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XXIV. Tiempo

Yoongi abre los ojos y bosteza con pereza, la cama aún sigue tibia, seguramente Hoseok se levantó hace poco rato. Se cubre hasta la cabeza en su intento de huir de la luz y quedarse el mayor tiempo posible. Habían momentos que despertaba a tiempo similar al de su amigo y lograba anclarlo por más minutos al placer que ofrece el colchón, la almohada y un abrazo cálido, diciéndole: —Sé que te gusta madrugar, pero no hoy.

—Hyung, son más de las once, ¿para quién eso es madrugar?

—Para mí —emitía un sonido similar a un ronroneo escondiéndose en su cuellos.

Y así lo convencía.

Dormir juntos se transformó en un elemento fundamental de la rutina nocturna. Los besos también, cada vez que podían. Yoongi hubiera querido tener su semana de hibernación, en cama y llena de caricias, pero estaban las excepciones que lo sacaban de su cueva. Como cuando Hobi lo llevó al paseo por el día a la playa con sus compañeros de danza o las tardes que tenía ensayos.

El resto del tiempo se consumía en relajo, mimos y muchos besos.

Justo como ahora que Hoseok aparta el cobertor y acalla el reclamo con los labios en los suyos. Buena forma de iniciar el día, sumado al aroma del café. Se apoya en uno de los codos para erguirse, restregando sus ojos con la otra mano.

Hobi le tiende su taza y deja con cuidado un plato de galletas, aún tenían sobras de las que prepararon Seokjin y Taehyung hace dos días.

—Vamos a dejar la cama con migas —intenta que suene como una queja, pero la verdad es que no le importa.

—Nos trasladamos a la mía —acerca una galleta de corazón con un rostro extraño, definitivamente obra de Taehyung, a su boca.

—¿No hay planes para hoy? —pregunta con la esperanza de un día encerrados, lejos del sol y la gente.

—Hoy no tenemos que salir.

Yoongi hace un pequeño ruido agudo de felicidad y sabe que si no fuera por el plato y que aún sostienen las tazas se habría lanzado a abrazarlo. A Hoseok le gusta tanto la faceta alegre de su mayor, le recuerda a un gato, de esos difíciles cuyo cariño está reservado a contadas personas y a él especialmente. Un gatito ronroneando, revolcándose de espalda para exhibir su vientre suavecito. Pensaba en su compañera que le decía que si un gato hacía aquello era una gran señal de confianza.

Su hyung es espontaneidad y sonrisas a su lado, pereza y quejas también, pero no tiene que sostener ninguna imagen frente a él. 

Se puede fundir entre sus brazos si así su hyung lo desea. No tiene que ser fuerte y arisco todo el tiempo.

—Sabes, ya quiero ver la cara que pondrá mi familia cuando vayamos a Daegu y me pregunten por una pareja y yo diga "pero si está aquí", entonces te señalaré y te diré "¿cierto, cariño?" o prefieres "cielo".

Hoseok siente que algo cálido se desborda dentro de su pecho. Su amigo —y novio también, le parece tan difícil de creer todavía— tiene una facilidad para dejarlo sin aire, solamente necesita emplear las palabras precisas llenas de afecto. Se desarma, su sistema colapsa y queda ahí, inmóvil, boca abierta, mejillas rojas, apenas logrando tartamudear un "cariño está bien".

Quitan las tazas y el plato vacío para dar inicio a su sesión de mimos. Yoongi envuelve a Hobi y se deja caer de espaldas al colchón arrastrando el peso ajeno encima. Los dedos largos del bailarín afirman el rostro níveo, amasa sus mejillas blandas y traza líneas por la mandíbula antes de buscar sus labios con los propios. Acariciarlo y besarlo hasta la saciedad —¿era posible saciarse?— es su forma concreta de convencerse que está pasando, que su mejor amigo se derrite entre sus brazos.

Yoongi cierra los ojos, notando el peso de Hoseok sobre su regazo y el tacto esponjoso de los labios que hacen presión ligera, primero en su boca, luego por su rostro. Concentra las caricias circulares con las palmas por lo la forma de los huesos de su cadera. No han llegado más lejos durante esos días, se han limitado a besos y abrazos apretados, tampoco ha intentado avanzar y su mejor amigo también pareciera tener el temor a deshacer las pocas barreras íntimas que quedan entre ambos.

Si fue hace poco que entró al baño a buscar el móvil que dejó olvidado, miró tras el vidrio empañado como Hoseok se sobresaltaba, entonces fue cuando le recordó que verlo desnudo no sería una novedad.

—Ahorraríamos agua si nos duchamos juntos —bromeó acompañado de una carcajada. Aunque a quién engañaba, esperaba que tomara en serio su idea.

Solo delinea los relieves sobre la tela, subiendo por su cintura, bajando nuevamente para recorrer el borde elástico del pantalón de buzo, apenas rozando su piel con el pulgar. Hoseok se balancea tan suave con los ojos cerrados y sumergido en el beso, explorando el interior de su boca. Yoongi degusta su lengua dulce y amarga.

Continúan, entre risas, caricias y labios hinchados y rojizos después de las mordidas y las seguidillas de besos. Los últimos son flojos y sin ritmo. Para Hoseok es igual que embriagarse, ha tomado tanto, hasta el cansancio, pero no quiere detenerse, menos cuando lame el labio inferior ajeno y el mayor curva la espalda, pronunciando un "mmh", estrechando su cintura,  invitándolo a seguir.

—Aún nos queda un montón de besos más, hay que recuperar el tiempo —deja un beso fugaz justo en la comisura de sus labios.

Hobi sonriendo asiente, murmurando un "todos los que quieras" sobre su boca.

Tienen todo el día para gastarlo en mimos.

Para Yoongi no se trataba tanto de recuperar el tiempo perdido, podría decir que fue su excusa para llenarlo de besos y lo ha besado hasta el agotamiento. Varios de ellos han apuntado a ese lunar justo sobre el borde externo del arco de cupido. Ha buscado cada puntito café y sabe que faltan más bajo la tela. Nada lo apura, ni siquiera la ansiedad, el calor y el hormigueo que nace más abajo de su vientre en ascenso al resto de sus entrañas, quiere disfrutarlo lentamente, reencantarse con todos esos detalles que por años no reparaba con la atención merecida. Puede esperar para seguir su travesía por cada espacio accesible. Ya conquistó el cuello y las clavículas justo como había estado deseando.

Hoseok se estremece con esos sonidos roncos y bajitos que se asemejan a un ronroneo cuando hunde sus dedos largos entre las hebras decoloradas. Ya no se notan las raíces oscuras, ayer por la mañana antes del ensayo estuvieron manchándose las manos y dejando el apartamento impregnado del olor químico de las tinturas.

—¿Te he dicho lo atractivo que te ves con colores oscuros? —había comentado sentado sobre sus piernas.

—No es como si fuera un color llamativo, me veo normal, hyung —respondió sonrojado, en medio de un proceso contradictorio de extrañar su cabello rojo luego de mirarse en el espejo, mientras a la vez estaba aliviado de descansar del continuo retoque.

—Eso no te quita lo atractivo.

Rasca con cuidado su cuero cabelludo y reparte toquecitos con los labios sobre las mejillas y la punta de la nariz. Las facciones de su hyung se relajan, pero las comisuras continúan estirada en una sonrisa sutil que le dan un aire pacífico a su rostro. La pereza lo invade también, se reacomoda a su lado, pero sin recuperar su espacio, ha enredado sus piernas entre las otras más pálidas.

Sería tan fácil dormir así. Muchas veces Yoongi se recostaba en sus piernas para las siestas, pero ahora puede por fin tomarse las atribuciones de reclamar un espacio y apoyarse en el pecho de su mayor, quien besa su coronilla y no puede hacer más que sentirse rebosante de cariño.

—¿Desde cuándo, Hobi? —pregunta con la voz rasposa y bajita por el sueño.

—¿Desde cuándo qué? —aprieta los párpados y puede escuchar claramente los latidos. El sonido repetitivo mantiene su atención cautiva.

Es un momento simple, pero que al mismo tiempo se le hace tan íntimo. Ahí, respirando sincronizados, con la oreja apegada a su pecho duro, captando hasta las vibraciones que retumban cuando vuelve a hablar.

—Desde cuándo comenzó.

—Desde el instituto —confiesa, todavía con algo de pena y vergüenza, quizá por haberlo escondido por tanto.

—Entonces son muchos besos pendientes —susurra y lo apretuja un poco más. Se limita a un abrazo largo con los ojos cerrados.

Yoongi piensa que ha sido bastante tiempo, aunque no sería capaz de reclamar. No se siente en el derecho de exigir un "por qué no me lo contaste antes", ni siquiera tiene la certeza de cuál habría sido su respuesta. Más bien le pesa saber todo lo que su amigo estuvo aguantando, la cantidad de veces que le conversó de atracciones pasajeras y algunas relaciones sin futuro. Hobi solo escuchaba, lo alentaba a dar el primer paso cuando la inhibición lo carcomía y lo contenía cuando no funcionaba.

Siempre a su lado.

Igual no puede evitar preguntarse qué pudo haber pasado si Hobi le hubiera dicho años atrás, en qué punto de la relación estarían ahora. Son demasiados los escenarios y posibilidades, entonces prefiere quedarse con que cada suceso ocurre a su tiempo determinado. Por algo es ahora y no fue antes, aunque no dejará de emplear su excusa para reclamar todos los besos que pueda.

Hoseok está dormitando y Yoongi lo mira enternecido los segundos suficientes para hacer un registro fotográfico completo en su memoria.

Están en el mejor de los tiempos y hay mucho más por delante.

Apenas entiende cuando su dongsaeng bostezando murmura algo sobre hambre y almuerzo.

—No sé si nos queda algo que recalentar —agrega Hoseok sin querer moverse de su cómoda posición.

—¿No quedan fideos instantáneos? —pregunta en vano, porque su amigo ya está negando con la cabeza y un puchero—. Podríamos pedir algo a domicilio o preguntarle a Jin hyung, siempre le sobra comida.

—Iré a ver primero si hay algo —suspira estrujando el cuerpo de su hyung antes de levantarse con movimientos lánguidos.

Una vez en pie estira los brazos en alto y la camiseta se levanta exhibiendo un pequeño fragmento de piel.

"Bonita vista".

No solamente la piel y lo que invita a imaginar, sino también la expresión perezosa y el pequeño gemido de gusto.

—Es el placer de estirarse, después de una práctica es el momento más gratificante, duele y luego se siente genial.

—Si me quieres convencer que practique ejercicios de elongación contigo, olvídalo.

Recuerda que al igual como sucede la mayor parte del tiempo, terminó aceptando y sufriendo por su falta de elasticidad, sin encontrar el placer en los tirones forzados a sus pobres músculos y articulaciones rígidas.

También se levantó sin mayores ganas, arrastrando los pies a la cocina. No había aroma a comida, ni se escuchaba el microondas, asumía que estaban desabastecidos.

Hoseok limpia el filtro de la cafetera, balanceando su peso de un lado a otro, tarareando bajito una canción. Yoongi está con la mirada fija en su espalda, en la cintura que sabe que es estrecha, pero se encuentra oculta bajo aquella camiseta que cae suelta por su figura delgada. No lo resiste, se acerca sigiloso y hunde la nariz entre las hebras oscuras, acaricia la nuca y percibe el tenue olor al tinte reciente que no termina de desaparecer. Envuelve los brazos alrededor, apegándose más, trazando masajes circulares en el vientre plano, subiendo para delinear las costillas.

—Hyung, me haces cosquillas —ríe bajito y se remueve dentro del agarre para quedar de frente a esos ojos casi negros. Tiembla cuando puede leer el deseo en ellos.

Yoongi empuja y recarga su peso sobre Hoseok, roza la punta de su nariz contra la otra, ladeando un poco su rostro para llegar cómodamente a esos labios entreabiertos. Aprisiona el inferior con los suyos, succionando y tirando suave con los dientes. El beso se prolonga húmedo y desordenado. La lengua resbala en su boca y al universitario pálido le encanta sentirse devorado y consumido hasta la falta de aire. Le encanta también aquel entusiasmo que adquiere cuando entra en confianza y calor, la timidez queda un lado —"no necesitas serlo conmigo", le había dicho—, y Hobi parece no ser consciente plenamente que acaba de atrapar su culo tras un viaje por toda su espalda. Amasa y hace presión hasta anular por completo el espacio entre ambos. El movimiento de vaivén va cobrando fuerza y los dos emiten ruidos bajitos en medio del beso.

El golpe en la puerta lo hace mascullar una maldición, más cuando mira la expresión de mejillas ruborizadas y cabello revuelto, quitando lentamente sus manos y agachando la mirada. Tiene un bulto notorio bajo el pantalón de buzo y no puede negar que está más que deseoso de atenderlo, podría ser con las manos o con la boca...

Es una sensación extraña darse cuenta que ahora sus escenarios sexuales contienen a alguien que no había considerado incluir, antes Hoseok era intocable si se trataba de esa dimensión específica, y fue tan repentino, abrumador y caliente, que ahora no puede frenarlo, tampoco lo censura, se permite fantasearlo y esperar que pueda ocurrir.

Podría estar pasando si no supiera que hay alguien esperando afuera del apartamento. Quizá si solo lo ignora.

Los golpes resuenan nuevamente, Hobi lo mira suplicantes como diciendo "ve tú" y Yoongi rezonga todo el camino hacia la puerta.

—¿Qué haces aquí, hyung? —no pretendía que sonara tan irritado, pero no pudo evitarlo.

—Vaya forma de recibir al hyung que te trae comida —Seokjin tiene dos cajas de pizza en sus manos y una mirada reprobatoria de cejas alzadas y labios torcidos en mueca de desaprobación.

Nam se asoma también con una botella de refresco y otra de cerveza. Los dos entran cuando Yoongi se hace a un lado.

—¿Y Hoseok? —pregunta el mayor del grupo dejando las cajas en la mesa de centro.

—En el baño.

Namjoon lo observa reparando minuciosamente de algunos detalles como el pelo desordenado, las mejillas rosadas y los labios aún rojizos. Ahora entiende el porqué de la expresión molesta de Yoongi.

—¿Interrumpimos algo, hyung? —pregunta entre divertido y apenado.

—Da igual, quedan perdonados porque traen comida y justo no teníamos nada.

Seokjin no se abstiene de regañar a sus menores y recordarles los productos indispensables en el refrigerador y la alacena, agregando que no abusen de los alimentos instantáneos. Hobi aparece sonrojado a mitad del monólogo, pero eso no impide que continúe resaltando la importancia de tener verduras frescas y que él solo se preocupa por la salud de sus dongsaengs.

—Definitivamente ustedes tres me necesitan en su vida.

Ni siquiera intentarían negarlo. De no ser por Jin habrían pasado periodos de malnutrición y hacinamiento encerrados los tres en el pequeño apartamento a base de fideos instantáneos, porque pedir a domicilio o comer afuera tampoco es un lujo que se puedan costear todos los días de la semana.

—Podríamos comer antes que se enfríe —dice tras suspirar y asegurar que les traerá almuerzo mañana, porque la pizza recalentada no cuenta como uno.

Yoongi siente que ha vuelto a una especie de principio. El mismo escenario y conversaciones que sienten tan familiares. A la cotidianidad de algunos meses atrás cuando su panorama solamente se componía de una tarde, comida y la presencia de los cuatro. Incluso su habitual costumbre de los miércoles había quedado relegada.

Hoseok se sienta al lado y sus costados se tocan. Regala un par de caricias en su nuca previo a ensuciar sus manos con queso.

Seokjin les cuenta de sus planes vacacionales, pues piensa iniciar un curso de cocina internacional aprovechando que su novio espera conseguir un trabajo de medio tiempo. Namjoon en cambio viajará a Busan con la familia de Jimin después que el bailarín no quedara seleccionado entre los participantes. Hoseok entendía al pequeño Mochi, también había pasado por esa frustración y lo mejor siempre es despejarse para regresar renovado y Yoongi constantemente lo ayudaba con escapadas a Daegu o a ver sus padres, se dejaba mimar y recobraba el optimismo.

Se acaban la primera caja entre conversaciones, anécdotas y la cerveza. Después tienen que recalentar la segunda pizza que los acompaña durante una película. Seokjin está arrimado a Namjoon y Hoseok se deja envolver por los brazos de su amigo —y novio—.

Con bostezos y pereza los dos invitados se retiran con la promesa de comer juntos más seguido. Hoseok lleva los vasos sucios a la cocina y Yoongi desarma las cajas, pensando que mientras más rápido lo haga estará más pronto en la cama envuelto con las sábanas y al lado de Hobi.

Hoseok enjuaga los vasos, prefiere dejar ordenado, aunque Yoongi le insistió que lo hicieran juntos mañana. Cuando pasa por el lado del baño la puerta está abierta y su hyung se lava los dientes. Lo medita unos segundos y decide con la palma extendida propinarle una sonora nalgada. El chico más bajito brinca , tose porque se acaba de atorar con la espuma mentolada y voltea sorprendido. Hobi se ríe al escuchar como apenas entiende que pronuncia un "eso por qué fue" con el cepillo en la boca todavía. Había sido su pequeña venganza por elegir una perturbadora película de terror para disfrutar de sus sobresaltos nerviosos.

—Por fin —Yoongi se deja caer en la cama.

Hoseok disfruta ver lo feliz que luce su hyung sonriendo amplio con los ojitos cerrados. Se acuesta a su lado y junta su frente a la otra, hasta puede sentir mechones de cabello desordenados que pinchan sus ojos.

—Tenemos que retomar algo pendiente —comenta con la voz satinada sin borrar la sonrisa.

—¿Qué sería? —pregunta coqueto tocando los labios contrarios con los suyos. Tiene fresco en su memoria la sesión de besos interrumpidas.

Yoongi se gana entre las piernas de su mejor amigo. Presión directa, la sangre viaja rápidamente a la zona que cosquillea con la fricción.

—Partiendo con tus manos que estaban justo aquí —las toma y las pone sobre sus nalgas.

A Hoseok se le entintan las mejillas de carmín, quiere despojarse de esa timidez innecesaria, su hyung está más que dispuesto a cualquier avance, pero no puede obviar el hecho que demoler esas barreras que se estuvo poniendo tanto tiempo no resulta sencillo, por lo mismo es que no puede amasar su culo sin cohibirse y sentir que hace lo que no debería, cuando tiene todos permisos concedidos. 

Lo aprieta de todas formas apegándolo a su entrepierna. Los retazos de vergüenza van desapareciendo a medida que se besan con ansias. Yoongi empuja con su lengua a través de los labios y Hoseok la recibe con una pequeña mordida.

Se llena de valor y sin alejarse de su boca, le permite a sus manos temblorosas hacer un viaje bajo la camiseta de su hyung, delineado su vientre, masajeando su pecho. Yoongi levanta los brazos para facilitar el retiro de la prenda. Hoseok, tragándose la inhibición, quita la suya bajo la oscura mirada atenta.

El chico de cabellos decolorados recorre con los dedos el elástico del pantalón como pidiendo permiso sin palabras. Su dongsaeng asiente y alza las caderas. Sisea bajito cuando Yoongi toca su erección recién liberada, luego tira de sus propias ropas sobrante.

Hoseok lo rodea con brazos y piernas, jadeando ante el primer roce de sus pieles. Tan cálido y suave. Lo apretó con más fuerza, totalmente consciente de como el pene de su hyung aplastaba el suyo. Daban cortos empujes compartiendo un beso hambriento lleno de las ganas intensificadas, respirando pesado, suspirando y gimiendo cuando la presión enviaba agradables hormigueos que se desparramaban por el extenso camino de las redes nerviosas, haciendo eco hasta el último de sus músculos.

Yoongi intenta alejarse, pero Hobi se lo impide volviendo a atraerlo con las manos comprimiendo los glúteos pálidos. Más cerca, tanto que no hubiera espacio disponible entre los dos. Separa más las piernas, jadeando con los párpados apretados cuando su mayor simula embestidas.

—Quiero mirar —pide en un murmullo y se aleja para observar con dedicación cada parte, en especial a las que nunca puso atención.

No es como si antes hubiera pensado "hoy miraré lo que hay bajo el pantalón del Hobi". Imposible.

Ahora lo desea todo.

Baja con besos por el cuello, muerde despacio una de sus clavículas. Los dedos dibujan patrones sobre la piel a medida que desciende a su pecho y susurra un "adorable" al encontrarse con un pezón que delinea en círculos con el índice hasta notarlo endurecer.

Yoongi está grabando cada reacción en su memoria. Está deleitándose con cada nuevo descubrimiento. Con la constelación de colores, aromas, lunares y reacciones. Todo. Todo eso que jamás pensó en conocer de su amigo y todavía faltaba más. Se siente ávido de Hoseok y todo lo que pudiera tocar y probar.

—Hobi...—dice en voz baja, dejando besos en su rostro—, eres un sol.

Uno que ha iluminado y entibiado sus días desde que lo conoce.

Ahora lo calienta y disfruta quemarse. Un día inclemente de verano reducido a piel y sudor bajo su cuerpo.

El menor gime extasiado cuando su novio masajea con cariño su erección, desplazando el pulgar por cada forma, trazando el camino de las venas que resaltaban, un completo análisis táctil hasta los testículos que acunó en su palma antes de envolver la extensión dura.

Yoongi mueve lentamente su mano, arriba, desplaza la presión hacia abajo y vuelve a subir. Lo repite mirando la expresión que se contrae, piensa que lo más similar que había mirado de su amigo era cuando se golpeaba casualmente y cerraba fuerte sus ojos, quejándose. Solo que ahora no es dolor y no hay quejidos. De su boca abierta escapan suspiros y ruidos de satisfacción, un poco más agudos que cuando murmuraba un "mmh" luego de probar su comida favorita.

Hoseok se deshace y quiere brindarle las mismas sensaciones a ese sujeto que adora. Extiende su mano para sujetar aquello tan rígido y deseoso de atención que resalta entre la piel blanca. Abrumado por los latidos y el calor que irradia contra su piel.

Se tocan lento al principio, una preparación, pequeñas dosis de placer en ascenso. Juegan con el ritmo de las caricias, hasta llegar al filo del orgasmo. Todavía no. Pueden durar un poco más. Comparten risas suavecitas, algunos quejido y también miradas, no quieren perderse de cualquier variación del semblante ajeno.

Hoseok arquea la espalda. No resiste más, está temblando cuando una descarga interna pareciera fundir sus entrañas. Yoongi tampoco consigue aguantar, se deshace manchando las manos y el abdomen del chico que ha cerrado sus ojos respirando errático.

Piensa que se ve hermoso posterior orgasmo. Tan agitado como al terminar de bailar con la misma expresión de satisfacción después de una coreografía bien ejecutada. Se acerca a besar la punta de su nariz y las mejillas acaloradas.

—No tenemos pañuelos cerca.

—Usemos mi camiseta, la pondré a lavar después —dice agotado con la mano que aún gotea—. Podría probarlo...

Hoseok siente que se ahoga con su saliva cuando le observa degustar un poco con la punta de la lengua. Su hyung no pierde la costumbre de causarle sobresaltos. Su corazón está más delicado que nunca.

Y aunque van pasando los días y tocarse por todas partes se ha transformado en otra adición a la rutina no deja de ser potente y gatillante que su pulso se eleve de forma anormal . Ha sido una práctica intensa de redescubrimientos sexuales. Cada día van tanteando terreno, despojando temores, aumentando la confianza en ese plano vetado por tantos años, porque a lo más que llegaron fue a comentar algunas experiencias y Hoseok tenía que reprimir con tanta fuerza que sentía envidia de no ser quien degustara el exquisito placer de ser besado y acariciado por su hyung.

Tanto tiempo de censura y ahora que lo tiene todo no sabe por dónde comenzar a agarrar. A veces Yoongi es su guía y en otra es él y sus ataques de curiosidad.

Han explorado tanto. Un copioso almacenaje de información novedosa respecto a cómo les gustan las caricias y cuáles son los puntos débiles. A Hoseok le encanta como reacciona Yoongi cuando le muerde el lóbulo, a veces jugueteaba tirando con los dientes la argolla. Mientras al mayor le fascina como su dongsaeng se retuerce por las cosquillas cuando besa el interior de sus muslos, algo que descubrió mientras se duchaban juntos y se había agachado a envolver el pene erguido con los labios, no sin antes tentarlo con caricias por los alrededores y arrastrarlo una súplica de "hyung, por favor".

Otro momento que Hoseok sintió que el corazón se le iba a salir del pecho fue cuando Yoongi con las rodillas enterradas en la cama le permitió meter el índice y medio, gimiendo bajito y balanceando las caderas. Blando y amoldándose bajo su tacto, recitando su nombre una y otra vez, con las piernas y brazos tiritando.

Y cada día que avanza Hobi muere de ganas de follar con su novio, quien sí ha puesto restricciones a medida que se acerca la fecha de la presentación, explicando que tiene que cuidar la herramienta de trabajo de todo bailarín —cuerpo lastimado y agotado no rinde bien, le recordaba—. No puede quejarse una vez que hunde sus dedos resbalosos por el lubricante y su boca ataca entre sus piernas.

Llega al punto que no sabe si sus ansias son por estar a horas de enfrentarse a un escenario, dispuesto a mostrar un trabajo prolijo que enorgullezca a su profesor —aunque sea en un pequeño rol, pero no menos importante—. O si es porque Yoongi le dijo "cuando termine la presentación".

Su estómago está lleno de mariposas, una de sus compañeras le ayuda con el maquillaje y riendo le dice que luce muy radiante hoy. Se fuerza a centrarse en lo importante e inmediato, su coreografía, no puede ponerse a pensar en todas las cosas hechas y que quiere hacer con su hyung arriesgándose a que algo despierte bajo la malla negra y brillante.

Comparten palabras de apoyo antes de salir a escena y se enfoca en disfrutar de la euforia que llena su pecho cuando la música envuelve el ambiente y las secuencias coordinadas atrapan la atención de cada espectador. Unifica sus movimientos a las sensaciones que le transmite la melodía, sus músculos ya conocen la coreografía y traducen las mociones a la par de sus compañeros como si fueran una sola entidad.

Hoseok no está pensando, solamente siente y se mueve cuando tiene que hacerlo.

A diferencia de otras veces, no lo embarga ese alivio después de bajar del escenario. La ansiedad continúa y no halla que llegue el segundo que terminen las felicitaciones y las conversaciones con los demás bailarines principales del elenco. Necesita correr a los brazos de Yoongi.

Sus amigos también lo llenan de felicitaciones. Yoongi da palmaditas en su hombro y dibuja el costado de su cintura.

—Ansioso por volver al apartamento —pregunta en un susurro justo en su oído.

Yoongi se adelanta antes que armen planes grupales, destacando el hecho que Hobi necesitaba descansar. Claro, después de una última actividad agitada. Todavía está esperando que Hoseok baile sobre su regazo.

Entre pasos torpes y sujetos de la manos se dirigen precipitados a la habitación, directo a la cama, arrancándose la ropa a tirones. Hoseok se sienta sobre sus piernas balanceando ligero las caderas.

—¿Por fin podré corroborar eso sobre lo bien que follan las personas que bailan?

Hoseok busca el tubo de lubricante y los condones, no lo piensa demasiado, solo anhela dar el paso faltante cuando la erección presiona su culo. Curva la espalda y da cortos saltitos.

—Prepárame, hyung —pide restregándose contra la dureza caliente.

Yoongi moja sus dedos con el líquido frío y obedece, primero introduce uno, movimientos circulares, agrega otro más y se toma su tiempo en meter y saca, expandir y tantear las paredes calientes que se contraen. Continúa hasta sentir que puede desplazarse sin problemas. Hasta que su novio empuja contra sus dedos y muerde sus labios en señal de disfrutarlo y pide ansioso avanzar. A él también lo carcomen las ganas y colocar el condón se vuelve toda una tarea para sus manos precipitadas.

—Siéntate —sujeta sus caderas con ambas manos, dibujando con los pulgares los relieves de sus huesos.

Hoseok baja con lentitud, emitiendo un pequeño quejido ante la sensación de dolor tirante. Respira profundo y sigue. Lo percibe más profundo y latiendo dentro de su cuerpo. Definitivamente lo más íntimo que ha experimentado en su vida. Ni siquiera equiparable a la tan aclamada primera vez. Es que está ocurriendo con Yoongi, de quien ha estado enamorado y eso agrega otra valoración. Además añade las pulsaciones placenteras y cada caricias en los lugares que su hyung sabe que lo estremecen, se siente lleno, el pecho tibio, como si tuviera todo.

Tiene a Yoongi dentro y acariciando su cuello con la nariz. Yoongi lo adora también, le corresponde del mismo modo. Tiene más de lo que había llegado a soñar respecto a su futuro amoroso.

Una vez adaptado al grosor puede dar inicio a su danza y de ella depende la música que la acompaña, porque a medida que balancea un poco más rápido, unos bonitos sonidos escapan de los labios de su mayor, si contrae a voluntad se oyen entrecortado y ahogados, si enlentece entonces su hyung le pide más.

Se dedica a disfrutar y jugar. Bailar es algo que ama y hacerlo sobre las piernas de Yoongi, sintiéndolo profundo, podría transformarse en una de sus variaciones favoritas. Lo mejor es que ha descubierto el movimiento preciso para sentir la deliciosa presión en su próstata. Necesita más también y se deja vencer por el hambre. Rebota con rápidas subidas y bajadas, las pieles suenan al chocar.

Yoongi está tan cerca, se ha esforzado con toda la concentración posible en durar, pero es tan difícil cuando Hoseok se mece y brinca con entusiasmo. Enloquece y no sabe si ruega en su mente o transmite la petición en voz alta y entre gemidos. Busca sus labios, pero con la agitación halla primero su mentón que no duda en besar y subir hasta su boca. Es un beso caótico, a momentos sus dientes chocan y ladea un poco el rostro para llegar mejor. Se ahoga con su respiración acelerada, la saliva y la lengua que acaricia la suya. Está sofocado con el aire espeso, caliente y salado.

Está llegando y Hoseok lo acompaña.

Finalmente está exhausto y se deja caer de espaldas a la cama. Los espasmos han cesado y desde la comodidad con su cabeza en la almohada mira a Hobi aún sobre sus piernas, tiritando con los ojos cerrados y la boca rojiza abierta. Hermoso.

—Entonces, ¿pudiste corroborarlo? —pregunta saliendo de su regazo, nota el desgaste de sus pobres músculos fatigados, sus piernas flaquean. Antes de rendirse también, retira el preservativo y anudado intenta arrojarlo si éxito en el pequeño cesto de basura.

Yoongi asiente con las energías que le quedan, usa el último resto para abrazarlo. Todavía le cuesta regular su respiración.

—¿Te he dicho que eres el mejor? Y no solo porque eres un bailarín y follas increíble —besa su mejilla un par de veces—. Eres asombroso.

Hoseok se arrima murmurando un cortito "hyung" con la felicidad que burbujea en su pecho. Siempre le ha gustado recibir los halagos de Yoongi y por tanto tiempo se estuvo negando a darse el permiso de disfrutarlos con hormigueos en el estómago y alimentando su amor, ahora por fin puede hacerlo sin culpas y ni complicaciones.

Por fin puede decirle lo mucho que lo adora y recibir en respuesta un abrazo estrecho, mimos flojitos y una sonrisa con labios cerrados.
  
  
   
  
  
   
   
   
  
  
 
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Le debía mucho amor al yoonseok uwu ❤️

Gracias por acompañarme con esto que está tan cerca de terminar >u< , les mando montones de cariños 💜

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