Ⅻ: Flor del viento
Con la cámara fotográfica entre sus manos, después de haber acompañado a JiMin hasta el centro de arte, en el que hay una pequeña sala destinada a la fotografía y en la que están guardados los diversos implementos para impartir las clases a las que hasta el momento no se había llegado a interesar por asistir, si bien la fotografía le gusta y se divierte retratando tras el lente de la cámara el panorama que ante sus ojos se muestra, en el hospital se dedicó a explorar otras actividades que no había llegado a realizar antes, aunque el piano fue lo único mantuvo de su vida antes del colapso.
Y gracias a la mediación de JiMin, quien consiguió el permiso para sacar la cámara hasta el día siguiente, es que ahora camino a la habitación en donde evitó la mayoría del día ir, porque al parecer ambos sin decirlo a viva voz, crearon un acuerdo tácito de evitarse, cuando uno llegaba el otro parecía presentir su proximidad y salía del cuarto contabilizando los minutos suficientes para volver.
O al menos eso fue lo que hizo durante toda la tarde en la que estuvo al lado de JiMin y NamJoon, y en las pequeñas escapadas cuando tenía que ir por algo a su habitación, encontrándose con el rastro frío de la ausencia de TaeHyung.
―Tómalo con calma Kook, tampoco estás corriendo una maratón ―expresó JiMin antes de finalmente separarse para que cada uno se fuera a descansar.
―Si, es solo que estoy un poco nervioso ―sintiendo la expectativa anidarse en su cuerpo, acelerando sus latidos tan pesados y estridentes que puede sentirlos tras sus oídos, marcando el compás final de una melodía desgastada después de ser sucesivamente tocada hasta el hartazgo. Un presentimiento que incrementa la necesidad de respirar para mantenerse medianamente calmo y detener el ligero temblor de sus manos.
Las cuales fueron sujetadas una última vez entre las más pequeñas del pelirrojo, dándole la energía que hace un tiempo ya perdió.
―Cuando hagas lo que debas hacer, ve con Nam o conmigo, a quien encuentres primero, porque estamos para ti sin importar nada más que tu bienestar ahora mismo ¿de acuerdo? ―aclaró JiMin sin estar muy seguro de que iba a hacer su dongsaeng, o al menos trataba de no hacerse una idea para no crearse falsas ilusiones que terminarán desalentándolos a todos.
―Así lo haré, hyung ―afirmó JungKook un poco paralizado por los pasos que debía emprender y alejarse de la seguridad que representa el mayor―. Gracias por lo que hiciste hoy.
―Por ti siempre lo haré JungKook, sin importar a donde deba ir y lo que deba hacer mi apoyo será lo único invariable en tu vida ―confesó con exigencia amparada en el remanente pasado que lo guío hasta el presente actual y como en ocasiones anteriores lo aclarara las veces que sean necesarias.
Las palabras sobraron en un tenso momento que el azabache se propuso enfrentar, en medio de un último y trémulo abrazo encontró la añoranza de la amistad y el cariño.
Sus sentidos dominaron sus pensamientos y raptaron la razón que lo hace fijarse sobre los recuerdos y experiencias vividas al lado del castaño. Su atención es retenida por las diferencias que siempre estuvieron allí pero que en su momento interpretó como parte del tratamiento de TaeHyung, ciertas excepciones que solo a él le concedían.
Como los sucesivos permisos para comer en la habitación, los cuales en el último tiempo eran mucho más frecuentes y si tiene en cuenta el tiempo que ya ha transcurrido desde que TaeHyung llegó al hospital, este tipo de excepciones deberían ser menos repetitivas con el paso de los días. O lo extraño que le parecía las pocas terapias grupales que tiene, cuando él en muchas ocasiones quiso solicitar lo mismo de una u otra forma terminaba en dichos espacios hasta que se acostumbró y ya le parecen necesarios dentro del tratamiento, y si para él ahora son fundamentales para Tae deberían serlo con mayor razón, debido a su fobia social.
Además, un hecho importante que de forma consciente ignoro, es la diferencia entre el tratamiento establecido de su novio con los otros pacientes que por casualidad se enteró que padecen del mismo trastorno del castaño, aunque no son más que tres personas, su rutina difiere mucho a la del castaño.
Un último hecho que debe resaltar y que en varias oportunidades los llevó a discutir, son las ausencias esporádicas de TaeHyung, cuando iba a buscarlo en donde sabía que debía estar y la presencia contraria no aparecía, de forma curiosa en el instante en que se daba por vencido y casi que desesperanzado por encontrarlo aparecía en el mismo lugar en el que en un principio fue a buscarlo. Tan veloz como girar su cuerpo y dar unos cuantos pasos, TaeHyung estaba allí como si minutos antes no hubiera reparado en su presencia. Lo que creía olvidos por su parte, porque el castaño solía esconderse muy bien cuando no quería ser visto por nadie.
Seguridad que ya no puede afirmar mantener.
―Mi cielo ―llamó TaeHyung al ver a su pensativo novio entrar a la habitación.
El azabache reaccionó enfocando sus orbes en su pareja, a quien no había visto en todo el día, aun cuando sabía que ambos se evitaron, no contuvo la reacción natural de su cuerpo para fundirse en un caluroso y hambriento abrazo, rogando internamente porque las dudas y las cuestiones que deshonrar su amor y la ciega confianza que en TaeHyung ha depositado.
Todo un riesgo que asumió y que ahora parece haberse enredado hasta que las espinas laceran su piel y no sabe qué debe hacer. No quiere perderlo, no aun, cuando su amor sigue siendo su fuente de ilusión y alegría. Ha renunciado y perdido tanto en el camino que a él se aferra como un náufrago a la única tabla sobreviviente de la destrucción de la embarcación en la que viajaba.
―Te amo y aunque el miedo a confiar siempre está latente ―manifestó sujetando el rostro de piel canela entre sus manos y suspiró con deseo al ver sus ojos ámbar recibirlo con el color más claro que hasta ahora había visto, confesándose antes del ansiado final―, tu presencia y tu recuerdo me acompañan, incluso en los momentos en que todo parece oscuro, regresar a ti será mi prioridad ―expresó en un rezo las palabras que su atormentado corazón necesitaba aclarar para lo que debía hacer después de que el alba iluminara la mañana siguiente.
Lo hace para pedir perdón y que una declaración se lleve la culpa que sus acciones causarán en medio del dolor y los lamentos que en la mirada de su novio se manifiestan en un sentimiento tan puro y sublime, la adoración, que él se encargará de profanar.
―Estuve ausente porque estoy teniendo mayores progresos en mis terapias ―explicó TaeHyung llevando consigo a su adorado novio, que tomó asiento sobre sus piernas y su cuello se vio rodeado por los brazos ajenos; sus manos por inercia rodearon la delicada cintura que en tantas ocasiones bajo sus manos fue esculpida―. Por lo que apenas me daba tiempo para llegar y buscar lo que necesitaba y así de rápido tenía que irme, por eso, tenía preparado una sorpresa para ti, eso sí, es algo pequeño pero quiero que recuerdes que siempre estás presente.
JungKook dejó ir el cuerpo de su pareja para que buscara en uno de los tres cajones que están en la parte lateral del escritorio lo que fuese que tuviera preparado. En ese momento, tuvo que aferrarse a la sábana de cama entre sus manos, conteniendo la respiración y mordiendo su labio inferior ya lastimado, cuando el remordimiento por un hecho que aún no realizaba lo asaltó, como un criminal a la espera de la idónea oportunidad para perpetrar su plan.
Lo que le tradujo las mismas emociones al fingir tranquilidad cuando el abrazo que hace unos minutos se deshizo no le brindó la fuerza que imploraba, fue insípido como si el cuerpo que tanto creyó conocer y llevar fundido en sus entraña hubiera sido reemplazado por una vil imitación que ni candidez le transmite a su gélida alma.
Tic tac, tic tac, las oportunidades se agotan.
―Estuve en una clase de arte y cuando nos pidieron crear una pieza a partir de la arcilla pensé en ti y en cuanto te gusta Saturno, después de la luna, pero como ya tienes una preferí hacer otra cosa ―mencionó el castaño acercándose a la ubicación contraria aún sobre la cama y le entregó la pequeña caja azul que le dieron en clase para guardar su creación.
Un planeta regente y solemne, un titán demandante y un juez sin piedad, la frialdad de Saturno siempre desvelo al azabache debido a la característica única y particular que posee, un halo de anillos formados por los vestigios de una tormentosa y dolorosa existencia, lo acompañan y embellecen. Representación que se asemeja a su vida en la actualidad.
―Nunca has dejado de sorprenderme ―confesó JungKook encantado por la figura en arcilla que su novio creó para él, admirando cada detalle y repasando con su dedo índice los anillos que formó alrededor de la esfera central todos unidos por un fino alambre que los une al centro de gravedad.
Preciosa recreación que a la serenidad llevó a sus desaforados pensamientos que hallaron un resquicio de lo que tanto conocía, por lo que se permitió tener esperanza, tan pequeña y frágil, incipiente e irrisoria, a la cual se aferró aunque sea por las últimas horas que poco a poco se desvanecen.
―Para mí en todo este tiempo te has convertido en mi centro, de la misma forma en que la gravedad de Saturno sostiene los anillos, es quién eres para mí, la persona que llegó a mi vida no solo para darle color sino devolver lo que en el camino perdí ―confesó deseando ayudar a su pareja a quien vio llegar desanimado y un poco perturbado, desconociendo la causa, se enfocó en animarlo para distraerlo y que la alegría encendiera las estrellas que residen en los orbes obsidiana.
Tic tac, el tiempo acorrala la indecisión y la toma como rehén. Huye, antes de que te atrape en sus engranajes voraces.
―Para mí eres más importante que mi propia existencia ―declaró aún absorto mirando el regalo que TaeHyung estuvo fabricando para darle y él en su lugar estaba planeando desenmascarar las absurdas ideas que lanzó al vacío cuando su mirada encontró la ajena, tan temerosa pero esforzándose por mantener la intensidad de la unión que los hizo sonreír con complicidad debido a su confesión. Una que brotó desde el llanto de su alma, que con velocidad emigró para comunicarse con el receptor original.
TaeHyung a lo largo de los días se convirtió en el aliento que alimenta su vida, la presencia que le da sentido a su existencia y por la que está dispuesto a vivir el mismo camino que lo trajo hasta acá solo para tenerlo ante él una vez más, para sentirlo como parte de su cuerpo, un complemento que trae las piezas que a su inacabada vida le faltan, precisas y necesarias, como la presencia ajena por quien de nuevo se sacrificaría sin importar que el tormento volviera a cernirse sobre sí mismo, tomaría el dolor de ambos, porque en el próximo encuentro que sus almas perdidas causarán, él se encargaría de que el castaño no sea quien cargue con las consecuencias de sus errores.
Promesa que le pidió a la vida, unirlo energéticamente al alma de TaeHyung para enmendar los errores que estaba a punto de cometer.
―Mi sentido se origina a partir de tu sonrisa y la felicidad que a tu lado siempre está, y todo lo que en mi has cambiado lo has hecho sin realmente esforzarte, porque me llevaste a querer lo mejor para ambos ―dijo TaeHyung antes de besar con delicadeza los labios contrarios.
Ambos suspiraron en medio del contacto por el anhelo contenido durante el día y que una vez estuvo a su alcance se dejaron seducir por la pasión que las caricias y los toques fueron dejados con fervor, recorriendo un nuevo camino marcado por diversas emociones que entre jadeos expresan, trazando en sus cuerpos un nuevo mapa del alma a medida que la ropa libera la sublime extensión de piel que tantas veces proclamaron como propia, marcando con sus labios la tersa dermis que como nunca antes captaron hasta las notas saladas del sudor que ya recubre sus cuerpos.
Sus anatomías formaron un nuevo comienzo, un final como ser individual y fueron a lo profundo de cada parte, hasta que la unión carnal se convirtió en lamentos y súplicas por obtener más, por ir más rápido y más allá de los límites explorados, las lágrimas fueron bañando sus rostros a medida que las embestidas ganaban mayor potencia una delirante y alucinante que parecía mover sus cuerpos al ritmo ajeno, un compás y un sentimiento.
El arrebato de la noche anterior quedó deshecho en cenizas, porque todo rencor y molestia fue suspendido sobre sus cuerpos, y el amor se derramó como sustancia tangible en ambos, que se movían a la espera de la arremetida contraria para responder con la misma vehemencia en que la reciben, sin vacilar ni dar oportunidad para acostumbrarse a la invasión que los hizo delirar a lo largo de la noche y la culminación sucesiva trajo los astros del universo para ser capturados a lo largo de la habitación, acunándolos hasta elevarlos más allá de los límites cognoscibles de la razón.
Tic tac, tic tac, dos amantes van en contra de la velocidad de la luz, creyendo poseerla en la otra persona que se desvanecerá al abrir los ojos después del alumbramiento.
En el trayecto hacia la sala de edición y en la corta caminata que emprendió, sus músculos poco a poco fueron perdiendo la tensión que ganaron momentos atrás, cuando la luz del día se filtró a través de la ranura que quedó expuesta al no correr apropiadamente las cortinas durante la noche anterior, pero dado lo sucedido ninguno de los dos tenía como prioridad verificar ese mínimo detalle cuando estaban atentos a adorar el cuerpo contrario.
Una fantasiosa realidad que tuvo que abandonar, cuando un impulso mayor lo hizo poner de pie, una exclamación desde la profundo de su memoria le recordó lo prometido desde la noche extinguida. Por ello, hace lo que hace, para despejar una duda insulsa que fue aumentando de tamaño sin preverlo, por más aristas que el problema le presentará solo había una solución, la confrontación directa de un presentimiento que con las manos temblorosas y piernas rígidas aferradas al suelo que lo sostiene, accionó el mecanismo de la cámara y tomó varias fotografías de la habitación, en especial de su novio que estaba profundamente dormido, indicando que hasta dentro de unas horas más no iba a despertar a menos que la alarma o él mismo lo hiciera.
Pero ahora lo que menos necesitaba era que TaeHyung viera que lo dejó solo después de lo que compartieron. No quería que se sintiera igual que él con las acciones que su pareja si tuvo la osadía de hacer, aunque después de conocer sus razones comprendió su actuar precipitado.
―A este paso estoy más cerca de cambiar de diagnóstico que salir de aquí superando mis traumas por los nuevos que me estoy creando ―susurró en un tono lo suficientemente alto para ser captado por sus oídos y así llenar el silencio que como una sombra lo sigue desde que salió de la habitación a la par que las suelas de sus zapatos resuenan en el interior de la sala en la que se encuentra terminando de imprimir en papel fotográfico las capturas que hizo de su pareja, necesitaba tenerlo en un medio físico como una muestra irrefutable para su contaminada consciencia que incluso duda de lo que refleja el papel.
―Aquí siempre estarás ―enunció JungKook, detallando la silueta de su novio acostado sobre la cama, delineando con su mirada el contorno de cada figura que complementa el panorama.
Paso a la siguiente foto y ahora podía verse con mayor definición el rostro de TaeHyung al haber aplicado zoom, todo siendo facilitado gracias a que estaba acostado boca arriba. Ver la imperturbabilidad que lo refugia del exterior lo hizo sonreír totalmente agradecido de que su novio fue ignorante a lo que pretendió, porque ahora ante la imagen que sus ojos captan, la figura del castaño es innegable, allí yace el retrato de su novio, de su pareja, de su complemento.
Un hondo suspiro quito la tensión que en su estómago estaba alojada como un nudo, retorciendo y moviendo el contenido alcalino en su interior dejándole un regusto ácido en la boca, que se aplacó cuando comprobó y refutó la absurda teoría que a su mente no le dio tregua.
Dimensión que se retrajo lentamente al ver el nuevo intento fallido en el que una vez más la inconsciencia ganó.
―Muy buenos días para ti Kook ―saludo NamJoon al ver al azabache salir del centro de arte con lo que puede identificar como recortes de papel entre sus manos o eso es lo que su miopía le permite identificar antes de ponerse las gafas que lleva colgando del cuello de su camiseta, sabe que no debe hacerlo porque pueden dañarse y en el peor de los escenarios hasta caerse , quien resplandece en medio de una adorable sonrisa―. ¿A qué se debe tanta emoción?
Tan preciosa es su sonrisa y sus orbes brillando por el descubrimiento que entre sus manos sostiene.
―Ayer JiMin me ayudó a conseguir una cámara y hoy después de mucho volví a sentir la alegría detrás de una foto y saber que no he perdido mi talento o bueno al menos eso creo yo ―comentó el azabache risueño y orgulloso de su logro, aunque la emoción trasciende la verdadera razón del significado de tener esa prueba formada en el papel, lo que significa para sí mismo la tranquilidad que con los días fue perdiendo, hoy regreso con vivacidad y fortaleza, afianzando nuevamente las raíces sobre el sólido y fangoso suelo que continúa sosteniéndolo.
―Prefiero ser espectador, porque como verás el mundo de arte no va mucho con mi estilo ―bromeó con la escasa habilidad que posee para las manualidades o la sutileza que debe tener en sus manos para tratar ciertos elementos en particular.
―Para tomar una fotografía no siempre se requiere un gran talento, se trata del gusto y de enfocar nada más para que no quede borrosa ni nada ―explicó JungKook mientras caminaban por los alrededores haciendo un poco de tiempo antes de la hora del desayuno.
―Como digas ―respondió con gracia y un poco de duda por saber qué es lo que Kook resguarda en sus manos, queriendo hallar la forma de abordarlo sin ser tan invasivo―. Prefiero llevar los implementos y alejarme del foco principal, porque entre tantas funciones que vienen integradas en una cámara solo me limito al celular y ya está, suficiente para mí.
―Mira en realidad lo que hoy hice fue sencillo ―añadió deteniendo sus pasos para ser imitado por su mayor y posicionar frente a ambos las fotos impresas―, es sencillo y no es complicado, solo debes enfocar y retratar lo que tú quieras, no es como si tuvieras que cumplir con un parámetro o estándar para hacerlo ―a medida que habla va pasando una a una las seis fotografías que tomó, los elementos de la habitación que tanto ama, como su lámpara de lava, su pequeño cactus apodado Anubis, las luces que rodean el cuarto y varias figuras coleccionables hasta detenerse en la última en la que se ve TaeHyung―. No se necesita mucho, solo accionar el clic y listo con eso tienes ―su mirada ónix fue capturada por la figura del castaño y la tranquilidad que colma su interior se manifestó en su rostro.
Acción que para NamJoon no pasó desapercibida.
―¿Esa fotografía tiene algo en especial? ―preguntó y debido al conflicto que relució en la mirada titubeante que perdió un poco del brillo que poseía decidió aclarar―. Me refiero a que la adoración con que observas la foto se debe a alguna característica que está allí y que en este caso desconozco ―esperaba equivocarse en su apreciación, porque algo de lo que dijo desvaneció toda ilusión que danzaba en los orbes obsidiana.
En verdad no sabía cómo proseguir y explicarse de una mejor manera en que sus palabras no se enredaran en malas comprensiones indeseadas.
―Mmm... ―JungKook vaciló no sabiendo de qué forma responder y traducir el hondo vacío que en su pecho comenzó a crecer, por lo que, decidió especificar lo que allí estaba inmortalizado―. Estas fotos son una secuencia de lo que vivo y al lado de quien lo hago, y sé que por la poca iluminación no se puede distinguir con claridad, pero en la cama esta TaeHyung completando el panorama de lo que es para mí el amor.
A medida que le explicaba a NamJoon la escena capturada, hubo un sentimiento traicionero que se fraccionó en el tórrido estado que supuso hace unos minutos atrás superó, creía haberlo hecho, pero su explicación la sintió sosa como una ilusión a que la consciencia se aferra cuando los cimientos sólidos de lo conocido se desmoronan.
Por favor, aún no estaba listo para dejarlo ir. Aún no había tenido suficiente del recuerdo de su presencia.
Así como sus plegarias internas florecieron en ruidos estridentes, su visión se volvió borrosa por la acumulación de lágrimas que sin ser convocadas se manifestaron para darle mayor sentimiento a lo que cree es su desesperado amor.
―Kook, yo... ―se obligó a no ceder, a mantener sus brazos estáticos a los lados de su cuerpo donde cuelgan desesperados por acunar la vulnerabilidad que comienza a invadir al azabache.
¡No quiere hacerlo, no quiere ser él quien de nuevo rompa su zona segura!
Pero así como teme, recuerda que fue lo que pidió hacer al momento de formar parte del tratamiento. Porque sabía que solo él podía contenerlo.
‹‹Perdóname Kook, pero esta mentira ya no puede seguir existiendo por más tiempo›› NamJoon se disculpó internamente, inhalando el oxígeno insípido que obligó a sus pulmones a expandir aún más o de lo contrario su voz flaqueará en el instante menos indicado.
―¿Tú qué NamJoon? ―pidió desesperado manteniendo la misma postura, solo que resguardando entre sus manos las fotos de TaeHyung para que no siguiera bajo el escrutinio impropio.
―Yo no veo a nadie allí, no veo a TaeHyung en ninguna de las fotografías que se supone le tomaste ―confesó finalmente, cerrando sus ojos con fuerza cuando JungKook rio histéricamente y su mirada se endureció como nunca antes lo había hecho, con tanto odio que sintió los dardos perforar su piel.
―¿Escuchas lo que estás diciendo? ¿Eres consciente de cuánto me estas lastimando NamJoon? ―discutió tan molesto por el descaro del mayor.
Esta parte del proceso es la instancia que más remordimiento le crea a NamJoon, aunque sabe que las filosas palabras de su adorable y pequeño azabache son parte de su mecanismo de defensa al atacar y querer desintegrar a su agresor o en este caso a quien está cuestionando la realidad que por tantos meses vivió en la absoluta enajenación.
Verlo así una vez más le marchita el alma y no cree soportarlo de nuevo.
―Kook, por favor, vuelve y mira las fotos, ahí no está TaeHyung ni ninguna de las cosas que mencionas qué están allí y que pertenecen a él, solo están las tuyas y las que describes ―aclaró el pelirosa atento a la contención emocional que se desborda tratando de asimilar lo que se le estaba diciendo.
―¡No, cállate, no lo digas! No otra vez ―gritó totalmente ido y con un inmenso terror que emergió al considerar las palabras ajenas por unos segundos y su mano se apretó en un puño cerrado sobre las fotos que sostiene, negándole la posibilidad de verlas nuevamente.
―Pequeño nunca diría algo para lastimarte ―apremio NamJoon con un tono de voz tan sereno totalmente opuesto al álgido dolor que le ocasiona ver el estado de JungKook y no poder hacer nada, más que acompañarlo y hacerle saber que no está solo.
Nunca lo ha estado, porque ellos le juraron a él y en nombre de su memoria que custodiarían sus pasos. Promesa que seguirán cumpliendo una y otra vez.
―¿Cómo puedes dudar de lo que te digo? ―titubeó sintiendo un leve mareo sacudir su cuerpo por el dolor que entumece todo su brazo debido a la excesiva presión que ejerce con su mano que continúa apretando la agónica verdad a la que su consciencia lo incentiva a reconocer.
Nuevamente esa insistente y demandante voz opaca todo pensamiento, quitándole la posibilidad de pensar o idear un escape.
―Hagámoslo juntos Kook, mira hasta donde has llegado, por y para ti ―animó NamJoon sin atreverse a tocarlo porque dada la inestabilidad en la que se encuentra su dongsaeng invadir su espacio personal solo lo alterará más, por lo que decide con su voz acariciarlo y darle consuelo.
―Nam, no puedo, yo sé que él está ahí, lo vi antes de que tu llegaras ―expresó como un rehén del pánico que araña su cabeza, un hormigueo electrificante comenzó a bajar por su cuerpo, afectando su respiración y solo dándole la oportunidad de forma automática y sin tener plena voluntad sobre lo que hace y las acciones que ejecuta su cuerpo las siente artificiales, como si no fuera él quien se está moviendo, sino que los percibe como si hilos invisibles lo estuvieran guiando.
La despersonalización toma el control y relega su consciencia al baldío de pesares en su mente, abstrayéndolo del aquí y ahora de una situación que fugazmente le arroja vistazos incongruentes de un pasado similar, de un dolor equiparable que siempre en su alma está.
Regresa en sí, en el instante en que las fotografías vuelven a estar frente a sus ojos que permanecen cerrados como la última barrera de protección que dispone.
―No tienes que creer en mis palabras sino en lo que allí está ―pronunció el pelirosa con paciencia y devoción en su voz, que para el azabache fue la caricia y el alivio que su alma pide en medio de sollozos silenciosos, porque la afonía comprime sus cuerdas vocales y cualquier intento para hacerlas reaccionar se sienten como cuchillas que rasgan cuando el paso del aire se esfuerza por salir.
Está caminando por una delgada línea a centímetros del fuego que alimentó durante el tiempo en que se negó a ver la realidad y que poco a poco fueron creciendo hasta alcanzarlo con las columnas incandescentes.
―Perdóname ―JungKook se disculpó consigo mismo y con la presencia lejana de su pareja por lo que debía hacer.
Sollozo y dos pesadas lágrimas se desprendieron de sus lacrimales ardientes que buscaban retrasar lo inevitable, un agónico gemido emergió cuando su vista acuosa enfocó el fatídico hecho que antes evitó reconocer.
―¡No! ―bramo con todas sus fuerzas, como si su alma fuera a desprenderse de su cuerpo y su garganta ardió al ver que allí no había nada, al ver que no había nadie, un alguien a quien había dejado durmiendo en la comodidad del calor de las sábanas y que sus orbes observaron hace unos minutos atrás.
Sin creerlo paso una a una las fotos con desespero y con rudeza retiro las pesadas lágrimas que ya inundan su inmaculado rostro apagado y compungido en el sufrimiento. Su ojos se mueven con velocidad recorriendo el papel y cada elemento que hasta ahora parece conocer por primera vez, porque sin TaeHyung, se siente como si la habitación en la que estuvo los últimos seis meses hubiera sido cambiada y volcada para ordenarla lejos de la forma en que estaba. Pero seguía siendo la misma.
―¿Do-donde está él? ―murmuró angustiado, sintiéndose al extremo de la resistencia que puede aguantar. Sus piernas siguieron el mismo temblor de sus manos y la fuerza de gravedad lo hizo caer sobre sus rodillas aunque el posible impacto fue detenido por NamJoon que lo ayudó a aminorar el golpe.
Aunque es mejor sentir el dolor en su cuerpo que la angustia que en cada exhalación comprime sus pulmones, reduciendo su espacio y obligándolo a encorvarse sosteniéndose con sus manos sobre el suelo que tantas veces camino al lado de TaeHyung.
―Él estaba ahí, estaba ahí, yo lo vi... ―manifestó comenzando a hiperventilar y entre cada jadeo en busca de aire un recuerdo vivido con TaeHyung al interior del hospital comenzaron a mostrarse uno a uno, como una prueba tangible de su presencia.
―Kook sigue el ritmo de mi respiración, concéntrate en cómo mi pecho sube y baja ―intervino NamJoon para controlar el episodio de pánico al que JungKook poco a poco se va sumergiendo.
―Yo lo vi, ahí estaba ―imploró el azabache sin tomar en cuenta lo que se le decía más que el delirio del que recién despertaba.
Porque TaeHyung no aparece en ninguna de las fotos, él dormido sobre la cama al parecer es solo un recuerdo de su escasa memoria que falla en aprehender todos los recuerdos que se le escapa, incluso unos que no recuerda haber vivido, fragmentos intrusivos que le quitan veracidad a la realidad que se esfuerza por mantener.
¿Cómo es posible haberlo visto en las fotografías y una vez confrontado con las palabras ajenas haya desaparecido como si no existiera?
―Lo sentí todo este tiempo a mi lado ―seguía diciendo una y otra vez balanceando su cuerpo de atrás hacia adelante aún de rodillas, un hábito repetitivo para no sucumbir ante la ansiedad de lo hizo jadear por el escozor en su garganta al sentir el oxígeno como un agente extraño, componente invisible que al ingerirlo lo percibe pesado como una sustancia que lo asfixia, sacudiendo su cuerpo en espasmos, mientras ignora la voz de su hyung que trata de decirle qué hacer.
Pero nada le importa ya, no es necesario regular su equilibrio mental, cuando los demás van a seguir engañándolo, aun cuando sus ojos cayeron sobre las fotos regadas por el suelo, aunque implorara a los cielos la imagen de TaeHyung seguía sin aparecer.
Por más que le dijeran que allí no está y por más que lo haya comprobado por sí mismo, no cree en ninguna de las personas que ahora lo rodean. Incluso se desconoce, se repudia al creer y dejarse influenciar por una persona en la que cree y confía.
Y en ese momento las palabras de su novio cobraron sentido, después de todo TaeHyung tuvo la razón cuando le dijo que por sí mismo en ocasiones no podía determinar las malas intenciones de los demás, y en lo que tanto se empeña NamJoon hace parte de la treta que idearon para separarlo de su pareja.
No lo va a permitir ni está dispuesto a escuchar más razones que carecen de validez. Por ello, se alejó de la anatomía del mayor y se obligó a realizar un último esfuerzo, se lo debe a Tae, se lo debe a él mismo.
―Déjame ayudarte ―solicitó NamJoon consternado por el cambio abrupto en el semblante del azabache.
―¡No me toques! Yo... ―gritó evitando el tacto contrario, con sus manos sobre sus rodillas se impulso con dificultad para ponerse de pie, trastabillando al primer y segundo intento hasta lograrlo, porque su cuerpo parecía dividido en lo que pretendía hacer―. Debo ir con él ―deliro totalmente seguro de lo que había comprobado por sí mismo y dudando de NamJoon, mirándolo con los párpados entrecerrados cuando una idea se desplegó con suspicacia.
¿Es una posibilidad que NamJoon haya alterado las fotos? ¿Su descaro podría ascender a tanto?
‹‹¿Cómo podría haberlo hecho si en ningún momento soltaste las fotos?›› pronunció parte de su conciencia escindida y divida que aboga a la racionalidad.
Pero si no cree en el desafortunado panorama que estúpidamente creo por su propia acción, menos va a aceptar la realidad, una contra la que seguirá batallando hasta que su cuerpo perezca sobre el suelo, desangrado y doliente por lo que quieren hacerle creer.
―Si es lo que debes hacer, ve ―pronunció el pelirosa sabiendo lo que seguiría y lo inútil que era retenerlo, porque solo él debía comprobar la veracidad de los acontecimientos.
El azabache recuperó su estabilidad y debió quedarse un momento de pie a la espera de que pasara el mareo que lo invadió. Una vez se recuperó, emprendió su recorrido con afán, lo que empezó como una caminata a grandes y largos pasos fue incrementando su ritmo y comenzó a correr, tan rápido como si todo dependiera de que llegue primero a la habitación. Sin darle oportunidad a las degradantes manos de las personas en las que confió y que terminaron traicionándolo vilmente.
Sus lágrimas son sacudidas de su rostro por el movimiento acelerado que mantiene, siendo observado por los demás pacientes que deambulan en los alrededores y los enfermeros que ningún momento se acercaron para detenerlo, en especial SeokJin a quien tampoco quiere ver, está más que seguro que él también está involucrado; y el espacio que le dieron sin pedirle que se detuviera, lo agradece inmensamente.
―Si no hago esto por ti y te recuperó, nada valioso podrá alegrar mi vida ―repetía una y otra vez el mantra nacido de la desesperación, animando sus rápidos pasos cuando divisó los pocos metros que lo separan de la zona residencial―. Si después de todo tu no estas, más nada aquí puede haber para mí.
Escritora:
¡Boom! Finalmente todo ha explotado, pero la verdadera pregunta es ¿Quién tiene la razón? ¿Es todo una invención? ¿Un delirio?
Lo sabremos en el próximo capítulo...
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