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Capítulo 17

CESAR

Me acababa de arrepentir de los mensajes que le había enviado a Arquímedes, pero ya era tarde para borrarlos ya los había leído.

Estoy acostumbrado a tomar malas decisiones pero de seguro esta es la peor, acabo de confesarle a Arquímedes que me gustaba. Pase mis manos sobre mi cara aplastando todas mis facciones. Cuando separe mis manos de mi cara vi a Yeya entrar algo alterada paso al lado de mí y ni siquiera me saludo.

— ¿Qué pasa Yeya? ¿Alguien se murió o qué?— bromee viéndola que seguía seria. Del cajón saco unos guantes verdes de plástico que se usaban para lavar trastes. — ¿Qué sucede? Ya sin bromas...

— Llego Arquímedes muy alterado, está en el baño— soltó abrazando los guantes, me vio muy preocupada. — Estoy preocupada, dijo que se iba a morir, no trae guantes ni cubre bocas...

— ¿Dónde está?— la interrumpí y esta trago saliva.

— Lo deje en el baño, ven ayúdame— No necesitaba pedírmelo, la seguí hasta el baño ignorando todo el descontrol que estaba en su casa.

Cuando giramos en el pasillo que daba al baño se me paralizo el corazón antes de tan siquiera ver lo que estaba dentro del baño. Trague saliva nervioso, pero cuando Yeya comenzó a hablar volví a la realidad.

— ¿Qué mierda le diste Sour!

¿Arquímedes no estaba en el baño? Me asome y solo estaba Sour apagando su cigarrillo tratando de calmar a Yeya. Había algo en la pequeña barra del lavabo, polvo blanco. Se me paralizo el corazón de nuevo al entender que el hijo de perra de Sour le había dado cocaína a Arquímedes.

— Voy a buscarlo, después hablaremos tu y yo Sour— le advertí enojado a Sour que seguía con su expresión despreocupada.

— Lo necesitaba, estaba muy triste...

— No tenías derecho— le dijo Yeya.

— Oye, tampoco lo obligue. No le puse una pistola en la cabeza para que inhalara la línea, él solo lo hizo— argumento sonriendo apuntando al polvo que seguía en el lavabo. — Ya está grande, no es un niño...

— ¡Mejor cállate antes de que te parta la madre!

No podía seguir escuchándolo, camine por el pasillo con la sangre hirviendo de ira. Sour podía matarse con las drogas, pero no podía soportar que haya convencido a Arquímedes de meterse esa mierda. Yeya tiene piscina, justo ahora podría estar ahogado o podría...

Ay canijo... o podría estar bailando encima del comedor mientras se quitaba su traje.

— ¡Arquímedes!— le grite, pero la música estaba muy alta y no alcanza a escucharme.

Mucha ropa!" "¡Mucha ropa!" gritaban todos mientras Arquímedes aventaba su saco negro.

— ¡Ese muchacho es la sensación!— escuche a Jasón en el micrófono. — ¡Astronauta llévanos al espacio!

Logre llegar a donde estaba Arquímedes y lo agarre de la cintura para bajarlo, había personas grabándolo me lo agradecerá después, estaba riéndose mientras lo llevaba a un lugar con menos gente, se despedía de las chicas que le pedían que regresara a terminar su show descarado.

Lo lleve a la habitación de Yeya, un cuarto en donde reinaba el rosa y las plumas.

— Arqui, ¿Estas bien?— le dije mientras le abotonaba la camiseta blanca.

— Muy bien. Incluso mejor que antes de hecho— confeso sonriéndome. No podía evitar sonreír por ese acto dulce.

Estaba tocándolo y este no me alejaba. Antes de abotonar el último botón note una cicatriz en su cuello. Era larga y fibrosa, con mi dedo índice la toque.

— ¿Qué te sucedió aquí?

— ¿Sabes que no siento la cara?— soltó riéndose, quien sabe cuánto consumió. — Quiero bailar...

— ¿Bailas?— Esta versión de Arquímedes era muy divertida y espontánea.

Sonreía, no quería dejar de ver su cara feliz y despreocupado, su risa era la mejor parte, a veces me imaginaba como era escuchar a este palo serio reír y era exactamente como me lo imaginaba, incluso mejor.

— No me regañes, tampoco a Sour— dijo después sin dejar de sonreír. — Quería ayudarme.

— Nadie regañara a nadie esta noche...— Ahí se me prendió el foco. — ¿Escuchaste mis mensajes de voz?

— No los escuche completos, ¿Decían algo importante?— Estaba confundido, pero todavía tenía oportunidad de borrarlos si no sabía lo que decían.

— Nada serio— respondí. — Dijiste que no podías venir.

— Mejor si, es que no quería estar en casa con gente indeseable— respondió con amargura en su tono de voz y su sonrisa se había ido. — Mejor aquí, con mis amigos— volvió a sonreír y se balancea hacia delante casi chocando con mi cara.

— Cuidado— le dije riendo, no pude evitarlo me daba gracia.

— ¿Sabes? Te tengo que confesar algo— me dice en un susurro como su fuera un ultra secreto.

— ¿Qué es eso?— le respondí susurrando igual que él, parecíamos dos niños jugando.

— Tuve una erección pensando en ti— confeso susurrando. Abrí la boca tratando de responder pero las palabras se quedaron atoradas en mi garganta.

No podía decirlo en serio. Si eso era verdad, significaba que la atracción era mutua.

— ¿Lo dices en serio?— pregunte susurrando. Arquímedes asintió.

— Cada palabra y lo siento— susurraba de nuevo. — No debí tener esos pensamientos sucios. No quiero ofenderte.

— No lo haces— dije rápido.

— ¿Está bien que sienta cosas raras en el estómago cuando estas cerca de mí?— me pregunto en el mismo tono de voz. Hasta ahora me di cuenta de que nuestras frentes estaban juntas y eso evitaba que Arquímedes se balanceara y se cayera.

Sonreí comenzando a sentir mariposas en mi estómago. No sabía exactamente como comencé a sentir cosas por él. Solo sucedió, paso tan natural que no me detuve para pensar en el porqué, al principio me parecía curioso como alguien podía estar envuelto en tanto plástico, solo quería ser su amigo. Soy amigable, no puedo evitarlo, pero mis intentos de tener su amistad se convirtieron en otra cosa.

— Creo que también siento cosas Astronauta— confesé cerrando los ojos.

— ¿Eso es malo?— Negué, claro que no era malo.

Ahora estaba en frente de mí, sin ninguna pisca de protección, no había nada de plástico entre los dos, me asustaba que fuera un sueño o una ilusión, temblaba en tan solo pensar que este momento solo lo tengo por lo intoxicado que estaba Arquímedes, cerrar los ojos y que cuando amanezca volver a sentirme alejado.

Me acerque a sus labios para besarlo, este hizo lo que temía, dar un paso para atrás.

— Lo siento, pensé que estaba bien— le dije en un susurro.

— No es eso, es que...— se detuvo un poco viéndome. — Nunca lo he hecho.

Mierda... Era su primer beso. No podía dárselo, el primer beso tenía que ser especial no bajo los efectos de la droga.

— Podremos hacerlo después si quieres— le propuse y asintió. — ¿Querías bailar no?

— Si eso quiero.

— Vamos— lo tome de la mano y caminamos fuera de la habitación de Yeya, no me sorprendió verla afuera, estaba preocupada y Diego estaba a un lado de ella.

Se acercó a Arquímedes, lo que si me sorprendió fue la confianza con la que lo toco, poso sus manos en las mejillas de Arquímedes.

— ¿Te sientes bien?— pregunto preocupada, este asintió seguro de sí. — ¿Seguro?

— Estoy bien, lo juro— respondió. — Solo estoy muy feliz.

Después de eso Arquímedes me arrastro hasta el centro de la fiesta en donde había muchas personas bailando. Había varios compañeros del colegio como Isaías cuidando a que no se le cayeran sus gigantescos lentes –es bizco-, Aitana... Flor y su amiga Renata, Honey que con cada movimiento hacia sonar sus cascabeles de la cabeza, Isaac lleno de collares y pulseras luminosas, la aburrida de Martha estaban arrasando la pista –borracha lo más seguro-, hasta la mamona de Lupe estabaj bailando.

Arquímedes lo intentaba, pero no se movía muy bien, era divertido verlo tan relajado, siendo iluminado por las proyecciones que iluminaban a todos, había corazones por todas partes y a Arquímedes le quedaban a la perfección.

Intente enseñarle un par de pasos de baile, él se los aprendía y los interpretaba como quería haciendo que sacáramos un par de carcajadas en el proceso. Todo fue para mejor cundo pusieron una canción en la que pude dirigirlo mejor. Rodee su cintura con mi brazo y así pude ayudarlo a no perderse y seguir el ritmo.

— Cesar— escuche su voz entre la música.

— ¿Qué?

— Creo que me gustas— dijo y eso basto para detenerme para verlo, sonreí. Arquímedes estaba serio eso significaba que estaba hablando en serio.

— ¿Crees?— pregunte, este asintió. — ¡Claro que te gusto, soy encantador!

No pude dejar pasar la oportunidad de besarlo, era ese momento o nunca. Sus labios eran tan suaves y carnosos que con solo sentirlos me estremecía, estaba besando a la persona que no podía ser tocada, si esto es un sueño no quiero que me despierten y si mañana todo volvía a como era antes no quería arrepentirme de nada. Aunque suene mal, aprovechare ahora que se deja querer y si mañana me odia lo aceptare.

Al separarnos mi corazón se paralizo cuando Arquímedes volvió a buscar mis labios, le gustaba, le gustaba al astronauta. Seguí sin quejarme, me sentía tan feliz de estar en ese momento que lo sentía infinito. Otra vez nos separamos para vernos, las luces se habían transformado al igual que él y yo con ese beso. Me emocionaba saber lo que pasaría después con nosotros. 

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