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Epílogo: Nuestra utopía

5 AÑOS DESPUÉS

Sabe que debe despertar, aunque el sonido ensordecedor de la alarma taladrando sus tímpanos no sonó ya que pudo prescindir de ella al no tener que ir al trabajo, porque él como su propio jefe a sus veintisiete años elige sus días libres y hoy es un día importante, así que pudo silenciarla y dormir unas horas más, hasta que sintió un pequeño peso subir a la cama y si bien ya está despierto decidió fingir que duerme para ver que hace su pequeño.

Pequeñas pisadas que se van acercando y trepan por su abdomen hasta llegar a su pecho y sentir como la nariz fría del hocico de su pequeño Pomerania le toca la barbilla queriendo despertarlo, su pequeña bolita marrón y oscura, usualmente es el encargado de sus dos compañeros de despertarlo.

Y sin poder contenerse rodea el pequeño cuerpo de Yeontan y se gira con él entre sus brazos para acurrucarse con el pequeño que ladra saludándolo.

―Hoy te gane Tannie ―mencionó el azabache sonriendo en grande cuando un cuerpo más grande se lanzó sobre la cama para unirse al abrazo con pequeñas lamidas que comenzó a dejar sobre su cabello y frente―. Bamie buenos días para ti también ―con su brazo restante atrajo a su pequeño Dóberman que fue recibido por su otro compañero.

Sus dos pequeños caninos que están con él desde hace dos años, son la manifestación de los recuerdos que construyó en un pasado junto a TaeHyung, él siempre fue partidario de la adopción y de tener un lugar apto para cuidarlos. Una decisión a la que llegó después de estar un año en la absoluta soledad del departamento de ambos, así él no lo haya podido conocer, desde donde quiera que su alma esté ahora puede verlo.

Por lo que, después de estar más de dos años en tratamiento cada semana de su vida, fue dado de alta y la frecuencia de sus terapias ahora se remite a una cada quince días, convivió consigo mismo en ese espacio hasta que un día se sintió lo suficientemente preparado para integrar a su vida los anhelos que prometió cumplir con su novio, y así llegó Yeontan un pequeño con ciertos problemas de salud, que al verlo se llevó todo su amor y meses después en una visita de rutina al veterinario conoció a su terremoto en miniatura que sin buscarlo llegó a él un día de lluvia que aún le trae malos recuerdos con los que sigue tratando de reconciliarse.

―Vamos, arriba muchachos, que hoy no puedo llegar ni 5 minutos tarde o si no su padre los dejará huérfanos ―bromeó repasando mentalmente la agenda que debe cumplir para estar a la hora indicada por su mayor tormento.

Apurado para evitar retrasos, se levantó dando zancadas por los juegos de sus cachorros que parecían conspirar en su contra.

―Ustedes no me ayudan ―murmuró regando las plantas que tiene en la sala como una especie de invernadero debido al techo de vidrio que las hace relucir en conjunto con el espacio bohemio y artístico de su zona de pintura que está al lado del piano de cola que fue un regalo de sus padres y la academia donde aún sigue tocando, el cual se lo dieron como sorpresa cuando se mudó al departamento y desde ese día ha estado entre lienzos y partituras de piano.

Al inicio no sabía si continuar su carrera como pianista, ya que, toda su vida fue bañada por el color gris de la desesperanza y la melancolía durante los dos años siguientes a su despertar. El primero fue todo un caos en el que vivió la etapa más cruda de la depresión, una que sigue enfrentando de vez en cuando. El segundo año fue una pausa, lo detuvo en el mismo punto originado por la culpa de la que le costaba desprenderse, como nadando contra la marea que por momentos le daba tregua y le permitía llegar a la orilla, pero antes de dar un paso para afirmarse las olas volvían a ahogarlo, un esfuerzo que desintegró su espíritu y fue un tiempo al que recuerda cubierto por la bruma de sus temores.

El tercero llegó con el arribo de un futuro que comenzó a dimensionar. La independencia que anhelo al obtener la remisión psiquiátrica en el avance de su tratamiento y la autonomía que con ella ganó. Su gran familia le ayudó a cuidar durante ese tiempo de ausencia el lugar que eligió para vivir junto a TaeHyung, después de una serie de remodelaciones mínimas como pintura, alfombras y retirar la pared que dividía la zona de la sala con la cocina, todo el piso se transformó en un espacio abierto a excepción de las dos habitaciones y el baño. Un año que vivió en soledad tratando de retomar su vida, no donde la dejó, porque sin su novio allí nada podría asemejarse al pasado, por lo que, inició de nuevo a partir de las cenizas y lo que quedó de la batalla que por poco termina por consumir su vida.

―Dame ese zapato Kim Yeontan ―demandó JungKook a su pequeña criatura del mal que amaba esconder alguno de los zapatos que alistaba para ponerse cuando no quería que saliera de casa―. Kim Bam ni te atrevas a seguirle el juego a tu hermano ―amenazó a su otro gigante perruno que detuvo sus pisadas en medio de la fallida huida con el otro zapato entre su mandíbula y con sumo cuidado de agachó para depositarlo y salir huyendo de allí.

―Claro, ahora ninguno aparece, descarados ―río viendo al par fingiendo ignorancia en dirección a la cocina.

Suspiró y terminó de buscar sus botas negras para vestirse en conjunto con el pantalón de jean ancho que eligió, el suéter de cuello alto negro y el abrigo que alistó por si llegaba a hacer mucho frío ya que están entrando a la época de invierno. Finalmente recogió su cabello en una media cola que le llega unos dedos más abajo de la mandíbula.

―¿Debería cortarlo un poco? ―mencionó evaluando su aspecto en el espejo, desechando la idea al recordar cuanto TaeHyung le decía en el pasado que se dejara crecer el cabello, así que lo dejaría así un tiempo más. Se aplicó un poco de bloqueador solar y admiro su reflejo adornado por las dos perforaciones que tiene en el labio, sonrió en respuesta por lo bonito que se siente y lo atractivo que se ve.

Confiado y a gusto con su imagen, alista sus pertenencias y las correas de sus mascotas para llevarlos de camino a la guardería en la que estarán durante el resto del día en lo que se demora midiéndose trajes para la boda en la que será el acto principal.

Se asegura de que todo esté en orden y antes de salir se despide del pequeño altar que elaboró para TaeHyung, con su rostro grabado en la pintura más difícil en la que ha trabajado hasta le fecha, lienzo en el que logró capturar con precisión y perfección su rostro, cuadro que está rodeado por pequeñas luces y flores frescas que se encarga semanalmente de cambiar cuando se van marchitando.

―Vamos pequeños, en un rato nos veremos, ambos los amamos ―mencionó el azabache despidiéndose de sus cachorros en la entrada de la guardería para subir nuevamente a su camioneta y sumergirse por largas horas entre corbatas y camisas.

―Eres el novio perfecto ―expresó la voz aterciopelada del ahora castaño natural que aplaude con emoción al ver a JungKook con el traje que va a usar para su boda.

―Pero hay un problema en lo que pretendes ―respondió el azabache mirando su reflejo en el inmenso espejo que hay en la habitación reservada solo para ellos, nadie más que JiMin y él.

¿Ya aclaró qué se trata de Kim intenso JiMin qué no lo va a soltar hasta que elija el traje perfecto?

―¿Y tú cuál dices que es? ―cuestionó JiMin sentado en el amplio sillón beige, mirando sus uñas con aburrimiento a la espera de la ilustrativa respuesta de su dongsaeng.

―Que me falta el novio y al único que conozco es a tu prometido, pero eso no cuenta porque sería casarme con mi familia y no me van esas cosas ―ilustró Jungkook decidiendo prescindir de la corbata que hace soso el traje y le quita seriedad a la ceremonia.

Una acción que fue avalada por JiMin, riendo con gracia y una ceja en alto por el comentario de su adorable azabache, se puso de pie eligiendo otro blazer para combinarlo con el pantalón de pinza color hueso que luce JungKook.

―Por eso mismo es mi boda y debes ser mi muñeco de prueba ―añadió el castaño―. Ten toma este para ver si combina mejor que el que tienes puesto ―mencionó pasándole uno de color ocre que contrasta con el pantalón y la temática que han seleccionado para la boda.

Una representación simbólica de su unión, ya que, la ceremonia de sus votos y la legalización de su relación ante la sociedad con NamJoon se realizó en el extranjero, donde el matrimonio igualitario es legal, por lo que, después de un pequeño evento, ahora están en Corea del sur, en su hogar, para celebrar su matrimonio ya reconocido como tal.

Y de allí la importancia de que su padrino de boda vaya acorde al traje de su pareja y él.

―¿No fue suficiente con el traje para su boda civil? ―argumentó el de orbes ónix arreglándose el blazer que aunque no lo fuera a admitir le gusta como combinan con sus pantalones, es en verdad hermoso.

La boda de sus dos mejores amigos y hermanos, se dio de forma privada en el extranjero, solo con su presencia y ambas familias reunidas en unas vacaciones que duraron dos semanas, y una vez de vuelta en Busan querían oficializarlo en una reunión privada con sus conocidos más allegados y amigos cercanos.

―Eres el padrino y debes estar a la altura de nosotros dos ―pronunció JiMin feliz con el resultado del traje elegido para JungKook, que no se demoraron tanto en escoger como lo ideó en un comienzo.

‹‹Si estuvieras aquí TaeHyungie, Kook hubiera aceptado cualquier traje que le hubieras mostrado›› pensó el castaño con orgullo y amor fundidos en su mirada al ver a la persona que tiene enfrente y a quien en esencia lo custodia. Su hermano sigue vivo en sus memorias y vivencias. Como ahora que está a punto de ser una persona oficialmente casada, lo siente allí en cada espacio y rincón a donde quiera que vaya.

Siendo esa la razón para tener a un solo testigo de su matrimonio, porque no querían a nadie más que a JungKook.

―Después de todo voy a ser al que encuentren con un plato de comida durante el resto de la fiesta, así que gracias por pensar en mi refinado aspecto para todo lo que debo de comer ―molesto JungKook a su mayor, procediendo a desvestirse después de obtener el aval para hacerlo porque ya tienen el vestido perfecto.

―Bueno eso puede cambiar ―canturreo el castaño en doble sentido, esperando no molestar a Kook con el tema que durante el último año le viene insinuando sutilmente.

Es decir, para nada disimulado son sus intentos de que JungKook se dé una oportunidad de conocer a alguien fuera del plano amistoso. Pero como cada intento, terminaba perdiendo.

―No vayas con ese camino JiMin-ah ―devolvió JungKook en el mismo tono cantarín, concentrándose en terminar de deshacer los botones de su camisa blanca para no exaltarse con un tema que francamente ya le aburre.

Al mismo tiempo, le duele que esa pretensión provenga de JiMin.

―Solo mencionó unas cuantas ideas, puedes ir acompañado de un alguien distinto ―manifestó con cautela pero sabe que se excedió en lo que dijo, pero solo trata de darle un poco más de luz a la vida del azabache. Porque siente que se ha exiliado a él mismo a vivir recluido y en una eterna soledad autoimpuesta como si tener una pareja fuera una traición a la memoria de su hermano.

―¿Ese alguien puede ser dos que vayan en cuatro patas y con un moño en sus cuellos? ―respondió con ironía al salir del vestidor con las prendas entre sus brazos y una sonrisa plástica en su rostro.

―Justamente a ellos me refería, si señor ―aludió tratando de salirse del conflicto en el que él mismo por afán propio se metió.

―JiMin, no te lo he pedido porque entiendo la razón de tus bromas y lo que intentas decirme, pero por favor ya no sigas, es molesto, ya dejó de ser un chiste sobre mi prolongada soltería que no me importa causar risas con eso, pero no soporto que seas tu quien me lo siga recordando ―expresó con voz calma sin ser agresivo pero contundente al hacerle saber a su mayor que no está cómodo con sus intentos de buscarle una pareja o que por su propia cuenta lo haga.

No quiere tener otra pareja, porque eso implicaría que ha dejado de amar y de estar enamorado de su TaeHyung, y es algo que no va a suceder. Sigue amándolo así no sea lo más sano para sí mismo, lo sabe y lo ha discutido en terapia, pero incluso su psicólogo sabe que hay ciertas partes elementales que lo constituyen y que no van a ser modificables si no percibe la situación como una problemática. Y él se siente feliz y completo amándolo sin remedio ni tiempo.

―Me disculpo si te has sentido presionado Kook, mi intención no es esa, sino hacerte saber que está bien que conozcas a otra persona, que te vuelvas a enamorar y que así como lo has estado haciendo que sigas progresando ―confesó JiMin tomando las prendas de las manos de JungKook para ponerlas en el lado de la ropa seleccionada.

¿Se está equivocando en querer que su niño ame más allá del recuerdo de su hermano? Aunque puede ser un poco cínico de su parte solicitarle al azabache que dé un paso adelante y prosiga con su vida, cuando a él mismo aún le cuesta, si bien es feliz y ahora que es un hombre casado se siente dichoso de la pareja que tiene a su lado, su felicidad no es completa, su alegría no logra irradiar el calor suficiente para que su alma de sienta completa, porque aún lo extraña con tanta fuerza que no cree deshacerse de ese vacío en lo que le reste de vida.

Y menos aún si se pone en la posición de JungKook al tener que superar a la persona que más ama en su vida. Pero a veces se puede ser un poco desconsiderado al impulsar a los demás a hacer lo que aún no se está listo, amparando la decisión en la preocupación o el deseo de felicidad, pero todo como un referente de lo que significa vivir bajo un plan medianamente establecido. Se trata de seguir lo que todos quieren o esperan, y en su preocupación ahora ve que trato de encasillar a Kook en un molde que no se aplica a él.

―Lo sé, créeme que lo entiendo y por eso al inicio no dije nada, y como te digo no me molesta que cuando salgamos con mis amigos las bromas vayan y vengan, es lo que menos me importa ―aclaró con necesidad de ser comprendido―. En cambio, me importa lo que tú me dices e incluso es algo que ya hablé con mi madre, porque no respetan mi decisión y creen que necesito tener una pareja porque es lo que todos en el fondo deseamos. Pero yo no necesito otra persona, porque yo ya la conocí y sé que ya no está, que está muerto, pero aún así mi decisión es amarlo hasta que mi vida termine ―declaró JungKook con sus orbes brillando por la formación de las lágrimas que vuelven cada que menciona la muerte de TaeHyung, por lo que debe inspirar con fuerza para contener el llanto que no quiere dejar salir.

Ya lo había determinado, después de intentar salir con un par de personas que él sabía estaban interesadas en algo más que una amistad, fue a la primera salida y en medio de la misma lo único que deseaba era estar en la comodidad de su departamento con sus mascotas y no allí donde ni sentido le encuentra a lo que sucedía.

Luego de tres intentos que no fueron más que para complacer a su familia e incluso a JiMin, dejó de intentarlo por lo absurdo que era obligarse a sí mismo a estar presente en un lugar y con una persona que ni le interesa conocer.

Su cuerpo, alma y corazón le pertenecen a Kim TaeHyung, e irrevocablemente lo seguirá amando y le será fiel hasta la muerte.

―¿Así de presionado te he hecho sentir? ―averiguó preocupado y arrepentido de sus acciones que en su afán de querer darle un poco más de felicidad a su menor, terminó pasando por encima de su opinión.

―De cierta forma me han hecho sentir que debo tener a una pareja para ser feliz, pero nunca lo voy a ser plenamente, por más que lo intenten en su búsqueda de darme un sentido, así me duela decirlo no lo van a lograr, porque así como todos una parte de mí murió ese día sin saberlo y la otra se fragmentó cuando tuve que volver a recordar todo, fue mi segunda muerte ―relató JungKook―. Por lo que, si ahora vivo o existo, es por mantener su recuerdo vivo y no solo cumplir mis anhelos sino los que ambos construimos ―está seguro de lo que está haciendo y de la forma en que vive, fue un arduo y agónico camino llegar a su propósito y tal vez no sea lo correcto o lo recomendado, pero es la manera en la que ha estado viviendo y nada lo hará retroceder.

―Siempre serás mi niño amado sin importar lo que elijas Kook, siempre estaré ahí para ti y hacer un poco más llevadera la agonía que ambos compartimos ―mencionó el castaño entendiendo la confesión de JungKook y no habían más palabras por decir que un sólido y reconfortante abrazo en el que se fundieron. Tratando de darse valentía para seguir sobreviviendo.

―Deberíamos apurarnos o sino el próximo novio histérico será NamJoon ―bromeó el azabache separándose del cálido refugio que supone JiMin para su existencia en penumbra.

―Aún tenemos mucho que hacer, así que prepárate ―advirtió JiMin mirando un par de prendas más para elegir.

―Bendito el día en que acepte ser su padrino ―dijo con ironía y fingido cansancio en su tono de voz para terminar lanzándose sobre el amplio sillón para descansar unos minutos.

―Ambos lo hicieron hace mucho tiempo atrás sin saberlo, así que debes cumplir la responsabilidad por los dos ―respondió JiMin haciendo referencia a la promesa que sus dos pequeños le hicieron para el día de su futura boda muchos años atrás. Y ellos desde el inicio sabían quién sería el elegido.

―Solo por él lo hago sin dudarlo ―ante el recuerdo de la risa de TaeHyung que aún escucha en sus sueños sonrió con alegría para ponerse de pie y ayudar a su hyung. Yendo de un lado al otro durante el resto del día.

―Más despacio Bam ―indicó JungKook a su pequeño y enérgico Dóberman que dirige con su diestra y en la opuesta lleva la correa del tranquilo Yeontan que sigue su paso mesurado entre los senderos naturales que cruzan hasta llegar a donde tantas veces ellos ya lo han acompañado, que podría afirmar que ya se saben el camino sin que los tenga que guiar.

En la diestra que sostiene a Tan, lleva un precioso arreglo floral de crisantemos y azaleas para cambiar las que yacen marchitas en el nicho que resguarda la urna cineraria con los restos mortales que pertenecen a su pareja.

Lugar que se ha encargado de visitar los últimos cuatro años, cada dos semanas, incluso durante el primer año que comenzó a ir lo hacía cada semana, esperando un milagro que nunca llegaría.

―Il mio amore ―pronunció ingresando al Columbario de la familia Kim en compañía de sus dos pequeños que reconocen al castaño como alguien preciado.

Porque desde el inicio les enseñó fotos y videos de TaeHyung para que lo reconocieran mínimamente y cada vez que iban a visitar su lápida, ellos guardan silencio y se quedan sentados unos pasos más atrás, viendo con tristeza la foto que sigue exhibida y en pequeños lloriqueos que dejan salir en ocasiones cuando ven a JungKook derrumbarse por el llanto.

―Estoy aquí, junto a nuestros pequeños, ya no tan pequeños pero son nuestros cachorros después de todo ―siempre que iba comenzaba su relato en voz alta de los últimos sucesos ocurridos o las emociones que lo inundan y necesita desahogar―. Siempre me disculpo porque tu querías un perro pequeño y yo bueno ya sabes lo que sucedió.

Se tomó unos momentos en silencio para cambiar las flores y limpiar con su pañuelo que siempre lleva en su maletín para limpiar la fotografía y la inscripción del nombre en el mármol. Hace parte de su ritual en el que las lágrimas comienzan a formarse así haya vivido este instante demasiadas veces, y sin importar cuánto se esfuerce el dolor siempre vive allí y solo en estos momentos cuando está en el último lugar en el reposa TaeHyung, puede romper el muro que construye y personifica todos los días para exponer su alma afligida e incompleta.

―En estos días te he extrañado demasiado ―confesó sentándose frente a la lápida y sintiendo como sus perros se acercan unos pasos más para hacerle saber que están ahí con él. Agradecido limpio sus lágrimas para reír con gracia porque siempre inicia su conversación con la misma línea, porque nunca deja de extrañarlo―. Y dirás que es lo que digo cada dos semanas y si es así, pero esta vez sí tengo un precedente, tengo una causa.

››La celebración de la boda de JiMin en Corea será en tres semanas, lo hizo así para que no chocará con mi visita, y es muy probable que él venga conmigo ese día. Y es justamente la boda lo que me hace imaginar cómo nos hubiéramos visto tú y yo parados en el altar con nuestros trajes y nuestras manos unidas sin evitar tener contacto con el otro.

Un hipido lo detuvo y el llanto lo secundó porque en cada palabra y frase que decía sus ojos se convirtieron en una represa que ya no quería seguir aguantando. Lloro con amargura, aspirado con necesidad el oxígeno que resiente en sus pulmones, tan forero y conocido que lo desconsuela cuando reconoce que sigue vivo y a su lado TaeHyung ya no está.

Su cuerpo se sacude un poco, tiembla y solloza porque solo tiene una imagen reproduciéndose en su pensamiento, TaeHyung y él bailando en la celebración de su boda, ambos perdidos en la mirada contraria y sonriendo hasta que las mejillas duelan por el esfuerzo que no se puede detener.

Está tan enamorado y cada día el sentimiento crece y abunda en su cuerpo.

―Es lo que imagino para nosotros ―insinuó cuando el llanto menguó para continuar con las palabras que tiene atoradas en el alma―. Por más que trato en cada evento o cita a la que acompañó a JiMin, no puedo evitar pensar cómo seríamos nosotros, si estaríamos como ellos en ocasiones estresados o molestos, o seríamos más tranquilos que dejan todo fluir para solucionar a última hora. Sí definitivamente sería algo que haríamos ―imaginó abrazando sus piernas y apoyando su mentón sobre sus rodillas mirando un punto fijo en la pared mientras un profundo suspiro anhelante le da un poco de sosiego a su sufrimiento.

―En verdad estoy tan feliz por JiMin y NamJoon, ambos después de varios años por fin decidieron dar ese paso y estaré allí en nombre de los dos porque se lo feliz que hubieras estado, mi bonito lucero ―expresó mirando sus manos y sus tatuajes, uno en especial que lleva la inicial de su pareja.

―Hasta discutí con JiMin, bueno no como una pelea ni nada parecido, sino que le mencione lo que tanto me incomodaba la vez anterior ―reveló escuchando como su voz rebota contra las gruesas paredes de concreto y le devuelve el sonido―, sobre lo que esperan que haga o lo que debería hacer a futuro con mi vida amorosa.

››Comprendo sus razones y que no lo hacen con mala intención, al menos la familia, pero no lo necesito y sé que para mí psicólogo no es lo más acertado que he decidido, pero él no va intervenir en una decisión que para mí no supone un problema y aunque duela es el sufrimiento más hermoso que quiero continuar sintiendo y aunque traten de arrebatármelo, tú siempre vas a volver a mí y permanecerás en mis recuerdos hasta que la muerte me lleve contigo.

Es una verdad anunciada en el apocalipsis que se desatará con su muerte, porque llevará en su alma el recuerdo de un eterno amor grabado para que lo una a su siguiente vida a la misma persona.

―Tengo un proyecto muy ambicioso para una exposición de arte y estoy dando mi mejor esfuerzo ―pronunció cambiando de tema y pasando a tópicos más cotidianos, abrazando a sus pequeños que poco a poco acortaron la distancia hasta apoyarse en su cuerpo―. Al mismo tiempo estoy preparándome para el recital que será después de la boda de JiMin.

Desde que definió su objetivo de vida, decidió vivir por sus anhelos y los de su pareja, así solo pudiera cumplir una mínima parte de lo que TaeHyung deseaba, lo iba hacer, cumplir las metas por ambos y cuando fuera el momento culmen de su vida esperar con paciencia la muerte. Por lo que, fusionó su carrera profesional con el arte que tanto su pareja amaba.

Un contraste en el mundo artístico que le ha dado grandes reconocimientos en ambas áreas.

―Te amo mi cielo, nos vemos dentro de dos semanas, eres mi motivación ―JungKook se despidió luego de comentarle pequeñas curiosidades sobre los cuadros y las notas de una partitura que aún no logra perfeccionar. Por lo general, en cada despedida trata de ser simple y muy vago en sus palabras para dejar la conversación en puntos suspensivos que marquen un próximo encuentro.

Le da el espacio a sus dos cachorros para despedirse entre pequeños ladridos y salió sin más, sin mirar o detener su atención en la foto de TaeHyung, porque de hacerlo seguiría allí por horas.

🥀

Fecha: Día de nuestro eterno reencuentro.

Amado Kim TaeHyung,

Hoy a mis cuarenta años de vida mi cabello sigue siendo tan azabache como una noche estrellada por la aparición de pequeñas canas que adoro contemplar, porque me recuerda a tu sonrisa.

He vivido lo suficiente, he transitado diversos caminos en aparente soledad, pero siempre respaldado en tu recuerdo, en un trayecto en el que nuestras mascotas se unieron contigo hace dos años, ambos en tiempo similar fueron a hacerte compañía, lugar en el que pronto estaré contigo. Porque sin ellos aquí, me siento drenado y sin energía, ellos eran ese pedacito de ti que ya no está, de nuevo me has dejado.

Mis días han sido una acumulación de años que ya pesan en mi espalda, siento que el tiempo corre en mi contra y me aprisiona contra las paredes de nuestro hogar, el hogar que construí solo para ti, como un torre de cristal en la que solo tú puedes vivir. Durante los años he caminado y recorrido diversos amaneceres buscando tu presencia allá donde el sol se une con la tierra, pero allí no estás, ya no más.

Incluso he ido cediendo para caer al vacío, he ido cerrando los ciclos pendientes que aún esperan por una persona que lleva mi nombre, la cual no volverá, aquella persona ya ha dado todo lo que ha podido y solo pide con desesperación y afán para que se le conceda el mayor anhelo de una desdichada existencia.

Busco que la vida se congracie conmigo por una vez, y me deje estar contigo, ya no lo resisto más y solo quiero una muerte tranquila que me dirija a tus brazos. Es lo que más necesito.

Jeon JungKook, un alma que clama por la degradación de la vida.

Una carta que JungKook sello con sus lágrimas sobre el papel en el que pudieron contemplarse sus lamentos y pedidos, uno que fue escuchado y concedido después de presenciar la odisea que fue para el azabache vivir en medio de una existencia en la que se dedicó a sobrevivir y su único aliciente fue mantener vivo el espíritu de su amado hasta cumplir con los sueños de ambos, y llegado el momento final en el que no sabía qué más hacer, clamó por un deseo que no siempre se puede conceder.

Pero que a su alma extenuada se le dio la gracia divina de la muerte, aquella que llegó diez días después de escribir su voluntad en una carta que fue la confirmación de la muerte tranquila que se anunció durante la noche, ataque al corazón, sin mayor dolor o sufrimiento su cuerpo se paralizó y fue despojado de la vida que aún residía allí entre sus huesos y su piel.

Jeon JungKook murió a la edad de cuarenta años totalmente abatido y cansado de una vida que le tocó vivir sin Kim TaeHyung a su lado.

―¿Crees que sufrió en esos instantes finales? ―preguntó JiMin siendo abrazado por su esposo durante la ceremonia de azabache.

Ambos contemplando el otro nicho que acompaña al de su hermano en el que ahora reposan las cenizas de un ser angelical que tuvo que vivir en agonía hasta que el cielo lo reclamó. Considerando las circunstancias, decidieron dejar esa pared en homenaje para ambos amantes que vivieron separados uno del otro y que ahora más allá del entendimiento están juntos como esencia.

Luego de terminada la ceremonia ambas familias se retiraron en un cómodo y tranquilo silencio, sin sufrimiento o un diluvio de lágrimas de por medio, porque saben lo que JungKook tuvo que enfrentar aun cuando muchas veces pensaron que su vida terminaría mucho antes de esta fecha que coincide con el aniversario de la muerte de TaeHyung.

Él vino por su amado.

―Si hablas de dolor físico, casi no lo pudo sentir porque estaba dormido, así que no le dio tiempo suficiente a su cerebro para procesarlo ―explicó NamJoon luchando por no llorar, junto a su esposo se prometieron no hacerlo más de lo que ya lo hicieron.

Ellos decidieron quedarse unos minutos a solas en presencia de los restos de sus pequeños luceros que ahora van a iluminar sus noches.

―Lo único que espero es que ambos estén reunidos si existe una vida después de esta ―mencionó JiMin limpiando su nariz con el pequeño pañuelo que tiene entre sus manos.

El silencio los envuelve cuando no hay nada más que decir, cuando el agradecimiento es todo lo que pueden sentir hacia la vida misma por acordarse del alma errante de JungKook y darle el descanso que tanto necesitaba. Están felices de haber compartido ese tiempo con ese ángel que les enseñó mucho más de lo que cree, en realidad, TaeHyung y JungKook fueron y seguirán siendo su inspiración y tesoro que siempre enaltecerán.

Todo queda consumado en el lugar donde dos almas fueron separadas. Kim TaeHyung y Jeon JungKook, volvieron a reencontrarse una y otra vez en cada vida en la que pudieron volver a renacer, ambos ligados, indivisibles, inseparables e imperecederos. Dos cuerpos, un solo ser, que está destinado a reunirse cada vez que ambos coinciden al mismo tiempo.

Finalmente el sol consumió a Ícaro que cedió su voluntad para ser integrado en su centro de energía.

Una pareja que deshizo las barreras perpetuas que ante el amor son obsoletas.

Kim TaeHyung y Jeon JungKook emigraron de esta realidad para evolucionar y volver a la vida en otro amor que dure hasta la consumación de sus vidas en unión.

Escritora:

Con lágrimas de emoción mi primera historia ha finalizado en medio de un doloroso pero hermoso final.

Siento que es un final justo y esperanzador después de todo el dolor sufrido. En verdad he disfrutado escribirla aun cuando soy demasiado emocional, en cierto momento dije "vamos a escribir un final trágico" y aquí está, una historia más corta en comparación a las otras dos que están en emisión.

Agradezco inmensamente a las personas que iniciaron este recorrido conmigo y a quienes irán llegando en el trayecto.

Un caluroso abrazo y hasta la próxima 💙

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