Ch11 Felices juntos
El corazón de Clementina se aceleró en su pecho mientras miraba los distintos links que les habían enviado. Ella deseó que su mano dejara de temblar mientras procesaba la información. ¿Una conspiración tal vez para encubrir criminales de guerra? ¿Eran sólo humanos utilizando un mito para encubrir sus crímenes? ¿O eran humanos usando artes místicas para cubrir sus crímenes? ¿Acaso esos idiotas trajeron algo a este continente? ¿O peor aún, despertaron algo que no debió ser despertado?
Ella sentía como su sangre empezaba a hervir, hombres idiotas jugando a la guerra destruyendo todo. Siempre que se enojaba verdaderamente la cicatriz que tenía en las costillas le empezaba a picar. Ya habían pasado diez años y ocho meses desde que unos médicos le insertaron placas y tornillos de titanio para estabilizar sus costillas rotas. La rehabilitación la ayudó a sanar y se volvió más fuerte, pero algunos dolores simplemente vuelven en los días más fríos de invierno y en los momentos más ardientes del verano. Ante tal sensación ella sentía que sólo había una solución: caminar rápido. Sin decir palabra sus pasos se aceleraron, caminaba deprisa, con los puños cerrados alejándose de Miguel. De pronto se le ocurrió una mejor idea para calmarse: romper algo.
Los sonidos de pasos y voces detrás de ella apenas eran perceptibles hasta que sintió una mano en su hombro y una voz conocida dijo - ¿Clementina que sucede?
Clementina cerró su puño y exhaló fuertemente. Recordó quien era ella. Su nombre y la promesa que había hecho. Controlando su voz, usó su tono más dulce -Hipótesis uno. Se trata de un grupo de nazis ocultando criminales de guerra o sus actividades. Si se trata de una persona o grupo de personas no hay nada que pueda hacer. No es mi jurisdicción.
Miguel desconcertado preguntó - ¿Qué quieres decir?
La postura de Clementina cambió, erguida y segura se volteó hacia Miguel, con las puntas de sus dedos tocó la mano de Miguel y éste la retiró avergonzado.
Clementina volvió a hablar - Yo tengo prohibido usar mi fuerza contra seres humanos. Para eso está la justicia común y corriente.
Miguel retrocedió un poco. Se puso un poco rojo al darse cuenta de que el contacto se había sentido tan natural para él que se había olvidado de mantener la distancia.
Afortunadamente Clementina estaba ocupada pensando en el caso para notar el cambio de color de las mejillas de su compañero. Clementina contempló la calle y a los inocentes habitantes siguiendo su camino y dijo - Hipótesis dos. Hay algo místico o paranormal involucrado. Si eso es así la criatura del caos que vimos también puede ser producto de algo que un humano hizo. Puede que esa persona que despertara a la criatura, que la trajeran desde el viejo continente o que alguien o algo se haya transformado en algo inhumano. Puedo ponerlo a descansar, pero no sé si eso acabará con todo. Debemos ser muy cuidadosos.
Miguel asintió con la cabeza. Por razones desconocidas le gustó que Clementina usara la palabra debemos en lugar de debo. - Tratemos de conseguir la dirección del difunto y mientras el grupo está en el tour distraído nos fugamos para buscar más información en la granja de difunto Thomas.
Clementina asintió y juntos regresaron al hotel.
Mientras caminaba, también le escribía Diego para pedirle que buscara más información sobre Thomas, la segunda víctima. Cerrando la pantalla y encomendándose a que todavía tuviera tiempo para explicarse ante los demás seguía los pasos de Clementina examinando su atlética figura.
Miguel nunca fue el alumno más brillante de la clase, pero sabía que había una razón para que Clementina no tomara venganza de Joaquín y los demás en todos estos años. Por mucho tiempo pensó que era vergüenza, pudo haberlo hecho, era fuerte y conocía las artes de las machis. ¿No lo hizo porque le era prohibido?
Su hilo de pensamientos fue interrumpido cuando llegaron al lobby del hotel y se encontraron con la mujer de pelo blanco hablando con las ancianas del grupo de música folclórica. Las señoras estaban juntas mirando una serie de fotografías antiguas expuestas en el lobby del hotel.
La mujer de cabello blanco y traje de sastre azul mostraba emocionada las fotografías - El lobby del hotel tiene muchos detalles que a ojos de extraños son pintorescas reliquias de pasado, pero para otros antigüedades dignas de un museo-.
La mujer de cabello blanco sin percatarse de los recién llegados continuó -Esta fotografía corresponde a mi esposo y sus padres cuando recién llegaron a Bariloche en 1961. Mi suegro que en paz descanse estuvo en Buenos Aires en la época de bohemia de la capital y conoció a muchos artistas que le ayudaron a promocionar este establecimiento. Esta otra fotografía es de mi persona en una de las primeras competencias internacionales de esquí que la ciudad organizó. Vino gente de Alemania, Bélgica y Francia a visitar esta ciudad y poco tiempo después nuestra pequeña localidad se volvió conocida internacionalmente.
Aunque la atención de Miguel estaba en las ancianas Clementina se separó un poco para observar con detenimiento a la pequeña miniatura de la montaña que indicaba las principales pistas de esquí. Un mapa de Bariloche.
Siguiendo la costanera en dirección oeste se encontraba el camino al Cerro Catedral. El lugar tenía un poder real para limpiar el alma de los condenados, por ello los indígenas que habitaron la región miles de años atrás construyeron el círculo de oración en el camino al cerro. Su corazón se calentó al recordar al bello espíritu que se presentó ante ellos la noche anterior en aquel lugar. La sumpal era hermosa, pero sus ojos estaban tan tristes ¿Que había pasado en estas tierras que haría a un espíritu inmortal llorar?
En ese momento sintió la presencia de alguien cerca. No intentaba tocarla, pero si estaba siendo observada, evaluada incluso. Se dio la vuelta y vio al joven con el que Miguel había intercambiado miradas extrañas estaba allí sonriendo.
- Tu debes ser Diego. preguntó Clementina, estudiando al joven que tenía el cabello rubio recogido, gafas y su camiseta que dejaba ver su esbelto cuello y minúscula cintura. La gracia y seguridad de su pose hablaban de un bailarín increíble o un temible artista marcial. Clementina esperaba que fuera lo segundo.
El joven sonrió iluminando la habitación con sus perfectos dientes blancos - Yip. Gusto en conocerte. ¿Entonces que es todo este lío?
Clementina se encogió de hombros -Ni idea. Puede ser muchas cosas.
Miguel se dio cuenta de la interacción y preguntó - Hola, ¿Diego tal vez tuviste suerte consiguiendo lo que te pedí sobre el difunto?
Los ojos de Diego brillaron y señaló su teléfono. -Lo envié hace un momento. La ubicación está ahora en sus teléfonos.
Clementina sonrió ligeramente al darse cuenta que la granja estaba camino al cerro Catedral. Era una pequeña pista, pero algo era algo en ese momento y el plan de Miguel no eran tan descabellado. Levantó la vista para darse cuenta de la forma en la que Diego miraba Miguel. había promesas y desafíos en sus ojos.
Si un camión le pasaba por encima en ese instante se sorprendería menos.
Diego y Miguel.
Ahora que lo pensaba no era tan sorprendente. Cuando eran pequeños Miguel solía observarla desde lejos. A veces ella iba al río a estar sola, tocar la ocarina y hablar con los espíritus. A veces Miguel se quedaba observándola escondido. Ella lo dejaba ser y tocaba canciones para él sin que lo supiera.
Clementina decidió que la mejor forma de proceder de allí en adelante era conocer a su nuevo mejor amigo en el mundo entero: Diego.
El teléfono de Miguel vibró y él se alejó para contestar la llamada.
Clementina sonrió para sí misma y dirigiendose a Diego preguntó - Muchas gracias Diego, me gustaria conversar contigo un poco más.
El joven sonrió y le ofreció su brazo -Encantado princesa ¿Qué te gustaria saber?
- Todo. Dijo ella. Definitivamente iban a ser muy felices juntos.
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