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Capítulo 8. Coraje











Dos meses más tarde, 25 de noviembre de 1873


                                                        Clabelle observó distraídamente los documentos depositados encima del gran escritorio de madera oscura. La mayoría eran nuevas propuestas que debía supervisar para entregarle al Inquisidor en una semana, en la siguiente reunión de la Clave. Por otra parte, también había una pila de cartas que debía hacer enviar para los invitados de la boda entre las familias Carwright y Moore.

     Suspiró, tallándose las sienes y deshaciéndose momentáneamente de sus anteojos de lectura. Aquella era una de las desventajas de ser uno de los miembros más importantes del Consejo, en el cual, si bien se había unido tras la muerte de su amado Granville, había escalado rápidamente hasta ser una de los integrantes con más influencia.

     Dejó de lado la tarea de supervisar las propuestas cuando tocaron a la puerta de la pequeña biblioteca en la que se encontraba, en la Mansión Verlac.

     —Adelante —esbozó, intentando que el cansancio no se viera reflejado en su voz.

     ¿Quién podría ser a aquellas alturas de la tarde? Le había prometido a Cassiopea dar un paseo por la Plaza del Ángel y enseñarle el interior de la Sala de los Acuerdos, no quería entretenerse más de lo debido con quien fuera que esperase hablar con ella.

     —Buenas tardes, Clabelle —saludó Valerian, adentrándose en la estancia.

     Decir que la visita del patriarca de los Blackthorn le sorprendía hubiera sido una mentira. Sabía demasiado bien qué razón llevaba a Valerian a estar allí. Últimamente había aprovechado cada oportunidad para presentarse en la Mansión Verlac con el fin de hablar con ella. Siempre, sin excepciones, cuando Cassy y los demás niños se encontraban entrenando en la Academia.

     —Buenas tardes, Valerian —respondió.

     —¿Hace un buen día, verdad?

     Clabelle suspiró y retiró la gran butaca lejos del escritorio. Sacudió las faldas de su vestido de tarde y se cruzó de brazos, dejando de lado sus anteojos de lectura.

     —Debes considerarme una ignorante, Valerian, pero te comunico que no es así. He notado cómo has estado acudiendo aquí cada día desde hace semana y media. Los rumores corren por Alacante, ¿sabes?

     Si Valerian pareció sorprendido por aquellas afirmaciones, no lo mostró. En su lugar, se paseó por las estanterías llenas de libros hasta coger una enciclopedia de latín.

     —Siempre me ha apasionado cómo los juramentos de los Cazadores de Sombras son escritos y dichos en latín, los hacen sonar más extravagantes y únicos. También los lemas de cada familia, por supuesto. Lex malla, lex nulla. Una mala ley no es ley.

     —Los Blackthorn siempre habéis sido amantes de hacer vuestras propias reglas —admitió Clabelle—. Recuerdo que en otro tiempos te gustaba mucho llevarle la contraria a la Clave.

     —Sigo pensando que no toman las mejores decisiones. Cuando sucedió lo de Ereida lo confirmé. La Clave nunca ha sabido determinar con certeza lo que era mejor para todos, incluso cuando se ponían en riesgo las vidas de aquellos que eran inocentes, fueran cazadores o subterráneos.

     —Valerian...

     El Blackthorn dejó la enciclopedia de vuelta en el estante y encaró a Clabelle.

     —Incluso los poderosos y extravagantes Verlac son vulnerables, ¿no crees? Pero no debemos olvidar que Virescit vulnere virtus. La virtud crece por la fortaleza de las heridas. El simple hecho de ver cómo la perdida de Granville te ha hecho crecer en virtud y fortaleza, Clabelle, me hace cuestionar cuánto lo habrá hecho también tu hija.

     La nacida Verlac frunció el ceño y su rostro mostró una mueca indescifrable.

     —Muchas veces los lemas familiares no pueden utilizarse para la vida real, Valerian. Así pues, cuida tus palabras. La mención de mi fallecido esposo no es algo que me haya causado particular gracia, como tampoco que nombraras a una de mis hijas.

     —No me refiero a la mayor, si eso es lo que te preocupa —esbozó él, sonriendo felinamente—; mi atención ha sido captada por la menor, Cassiopea.

     —Espero estar en lo correcto cuando digo que esta atención innecesaria en mi hija se debe más a tu varón menor que no a ti.

     —Ah, Clabelle. Tan hermosa y letal como inteligente. En efecto, es por mi hijo Brior. Como sabrás, le quedan pocos meses para cumplir los dieciséis, y entonces tan solo faltará uno para que entre en edad de desposarse. Como es evidente y habrás podido notar, pasa considerable tiempo al lado de tu hija, ya sea en la Academia o fuera de esta.

     —Mi respuesta es no.

     —Ni siquiera me has dado la oportunidad de plantearte mis ideas, querida. —Valerian se acercó al escritorio y se situó delante de Clabelle, sus ojos brillando emocionados—. Tan solo, por unos segundos, concibe el poder que podrían transmitir un Fairchild y un Blackthorn juntos, y más si ese Fairchild es un Verlac por nacimiento. Tres de las familias más importantes en la aristocracia de los Cazadores de Sombras unidas en una sola. ¿Realmente no te has planteado enlazar a Cassiopea y Brior tanto como yo? Sería algo espectacular y de lo que se hablaría por décadas.

     Clabelle se apartó azotando sus cabellos oscuros con el rápido movimiento. Sus ojos castaños refulgían con la amenaza de una hoguera de llamas rojas a punto de estallar.

     —Entiendo que esté en necesidad de buscarle una esposa a su hijo, Señor Blackthorn —Las formalidades fueron pronunciadas con el veneno de una serpiente recién salida de un estanque a la que, contra todo pronóstico, habían osado amenazar. La sangre Verlac rugió a través de las venas de Clabelle—. Pero no será mi hija el trofeo que lleves a tu casa. Vendes a tu vástago como si fuera una mera pieza de mercadería, sin tener en cuenta sus opiniones. Y eso es lo peor que puedes hacer, Valerian. Te hablo de progenitor a progenitor. Como madre he aprendido más estos meses que en la mayor parte de mi vida cuando Granville seguía con vida. Tras su fallecimiento, fui a una mala madre y no tuve presentes a mis hijas, lo que me llevó a alejarlas de mí, así como tú hiciste con Brior. Si has recuperado parte de la confianza de tu hijo, no la eches a perder por tomar una decisión que no te corresponde.

     El semblante de Valerian vaciló y la sonrisa desapareció momentáneamente de su rostro. Entonces volvió a sonreír, como si no hubiera ocurrido nada. Clabelle restó impasible, indispuesta a dar su brazo a torcer.

     —Entonces supongo que la unión entre Fairchild y Blackthorn no se llevará a cabo. Es una verdadera pena, pero gracias por tus palabras, Clabelle; las tendré en cuenta. Que tengas buenas tardes, Clabelle.

     Antes de que se marchara, Clabelle volvió a hablar:

     —El futuro es incierto, Valerian. Nuestros hijos deberían aprender a amar por sí mismos y a escoger a quién amar con total libertad, sin la intervención de sus padres. Si todos pensaran así, ten por seguro que el mundo sería un lugar mejor. Sin embargo, nada contradice que en un futuro, tus deseos no se hayan hecho realidad. Nuestros hijos son jóvenes todavía; déjalos vivir primero, y entonces veremos a dónde los llevan sus caminos y si estos mismos se entrelazan por sí solos.





Mismo día; Academia de Cazadores de Sombras


     Cassiopea se removió nerviosamente en su posición sobre las escalinatas dentro de la Academia. Era un edificio de dos plantas, y en cualquier instante, Brior podría bajar desde una de las salas de arriba, saliendo de su clase de Demonología IV. Cassy no compartía aquella clase con él, pues ella estaba dos niveles por debajo, en Demonología II. De hecho, las únicas asignaturas en las que estaban juntos eran Historia de los Nefilim II, Conocimiento del Libro Gris III y en alguna ocasión, Defensa y Ataque III.

     Desde hacía dos meses llevaba pasando su tiempo libre con Brior Blackthorn, a la espera de poder compensar su ignorancia intentando forjar una amistad entre ambos. Cassiopea se había sentido como una completa idiota egoísta cuando el muchacho le había comunicado la razón de su cercanía con Tía Callida.

     Una parte de ella tenía presente el hecho de que su repentino interés y amistad con Brior no podría compensar jamás el cómo le había tratado, pero aún así, hacía su mejor esfuerzo por integrarse más entre los cazadores más jóvenes, y, además, por intentar convertirse en una buena amiga para el muchacho que, de alguna forma, había sufrido lo mismo que ella.

     Nerviosa, se rascó el brazo, intranquila. Brior estaba tardando demasiado en salir de su última clase. O ella simplemente era impaciente. Puede que un poco de ambas. Suspiró y alisó las perneras de los pantalones de combate que llevaba. Podía sentir el sudor bajando todavía por su nuca hasta la espalda. Ni siquiera tuvo que olisquearse disimuladamente para saber que olía mal; ella misma acababa de salir de Defensa y Ataque III hacía unos minutos.

     Lejos de lo que pudiera parecer, su poca calma no se debía el hecho de que Brior estuviera tardando, sino a la propuesta que le había hecho hacia una semana. Meses atrás, Madre le había informado de que pasarían las Navidades en el Instituto de Londres, en su hogar, y aunque en aquel instante Cassiopea no le había prestado demasiada atención, una idea había rondado por su cabeza desde entonces, al procesar el enunciado que su madre le había comunicado.

     Se había asegurado de preguntarle al joven Blackthorn si alguna vez había salido de Idris, y ante la respuesta negativa de este, Cassy había considerado oportuno —debido a sus intenciones iniciales—, el preguntarle si, por cualquier casualidad, le gustaría residir en el Instituto aquellas Navidades. Brior se había mostrado muy sorprendido, e incluso un poco conmocionado, ante tan repentina propuesta, y por unos instantes, Cassy se había arrepentido de siquiera pensar aquella pregunta. Unos segundos más tarde, sin embargo, Brior le había asegurado que pensaría en ello y lo consultaría con su padre.

     También le había comunicado que le daría la respuesta cuando estuviera listo, y aquella mañana, al entrar en la Academia, se había acercado hasta ella para decirle que ya sabía cuál era su respuesta.

     —¡Cassy!

     El sonido de la voz de Brior desde lo alto de las escaleras fue suficiente para que ella se levantara de golpe..., y estuviera a punto de caer del escalón en el que estaba. Recuperó el equilibrio a tiempo, mientras una de sus manos aferraba su estela y la otra acariciaba distraídamente su cuello, rozando la runa de Equilibrio que sabía que todavía permanecía allí. Ella misma seguía encargándose de repasarla cada mañana, y Cassy estaba segura de que se convertiría en una costumbre que no dejaría caer en el olvido jamás.

     —Hola, Brior —dijo, levantándose por fin. Sus piernas estaban levemente entumecidas, pero no le importó. Le mostró una sonrisa al chico Blackthron, y él correspondió—. ¿Y bien?

     Se estaba impacientando. Y demasiado rápido. Brior lo sabía y dejó escapar una risa antes de hacerle una señal para que caminaran juntos fuera de la Academia.

     —¿Cómo ha sido tu día? —preguntó él, evadiendo por completo su pregunta. Cassy frunció el ceño, percibiendo lo que él hacía, pero aun así, siguió caminando a su lado y respondió a la pregunta.

     —Cansado, pero bien. María y Gaspar no han parado de incordiar durante toda la mañana para que les enseñara algunas técnicas de combate nuevas.

     —Suena como ellos —rió Brior.

     —¿Cómo te ha ido a ti?

     —Ahora tengo una muy buena razón para no vérmelas jamás con un demonio Kuri.

     Su tono hizo que Cassy soltara una risa. Era como si Brior de verdad le tuviera miedo a aquella raza de demonio.

     —¿Por qué? —preguntó, mientras una sonrisa maliciosa se extendía por sus labios. Brior dejó escapar una pequeña risa.

     —Digamos que no deseo convertirme en carnada asada.

     Rieron, y un silencio se instaló entre ambos mientras seguían caminando. De vez en cuando, aquellos silencios se extendían después de alguna risa o comentario, pero a ninguno les importaba. Su amistad había creciendo día a día, y los silencios pasaron de ser incómodos y vacíos a ser cómodos y llenos de palabras no dichas. No les hacía ninguna falta romperlos, pues los sonidos de su alrededor se encargaban de llenarlos y ellos se limitaban a estar en compañía del otro tranquilamente, cada uno perdido en sus propios pensamientos.

     —Brior, sé que soy molesta, pero... —Cassy le dirigió una mirada. El muchacho a su lado seguía mirando al frente, pero una sonrisa imperceptible curvó su boca.

     —Mi padre me dio permiso, así que sí. Pasaré las Navidades en Londres —respondió. Cassy paró abruptamente, provocando que Brior hiciera lo mismo. La miró interrogante, sin saber qué le ocurría a la joven—. ¿Cassy?

     Poco le importó a ella que la Plaza del Ángel estuviera abarrotada de cazadores de sombras, o que lo que estaba a punto de hacer fuera contra las normas de etiqueta que su madre se había encargado de inculcarle de pequeña.

     Saltó hacia él, envolviendo sus brazos alrededor de su cuello, y Brior, aunque un poco reticente en un principio, dejó que sus propios brazos se deslizaran por la cintura de Cassy, sintiendo el tacto del chaleco del traje de combate bajo sus dedos. Cassiopea se apartó unos segundos más tarde, dedicándole la sonrisa más grande y resplandeciente que Brior había visto en su vida, contagiándole.

     —Estoy desenado enseñarte Londres —le dijo ella, retomando el paso.

     Brior la observó pasando saliva disimuladamente, antes de seguirla y caminar junto a ella para ir a la Mansión Fairchild, donde una tarde con la tía Callida les aguardaba.







¡Hola!

Sé que han pasado semanas desde la última actualización y de la fecha prevista para este siguiente capítulo, me disculpo por millonésima vez por eso. He estado ocupada intentando avanzar otras de mis historias y una novela original que estoy escribiendo en Word para poder publicarla completa aquí una vez la tenga acabada.

Soy muy consciente de que este capítulo es bastante corto en comparación a los demás; la media de palabras se acerca más a la de los primeros capítulos que no a la de los últimos. Pero es por una buena razón: faltan dos capítulos más para acabar el Primer Acto, y eso implica que lo que se viene, es bueno. O al menos creo que lo será. Después empezaremos el Segundo Acto ya situándonos en los hechos de Príncipe Mecánico, y estoy deseando escribir esa parte, no os voy a mentir.

Las intenciones de Valerian Blackthorn se veían venir un poco, ¿no os parece? ¿Os ha pillado por sorpresa o ya sospechábais algo? ¿Qué os ha parecido la reacción de Clabelle? Yo creo que ha sabido poner en su lugar a Valerian muy bien, sin dejar de lado la educación en todo momento. ¿Y eso de que Brior va a pasar las vacaciones en el Insituto de Londres con Cassy y el resto? Bueno, la relación entre Brior y Cassy avanza cada vez más y se va convirtiendo en una muy bonita amistad, pero, ¿cómo reaccionarán los londinenses cuando vean a Brior? Estoy impaciente por ese reencuentro que sé que todos esperamos. Ajá, ya sabéis de quién hablo. 

Muchas gracias a los nuevos lectores y a los que se han quedado y le han dado una oportunidad a Rosa Mecánica. ¿Habéis visto que vamos a llegar dentro de poco a los 1K en votos? Es todo gracias a vosotros. Cuando empecé a escribir la novela, no era más que una vaga idea que creé al acabar de leer la trilogía de Los Orígenes, así que el recibimiento que ha tenido y sigue teniendo me emociona muchísimo. Me voy a echar a llorar y todo.

Explicación del título    CORAJE: es un guiño indirecto al coraje que toma Valerian Blackthorn para hacerle la propuesta de comprometer a sus hijos a Clabelle Fairchild (Verlac), y también hace alusión al coraje que tomó Cassy para preguntarle a Brior que pasara las Navidades en Londres, además del hecho de que está intentando abrirse a sus demás compañeros de la Academia, lo que para ella, es un gran paso teniendo en cuenta lo solitaria que estaba en el capítulo anterior.

Soy una pesada, pero os recuerdo que ya podéis encontrar el Soundtrack extendido de Clockwork en Spotify (en el apartado de la sinopsis podréis escanear el código QR que os llevará directamente hacia la playlist).

¡Votad y comentad!

¡Besos! ;*

—Keyra Shadow.



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