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XIV. Efecto retardado

Está tendido en su cama de espaldas mirando el techo, analiza los desperfectos y desgastes de la pintura, también hay pequeñas manchas y se pregunta cómo llegaron ahí, quizá los anteriores arrendatarios aplastaron una mosca y quedaron los rastros del homicidio, esparcidos y en tonos grises en un lienzo que alguna vez fue de un absoluto blanco.

¿Cuántas peleas, desacuerdos y penas habrán ocurrido en ese apartamento? ¿Cuantos amigos y compañeros habrán explotado uno con el otro en tiempos de estrés? ¿Qué tan incómodo habrá sido estar bajo el mismo techo y sin hablarse? Al menos con Namjoon están a un piso de distancia y en diferentes clases, aunque sabe que los días tensos recién van a comenzar.

Hoseok nunca le ha dado motivos, solo enojos que duran poco y terminan en un abrazo silencioso. Después conversan, bromean y vuelve la paz.

Con Namjoon también fue así. Claro que nunca se había enfrentado a una decepción con alguien importante y no sabe cómo manejarlo.

Respira pausado sin dejar de examinar su objeto de interés. Si usa mucho la imaginación, una mancha tiene forma de caballito de mar desde cierto ángulo y con los ojos entrecerrados.




—¿Cómo puede seguir con esas heridas? Yo me habría desmayado en su lugar —Hoseok se arrimó más al chico pálido, haciendo una notoria expresión de desagrado por las explosiones y lo real que lucía la piel abierta.

Yoongi quiso decirle a Hoseok que seguramente se habría desplomado incluso antes de salir al campo de batalla, al primer estruendo de una bomba ese sensible sistema nervioso habría colapsado, pero su atención la absorbía la escena clímax.

—Está en shock, todavía no se da cuenta de la magnitud de sus heridas —comentó Namjoon, llevando un puñado de palomitas.


Tal vez algo así le pasa, no con el dramatismo del soldado malherido de la película que vieron años atrás, trasnochando antes de clases en su época instituto. Todavía no procesa, aún está entre flashes de los recursos que ahora cobraban sentido y las manchas del techo. No sabe la magnitud de sus heridas, porque de repente no duelen. Están ahí, sabe que la decepción surca en su pecho y poco rato atrás tenía cerrada la garganta, pero ahora es como si no sintiera.

Con las extremidades lánguidas extendidas en el colchón se limita a pensar en las manchas no definidas, en las señales que siempre estuvieron como el mini caballito de mar en el techo, pero que no se tomó el minuto de atención merecido para notar que existían.

Escucha unos pasos apresurados, zancadas por el pasillo del piso silencioso, la puerta abrirse y cerrarse. Respiración errática y una cabellera rojiza irrumpe asomándose en la habitación.

La mirada de Hobi es preocupación infinita, su frente brilla mojada y algunas finas hebras se desparraman en formas graciosas su piel. Camina hacia él muy lento y cuidadoso como si anduviera sobre un techo de vidrio.

"¿Tan frágil parezco?".

Hoseok sabe todo, por qué otra razón habría abandonado una fiesta y prácticamente llegar corriendo al apartamento.

—Nunca me fijé que había un caballito de mar en el techo —comenta incorporándose con los codos apoyados. Lo dice tranquilo acorde a las emociones que parecen temporalmente dormidas. Algo así como el shock del soldado herido.

Hoseok ve simples manchas e intenta descifrar a cuál se refiere. Perdido y confundido observa a Yoongi que luce demasiado calmado y eso le asusta. Piensa en los lagos que se ven como mantos azules y verdosos apenas ondeando mientras las corrientes remecen las profundidades.

Quiere romper el hielo preguntándole cuál es el supuesto hipocampo que nada en el techo. No sabe por dónde comenzar para sacar a su mejor amigo de ese lapso que lo tiene con la mirada pegada y movilizar todas esas emociones que circulan fuerte bajo las aguas tranquilas.

—Yoongi hyung —dice en un susurro, sentándose a su lado.

Hoseok es el desfibrilador que lo hace reaccionar, su corazón se agita y la sensación apretada en la garganta regresa al igual que la rabia que quema en su estómago. Es como si su cuerpo hubiera estado esperando a que llegara esa persona que sabe contenerlo para detonar.

Siente unos dedos rodear su muñeca, un tirón que lo hace chocar contra el pecho ajeno y un par de brazos que lo envuelven.

Tan cálido. Hobi es un sol.

Se queda aferrándose con una mano empuñada en la ropa y la cabeza sobre el hombro duro. Nota el olor a cigarrillos y a cerveza que alguien debió derramar en su ropa por accidente, se mezcla todo con el perfume y el cabello que huele dulce. Muchas veces le dijo que varíe del tipo de jabones y productos para el pelo que compra para ambos, ya que parecen una pastelería ambulante. Aunque una vez Jimin le comentó que le gustaba su aroma y le provocaba hambre...

Resopla pesado y cierra los ojos con fuerza.

Sería todo más fácil si tuviera a alguien a quien culpar, en quien verter su rabia. Imposible hacerlo con Jimin, el chico es amabilidad personificada y nunca dio señales de buscar algo diferente de él —nadie le mandó a ilusionarse y malinterpretar ese exceso de cariño que vierte en todos—, algo podría con Namjoon por esperar tanto para contarle, pero ya comenzaba a salir con Jimin antes de que proyectara su interés donde no había oportunidad de ser correspondido.

Simplemente pasó, ambos se gustan y él intentó meterse en una historia que no es la suya.

Las cosas pasan y no hay nadie a quien culpar, solo asumirlo.

No quiere perder la amistad de Namjoon, las noches improvisando y componiendo. No quiere perder la que está formando con Jimin, ni las conversaciones amenas, ni las sonrisas dulces. Puede evitarlo si enfoca su rabia y la digiere en lugar de hacer un berrinche, porque si hubo un momento que quiso soltar un puñetazo y gritar sin pensar, explotar como granada sin importarle los daños.

Entonces surge el efecto retardado. Suelta otro resoplido frustrado con las manos estrujando la camisa de su amigo y la sigue rabia quemando.

El berrinche lo hace. El berrinche lo aguanta Hoseok, quien escucha con paciencia y caricias en el pelo todas sus maldiciones. Con él puede mostrar todo lo vulnerable e infantil, sabiendo que no lo juzgará, lo necesitaba para poder explotar.

Se queja de lo injusta que es la vida y que quiere a alguien como Jimin a su lado. Menciona la envidia hacia Namjoon. Y agrega lo tonto y frustrado que se siente por no darse cuenta cuando tenía todas las señales en frente. Finalmente expresa lo que más le duele sobre sentir que Nam lo subestimó todo el tiempo.

—¡Son años! ¡Años que llevamos superando las cosas juntos!

Hoseok lo escucha sin detener las caricias. Va construyendo un poco la historia, todavía faltan varias piezas que las quiere oír de Namjoon.

—En la puta cara, lo tuve todo el tiempo al frente —dice cansado y con la voz ahogada—.Todos sabían, excepto yo, no tienes idea de lo estúpido que me siento. Apostaría que hasta tú lo sabías.

—Tenía mis sospechas, pero lo supe hoy también.

—Seokjin también lo sabía.

—Pero tampoco le correspondía decírtelo.

—Lo sé, eso no quita que me sienta estúpido —se queja y se deja abrazar nuevamente por su mejor amigo. Es reconfortante y desperdigar tanta rabia lo deja agotado que se desploma.

Hoseok parte a la cocina, se niega a prepararle un café a Yoongi que contribuya a un largo insomnio. Al contrario, saca una infusión herbal relajante que le regaló Seokjin a principios de mes, asegurando que funcionaban muy bien.

Espera a que el agua empiece a burbujear, aprieta los labios pensando en qué hubiera pasado de cambiar los hechos. De haber ido solo a la fiesta.

"...Si tan solo no le hubiera insistido a Namjoon".

Todo termina resumido en esa frase. Habría ahorrado, tal vez, el dolor a Yoongi y de paso la grieta que tardará en cerrarse. Asume que se acabaron los miércoles comiendo en familia y los viernes de panoramas en conjunto, por lo menos hasta que las cosas se equilibren.

Nuevamente se toma como tarea personal y no solicitada recoger las piezas rotas del corazón de su amigo. A veces a Yoongi le irrita que lo cuide tanto, pero no puede evitarlo.

—Eres como mi madre, Hobi —se había quejado Yoongi, llevando un cigarro a sus labios. 

—Dicen que a veces las personas se fijan en alguien con características parecidas a sus padres —bromeó Namjoon, quitándole el cigarro al mayor para dar una calada que picó en su garganta bajo la mirada desaprobatoria de Hoseok.

No sabe qué cara puso ese día que se saltaban clases escondidos en la azotea de la escuela, pero Nam nunca más bromeó con el tema. Se pregunta si el menor sabrá de los sentimientos que tiene enterrados, nunca lo ha conversado con nadie, ni quiere sacarlos de su escondite con la posibilidad de que si ven la luz no pueda regresarlos a su sitio.

Lleva las dos tazas humeante que hacen fruncir el ceño del chico de cabellos decolorados.

—Esto no parece ni remotamente a un café —se queja sujetando la taza que huele a jardín.

—Te quiero durmiendo, no trasnochando y pensando en las manchas del techo.

Y para su sorpresa logra dormir, sospecha que no fue por la infusión, sino por el cansancio físico del viaje de regreso y emocional que cerró los ojos completamente derrotado. 

Despierta cobijado y con pijama. Mira hacia la otra cama y Hoseok duerme con la boca entreabierta acurrucado hacia su dirección, de seguro batalló en cambiarle de ropa y meterlo bajo el cobertor.

Su amigo es adorable. Si no estuviera triste, el sentimiento de ternura le habría arrancado una sonrisa.

Se queda tendido en el colchón y busca el caballito de mar en el techo. No quiere levantarse y lo más probable es que no lo haga en todo el fin de semana. Ninguna razón parece válida para salir de casa y no armó ningún plan. Tampoco quiere ver a nadie adicional a su compañero de piso.

Hoseok le hace compañía, le propone panoramas que rechaza. Ni siquiera ha puesto un pie en el piso, le gustaría seguir durmiendo si tan solo siguiera con sueño. Está agotado, pero su mente sigue activa. Algo no coordina en su sistema. Sigue tendido y pensando ahora en las consecuencias. En lo incómoda que serán las prácticas de básquetbol, en los miércoles que no compartirán los cuatro.

Piensa en el lunes y que tiene que avanzar un trabajo con Jimin. No quiere que llegue. Desea detener el tiempo, no sentir y quedarse en cama con el peso de Hobi hundiendo leve la orilla del colchón, mostrándole algunos videos de animalitos. Uno que otro le hace sonreír muy poquito, le recuerda que a futuro quizá quiera un perro.

Hoseok le avisa que preparará algo para almorzar, pese a que se niega, argumentando que no tiene hambre. Su amigo, terco cuando quiere, llega con dos tazones de sopa de fideos instantáneos e insiste hasta que lo ve comer.

—Te preocupas demasiado por mí —murmura y no lo dice por hoy, ni por ayer, sino desde los inicios que se conocieron a la fecha.

—Sé que harías lo mismo por mí —responde con una sonrisa dulce que remarca ligeros hoyuelos en sus mejillas—, ya lo has hecho, recuerdo que metiste una hamburguesa a mi boca un día que no quise salir del salón de prácticas después de una mala calificación.

Revuelve el pelo rojo de su dongsaeng antes de hundirse bajo el cobertor.

—Si no quieres salir, me obligas a acostarme contigo.

—Adelante —palmea el colchón.

Hoseok no duda en dejar los tazones en el suelo y se mete bajo la ropa de cama. El cuerpo de Yoongi se siente tibio y disfruta del pequeño roce en su costado.

Recuerda cuando eran niños y el mayor ponía películas de terror a pesar de sus lloriqueos, entonces no quedaba otra que aguantar que lo estrujara por la noche, porque no existía posibilidad de dormir solo. Yoongi se quejaba y trataba de apartarlo, insistiendo que fuera valiente.

—Es ficción, sale de la cama y vuelve a la tuya.

—No, decía inspirada en hechos reales —respondía con pucheros y piernas enrolladas en las del mayor que se sofocaba aprisionado por las extremidades de su amigo miedoso.

En otras ocasiones, en días de frío principalmente, Yoongi se iba a su cama como si fuera un gato entumecido.

Al día siguiente Hoseok siente que el pecho se le aprieta. Nota a Yoongi ojeroso, párpados hinchados y rojizos. No dice que nada y lo envuelve en un abrazo apretado.

El chico pálido susurra un "gracias". En ningún momento ha puesto en duda que Hobi es definitivamente un punto crucial en su vida. Esas intersecciones y personas que te cambian y se entrelazan a tu destino.

—La mejor forma de agradecerme es que te comas lo que sea que traiga.

Cuando Hoseok sale con el aviso que regresa en menos de una hora, Yoongi intenta dormir de nuevo. Quiere dormir hasta que todo retorne a un equilibrio y no le duela la idea de ver a Namjoon y Jimin.

Duerme a sueño ligero, los ruidos y golpes en apartamentos vecinos lo despiertan, masculla alguna maldición y lo intenta de nuevo. Debería levantarse y darse una ducha, pero no siente ganas y desiste. Le enoja notarse así de decaído y derrotado, pero también hay otra parte de sí mismo que le dice que viva su decepción y autocompadecerse en la justa medida no es negativo.

No saca nada con forzarse a tener ánimos.
 
  
 
 
 

Hoseok escapa un breve momento al apartamento de Seokjin y Namjoon. El mayor le avisó que guardó almuerzo para ellos. Se encuentra con el moreno que abre la puerta, lo mira triste y está igual de abatido que Yoongi. Camina con total confianza al sofá y llama al menor a que se siente a su lado. Necesita terminar de armar la historia.

Se le hace difícil ver a sus amigos con esos rostros derrotados y apenados, pero sabe y, al mismo tiempo, le cuesta ponerse en la postura que no debe intervenir. Simplemente apoyar, aunque no comparte la tardanza de Namjoon y se tienta a recordarle que tardó demasiado, que podrían haberse ahorrado bastante si lo decía desde el principio.

Eso lo piensa porque no está en el lugar de ninguno de los involucrados...

Se le hace imposible plantearse la idea, Yoongi está demasiado metido dentro de él como para que llegue otra persona a ocupar ese sitio con facilidad. No ha pasado en años y duda que suceda.

Da un par de golpecitos en la espalda de Namjoon antes de recoger la fuente con arroz frito y estofado que Jin les dejó en la encimera.

Encuentra a Yoongi durmiendo de lado en la cama. No quiere decirle que si sigue así no tendrá sueño durante la noche. Acaricia su cabello claro y calienta la comida cortesía del mayor de sus amigos. Sabe que sacar a su hyung deprimido de su fuerte blindado entre el cobertor y el colchón será difícil, pero lo intenta a base de insistencia. Mucha. Insistencia y pucheros hasta que lo consigue.

Con varias quejas Yoongi arrastra los pies hasta echarse en otro sitio blando, el sofá. Mira sin hambre el estofado que huele tan bien. Lo acepta en silencio y se obliga a comer.

—¿Seokjin hyung lo preparó? —pregunta después de un primer bocado, distingue a la perfección su forma de condimentar los alimentos.

Hoseok asiente con las mejillas llenas. Yoongi solo come la mitad de lo que está en el plato diciendo que el resto lo dejará para después. Ahora no insiste y se limita a guardar lo que sobra en el refrigerador. La vida universitaria, el escaso tiempo y el dinero justo le han enseñado las maravillas de la comida recalentada. Almuerzo y cena juntos, mejor aún si queda para el día siguiente.

El resto de la tarde se resume en películas cómicas, que se supone que debía hacerlos reír. Yoongi no está de humor, pero sirve para distraerlo y sentir que la temporalidad no es una tortura en sí misma, sumado a lo agradable de los dedos que rascan su cuero cabelludo y lo cálido del muslo de su mejor amigo.

Olvida por un rato que no quiere que llegue el lunes.

Inevitablemente los segundos pasan y el sol se esconde. Hoseok recalienta las sobras del almuerzo y ya no ven películas, pero sí un reality que al pelirrojo entretiene y Yoongi detesta, aunque le sirve como blanco de rabia, entonces puede descargar todas las críticas que quiere sobre lo ridículo que le parece el programa y sus participantes. Descarga con esos desconocidos sometidos a pruebas absurdas.

—Esa es la gracia, Yoongi hyung, que sea ridículo para hacer reír a la gente.

Yoongi resopla, mencionado algo sobre lo básico del sentido del humor del público al que se dirige.

Siente como si se aferrara a las horas que quedan, pero justo cuando quiere sentir el lento paso del tiempo es cuando nota que no sabe en qué momento suspiró y el reloj avanzó. Lo acompaña una noche con insomnio, pocas horas de sueño y un despertar terrible. El baño no le ayuda a revivir, tal vez el café que Hobi le prepara sirve un poco.

Primera clase y verá a Jimin. De solo pensarlo se le hace incómodo y el estómago pareciera contraerse. No quiere, hasta sopesa la opción de saltarse historia del arte.

No, tiene que enfrentarlo. Además quedaron de avanzar en un trabajo para la asignatura por la tarde. No es justo que escape del chico que no tiene la responsabilidad de nada.

—No es necesario que te preocupes tanto, recuerda que ya he superado cosas así antes —le dice a Hoseok cuya mirada preocupada es explícita. Sabe que también ha sido con el apoyo de su amigo incondicionalmente a su lado—. Ensaya tranquilo hoy, sé que dejaste la práctica de lado por pasar el fin de semana conmigo.

Hace un movimiento afirmativo dudoso en respuesta y recibe una palmada en la espalda y un: —Ya, deja de compadecerme y esfuérzate para que te evalúen bien —le gusta cuando Hoseok obtiene los resultados que quiere y merece, por eso no duda en insistir que ordene prioridades.

Llega temprano a clases y busca su acostumbrado puesto al rincón en una fila media. Recuesta la cabeza sobre sus brazos dormitando unos cinco minutos, apenas escuchando el ruido de los compañeros que empiezan a llenar la sala. Una mano acaricia suave su hombro y escucha un "buenos días, hyung". Aprieta los ojos a voluntad, su corazón lo hace a la par. No quiere alzar la mirada. No quiere que Jimin note como su rostro será una transparencia de su sentir.

Lo hace y el rubio enseguida nota que su hyung está más pálido de lo habitual y los tonos oscuros se marcan bajo sus ojos. No es solamente un semblante cansado.

—¿Te siente mal, hyung? —pregunta preocupado.

—Estoy cansado —dice una verdad a medias—. ¿Cómo estás, Jimin-ah?

Cansado también —responde con una sonrisa pequeña, de las que no abultan sus mejillas ni achican sus ojos bonitos.

Ambos entienden que "cansado" pareciera ser la palabra clave para "consternado", pero no insisten en más detalles. Tampoco logran hablar tanto más en la clase cuando el profesor aparece recargado de maldad.

No le gusta ver la expresión decaída en Jimin que tiende a ser sonrisas y cuchicheos disimulados que a veces redirige algún regaño del hombre que extiende un monólogo aburrido con la frase de "esto puede aparecer en el examen".

"¿Jimin sabrá?", inevitablemente se lo pregunta, aunque más allá de lucir triste, no parece mostrar algo diferente en lo que respecta a cómo lo mira. No le transmite la tensión de "sé que te gusto, pero no puedo corresponderte".

Espera que no lo sepa. Al menos si algo puede hacer Namjoon por él es no contarle. Quiere enterrar lo que siente por su dongsaeng adorable. Quiere transformarlo y verterlo en el recipiente correspondiente. Jimin le ofreció todo el tiempo pura y llana amistad, ahí es donde quiere canalizarlo.

Reafirman el plan de reunirse en la biblioteca a trabajar después de las clases de la tarde. Su estómago está apretado y termina por saltarse el almuerzo, destinando el tiempo en dormir una siesta que lo ayude a sobrevivir el resto del día.

Siguiendo la tradición implícitamente establecida compra dos cafés, pide uno dulce y con crema para Jimin, siempre sonríe cuando le da un sorbo. El rubio aparece con dos muffins llenos de chips de chocolate y sus labios se curvan cuando prueba el líquido que casi quema su lengua.

—Gracias, Yoongi hyung.

Sonríe un poco y siente que es un enorme esfuerzo. Saca pedacitos del muffin y bebe sorbos del vaso, esperando que la cafeína y el azúcar logren activar su cerebro cansado. Avanzan y se reparten tareas para el viernes que volverán a juntarse.

Dentro de todo Jimin sigue siendo cariñoso y le ayuda a convencerse que está ajeno al conflicto con Namjoon, tampoco pregunta o insinúa algo.

Mejor así.

Los días pasan y es más consciente de lo molesto que es el dolor. Si bien Hobi es un buen analgésico, las secuelas de estar estar herido las siente cada vez que ve a Jimin o a su amigo moreno que le rehuye la mirada por el campus o en el edificio, no pueden evitarse cuando comparten la práctica de básquetbol. Quizá sea hasta un poco cruel pensarlo, pero es un alivio notar que está igual de mal que él. No querría ser el único sufriendo, pero eso surge desde el resentimiento, cuando la ola de rabia pasa, queda la tristeza y esa dosis de nostalgia, que a instantes le hace querer buscar a Nam, como cuando se topa con una buena canción y su primer impulso es querer mandársela diciendo "escucha esto".

El miércoles Hoseok lo busca apenas terminan las actividades del club con entradas al cine compradas. Incluso dice con la mejor expresión de chico valiente que se le antoja ver una película de terror. Adora a su amigo.

El jueves Seokjin lo llama para almorzar juntos, tratando de no abrumarlo con la preocupación, buscando algún tema distendido hasta que termina abrazándolo sin decir nada y cuando lo hace es para recordarle que también está ahí por si necesita compañía y alguien que lo escuche. Entiende que Hoseok y Jin estén intentando actuar como agentes neutros y les dejen espacio sin forzar reconciliaciones.

El viernes resulta más incómodo. Por la tarde se reúne con Jimin y su expresión cansada. Los dos usan la palabra clave para expresar sus estados anímicos. Beben café y comen bollos dulces mientras reestructuran el desarrollo de su escrito y seleccionan las citas que respalden sus planteamientos.

—¿Será muy adulador que lo citemos? Puede ser una buena idea.

—Hagámoslo, quiero aprobar esta cosa y a ese viejo le gusta sentirse referenciado, llena su ego —confirma y ambos intercambian una sonrisa cortita y cómplice.

Continúan llenando de post-it los libros abiertos, Yoongi está concentrado, tanto que se atora con saliva cuando la pregunta del menor cae de forma sorpresiva.

—¿Tuvieron alguna pelea con Namjoon hyung? Ya no los he visto juntos.

Corrobora que no lo sabe, que al menos Namjoon mantiene cierta lealtad hacia él. Casi lo suaviza pensarlo. Un poco, muy poco.

—Sí, necesitamos un poco de espacio —responde tranquilo, tomando un sorbo de café para humedecer su garganta que la siente seca.

Jimin asiente y prefiere no preguntar. La mirada de Yoongi pareciera suplicarle que no lo haga y hace caso a la petición muda por más que las ganas de saber qué está pasando lo instan a presionar por respuestas que Namjoon no le ha dado.

—Que hayamos peleado no significa que sea irreconciliable —dice para tranquilizar a Jimin y también a sí mismo.

Camino al apartamento, con el enojo enfriándose entiende quizás un poquito los temores de Namjoon que lo conoce desde la época más intempestiva de su vida. Durante la adolescencia era franco en exceso y resentido, varias veces sus amigos veían como alguna decepción se transformaba en lo imperdonable. Es decir, se había autodenominado como alguien rencoroso en aquel periodo, pero le resulta triste pensar que Nam se quedó pegado con esa imagen, siendo que siempre fue blando con él y Hoseok, son sus dongsaengs después de todo, los aprecia más que a nadie.

El Yoongi intempestivo de los dieciséis se había suavizado bastante con el paso de los años, por eso al reclamar "tan inmaduro crees que soy" fue escupir su dolor. El que su amigo no viera que con el tiempo había cambios más significativos que su color de cabello y cantidad de perforaciones en las orejas. 

Se sintió anulado y reducido a los dieciséis. Al chico denso, conflictivo e intransigente que se había esforzado en mejorar. Una lucha continua por sacar una mejor versión de sí mismo.

Su compañero de piso llega con sonrisa radiante y una bolsa de comida lista. Siente el olor al cerdo agridulce y el hambre parece regresar.

—A comer, que se enfría.

Se siente tan blando que se permite decir con todo el cariño que guarda: —¿Te he dicho que eres el mejor?

Y las mejillas de Hoseok se ponen a tono con su cabello y los ojos brillan contentos.

  

  

   

El sábado por la mañana termina de corroborar aquello que lo ha tenido inquieto. Hoseok le pidió que fuera a comprar provisiones de emergencias como fideos instantáneos y alimentos congelados, además casi no queda café. Va a la tienda más cercana y en menos de media hora retorna con dos bolsas, una colgando en cada brazo. Pretende volver a dormir para trabajar por la tarde en su tarea de composición. La planificación perfecta.

Se topa con Namjoon de frente y su mirada apenada. Se encuentran en las escaleras, la mayoría de residentes las prefieren en lugar del ascensor que cruje y huele extraño.

—¿No le has contado a Jimin? —es lo primero que le dice después de una semana de evitarse.

El moreno niega forzándose a mantener la vista en Yoongi.

—Bien —es un alivio escucharlo—, por favor, no lo hagas.

—No me corresponde decirle.

No quiere que la relación con Jimin se vuelva extraña y aprecia que Namjoon pueda dejar el asunto solo entre los dos.

La mirada triste inevitablemente suaviza el enojo, incluso su decepción. Sigue siendo blando con él. Eso no ha cambiado con los años.

  

  

***
Muchas gracias por el amor que le dan a este hijo ;u;

¡Les deseo a todas/os/es un bonito 2019! Y les mando montones de cariños 💕

jinniealpaca
I💜u con todo mi ser, gracias por otro año más de muchas risas, shippeos y el apoyo a estos hijos cuando ni siquiera tenían forma definida y en general porque me diste ánimos para publicar cosas y no dejar por ahí escritos perdidos. Aquí tendrás a este fiel pudú siguiendo todos tus preciosos Taejin y lo que sea que hagas ;D

itsjeonjimin Yarelinus butterfljin Arllin-95
Les dejo montones de agradecimientos >n< una de las cosas lindas que me dejó el 2018 fue haber podido conocerlas a través de sus historias ❤️ que nunca les falte la inspiración para que sigan disfrutando y haciendo trabajos hermosos.

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