que por la mañana tendrá que bañarse porque no lo ha hecho cuando llegó.
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—Mucha suerte el día de hoy cariño—La señora de la casa le da un beso en la frente a su esposo, y lo abraza fuerte—suerte para ti también mi niño—dice abrazando fuerte a su hijo, y dándole un beso en la frente como hizo con su marido.
Ambos se despiden de ella, y entran en el carro para tomar camino hacia el laboratorio. Aún es muy temprano por la mañana, el frio característico de las 7 am los abraza.
El camino se hace un poco incomodo, se nota que ambos quieren decir cosas, pero ninguno tiene el valor de hablar, lo que hace que Nikolai encienda la radio, donde la música no es de su agrado, pero es mejor que el silencio incomodo. No pasa mucho tiempo cuando Isaac apaga la radio, llamando la atención de Nikolai.
—Nikolai, tengo que decirte que...
—Ya sé que me odias Isaac, es evidente—lo interrumpe el, para seguir hablando rápidamente mientras el queda perplejo antes sus palabras—ya lo sé, y discúlpame por todas las veces que te he fastidiado, se que soy atorrante, cansón y...
—Hey, hey—lo corta Isaac, apretándole el hombro, intercalando la mirada entre el camino y él—primero, no eres nada de eso, eres perfecto Nik, ¿okey?—Nikolai asiente, sin despegar su mirada de el—Y segundo, no te odio, jamás lo he hecho, solo... he tomado malas decisiones debido al miedo, nunca debí tratarte mal, y por eso te pido perdón, hijo.
Nikolai ya se encontraba con los ojos un poco llorosos, pero el escuchar "hijo" hizo que soltara una lagrima, que rápidamente es secada por las manos de su padre.
Asiente, y se sonríen.
— ¿Lo dices en serio?—pregunta un poco atónito, e Isaac asiente la cabeza mientras ve el camino—pues esta bien, te disculpo—le responde sacándole una sonrisa a Isaac nuevamente.
— ¿Estás listo para ver a tu papá hacer historia? —pregunta este, y Nikolai sonríe asintiendo, poniendo de nuevo la radio, ambos moviéndose al ritmo de la buena música que esta sonando.
Ya una vez en la institución, suben a su piso correspondiente, yendo a sus puestos. Nikolai espera a los altos mandos, y el profesor Isaac supervisa y rectifica todo, para que salga exitosa la prueba.
En algún momento, Nikolai abandona su lugar para ayudar a su papá, quien ahora, con una mejor actitud, tiene paciencia para explicarle lo que sabe a su hijo.
Cuando dan las 12 menos cuarto, los directivos llegan al laboratorio, recibidos por Nikolai, los cinco hombres son llevados al octavo piso, donde se encuentran con Isaac, fuera de la sala de la flor.
—Un gusto verlo siempre Doc—dice uno de ellos, el presidente de los Estados Unidos, estrechando las manos como saludo.
—El gusto es mío, señor presidente—Dice este, sin creerse sus palabras. Mientras, saluda a los demás, como el director del laboratorio y el gobernador del estado Miami, acompañados del ministro de asuntos ambientales y un solo guardaespaldas—veo que hoy han traído poca seguridad—comenta Isaac
—Los demás están abajo, no todo el mundo debería ver esto, ¿no crees?—dice el presidente de la nación, con una sonrisa, que le es devuelta por los demás, excepto por Isaac, quien solo asiente.
— ¿A qué hora es la prueba?—pregunta el ministro ambientalista.
—Pues—dice el profesor Isaac, mientras ve su reloj—pasen por aquí—les dice, abriendo la puerta, adentrándose en la blanca habitación, donde el único que queda por fuera es el guardaespaldas.
Una vez dentro, se percatan de la compañía de un chico moreno, de unos 30 años aproximadamente, con bata de laboratorio. Cuando todos están ya posicionados frente al cristal, admirando la hermosa vegetación del otro lado. Faltan unos 10 minutos para que la prueba empiece.
—Ramírez, por favor, vaya iniciando la fase uno—le indica el profesor al chico moreno, quién se coloca unos guantes, una careta, toma un lanzallamas, y entra a la habitación de la vegetación.
El chico empieza a sacar llamas, quemando toda la vegetación del lugar, evitando completamente al grupo de orquídeas. Los presentes se quedan asombrados, en especial el ministro ambiental.
Lo que antes era un pequeño oasis, todo lleno de colores, y con luz natural que entra por la claraboya, ahora es un lugar lleno de cenizas, donde el negro, el marrón y el gris predomina.
—Debo admitir que de esto no funcionar, me dará un infarto aquí mismo por presenciar tal acto de agresión contra la naturaleza—Comenta el ministro, con los demás presentes riéndose de el, excepto él mismo, y Nikolai, quienes concuerdan que esto que presencian es un total castigo.
—Funcionará—es lo que le responde el profesor Isaac.
—Así es, confía en el Doc—comenta el presidente, lo que hace sonreír a Isaac, orgulloso de lo que ha hecho en su carrera, sabiendo que tiene que ser lo suficientemente bueno como para que el presidente de la nación confíe en el.
Pasados unos 5 minutos, el chico para, y se quita la careta, lo que hace fruncir el ceño a mas de uno.
—Parte de la prueba es demostrar que el procedimiento no afecta a los humanos—explica el profesor, haciendo los ceños fruncidos se aclaran.
Todos se quedan expectantes, mientras los minutos pasan.
—okey, es momento—dice por fin Isaac—Nikolai, fase dos, abre la claraboya—ordena este, y Nikolai presiona un botón gris sobre el panel a su derecha.
La luz del sol, antes un poco opacada por la claraboya, ahora hace brillar de lleno a la orquídea verde de pistilos amarillos, los cuales empiezan a desprender un poco notable humo con brillos que inunda toda la sala.
—La luz de las doce, ya sea del mediodía o de la medianoche, hace surtir un efecto en la flor que es reparador—empieza explicando el profesor, al ver las caras de asombro—Todo ese humo con brillos, es una mezcla del polen de la flor con el dióxido de carbono y el oxigeno del ambiente, los cuales regeneran las células muertas y las trae de vuelta a la vida.
Todos se callan por un rato, silenciados por lo que están presenciando. Entre el humo, ven como todas plantas chamuscadas empiezan a levantarse poco a poco de las cenizas. Ramírez, en vez de tener una cara de asombro, se encuentra con los ojos cerrados, esbozando una sonrisa.
—La planta tiene un muy rico aroma, lo cual es un problema menos para cuando el humo sea lanzado globalmente—comenta Isaac, quien se resguarda una sonrisa para si, que no puede guardar por mucho tiempo, cuando Nikolai lo mira y le sonríe, con los ojos llenos de orgullo.
Pasada una media hora, llena de aplausos, y lagrimas (por parte del ministro), la sala está cada vez mas floreciendo, retomando la apariencia que tenía cuando entraron. Ramírez ya ha salido de la sala y se ha retirado, tosiendo un poco, quizá el levantamiento de las cenizas le haya hecho mal.
—Se estima que para todo el daño que sufre el medio ambiente hoy en día, se necesitarían de algunos años para lograr una buena recuperación, lanzando el humo una vez al mes mediante cohetes en las zonas mas afectadas y ciudades que mas contaminan—dice él, mientras todos le dan un apretón de manos.
— ¿Cuándo podrían lanzarse los primeros cohetes?—pregunta el gobernador del estado.
—Pues, todo esta listo y programado para que hoy a la medianoche los primeros cohetes sean lanzados—explica este, y todos asienten, aplaudiendo— También estoy viendo como lograr plantar estas flores alrededor del mundo—comenta por ultimo.
—Doctor, usted esta siendo el salvador del planeta—Dice el presidente, y este asiente, sin poder ocultar una tímida sonrisa.
—Es todo un placer—responde este.
Con la prueba acabada, todos empiezan a retirarse, excepto el director del laboratorio, quien se queda para ayudar en todo lo posible.
Cuando se encuentran solos Isaac y Nikolai, este ultimo con una sonrisa, lo abraza, dejando al profesor helado al pasar tanto tiempo sin un abrazo como este.
—¡Lo lograste papa!—le dice Nikolai, abrazándolo cada vez mas fuerte.
—Lo logramos, hijo—le responde este.
Ambos se separan, y se ponen a trabajar. Hoy mas que otros días tienen mucho trabajo, así qué no piensan perder tiempo.
***
Ya a media noche, Nikolai e Isaac se encuentran en llamada con la señora de la casa, ya que no puede entrar a las instalaciones para acompañarlos en este gran momento.
También se encuentran acompañados por muchos compañeros de trabajo, los que decidieron quedarse, para ver como esos primeros 103 cohetes son lanzados.
—5... 4...
Empieza diciendo Nikolai, quien pronto es acompañado por todos.
—3... 2... 1...
Rápidamente el ruido de los cohetes inunda todo el lugar, y los destellos en el cielo se vislumbran como estrellas fugaces.
Uno de los cohetes suelta el humo cerca, en el bosque que los rodea, lo cual hace que pasados unos varios minutos, el ambiente se llena del dulzor aroma de la orquídea verde.
Pero, mientras ellos celebran, Ramírez se encuentra en su apartamento, completamente solo, y con una fiebre alta de 40 grados.
Intenta pararse de la cama, pero en lo que se levanta del colchón, cae sobre el suelo al sus piernas estar tan débiles por la fiebre. Se arrastra por el suelo para alcanzar su teléfono y llamar a emergencias, pero empieza a convulsionar, muriendo a mitad de su habitación minutos mas tarde.
Solo que algo sucede, pasadas unas horas, su cuerpo inerte, antes moreno, está un tono más pálido, y las venas se ven marcadas de un color verde. Sus dedos empiezan a tener un leve movimiento, quizá son espasmos post mortem, o eso parece hasta que sus ojos se abren de pronto, dejando entrever unos ojos irritados de iris gris verdoso.
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