9🏅
Sander se despidió de los niños con un beso en la frente luego de decirles que saldría, no estuvieron contentos, pero cuando David les dijo que ayudarían en el jardín olvidaron su malestar por completo.
Se vistió y luego caminó a la cocina, su madre estaba sentada en una de las butacas de la isla viendo a los niños trasplantar algunas plantas bajo la supervisión de su padre.
Sander sirvió café para ella y otro para él, Sander se sentó.
—Te dije ayer que saldría —mencionó suavemente, Betty asintió y probó el café.
—Sí, pero no dijiste a dónde —torció los ojos, por supuesto que ella intentaría sacarle la información.
—Ya no tengo que decirte esas cosas.
—Entonces, ¿estás saliendo con alguien? —preguntó Betty mirando hacia el jardín, Sander por poco escupe lo que tenía en la boca, tosió luego de tragarse el café.
—¿Qué? ¿Cómo llegaste a esa conclusión? —estaba prácticamente ahogado, así que Betty se puso de pie y trató de ayudarlo golpeando su espalda mientras respondía.
—Saldrás hoy y no tienes horario de llegada.
—Sólo saldré —murmuró deteniéndola y respirando con normalidad. Betty regresó a su silla y se encogió de hombros.
—Está bien, hace bastante que no sales con nadie, ¿hombre o mujer?
—¿Qué? —Sander se alegró de no tener nada en la boca esta vez, su madre iba a matarlo con estas preguntas. Betty arqueó una ceja.
—Recuerdo que también te gustan los hombres, fue un poco alarmante cuando hiciste que nos sentáramos en la sala de estar y nos miraste durante más de media hora antes de decirlo, pensé que había pasado algo malo.
Dios Bendito, Sander pasó una mano por su pelo corto, recordaba eso, fue a sus dieciséis años cuando descubrió que el hermano de su novia le gustaba tanto como ella, fue perturbador.
Más tarde, luego de una sesión de besos ilícitos con el chico y un golpe en la mejilla de parte de su ex-novia, por fin aceptó que podía gustar de ambas cosas sin problema alguno, no del golpe por supuesto.
Decirlo no fue tan fácil como descubrir lo que le gustaba.
—Mamá, no soy un adolescente.
—¿Sólo sales con mujeres últimamente por los niños?
—Es más fácil así, no traeré a un hombre a casa —admitió luego de unos minutos, Sander apretó la mandíbula—. ¿Qué les voy a decir?
Betty resopló con una sonrisa.
—Esas cosas son muy modernas ahora, ellos entenderán, quizás se alegren de estar a la moda y tener dos papás —Sander arrugó la frente, no, definitivamente eso no iba a pasar.
—No tienen que hacerlo, no voy a exponer a los niños a eso.
—¿Qué harás si te enamoras de un hombre?
—Terminemos esta conversación ahora.
Sander deslizó su taza de café por la encimera, seguir bebiendo quedaba totalmente descartado. Betty no se rindió, ella era más terca que él y eso decía mucho.
—¿Vas a responderme? ¿Hombre o mujer?
—No es importante, no traeré a nadie, sabemos lo bien que fue la última vez y fue una mujer, imagina si traigo a un hombre —de todas formas traer a Kaleb no era una maldita opción, además, las cosas no eran tan serias como para eso, sólo estaban… como lo llamaría Kaleb, sólo estaban tonteando como dos adolescentes.
—No tiene que ser así siempre —replicó Betty, Sander torció los ojos.
—Ajá.
—Bien, ya entendí, no quieres hablar de eso.
—Exacto.
—Bueno, sólo quiero que sepas que a quien traigas está bien, no importa si es un chico o una chica —Sander negó.
—Bien, ya lo sé, hace años tuvimos esta conversación.
—Hace años no tenías hijos, ni creías que tenían que tener un modelo de madre a seguir.
—Lo cual deberían tener —replicó de forma inteligente, Betty lo miró como si fuese estúpido.
—Me tienen a mí, así que no te preocupes.
—Dios santo —Betty colocó una mano en su hombro, el toque fue suave y cálido.
—¿De verdad estás pensando dejarlo?
Sander la miró, en realidad sí que lo estaba pensando, amaba su trabajo, pero sus hijos estaban primero, dejar las misiones le daría más tiempo con ellos y menos con sus abuelos.
—Lo hablé con papá, aún no estoy seguro, el problema es que los tengo a ustedes cuidando de ellos cuando es mi trabajo.
—Estamos bien —dijo Betty son simplicidad, Sander negó.
—No lo están, esta es mi responsabilidad, ustedes deberían estar en un maldito crucero en el caribe disfrutando del retiro, no criando a mis hijos porque yo nunca estoy —su madre lo agarró de las mejillas y habló con dureza.
—Escucha, no nos molesta, estamos bien, me conoces y no dudaría en decirte que lo dejes si quisiera ir de crucero con tu padre —ella sonrió y lo soltó—. Además, David se queda dormido en todas partes, ni siquiera iría a la esquina con él.
—No estoy bromeando.
—Yo tampoco, corazón, así que no lo hagas por nosotros—Sander mordió su labio inferior.
—No lo dejaría del todo, obtendría un puesto en operaciones especiales o bueno, no tengo idea —murmuró—. Hay otros puestos que me dejarían con un horario normal para poder atender a los niños, trabajaría en la base.
Betty palmeó su mano.
—Bueno, piénsalo bien, ya te dije que estamos bien.
—Gracias, mamá —murmuró con un nudo en la garganta, Betty torció los ojos.
—Deja las cursilerías que eres un soldado.
—Déjame en paz, mujer — gruñó fulminándola con la mirada, Betty se echó a reír.
—Los niños iniciarán mañana el campamento de verano.
—Lo sé, ya preparé las mochilas, están bastante emocionados —ella asintió y tomó un sorbo de café.
—Casi no dejaron irse a tu polluelo ayer de la emoción.
—Hablando de eso —Betty dejó su taza y lo miró, Sander tragó un poco nervioso.
—¿Qué pasa?
—Necesitas dejar de invitar a los chicos —su madre se puso de pie y colocó una mano en su hombro, sus ojos estaban preocupados.
Esto era un pedido atípico, Sandra nunca le había pedido tal cosa en más de diez años con su equipo.
—¿Qué pasa?
—Nada, sólo digo…
—Nunca antes sugeriste tal cosa —replicó arqueando las cejas, Sander se abofeteó internamente por su metedura de pata—. ¿Pasó algo con Kaleb?
—No, todo está bien, olvídalo.
—Sander...
—Sólo fue un desliz, olvida lo que dije.
—Ayer todo fue bien.
—Lo sé, no importa, sólo lo dije para que no trabajaras demasiado —utilizó de excusa, Betty suspiró y agarró ambas tazas.
—Me encanta tener a tu equipo aquí, son parte de la familia.
—Sí, lo siento.
—Estás raro —dijo caminando hacia el fregadero para lavar los recipientes. Sander se puso de pie y dejó un beso en su mejilla.
—Tengo que irme, voy a comprar algunas cosas.
—Tráela, o tráelo cuando quieras —mencionó, Sander gruñó.
—Mamá.
—Suerte y ten cuidado.
—Sí, nos vemos mañana.
—Oh, así que ya sabemos que no pasarás la noche aquí —ella sonrió cómo si lo hubiese atrapado, Sander negó.
—Me voy.
Sander pasó por el centro comercial verificando la lista de compras de Kaleb, decidió agregar más cosas sólo por si acaso, se veía un poco vacía. Luego de tener todo listo y de vuelta en su auto revisó la dirección en su teléfono.
Condujo al lugar asegurándose de dar vueltas innecesarias e ir por el camino más largo, no quería arriesgarse a nada. Estacionó a una cuadra y luego caminó hacia allí, el lugar era pequeño y de color rosa pastel, era bonita y bastante divertido imaginar a Kaleb viviendo ahí.
Sander tocó.
—No estaba seguro de que en realidad vinieses —mencionó Kaleb a penas lo vio.
El chico abrió la puerta por completo dejándolo pasar, Sander caminó con total confianza por el lugar y dejó su bolsa de compras en un asiento, luego se giró para ver a Kaleb.
—¿No confías en mí?
Kaleb se encogió de hombros, había algo extraño en él, no estaba tan efusivo como siempre.
—¿Luego de los reiterados “estoy ocupado”? En realidad no.
Sander se acercó y colocó los pulgares por las trabillas de su pantalón, aún así no consiguió reacción alguna de Kaleb a pesar de estar terriblemente cerca.
—Mmm… lo siento, pretendo enmendar mi tontería.
—Eso espero, ¿quieres ver el lugar?
—¿Por qué? No voy a vivir aquí —mencionó de forma divertida tratando de levantar su camisa, Kaleb se alejó de forma brusca.
—Vaya, demasiado directo, Sander, ¿no puedes tener un poco más de tacto antes de follarme?
—Lo siento, fue una broma —murmuró sintiéndose mal ahora, Kaleb lo miró fijamente, él no tuvo compasión.
—Una muy mala.
—¿Pasó algo?
Sander tomó asiento en el sofá, Kaleb arqueó una ceja por fin dejándole ver lo extraño de su comportamiento, estaba terriblemente irritado, fue un tonto al ignorar ese hecho.
—¿Algo como qué?
—No lo sé, estás…
—¿Qué? —gruñó instándolo a decirlo, Sander no solía echarse atrás.
—De malhumor, por lo general eres bastante… juguetón —terminó con la palabra que mejor lo describía, Kaleb hizo un gesto hacia la puerta.
—Eres libre de irte.
—Me querías aquí, así que aquí estoy —dijo calmadamente, Kaleb no dio tregua, quería que se fuese de una manera u otra.
—Deberías irte, no es un buen momento.
—¿Qué pasó? —repitió su pregunta, Kaleb tampoco contestó bien esta vez.
—Nada, dejémoslo aquí ¿sí?
— Siéntate y respóndeme la maldita pregunta — gruñó palmeando el puesto a su lado y utilizando la voz que solía utilizar para dar órdenes, Kaleb obedeció al instante, él se cruzó de brazos.
—Eres mandón —Sander se encogió de hombros.
—Por eso soy Comandante.
—Es Susan —admitió luego de varios minutos en silencio. Sander se giró hacia él sin acercarse demasiado, Kaleb necesitaba espacio y él se lo daría.
—¿Le pasó algo a tu hermana pequeña?
—Está mal, me pidió que fuera, quiere despedirse de mí —Kaleb apretó la mandíbula tan fuerte que era una suerte que sus dientes no estuviesen rotos a estas alturas.
Sander tragó, ¿qué se decía en esta situación? Nada de lo que dijese lo haría sentir mejor, sabía que un lo siento tampoco arreglaría la situación o daría consuelo luego de escucharlo en el funeral de su esposa.
Odió cada vez que lo escuchó, sin embargo, esas fueron las mismas palabras que pudo ofrecer.
—Lo siento.
—Yo también, deberías irte.
—¿No quieres mi compañía? —preguntó suavemente, Sander apretó su hombro esta vez tratando de transmitirle algo, que estaba ahí para él—. No quiero que estés solo en este momento.
Kaleb se echó a reír.
—¿Por qué? Sólo somos… —se calló de pronto, Sander arqueó una ceja ante su pausa, se veía a punto de explotar, pero estaba conteniéndose bastante bien.
—¿Qué somos exactamente? También me gustaría escucharlo.
Kaleb lo fulminó con la mirada mientras respondía su pregunta.
—Ni siquiera follamos lo suficiente como para decir que somos amigos con derecho, sólo lo hicimos una vez, sin incluir el manoseo —Sander estiró su brazo y colocó la mano en su mejilla, acarició con el dedo pulgar la barba incipiente.
—Deja de divagar, no tenemos que tener sexo cada vez que nos reunamos, podemos hablar, ver el televisor, dormir, lo que sea —Kaleb lo miró con atención.
—¿Ahora vas a ser mi novio?
—Voy a dejar pasar tu tono sólo porque sé que estás alterado.
—No estoy…
—¿Cuándo te vas? —Kaleb suspiró.
—Mañana, como nos desplegarán luego del ejercicio es mejor ir ahora.
—¿Ya lo sabe tu padre?
—No, se llevará la sorpresa, pero por ella soy capaz hasta de matarlo yo mismo si fuese necesario —Sander acarició de nuevo.
—No lo será, deja los pensamientos violentos, ¿quieres hacer algo en específico? ¿enseñarme la casa? —Kaleb apretó la mandíbula—. ¿No? —negó finalmente.
Sander miró su bolsa de compra, estaba seguro de que tenía té, solía comprar eso para su madre y por pura costumbre lo había dejado caer en la bolsa de compra, gracias por eso, joder.
—Mmm… prepararé un té, ¿vale?
—Sí.
Sander se puso de pie, agarró la bolsa de compra y caminó a la cocina, el lugar era pequeño, pero lindo, le costaba ver a Kaleb viviendo en un lugar como este.
Evidentemente estaba en este lugar por él y Sander no se iría, sabía por experiencia propia que cuando decías no querer a nadie cerca era cuando más necesitabas de los demás, así que no se iría.
Guardó algunas cosas en la nevera y puso a calentar el agua para el té, esa cosa iba a relajarlo, al menos Sander esperaba que así fuese, solía funcionar con su madre. Sander dejó caer el agua en una taza con la bolsita de té y echó una cucharada de azúcar, sólo por si acaso, no sabía si lo llevaba o no.
Caminó de vuelta al sofá, Kaleb estaba exactamente en la misma posición, no se veía bien, incluso estaba notablemente pálido. Sander le tendió el vaso.
—Aquí tienes —Kaleb ladeó la cabeza como si no hubiese notado que estaba a su lado y lo tomó, él empezó a enfriarlo y removerlo con la cuchara—. Eso va a relajarte, menos mal lo compré de camino, no creo que tengas aquí, y tu lista estaba bastante desprovista.
—No suelo hacer compras, sólo compro lo que hace falta y ya —Kaleb probó el líquido, no tuvo queja alguna y tomó otro poco.
—No hay que comprar tanto, pero si cosas útiles —Kaleb tomó un poco más y dejó la taza en la mesa del frente, Sander miró alrededor—. ¿Vemos el televisor?
—Sí, eso suena bien —Sander se puso de pie y agarró el control, encendió y empezó a repasar canales buscando algo agradable, Kaleb se interesó por algo—. Déjalo ahí.
—¿Te gusta "La ley y el orden"? —preguntó dejando el control en la mesa, Kaleb suspiró.
—Al menos atrapan a los malos, necesito eso en mi vida.
—¿Qué necesitas en realidad? —preguntó tocando su mejilla, Kaleb siguió mirando el televisor.
—Nada.
—¿Estás seguro?
—Un beso —admitió, Kaleb le prestó atención a él esta vez, sus ojos estaban un poco rojos—. ¿Puedes darme eso?
—Sí —murmuró acercándose y uniendo sus bocas, Kaleb lo besó profundamente tomando lo que necesitaba, tenía el sabor del té y algo más característico de él.
Se separaron con un suspiro.
—Quiero que me abraces toda la noche, al menos hasta que tengas que regresar a casa —Sander sonrió y acarició su mejilla.
—No tengo que regresar, me quedaré hasta que te vayas mañana.
—Gracias y lo siento —murmuró mordiéndose el labio inferior, Sander asintió.
—No importa.
—Si que importa, mi comportamiento fue…
—Dije que no importa, ¿sí? Ponte de pie —Kaleb siguió la orden sin preguntar. Sander se quitó los zapatos y se acostó de lado en el sofá, palmeó el espacio vacío.
Era un crimen que dos hombres tan grandes compartieran un espacio tan pequeño, pero era lo que este chico grande necesitaba. Kaleb también se acostó a su lado y colocó la cabeza sobre su brazo viendo el televisor.
Sander pasó su brazo libre alrededor y lo abrazó como quería. Kaleb entrelazó sus dedos, sólo estarían un tiempo ahí y luego irían de vuelta a la habitación cuando Kaleb se sintiera mejor.
Sólo que eso no pasó y durmieron toda la noche en el incómodo sofá, pero fue terriblemente agradable.
Algo que esperaba que ayudara a este chico.
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