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Con miedo y una enorme tristeza llegó a su casa, abrió la puerta lo más despacio que pudo e ingreso.

Su madre sintió un extraño presentimiento por lo que rápidamente se dirigió a la entrada y pudo observar a su hijo con el pómulo hinchado, la cabeza gacha y con su suéter hecho un asco en la mano.

ㅡTe falle madre, yo…

A su madre no le importo el suéter, por lo que se lo quito a su hijo y lo arrojó a un costado de ellos y solo abrazo fuertemente a su hijo.

ㅡ¿Qué te sucedió mi Sannie? ¿Quién te hizo esto?

San negó intentando aguantar sus lágrimas.

ㅡNo quiero hablar de ello.

La señora Choi sujeto a su hijo y acomodó su cabello.

ㅡSube a darte una ducha en lo que yo preparo la cena, tu padre muere de hambre y cuando estés listo bajas con nosotros a cenar ㅡordenó ella mientras guiaba a su hijo hacia su habitación.

En el proceso, San se desvistió lentamente y después abrió la regadera donde reguló la temperatura y una vez lista se adentro bajo la regadera.

Sin poder controlarlo sus lágrimas comenzaron a salir, una tras otra, mezclándose junto al agua.

No sabía porque la vida lo trataba de esa manera tan cruel ¿Acaso era un castigo por amar a alguien que no le corresponde?

¿Qué estaba haciendo mal? No lo sabía.

Ya no quería esa vida, quizás terminando con su sufrir terminarían también todos sus problemas. San tomó un cinturón que estaba a un costado de la bañera, lo sujeto del tubo de la cortina de baño y luego se lo colocó alrededor de su cuello y comenzó a hacer presión al encoger su pie.

El cuerpo de San comenzó a sacudirse por la falta de oxígeno, sin embargo la barra no logro soportar el cuerpo de San y termino doblándose lo que ocasionó que San cayera al suelo reclamando aire.

Aquello quizás era una clara muestra del destino de que debía seguir adelante con su vida.

Su madre no tardó en llegar al baño encontrándose a su hijo tirado en el suelo, el tubo de la cortina roto y el cinturón todavía alrededor del cuello de San. Una clara imagen de lo que había ocurrido.

La señora Choi ayudo a su hijo a levantarse y no se fue de ahí hasta haber ayudado a su hijo a terminar de ducharse, para después esperarlo a qué se vistiera y juntos bajar al comedor, donde el padre de San esperaba expectante.

Durante la cena nadie dijo nada, más en cambio el ambiente se sentía tenso y la señora Choi tuvo la decisión de indagar sobre lo que le sucedía a su hijo.

ㅡSan, cariño… ¿Qué está pasando?

El pelinegro negó y solo movió su comida en el plato de un lado a otro.

ㅡ¿Esto tiene que ver con una persona? ㅡcuestionó ella a lo cual San asintió.

ㅡNo lo entiendo… mami, ¿Por qué me siento triste? ㅡdijo San de nuevo al borde de las lágrimasㅡ ¿Debería olvidarme de él o sentirme mal?

ㅡNo, cariño. No te ahogues en tu sufrir, deberías…

ㅡVe por la garganta, San ㅡinterrumpió su padre atrayendo la atención de ambosㅡ. No lo pienses más y ve por la garganta. Hazlo.

Las lágrimas de San cesaron al escuchar lo que su padre le había dicho.

La garganta.

Si, eso no sonaba tan mal.

Changbin se las vería con San, mañana en el receso.

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