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Ⅳ: La fragilidad del ópalo

La sombra es el equivalente similar y gemelo de la muerte, donde la oscuridad se mantiene para darle descanso al alma de los tormentos y pesares que vive. La sombra es el lado inerte en el que la luz no penetra, respetando a su adversario y reconociéndolo como el regente de su reinado sombrío.

Es la sombra que está presente en la psique humana, la otra cara que aguarda en lo profundo del inconsciente y que se muestra por medio de la consciencia en ligeros matices que guían los actos de la persona que es movida por decisiones que en muchas ocasiones la razón no comprende más que en susurro internos que le dictan hacia donde moverse.

Allí en lo que la cognición no logra registrar y procesar, se halla el nido que ha cultivado cada trauma que se aferra a las entrañas creando un vínculo inamovible, dolor y composición son y perduran hasta que la voluntad logra reconocer lo que ante el espejo de desdibujada para ser retado y burlado por la superación.

Una explicación que quedaba sin respuesta para una mente sagaz y observadora como la de TaeHyung, que se esforzaba por hallar el sentido que se escurría entre sus manos y se recluye tras la sombra de sus recuerdos.

―Mi cielo ¿Qué tal te fue? ―preguntó JungKook, apenas vio al castaño salir del salón de arte, donde había tenido su sesión de terapia, a la cual se apuró a ir para esperarlo al salir y ver como se encontraba emocionalmente.

Kim TaeHyung se considera a sí mismo como un hombre afortunado y dichoso de ser merecedor de la luz que irradia JungKook en cada acto y sonrisa.

―YoonGi me dijo que poco a poco debo ir eligiendo qué espacios me siento mínimamente preparado para enfrentar ―explicó TaeHyung, caminando juntos por el sendero principal bajo la tarde soleada, que proyectaba ambas sombras físicas bajo el suelo que pisaban tan cercanas y unidas que parecían formar.

Como el amor que los tenía gravitando alrededor del contrario, cargando sus cuerpos de energía que residía en el catalizador del tacto impropio.

―¿Te sientes listo para hacerlo o te incomoda? ―indagó el azabache sabiendo lo que tal experiencia significaría para su pareja.

El castaño sufría de fobia social o trastorno de ansiedad social, lo que significa que las situaciones sociales que involucran una interacción directa o exponerse ante un grupo de personas le generan miedo o ansiedad desproporcionados ante la amenaza real que representa.

Si bien, se puede sentir ansiedad o nervios en el relacionamiento social, las personas que tienen dicho trastorno sienten una sobrecarga sensorial que los lleva a ver las situaciones con verdadero temor e incomodidad de lo que representan en realidad, condicionado por la posibilidad de que su comportamiento sea evaluado negativamente por los demás y que la ansiedad que su cuerpo manifiesta resulte evidente, por tanto, son experiencias que viven con demasiada angustia y agitación, lo que los guía a evitarlas o afrontarlas con gran malestar.

Y ahora, TaeHyung se encontraba superando los estadios más intensos de su fobia.

―Se que es lo mejor y lo considero como el siguiente paso en mi tratamiento, pero aun así no deja de ser difícil o estresante ―respondió con sinceridad y los nervios aflorando cada vez más en su interior, agitando su pulso y el bombeo de su corazón en un probable indicador de ansiedad, que ahora ya sabía gestionar de mejor manera.

―Te has ido preparando y así no puedas reconocerlo, yo he visto que ya puedes mantener la mirada con algunos de los pacientes que nos cruzamos en el camino e incluso has hecho una pequeña mueca en un reflejo de esa pequeña sonrisa que tratas de conseguir ―resaltó JungKook, admirado por los avances que su pareja lograba.

―¿Lo has notado? ―se sentía un poco avergonzado y extasiado en una mezcla en que ambos sentimientos se unían en sincronía, al saberse parte del centro de atención de JungKook.

―Siempre que des de un paso así sea en medio de la penumbra absoluta de una noche oscura, allí estaré custodiando tus pasos ―relató el de ojos ónix, deteniendo su caminar para solo para ver su rostro y nada más que el rostro de su pareja.

―Y dices que no sabes escribir poemas ―se burló con el amor implícito en sus palabras.

―Algo debía de aprender ¿No crees? ―en realidad se sentía inspirado y colmado de tangible y diluible amor, que se extendió por todas las células de su cuerpo llegando hasta sus huesos, hasta los cimientos en donde fueron calcinados.

Después de limpiarse y aterrizar de la nube de éxtasis que alcanzaron juntos, debieron ocuparse de las actividades que esperaban por ambos en el día y que TaeHyung debió enfrentar casi que hasta las horas de la tarde, lo que le dio tiempo de descansar, porque solo tenía una sesión de terapia programada en el día, y el extendido descanso lo uso para leer el poema que la tarde anterior le había entregada el castaño.

Cada tesoro inmortalizado en el papel estaba grabado en sus memorias, atado a sus pensamientos y fundido a su alma, allí en letras y palabras inconexas la esencia de TaeHyung residía.

―¿Hay algo más que haya pasado? ―cuestionó JungKook, viendo la duda sembrada en los iris marrones de TaeHyung, una lucha plasmada en su mirada por decir lo que las barreras de la censura querían ocultar.

―No, no hay ningún problema ―tranquilizó―. Más bien es un pedido que quería hacerte, solo si estás de acuerdo.

―¿Dime de qué se trata? ―animó JungKook.

―Esos progresos en los que voy a tratar de enfocarme, quiero comenzar a hacerlos contigo a mi lado, que puedas estar presente en algunas de las terapias de exposición para así reducir los niveles de ansiedad que podrían desencadenarse ―reveló esperando la decisión de su novio.

―Claro que si Tae, me haría muy feliz estar ahí para ti, a tu lado ―aseveró.

Ambos lo harían, dos líneas de caminantes dispares que decidían estrechar sus pasos y empujar al contrario cuando fuera necesario.

―Gracias por estar presente ―respondió con un beso sobre la boca ajena, disfrutando de la suavidad y el dulce néctar de sus labios.

Continuaron su camino hasta que cierto pelirrojo los interceptó en el camino.

―¿Chicos, van a ir a la tarde de cine? ―cuestionó JiMin, llegando hasta el azabache que mantenía el agarre de la mano contraria, la mano que sostenía con delicadeza la impropia que manifestaba el vínculo tangible del amor que los unía.

La presencia del pelirrojo siempre traía consigo una pletórica aura de alegría y vivacidad, que las personas a su alrededor sentían de forma natural, logrando contagiarlos.

―Depende de la película que vayan a mostrar ―dijo TaeHyung en un susurrante y bajo tono de voz, compartiendo el deseo implícito de asistir al evento que tenía ocurrencia cada semana en un día al azar.

Se trata de una actividad programada que se fue convirtiendo en una tradición que todos los residentes esperaban, aumentado por las expectativas de no conocer cuál sería el día en que fuera organizado. Así que, el aire estaba colmado de emoción y euforia por ver cuál película proyectarían.

―Según lo que pude obtener de Jin después de insistirle, es que se trata de alguna película de miedo ―el pelirrojo se dirigió a ambos confesando lo que tanto le costó obtener del rubio, que cansado de su insistencia le reveló el género cinematográfico elegido.

―Ya me perdieron ―confesó JungKook, alejándose de ambos, porque definitivamente no podría soportar la tensión y el suspenso que no podía anticipar en qué momento aparecería para hacerlo gritar, y lo otro que odiaba era lo susceptible que era su mente para absorber y detallar los espectros que aparecían, los cuales se quedaban grabados en su retina, y se reproducían en los peores momentos, en especial cuando iba al baño en las noches y la oscuridad era todo lo que podía ver y las imágenes que llegaban para asustarlo.

―Amor, no puedes decirlo en serio ―respondió TaeHyung ante la huida de su pareja y lo adorable que podía llegar a ser

―Oh pero claro que puedo Kim TaeHyung, sabes que de ir no podré dormir tranquilo ―rebatió protestando desde su lugar, mirando con recelo a su pareja y a su amigo que parecían confabulados para torturarlo, pero esta vez no iba a ceder nuevamente.

Hace un mes atrás lo lograron, cuando Jin nuevamente les había dicho el género de la película, y JungKook finalmente se rindió a los besos traidores de TaeHyung que terminó con él a los gritos y después durmiendo como garrapata sobre el cuerpo de su novio, y despertándolo durante una semana cada vez que quería ir al baño a medianoche.

―Creo que hemos perdido ya esta lucha querido compañero ―expresó JiMin a su acompañante que río tímidamente al saber que solo serían ellos dos, porque el azabache ya había abandonado el barco.

Literalmente los había abandonado, porque ya no quedaba ni la sombra de la presencia de JungKook que los dejó solos en compañía del contrario, que sin más se dirigieron hacia la tarde de terror que tenían frente a ellos. Así TaeHyung se sintiera un poco ansioso o reticente a exponerse ante un considerable grupo, al menos los había visto en alguna ocasión desde su internación, por lo que, considerándolo un reto personal decidió dar el salto de fe y arriesgarse.

Horas más tarde, JungKook se sentía fascinado mientras contemplaba el cielo nocturno que se iluminaba a causa de la tormenta eléctrica que relucía por la formación de los rayos que se producían debido a la acumulación de cargas eléctricas entre dos nubes o entre éstas y la superficie terrestre, lo que provoca que la energía creada forme el rayo que se dibuja en el cielo gracias al relámpago que lo ilumina dando visibilidad y esplendor, anunciando su presencia por la presión que se propaga en ondas de sonido que retumba avisando su presencia.

El azabache se consideraba un fiel amante del fenómeno meteorológico que contemplaba en el resguardo de su habitación y agradecido por la ubicación de la misma que lo tenían parado bajo el marco de la ventana a la espera del siguiente rayo que apareciera. Logrando con su ensordecedor tronar el aquietamiento de sus pensamientos dispares y opuestos, sembrando el silencio en su mente y dándole paz a los susurros que últimamente se hacían más intensos y recurrentes pidiendo por atención. Pero siempre era más fácil fingir y dejarlo fluir cuando sus miedos se presentaban en las sesiones donde estaban permitidos a ser liberados de la contención a los que los obligaba a permanecer.

Inspirado por la valentía del actuar de su pareja, al haber asistido a la tarde de cine que afortunadamente no logró ser arruinada por la tormenta que luego se desató sobre la Isla de Jeju, a la mañana siguiente decidió enfrentarse a la mayor incomodidad que despertaba en su interior al tener que tomar palabra primero en la sesión de terapia grupal que hoy se llevaba a cabo en la sala de arte.

Aprovechando los diversos colores que iluminaban la estancia y los rostros de los pacientes que estaban ubicados en un círculo en el centro de la inmensa habitación, después de haber organizado los caballetes y las mesas para trabajar con la arcilla cerca de los vitrales.

Una mano se alzaba tímidamente, impulsada por las amorosas palabras que se sellaron sobre sus labios cuando tuvo que soltar la mano de TaeHyung para que ambos fueran a donde debían ir en búsqueda de la superación de sus traumas y heridas del pasado.

―Mis ojos ven un novato entusiasta el día de hoy ―bromeó YoonGi, viendo al tímido azabache que levantaba su mano, queriendo ser el primero en comenzar con la sesión del día, cuando usualmente rehuía a hacerlo.

―Siempre hay una primera vez para todo ―intervino JiMin apoyando a JungKook y el impulso que reverbera con emoción en su mirada obsidiana. 

―Agradezco que lo hagas Kook, puedes iniciar cuando estés listo ―mencionó el peligris, expectante a la que fuera hacer enunciado por el azabache.

Quien se tomó un minuto para oxigenar sus pulmones y regular el pulso acelerado que sentía bajo su piel, bajo las palmas de sus manos y la dermis que cosquilleaba por la manifestación viva que recorría todo su cuerpo.

―A veces hay días más claros que otros, en donde mis pensamientos y recuerdos me permiten respirar con calma y ver con esperanza hacia el futuro ―comenzó a relatar gracias a la agitación eufórica que lo impulsó a hablar―, esos momentos me permiten disfrutar en la plena conciencia de lo que vivo y siento.

››Son las experiencias creadas durante esos días los que me hacen sentir invencible y feliz, pero cuando la oscuridad de mis recuerdos se presenta nuevamente como una sombra que se arrastra en el silencio de la alegría que encuentro junto a TaeHyung y lo que aquí he ido creando. Mis memorias resurgen y la noche del accidente trata de desmoronar todo lo que he construido.

Su verdad fue enunciada y anclado al presente en el que su memoria enlazada al mayor recuerdo que se imponía usualmente contra su voluntad y dominada su cordura, formando el trastorno de estrés postraumático que sufría desde hace más de un año, lo que lo llevó a terminar en el hospital cuando los síntomas fueron tomando intensidad hasta interferir con el normal desarrollo de su vida diaria.

Un accidente en el que pudo ver su sangre derramarse por cuerpo, ensombreciendo su visión, imponiendo un solo color como un mandamiento estipulado, el vinotinto de la sangre se deslizaba sobre sí mismo, cubriéndolo como un manto y llevando a su mente a la inconsciencia absoluta durante un mes en el que estuvo en coma debido a la lesiones sufridas en su cuerpo y al traumatismo craneoencefálico que sacudió a su cerebro.

En el resurgir del sueño inducido, su consciencia lucho por volver a sostenerse de los cimientos que tambaleaban por caerse y desmoronarse ante cualquier atisbo de presión que llegará desde el exterior o la fuerza que residían en sus recuerdos al imponer y repetir la experiencia traumática que había vivido. 

―¿Reconoces el origen del poder que tienen tus recuerdos? ―formuló YoonGi, atento a las palabras mencionadas por el azabache, que estaba enfrentando la situación con gran entereza.

―Antes no podía hacerlo ―confesó―. Pero ahora sé que ese poder está en mí, en la voluntad que le otorgó a ese accidente.

Un recuerdo recurrente y molesto de un episodio traumático que debido a la carga emocional y psíquica se hace insoportable y debilitante que se produce por un episodio desencadenante, donde se tienen recuerdos frecuentes e indeseados que son asociados con la experiencia vivida, la cual genera miedo, terror y evitación; a la que son evocados constantemente por medio de las pesadillas e incluso por episodios de recuerdos disociativos.

―¿Y qué puedes concluir de ese accidente, Kook? ―preguntó el psicólogo.

―Que no debe ser un suceso que marque mi vida o al menos no debe por que dirigirla ―enunció la verdad que le había costado aceptar, y que aún en sus días más grises luchaba por aferrarse.

―¿Cómo has llegado a reconocerlo? ―su cuestionamiento se dirigía a evaluar la convicción tras las palabras que JungKook decía, a determinar si era una realidad en la que creía o solo estaba encubriendo sus traumas.

―Porque puedo sobreponerme al recuerdo del accidente que trata de sumergirme en el mismo vórtice de dolor y desesperación, porque ahora sé que el poder está en la fortaleza que he ido forjando ―afirmó con sinceridad, sintiendo las dulces palabras que pronunciaba como la verdad que ahora guiaba su vida.

Aunque hubiesen momentos más difíciles de afrontar cuando la oscuridad se superponía sobre sí mismo, arrastrándolo hasta el fondo del que cada día lograba salir.

―Es una experiencia que formará parte de ti y tus recuerdos pero no tiene la suficiente fuerza para dictar tu vida y lo que desees hacer de ella ―dijo YoonGi sonriendo con orgullo ante el progreso que veía en JungKook.

Deshaciendo la amargura que en ocasiones lo asaltaba diluyéndose como gotas de añil en el agua, tintando la claridad y manchando su transparencia, cuando veía el delirio consciente al que podían llegar a someterse, tal vez él o tal vez alguien más por quien debía esforzarse con mayor compromiso y sacarlo del abismo que lo seguía reteniendo, sin que el ser al interior de la caverna reparará en que estaba de espaldas y las sombras proyectadas en la pared interna era la realidad que ahora personificaba.

―Es lo que trato de repetirme cuando las pesadillas llegan o cuando mi mente se ancla a ese recuerdo, y cuando excede mi propia capacidad TaeHyung siempre está allí para recitar conmigo el mantra que me calma y me aterriza ―confesó a la vez que agradecía internamente tener a su pareja a su lado.

―Ten presente tu fuerza y poder Kook, porque no has llegado hasta donde estas si en primera instancia no lo hubieras hecho de forma voluntaria ―explicó el peligris.

Posteriormente, continuaron con el desarrollo de la sesión en medio de la participación de los demás pacientes que se animaban a relatar parte de sus historias o avances en relación a lo que sentían.

Al terminar la sesión, la euforia sacudía al azabache que se encontraba anticipando la razón de la visita que tendría el día de hoy. Sin haberlo esperado, antes de que se levantarán de sus puestos, YoonGi informó que el día de visita era hoy y sin dar más detalles mencionó quienes iban a estar acompañados por solo una persona a la que le habían cedido el permiso por cada paciente.

Sin saber de quién se trataba, tenía que ir a ver a su TaeHyung para ver si ambos contaban con la misma fortuna. Ya que, los días de visitas se alteraban entre los pacientes, por lo que, se seleccionaban diversos grupos con un turno diferente para evitar aglomeración por los visitantes y también para que el personal médico fuera suficiente para atender a los demás pacientes.

―¡Mi cielo! ―exclamó en voz alta JungKook, al ver a TaeHyung a unos pasos de llegar a la puerta de la habitación compartida.

Como resultado el castaño detuvo su caminar un poco sobresaltado por el grito que escuchó, sin embargo, toda angustia disminuyó cuando reconoció ese color y tono de voz tan característico y único, correspondiente a su pequeño azabache.

―Me asustaste ―mencionó TaeHyung envolviendo sus brazos alrededor del cálido cuerpo que tanto había extrañado.

Y en la misma posición manteniendo el enlace entre sus cuerpos comenzaron a acortar los pasos que ya reconocían de memoria hasta estar frente a la puerta de madera blanca que JungKook se encargó de abrir, porque era quien estaba de frente y podía hacerlo con mayor agilidad.

―Te amo demasiado y te extrañe ―fue lo primero que dijo el azabache cuando la puerta fue cerrada a sus espaldas, acercándose sin dudar a la boca contraria para tomar de los labios rosados el elixir que necesitaba sentir, explorando la cavidad ajena con su lengua, tanteando hasta dónde la impropia le permitía llegar y en los suspiros que comenzaron a alentarlo.

―Puedo notarlo ―casi sin aliento el castaño logró decir, retirando los restos de saliva sobre la comisura de la boca ajena con su propia lengua humedeciéndolos aún más.

Obteniendo un pequeño jadeo que despertó sin ser evocado en el inexistente espacio que entre sus cuerpos habitaba.

―Ya basta, me haces sentir como un desesperado ―soltó un poco avergonzado por el impulso que lo dominó, obligándolo a perseguir su presa y no detenerse hasta robar el aliento de su pareja. Aunque siendo él mismo el que terminó fascinado y sediento de más.

―¿Y no lo estás? ―TaeHyung reto de forma juguetona, dejando una pequeña lamida sobre los labios entreabiertos que apenas salieron del asombro por su descaro, lo llevaron a sumergirse en un candente beso que los guío hasta recostar sus cuerpos sobre la cama en la que se abrazaron en medio de sonrisas y caricias sin ninguna intención escondida o que aspirara a más.

Eran dos cuerpos embargados por un mismo sentimiento arrasador que les daba el sosiego que sus traumas o dolores aún se empeñaba por desintegrar.

―Siempre estoy sediento de ti ―confesó JungKook con su rostro escondido sobre el cuello de piel caramelo, ocultando el bochorno que estaba sintiendo y las caricias que las manos de su pareja concentraban en la extensión de su espalda, adormeciéndolo cada vez más.

―¿Cuál es la buena noticia que traes? ―apremio a su pequeño cielo a decir lo que en un principio sabía que iba a compartir.

―¿Cómo sabes que iba a decir algo? ―inquirió de vuelta deslumbrado por la capacidad de su TaeHyungie en anticipar sus actos.

―Porque aunque seas de personalidad alegre y extrovertida, conozco cada matiz diferente en tu voz y tu mirada, ante mis ojos eres tan cristalino como el agua ―reconoció a la par que depositaba un delicado beso sobre la frente de su adorado novio.

―No tengo como negarlo ―río sin luchar por oponerse a lo que decía su pareja, porque sería negar lo evidente.

―JungKookie ―alargó la última letra del dulce nombre que pronunciaba a la espera de conocer la razón que lo tenía tan emocionado.

―Quería decirte que hoy es mi turno para recibir mi visita sorpresa y venía a preguntarte si tú también tienes la misma oportunidad ―explicó dejando pequeños roces de labios sobre el cuello de su pareja que lo apretó contra su cuerpo, en busca de fundirse en él y con él.

―Es una gran noticia mi cielo ―y abrazó con mayor fuerza el cuerpo que tenía sobre sí mismo, buscando transmitirle la emoción que también compartía, sabiendo lo mucho que JungKook amaba a su familia.

―Estoy un poco nervioso por saber quién va a venir ―mencionó.

―Se que sin importar quien sea, serás feliz ―manifestó acariciando con sus dedos el rostro contrario, sintiendo bajo la yema de su piel la delicada textura de la dermis de su pareja, dejándole una sensación familiar y diferente que cambiaba con su tacto, cambiaba con los días que iban pasando y los sentimientos iban aumentando.

―Vendré a contarte todo y en especial si es mi hermana la que viene con sus ocurrencias ―expresó en medio del anhelo por ver a su hermana, aunque no le importaba si fuera alguno de sus padres, en realidad no era vital que fuera uno u otro, desde que fuera alguno de sus seres amados se sentiría afortunado―. Pero no me has dicho si vas a tener visita o no.

―Recuerda que a mí ya me tocó hace dos semanas, así que tendré que esperar y mientras tanto seré feliz con lo que me cuentes ―recordó TaeHyung.

Debido a la agenda que se llevaba en el hospital para las visitas, estas se daban cada dos semanas, por lo que, el castaño debía esperar hasta un próximo encuentro.

―Oh, claro que lo recuerdo, solo pensé que por el poco tiempo que tu madre estuvo aquí, podrían asignarle una visita así sea por el tiempo restante ―explicó el de ojos ónix, cuando la madre de TaeHyung estuvo solamente dos horas de las cuatro que podían compartir durante la tarde, porque tenía un compromiso laboral inaplazable.

Lo cual fue frustrante para la adorable madre del castaño y en sus sucesivas excusas de las labores que no me permitieron tener más tiempo con su adorado hijo, no obstante, TaeHyung lo entendió de la mejor manera al ser consciente del esfuerzo de su familia para pagar el tratamiento que se encontraba recibiendo, así que, no estaba en él culparla o hacer menos su esfuerzo.

―Recuerdo lo frustrada que estaba ese día ―rememoró la angustia reflejada en el grácil y delicado rostro de su madre, y en el arrepentimiento que ensombrecido el ámbar en sus ojos, a quien calmó con un abrazo para hacerle entender que estaba bien el hecho de tener que irse más antes, en medio de la promesa de una próxima visita que compensará la fallida de ese día.

―Fue muy lindo verla y luego ver su huida ―molesto JungKook, recordando a la señora Kim en su apresurada marcha a través del camino central de Salm-ui seomgwang.

―Todo un espectáculo ―concordó TaeHyung.

Aunque solo se permitía un visitante por persona, de conocerse podían integrarse y pasar el tiempo de permiso todos juntos, como lo hicieron esa vez en que ellos dos junto a sus madres compartieron por un tiempo hasta que quedaron en compañía de su madre HyeJin que entre sonrisas y conversaciones aleatorias logró distraer a TaeHyung de cualquier malestar que pudiese llegar a sentir, aun cuando sabía que su pareja entendía y aceptaba la razón del porque su madre tenía que irse, para JungKook nunca pasaba desapercibido ciertos rasgos o señales que indicaran la verdad subyacente a la mentira piadosa que podía llegar a decir el castaño.

Esa fue una tarde en la que fue el intermediario entre su novio y su madre, viendo como poco a poco TaeHyung se iba sintiendo cómodo y sus barreras descendían solo un poco para llegar a facilitar una conversación.

―Ese serás tú si no te apuras para que vayamos a almorzar y así que puedas estar listo ―apresuró TaeHyung con mimo en sus palabras y empujando el cuerpo que aún seguía sobre sí mismo para ponerle de pie en el proceso y arrastrarlo hacia la puerta.

―Al menos espera que me ponga los zapatos, Tae ―detuvo el andar de su novio y luchando contra el jalón que le hacía retroceder cuando estaba cerca de su objetivo a la vez que escuchaba la melodiosa risa de TaeHyung, terminó con sus zapatillas deportivas en la mano que no era sujetada por la impropia y en medio de la caminata mientras saltaba sobre un pie se esforzaba por ponerse el zapato, fallando en el intento cuando el castaño volvía jalarlo contra su cuerpo.

―Vamos Kook, no seas tan lento ―bromeó el de orbes caramelo, sin prestarle mayor atención a su alrededor y sin preocuparse por quienes podrían estar mirando en su dirección. No había mayor tesoro que el amor que se derramaba en su interior al ver a su JungKook.

A su bonito y precioso novio que luchaba contra sus zapatos.

―Si cierto alguien me soltara o al menos me ayudará esto podría agilizarse ―respondió un poco agitado con la batalla que seguía manteniendo, siguiendo el juego de TaeHyung.

―Lo haces muy bien mi cielo, sigue así, estás muy cerca de conseguirlo ―sin contenerse su risa inundó el espacio en el que estaban, en medio del pasillo antes de llegar hasta las escaleras para descender hasta el primer nivel y atravesarlas de una forma similar. Pero siempre manteniendo el cuidado para que su pareja no se cayera y lo arrastrara consigo.

―Si te tengo a ti para que enemigos ―puntualizó JungKook, celebrando su victoria personal al lograr ponerse uno de los zapatos, aunque estaba mal puesto no interesaba, lo importante era que lo consiguió, ahora solo quedaba uno más.

―Tienes todo en una pareja, vaya que si eres muy afortunado ―canturreo TaeHyung, poniendo a su pareja por delante de su cuerpo, como un hábito inconsciente que hacía cuando quería formar una barrera entre sí mismo y el exterior.

JungKook casi que terminó por darse por vencido porque desde la posición en que estaba si luchaba por colocarse la zapatilla, definitivamente ambos terminarían sobre el suelo. Además, era más importante brindarle la seguridad que su bonito novio requería, y él estaría allí para TaeHyung en cada paso y avance.

―Esto sí que es toda una novedad ¿Acaso solo uno de tus pies tienen calor o que Kook? ―molesto Jin, llegando hasta el azabache que por lo que veía protegía el cuerpo de TaeHyung, en un vano intento porque ambos tenían la misma proporción física y debido a los centímetros demás que tenía el castaño no es como si no fuera visible y lo hiciera resaltar.

―Si, por estos días el clima no se decide entre el calor o el frío, así que así estoy yo también ―respondió mirando su pie solamente cubierto por la media que se movía en pequeños toques sobre el frío suelo.

―Quien soy yo para cuestionarlo ―dijo el enfermero riendo por las ocurrencias de ese par, dando una última mirada antes de seguir su camino y dejarles seguir hacia donde fuera que se dirigían.

Ambos se despidieron del rubio y continuaron su trayecto hasta el comedor, entre tropezones y pequeños esfuerzos JungKook logró ponerse su zapato faltante y ahora se encontraba considerando si anudar las agujetas o simplemente dejarlas sueltas.

En definitiva no lograría la hazaña de hacerlo con los leves pinchazos que estaba dejando TaeHyung sobre el costado de su abdomen.

―Eres mi persona amada ―manifestó el castaño, dándole tregua a su pareja debido a los nervios que comenzaban a acrecentarse en su cuerpo a medida que se acercaban al comedor.

Un reto que se había impuesto ir superando, por medio de pequeños retos que sabía y podía enfrentar, como ingresar junto a JungKook por sus bandejas, un sitio que no frecuentaba ya que su novio usualmente se encargaba de ir por sus alimentos y llevarlos generalmente a la habitación en donde pasaban el tiempo.

Y hoy se levantó impulsado por deshacer la rutina que si bien disfrutaban, quería hacerlo por su JungKookie y compartir ambos en el jardín exterior aunque un poco alejados del camino central, para no estar tan expuestos.

Sin embargo, algo es algo y este era el inicio de su proceso.

―Podrás dudar de todo a tu alrededor pero mi amor es inamovible ―dijo el azabache, besando fugazmente los labios de su pareja.

Una sutil caricia que acompasó los latidos desaforados del corazón del castaño, que tomó una última bocanada de aire para darle estabilidad a sus pulmones a la vez que sentía el apretón en su mano recordándole que no estaba solo y que si había llegado hasta el pasillo que los conduciría al comedor, ya era un gran camino avance.

Y no estaba preparado para rendirse a unos pasos de distancia de la mayor meta que hasta ahora se había impuesto.

―Ya lo más angustiante ha pasado y tú lo has logrado ―JungKook motivo a su amado novio, orgulloso y feliz de ver que por iniciativa propia lo había guiado hasta este lugar.

―Lo lograremos ―susurro TaeHyung sin darle más vueltas o buscar más cuestiones que respaldaran su decisión de dar media vuelta.

Después de todo cada recorrido que emprenderá nunca lo haría solo.

―¿Estás seguro de tu decisión? ―el azabache cuestionó una última vez en busca de agotar la opción de ser acompañado a recibir su visita sorpresa.

Después de ingresar a paso calmo y tranquilo al comedor y tomar sus bandejas con los alimentos que eligieron del menú y un castaño que mantuvo su mirada de forma intermitente entre el suelo y el frente en el que detallaba distintas caras que hasta ahora no había visto más que un par de veces. Salieron al jardín que tenía pequeños comedores para poder descansar y comer si era lo que deseaban hacer.

Lugar en el que se dispusieron a ingerir sus alimentos entre conversaciones, toques sutiles y besos fugaces, el tiempo emigró y ahora a escasos minutos del inicio de las horas de visita, JungKook no quería que su pareja estuviera sola, por lo que, interrogo con la misma pregunta al castaño para saber si era lo que deseaba o solamente lo hacía en el vano pensamiento de no querer molestarlo.

―Mi cielo, quiero que disfrutes esta visita ―deteniendo toda réplica contraria al volver a intervenir adivinando lo que JungKook estaba sintiendo―. Y no, no lo hago porque no quiera molestarte o porque vaya a interrumpir, lo hago porque también debes hacer estas cosas tu solo y no estar pendiente únicamente de mis deseos ―expuso con una dulzura palpable en su voz barítono que acarició la piel del rostro de un azabache más tranquilo después de ver la sinceridad aflorar en el ámbar de su mirada.

―Lo sé, sólo quería que estuvieras seguro de que en medio de mi familia también tienes un lugar ganado ―confesó JungKook.

―Y lo agradezco tanto ―mencionó―. Pero también lo hago porque hoy ya excedí un poco mi batería social y estoy agotado.

JungKook lo vio reflejado en los iris almendra de TaeHyung, causado por el mayor esfuerzo que hoy debía ser celebrado.

―Lo hiciste muy bien TaeHyungie, soy el hombre más feliz al ver cada uno de tus progresos y aún más agradecido de que me permitas ser parte de ellos ―murmuró sobre la comisura de los labios impropios, que gravitaron con fuerza hasta terminar chocando con sus respiraciones cruzadas y sus lenguas absorbiendo el sabor de la contraria.

―Te estaré esperando hoy y siempre.

Un último beso fue dado y un último abrazo fue entregado, y sus caminos se separaron en direcciones contrarias.

El azabache sentía el viento mover su cabello formando pequeñas ondulaciones mientras sus pasos lo llevaban hasta la entrada principal en donde esperaría por su persona misteriosa.

También veía a los demás pacientes ir hacia donde se dirigía, pero su atención se centró en quienes ingresaban a las distintas construcciones que estaban diseñadas para recibir sus terapias y tratamientos.

Un diverso cuadro patológico se reflejaba en los rostros apacibles que ante una pequeña variable podían explotar en un brote emocional que juraría arrasar con la cordura que escaseaba. También aquellos que como TaeHyung, JiMin y él mismo deambulaban en la espera de los encuentros sucesivos que tenían con sus traumas, con las heridas emocionales esculpidas en su interior y cinceladas en sus barreras que dificultaban la inmersión en el origen mismo que difuso se escabullía con cautela.

Pero si había algo que los unía era el deseo de superación para obtener una verdadera muestra de quienes eran y de lo que podían lograr cuando se lo proponían.

No obstante, sus pensamientos se paralizaron y se deshicieron bajo sus pies al reconocer a la persona tan similar a sus rasgos que se acercaba con un caminar armonioso y emocionado por la sonrisa que en el rostro contrario se formó.

Dando vida a la esperanza que en la otra persona nació, rogando por vislumbrar un minúsculo reflejo de realidad cruel que provenía del entendimiento de la causa real del porqué estaba allí, una esperanza que en la persona contraria murió una vez más, un anhelo sórdido que no fue escuchado cuando en esa sonrisa vio el más grande amor contado.

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