Renhyuck
Muy bien, Donghyuck estaba al borde de las lágrimas de frustración.
Llevaba meses coqueteando con Renjun y finalmente había logrado un avance que podría arruinarse esa misma noche. ¿Por qué? La razón era tan simple como que no encontró el jodido encendedor para encender las velas y la comida se había arruinado mientras buscaba esa estupidez.
Ahora estaba sentado en su sofá con una mueca de dolor, ya que se quemó al sacar la bandeja del horno y sus manos todavía ardían por ello.
Literalmente, todo estaba saliendo mal y ni siquiera había llegado Renjun.
El timbre sonó, y Donghyuck se frotó el rostro por lo irónico de la situación.
No esperó más para ir hasta la puerta y abrirla, encontrándose con el chico más precioso que conocía, con esos ojos oscuros, su piel tan radiante y esa sonrisa tímida que siempre mostraba a los demás.
─ ¿Vas a seguir suspirando por mí o me dejarás entrar?─ el castaño se apartó, dándole paso a Renjun para que recorriera el lugar al pasar. ─ Hyuck.
─ ¿Sí, Renjunnie?
─ Tengo muchas preguntas en este momento y quiero que las respondas, por favor─ con ese tono de voz, podría pedirle que robara un banco y él lo haría con todo el ánimo del mundo.
─ Dispara.
─ ¿Por qué huele a quemado?─ empezamos fuerte, pensó Lee.
─ Solo te diré que ya no tenemos cena─ la seriedad en el rostro del más bajo lo preocupó.
─ Ahora explícame tus manos rojas y el traje elegante.
─ Me quemé... sobre el traje, quise verme adecuado para ti─ cuando Renjun no dijo nada, apartó la mirada hacia otro lado, avergonzado, mas no se esperaba las adorables manos del castaño sobre su pecho, acariciando con tranquilidad hasta llegar al cuello. ─ Ren...
─ Diría que te ves increíble, aunque la pajarita es demasiado, Hyuck─ el color subió al rostro del moreno, balbuceando antes de apartar las manos ajenas y quitarse él mismo la corbata.
─ ¿Qué tal ahora?
─ Era una broma.
Donghyuck lo miró indignado, mas no dijo nada cuando Renjun se apartó de él.
Lo siguió con la mirada hasta que este se detuvo junto a la mesa.
─ ¿Por qué las velas están apagadas?─ cuestionó el mayor.
─ No encuentro mi encendedor...
─ ¿No pensaste en prenderlas con las llamas de la cocina?
─ ¿Te estás burlando de mí?─ la risa de Renjun respondió a eso.
─ Es divertido ver cómo tratas de hacer algo romántico, nunca pensé que te vería de esta forma─ aclaró.
─ ¿Ocho años de amistad y jamás te diste cuenta de lo romántico que puedo ser?─ bromeó, soltando su cuerpo al entrar en una conversación apartada de la situación.
─ Pues no, pensé que comeríamos pizza y veríamos unas películas como antes─ el sofá se hundió con el peso de ambos cuando decidieron sentarse─ me gusta el Hyuck de siempre, no intentes impresionarme.
Huang llevó su mano hasta el regazo del moreno, tomando los dedos que descansaban ahí.
─ ¿En verdad?
─ Lo juro─ sonrió.
Después de su pequeña confirmación honesta, decidieron trabajar en equipo para terminar la supuesta velada arruinada.
─ Muy bien─ Haechan se levantó abruptamente, renovado de felicidad─ iré a preparar una maravillosa pizza congelada que tenía guardada por si acaso.
─ ¿Tan poca fe te tienes?─ Renjun lo siguió, compartiendo el espacio cuando llegaron a la cocina.
─ Sabes que sí.
Mientras esperaban, compartieron grandes recuerdos y estupideces que hicieron de pequeños, incluso momentos vergonzosos que Huang no le permitió olvidar.
─ Todavía me pregunto... ¿por qué Jeno sigue siendo tu amigo?
─ ¿Es broma?─ resopló─ el muy maldito me debe su relación de diez años con Jaemin.
─ Los encerraste en un armario por cinco horas hasta que Jeno se orinó encima...
Hyuck parpadeó.
─ Okey, eso lo había olvidado, pero con eso demostré que Jaemin lo amaba incluso así de humillado─ chilló cuando Renjun le pegó un manotazo en la nuca.
Cuando la pizza finalmente estuvo lista, la sacaron del horno y se sentaron en la alfombra frente al sofá para comerla.
─ Esto es una de las pocas cosas que no arruino al cocinar─ balbuceó, tropezando con sus palabras porque ni siquiera se dignó a tragar el trozo en su boca.
Renjun se rió antes de pellizcar su mejilla en castigo.
─ Eso solo porque tienes que girar una perilla del horno.
─ Algo es algo.
La cena improvisada terminó y ellos se mudaron al sofá, buscando una película en la televisión. Renjun apoyó la cabeza en el hombro de Haechan mientras este cambiaba de plataformas.
Suspiró, cerrando los ojos y sintiendo una linda calidez en el estómago.
Realmente amaba al torpe y preocupado moreno que se encontraba a su lado.
─ ¿Estás bien? Si estás cansado, podemos ir a dormir.
─ No, es solo que... me siento muy cómodo aquí─ lamentablemente el mayor se perdió el sonrojo del más alto.
La noche avanzó, y Donghyuck recibió a Renjun en un abrazo cuando el sueño empezó a presentarse en este. Ignoró la película, prefiriendo acariciar y admirar el bonito rostro del chino.
Besó su cabello antes de cambiar sus posiciones a unas más cómodas.
─ Renjunnie...─ susurró.
─ ¿Hmm?
─ Te amo.
─ ¿Mordido un perro?─ un dedo golpeó su costilla con reclamo.
─ No seas tonto─ las risas bajas se perdieron en la película de fondo.
─ Hyuck─ su voz se volvió seria, pero tan suave como Haechan prefería─ también te amo.
La atmósfera se llenó de calidez y amor cuando se quedaron dormidos en el sofá, con sus brazos rodeando al contrario y unas sonrisas en los labios.
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