XXIII. Querer
Todo parece empezar a recobrar el orden, para Yoongi es un alivio intenso por una parte, por otra sigue sin estar exento de curiosidad y cuotas menores de ansiedad. Sus amigos habían vuelto a sonreír como bobos enamorados, hasta en la misma universidad se respira la calma tras la devastación de un final de semestre, se mezcla la paz de aquellos que aprobaron todo, la mínima esperanza de los que cruzan los dedos por la salvación de recursar y la resignación de quienes ya asumieron que repetirían la asignatura.
Jungkook se salvó por poco de repetir inglés y Taehyung hacía cálculos de todas las décimas necesarias para pasar una materia de créditos extra. Namjoon no conocía la experiencia de temer una reprobación, Hoseok y Seokjin celebran que por fin tuvieron un semestre sin sustos académicos, Yoongi saca cuentas de todas las horas de sueño que merece luego de tanto esfuerzo y cada curso aprobado.
Sus amigos también comenzaron a planear las vacaciones, aunque en el caso de Jimin todo dependía del resultado de la audición que cada vez estaba más próxima.
Yoongi no estaba planificando nada en particular, lo habitual era un corto viaje a Daegu para saludar a su familia en compañía de Hobi y a veces de Namjoon.
Quiere invitar a su mejor amigo a Daegu como es tradición en su esquema semestral.
Aunque antes tiene que resolver varias confusiones e interrogantes abiertas respecto a su relación, la cual en el transcurso se siente considerablemente menos tensa y forzada. El contacto físico se ha ido reanudando de a poco, aunque el pelirrojo a momentos reacciona rígido, como si temiera.
Yoongi no quiere lastimarlo. Ya no más, ni siquiera involuntariamente como estuvo pasando por una cantidad de tiempo que desconoce.
Con el paso de los días ha incrementado las palmadas en los hombros y las caricias en el pelo. Hoseok también devuelve algunas con timidez. Otro alivio para un Yoongi que siente que su último periodo ha sido injustamente agitado.
Es un avance.
Todavía falta y el universitario pálido evalúa el curso que le quiere dar a la amistad de límites flexibles ahora que ha estado recreando en su cabeza tantos escenarios y consecuencias. No puede negar el clásico temor a que sean tan compatible —lo son— y la relación pueda seguir un curso prolongado en el tiempo, lleno de experiencias geniales, pero si en algún momento las cosas cambian y llega una inevitable ruptura, se anteponía a lo doloroso, si ya estar distante los días anteriores lo fue, no quiere imaginar lo fuerte que sería entonces.
"Ni siquiera han comenzado 'algo más' y ya estás pensando en una ruptura".
Al mismo tiempo se alimenta de los ánimos que le dio Jimin, quien fomentó ponerse en los escenarios de pareja.
Y no va a negar que se está permitiendo imaginar cómo sería una relación con Hoseok. La idea se ve cada vez mejor, exceptuando cuando los escenarios catastróficos saltaban a su mente sin ser solicitado.
—Me teñiré —comenta el pelirrojo, tomando el par de tazas vacías y llevándolas a la cocina.
Habían estado hablando del fin de un semestre y se distrajo tanto que no sabe en qué segundo el tema de conversación cambió, ni tampoco cuándo fue que terminó de beberse el café.
—¿Color? —pregunta recogiendo los platos vacíos.
—Negro o castaño, no quiero preocuparme de las raíces.
—Te verás bien —se encoge de hombros al decirlo, incluso siente sus mejillas más tibias, siendo que no está usando una frase nueva.
Halagar a su amigo no es una primicia. Lo distinto es esa sensación de hormigueo dentro de su cuerpo al pensar en la palabra "Hermoso" para referirse a Hobi.
Hoseok lo mira inseguro y Yoongi intenta entender por qué. ¿Acaso no ha abogado lo suficiente a lo largo de los años para que su amigo haga lo que sea que quiera?, que juegue con los colores y los estilos, sea lo que sea que haga y sumado a esa actitud carismática nunca dejará de lucir atractivo a los ojos de cualquiera. Basta con que pise un escenario y encandila. Que sonriera para iluminar el día de alguien.
—Podrías tinturarte de un color de lápiz destacador y te seguirías viendo genial —pellizca su mejilla.
—Yah, hyung —se queja quedito y avergonzado con las manos llenas espuma y la esponja escapando de sus dedos.
Sonríe y toma un paño para secar la loza que su amigo le entrega. Le gusta que la familiaridad haya vuelto, compartir los espacios y labores sin estar rodeados de una atmósfera tirante —"no otra vez, por favor"—. Se pregunta con qué tipo de reacción exagerada respondería Hoseok si lo abrazara repentinamente por la espalda. No es que otra veces no lo hubiera hecho, es más, recuerda un día que brincó en medio del agarre por el susto repentino y recibió un golpe en la nariz.
Solo que las cosas actualmente son diferentes y un abrazo tiene más intenciones y significados.
Antes los abrazos eran ingenuos. Ahora cuando se arriesga a buscar uno procura hacerse consciente de cada detalle. De la forma en que se tensa previo a amoldarse contra su cuerpo, del calor, del caos que queda dentro de su propio estómago lleno de hormiguitas alborotadas.
Un poco más de contacto cotidiano, lo imagina y es tan extraño...y agradable.
Hobi siempre ha sido muy cálido.
A Yoongi le sorprende fijarse en particularidades que antes pasaban desapercibidas o que las miraba sin darle el peso suficiente. Como su nariz que pareciera haber sido tallada con delicadeza, sus dedos largos, las caderas pequeñas que quisiera sujetar con las manos. U otros detalles que le llamaban la atención, pero que ahora desea tocar e incluso recorrer a besos, justo sobre ese lunar en el labio, realizar un viaje por los pómulos, desplazar las palma a lo largo de las piernas firmes y delgadas.
También quiere besar sobre esos hoyuelos que a veces se marcan en sus mejillas.
Quiere delinear las clavículas.
Quiere someter bajo un curioso sondeo tantas partes. No solo referente a las singularidades anatómicas de Hoseok, la relación misma es una continua exploración.
Es como una explosión y de repente se da cuenta del desastre y el desparramo de piezas dispersas. Repentina y fuerte, comenzó a sacudirlo cuando usó la estrategia de Jimin y terminó al mirar su boca, siendo consciente que imaginar el afecto desde otro plano no le provocaba ningún tipo de rechazo. Todo lo contrario, asentó un nuevo deseo y despertó toneladas de intriga.
No quiere decir que vaya a llegar, tomar su cara y plantar un beso en sus labios, acción que abriría la puerta a un universos de novedades y redescubrimientos sobre su mejor amigo. Lo había visto besar a varias chicas y algún par de chicos a lo largo de tantos años, se pregunta si a él también le sujetaría delicadamente el mentón con esos bonitos dedos y devoraría su boca con lentitud, balanceándose suave, apegado a su cuerpo como si lo envolviera en una danza sutil. Caderas empujando, pechos juntos, que no hubiera espacio entre los dos.
No entiende esa repentina explosión que enciende las alarmas de una necesidad. De un momento a otro sus hormonas decidieron derramarse de su contenedor. Hacer que su interior entrara en punto de ebullición.
¡Es Hobi! Su adorable amigo y solcito de sus días. Tiene una batalla con esos pensamientos que lo avergüenzan. De los que implican menos ropas, más piel y más roce.
Y todo está ocurriendo tan rápido que no alcanza a darse cuenta de la avalancha de imágenes mentales y fantasías que se le vienen encima.
Se fuerza a calmar el calor de sus pensamientos. Quiere darle a entender a Hoseok que está dispuesto a saltar al precipicio. A hundirse en él y con él en lo que sea que pueda surgir entre ambos. Que lo adora y ahora se atreve a decir que de todas las formas posibles.
Necesita partir por lo más básico de todo, crear el ambiente perfecto y acolchadito para los dos. No quiere confiarse que por asumir que a Hoseok le gusta es todo simple. Quiere demostrar que también quiere intentarlo.
Quiere comenzar con una salida —cita, insistirían sus otros amigos—, mimos y una conversación.
Han salido tantas veces y a variados lugares, pero por primera vez está planificando una cita.
A ratos le causa gracia, incluso sonríe, porque de cierto modo y si lo analizara como observador externo su amistad perfectamente podría calzar con un noviazgo que lleva años.
Hoseok por mucho tiempo se estuvo negando a llenarse de ilusiones. Todavía le asusta hacerlo, pero es inevitable, esperaba que Yoongi mantuviera distancia, que siguiera con el afecto comedido hasta darle a entender que nada entre ellos pasaría, pero ahí está, abrazándolo, pellizcando su mejilla, revolviendo su cabello.
Es excesivo para su pobre corazón que no deja de trabajar a su máxima capacidad. Yoongi lo toca y ese pequeño músculo bombea ajetreado en respuesta a los gestos más mínimos. Si las caricias son delicadas los vellos se erizan. Y siempre las mejillas enrojecen.
No quiere, pero se llena de pequeños detalles que son como lucecitas cálidas.
No quiere permitirse imaginar, pero su propia mente le juega en contra elaborando situaciones cotidianas llenas de mimos, de esas en las que puede deshacerse entre los brazos de Yoongi. En las que hay besitos de buenos días y extremidades enredadas bajo el cobertor por las noches.
No le gusta imaginar porque nada le garantiza que estará exento a caer y que duela, aunque a la vez sabe que no hay vuelta atrás. Algo cambió en la relación.
Y algo le dice también que fue necesario, que no ha sido un cambio negativo.
Y los cambios son oportunidades.
Los pensamientos negativos dicen como encogiéndose de hombros "nuevas oportunidades de fracasos" y Hoseok que no acostumbra a ser una persona pesimista se sorprende de sí mismo.
Prefiere focalizarse en que todo es un aprendizaje y con el foco adecuado una ventaja.
Se levanta temprano y desactiva su alarma antes que suene. Yoongi duerme plácidamente, parece un ovillo bajo las frazadas. Suspira con una sonrisa y sale de la habitación con sigilo. Bosteza y se responde las razones por las que debe ir a sus prácticas de danza, aún si no quedan evaluaciones y la siguiente semana empiezan oficialmente las vacaciones.
No tiene planes en concreto, pero espera a que su hyung le diga con las manos en los bolsillos y un amago de sonrisa que lo acompañe a Daegu como todos los años.
Estira los brazos con pereza mientras se dirige a la sala de práctica. Apenas circulan almas por los pasillos de la facultad. Solo aquellas que tienen pendientes y las que sufren por una última oportunidad de salvarse. Si hubiera podido, se habría quedado durmiendo hasta medio día o más al igual que su hyung.
Sus compañeros conversan animadamente y le hacen una señal para que se una apenas cruza el umbral. Están planificando un paseo y le piden su opinión si prefiere por el día o acampar una noche, la verdad le da igual. Se pregunta en silencio si Yoongi querrá acompañarlo.
La conversación termina cuando aparece el profesor, avisando de paso las fechas de presentación como parte de un elenco de apoyo con su cuerpo de danza. El hombre es estricto, pero sabe cómo sacar el potencial de sus estudiantes tanto a nivel individual y grupal. Hoseok no deja pasar las instancias de trabajar bajo su tutela, incluso si eso implica repetir varias veces la secuencia de pasos hasta que se ajuste y fluya tal como al sujeto exigente le gusta —y también a sí mismo, siendo más crítico que cualquiera con su desempeño—.
El sudor moja su frente, lo siente también bajar por la espalda y la tela se apega incómoda a su cuerpo que resiente el cansancio minutos luego de terminar. Necesita una pausa y comida, dos de sus compañeros proponen salir a almorzar, pero su atención queda rehén de los ojos pequeños y oscuros de su pálido mejor amigo.
—Hyung, ¿qué...
—Ve, cámbiate tranquilo, estaré esperando —dice con la sonrisa que apenas se forma en sus labios cerrados. Una ligera curva que suaviza su semblante.
Hoseok no esperaba encontrar a su mayor apoyado en la pared con el teléfono en la mano. Imaginaba que lo haría al llegar al apartamento por la tarde y lo vería en pijama echado en el sofá o incluso en la cama. "Estoy en periodo de hibernación", le dijo un par de días atrás con ropa cómoda y envuelto en una frazada ligera. Suele ser su frase cuando inician las vacaciones y necesita recuperar energías.
Una vez, finalizando el último año de instituto tras rendir las pruebas de admisión para ingresar a la universidad, lo acompañó un fin de semana encerrados, en pijama y comiendo porquerías envasadas frente al computador, hasta que la señora Min horrorizada los mandó a hacer las compras semanales con tal de sacarlos de la casa.
Se siente tan ansioso, su pulso se agita conforme piensa en Yoongi que lo espera. Ni siquiera ordena su cabello húmedo, al menos procura ponerse la ropa del lado correcto. Da largas zancadas con el bolso golpeando su costado, atraviesa el pasillo antes de alcanzar a darse cuenta que está parado frente a su amigo que murmuraba algo respecto a que no era necesario correr, pero Hoseok no quería hacerle aguardar más.
—Salgamos, te invito a almorzar —Yoongi quiere que suene como a una propuesta, aunque falla rotundo porque se oye más a un mandato.
Hoseok asiente confundido, sabe que han salido a almorzar montones de veces, no entiende por qué hoy debiera significar algo diferente, menos aún las reacciones internas que le hacen cuestionarse si en verdad tiembla o solo lo imagina. Le asusta sentir que es una instancia especial.
Van a su clásico local de ramen cerca del campus, el gran acierto culinario que pudieron conocer y ajustado a la economía del universitario promedio. Está menos lleno y no tienen que esperar un turno a que se desocupe una mesa. Yoongi aprovecha de pedir también tamagoyaki, sabiendo que el pelirrojo acaba hambriento luego de cada práctica.
Hoseok está tan nervioso que simplemente empieza a hablar de todo, de lo que sea, de las nuevas zapatillas que quiere comprar cuando bajen de precio, de lo bueno que están los fideos, de la fecha de presentación y lo duro que están los ensayos con su profesor.
—Entonces después de la presentación podrías acompañarme a Daegu, mi familia estará feliz de verte.
Y le falta añadir que él estaría más que feliz con su compañía.
—Me encantaría —responde sonriendo, revolviendo los fideos dentro del tazón como si le ayudará a diluir esa sensación de que su estómago se llena de mariposas.
Hoseok había estado esperando a que se lo propusiera, por un momento creyó que con lo confuso y extraño que ha estado todo entre ambos —responsabilidad suya, no puede desconocer que dio el puntapié inicial—, quizás su hyung quisiera alejarse.
Terminan satisfechos y felices. El pelirrojo sabe que su mayor está alegre, lo demuestra su expresión suave y la forma en que se abultan sus mejillas pálidas cuando sonríe un poco. Y cuando se encuentra directo con sus ojos...no sabe cómo interpretarlo, pero se siente igual a una gelatina.
—No vamos a regresar al apartamento todavía —lo detiene al ver que daba media vuelta para volver al edificio a pocas cuadras.
—¿Adónde iremos? —pregunta curioso.
—Se estrenó una película que estoy seguro que quieres ver, hasta compré los tickets.
Muerde su labio, ya sabe cuál es, participa su actriz favorita de protagonista. Está sorprendido, su hyung le hace el quite a las películas de dramas románticos, mucho más en el cine que se llena de "lloriqueos y besuqueos", incluso cuando le rogaba que lo acompañara ponía ese semblante asqueado y se quejaba, aunque la una vez accedió y se estuvo riendo en medio del momento clímax cuando él tenía lágrimas contenidas y desde ese día dejó de suplicar e iba con Seokjin o alguno de sus compañeros de danza.
—Compraré palomitas —dice sujetando el brazo delgado de su amigo para guiarlo a la fila de los confites.
—Vienen incluida junto a la entrada, la próxima vez que salgamos juntos no me quejo si corres con los gastos.
"Próxima vez". El corazón de Hoseok da brincos violentos, lo siente rebotar, nota su pulso acelerado y como la sangre calienta hasta sus orejas.
La próxima vez consentiría cada capricho de su hyung, quien básicamente está haciendo un acto de sacrificio pagando por el estreno de una película que no le interesa y una fuente grande de palomitas de maíz con caramelo, además de un tierno vaso promocional con la figurita de un pony, la misma que tuvo en la mira desde que salió a la venta.
Ríe bajito presionando la adorable naricita de corazón del caballito celeste. Debe admitir y con todas las emociones vibrantes a flor de piel que su amigo lo ha mimado más que a cualquiera. Y eran todos esos gestos que lo había tenido en el borde de los límites, constantemente frenando.
Ahora siente más que nunca lo difícil que es volver a frenar. Menos cuando le da un empujoncito cariñoso con el hombro y le sonríe extenso con los labios apretados.
—Gracias Por todo, hyung —estruja más fuerte el brazo ajeno entre los suyos.
Cuando se sientan Yoongi sostiene las palomitas entre las piernas y le recuerda la ocasión que junto a Nam lo engañaron para entrar a ver una función de terror, al primer sonido fuerte y espectro en la pantalla, el asustadizo chico volteó la comida de un salto brusco, su hyung tuvo que taparse la boca para no explotar en risas, mientras su otro brazo envolvía su estómago. Dejó un desparramo de maíces inflados y pegajosos que se adherían a las suelas de las zapatillas e internamente se disculpó con los trabajadores. Un completo desastre.
—No me lo recuerdes —se queja a susurros con las mejillas rojas.
—No puedes pedirme que no recuerde tus momentos cómicos, tengo montones almacenados para estar tardes enteras hablando de ellos.
Hoseok cubre la piel calientes con sus manos frías tras sujetar el refresco con hielo que entumeció sus dedos. Su hyung ha estado junto a él en una infinidad de ocasiones en que reluce su torpeza, reacciones y miedos exagerados.
—También tengo momentos tuyos, hyung.
—Lo sé —la sonrisa se mantiene porque no le da mayor importancia ni vergüenza a todo lo que ha visto Hobi en su pasado de insufrible adolescente, ni en su presente de letárgico universitario.
Yoongi se solía quejar que las citas en un cine eran aburridas, que se perdían oportunidades de compartir y prefería mil veces ver películas echados sobre una cama o arrimados en el sofá para hacer del encuentro algo más íntimo y cálido. Hasta ese minuto que halla cierto encanto en los ligeros roces de sus manos cuando escarban las palomitas, caricias que apenas se sienten y hormiguean sobre la piel, sumado a las expresiones que su amigo trata de mantener controladas, aunque se escapan los pucheros y sus ojos brillan. No puede decir que ha puesto atención al filme, observar a Hoseok es el mejor espectáculo de todos. Se toma cada segundo para disfrutar de su análisis minucioso.
Tiene consideración, porque espera una escena lenta, de las que sirven de relleno para entrelazar sus dedos. Hobi da un leve salto y mira la unión, apretando más firme el agarre.
Hoseok cree que podría morir, que su corazón dejará de funcionar correctamente. Muy rápido. El palpitar precipitado retumba en sus oídos. Nota el calor y su palma seguramente está húmeda, pero se niega a soltarlo y agradece que Yoongi deje pequeñas caricias con el pulgar.
Su hyung sujeta su mano y en un cine. Todos los clichés románticos que deseaba y no se permitía soñar se están cumpliendo...
Acaba con Yoongi apoyado en su hombro y Hobi contuvo orgullosamente los lloriqueos después de un final triste. El chico de cabello decolorado se estira con pereza, todavía sin soltar su mano, sin importarle jalar su brazo en el proceso.
No es mucho lo que comentan camino al apartamento, Yoongi ni siquiera se queja de la película o de las personas que se besaron a su lado, solo se limitan a intercambiar risas ligeras, miradas cariñosas y caricias cortitas. El pelirrojo se siente como en una nube, similar al día que volvió del fanmeeting.
Como que no logra convencerse de lo que está pasando.
Llegan y ambos buscan las llaves al mismo tiempo en sus bolsillo, Yoongi en más rápido y sus labios se curvan acompañados de una mirada triunfante. Hoseok entra primero, saca el vaso que había guardado en la mochila para dejarlo en la cocina al igual que las sobras de las palomitas de maíz que cargaba acunadas en uno de sus brazos, seguramente acompañarán el desayuno o la sesión nocturna de televisión.
Yoongi avanza hacia la habitación bostezando y a pasos lentos. Hoseok está quieto, procesando una tarde que definiría como una cita. Llena emociones vibrantes e ilusiones sobrealimentadas. Tantos mimos en un día fue como una glotonería.
"Porque fue una cita, ¿cierto?", quiere preguntar y no lo hace.
—Ven aquí —le llama con la voz ronca y tranquila.
El pelirrojo se acerca, apenas sonríe con nervios, los mismos que entorpecen cada movimiento. Yoongi mira sus ojos asustados y quiere tranquilizarlo. "Es mutuo" quiere decirle. En lugar de eso, acomoda las manos sobre su cuello, un par de caricias sobre la piel y luego presiona hasta bajarlo a la altura justa para que sus labios queden cerca, empuja un poco más y se encuentran en un roce suave. Presión blanda y fugaz que se extiende por menos de tres segundos.
—¿Lo intentamos? —dice bajito muy cerca de su boca, pensando que quizá debió preguntarlo antes de besarlo.
—Hyung... —consigue enunciar a duras penas en un murmullo quebrado. Todavía procesando lo que parece lejano e ilusorio.
—¿Estás enamorado de mí? ¿Estoy a tiempo para decirte lo mucho que te adoro? ¿Que me gustas? —todo el tiempo lo ha querido como amigo, un hermano, un confidente, un compañero indispensable. Solo necesitó el impulso tan necesario provocado por Hobi para darse cuenta a cuántas dimensiones podía expandirse esa enorme cantidad de cariño.
Hoseok envuelve su cintura estrecha con fuerzas. No sabe cómo responder porque las palabras no salen, incluso cuando quiere decir que sí hasta en los idiomas que no conoce hay un nudo que bloquea sus intentos por pronunciar algo. Su garganta está cerrada y el aire parece no ser suficiente.
Desconocía que la felicidad podía ser tan abrumadora.
—Entonces, ¿lo intentamos? ¿Seguimos juntos en otra aventura más?
No hay forma de negarse si es lo que ha deseado desde que Yoongi se instaló cómodamente en su corazón.
Cierra los ojos y empuja hacia adelante, se encuentra de nuevo con sus labios tibios y blandos que se mueven lento sobre los suyos. Hoseok cree que sueña, que capaz abre los ojos y la triste realidad es que está tendido en el colchón y Yoongi duerme en la cama de al lado dándole la espalda.
Abre la boca y la humedad de la lengua que apenas roza la suya dista bastante de lo ficticio. Abre los ojos también y su hyung está ahí. Lo está besando y no es un sueño. Es mejor que todas sus expectativas e idealizaciones...
Está con los pies sobre la tierra, pero siente que flota mientras las respiraciones y el aliento cálido se mezclan.
Su hyung murmura algo en relación al tiempo perdido y la cantidad de besos que deberían recuperar, las vibraciones de su voz rasposa cosquillean sobre los labios. Necesita reír, por eso y varias razones más.
Yoongi le corresponde. Tantas estaciones con el anhelo escondido bajo tierra y es como si el mayor escarbara con sus manos para encontrar la esperanza perdida de ese amor adolescente que siempre dio por fracasado.
...Como si le enseñara el tesoro maravilloso de ser correspondido.
***
Gracias por llegar hasta aquí ;u;
Me siento más fluff que persona uwu. Les amo 💜
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