Ch2 La llamada del destino
Cuando eran niños, Miguel y sus amigos le jugaban bromas pesadas a ese niño flaco y desgarbado llamado Camilo. Los adultos en lugar de detenerlos, les motivaban a continuar diciendo que eso ayudaría a que Camilo se volviera "una persona normal".
En verdad eran muy idiotas.
Su vinculación con el mundo del arte, el viajar e irse a la ciudad lo hizo cambiar bastante. Con el tiempo entendió que hay muchas personas como Clementina en el mundo, pero en una pequeña comunidad indígena y pobre como la de ellos la transición de Camilo a una mujer fue muy traumática. Entre el machismo, la homofobia y el poco conocimiento de su gente, nadie pudo ayudarlo.
Camilo se fue del pueblo un año antes que Miguel, poco después del horrible incidente que casi arruinó sus vidas. Sólo al irse del pueblo pudieron estar bien.
Miguel tampoco era la misma persona que antes y este contrato significaba todo para la persona que más lo apoyó tras viajar a la ciudad. Aunque temeroso de que su vergüenza más grande salga a la luz, él estaba obligado a sacar ese trabajo adelante por el bien de todos los que confiaron en él.
―Si necesitas algo durante tu búsqueda dime ―. Continuaron el resto del viaje en silencio.
Hay muchas maneras de llegar a Bariloche desde los Andes, pero a Miguel le gustaba el paso de Puerto Montt por la vista al impresionante lago Nahuel Huapi. Las aguas azules oscuras profundas capturan la imaginación de quien llega a verlo, nadie sabe exactamente cómo es el fondo del lago o que habita allí y esa magia se une a su valor turístico pues las montañas cercanas son un gran resort de esquí en invierno. De lejos, apenas si se distingue a la distancia la población de Bariloche y detrás de ellos un enorme cerro y remanentes del bosque andino de la Patagonia.
―Hermoso― susurran los dos jóvenes al ver el lugar.
Poco antes de llegar Clementina empezó a peinarse y maquillarse según acostumbran las mujeres chaman de su pueblo y de a poco sacó collares, aretes, pulseras y un vestido largo negro. Clementina desapareció en el baño del autobús y regresó al asiento diez minutos después. Lucía simplemente hermosa. Su cabello largo dejaba dos mechones rebeldes libres, enmarcados perfectamente por el cintillo y aros de plata que resaltaban su frente y pómulos anchos, pero lo que más le llamaba la atención era el pequeño lunar a escasos milímetros de la comisura izquierda de sus carnosos labios y la media sonrisa que portaba, al igual que la profunda tristeza de sus ojos.
Miguel se quedó embobado por varios minutos.
Clementina lo mira de reojo y sonriendo cuasi-coquetamente le pregunta ―¿y tú vas a salir así, no te vas a arreglar?
Miguel negó con la cabeza ―Yo soy bonito, así como soy, muchas gracias.
Clementina se encogió de hombros y continuó aplicándose colorete al rostro.
No tardaron en llegar a Bariloche y Miguel decidió ayudar a Clementina a bajar las maletas quedándose detrás mientras ella salía con su bolso de mano a buscar un taxi. No esperaba nada de tal acción, quizá sólo compensarla un poquito por no haberla tratado mejor en el pasado.
Los giros del destino están generalmente donde no lo esperas, en aquellas cosas realizadas por impulso, en aquellas que haces porque el corazón te dicta realizarlas, en un asiento cedido, una taza de café extra con amigos, cinco minutos jugando con un perro.
Cuando está cerca de la puerta del autobús Miguel escucha unas voces decir ―Pues señorita. Nosotros no esperábamos esto.
―¿Esto? ¿A qué se refiere?
―Pues esto, usted. Es usted maricón. Nosotros contratamos una organizadora de eventos seria y usted resulta ser una mapuche drag. ¿Qué van a pensar los turistas que esperamos atraer?
La sangre de Miguel se congeló.
"Es necesario respirar" pensó Miguel. Hay que entenderlos un poco. Es tiempo de fiestas, la comunidad de Bariloche necesita atraer el turismo que lleva meses en picada por las horribles muertes ocurridas. Las autoridades y ciudadanos quieren organizar un gran festival en el pueblo y todo está dispuesto con motivos de celebración. Ellos están esperando con ansias quien ha de destacar en el festejo. Ha llegado la persona que ha de organizarlo todo y para sorpresa de este pequeño pueblo conservador por error se ha contratado a una compañía de drag.
Sólo que todo es un error. Ellos han confundido a Clementina con Miguel sólo por verla con ropa tradicional. Pero ella no es drag, simplemente es una chica transexual vestida con ropa ceremonial. Por lo bajo escuchó decir a alguien ―Yo te dije que contratar indios es mala idea, debimos irnos por la propuesta del k-pop. Eso les gusta a los jóvenes estos días.
Miguel alguna vez fue un imbécil con Camilo, pero es mapuche y nadie se mete con su gente. Miguel está de mal humor, pero debe pensar en cómo actuar, si se enoja y rompe el contrato o se enfrenta a los prejuicios.
A la mierda con todo. Si huye o si se queda callado Claudia le cortará las bolas.
No le queda más que usar todas sus habilidades histriónicas para salvar la situación.
―Pues va a ser una lástima. La señorita Clementina aquí presente es la mejor organizadora de eventos de la comunidad y si ustedes se atreven a romper contrato no sólo van a tener que pagar una multa también podemos demandarlos por los comentarios que hicieron y no tienen tiempo para traer otro organizador, otros artistas y preparar el evento esta semana.
―Señores y señoras ―dice Clementina―, les garantizo que el evento será de calidad y tendrá los más altos estándares de representación artística. Será un espectáculo que no olvidarán.
―Siendo así será mejor que ustedes hagan su trabajo y nosotros el nuestro. Por su bien y el de todos esperemos que el festival sea exitoso ―reclama una anciana de piel clara y cabello plateado.
El hotel al que los llevaron era bonito. Las habitaciones, aunque sencillas, tenían todas las comodidades del caso. Minutos después de quedarse solos Clementina ya está golpeando la puerta de Miguel.
―¿Por qué simplemente no les dijiste que tú eras el organizador de eventos?― preguntó molesta Clementina.
―¿Qué? Pero si te estaban molestando, ¿cómo podría simplemente aceptar que te humillaran? ―increpó Miguel. Además, él sí tiene un grupo drag entre sus artistas, y ellos se molestarían muchísimo con él si dejara que un grupo de viejitos conservadores le manipulen. Sin embargo, al momento es mejor no mencionarlos. Clementina está muy enojada.
Ella se rio amargamente ―Como si tú y todos los demás no hicieran lo mismo. Como si supieran lo que se siente. No entiendes nada. Nunca entiendes nada.
Claramente eso no fue por lo de hace un momento.
Miguel optó por juntar los recuerdos dolorosos de ellos en una sola oración ―Clementina, yo, lo siento mucho.
Clementina no pudo ocultar el dolor de su voz, ya había pasado demasiado tiempo para que un "lo siento" cierre las heridas ―Vete al diablo, espero que esto no dañe mi contacto con los espíritus.
¿Espíritus?
Miguel se tensó y preguntó ―Clementina ¿tú eres como Sandra verdad?
Ella suspiró y sonrió tranquilamente ―Algo parecido. Soy una machi weye. Yo llevo dos almas en mi interior.
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