Capítulo 8: SAM
Desde hace dos semanas no dejo de sonreír. Pasar tiempo con Cloe es mejor que comer la mejor hamburguesa del mundo, mejor que marcar un hack trick en el último partido de una competición, mejor que viajar a la luna; simplemente estar con ella es mejor a cualquier cosa extraordinaria que pueda existir en el mundo, porque ella es INCREÍBLE.
Siempre he sabido esto, pero nunca ha querido compartir su espacio conmigo. Supongo que le he dado motivos de sobra cuando era más pequeño con todas mis meteduras de pata cada vez que me bloqueaba y no sabía qué hacer para llamar su atención.
No soy un chico fácil, tengo problemas para manejar mi mal humor cuando las cosas no salen como yo quiero. Supongo que esto se debe principalmente a que he sido un mimado la mayor parte de mi vida. En casa soy el bebé de mamá y el chico de papá; en el instituto soy el capitán del equipo de fútbol, mis compañeros de equipo me respetan y obedecen sin pestañear (bueno casi todos); no soy mal estudiante y tengo bastante encanto, lo que conlleva que los profesores me tengan estima y no nos olvidemos de que las chicas me consideran como una especie de Dios, por lo que prácticamente todos los días recibo notas, cartas y mensajes bastante explícitos en los que dejan claro lo que están dispuestas hacerme y lo que les gustaría salir conmigo.
No soy ningún santo, he salido con chicas aunque ninguna ha conseguido mantener mi atención más de dos citas y también me he aprovechado de mi popularidad en multitud de ocasiones para salirme con la mía. Estoy cansado, todo el mundo espera algo de mí. Siempre estoy en el punto de mira y eso a veces es realmente agotador. Por eso no soy todo lo simpático que debería y Cloe ha pagado muchas veces mi mal humor. Ella nunca ha estado impresionada por absolutamente nada que tenga que ver conmigo y aunque eso es refrescante, al mismo tiempo es frustrante. Si hay alguna persona en el mundo a la que alguna vez he querido impresionar, esa ha sido ella.
Por fin estoy consiguiendo un acercamiento. Me arrepiento muchísimo de no haberlo intentado antes, he malgastado mucho tiempo sin estar con mi chica.
Tenía miedo al rechazo, porque el ser popular y deportista no me convierte en valiente o, por lo menos, no lo soy en lo que a sentimientos se refiere. Cuando se trata de Cloe estoy aterrado; me da miedo asustarla y que salga huyendo, me da terror que cuando le pida salir me diga que ni loca saldría con un capullo como yo, me da pavor no volver a verla aunque sea en la distancia y si no consigo que sea mi novia es lo que seguramente ocurrirá cuando vayamos a la universidad.
Tengo que ir paso a paso; aunque la paciencia no es mi punto fuerte, si es para conseguir a mi pequeña no me importa esperar. Mi padre siempre dice — Sam, las cosas realmente importantes siempre requieren un esfuerzo — y estar con Cloe va a ser el logro de mi vida, de eso estoy seguro.
Han pasado más de dos semanas desde que empezamos con las clases y nos hemos visto prácticamente cada día. Los días que no tenemos clase he ido a la pastelería, ya sabéis... pasaba por allí. Me he sentado en una mesa pequeña donde los clientes suelen esperar sus pedidos y la he visto trabajar. Podría pasar el día entero viendo su expresión de concentración mientras prepara una masa de bizcocho o trabaja con el chocolate. Es algo realmente relajante, me siento como hipnotizado.
A veces Penny también se ha pasado por la pastelería y hemos charlado un rato. Es una chica lista, el martes me dijo que esperaba que lo de Cloe y yo saliera bien y que si se me ocurría hacerle daño ella misma se encargaría de que fuese al infierno. Eso me hizo pensar que quizás Cloe y ella hayan podido hablar de mí; sería estupendo, querría decir que está pensando en mí más de lo que demuestra. Necesito a Penny como una aliada, así que he conseguido su número de teléfono y mi siguiente paso será sonsacarle todo lo posible para ver en qué dirección tengo que continuar.
Cada vez que tengo oportunidad la beso. Al principio se quejaba y exigía que dejase de hacerlo, pero parece que ya ha entendido que eso no va a pasar. Se ha convertido en una necesidad, cada vez que la tengo cerca y me invade su aroma, simplemente me olvido de todo y me dejo llevar.
Está claro que no somos amigos, aún siente demasiada desconfianza hacia mi persona y estoy bien con eso. No quiero ser su amigo pero me voy a ganar su confianza pero para ser algo más. Sé que le gusta nuestro coqueteo y también le gusta besarme, porque me ha devuelto cada uno de los besos que le he robado. Aunque aún no tiene claro que esto sea real, se le eriza la piel cuando me acerco y le brillan los ojos cuando nos miramos y eso es todo un avance.
Me tiene completamente jodido, no puedo pensar en nada más...
Lo único que me tiene mal es que al parecer Matt sigue su lucha. Ayer me lo encontré en la pastelería, supuestamente pasaba por allí... (será memo, menuda excusa de mierda). Estaba claro que había ido a ver a Cloe y eso me tiene furioso. Quiero a Matt, es un buen colega, llevamos siendo amigos toda la secundaría, pero no pienso dejar que se acerque a mi pequeña.
Hoy es sábado y tengo un plan, tenemos clase dentro de un cuarto de hora y la voy a sorprender. A principios de semana en el lago lo pasamos bien, pero no estábamos solos, y he pensado que podríamos hacer una excursión para pasar el día juntos. Será una especie de secuestro, espero que no tenga nada que hacer hoy porque no le voy a dar muchas opciones para que me diga que no.
Acaban de llamar a la puerta, cuando me dispongo abrir soy yo quien se lleva la sorpresa.
— ¡Hola, amor!
— Chelsea, ¿Qué haces aquí?
— Vaya, ya veo que te alegras de verme ¿No puedo pasar?
— En realidad estoy esperando a Cloe para nuestra clase, así que mejor dime qué quieres rápido.
— No sabía que también dabais clase los sábados. Sam, estamos de vacaciones ¡relájate un poco!. Venía para que pasáramos el día juntos — Se acerca a mí y me rodea el cuello con los dos brazos — Últimamente me has tenido muy olvidada y te echo de menos — Me mira haciendo pucheros — ¿Por qué no llamas a la abominable y cancelas las clases por hoy?
— No es necesario que me llame. No hay problema, Samuel, lo dejamos por hoy. Te agradecería que en el futuro si hubiese algún cambio me avises el día de antes, así me ahorro el viaje hasta aquí.
¡OOOH, MIERDA! ¿Por qué Chelsea siempre aparece y lo echa todo por tierra? Me aparto de ella lo más rápido que puedo, pero es demasiado tarde, Cloe la ha visto enganchada a mí y su expresión no augura nada bueno.
— Le tendrías que dar las gracias gafotas, seguro que el paseo te viene bien para ejercitar un poco tu gran culo.
— ¡Chelsea, ya está bien! Te dije que no le volvieras a llamar así y su culo es perfecto.
— Oh, Sam, por favor... eres un chico, vosotros le llamáis perfecto a cualquier cosa. Créeme cuando te digo que eso es todo grasa.
— ¿Sabes qué? Olvídalo, no voy a perder mi tiempo con quien no merece la pena. Chelsea, parece que pasas demasiado tiempo estudiando mi culo, háztelo mirar. En cuanto a ti... ya hablaremos.
Me mira como si me quisiera fulminar y se dispone a alejarse, pero yo soy más rápido y le sujeto por un brazo para que no pueda escapar. Tengo planes y los pienso llevar a cabo.
— Cloe, no te vayas, espera un segundo aquí ¿de acuerdo?
— Samuel... — Pronuncia mi nombre completo y me sigue fulminando. Sí, definitivamente está enfadada.
— Solo un minuto ¿vale? — Me giro hacía donde está Chelsea, no quiero más drama. — Oye, ¿por qué no entras a saludar a mi madre? El otro día preguntó por ti, está en la cocina desayunando con papá.
— ¡Claro! tu madre es tan encantadora. Adiós, Cloe, ya nos veremos.
— Mira, de verdad, yo mejor me voy...— La corto antes de que diga nada más.
— Solo un momento, por favor.
Voy dentro de casa a toda prisa, cojo la mochila que tengo preparada, salgo corriendo de nuevo hacia el porche y cierro la puerta despacio para que Chelsea no me vea huir.
— Venga, vámonos — Cojo la mano de Cloe, la llevo hacia mi coche. Le abro la puerta y le indico que entre.
— ¿Dónde vamos? ¿estás loco? Chelsea te está esperando.
— Venga, te lo explico en el camino. Sube antes de que salga y arme un berrinche.
— Samuel, no creo...
— Deja de llamarme así y sube de una vez.
— ¿Llamarte cómo? es tu nombre por si no lo recuerdas.
— Sí, lo sé, pequeña, pero odio cuando lo pronuncias como si fuese el ser más rastrero de la tierra. Por favor, ¿puedes subir?
— Está bien, pero no entiendo nada.
Cuando por fin estamos en movimiento, veo por el espejo retrovisor el momento exacto en el que Chelsea sale de casa en mi búsqueda. Creo que cuando vuelva a casa voy a tener una charla con mamá, porque Chelsea está gritando mi nombre a todo pulmón en plena calle.
— Sam, ¿Qué estamos haciendo?
— Vale, te lo explicaré, pero antes prométeme que no estás enfadada.
— ¿Quieres que no esté enfadada? ¡Habíamos quedado para dar clase!. Tengo que venir yo a tu casa, porque al parecer la mía no es lo suficientemente buena para ti y, encima de que me doy el viaje caminando a las diez de la mañana de un sábado, cuando llego me encuentro con Chelsea insultándome como siempre e insistiendo para que me dejes plantada, como si yo no importara lo más mínimo. — Está alterada, pero lo que más me preocupa es que mientras dice todo esto no ha dejado de mirar por la ventanilla, en ningún momento ha hecho contacto visual conmigo.
— Cloe, las cosas no son como crees. Déjame explicarlo ¿vale?
— No, Sam, las cosas son tan cual parecen. Tu novia y tú queríais hacer planes y no te habías acordado de mí; pero pensaba que nos llevábamos mejor, pensaba... Da igual soy una estúpida.
Paro el coche en el arcén de la carretera y le cojo la barbilla con suavidad para hacer que me mire. Está celosa de Chelsea o eso es lo que yo quiero interpretar y está absolutamente preciosa así, toda enfurruñada.
— Pequeña, ha llegado a casa sin avisar y se me subido como una garrapata en cuanto he abierto la puerta. No es mi novia, no me interesa... Tenía planes para nosotros hoy, incluso he preparado una mochila con comida. Quería darte una sorpresa y que nuestra clase de hoy fuese diferente. En ningún momento se me ha pasado por la cabeza cancelarlo. Sé que lo que has visto parece otra cosa, pero te prometo que te estoy diciendo la verdad.
— ¿En serio?
— Sí, reconozco que voy a tener que hacer algo más drástico con ella para que entienda que no estamos juntos, porque al parecer no contestar sus llamadas y evitarla como a la peste no está funcionando del todo.
— Le gustas y has estado saliendo con ella en muchas ocasiones, es normal que sienta que tiene algún derecho sobre ti y que sois algo ¿no crees?
— No, no lo creo, porque yo siempre he sido sincero y le he dicho desde un principio que solo estábamos pasando el rato. Sé que tienes muy mal concepto de mí, pero normalmente son las chicas las que me buscan, no al revés y siempre soy claro en que no es nada serio.
— Menudo creído estás hecho ¿y conmigo que se supone que estás haciendo Sam? ¿Por qué me besas, me escribes, me llamas...? Creo que también deberías ser claro.
— Tú eres mi excepción — Me acerco y le deposito un pequeño beso en la frente, justo en la línea que frunce su ceño y que me indica que no me cree. Bajó hasta su cuello y le doy otro beso a la vez que inhalo fuerte su aroma; por último, voy hacía sus labios (ya no aguanto más), le doy un suave beso que me sabe a poco. Entonces me separo y nos quedamos mirando uno al otro, prefiero que me esté mirando con esta cara de incredulidad a que no me mire en lo más mínimo como hace unos minutos.
— ¿Qué quieres decir con eso?
— ¿De verdad no lo entiendes? Solo déjate llevar ¿de acuerdo? disfrutemos del verano y de la compañía del otro. Me gusta tenerte cerca y me encanta besarte — Le doy otro beso para explicar mejor mi punto.
— ¿Somos entonces "amigos con derecho" o algo así? Sam, por favor, estaba empezando a creer que no estabas jugando conmigo, no lo estropees.
— De momento no le pongamos etiquetas ¿de acuerdo? solo déjame estar cerca y demostrarte que puedes confiar en mi.
— De acuerdo — Se acerca a mí y es ella quien me besa en esta ocasión. No me lo puedo creer, ME HA BESADO. Siempre he iniciado yo el coqueteo y esto desde luego es algo más. Le devuelvo el beso y profundizo un poco más porque estoy realmente excitado con su toma de control.
Nos separamos jadeando y suelto una carcajada.
— Venga, pongamos en marcha antes de que no pueda quitarte las manos de encima.
Suelta una risotada y eso me da la vida, me encanta verla reír.
— Bueno, cuénteme ¿dónde me lleva señor Smith?
— Es una sorpresa señorita Sherman.
Pasamos el resto del camino hablando de todo un poco, haciendo bromas y escuchando algo de música en la radio.
Cuando por fin llegamos al pequeño valle donde vamos a pasar el día, el tema de Chelsea está más que olvidado.
Montamos un picnic con todo lo que había metido en la mochila y disfrutamos de la naturaleza que nos rodea. Nos tumbamos en la manta y comemos algo de los aperitivos que he traído.
— ¿Dónde están los libros de matemáticas?
—Ups... Creo que encima de mi escritorio si no me equivoco.
— Me temo que le voy a tener que poner un punto negativo. Olvidarse del material escolar es algo muy grave.
— Sí, profesora, tal vez debería castigarme...
Le cojo una mano y tiro de ella hasta que queda encima de mí; entonces empezamos a besarnos. Así pasamos el resto del día entre arrumacos, besos y bromas.
En el camino de vuelta continuamos igual de animados y no dejamos de hablar.
— Oye, ¿no tienes la sensación que a pesar de conocernos de toda la vida, en realidad no nos conocemos en lo absoluto? Jamás pensé que pudieras ser así.
Esto me duele un poco, porque yo sí creo conocerla. Me he pasado la vida observándola y tenía claro que estar con ella sería maravilloso.
— Espero que te refieras a así de genial ¿no?
Se ríe y me mira con sus grandes ojos brillantes.
— Sí, todo parece un sueño... tú... yo... — Su voz apenas es un susurro y sus mejillas se han encendido como una farola.
— No es un sueño. — Aparco en la entrada de su casa y le doy un beso para despedirme.
— Recuerda que mañana pasaré por ti, Liam y Penny a las siete para ir al cine.
— Tranquilo no lo olvidaré.
Ella baja del coche y se despide de mí con la mano antes de entrar en su casa.
Hoy ha sido un día increíble. Estoy de muy buen humor cuando entro por la puerta de casa.
— Sam, ¿eres tú?
— Sí, mamá, ¿dónde está papá?
— Ha salido a un recado, no debe tardar. Por cierto, ¿no tienes nada que explicarme?
— Yo... No sé a qué te refieres, mami.
— ¿Ah, no? ¿Entonces no tienes ni idea de por qué Chelsea estaba en la puerta de casa gritando desconsolada?
—¡Mamá, está loca! Yo ya tenía planes con mi pequeña y ella se ha presentado aquí sin avisar e insultando a Cloe, así que he tenido que crear un plan de escape.
— ¿Has salido con Cloe?
— Esto... Sí.
— ¿Chelsea le ha insultado?
— Sí, ella siempre es una bruja con todo el mundo, pero con Cloe es mucho peor.
— Supongo que se ha dado cuenta de tu interés en ella y por eso se siente amenazada y la trata mal.
— Por fin me está haciendo caso, no pienso dejar que Chelsea me lo estrope.
— Te entiendo cariño, pero no seas muy duro con Chelsea. Has salido con ella en otras ocasiones y está interesada en ti.
— Ya lo sé, pero yo nunca le he dicho que seamos novios.
— Bueno ¿y qué tal con la Brujita?
— Genial mamá, pronto tendrás una hija más.
— Yo siempre he considerado a Cloe como una hija. Ten cuidado con ella, es muy sensible y ha pasado por mucho. Sé que la quieres pero ve con calma, no quiero que sufráis ninguno de los dos.
— No te preocupes, mamá, paso a paso.
Después de cenar subo a mi habitación. Pongo una peli en Netflix y cojo mi teléfono.
Yo: Buenas noches, mi Pequeña Clo. Sueña conmigo.
Pequeña Clo: Buenas noches, solo si tú lo haces conmigo primero.
Yo: Eso no lo dudes. ;)
Choco los cinco conmigo mismo y disfruto de la sensación de plenitud que estoy sintiendo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro