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ⅫⅠ: Las máscaras de la perdición

Aquello que hace daño no es la pérdida del ser amado, si no el hecho de seguir amándolo más intensamente que antes, cuando lo sabemos irremediablemente perdido.

SIGMUND FREUD


De forma simultánea a medida que se acerca a la zona residencial, aletargó su carrera y frenó antes de cruzar la puerta, llevando su mano hacia su pecho que sube y baja frenéticamente por el esfuerzo que su cuerpo dada la debilidad que lo aqueja le permitió llevar hasta culminar su recorrido.

El recuerdo de la sonrisa de corazón lo impulsó a atravesar el campo árido que busca detenerlo, las palabras y los poemas comenzaron a mezclarse en sus recuerdos, tratando de aliviar la pesadumbre que de alguna forma le advierte lo que está a punto de encontrar, un presentimiento que aunque lo niegue y se aferre a creer en todo lo vivido, una sola fotografía que dejó olvidada en medio de su corrida, le muestra todo lo que están haciendo para separarlos.

―Tae, mi cielo, es momento de despertar ―enunció llegando a la habitación tan rápido que ni cuenta se dio del recorrido hasta que giró la manilla de la puerta y tuvo que retroceder cuando su cuerpo fue empujado por el impacto de lo que ve. De la soledad sombría y burlesca que allí aguarda.

La impoluta orfandad lo recibe, no hay nadie, ambas camas siguen unidas, pero los tendidos están arreglados y ningún cuerpo duerme sobre la superficie, a la cual se aproxima con velocidad para comprobar por medio del tacto la temperatura que deja el cuerpo después de pasar cierto tiempo allí, y considerando esos minutos que no ascienden a más de veinte, debería estar mínimamente tibia, pero el frío más abrazador lo recibe.

―¿Dónde estás? ―llamó―. TaeHyung, nos quieren separar y solo tu presencia puede acabar con esto ―dirigió sus palabras a la nada misma que es lo único real que allí habita. Porque el tamaño de la habitación no da espacio para zonas ciegas en las que ocultarse.

―Te necesito demasiado ―susurro moqueando y desesperado al mirar con mayor detenimiento lo que lo ha rodeado durante meses. Logra reconocer sus pertenencias, las cuales han estado desde el comienzo mismo, siempre él, fue él mismo quien se encargó de darle vida a la habitación gracias a la opinión de TaeHyung que siempre tomaba en cuenta.

Pero si se detiene por un momento aunque las heridas en su corazón se desgarren aún más, el castaño nunca trajo algo propio de su vida en el exterior, nunca le pidió nada a su madre que iba a visitarlo, viviendo con lo justo y lo que recibía de su pareja como regalo. TaeHyung nunca dejó su huella allí.

Salvo por la piedra ámbar que cuelga de un hilo transparente, que situó en la vara metálica que sostiene las cortinas, en el espacio entre ambas, desde que llegó, ese pequeño colgante ya estaba ahí exhibido.

―Es lo único que me queda de él ―musitó JungKook perdido en sus recuerdos y atormentado por sus sentimientos. El colgante no está suspendido en donde lo vio cada día de los últimos meses―. ¿Qué te han hecho mi cielo? ¿Dónde te han llevado? ―no comprende lo que está pasando, ni por qué se empeñan en erradicar la presencia de TaeHyung.

Se supone que ambos estaban progresando en su tratamiento, pero parece que no fue suficiente y pasaron al ataque directo.

A medida que camina frenéticamente de un extremo de la habitación al otro, más señales aparecen, dejando una sola posibilidad que a donde quiera que pose su mirada los colores que ve son una amalgama variada entre el gris y el blanco, porque en ocasiones creía ver objetos que no le pertenecen decorando el interior y ahora que los busca aparecen de forma intermitente.

―Por lo que más quieras Tae, necesito que vuelvas, vuelve a mí una vez más ―susurró―. Una vez más... ―comenzó a repetirlo varias veces como si estuviera desentrañando un misterio que emergió a través de esas simples palabras.

Su habla inteligible lo sacude en un remanente que le permite verse a sí mismo en una situación similar, a lo que niega efusivamente moviendo con brusquedad su cabeza y sucumbe al desespero absoluto, con furia agarra las sábanas de las cama arrastrándolas hasta tirarlas al suelo, las almohadas son deshechas cuando toma una tijera del envase de utensilios ubicado en su escritorio, cortando la tela y masacrando el relleno al clavarlas sucesivamente.

―¡Porque tienen que hacer esto! ¡Malditos sean todos! ―bramo colérico y enceguecido luchando contra un solo recuerdo que se alejó en su memoria.

―JungKook detente, te estas lastimando ―pronunció YoonGi ingresando a la habitación después de ser advertido por NamJoon sobre el estado en el que se encontraba el azabache. Y en el abatimiento que evidenció en el pelirosa cuando llegó corriendo totalmente desesperado, no necesito mayor advertencia para anticipar lo que se encontraría.

El azabache reconoció esa voz en medio de la perturbación que lo hace ver rojo carmesí por el padecimiento que lo enceguece.

―¿Dónde demonios está TaeHyung? Y no te atrevas a afirmar lo contrario porque yo lo vi durmiendo en esta misma cama y en las fotos que NamJoon pretende hacer pasar con una invención mía ―totalmente cautivo por la locura apunto con la tijera en su mano en dirección al pelirosa que está ubicado bajo el marco de la puerta. Amenaza que redirige a YoonGi cuando ve sus intentos de acercarse.

El psicólogo detiene sus pasos y evalúa la forma conveniente de proceder. Pero en este punto solo hay una forma y es confrontarlo con la verdad.

―¿Qué fue lo que viste en las fotos, Kook? ―cuestionó el peligris.

―Ustedes dos saben lo que vi ―respondió afirmando con mayor fuerza la base de las tijeras entre su mano y bufando con molestia por el atrevimiento de la persona en la que más confía a poner en duda sus palabras. Una a una han ido cayendo del inmaculado pedestal en que los situó, porque en sus miradas siempre halló sinceridad y confianza, y ahora al observar más analíticamente bajo el foco de la suspicacia en el que luchan por hacerle dudar de su realidad, no vislumbra nada más que una expresión corroída por la traición.

De esos rostros que lo acompañaron a lo largo de los días, semanas y meses ya no queda nada, ni una minúscula sombra que le de seguridad y que le haga confiar de nuevo. No puede tranquilizarse y ceder, porque ante la mínima muestra de flaqueza ellos no dudaran en acecharlo y atacar.

―Mi verdad es que allí no hay nadie, no está la persona que tanto mencionas ―intervino SeokJin adentrándose a la habitación para ser partícipe de la intervención que se está llevando a cabo y en la que tanto empeño pusieron durante el tiempo transcurrido.

Y jodidamente tuvo que hacer uso de la paciencia y vocación que se debe tener para cumplir con el trabajo que tiene, al ver como la ira enrojece el rostro de su pequeño y esa mirada ónix antes contemplativa ahora quiere devorarlo al verlo allí haciendo parte del complot que él cree que todos idearon en su contra.

―Tú también estás de su lado ―exclamó JungKook―. Jin por favor, escucha lo que ellos dicen, por favor, ayúdame, ayúdame a que Tae vuelva ―pidió dolido y aterrado porque nadie quiere darle respuesta a cerca de donde está su novio, a donde se lo llevaron.

―Kook solo responde ¿Qué querías demostrar con las fotografías? ―debatió el enfermero con la previa autorización de YoonGi para interceder en la confrontación.

JungKook balbuceo palabras cortas y fragmentadas, porque revelarles la verdad sería ponerse en evidencia y que sus dudas quedarán expuestas para darles una debilidad con la que lo pueden seguir atacando.

―¿Dónde está TaeHyung? ―en lugar de responder decidió preguntar de nuevo por el paradero de su pareja, no pide mucho, tan solo verlo y sentirlo para saber que todo va a estar bien.

―Kook en las fotos ninguno de nosotros vemos a TaeHyung, él ahí no está, su retrato o su presencia no existen en el papel, no hay ninguna prueba ―mencionó NamJoon aún en la entrada de la habitación evitando invadir aún más el espacio perpetrado para JungKook.

―Yo si lo vi, ahí estaba, no entiendo ―el agarre sobre la tijera pierde fuerza y su brazo va cayendo lentamente al lado de su cuerpo totalmente decaído, porque no tiene una prueba que enseñar más que su criterio que al parecer no cuenta―. Ustedes... Hicieron algo, cuando le mostré las fotos a Nam ―su voz terminó por desvanecerse porque sabe que en ningún momento las soltó, ni siquiera cuando se las estaba mostrando recuerda habérselas dado.

‹‹No lo hiciste Kook›› pronunció el mismo en un grito interno que se superpuso al barullo que lo aturde. Una vez sus lágrimas caen como una cascada desbordada y continúa, con un trayecto imparable que terminó por deshacer el pequeño e insufrible sentimiento de esperanza.

―Así no puedas reconocerlo en este momento, nunca te hemos engañado con lo que ves y sientes, siempre hemos valido y aprobado lo que nos dices ―habló SeokJin preparado para intervenir en lo próximo que va a suceder.

―Estas son las fotos que tu tomaste ¿Es cierto? ―mencionó YoonGi recibiendo lo que NamJoon le entregaba y dejándolo frente al azabache, manteniendo la distancia segura para ambos―. ¿Puedes decirme qué ves aquí?

Por más que JungKook se empeñó en cerrar los ojos y fingir otra vez, no lo logró, ya estaba harto de huir de sí mismo y pretender que su realidad no sea cae a grandes pedazos. , no cuando el papel muestra lo contrario y la presencia de TaeHyung ha sido deliberadamente erradicada.

―Bien, en las fotos no está, allí no está ―confesó con dolor, pellizcando la palma interior de su mano con la contraria―. Aunque eso no responde al hecho de haberlo visto y después de lo que dijo NamJoon simplemente desapareció ―hipo por el llanto incontenible en su pecho que brotó para liberarlo de la presión extra que carga. Al ver una posible réplica levantó las manos para detenerlos―. Cualquier excusa no es lo que importa ahora, sino que entiendan que TaeHyung se ha ido porque sus pertenencias no están, no hay nada de él, solo hay una pequeña parte de su ropa y sus demás objetos no están.

―Los objetos que mencionas ¿Los ves en estas fotos? ―preguntó de nuevo el psicólogo confrontándolo con la evidencia entre sus manos.

―Allí no hay nada... ―no puede creer lo que está diciendo, sus palabras son dichas sin tener voluntad y razón, su corazón se paraliza momentáneamente haciéndole saber que sigue con vida, una de la que no quiere ser merecedor.

¿Por qué si no pudo salvar a su pareja que se desvanecía entre sus manos, como puede ser merecedor de una oportunidad para seguir viviendo? La ley de causa y efecto, la retribución natural que habla de la pérdida cuando el objeto de amor no se cuida lo suficiente y sin protección queda desamparado ante la desintegración.

No es digno de la oportunidad que la vida le dio de tener a un ser como TaeHyung a su lado, uno al cual descuidó y que terminaron por raptar del lugar seguro en el cual lo dejaron.

―Pero su ropa... Si su ropa, toda su ropa está ahí ―reconoció alumbrando el último resquicio de plena inconsciencia que le queda por repartir en ese juego macabro. Los intentos que ha ido revelando como muros se han visto desintegrados al primer ataque del adversario y poco a poco se va quedando sin nada. Ya no tiene cartas para continuar una partida que desde el inicio sabía que perdería.

―Kook siempre ha estado tu ropa y algunas prendas que sí pertenecen a TaeHyung, pero en la mayoría de ocasiones él usaba tu ropa ―manifestó NamJoon, implorando por la aparición de la otra persona que siempre logra tranquilizarlo cuando este momento llega.

―No puedo creer en lo que dices, no puedo creer en lo que ninguno dice ―cuchicheó―. Se que en las fotos no está ¡Maldita sea lo sé! Pero ustedes ―dijo mientras los señala con sus manos trémulas por la escasa fuerza que posee en su cuerpo. Debe rendirse―, ustedes algo le han hecho, se lo llevaron de aquí y yo puedo, yo puedo cambiar de lugar con él, llévenme a mí a donde sea que TaeHyung este ―sorbió la secreción que se desliza por su nariz tan arruinado y empapado por las lágrimas que ya inundan todo su rostro.

―Él no lo va a soportar, él necesita la luz, por favor, se los suplico, déjenlo salir, él estaba mejorando ―rogó de rodillas ante sus perpetradores tan desesperado por no saber qué más hacer, intuye que no los van a dejar estar juntos de nuevo, así que solo debe fingir rendirse para obtener una ventaja.

―JungKookie ―pronunció una tersa y melódica voz que el azabache reconocería incluso aunque sus ojos no volvieran a ver la luz del día.

JiMin estaba allí, había ido a rescatarlo de las fauces de los lobos que quieren devorarlo. Sus temores se liberaron de la caja en la que los aprisiono y el momento final llegó.

―¡JiMin, te necesito! ―pronunció parándose con rapidez y entre tropezones para ir al encuentro contrario que lo recibió con los brazos en alto. Un refugio que siempre lo contuvo y al que en innumerables ocasiones fue en busca de contemplación y hermandad.

―Mi pequeño Kook ―respondió JiMin acunando entre sus brazos el cuerpo del azabache, sin importar los centímetros que los separa, el cuerpo contrario parece hacerse más chiquito para ser resguardado.

Le destroza verlo así, porque la única persona que siempre tuvo el poder para calmar las tormentas de JungKook era él, la persona que ya no está.

Y a quien juró en su nombre seguir enalteciendo.

―Ellos se lo llevaron JiMin, lo tienen encerrado ―expuso JungKook ahogando su voz en el cuello del pelirrojo―. Necesito que les digas sobre las veces que has compartido con TaeHyung y conmigo ―murmuró sobre la oreja contraria y tapando con sus manos lo que decía para no ser escuchado.

Se estaba arrojando al precipicio de la perdición, luchando por impulsarse y salir a la superficie aun cuando sus brazos yacen atados al acero de las cadenas que desde el fondo del averno acuático lo retienen. El agua que en un principio entra en sus pulmones es tan salada que lo hace llorar, después de un tiempo se vuelve refrescante como el aire que mueve el oleaje sobre el que naufraga.

―Mi pequeño y bonito JungKookie ―pronunció tomando el rostro contrario para sacarlo del refugio que mantenía contra su cuello y lo miró con los ojos colmados en lágrimas, las cuales fueron convocadas para acompañar a las adversas que solitarias se confunden con el agua de la lluvia que comenzó a caer con fuerza sobre el lugar―. No puedo mentirte, le prometí a Tae que no lo haría y que siempre te protegería.

Lo que dijo JiMin lo hizo sentir desubicado y su mirada se expandió totalmente incrédulo, porque si fue a Tae a quien le hizo esa promesa lo dejaba en medio de dos incógnitas, la primera ¿En qué momento ambos habían entablado una conversación lo suficientemente profunda para que el de orbes ámbar le haya solicitado protegerlo? Y la segunda y más importante, es que de haberlo hecho ¿Por qué JiMin no puede afirmar la existencia de TaeHyung y ayudarle con su mentira piadosa de verlo en las fotografías?

¿También está colaborando con ellos? De ser así tiene sentido al haber tenido una última conversación con Tae antes de desaparecer.

―Por eso JiMin, no me estas entendiendo, ellos quieren hacerme creer que Tae no está aquí, que nunca lo ha estado pero tú si, tu interactuaste con él ―sus palabras se tropiezan una a una por la velocidad con que habla, para que JiMin comprendiera la vitalidad de su testimonio.

―Por lo mismo mi pequeño, cuando digo que no puedo mentirte ―el calvario en que está enterrado parece una condena de la cual no puede huir, pero si es lo que debe atravesar para salvar a JungKook la cruzaría una y otra vez―. Cuando digo que se lo prometí a Tae, no estoy hablando de la misma persona que has visto en este tiempo, porque él no existe aquí y no he visto a esa persona ―siempre ha sido él quien se hace cargo de la misma revelación que con cada intento duele más en lo profundo del alma que llora porque sea la última vez, está harto de lastimar a su pequeño pero es la única forma que tienen para ayudarlo.

Su revelación antecede a la devastación porque JungKook aún en medio de los delirios que atacan su mente y que lo hacen sospechar de cada persona a su alrededor, la paranoia en su máximo esplendor se refleja en las pupilas dilatadas de sus ojos que observa con desconfianza, siempre lo ve con esa mirada cálida y apenada de forma similar a cuando lo conoció por primer vez cuando hace ya unos años atrás, demasiados, y que hubiera deseado fueran muchos más.

Este es su deber, arrojarlo a la verdad y esperarlo con los brazos abiertos antes de la estrepitosa caída.

―No me lo arrebates JiMin-ah no lo hagas por favor, no tú ―sollozo JungKook perdiendo la fuerza en su cuerpo que lo mantiene en pie. Sabe que su mayor tiene razón, la siente en el vacío que se alejó en su estómago y ascendió como un bólido hasta enfriar su corazón, en el choque de ambas fuerzas, cuando su consciencia le susurro la verdad escindida de su memoria.

Sabe que él no está. Nunca lo ha hecho, no al menos de la forma en que tanto anhela.

―¿Cómo es posible si yo lo he sentido conmigo, yo lo he visto cuando el primer rayo de sol alumbra el cielo y cuando la noche devora todo a su paso? Mi cuerpo siempre halló refugio a su lado, ¿Cómo me puedes decir que todos mis recuerdos y lo que hasta la noche anterior sentí no son reales? ―la esperanza es lo que hace que sus latidos sigan sustentándolo por eso no puede rendirse o su muerte dará inicio.

―Él no está aquí, TaeHyung, la persona que has visto no vive aquí ―se siente agradecido que en medio de la perturbación y el dolor que ensombrece la razón de JungKook, aún sigue teniéndole confianza, la necesaria para creer en sus palabras por más impactantes que sean y sabe que lo está logrando cuando la mirada obsidiana vacila y se queda fija en el suelo―. ¿Entiendes lo que te quiero decir? Él no ha estado aquí ―en ningún momento deshizo el contacto con el cuerpo ajeno, manteniéndolo cerca mientras sus palabras son pronunciadas con lentitud y cariño palpable en su tono de voz, uno que logra como en cada sucesivo intento pasado, regresar la cordura del azabache al momento presente.

Un llanto audible y deformado hasta sonar como un alarido rompe el aire contenido en la habitación, un potente sollozo lo sigue cuando la consciencia de las palabras escuchadas resuena en la mente de JungKook y en contra de su integridad reconoce la verdad de lo que él mismo ya se había cuestionado. Por ello, la necesidad de tener una prueba física de la presencia de su novio que hasta lo terminó engañando como en cada ocasión que las dudas germinaban hasta marchitarse por la poca relevancia que les daba.

Al fin, concibe la idea original que lo sacudió el día en que conoció al castaño bajo los rayos débiles del sol de media tarde en la biblioteca ubicada en la estancia de la zona residencial. Él se le hizo tan conocido como un anhelo que en el pasado lo llevó a la más inmensa alegría dominada por el éxtasis que se perdió después del parpadeo que lo hizo olvidar de nuevo. Una nueva oportunidad para comenzar.

―¡Sostenlo con fuerza! ―gritó YoonGi cuando vio al azabache desvanecerse lentamente entre los brazos de JiMin, quien lo empujó más contra su cuerpo para sostener el peso y ser ayudado por NamJoon.

―Lo hemos logrado, Kook lo ha hecho muy bien ―murmuró SeokJin limpiando una furtiva lagrima que se deslizó por su mejilla antes de expulsar con fuerza el oxígeno retenido en su caja torácica y prepararse para lo que vendría después de que JungKook recobre la conciencia.

Cuando la experiencia emocional es tan intensa que incluso congestiona los mecanismos de adaptación psicológicos hasta saturarlos, la psique pone en marcha la desconexión de la conciencia de la persona, en este caso lo lleva al sueño profundo para tratar de reparar y estabilizar el equilibrio que ha sido vulnerado ante la incapacidad del sujeto por enfrentarlo.

Lo que llevó a JungKook a desvanecerse y tratar de descansar luego de la oleada sucesiva de descubrimientos que trajeron resquicios pasados de imágenes y situaciones que no recordaba haber vivido, al menos de forma consciente. Pasan las horas y sus emociones aminoran la intensidad, se unen en sincronía a los pensamientos que deben ser gestionados e integrados para completar el mapa fraccionado que su memoria dispone en el momento actual.

Un escenario que va adquiriendo sentido a la vez que da respuesta a las incógnitas que hasta ahora no se había planteado. Su cuerpo en ocasiones sufre de leves sobresaltos y sus ojos se mueven de un lado a otro en una mueca compungida aunque están cerrados. Lo cual indica que el sueño no es tan reparador y tranquilo como debería ser, no cuando hay un hecho más apremiante y urgente el cual atender.

―¿Deberíamos despertarlo? ―preguntó JiMin aun sabiendo que no es lo indicado, solo que no puede quedarse sin hacer nada por JungKook al ver el estado en el que se encuentra.

―No va a demorar mucho en despertar ―preciso YoonGi atento a las señales y las diferencias que en los últimos minutos comenzaron a ser más notorias en el azabache. Y debido a la perturbación del sueño, este fenómeno obedece al indicativo próximo a despertar.

―Solo nos queda esperar un poco más ―añadió NamJoon con sus manos apoyadas sobre los hombros de JiMin que sigue contemplando cada movimiento de JungKook.

Todos a la espera de verlo finalmente despertar, porque aún no han atravesado la parte escabrosa de la verdad.

‹‹Vuelve conmigo, te lo suplico, no me dejes...›› exclamó una voz rota y gangosa por el incontenible llanto que se mancha con la sangre que lo cubre, que arde ante el contacto de su piel lacerada y lastimada después del impacto de los cristales deshechos que perforaron su piel.

Una escena que no recuerda haber vivido pero que lo retrata a él, allí en el mismo lugar que entre sueños ha visto. El impacto entre ambas dimensiones es tan paralizante que obliga a su cuerpo a regresar nuevamente.

JungKook despierta de un sobresalto que lo hace ahogarse con el aire que circula por su sistema, tosiendo en demasía para recuperar su normal respiración.

―Que alivio ―agradeció JiMin ayudando a su pequeño a sentarse sobre la cama y dándole pequeños sorbos de agua para despejarlo una vez se recuperó del susto que lo devolvió la conciencia.

―Estoy bien... ―su voz se escuchó rota y casi que irreconocible para sí mismo debido al desespero por recuperar su normal respiración.

Todos al interior de la habitación esperaron el momento en que el azabache marcará el comienzo de la conversación pendiente. NamJoon, JiMin, SeokJin y YoonGi, las personas que fueron parte activa y vital de la estadía de JungKook en el hospital.

Fueron ellos quienes se comprometieron con el tratamiento cuando las posibilidades se redujeron al extremo de hallar una solución viable. Tal vez, no era lo correcto e incluso lo que muchos moralmente pueden considerar como un abuso de poder, pero en realidad todo lo que hicieron se ciñe a las pautas profesionales debido a un enfoque alternativo para tratar ciertas patologías psiquiátricas. La última línea de intervención.

―¿Quieres algo más? ―pregunto JiMin dejando suaves caricias sobre la espalda del azabache, mientras termina de ingerir el vaso de agua que le dieron.

―Quiero... ―tragó con fuerza cuando estuvo contra el respaldo de la cama, mirando con atención a las cuatro personas que tiene delante―, que me respondan con total sinceridad ¿Puedo obtener eso? ―solicitó sin estar plenamente preparado para lo que fueran a decirle, pero después de sucumbir a la inconsciencia su mente tuvo tiempo de organizar la información que en las últimas horas descubrió.

Todo comenzó por aceptar que en las fotos TaeHyung no estaba, aunque lo vio en un inicio, cuando lo sacaron de su ensoñación él desapareció, y por lo que ha ido aprendiendo de sus terapias y los demás cuadros patológicos de los cuales ha leído; cuando un delirio se expone por medio de la cuestión soportada en la evidencia la aprehensión psíquica se desintegra para darle cabida a la duda que va aumentando de tamaño hasta germinar en un dilema en el que se logra reconocer que la propia realidad no es tan segura y verídica como se creía.

―Esperamos este momento por mucho tiempo Kook, así que ninguno de nosotros se atreverá a mentir ―pronunció NamJoon mirando a sus compañeros con una alegría diluida en el dolor de lo que JungKook debe enfrentar.

―Vamos Kook, este espacio es para ti ―animó el pelirrojo, ubicándose al lado de NamJoon para que el azabache no se sintiera presionado.

―Se que Tae no está ahí, aun no entiendo porque pero eso no es lo que importa ahora mismo ―opinó―. Lo que necesito saber es cómo pretenden que asimile su ausencia cuando no he sido solo yo quien lo ha visto, cuando recorrimos todo el lugar o cuando nos quedábamos alejados de la mayoría siempre había alguien que nos saludaba a ambos y le hablaba directamente a él ¿Cómo me pueden quitar esos momentos cuando sé que los viví?

―¿Quiénes son las personas que los vieron a ambos aparte de nosotros aquí presentes? ―cuestionó YoonGi ubicado al frente de la ventana por la cual se observa la potente lluvia que nuevamente volvió a desatarse.

JungKook módulo sin éxito alguno al intentar responder con prisa para no dejar espacio a la duda, sin embargo, la laguna en su memoria lo obstaculizo al recordar que las personas que le quedan por nombrar sin mencionar a ninguno de los que están presentes le reduce demasiado las posibilidades. Ya que, con los demás pacientes con los que se cruzaba en medio de las salidas con TaeHyung, al saludarse era muy vaga la interacción y si se detiene a recordar alguno de esos momentos puede ver que cuando hablaban se dirigían a él y no a su pareja, quien por lo general se escondía detrás de su cuerpo, así que nombrarlos sería perseguir una quimera que puede revelar más detalles que no quiere escuchar.

Lo último que le queda es el personal de enfermería del hospital, quienes por lo menos si saludaban e interactuaban brevemente con TaeHyung para darle sus medicamentos o indicarle a dónde debía dirigirse para sus terapias, aunque la mayoría de veces era SeokJin quien lo hacía también había unos enfermeros que en varias ocasiones los saludaban a ambos y con quienes su novio no se mostraba tan retraído.

¿Esos encuentros deben contar, cierto?

―Los enfermeros Im JaeBeom, Lee JaeWook y Kim YoonJi, en varias ocasiones se dirigieron a ambos, a TaeHyung y a mí, además de que trataban de incluirlo en la breve conversación que a veces teníamos ―explicó haciendo precisión en que ambos estaban presentes e interactuaban en esos esporádicos encuentros. No podían negarlo.

Los demás se miraron para validar las palabras del azabache, porque solo ellos conocen la verdad detrás de lo que JungKook trata de demostrar.

―¿En esos momentos quién de los dos era el que dirigía la conversación? Lo digo debido a la incapacidad de TaeHyung de relacionarse socialmente ―interrogó el psicólogo, guiando la intervención para confrontar las respuestas de JungKook con la evidencia que van a mostrarle.

―Casi siempre he sido yo, incluso cuando me encontraba con ustedes ayudaba a Tae a poder comunicarse ―aclaró el de orbes ónix con la misma sensación conocida emergiendo nuevamente, todo antecediendo al colapso que tuvo hace unos minutos atrás.

―¿Por qué lo hacías Kook, porque respondías por él en esos momentos? ―indagó de nuevo.

―Porque se lo difícil que es para él atreverse a dar el primer paso para mantener una conversación y la ansiedad que siempre viene cuando se presiona a lograrlo ―comentó JungKook rememorando las sucesivas ocasiones en que tomaba palabra por TaeHyung y lo guiaba en sus interacciones, comunicando la respuesta que le susurraba en el oído para transmitir a la otra persona.

Nunca le pareció extraño, cuando ambos forjaron un pacto silencioso que con los días se convirtió en un hábito al que se acoplaron con facilidad. Para él no fue una molestia apoyarlo en su comunicación y para TaeHyung no representó un problema tener un enlace más seguro con el mundo.

Todo formó parte de su dinámica como pareja.

―¿Pero en algunas de esas ocasiones TaeHyung respondió verbalmente sin que tú hayas tenido que decirlo por él? ―inquirió NamJoon.

―Claro que sí, no fueron muchas en realidad, pero sí lo hizo ―eso si no lo pueden negar, por más cuestiones que surjan la única fuente verídica es convalidar sus respuestas con el testimonio de las personas con las cuales se comunicó en ese momento.

―Puedes decirme que tan alto o bajo era el tono de las respuestas de TaeHyung ―dijo el peligris con total atención en las palabras de JungKook para lograr encontrar un pequeño espacio por el cual sumergirse y así exponer la verdad de forma natural y no lanzada sin acondicionarlo para el impacto.

―Es más bien bajo, casi como un susurro ―tampoco gana nada mintiendo en el desespero de ocultar la evidencia, lo cual solo le va a crear nefastas ilusiones que terminan siendo expuestas.

―¿En una de esas ocasiones alguien le pidió que repitiera de nuevo?

―Si ―siente desconfianza de las preguntas que le están haciendo, porque intuye hacia donde van.

―¿Cuándo eso sucedía Tae volvía a responder? ―ahondar en la psique y sus intrincaciones es un verdadero reto en el que se debe proceder con cuidado, de forma cautelosa ir preparando el terreno hasta dejar fluir la verdad cuando las cuestiones se agoten.

―No, era yo quien repetía lo que decía ―si lo van a juzgar por ayudarle a su pareja entonces asumirá las consecuencias.

―Está bien Kook ―pronunció YoonGi―. En relación a la forma en que ayudabas a Tae a interactuar, en algún momento ¿Él llegó a conversar con alguien sin que estuvieras presente? Y que él te haya comentado sobre esto.

Sabía que con JiMin lo había hecho e incluso los llego a dejar solos a ambos, pero nuevamente no podía nombrarlo a él, así que solo le quedó una opción, una que en su momento odio porque desató sus celos irracionales, JinYoung, la persona que se atrevió a incomodar a su novio por medio de proposiciones absurdas, y aunque le desagrada recordar su presencia es la única persona que puede validar lo que está diciendo.

―JinYoung, es la persona que puede validarlo, Tae y él tuvieron un pequeño altercado ―reveló esforzando por regular su desaforada respiración que lo hizo estremecer al ver la mirada que compartieron, una tan rota e incrédula que lo alertó, asustándolo.

En el momento en que la identidad fue revelada, entre ellos no evitaron mirarse por la sorpresa en relación a una persona que no llegaron a contemplar como una imagen delirante de la mente de JungKook.

―Él salió del hospital hace dos meses Kook, JinYoung ya finalizó su tratamiento, así que no es posible que haya sido él quien pueda afirmar la existencia de TaeHyung ―YoonGi confesó con gran pesadumbre en su corazón al ver como la fortaleza a la JungKook se aferraba, poco a poco se va desvaneciendo, como su mirada se atiborra de gotas espesas que caen como lágrimas sobre la piel de sus mejillas, una a una comienzan a caer sucesivamente hasta que el llanto se convierte en gritos álgidos cargados del más puro sufrimiento que un alma rota puede sentir.

―¡Maldita sea! ¿Dónde lo tienen? ―clamó JungKook con su rostro deformado por el ceño fruncido que rápidamente se enrojeció de la misma forma en que sus ojos se aprecian las pequeñas venas rojizas a causa de la ira de ser retenido por el cuerpo de JiMin que lo sostiene con sus manos, afirmándolo para que no intente hacerse daño.

JungKook patalea por ser liberado, trata de empujar con la debilidad que lo aqueja al contrario que permanece estático y con la suficiente resistencia para mantenerlo en su lugar sin llegar a lastimarlo. La mirada del azabache pierde toda la luz que en algún momento iluminó sus días más oscuros.

Para JiMin, el azabache se había convertido en otro hermano menor al que debía cuidar y proteger. Ya que, con él no lo pudo hacer.

―Tae nunca ha estado aquí, nadie más que tú lo ha visto ―aclaró NamJoon con la voz entrecortada, porque todo explotó ante la mención de esa persona que ellos no habían considerado que JungKook fuera a proyectar.

JinYoung nunca fue parte de la ecuación del tratamiento y que la psique del azabache lo haya recreado señala como el inconsciente se esfuerza por mantener toda la ideación psicótica que aún persiste y dado el estado de alteración que está sufriendo JungKook les señala el recorrido final del trayecto.

Si después de lo que han hecho durante este tiempo, todo volviera a reiniciarse, sería la derrota absoluta, porque ya no disponen de más oportunidades.

―Se los suplico ―imploró JungKook dejando de luchar―. Él no es una invención mía, yo viví a su lado y lo sentí todo el tiempo hasta que ustedes nos separaron ―la única verdad que se niega a reconocer, ni siquiera la mínima posibilidad de que sea cierto alcanza a filtrarse en sus pensamientos que dejaron la racionalidad relegada para no prestarle atención a lo verdaderamente importante y que ante sus ojos resplandece.

―Nos pediste sinceridad y aquí la vas a tener Kook ―aunque YoonGi no quería precipitarse y mostrarle las evidencias aún, dada la insistencia y la incredulidad a la que JungKook se aferra, sabe que es lo único que le permitirá al azabache dimensionar una fracción de la realidad. Por lo que, procede a entregarle a JungKook las sólidas evidencias que tanto necesita―. Esto que te estoy entregando es el registro de la búsqueda de Kim TaeHyung en nuestra base de datos y como podrás ver no arroja ningún resultado bajo ese nombre.

A medida que hablaba, el estado alterado del azabache se va regulando mínimamente para permitirle comprender qué es lo que se le está mostrando.

―En la carpeta siguiente, encontrarás el nombre de un paciente, previa su autorización para revelar su identidad, quien fue diagnosticado con fobia social ―la mención de esa trastorno llamó la atención del de orbes obsidiana que giró a mirarlo con total concentración―. Él estuvo internado por seis meses y su tratamiento término con éxito hace cuatro meses y si bien en el hospital hay un par de chicos con el mismo diagnóstico ninguno es tan severo como el que este chico tenía en su momento y que coincide con las características de la persona a la que buscas, a TaeHyung ―reconoce que toda la información que le está compartiendo a JungKook puede abrumarlo, pero de no hacerlo puede implicar un retroceso en todo el avance que han tenido, porque darle más tiempo a la mente de Kook para sobre pensar, creará el efecto adverso y afianzara aún más las ideas irracionales.

―¿Esto quiere decir que nunca ha estado aquí? ―enunció JungKook con la apatía reflejándose en su plana expresión que solo es transgredida por el palpable martirio en sus orbes enrojecidos y apagados, como el síntoma de su derrota.

―En parte es así Kook, él no ha estado aquí ni lo estuvo ―intervino JiMin aun siendo un cobarde por no nombrarlo directamente a él y su ausencia en la misma oración, aunque ya lo ha aceptado no quiere arrojarle esa responsabilidad a JungKook, no antes de que esté lo suficientemente preparado.

¿Pero cómo saber cuánto tiempo más es prudencial para seguir ocultando el epítome de la locura?

―¿Entonces dónde ha estado? Alguien debe haber alterado sus sistemas, incluso ustedes pudieron hacerlo ―su rostro compungido vuelve al anticipar la respuesta implícita en el cuidado con que las palabras adversas le son dirigidas.

El vacío comienza a drenar la calidez de su cuerpo y se convierte el hielo, el cual viaja por su torrente sanguíneo helando todo a su paso, enfriando sus extremidades hasta llegar a su pecho donde resuena su maltratado corazón.

―Mi pequeño, sé que no puedes creernos y estas en todo su derecho de no hacerlo, pero... ―debe ser él quien se lo diga al azabache así sus cuerdas vocales ardan en el intento que lo obligó a detenerse para sujetar entre sus manos las contrarias―, hay una verdad que no puede ser alterada, porque la persona que tú has visto y que describes pertenece a Kim TaeHyung, una preciosa persona que está muerta, él murió ―decirlo una vez más se siente como una nueva daga envenenada que se clava a sí mismo, porque vuelve a estar en el mismo escenario que varias veces a repetido.

Kim TaeHyung falleció hace un tiempo atrás.

―Si claro... ―JungKook se quedó absorto mirando la unión de sus manos a la par que sus comisuras se estiran en una mueca de absoluto desequilibrio, su mirada fría se volvió demencial cuando una gran carcajada fue su única respuesta.

Una que perduró por unos escasos minutos a la vez que su abdomen se contrae con fuerza para tomar aire y explotar en la viva fuente de lágrimas causadas por el recuerdo que JungKook evoco por medio de las palabras de JiMin.

Todos en la habitación decidieron guardar silencio y respetar su dolor.

―Está vivo, él está conmigo ―repitió el azabache quitando con brusquedad sus manos del agarre impropio, y comenzó a golpear su cabeza con sus puños cerrados tratando de acallar las voces de lejanos recuerdos cargados de confesiones similares. Lo había perdido, había perdido a TaeHyung de nuevo.

JungKook dejó de estar presente y se abstrajo de todo el exterior circundante que lo lacera. Su cuerpo se arrulla en un suave balanceo a la vez que sujeta su cabello con fuerza una vez los golpes son dejados de lado, pasa a pellizcar su cuero cabelludo. Se está lastimando físicamente pero no lo siente, no puede sentir su cuerpo cuando su alma parece haber sido drenada, dejándolo como un cascarón vacío y obsoleto.

―Debemos sedarlo ―le indico YoonGi al enfermero que acato sus indicaciones y se dirigió al pequeño carrito que dejaron ubicado a la entrada del cuarto, del que tomó la jeringa ya preparada para esta situación.

JiMin se alejó o más bien fue obligado a hacerlo por el abrazo de NamJoon que buscaba darle consuelo a él también, mientras ven como YoonGi sujeta el rígido brazo de JungKook que no opuso resistencia hasta que un último grito se oyó cuando SeokJin introdujo la aguja en la blanquecina piel, solo allí el alma del azabache volvió.

―Llévenme con él ―musitó con dificultad al sentir como su lengua se siente pesada, como sus párpados van cediendo y como sus extremidades caen adormecidas a la vez que su mente se mantiene en hipervigilancia cuando pierde la conciencia y el sueño inducido lo recibe.

Y del letargo no emergerá hasta que los recuerdos sean recuperados y cada experiencia pasada vuelva a ser integrada.

Escritora:

En ocasiones el inconsciente forma toda una ideación psicótica para salvaguardar la integridad o equilibrio emocional (así no sea óptima ni ajustada a la realidad), porque en esta dimensión psíquica existe la no contradicción, todo es aceptado sin importar las reglas sociales ni los valores ni la moral. Lo que hace parte de un delirio, el cual debe ser sostenido para que la persona lo sienta real.

Y es parte de la construcción de la sintomatología de JungKook.

A partir del siguiente capítulo nos iremos al pasado, para ver toda la odisea que llevó a Kook hasta donde está ahora mismo.

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