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IV. Abnegado

Mira las expresiones embobadas de sus amigos, Jin celebrando que Taehyung aceptó las galletas y Yoongi sonriendo un poco. Ambas cosas alegran a Hoseok, considera que los menores son buenos chicos por lo que ha podido percibir y mayormente basado en un juicio intuitivo.

Por lo general su intuición es buena cuando se trata de cuidar a sus cercanos. Más de una vez le dijo a su hermana "no me gusta tu novio" y resultó ser un desastre de relación. Luego ella se quejaba diciendo que atraía tragedias con sus comentarios y al final, después las semanas de introspección, admitía que sí, que eligió mal.

Le gusta ver ese sutil brillo en la mirada de Yoongi que aparece cada vez que el pequeño rubio se cruza en su camino, aunque le duele un poco en el pecho, lo más importante sigue siendo el bienestar de su mejor amigo. Hoseok ya tenía delimitadas sus prioridades, "desde tiempos remotos", había dicho medio en broma y bastante verdad cuando le manifestaba que se preocupaba mucho por él.

Lo importante es que Yoongi no está haciendo una mala elección.

Entonces, cuando dijo "me gusta Jimin" no fue una sorpresa, empezó a sospechar cuando lo veía saludar y sonreírle al chico de primer año, porque su amigo casi nunca sonreía gratuitamente al mundo. Imposible.

Recuerda que fue difícil ganarse una sonrisa de Yoongi. Evalúa la probabilidad que Jimin es un único y verdadero encanto de persona o que su amigo era mucho más amargado en su preadolescencia y los años lo han suavizado.

Lo conoció al ingresar a la escuela elemental. Vio un rostro pálido, cabello negro casi cubriendo una mirada seria y apática. "Siéntate en otro lado" fue lo primero que le dijo sin alzar la vista. Para Hoseok fue un desafío y su logro personal lo obtuvo cuando al final de la etapa escolar dijo "gracias por estar a mi lado", después de años apoyándose y acompañándose.

Hasta los diecisiete años no consideraba la posibilidad de visualizar a Yoongi como algo diferente a un mejor amigo, a un hermano con quien no compartía lazo sanguíneo. Solo que las líneas que separan los matices del cariño son finas y difusas. Tampoco había considerado que le gustara un chico. Simplemente pasó.

Yoongi salió con algunas chicas, algunas relaciones fueron buenas, otra no tanto —las preveía igual que con su hermana—, pero no recuerda haber sentido celos en ese entonces. El punto de no retorno fue cuando su mejor amigo comenzó a salir con un chico. Los celos no aparecieron de inmediato, ni cuando Yoongi pasaba más tiempo con el sujeto en cuestión que con él, sino al corroborar que era una mierda de persona vestida de corderito y le hacía pasar malos ratos a su amigo. Algo imperdonable.

Ahí se instaló la rabia quemándole el estómago, junto al pensamiento "podría hacer feliz a Yoongi, solo tendría que mirarme". Se asustó con la idea, ¿se estaba imaginando de pareja de su mejor amigo? Un perturbador cosquilleo apareció en su vientre cuando le dio forma y lo puso en palabras.

Al principio intentó convencerse que eran proyecciones por la cercanía con su amigo, casi hermano, compañeros de aventuras y por la forma que le afectaba intentar reponer ese corazón que se quebraba una y otra vez. Sumado a la confusión adolescente en su exploración de la sexualidad.

Quiso creer que le gustaban los hombres y estaba volcando su deseo en Yoongi. No quería enturbiar el vínculo fraternal, amistoso y puro con sus hormonas mal enfocadas.

Emprendió su exploración y supo que no conseguía fijarse en otro chico por más pálido y mirada fría que tuviera. No eran Min Yoongi. No provocaba que sus cimientos temblaran con violencia. Besarlos resultó insípido, porque no eran los labios delicados y rosados que deseaba probar. Obviamente no rozaban sus específicas expectativas.

Volvió a salir con chicas. Siempre pensando que quizás necesitaba proyectar mejor su afectividad. Tampoco funcionó.

Intentó explicarse de mil maneras lo que sentía por su pálido amigo, pero ningún argumento era satisfactorio. No le quedó otra que admitirlo, tomarlo y guardarlo en algún rinconcito de su ser. Una y otra vez cuando el sentimiento regresaba como fantasma en pena.

Lo que no está en discusión es que Hoseok quiere que su amigo esté bien y feliz, y si Jimin hace que su amigo sonría, hará lo posible por apoyar la futura relación, aunque le queme en el pecho la idea, pero se fuerza a mirar las cualidades positivas que hacen al rubio un buen chico, amable y dedicado, que no duda en ayudar a sus compañeros a aprender los pasos de la coreografía cuando están en dificultades. Siempre sonríe y comparte la comida. Es tierno, conoce los gustos de Yoongi y se inclina hacia personas dulces.

—Te ves menos amargado, Yoongi hyung —Hoseok le pica la mejilla blandita—. Jimin te hace bien.

—¿De qué estás hablando? —frunce el ceño y se aparta.

Hobi ríe y le aprieta el hombro, notando como las pálidas mejillas están de un leve tono rosado. Se ve bonito, aunque ese pensamiento lo guarda para sí mismo.

—¿Dónde iremos? —pregunta Jin todavía con la sonrisa en los labios y mirada soñadora.

Los miércoles es parte de la rutina salir y comer hasta reventar. A veces también lo hacen los viernes, que suelen ser noches de fiesta, de karaoke o de películas con cervezas y los experimentos culinarios de Seokjin. Depende de los ánimos, clima y panoramas disponibles. Aunque la mitad de semana es día sagrado en la agenda grupal.

Los cuatro se mantienen cercanos, una especie de segunda familia y les facilita vivir en el mismo lugar. Están a solo un piso de distancia, en unos apartamentos viejos y pequeños, pero con arriendos baratos y cerca del campus universitario, haciéndolos codiciados por los estudiantes, quienes hacen filas esperando que se libere un espacio.

Hoseok tenía un sunbae viviendo ahí, quien le avisó antes de desalojar. Junto a Yoongi corrieron con dinero en mano a reclamar su cupo de arriendo. Namjoon tuvo la suerte de ser reclutado por Jin que necesitaba un nuevo compañero de piso para dividir gastos, después que uno de sus amigos egresara.

El plan original era arrendar junto a Namjoon, pero cambió para mejor, habrían estado hacinados los tres y Yoongi estaría en constantes quejas por los estragos causados por su habilidad natural tendiente a la destrucción y las inquilinas de paso que solía llevar el menor a pasear por su cama.

Se reparten tareas simples, Seokjin tiene lavadora en su apartamento y la usa para los cuatro. Yoongi repara las cosas que Namjoon suele romper o los desperfectos técnicos. Hoseok hace las compras y ayuda en el orden. Namjoon es bueno con los números, se encarga de hacer rendir el dinero y pagar las cuentas o cualquier trabajo que sus manos no puedan arruinar.

Funcionan como una familia y se siente feliz de estar con ellos.

—¿Harán algo el viernes? Hay una fiesta —pregunta el mayor del grupo antes de llenarse la boca con comida.

—Hyung, siempre hay alguna fiesta los viernes —acota Yoongi remarcando lo indiscutible.

—Esta es especial, la organizamos para los chicos nuevos que quieren meterse al área dramática.

—Lo siento hyung, tengo planes.

Todos los pares de ojos caen fijos sobre Namjoon, quien afirma el vaso que casi da vuelta sobre la mesa. Si no especificó los planes, Hoseok sabe que hay algo escondido.

—¿Conociste a una chica? —pregunta lo que le parece más probable, levanta ambas cejas y curva sus labios.

Namjoon empieza a enrojecer tanto como el cabello de Hobi.

—¿Estás saliendo y no me has contado? —cuestiona indignado Seokjin.

—¿Están saliendo en plan novios o es de las primeras citas? —inquiere Hoseok con la sonrisa más amplia que antes.

—¿Quién es? ¿La conozco?

—Dejen de agobiarlo, ya nos dirá quién es la desafortunada —bromea Yoongi, aunque la curiosidad también le pica y espera que caiga ante la insistencia de sus amigos.

La cara de Namjoon expresa incomodidad y niega repetidas veces.

—Cuando haya algo serio con alguien, serán los primeros en saberlo —asegura tras un suspiro resignado.

—Si solo quieres follar con ella podrías llevarla a la fiesta —sugiere Jin, jugando con los palillos. No piensa rendirse y no conocer a la chica que tiene a su amigo en las nubes.

Porque todos concuerdan que Namjoon está distinto. Hay algo que lo tiene radiante y condenadamente distraído, por consiguiente, exponencialmente más torpe.

—Yo sí iré hyung, quiero invitar a Jimin, además él llevaría a tu alien favorito, quien por cierto, quiere meterse a drama y artes escénicas.

Los ojos de Seokjin brillan ilusionados y deja escapar una pequeña exclamación, olvidándose por completo del tema de la chica incógnita.

Hoseok se fija que Joonie tiene una mirada distraída y supone que es porque piensa en su cita del viernes. Se aventuraría a decir que a su amigo le gusta la chica en cuestión. Lo conoce bastante bien para darse de cuenta de esos detalles, como diferenciar cuando sus sonrisas son tranquilas o nerviosas, los matices en su tono de voz, el cambio sutil en su semblante. Lo conoce casi tan bien como a Yoongi.

Llevan juntos desde el instituto, aunque iban en clases diferentes, compartían los recesos y almuerzos los tres. A veces se escapaban al cine o parques si el día estaba soleado, en lugar de pasar la mañana en los pupitres con la vista frente al pizarrón, luego Namjoon reforzaba con ellos las materias perdidas.

El chico era —y lo sigue siendo— un maldito genio, sus notas eran de las más altas de la escuela y era lógico que la directora regañara a Yoongi y Hoseok por ser la mala influencia para su estudiante estrella. Y lo volvió a repetir el día de la ceremonia, junto a los padres de Namjoon cuando el chico genio postuló a una carrera en la facultad de artes en vez de alguna con mayor prestigio y futuro.

Para Hoseok fue más como un sueño hecho realidad haber ingresado a la misma universidad con sus dos amigos más cercanos.

Si tuviera que resumir su vida en pocas palabras diría que se siente bastante feliz, aún cuando es consciente que esa dimensión compuesta por la atracción y deseo hacia Yoongi no tiene asidero.

No se siente en la friendzone cuando Yoongi hace cosas agradables o le dice algún cumplido y al mismo tiempo remarca la importancia de tenerlo como un amigo que siempre está ahí. No puede sentir que su afecto es menospreciado, porque no espera que se lo devuelva de la misma manera, por más que la idea le guste y sea un sueño a años luz que le diga que le quiere más allá de los límites ya claros y fijados entre los dos.

Sería injusto con Yoongi reclamar y exigir una reciprocidad. Entiende muy bien que no todo es bilateral y debe lidiar solo con sus sentimientos proyectados por su mejor amigo, quien simplemente se ha esforzado en cumplir con ese rol. No debe hacerse ilusiones.

A Yoongi le gusta Jimin. A Yoongi le gustaron otras personas antes de Jimin. Hoseok no era una de ellas. Lo sabe, lo asume y no quiere poner sufrimiento innecesario en su relación.

—Hobi, Jin hyung comenta que se acabó el detergente, tenemos que pasar a comprar.

¿Tanto se distrajo que pasaron de conversar de la fiesta a las compras semanales? Yoongi lo mira con el ceño fruncido.

—Estás igual de distraído que Namjoon —se queja.

—Recordaba cuando nos saltábamos las clases en el instituto —dice para zafar, dando un par de palmaditas en el hombro de su amigo de cabello decolorado. Al fin y al cabo, no era exactamente una mentira. Una verdad a medias, más bien.

—Ustedes eran una mala influencia para mí —Yoongi pone una mano en su pecho para aportarle dramatismo a la interpretación.

Seokjin no pierde la oportunidad de preguntar por detalles de las locuras de adolescentes de sus dongsaengs, atrayendo miradas de mesas ajenas en respuesta a su risa escandalosa.

Al terminar la comida separan caminos, Jin y Namjoon regresan al apartamento; Hoseok y Yoongi con lista en mano emprenden rumbo al supermercado, las compras semanales no se hacen por arte de magia, por más que el chico pálido quisiera.

—No son tantas cosas, hyung, puedo hacerlas solo si estás cansado y quieres regresar —sugiere al verlo bostezar y estirarse de una manera gatuna que le produce ternura.

—¿Me estás echando? ¿Te aburriste de mi compañía?

—Jamás —dice entre risas y niega con la cabeza.

—Bien, porque ya hiciste el pacto con el demonio, me vendiste tu alma y no te puedes liberar de mí.

Y Hoseok sabe que hay mucho de cierto en esa frase. No puede y no quiere liberarse de Yoongi, de lo que siente por él. Es como si le hubiera entregado su alma, solo que Yoongi está lejos de ser un demonio. Tiene que volver a tierra segura, no quiere alimentar ilusiones de forma tonta, siempre se fuerza a no hacerlo. Y sabe a quién traer a la conversación para aterrizar.

Algo que le enrostra cuál es su posición en la vida de su hyung.

—Si piensas invitar a Jimin hazlo pronto, estamos a miércoles y mañana tienes práctica de básquetbol.

—Sí, le escribiré más tarde, mañana no coincidimos en ningún horario. ¿Crees que quiera ir?

—Arriésgate, no veo que pasen tiempo en otro lugar que no sea la universidad.

Hasta la fecha Yoongi solo había compartido con Jimin en la biblioteca, clases o la cafetería cuando se topaban. Quiere que su amigo avance y se empieza a preparar mentalmente de antemano para cuando tenga que dejar alguna noche el apartamento libre. El simple acto de pensarlo le pincha dolorosamente, pero se obliga a imaginarlos en una relación, como si fuera lo que tiene que pasar, las páginas que siguen del libro. Algo que está escrito y sellado.

Desde que entraron a la universidad no había tenido que afrontar esa situación, más bien fue al revés, Yoongi pedía alojo en el piso de Seokjin y Namjoon algunas noches, cuando creyó haber encontrado a la chica que le sacaría a su mejor amigo del corazón. No alcanzaron a prolongar la relación más de cuatro meses por razones obvias. Lo que está tapado bajo kilos de tierra no quiere decir que haya dejado de existir. Lo suyo no se desintegra con el tiempo.

—¿No llevarás a nadie?

—Nope.

—Conoces a media universidad, seguramente no te sentirás solo en ninguna fiesta.

Hoseok iba a rebatir, porque conocer a media universidad queda muy amplio, quizás a un tercio de la facultad de artes podría acercarse más, pero un tirón en su brazo lo detiene. Habían llegado a la tienda y es Yoongi quien se percata antes que él.

—Estás muy distraído Hobi, de ahí me contarás por qué, primero salgamos de esto que quiero llegar a dormir —se queja apoyándose en el hombro del pelirrojo.

Let's go~ —canta con entusiasmo—. No quiero tener que cargar con todas las bolsas.

—Solo vine a ofrecer mi compañía, no a cargar bolsas —recarga más de su peso contra el cuerpo ajeno.

Hoseok siente el calor traspasándose a través de las ligeras capas de ropas. Está bien con eso, con la cercanía comedida y todos los pequeños gestos que le provocan un hormigueo en el estómago. Le gusta y puede seguir alimentándose de ello y quiere creer que no necesita exigir más.

Tampoco se atrevería a pedir más.

Yoongi le sonríe un poco con los labios cerrados y se convence que eso es la dosis que necesita en el día.

Puede seguir con ello. Tiene las sonrisas de labios cerrados, otras en las que muestra tiernamente las encías y los pequeños dientes alineados cuando está feliz. Se tensa cada músculo y contrae sus manos, ya que Yoongi es muy lindo y siente que lo mira como a una exposición tras un vidrio.

Muy cerca y muy lejos.

"Puedo seguir".

Porque siguen juntos de todos modos y los kilos de tierra aplastan bien lo que no quiere que se note.
 
  
 
 
  
  
  
  
***
Aw, me da penita la posición de Hobi u.u

Gracias por leer, votar comentar <3

Cariños para todas/os~ >u<

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