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Rudeza.

Rudeza.

El inmueble se sacudió junto a un grito de dolor espontaneo. El ruido estruendoso de la mesa agitándose provocó que Shouto abriera los ojos de un golpe, ascendiendo la cabeza con lentitud y aún adormilado por el episodio de sueño de antaño, se obligó a si mismo a despertar. Miró a su alrededor, espabilando y recordando de a poco que estaba en el salón de clases; tenían la hora libre y mientras los demás aprovecharon para irse a la cafetería él decidió encontrar descanso en su banco.

Era el plan perfecto hasta escuchar los aullidos y soplidos de Denki que lo despertaron, Shouto miró mejor el campo del salón. No había nadie más que Kirishima, Kaminari y Midoriya. Los tres rodeando una mesa y poniendo sus manos en el centro de ésta, arqueó una ceja, expresando una genuina curiosidad por sea lo que estuvieran practicando.

Pero

Se veía doloroso, podía asumirlo por la mirada de dolor de Kaminari.

—¡Te toca! —escuchó a lo lejos, esclareciéndose mejor observó a Kirishima tan radiante con esos puntiagudos colmillos. Denki todavía dudoso, y Midoriya atento. Shouto podía jurar que con pesar el rubio colocó la mano sobre el centro de la plataforma de madera.

En un parpadeo, Shouto observó como la mano de Kirishima se dejaba caer sobre las del chico eléctrico haciendo un choque y un ruido seco cuándo las pieles colisionaron. Después de que Kaminari ahogara su dolor, siguió Midoriya queriendo dejar el mismo impacto en la ya malbaratada piel del chico rubio.

—¿Estás listo? —preguntó Midoriya, mientras Denki negó primero antes de asentir. El pecoso sonrió, y desde lo más alto que pudiera extender su mano dejo caer su pesada muñeca contra el dorso de Denki.

Todoroki no quiso decirlo, pero le sorprendió que Midoriya participara en esos juegos. Aún así, se acercó un poco mas, dispuesto a interesarse. Si a Midoriya le gustaba podría también causarle intriga.

—Tu turno, Midoriya.

Murmuró Denki, sobándose la mano que estaba enrojecida por los golpes colaterales. Izuku asintió, mientras valientemente colocaba su mano.

Deku no percibió una mirada cómplice por parte de Kaminari, ni Kirishima, Shouto pensó que Midoriya también era ingenuo.

Denki fue el primer en brotar con un golpe seco, causándole a Midoriya quejarse, pero no lo suficiente. Estaba tan acostumbrado a este tipo de dolor por el uso excesivo de quirk que los manotazos de Kaminari eran como caricias de plumas para él, se regocijo de ésto.

—¿Es todo?

Sonrió victorioso, pero la el gesto amplio y los colmillos de Kirishima le hizo engullir sus propias palabras.

—¡Claro que no!

Midoriya no esperó que Kirishima hiciera trampa, ni llevará el juego a un nivel más alto al endurecer su piel y dejarla caer sobre su mano. Midoriya juró que vio de forma lenta la rocosa extremidad del chico cayendo sobre su diminuta palma. Y luego vio un dolor agudo pasar ante sus ojos, junto a recuerdos vagos de su niñez.

Shouto no acompañó el grito de Midoriya de dolor, pero si se compadeció de éste.

—¿Te duele?

A la salida, Todoroki estaba a su lado, dando furtivos miradas a la mano hinchada de Midoriya. Éste miro con melancolía su extremidad antes de negar.

—No, no mucho. Sólo la tengo un poco lastimada, no esperaba que Kirishima usara su particularidad.

—Bueno, yo tampoco.

Todoroki no paso desapercibido el dolor que agoniza en su rostro cuándo baja la mano, se preocupa y no lo niega.

—Midoriya —le llamó, obteniendo su atención en recompensa y sin preguntarle, sujetó sus manos con las suyas.

Fue rápido, pero no por eso invisible. Todoroki sintió un bajón en su estómago junto a una sensación asfixiante, cálida, acogedora, muy, muy agradable y eso fue por el simple hecho de tocar las manos de Midoriya. Ignoró por completo que Izuku dio un salto por su inesperado acto, y se volvió un manejo incapaz de expresar algo coherente más que susurros de que no estaban solos, que los profesores vendrían y que estaba bien, completamente bien. Todoroki prescindió de él, se enfocó mas en observar que sus manos eran pequeñas y encajaban muy bien con las suyas.

Casi le dieron las ganas de entrelazarlas, pero no arruinó el momento con sus pensamientos.

—¿Estás mejor? —preguntó, mientras las manos de Midoriya se envolvían en una telaraña de escarcha blanca.

Midoriya asintió, su palma todavía palpitando lo traicionó al pasar las vibraciones y el calor por todo su cuerpo. Sólo esperaba que el calor repentino que le invadió no derritiera el hielo que Todoroki le estaba ofreciendo tan amablemente.


Notas finales.

¡Gracias por leer hasta aquí!

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