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Baños

No estaba muerta, andaba de parranda.

Aclaraciones: Los personajes no me pertenecen, esto está hecho con fines de humor.

Advertencias: Humor, OOC, una situación medio random que no resistí.

Baños.

By Kellen Hakuen

Él saldría de ésto, él estaba seguro de que aquella posibilidad no se escaparía de sus dedos.

Saldría victorioso, después de todo, eso hacía los héroes, ¿verdad?

Inhaló, el aire entró como pesadas turbinas hacia él, viajando por sus sistemas con parsimonia, esperando que el efecto sosegará sus sistema, sin embargo, la acción causó una peor sensación.

Sintió que su cuerpo se contraía, y Midoriya gimió desesperado cuándo esa necesidad palpitante comenzó a dolerse, lo empeoró.

Apretó los muslos entre ellos esperando que se amenguará la sensación en él, volvió a respirar y su trasero se aplanó contra el banco inmóvil, esperando que fuera suficiente para distraerse, pero no, siguió ahí, palpitando, diciéndole entre ratos que debía ir al baño más cercano. Para su desgracia, estaba en horas clases, y Todoroki había ido antes que él, con la esperanza de olvidarse, miró la hora en su celular distrayéndose y agradeciendo que faltaba menos de un minuto para que sonase el timbre del descaso, sus labios se apretaron desesperados y cuándo giró, sus ojos chocaron contra la avellana de su compañera.

Mierda.

Tenía que buscar la mejor opción, la posibilidad más sana, Midoriya era un estratega, sabía lidiar con la situación de acuerdo a su misma experiencia, buscaba opciones y se adaptaba al mejor resultado. Era fácil para él, sobrevivir a todo tipo de situaciones.

—Deku-kun, ¿estás bien? Has estado raro todo el tiempo.

Excepto ésta.

Las necesidades biológicas como querer ir al baño no eran su fuerte.

Midoriya forjó la sonrisa más creíble que pudo y dio un asentamiento leve. Esperó que eso fuera suficiente para la chica ya no le cuestionará más, al menos él, no podía decirle: Hey Uraraka-san lo que sucede es que quiero ir a cagar.

Definitivamente su dulce compañera heroína no necesitaba esa información en su vida.

Sus manos están ansiosas sobre la plataforma del banco, encajándose ahí.

Ahhhh, ¿cuánto faltaba para que el timbre tocará? ¡¿Cuánto?!

¡No podía aguantar más!

—Deku-kun...

Ochako insistió con su mirada, y Midoriya estaba a punto de flaquear esa quebrada sonrisa, sin embargo, un canto de aleluya vino a él, seguido de los bancos arrastrándose cuándo la campana rugió en todo el salón hasta estremecerse.

Midoriya no esperó más, casi aventó su silla al hacerse atrás. Por el rabillo del ojo, Iida y Uraraka se acercó, pero él se adelantó de forma amable al suponer que era lo que pedirían.

—¡Luego Uraraka! ¡Luego! —masculló, como un aullido lamentable corriendo entre los pupitres hacia la puerta del salón.

—De acuedo —Uraraka asintió desconcertada, despidiéndose cuándo la mata verde se perdió por el pasillo.

Sus pasos lo elevaron por los estribos de las escaleras, Midoriya comenzó a cuestionarse desde cuándo la UA tenía escaleras tan largas, sus ojos se deslizaban de lado a lado, meneándose rápido entre letreros y salones. Esperando su puerta al valhalla, esperando su alivio.

Rápido, la encontró dar vuelta en el siguiente piso, Deku se detuvo, y sus pies no tardaron en llevarlo hacia esa dirección.

—¡Falta poco! —se dijo hacia mismo, rugiendo desesperado cuándo encontró el sanitario masculino. Midoriya empujó la puerta con un sonido sordo, dio un escaneó,

Y oh por todos los All Might, gracia a dios estaba vacío.

Sintió otro estreñimiento y Deku se hubiera tirado al suelo de no ser por sus propios reflejos. En seguida, se dirigió a la puerta de metal que estaba más cercana a él, ni tiempo le dio de tocar, ni siquiera pensó en otras posibilidades, sólo tenía en mente la sensación de ya no poder resistir un segundo más. Llegó a la puerta roja y fue más rápido que su raciocino, su mano va a la linde de metal y la abrió de un azote, buscando y esperando encontrar el bendito retrete blanco.

—¡Quiero ...AHHHHHHH!

Santa mierdas.

Pensó y para su desgracia, no estaba solo.

Alguien lo estaba habitando mucho antes que él, alguien que gruñó al verse molestado.

—¡Disculpa! ¡Debí tocar!

Sus ojos fueron cegados por sus propias manos en un acto efímero, tratando de borrar la imagen mental que destruyó su calma, Midoriya aplastó las manos contra sus globos oculares, esperando que no hubiera nada, que ésto fuera una jugarreta de su propio estrés corporal.

—Está ocupado.

La voz de Todoroki fue la respuesta que Midoriya necesitó para saber que la jodió en grande. Tiene miedo de destaparse, por lo que retrocedió fuera del cubículo, esperando ya no molestarse.

—¡Disculpa! ¡Disculpa!

—Está bien.

—¡Disculpa!

—No pasa nada.

—¡Disculpa de verdad, Todoroki-kun!

—Midoriya, eso le pasa a cualquiera —Contestó Todoroki, esperando que Midoriya dejará de disculparse, en realidad le ponía más incómodo que el pecoso no dejará de insistir en su perdón que la idea de que lo encontrará haciendo una de las necesidades humanas más comunes de la naturaleza. Suspiró, sin despegar su trasero de la taza, todavía tenía que terminar de defecar y que el pecoso tuviera ésta abierta sólo daba aire a sus pelotas descubiertas.

—Oye Midoriya —habló Todoroki, dándole miradas de soslayo a su entrepierna. Midoriya intenta no sentirse incómodo, pero los indiferentes ojos impares no dejaron de escanearlo.

—¿Q-Qué pasa? —trató de resistirse, a la idea de mirar a su compañero. Ya no quería incomodarlo más de que lo ya estaban.

—¿Podrías cerrar la puerta? —preguntó, mientras su mano se estiraba hacia el papel higiénico —Todavía no he terminado.

A Midoriya sus palabras le golpearon peor que un tren. Gimió, sosteniendo la orilla de la puerta otra vez en reflejo.

—¡P-Por supuesto! —volvió a cerrar, Todoroki asintió, y la imagen de éste fue desvanecido de su campo de visión con el sonido de la puerta cerrada, como si nunca hubiera pasado, como si no hubiera visto a su compañero cagar.

Volvió a retroceder, pero no fue suficiente.

Todavía seguía avergonzado.

Esto es demasiado incómodo, sus pensamientos vienen y van como trenes apresurados. Midoriya cerró los ojos (A pesar de que ya estaban cegados) y trató de ignorar el cambio de temperatura gélida, trató de concentrarse otra vez en sus ganas de cagar.

Pero ni eso, la imagen de Todoroki sentado en el retrete seguía perforándole la piel.

AHHHHHHHH, MIERDA.

Notas finales.

No lo resistí, chao.

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