7🏅
Sander terminó su sesión de fisioterapia a tiempo, al menos estaba mejorando y pronto estaría en el campo. No veía la hora de entrenar en serio, no los tontos ejercicios que le hacían hacer, con eso no recuperaría la masa muscular que había perdido en esa maldita pierna.
Torció los ojos y miró su teléfono, Kaleb había quedado en llamarlo y aún nada. Mordió su labio inferior con ansiedad, quizás el chico perdió el interés ahora que por fin había cedido a sus insinuaciones.
Probablemente quería que siguiera negándose ya que le iban los tíos difíciles.
Bueno, al carajo, había dejado de pretender ser difícil, ya no podía seguir resistiéndose a él y si no llamaba estaba bien, mejor que bien en realidad, de esa forma evitaría las posibles consecuencias que podrían tener si hacían una cosa tan loca como ceder a sus instintos.
—Comandante —Sander miró al frente, su antiguo Teniente Coronel había sido ascendido por fin, el hombre lo miró tan estoico como una roca y trató de arreglar su postura.
Estaba hecho un desastre con esta situación de la pierna.
—Coronel, felicidades por su ascenso.
—Gracias, Comandante. ¿Está recuperándose sin dificultad? —preguntó mirando su bastón, Sander apretó el mango de madera.
—Sí, señor, pronto podré estar de vuelta en el campo —Sander colocó la mano en su bolsillo al escuchar la notificación de su teléfono.
—Bien, concéntrese primero en esto, luego veremos lo demás.
—Sí, señor.
Sander tragó y se alejó, el mensaje que había esperado toda la mañana por fin llegó. Muy mala sincronización con el Coronel tan cerca, no es como si él pudiese saber que decía, sólo estaba nervioso.
Leyó la dirección, era un motel lejano de la ciudad, tendría que conducir, pero valdría la pena.
Y nadie los conocería en esa zona.
Sander subió a su auto, lo mejor de quitarse el maldito yeso y comenzar la rehabilitación era tener su auto de vuelta, condujo un buen tiempo y dio giros innecesarios por si alguien lo seguía, ya estaba paranoico y ni siquiera había hecho nada.
Detuvo el auto frente al motel y vio el lugar como si fuese a comerlo, esto estaba tan prohibido que simplemente debería enviar un mensaje y retirarse. Un buen Comandante siempre sabía cuando retirarse, cuando existía demasiado peligro.
Sander negó, sólo se engañaba a sí mismo como si fuese un tonto, no se iría, ya no, era demasiado tarde para dar marcha atrás.
Bajó del auto y agarró su bastón, luego de caminar hacia allí dio dos toques en la puerta, su corazón latía a toda velocidad y casi se detuvo cuando Kaleb le abrió y dejó pasar. Sander tuvo que mirarlo, traía puesto un jean de mezclilla y una camisa blanca que no dejaba nada a la imaginación, pronto no sólo sería su imaginación, tendría la prueba completa.
Se sentó en una de las camas individuales, dejó el bastón contra la pared y suspiró.
Joder, aún no se lo creía.
—¿Necesitas un trago? —Kaleb miró hacia el mini bar, Sander negó.
—No, nada de alcohol, necesito estar sobrio.
—Está bien entonces —murmuró sentándose en la cama contraria. Sander lo miró, su corazón seguía latiendo tan fuerte que apenas podía pensar algo coherente.
—¿Qué tal tu hermana? Dijiste que llamarías hoy.
—Dijeron que está estable, hablé con ella por videollamada a eso de las diez.
—Oh, eso es bueno.
—Supongo. ¿Viniste directamente de la fisioterapia?
—Sí —Kaleb sonrió de medio lado viendo su intranquilidad.
—Esto no te está ayudando, ¿cierto?
—Estoy…
—Nervioso, lo sé —terminó—. ¿Puedo acercarme o quieres que espere un poco más?
Sander no respondió, lo que le dio vía libre a Kaleb para acercarse, colocó una mano en su mejilla y lo miró con esos ojos azules que estuvieron provocándolo desde la primera vez que lo vio.
Sander por fin se relajó un poco, sonrió y le acarició el abdomen por encima de la ropa, se detuvo en el lado izquierdo de su pecho sintiendo los latidos desbocados de su corazón, al menos no era el único nervioso con la situación.
Kaleb lo empujó haciendo que se acostara y colocó una rodilla entre sus piernas.
—No voy a dejarte dirigir esto —Sander lo miró fijamente. Kaleb situó las manos a ambos lados de su cabeza como apoyo, luego bajó y besó.
El beso fue suave y demoledoramente lento, Kaleb repasó el interior de su boca por lo que parecieron minutos, enredó sus lenguas en una apasionante caricia y se alejó mordiéndole el labio inferior.
—¿Eso es permanente o sólo a veces? —Sander lamió sus labios y colocó la mano en su abdomen otra vez.
—¿Me estás preguntando mi preferencia?
—Sí, creo que es un buen momento para preguntar —admitió mirándolo fijamente, Sander bajó su mano un poco más y la hizo descansar sobre la erección, apretó suavemente haciéndolo suspirar.
—¿A qué estás dispuesto?
—Soy versátil, ¿qué hay de ti?
Sander utilizó uno de los movimientos fuertemente arraigado a él durante años para intercambiar sus posiciones, los ojos de Kaleb brillaron con diversión y una sonrisa se asomó en sus labios.
—Igual, no me importa estar abajo, pero hoy no.
—¿Así que vamos a repetir?
—Espero que luego de esto quieras repetir —mencionó quitándose la camisa y arrojándola al suelo, él mordisqueó sus labios.
—Yo también.
Kaleb colocó una mano en su brazo y recorrió el tatuaje ahí, sólo era el tridente que los identificaba y la bandera de la nación, lo hizo a penas regresó de su primer despliegue. Sander dejó que lo admirara el tiempo que quisiera, su mano subió hasta el pectoral donde estaba el lema “Semper Fi” del Cuerpo en letras grandes y legibles.
El chico recorrió el último a nivel de sus costillas con el nombre de sus hijos.
—Debo admitir que me gusta lo que veo —Sander se echó a reír, por ese motivo en específico estaban aquí, Kaleb lo agarró de las chapillas y lo jaló hacia él—. Nunca antes me había interesado un militar y debo decir que eres caliente.
Sander lo besó, mordió su labio inferior y deslizó la lengua en el interior de su boca cuando gimió, Kaleb se aferró a su espalda.
—Me preocuparía si hubiese pasado antes, ¿condones, lubricante?
Kaleb señaló la gaveta a su lado.
—El lubricante está en la mesa de noche, ¿de verdad son necesarios los condones? Nos hacemos pruebas periódicamente —Sander arqueó una ceja.
—¿No sueles usar protección?
Kaleb mordió su labio inferior.
—Siempre uso, sería la primera vez, sólo era una idea, ya que ambos…
—Bien, para de hablar, entendí, cogeré el lubricante —Sander se estiró para coger el bote, Kaleb se sentó en la cama, su mirada había cambiado, lo besó suavemente tratando de averiguar el problema.
—Sander...
—¿Qué pasa?
—Tengo un montón de cicatrices. ¿Podrías no asustarte cuando me quite la ropa?
Sander apretó la mandíbula y recordó lo que había leído en el expediente, así que por eso no quería bañarse con los demás. Evidentemente Kaleb no quería tener que explicar cómo había conseguido tantas cicatrices, una de sus cejas se arqueó.
—¿Sabes con quién estás hablando, chico? —Kaleb sonrió de medio lado y luego de quitarse la camisa la dejó caer a un lado.
Sander repasó las cicatrices, latigazos, una herida de bala en el hombro, heridas de cuchillo e incluso quemaduras, lo empujó dejándolo otra vez acostado.
—A partir de mañana te bañas con todos, a nadie le importará, no van a preguntarte, sólo lo sabrán si quieres hablar de ello.
Kaleb miró a la mesa de noche, Sander decidió dejar el tema, no era el momento para comportarse como su Comandante. Le desabrochó el pantalón y luego lo quitó dejándolo en ropa interior, también tenía cicatrices en los muslos.
Sander lo besó, mordisqueó la concha de su oreja y siguió bajando, dejando levemente enrojecida la piel de su cuello, teniendo cuidado de no dejar marcas. Besó las clavículas, los pectorales y chupó los pezones haciéndolo gemir.
—Sander, vas demasiado lento —se quejó con un gruñido, él le mordisqueó el abdomen marcado y lo miró.
—Paciencia, Kaleb.
—Ya tuve demasiada —Sander levantó una ceja y quitó su ropa interior.
Kaleb jadeó mirándolo, tratando de hacer que fuera más rápido. Sander, que planeaba disfrutar del momento colocó su dedo índice en la punta de la erección y bajó por el tronco. Kaleb cerró los ojos y suspiró.
—Vamos —instó, Sander ladeó la cabeza.
—¿A dónde?
—Sander, estoy muriéndome aquí.
—Te veo muy vivo desde mi posición —murmuró agarrando la tensa erección y acariciando con fuerza. Kaleb apretó la mandíbula aguantando un gemido.
Sander bajó la cabeza y lamió la punta, la maldición fue instantánea.
—Joder, no puede ser en serio.
Arremolinó la lengua alrededor y chupó suavemente ganándose un sonoro gemido. Kaleb se apoyó en sus antebrazos y lo miró, sus mejillas estaban levemente enrojecidas y los ojos decían que tan excitado estaba.
Sander empujó lentamente su pene más adentro, tragándose todo lo que podía, humedeciéndolo por completo, Kaleb gruñó roncamente y colocó una mano en su hombro.
Chupó de arriba abajo abriendo un poco más su mandíbula, los dedos de Kaleb se aferraron a la piel, encajando las uñas cortas.
—Dios, harás que me corra antes de tiempo —su voz entrecortada lo decía todo.
Sander miró hacia arriba, la mandíbula de Kaleb estaba tensa, las venas en su cuello podían verse, las pupilas dilatadas y los labios enrojecidos de tanto morderlos.
Subió otra vez y deslizó la lengua por la punta, estimulando la uretra, su mano acarició la extensión húmeda.
—Sigue con los juegos previos otro día, agarra el maldito lubricante.
—Tienes que parar de darme órdenes —murmuró fulminándolo con la mirada.
Sander se quitó la ropa que le quedaba y agarró el bote, Kaleb lo miró con suficiencia.
—No serás mi Comandante en la cama.
—No, pero ahora mismo estoy al mando —replicó jalando su tobillo y haciendo que se acostara por completo en la cama—. No es tu primera vez ¿cierto?
—Nop, ¿decepcionado? —Sander se echó a reír y destapó el bote.
—Ni de cerca, así puedo ser todo lo brusco que quiera.
—Adelante —Sander se acomodó entre sus piernas, levantó una un poco más y acarició alrededor con sus dedos resbalosos, Kaleb suspiró—. Vamos, Sander, no tenemos todo el tiempo del mundo.
Sander arqueó una ceja, tenía que corregir a este chico sobre las órdenes otra vez, deslizó un dedo suavemente en el interior haciendo que Kaleb se estremeciera.
—Joder —Kaleb se cubrió la cara con una almohada mientras lanzaba su maldición. Sander movió su dedo dentro y fuera, con la mano contraria tiró la almohada a la otra cama y lo besó suavemente.
Kaleb profundizó el beso y lo rodeó con sus brazos, agregó un segundo dedo ganándose una mordida.
—Ten cuidado, Kaleb, mañana…
—Carajo, no me importa, ahora saca tus dedos y… ah —gimió interrumpiendo sus palabras cuando Sander arqueó los dedos y acarició.
—Te dije que dejaras de darme órdenes —mordisqueó su oreja, Kaleb suspiró.
—Sólo quiero… —Sander rozó el mismo lugar.
—Apuesto a que sé lo que quieres —replicó mordisqueándole el cuello, Kaleb gimió roncamente, Sander estaba al límite y ni siquiera se había rozado un poco—. ¿Cómo se siente?
Kaleb lo miró con los ojos entrecerrados, tenía la frente húmeda y su pecho bajaba y subía.
—No tan bien como querría —provocó, Sander sonrió de medio lado y sacó sus dedos haciéndolo gemir de frustración.
—Bueno, debes ponerte de acuerdo, ¿quieres mis dedos o mi polla?
Kaleb se tragó su gemido, parecía contento con la situación.
—Creo que ya tuve suficiente de tus dedos.
Sander esparció más lubricante en su mano y acarició su polla bajo la atenta mirada de Kaleb, definitivamente estaba encantado con la situación, la próxima vez jugarían un poco, por supuesto, si Kaleb quisiera repetir la experiencia.
Esperaba que la respuesta fuese positiva.
Sander agarró la erección y la colocó justo en el borde, Kaleb se tensó levemente cuando lo sintió empujar, así que simplemente frotó alrededor y acarició su polla intentando relajarlo.
Luego de calmarse Kaleb suspiró y le asintió, Sander se introdujo lentamente, tratando de llenar el espacio que dejaron desocupado sus dedos.
El chico apretó la mandíbula y se aferró a las sábanas, Sander gruñó sintiendo lo tenso de su interior cuando aún no había puesto ni la mitad.
Joder, estaba tan apretado que dolía.
—Respira, Kaleb —pidió acariciando su erección.
Sander lo besó deslizando la lengua en el interior de su boca, recorriendo cada rincón y dejándolo completamente necesitado y jadeante.
—Maldición, se siente incluso más grande en mi interior que cuando la tuve en mi mano —Sander se echó a reír, definitivamente este chico sabía hacer cosas extraordinarias con su ego, se inclinó hacia adelante tratando de seguir con lo suyo.
Sander se deslizó esta vez un poco más rápido que antes, llegando más profundo, completamente al final.
Kaleb suspiró su alivio y lo atrajo para un profundo beso mientras colocaba las piernas alrededor de su cintura. Sander apoyó los antebrazos a cada lado de su cabeza y se movió lentamente mientras le mordía los labios, un gemido tembloroso salió de la boca de Kaleb.
—Sander, dijiste que serías brusco —demandó Kaleb intentando que se moviera más rápido, más fuerte.
—No voy seré brusco cuando me costó tanto ponerlo —Sander salió y volvió a ponerlo haciéndolo gruñir.
Kaleb le arañó la espalda, mierda, el chico seguía provocándolo. Sander frotó suavemente su interior con la punta de su pene, se deslizó hacia afuera y luego se hundió de nuevo clavándose en algún lugar de su interior.
—¡Oh, Carajo…! Hazlo otra vez —gruñó rasguñándolo, para mañana parecería que había tenido una pelea con un gato.
Kaleb estaba tan emocionado que no tuvo más remedio que repetirlo, él prácticamente puso los ojos en blanco.
A Sander le gustaban sus reacciones y sobre todo su honestidad. Kaleb no se limitaba en su búsqueda de placer, decía exactamente lo que quería. El estremecimiento de Kaleb fue evidente luego de rozar el lugar, cada vez que llegaba a la misma área sus piernas se tensaban contra su cintura.
—Joder, Sander. ¿Por qué tardamos tanto en hacer esto? —gruñó Kaleb entrecortadamente, su frente estaba perlada de sudor y las pupilas completamente dilatadas.
—Ni yo puedo recordarlo —contestó acelerando sus movimientos paulatinamente, su pene entrando y saliendo, repitiendo una y otra vez.
Los gemidos mezclados con gruñidos siguieron llenando la habitación.
Sander agarró la erección de Kaleb y acarició sin dejar de moverse, la sensación resbaladiza de su cuerpo desnudo empapado de sudor contra él, la contracción de su abdomen aumentó el efecto de placer. El placer extendiéndose a medida que tocaba cada parte de su piel.
Era como estar jodidamente drogado y le encantaba la sensación.
El cuerpo de Kaleb se estremeció mientras empujaba bruscamente, el placer se extendió por su vientre en forma de un cosquilleo agradable, acumulándose. Gimió una última vez y el semen manchó su vientre y pecho.
Sander lo besó, salió de su interior y con una última caricia eyaculó en su mano.
Kaleb se sentó y cogió pañuelos desechables de la caja a su lado, limpió su mano y luego a sí mismo.
—No me importaría que te corrieras dentro de mí la próxima vez —Sander no contestó mientras se sentaba contra la pared—. Porque lo haremos de nuevo, ¿cierto?
Sander deslizó la lengua por la concha de su oreja.
—¿Hay alguna duda? —Kaleb también se apoyó en la pared y los cubrió con una sábana, él se encogió de hombros.
—Sólo compruebo si hay arrepentimientos.
Sander lo miró, Kaleb normalmente se veía bien, sexy como un demonio hecho sólo para seducirlo, pero en su post-orgasmo era incluso mejor, sus pestañas estaban pesadas, las mejillas enrojecidas y los labios rojos.
—En realidad no deberíamos hacerlo…
—¿Pero? —agregó viendo que no terminó la oración, Sander sonrió.
—Pero no me importa, quiero hacerlo otra vez —Kaleb tomó su mejilla y dejó un pequeño beso en sus labios.
—Que bueno, porque no he tenido la oportunidad de follarte.
—En la base…
Kaleb se alejó.
—Sólo serás mi Comandante, Sander, no soy un idiota hormonal que no puede controlarse —él arqueó una ceja mirándolo, Kaleb torció los ojos—. Sólo me lancé cuando estábamos solos y nunca en la base, a diferencia de alguien —dijo refiriéndose a su comportamiento de ayer.
A modo de justificación Sander se había asegurado de que nadie lo viera.
—No me culpes, hiciste de mi cabeza un puto desastre.
—Me alegra escucharlo —Kaleb no pudo evitar sonreír, Sander miró las cicatrices y acarició la piel marcada.
—¿Cuántos días?
—¿No leíste mi expediente? —preguntó Kaleb siguiendo el movimiento de su mano con la mirada.
—¿Te refieres a ese archivo lleno de tachaduras negras? —los labios de Kaleb subieron en algo parecido a una sonrisa.
—Tres días.
—Menos mal que sobreviviste.
—Mi antiguo equipo regresó y lograron sacarme, verme vivo aún no fue algo con lo que estuvieron muy contentos.
—Imbéciles, eso no es un equipo —Sander masculló, nunca dejaría a nadie de su equipo indefenso, esos idiotas tenían que haber sido echados deshonrosamente de la armada, era una maldita falta de respeto que aún estuviesen de servicio.
—Estoy satisfecho de que me pusieran en tu equipo y no lo digo sólo por esto entre nosotros —Kaleb señaló entre ellos, Sander tragó con nerviosismo.
—Esto…
Kaleb no lo dejó terminar.
—Es un secreto, completamente clasificado —Sander se echó a reír y lo besó.
—¿Cómo pensé en algún momento que podría resistirme a ti?
—Yo tampoco sé cómo se te pasó por la cabeza tal tontería.
—Nada de acercarte a casa para hacer estas cosas —Kaleb asintió.
—No soy tan tonto, sólo iré con el equipo.
—Tienes que borrar los mensajes.
—Ujum, estoy al tanto, sé cómo ser sigiloso, mi especialidad lo requiere. ¿Cuándo te incorporas?
—Creo que en dos semanas más.
Kaleb se acercó para mordisquearle el cuello, su mano derecha se deslizó debajo de la sábana y agarró su pene que comenzaba a interesarse por la situación.
—Mmm… bien, mientras, aprovecharé cada rato libre que tenga contigo.
Clasificado o no, era un error, sin embargo, ya estaba dentro del plan y lo mejor era rezar para que nadie pudiese leer más allá de la relación Comandante y subordinado.
Si alguien lograra acceder a esa información hasta ahí llegarían.
Bueno.
Al carajo.
No ganas si no te arriesgas y ya estaba metido de lleno en la situación.
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