Ⅸ: Diamante de sangre
De nuevo una sensación conocida y aborrecida controló el centro de sus recuerdos, tomando a su consciencia para hacer de ella lo que su inconsciente quisiera, proyectando los miedos ya vividos y que almacenados residían por una sola razón.
La supervivencia emocional del ser y de una mente que ya no parecía poder retener el peso que se le concedió sin desearlo. Pero así es como llega el sufrimiento sin ser pedido o esperado, sin anunciarse o avisar de su avasallante contienda para fracturar la realidad que lo sostiene. Se crea su propio camino, derrumbando los obstáculos tornasolados que en el interior habitan y que naufragan en la potente tormenta de ácido que derrite lo conocido, para crear deformados recuerdos que edifican la nueva realidad.
Una inevitable experiencia que lo cautivaba a ser un mero espectador inundado por el ferroso olor de la sangre que caía sobre sus párpados, arremolinándose en la espesa cortina que sus pestañas creaban hasta rebasar su contención y caer a través de ellas, deslizándose sobre sus ojos y siguiendo el perpetrador camino para bañar su rostro en el escarlata de la sangre que de su cabeza caía.
―Por favor, necesito que abras tus ojos ―su voz rasposa se hizo oír, aunque las palabras fueron dichas sin ser consciente de lo que decía. Solo las percibió al crear el sonido lastimero que inundó el espacio que ocupaba su cuerpo en el exterior brumoso que estaba en la penumbra absoluta, que era tenuemente iluminada por el fulgor de la luz de la luna que entre el resguardo de las nubes se presentaba y las pequeñas llamas que el impacto del carro provoco contra el asfalto.
Y con desespero comenzó a buscar con su vista empañada mientras trataba de limpiar con sus temblorosas manos sus ojos del vitalicio líquido que los cubría, deshaciendo la máscara bermellón que los cegaba del aterrador panorama que ante sus orbes se presentó.
El automóvil al cual le hablaba adivinando o presintiendo quien estaba allí atrapado, esperando ser escuchado y que su clamor fuera concedido o de lo contrario la su vida perdería todo sentido formado, porque en él se anclaba la felicidad que comenzó a despertar en su vida. Si el cuerpo inerte que bañado en sangre no abría sus ojos o le dedicaba una nueva sonrisa, su existencia se desvanecerá hasta acompañarlo al lugar donde su alma fuera.
―Kook, despierta ―la preocupación inundó el tono barítono de la voz del castaño que por más que lo intentaba, su pareja no lograba salir de la pesadilla que lo mantenía perturbado y sufriendo en medio del sueño.
A quien estuvo llamando, tratando de no desesperarse y acunando el cuerpo impropio para que su calidez y realidad lo trajera de vuelta. Y pareció funcionar cuando una honda respiración fue tomada por Jungkook que en un sobresalto cayó estrepitosamente en el presente que habitaba.
―¡No me dejes! ―exclamo el azabache en medio de la semi consciencia que lo forzaba a despertar y a la que se aferró en un último grito de piedad, no creyendo que podría sobrevivir después de presenciar el desenlace final, cuando el cuerpo ajeno al propio fue llevado a través de una sala fría y decante de la cual él no volvió a salir.
Sin comprender en donde se hallaba más que la tormenta de clamores y gritos desgarradores que continuaban reproduciéndose hasta que la voz perteneciente al de orbes ámbar se presentó ante su rostro y encontró la respuesta a la mayor incógnita que en su interior germinaba.
El amor diluido en sus iris cobraba avidez cada que sus miradas se encontraban, eclipsando una a la otra en medio de los recuerdos perentorios que fueron bautizados al profesar el eterno sentir que los vincularía hasta la inexistencia. Porque estaba seguro que no volvería a amar con la misma intensidad a otra persona que no fuera él, que no fuera Kim TaeHyung.
―Aquí estoy mi cielo ―su voz recuperó la delicadeza que había perdido en la impotencia de no poder rescatar a su pareja. Siendo una situación que debía ayudarle a controlar, porque era parte del tratamiento desarrollar cierto grado de autonomía y responsabilidad del propio malestar, que puede ser contenido por medio de las estrategias que se les enseñaban en las terapias.
―De nuevo otra pesadilla ―susurró el de orbes ónix no creyendo en lo que decía, porque no creía que lo vivido haya sido solo una mala narración del accidente que vivió, no creía que haya sido una tergiversación de sus temores en una escena horrorosa y desgarradora de ver, que lo llevaba a pensar que era más que eso, más que un sueño fatídico, sentía que la realidad estaba implícita en la escena.
―Esta vez lograste asustarme Kook ―manifestó TaeHyung, meciendo el cuerpo del azabache, en un hábito que solía hacer para calmar la ansiedad que albergaba después de la agitación vivida.
―Esta vez fue tan distinto, porque... ―no sabía cómo definir la extrañeza de lo que vio, él delante del accidentado carro y la misma persona que ya había visto totalmente inconsciente y con los pequeños cristales del parabrisas en su rostro, hiriendo y desgarrando su piel, pero aun así su inmaculada belleza hacía a su corazón vibrar.
Pero ese sentimiento sagrado no sería anunciado, no aún, cuando la confusión seguía reinando y las explicaciones hacían una prolongada fila por ser resueltas.
―Puedes decirlo cuando estés listo Kook, no te presiones ―aclaró TaeHyung al ver la dificultad que le impedía a su novio hablar―. Lo mejor que podemos hacer es asearnos y luego pedir el desayuno ¿Te parece? ―la rutina de sus días le daría la dosis de normalidad cotidiana que la asustada mente de JungKook necesitaba.
Recobrar el balance conocido e instaurado al pasar el tiempo, era la mayor prioridad que su pareja debía alcanzar, incluso antes de narrar los acontecimientos vividos; y así otorgarle el espacio que necesitaba para equilibrar sus emociones y organizarlas para ser contadas.
―Cuando la confusión se calme te diré lo que sucedió ―mencionó el azabache, aclarándole a su pareja que seguiría lo que recomendó por hacer en esta situación.
Porque ahora mismo sus ideas iban de un extremo a otro, de un opuesto a la antítesis absoluta que no conciliaba con las conductas ya instauradas, un gélido panorama que desolado en su mente lo dejaba recluido de una explicación sensata y locuaz.
No queriendo que su inconexión interna preocupara en demasía a su novio, no desde la tensión que parecía arrastrar TaeHyung estos días, quien estaba más irritable con la interacción social que sus terapias demandaban, siendo una exigencia que su bonito novio quería cumplir, un mandato autoimpuesto para aseverar el progreso, pero entre más se forzaba a hacerlo, incrementaba la molestia que le daba no poder avanzar con mayor solidez en sus actos, prolongando el tiempo de latencia entre las conductas adaptativas que estaban supuestas a ocurrir.
Ambos estaban pasando por la turbulencia que en ocasiones ensombrecía su evolución y los hacía caer en el pesimismo de un mal pronóstico y por tanto la utopía de salir juntos tomados de las manos una vez se hayan recuperado se alejaba con la danza del viento.
¿Cuánto más debían soportar hasta terminar estallando por las fuerzas que buscaban disgregarlos?
La confianza es una virtud perdida en un mundo en el que la conveniencia es el baluarte que prima en un medio agresivo y ponzoñoso que solo busca la caída o la opresión del contrario, un poder que debe seleccionarse con mayor cuidado en un lugar donde las barreras morales han caído y en su lugar las heridas son expuestas en los malestares y perturbaciones psicológicas que a todos los aquejan.
A lo que se une el libre albedrío de empujar las acciones trazadas y unir las relaciones que ya habían sido establecidas en el pasado; después del olvido auxiliado por la mente estas memorias se dispersan hasta volverse irreconocibles y dejando en su lugar original una emoción inexplicable.
Una que JungKook sentía al lado de NamJoon, y en su cabello rosa pálido, en las vivaces sonrisas que de forma inevitable aceleraban su corazón por lo bonito que era escucharlo reír en medio de un pequeño grito que sobresale primero.
Tal vez era la diferencia de edad, casi similar a la de su hermana, o tal vez era la seguridad que sus palabras y acciones le daban, la coherencia entre lo que decía y hacía, tan excelso y cautivante.
―Kook, en verdad lo siento si te incomodé ese día al insistir tanto en lo que solo tu conoces y yo de cierta forma creí que podía interferir ―NamJoon fue el primero en romper el silencio que JungKook mantuvo, después de haberse encontrado a mitad de camino hacia el invernadero.
En un acuerdo sin mediación de palabras, ingresaron en el recinto que era poco frecuentado en el día, debido al clima lluvioso, que no fue un impedimento para ambos amantes del clima frío. Y así como el exterior, el meditabundo azabache solo actuó en la necesidad de satisfacer un anhelo que lo dirigió sin un motivo en específico a buscar la calma que inexplicablemente NamJoon le aportaba.
―Lo entiendo Nam ―respondió―. No es que esté molesto o algo similar, porque puedo llegar a comprender las dudas que tenías, después de todo eran las mismas que me plantee en un inicio ―el aura serena del mayor, le permitía a sus defensas disminuir el rigor que siempre lo alertaba, para darle paso a la expresión de su tangible tormento.
―Claro Kook, solo que también estaba en ti decirlo cuando estuvieras listo ―aclaró después de comprender que en su afán de hacer visible lo que el azabache desconocía, presionó más de lo que debía.
De la misma forma en que fue un riesgo que debían tomar debido a la estrategia que implementaban.
―Pero a veces no somos capaces de darnos cuenta, porque vemos las situaciones solo desde nuestra perspectiva y tener a alguien a tu lado que las ve de forma objetiva en lo que necesitamos ―al inicio si se molestó con su mayor por cuestionar tanto los hechos que mencionó y restarle credibilidad a sus aseveraciones, aunque reconoce que en ese momento actuó de forma defensiva, para hallar la intensión oculta cuando logró calmarse.
Una decalcomanía que retrataba el mismo conflicto, su percepción y la verdad que el contrario visualizo, un juego de dos caras que señalaba un trayecto único a recorrer.
―Y aquí estaré para ti en lo que me quede de tiempo ―confesó NamJoon, esperando que lo poco que le quedaba allí valiera todo el esfuerzo y dedicación dispuestos en el tratamiento.
―Me alegro mucho porque pronto saldrás de este lugar ―animó JungKook con los pulgares de sus manos hacia arriba y una cómplice sonrisa.
―¿Así de cansado estás de mí que ya no me quieres ver acá? ―molesto.
―Sabes que no es así, señor exageración ―bufó―. Eres similar en ese aspecto a SeokJin.
―El drama ha llegado potenciado a tu vida ―comentó ocasionando una divertida sonrisa en ambos.
Un breve silencio los persiguió como una sombra que se sentía a sus espaldas y que por el rabillo del ojo aparecía y antes de poder voltear y verla, desaparecía con gran velocidad.
―Esta madrugada tuve una nueva pesadilla ―explicó cumpliendo el estímulo potenciado por la sinceridad que en su garganta ardía por ser expresado, y en ese preciso instante las cuestiones en su mente se paralizaron y no hubo lugar alguno para el argumento principal.
¿Por qué estaba cediendo voluntariamente a contar algo que no se le había pedido decir, y más aún ante la persona que lo hacía?
―¿Es la misma de hace unas semanas? ―preguntó teniendo conocimiento de la primera perturbación que el azabache comenzó a revivir. Atendiendo cada uno de los gestos contrarios y un poco sorprendido por el impulso de JungKook a decirlo.
―Por una parte es sobre el mismo accidente pero lo que sucedió no fue igual, es como si el escenario siguiera a lo que queda pendiente, como si me diera pequeños pedazos ―reveló mientras señalaba el suelo de madera ubicado en el centro del invernadero para descansar y así concentrarse en lo que estaba dispuesto a contar.
―¿La misma persona sigue apareciendo? ―indagó anotando mentalmente en su memoria como si fuera un bitácora las variaciones presentadas que se mantenían dentro de las desviaciones contempladas en un inicio, aunque siempre lograba sorprenderlo.
Porque el inconsciente cada vez que era presionado actuaba de diversas formas, compartiendo la misma esencia pero a la vez modificando su aparición.
―Sí y esta vez yo estaba fuera del auto, estaba unos pasos más allá y el olor de la sangre y el humo era todo lo que sentía y las palabras que salieron de mi boca sin darme cuenta hasta que mis ojos lo vieron ―divago repasando las claras imágenes que continuaba viendo con asombrosa claridad.
Una habilidad que había desarrollado por medio de los ejercicios de meditación que estuvo practicando al lado de TaeHyung, lo que ahora le permitía recordar con mayor claridad esas vívidas escenas que en sus sueños se presentaban y que en el momento en que decidía ahondar en lo acontecido la ansiedad se mantenía adormilada sin querer sacudirlo hasta aprisionarlo.
Ahora era capaz de conectar con las memorias de sus pesadillas para reconocer o al menos tratar de encontrar las indicaciones que se mantenían ocultas. Por ello, decidió hablar con NamJoon, una persona que si bien en los últimos días se había convertido en un amigo, aún había factores y características que desconocían del contrario, lo cual les da la facultad de ver un panorama realista y en ocasiones doloroso cuando la honestidad precede a la opinión que tanto necesitan.
Por esa razón, JungKook de forma inconsciente reveló lo que hasta ahora ni a su pareja había tenido la valentía de confesar.
―¿Sigues aún sin ver su rostro con claridad? ―sabía que pedía mucho, porque ya era un gran avance la recurrencia de los sueños y el cambio en las escenas que veía el azabache, pero forzar a la psique a una manifestación más tangible en relación a la persona desconocida era imponer un lastre que todavía no debía develarse.
―Creo que si sigo abriéndome a la posibilidad de vivir lo que mi mente trata de enseñarme, ese detalle va a ser revelado al final de todo ―lo veía con un avance en espiral, una semejanza que aprendió de su psicólogo y que él mismo lo reflejo con un avance circular ascendente hasta llegar a lo alto en donde un despedazo espejo espera por volver a ser reconstruido en su original forma e imagen.
Un progreso que desde el día en que llegó al hospital ya estaba recorriendo, pisando cada escalón y aferrándose a alguno cuando sus piernas cedían al peso que las hacía flaquear y desvanecerse, pero sus brazos estaban allí para sostener su cuerpo y forzarlo a ponerse nuevamente de pie, para dar un paso más y otro tras ese último dado, así sus pies chocaran y lo hicieron trastabillar siempre sabría cómo volver a recuperar el equilibrio para continuar el ascenso.
Y en ese recorrido descubrió que su psique le ponía pruebas por superar para medir la capacidad de afrontamiento que tenía y si era merecedor de avanzar al siguiente nivel, codiciando una meta al final del reto que supone cada escalón. Un progreso condicionado por su fortaleza y aprendizaje para gestionar las batallas que en cada paso lo esperan.
―Puede ser que aún no estés listo para enfrentarlo y cómo lo has referido se trata de que veas y concluyas que es lo que se esconde en cada recuerdo hasta avanzar al final, por algo todo inició contigo al lado de esa persona sin poder verlo con claridad ―reveló confiando en lo que JungKook decía, porque demostraba el avance que estaba teniendo.
―Es cierto, porque esta vez estaba frente al destrozado auto y mi única preocupación más allá del dolor que físicamente sentía de nuevo era llegar hasta él viendo la carencia de una respuesta y fue cuando sucumbí en el sueño a la desesperación asfixiante que me embargo al presentir que lo estaba perdiendo y fue horrible porque en mi vida nunca he sentido una pérdida similar ―sabía que la memoria proyecta eventos ya vividos y personas mínimamente conocidas en una formación onírica, pero todo a partir del material ya almacenado.
Sin embargo esa explicación no se aplicaba a su experiencia, porque el desamparo que vivió ante la sola idea de perder a alguien a quien aún no le veía el rostro, nunca la había sentido, ni siquiera en un libro o serie porque odiaba los finales trágicos.
―La mente solo juega con los recuerdos que ya existen Kook ―aclaró NamJoon.
Concordando con lo que el azabache ya sabía y que lo dejaba nuevamente anclado a la incertidumbre.
―¿Entonces por qué sentí tanta angustia por perderlo? ―cuestiono esperando una aclaración.
―Tal vez no es un mal sueño o una pesadilla, sino un recuerdo de lo que viviste esa noche ―pensó en ocultar la verdadera explicación pero de la misma forma en que JungKook le confió lo que había vivido, debía responder con la misma sinceridad y de esta forma al ver la voluntad contraria por hallar un veredicto que iluminara el dolor que en sueños estaba sintiendo, decidió ser sincero y confesar que probablemente todo se trataba de un fragmento de realidad que la consciencia del azabache aún no estaba lista para afrontar.
Una experiencia traumática suprimida para salvaguardar el bienestar psicológico.
―Pero iba solo ese día ―repite automáticamente la confesión que ya había aclarado varias veces, solo que ya no se sentía tan seguro y las palabras se sentían sosas en su boca. Como si fueran una vil mentira que gozaba repetir y decirse a sí mismo.
Derivando en su cuadro patológico, que nacía de un temor irracional al acontecimiento vivido, poniendo de manifiesto las emociones reprimidas que en su momento no logró integrar adecuadamente, y al no ser expresadas fueron enclaustradas en el fondo del inconsciente, reprimidas, subordinando sus acciones y proyectándose de las peores formas ocasionando mayor sufrimiento.
―Si Kook, sé que así lo recuerdas, pero en ocasiones la mente suprime voluntariamente ciertas heridas emocionales que la consciencia no es capaz de afrontar y los aísla para que la persona pueda vivir aunque esclava de una voluntad que no conoce, pero que está allí a la espera de ser develada ―era todo lo que podía decir sin interferir directamente en una explicación que JungKook debía perseguir.
―Es algo que me lleva a tratar de conectar con mis pesadillas para descubrir qué es lo que mis recuerdos ocultan ¿Cierto?
―¿Quieres hacerlo Kook, estás listo para navegar en los secretos que tu mente oculta? ―interrogó porque después de todo una vez que la decisión fuera tomada ya no habría marcha atrás.
Porque la literalidad es asumida por la consciencia y trabaja en relación a los designios de la persona. Una vez que el pensamiento se implantaba este gemina hasta dar los frutos que están supuestos a nacer.
―Eso lo quiero hacer, ya no quiero seguir esperando a que algo más suceda sino no tomo yo las riendas de mis propios dolores ―confesó con determinación en su afirmación, una que había reunido sin saberlo, esperando el idóneo momento y crucial suceso que reclamara su aparición para enfrentarse de una vez por todas a sus traumas.
La tranquilidad y el consuelo llegaba luego de comprender la importancia que tenía el solo hecho de expresar lo que sentía y que tanto se empeñaba por ocultar, hasta que después de los días iniciales cuando ingresó al hospital, JungKook dio un paso ciego hacia lo desconocido y sintió como una cálida brisa llegaba para alentarlo y compactar en frases y oraciones el bólido de emociones que cargaba.
Agradece la persona que es NamJoon, alguien que desde lo vivido en su proceso de recuperación, decidió ser una voz de aliento para los demás. Porque en él las acertadas palabras siempre encontraba y el alivio que paradójicamente lo inundaba al hablarle de sus aflicciones y la contención que como una caricia llegaba en sus consejos.
Con la confianza renovada en su proceso de tratamiento y en la evolución que sus tormentosos sueños parecían indicar el rumbo a seguir, fue en búsqueda de su pareja, quien era su mayor confidente y lugar seguro para explorar las nuevas observaciones que si inicialmente las hubieran tratado en la madrugada sabía que no hubieran ocurrido como en el momento presente. Dado que antes de aseverar o cuestionar al contrario, velaban por la comodidad mutua en la que el afecto los envolvía en una burbuja de enajenación y se animaban a enfrentarlo en las terapias que vienen con una nueva cuestión.
Era el factor diferencial que establecieron al inicio, aun cuando sus dolores debían exponerse a su pareja, la solución o el deber dependía de los profesionales que los guían en ese proceso, mientras que en la intimidad de la habitación se enfocaban en alivianar las cargas y acariciar las heridas expuestas.
―¿Y esa cara que traes por qué? ―preguntó ingresando al cuarto y viendo la molestia plasmada en el rostro de su novio, quien rehuyó a su mirada, lo cual le pareció extraño pero lo dejo pasar.
―¿Dónde estabas? ―cuestionó de vuelta aun sin revelar el motivo del naciente enojo que crecía al verlos a ellos dos juntos.
Encuentros que últimamente se repetían con mayor frecuencia, como si uno buscara al otro, incrementando el tiempo, debido a que asistía con mayor frecuencia a sus terapias, porque su ansiedad parecía ensañada en reaparecer y amenazar con romper la represa que construyó para rodear y contener transitoriamente sus amargas memorias, una que ahora estaba a poco más del límite indicado de desbordarse. Un nivel que incrementaba cuando al terminar sus terapias JungKook ya no siempre estaba esperándolo ya fuera en la habitación, o en el lugar que él sabía que iba a estar.
Ahora era él quien lo buscaba para encontrarlo en compañía de esa misma persona, ahora era él quien lo esperaba y lo veía llegar con una sonrisa causada por esa misma persona y ahora el contrario parecía que se alejaba o que dividía su tiempo para dejarle las migajas por estar con esa misma persona.
En los últimos días era así, ellos dos en cada rincón a donde fuera o donde estuviera concentrado en su tratamiento o buscando a su pareja allí al lado ajeno del contrario lo hallaba.
―Estuve caminando y me quedé un rato en el invernadero ―reveló sin prestar verdadera atención a los reclamos de su pareja, pues lo veía como una acción normal que él mismo tendría.
Solo que era algo impropio de TaeHyung recurrir a esa misma pregunta que llevaba repitiendo las ocasiones que se veían al día de lo que iba de esa semana.
―¿Y estabas solo? ―de verdad que se esforzaba por inhalar con profundidad para que el oxígeno llegara hasta su cerebro y le permitiera abrazar la calma que lo abandonaba.
Aunque estaba allí relajada en la esquina donde habita su cordura, frente a sus obnubilados ojos que no podían o no querían ver más allá de los primitivos celos que rabiosos pedían ser liberados.
―Con NamJoon ―dijo con una mueca de incredulidad en su rostro, un sentimiento que llegó sin entender su causa pero alertándolo para que viera las señales que hasta ahora no le había tomado verdadera importancia.
Como la mirada vacilante de su pareja que si la veía a detalle el ámbar se había reducido hasta formar un halo alrededor de la dilatada pupila que acompañaba a la respiración pesada que mantenía al pecho ajeno en una expansión profunda al tratar de calmarse.
Y fue cuando más perdido se sintió al no parecerle racional el estado en el que TaeHyung estaba, menos aún con la implícita necesidad de saber nuevamente con quien estaba.
―Últimamente pasas mucho tiempo con él ―expuso entre dientes casi en un susurro para no ser oído pero a la vez de forma maquiavélica esperaba que su dardo de discordia llegara hasta su pareja.
Alguien que sentía lejano a su ser y ubicado en la dirección opuesta cuando siempre giraban alrededor del otro, pero que una fuerza mayor irrumpió en su órbita gravitatoria para lanzarlos del camino paralelo que seguían.
―Porque no lo dices más fuerte, no ocultes tu molestia ―incitó el azabache a su pareja que nada contento estaba y que ya no se molestaba en ocultarlo.
En realidad a lo largo de la semana su actitud se tornó más recelosa y su comportamiento paranoico lo tenían irritable, pero cuando estaban juntos todo nube espesa de molestia se disipaba y podían ser ellos, amándose y sonriendo por gozar de la compañía.
Realidad que estaba cambiando de dirección, retrocediendo en el progresivo avance que se esforzaron por formar y que ahora se condensaba en la refulgente molestia en los orbes marrón.
Una mirada que se le hizo desconocida, por el milisegundo en que duró su parpadeo, el recelo le cuestiono a su parte racional que era lo que presenciaban en ese instante.
―¿Estás seguro? ―retó el castaño cegado por el ardor de la incomprensión y de la lejanía con su pareja.
―Debe haber un motivo para la molestia que sientes y que note desde hace unos días ―indicó JungKook, sentándose sobre la silla giratoria para mirar a TaeHyung, a la espera de una respuesta.
Esta vez sí iban a ensartarse en una discusión mantendría la calma para no ser presa del impulso y terminar arrepintiéndose por lo que no quería decir.
―Si lo notaste ¿Por qué hasta ahora dices algo? ―la regulación de su comportamiento por parte de su zona prefrontal de su cerebro había sido secuestrada por la emoción pura, una peligrosa e hiriente que perseguía un solo fin, auto aniquilarse, y consigo a todo aquello que a su alrededor estuviera.
―De la presión o la insistencia solo queda el cansancio, y si hay una cosa que hemos aprendido es a comunicarnos, no como en nuestros comienzos que esperábamos que el contrario adivinara lo que nos sucedía ―se supone que ya habían superado esa barrera, pero al parecer era una herida que cada cierto tiempo generaba comezón y un nuevo conflicto con su aparición.
TaeHyung se paralizó brevemente al ver los orbes obsidiana perder la emoción con la que cruzó el umbral de la puerta, una que no causó y que le pertenecía a alguien más.
Pobre alma extraviada que en los brazos de la equivocación naufragó. Oh, cuán errónea estaba en sus acusaciones.
―Por ese mismo motivo es que me duele que hayas ido hasta NamJoon para hablar de lo sucedido hoy, y no conmigo, cuando prometiste decirlo en el momento que te sintieras listo ―acusó―, y claro que lo hiciste, solo que con otra persona que parecer tener un gran interés en ti, pero que no parece incomodarse ―si se estaba equivocando era un hecho que no le importaba, no por la cínica sonrisa que su novio le dedicó.
Un grave error que seguía repitiendo para convencerse de poseer la razón.
―¿Estas analizando lo que dices TaeHyung, o solamente dices lo primero que crees haber visto? ―su tono de voz se endureció porque el castaño estaba involucrando a otra persona en su relación bajo una excusa sin fundamento.
Después de todo no creía haber cometido traición al hablar primero con NamJoon, solo fueron las circunstancias que jugaron a su favor para confesar lo que vivió. Y cree que fue la mejor opción, porque llegó a importantes conclusiones sobre las que podría seguir trabajando con su psicólogo.
Pero TaeHyung así no lo veía, no cuando no fue él el primero en ser escogido, no cuando por primera vez confío en alguien más.
―Claramente se de lo que hablo, cuando cada que vuelvo a la habitación vienes o te encuentro en la distancia a su lado y más que hayas ido con él cuando se suponía que irías con YoonGi ―culpó con una afligida mirada al azabache.
Reviviendo la ira que sintió cuando fue a buscarlo y YoonGi estaba con otro paciente, para terminar encontrándolo con NamJoon, como era habitual.
―¿Es una grave equivocación confiar en otra persona? ―cuestiono el de orbes ónix totalmente escéptico por los reclamos de su pareja, reconociendo los celos en sus desacertadas protestas.
Esforzándose por comprender en qué momento TaeHyung comenzó a malinterpretar su amistad con el pelirosa. Y experimentó la desilusión pura al ser difamado por su novio, uno en quien confiaba devota y ciegamente.
―No... ―titubeo―. No lo es, pero... ―el castaño ni comprendía la ponzoña de sus palabras ni el sentido de lo que decía.
¿Quizás sus oraciones sueltas y su resquebraja seguridad podían entonar algo coherente? Porque si era así, entonces ¿Cómo explicaba el vacío que retorcía a su estómago, agitándolo y comprimiéndolo, para imponerse sobre su inexistente corazón, uno que lo había abandonado después de dudar de su ser enaltecido?
―Él te mira de una forma distinta, él busca tu compañía a solas ―hablo muy bajo―. Él se ganó tu confianza y no es eso lo que me molesta, es el hecho de que está tratando de meterse en nuestra relación y que al conocerte sabes que no vas a dudar de él, pero yo sí lo he visto, he visto más de lo que quisiera y por eso me exalto, no por ti o porque dude de ti, no es eso mi amor ―dudó en sí acercarse o no, pero terminó cediendo y dejó unos pasos entre sus cuerpos, sabiendo que tocarlo sería peor por lo que se limitó a la intimidad de la cercanía―. Es porque si bien sus intenciones las conoces tú porque eres su amigo, y no puedo ignorar que él tal vez pretende más y que también ha podido decirte cosas que antes no contemplabas pero que ahora crees ¿No es así? ―acertó en lo que sugirió al ver como los párpados de su pareja se agradaron, viéndose expuesto.
―Él solo me ayuda a comprender ciertas situaciones de las que tengo que ir haciéndome cargo y no siempre recurrir a un psicólogo, porque cuando salgamos de aquí debo retomar mi autonomía, ser autosuficiente ―no se dejaría convencer, no cuando su interior se revolvió en desesperación en el intento de manipulación que vislumbró en TaeHyung.
Lo reconoció claramente cuando el semblante ajeno cambió tan drásticamente del enojo a la completa dulzura pecadora que lo hubiera hecho caer hasta darle la razón, si no fuera porque un inhóspito presentimiento punzó en su cabeza, advirtiéndole que quien tenía ante sí, no era TaeHyung, no era la persona que debía ser, él no era.
―Quien debe reconocer su error eres tú, porque estás siendo tan despreciable y todo bajo la excusa de protegernos, eso es repudiable porque mancillas nuestro amor ―escupió sus palabras con tanto dolor que pudo sentirse en el aire denso que se formó tan tóxico de respirar, dando dos pasos hacia atrás, los cuales fueron seguidos de otros cuantos hasta salir de la habitación.
No seguiría allí en medio de un nido ajeno que no parecía ser el que formó con su pareja, no caería de la forma en que ya lo había hecho en el pasado.
Apenas cruzó la puerta sin mirar atrás el foráneo pensamiento lo dejó perplejo, como si una revelación hubiera llegado de un pasado que desconocía, porque estaba seguro de no haberlo experimentado, no al menos uno que recordará.
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