6🏅
Kaleb terminó el entrenamiento y se dirigió a las duchas, Sander no apareció otra vez frente a él luego del incidente en el baño, y de eso ya eran dos semanas completas.
Al inicio pensó que había pedido la baja debido a él y eso no lo dejó dormir por tres días, sin embargo, unos días después se enteró por Kelly de que Sander estaba de permiso debido a su rehabilitación.
Gracias al cielo no había pedido la baja.
Dios, quería verlo, repetir lo que había pasado en ese pequeño baño y hacer mucho más. Kaleb se aseguró de que no tener compañía para quitarse la ropa, sí, Sander lo había regañado por eso, pero no podía evitarlo.
Kaleb abrió la ducha y dejó que el agua cayera sobre él, si se bañaba con ellos tendría que dar muchas explicaciones y no…
—Jesús, chico —jadeó Nikita entrando al baño, Kaleb maldijo, ya era demasiado tarde, no podía irse y evitar la situación—. Tú…
—Pensé que ya todos se habían bañado —reclamó tomando el jabón con una calma que no sentía.
Nikita se colocó bajo una ducha del otro lado, Kaleb sentía su respiración disparada aunque sólo estaba escuchando el agua caer.
—Faltaba yo, tuve que ocuparme de algo, ¿por esto no querías entrar con nosotros?
—Ajá —respondió enjabonándose.
Luego de que su equipo lo abandonase como un perro en el medio de un maldito bosque con su ubicación comprometida los enemigos lograron dar con su paradero.
Gracias al cielo Kaleb no estaba informado de nada confidencial, porque aún hoy le dolía admitir que hubiese abierto la boca sin pensarlo dos veces luego de la tortura durante esos tres malditos días.
Fue la peor situación de su vida y si no fuera por Cussler, su equipo lo hubiese dejado permanentemente sin importarle una mierda. Gracias a él habían regresado a ese búnker.
Tampoco tenía mucho que agradecer, después de todo Cussler también estuvo de acuerdo en dejarlo, pero al menos le dió cargo de conciencia.
Ese maldito equipo había acabado con su carrera militar, era un desastre a punto de ocurrir, su estrés postraumático no fue fácil de superar e incluso había tramitado su baja.
Kaleb se enjuagó, no quería seguir pensando en eso, demasiados pensamientos oscuros.
—Bueno, las heridas forman parte del trabajo, así que no deberías estar huyéndonos como si tuviésemos la plaga.
—No era mi intención —cogió la toalla y se cubrió.
—Lo imagino, pero no estás haciéndolo bien.
—Nos vemos mañana —Nikita sacó la cabeza de la ducha y lo miró.
—Iremos a ver a Sander, si quieres ir eres bienvenido.
En realidad no era bienvenido, pero nadie tenía que saberlo, a Sander le daría un infarto si iba a su casa nuevamente, lo mejor era mantenerse lejos de su familia. Sander cedería más fácil de esa forma.
—Lo siento, tengo cosas que hacer —murmuró por fin saliendo del baño.
Kaleb se puso una camisa y un jean, se llevó su ropa de entrenamiento y la tiró al cesto de ropa sucia, tenía que lavar mañana. Su teléfono sonó y comenzó a buscarlo, su habitación estaba organizada, pero ese aparato nunca estaba en el lugar correcto.
Luego de buscar por unos cinco minutos lo encontró en la ropa sucia, verificó el historial y vio las tres llamadas de un número desconocido. Kaleb llamó de vuelta.
—¿Kaleb? —apretó la mandíbula al escuchar la voz de su hermana menor, ella tuvo que repetir su nombre para conseguir una respuesta.
—Sí, soy yo —Susan suspiró.
—Pensé que estabas de servicio otra vez y por eso no contestabas.
—Estoy de servicio, pero aún no me despliegan. ¿Cómo está todo, estás bien?
Kaleb apretó los labios, Susan no estaba bien y tampoco lo estaría, con su enfermedad sólo tenía un destino, y no era nada que le gustara pensar.
—Estoy en el hospital, de nuevo.
—Susan… —ella fue rápida para no dejarlo hablar, probablemente estaba rabiando de dolor, pero no le diría nada, Susan ya había aceptado su destino, él no lo llevaba tan bien.
—Estoy bien, no te preocupes, ¿sí? Recién conseguí tu número, nuestros padres no quisieron dármelo.
—Lo imagino —replicó.
—¿Qué pasó? Simplemente desapareciste.
—Lo siento, pero no podía quedarme. ¿Qué te dijeron?
—Sólo que pasó algo la última vez y no estabas bien, sabía que era mentira —escupió ella con enojo, Kaleb suspiró.
—No fue una mentira, algo pasó, pero ya estoy bien.
—No lo estás, deberías estar aquí, con tu familia, conmigo —especificó.
Kaleb nunca se llevó bien con ellos, excepto con Susan.
—Iré para allá ahora mismo —murmuró abriendo la puerta.
—No, quédate ahí, pronto me darán el alta, además, ellos están aquí y creo que no quieren verte, ¿cierto?
—Pero por ti puedo…
—Estoy bien, sólo quería saber si tú lo estabas —Kaleb se echó a reír.
—Sí, estoy feliz de escucharte.
—Lo mismo digo, te llamaré luego, mamá viene.
—Cuídate —pidió con un nudo en la garganta, Susan suspiró.
—Sí, igual tú.
Kaleb mordió su labio inferior y tiró el teléfono sobre la cama, odiaba esto, no le gustaba estar lejos de Susan, pero su padre lo obligó, fue enviado lejos de casa gracias a él.
Luego de recibir un mensaje de Nikita preguntándole si de verdad no iría decidió arriesgarse, si Sander no lo quería ahí era mejor que lo botara directamente porque de todas formas iría.
Kaleb agarró el casco y las llaves, luego condujo a la casa de Sander con la cabeza dándole vueltas, fue un mal día, primero en el baño, luego la llamada de su hermana, probablemente no terminaría bien.
Se alegraba de escucharla, pero esto sólo le había recordado lo lejos que estaba de ella gracias a su padre.
Después del incidente.
Kaleb estacionó y se quitó el casco, luego de tocar la madre de Sander lo recibió con una sonrisa.
—Vaya, aquí está el polluelo perdido —Kaleb ni siquiera tuvo tiempo de saludar cuando Betty cerró la puerta y prácticamente lo arrastró hacia la mesa en el exterior donde estaban reunidos todos, Betty se dirigió a Sander—. Mamá gallina, aquí tienes a tu último polluelo.
Kaleb se sonrojó mirando a otro lado, Dios santo, esta gente estaba loca.
—Llegas tarde, Kaleb —se quejó Sander indicándole un asiento vacío. Kaleb se sentó con Nikita a su derecha y Oskar del otro lado con Marcy en las piernas.
—Tenía cosas que hacer —Sander arqueó una ceja, pero se tragó la excusa—. ¿Cómo va la rehabilitación?
—Lenta, pero ahora puedo caminar con un bastón —respondió enseñándole el bastón a su lado.
—Agradece que puedas caminar a estas alturas, perro —murmuró Nikita dándole un sorbo a su cerveza. Sander se echó a reír, se veía feliz, poder deshacerse de las muletas lo tenía de buen humor.
Kaleb suspiró, no fue una buena idea venir, Sander estaba de buen humor, pero él no, estaba enojado y a pesar de verlo así no era una buena compañía.
Betty le trajo un refresco y agradeció, sólo estaría un tiempo y se iría. Oskar le apretó el hombro.
—¿Todo bien?
Kaleb apretó la mandíbula, hablar de ello no mejoraría las cosas, tampoco quería decir nada, ellos estaban bien pensando que no tenía familia, lo cual era una buena parte de su realidad.
—Bien.
Todos hablaban con emoción entre ellos, Kaleb miró su refresco y mordió su labio inferior. ¿Cuándo sería un buen momento para anunciar que se iba?
Definitivamente no sería cortés hacerlo ahora ya que había llegado de último. Un golpe en su pantorrilla lo hizo mirar al frente.
—Sullivan, ¿estás bien? —Kaleb lo miró, Sander estaba preocupado y ni siquiera eso lo hizo sentir mejor, bueno, quizás si hubiese utilizado su nombre al preguntar sería diferente.
—Sí.
Sander frunció el ceño y giró la cabeza cuando su padre lo llamó, él se puso de pie y caminó hacia allí con dificultad, al menos mejor que antes, Kaleb también se levantó de su asiento.
—¿Vas a irte, Novato?
—No, iré con Paul —él estaba hablando con una bonita chica, Kaleb sospechaba que era la novia de la que había hablado antes, probablemente se había perdido la presentación.
—Hola —dijo acercándose a ellos, Paul lo saludó de vuelta y frotó la espalda de la muchacha.
—Pensábamos que no vendrías —Kaleb asintió y se sentó justo en la silla vacía a la cabeza de la mesa, Sander estaba del otro lado, lo más lejos posible, lo cual era mejor—. Kaleb, ella es Carla, mi novia, Carla, él es el otro novato.
Carla sonrió de medio lado y ofreció su mano, Kaleb la tomó con una sonrisa igual.
—¿Ya están viviendo juntos?
—Recién ayer se mudó —Kaleb asintió.
—Me alegro por ustedes.
Esa fue toda la conversación que pudo brindar, se recostó en su asiento y vio a Sander del otro lado reír junto a su padre y Kelly.
Kaleb tomó la lata de refresco y apretó más de lo necesario, odiaba ver esto, tenerlo tan lejos y riéndose de los malos chistes de Kelly. Quería ser quien lo hiciera reír, deseaba poder acariciar su mejilla sin que a nadie le importara un carajo.
Odiaba sentirse así.
Sander lo miró, sus ojos grises brillaron levemente al verlo, deslizó la lengua por su labio inferior mientras seguía viéndolo, ¿estaba coqueteando con él?
Kaleb frunció el ceño y miró alrededor, nadie los miraba, Sander desabrochó el primer botón de la camisa que traía puesta mirándolo fijamente.
Sí, definitivamente era un coqueteo.
Kaleb negó sorprendiendo a Sander.
Su Comandante levantó una ceja y dejó de seducirlo, sin embargo le lanzaba miradas de vez en cuando.
Los padres de Sander fueron a dormir pasadas las doce y luego de las dos Kelly se puso de pie mirando su reloj.
—Deberíamos irnos, tienes que ir mañana a tu fisioterapia —Sander asintió e incluso Kaleb se puso de pie.
—Pueden irse —luego miró hacia él—. Sullivan, te quedas, necesito hablar contigo.
Kaleb apretó la mandíbula. Bueno. Mierda, ahora estaba en problemas.
—No te meriendes al novato, ¿quieres? —murmuró Kelly alejándose de la mesa, Paul le dio una palmada en la espalda.
—Suerte —definitivamente la necesitaría.
—Chico, nos vemos mañana, si aún estás en una pieza —se despidió Nikita, luego Oskar le hizo una señal de ánimo.
Sander esperó a que todos se fueran y apoyó los antebrazos sobre la mesa, Kaleb tragó sin saber que esperar, no había intentado nada hoy, es más, fue Sander quien intentó hacer algo.
—Kaleb, ¿todo está bien? —cruzó los brazos y levantó las cejas desde su lado.
—¿Volvemos a llamarnos por nuestros nombres? —Sander sonrió de medio lado.
—¿Quieres que te llame por el apellido otra vez?
—No —murmuró, no tan seguro de que Sander lo hubiese escuchado, él no lo necesitó.
—Entonces, ¿sucedió algo?
—No sé si debería hablar de esto contigo.
Sander arqueó una ceja confundido por su actitud.
—¿Estás poniendo límites ahora? Ya tuve tu lengua al final de mi garganta, ni que decir de tu polla —Kaleb pestañeó con sorpresa, le gustaba este Sander, era más lanzado, este hombre siempre tendía a huir cuando se trataba de él.
—¿Estás convencido ahora?
—¿Sobre arriesgarnos? —Kaleb asintió—. No, convencido no es la palabra correcta.
—Una lástima —dijo haciendo un puchero.
—No me cambies de tema.
Kaleb se restregó la cara, joder, no quería hablar de esto, sin embargo, Sander estaba del otro lado de la mesa esperando su respuesta, quizás se sentiría mejor una vez se desahogara.
—Una de mis hermanas llamó —admitió por fin, Sander lo miró fijamente, aún no tenía idea de lo que estaba pasando.
—Y eso te puso de malhumor porque…
—Está enferma, muy enferma en realidad, podría morir en cualquier momento y eso me recordó que yo estoy aquí, lejos —Sander suspiró.
—¿No hay un tratamiento?
—Osteosarcoma, es bastante agresivo, fue diagnosticado hace tres años, la última vez que la vi había hecho metástasis —Sander tragó con nerviosismo.
—¿Y no te dejan verla?
—No me dejan volver, si pongo un pie cerca del estado y mi padre se entera acabará conmigo —Sander se echó a reír como si la oración fuese ridícula.
—¿Qué es lo peor que puede hacer, llamarte a la policía?
—Podría enviarme directo a una corte marcial.
—¿Es militar?
—Ujum… General —Sander maldijo en voz baja.
—Entonces, ¿por qué no te ayudó con el incidente?
—Me envió lejos, esa fue la solución a que su hijo fuese un… —Kaleb se calló, no usaría las palabras de su padre para describirse así mismo, Sander se frotó la frente.
—No puede ser en serio. ¿Lo dejó pasar todo como si nada por tu orientación?
Kaleb se encogió de hombros, estaba acostumbrado a esto, a su padre ejerciendo control sobre todo.
—Es un General, puede hacer lo que quiera y no quería que nadie se enterara de su hijo desviado. Finalmente terminaron trasladándome y mis padres me cerraron las puertas de su casa permanentemente.
—Dios. ¿Tu hermana lo sabe? —Kaleb negó con la cabeza mientras miraba sus manos.
—No, no sabe, no quiero preocuparla por tonterías.
—Si quieres un permiso deberías hablar con el Teniente Coronel.
Kaleb suspiró, le haría caso a Susan sobre no ir, pero mañana llamaría a su hermana mayor para saber que tan grave era la situación.
—Me dijo que estaba bien ahora mismo, creo que debería reservarme el permiso.
—Has lo que creas correcto.
—Siento mi mal humor toda la noche, no debí venir —Sander torció los ojos, o eso le pareció a Kaleb desde su posición, odiaba estar tan lejos de él.
Irónicamente él mismo se había auto impuesto la lejanía.
—Podemos sentirnos mal, eso no es delito, tenías un motivo.
—Pensé que no era bienvenido luego de nuestra salida al parque —Sander se encogió de hombros, sus ojos brillaron, Kaleb deseó estar más cerca para ver que estaba pasando con él.
Saber si no había jodido sus posibilidades esta noche, teniendo en cuenta el humor de Sander estaba seguro de que no.
—Puedes venir cuando quieras, Kaleb, ya me di cuenta de que alejarte no sirve de nada, la atracción sigue ahí aunque estés a kilómetros de mí.
Kaleb tragó y miró alrededor, las ventanas estaban cerradas y no había una luz, de todas formas la larga mesa estaba bajo techo, sólo correrían peligro si alguien llegaba al patio por la puerta lateral.
—Todos están durmiendo, ¿cierto?
—Sí —respondió inocentemente.
—¿Suelen despertarse con regularidad?
—No, son de dormir como troncos, incluso los niños —eso era terriblemente conveniente, Kaleb miró la mesa, se veía maciza, pero no sabía cuánto.
—¿Qué tan resistente es tu mesa?
—¿Qué preguntas son estas?
—Sólo responde —gruñó, Sander arqueó una ceja ante la orden.
—No lo sé, creo que es bastante fuerte —Kaleb se puso de pie, deslizó su lata de refresco a un lado y apoyó las manos sobre ella.
—¿Crees que soporte unos noventa kilos?
—Que específico. ¿Qué tratas de…? —Sander abrió los ojos cuando lo vio levantar las rodillas y subir a la mesa, Kaleb esperaba que aguantara su peso o quedaría en ridículo.
Sin dejar de mirarlo a los ojos gateó por toda la superficie lisa esquivando las latas de cerveza y vasos con su visión periférica, Sander estaba perplejo, pero sus mejillas estaban un poco enrojecidas mientras lo veía acercarse. La expectativa lo tenía jadeante, Kaleb llegó y deslizó las latas hacia una esquina.
Sander tragó cuando se estiró hacia él, sus bocas quedaron sólo a centímetros. Kaleb lamió sus labios pidiendo permiso para entrar y él consintió el beso dejando que deslizara la lengua en el interior de su boca.
El beso fue demoledoramente lento y Kaleb se separó jadeando, Sander miró su boca y gimió, sus ojos lo decían todo.
Había cedido de una vez.
A partir de este punto Sander no volvería a negarse a él.
Kaleb se sentó y bajó las piernas colocándolas a cada lado de Sander, apoyó sus botas en las esquinas de su asiento, Sander quedó entre sus piernas mirándolo como si tuviese hambre de él.
Kaleb esperaba que fuera así.
Un estremecimiento lo recorrió cuando Sander se levantó, sin embargo, no se alejó, él se acercó y colocó las manos a ambos lados de su cadera, el beso que vino a continuación le hizo agradecer estar sentado.
Recorrió cada rincón de su boca como si fuese su cosa favorita y acostumbrara a hacerlo, Kaleb gimió aferrándose a su espalda. Sander se separó y apoyó en la mesa evitando ponerle peso a su pierna, luego volvió a besarlo y morder sus labios.
Kaleb se separó con un gemido deslizando las manos a lo largo de la ancha espalda, le agarró el trasero haciéndolo gruñir. Sander mordisqueó su oreja y siguió bajando, dejando pequeños mordiscos a lo largo de su cuello, una de sus manos se coló por debajo de su camisa recorriéndole el abdomen y pecho.
Gimió cuando pellizcó un pezón, joder, quería a este hombre ahora mismo, aquí, sobre la maldita mesa, que hiciera lo que quisiera con él de una vez, ya fue suficiente tensión.
Pero no era el lugar correcto.
Kaleb lo alejó a regañadientes y tomó un respiro, no podía creer que fuera él quien lo alejara esta vez.
Evidentemente no estaba siendo él mismo hoy.
Joder. ¿En serio lo alejaría cuando había estado desesperado por esto?
—Aquí no —la mano de Sander salió de su camisa, Kaleb tuvo la idea de mandarlo todo al demonio y pedirle que lo follara ahí mismo, pero los niños y sus padres estaba durmiendo arriba.
Sander lo besó de nuevo y luego se alejó escondiendo la cabeza en su cuello. Kaleb se estremeció por su aliento, sus pantalones estaban molestando.
—Ahora sabemos dos cosas —dijo Sander mirándolo a los ojos, Kaleb le acarició la mejilla resistiendo las ganas de volver a besarlo.
—¿Qué cosas son esas?
—Mi mesa aguanta casi noventa kilos y yo no puedo resistirme a ti —esta vez fue Kaleb quien lo besó, ahí estaba su confirmación.
Harían esto.
Mantendrían el secreto.
Nadie tenía que saberlo, sólo ellos dos.
Sander mordió su labio inferior y siguió besándolo, provocándolo cuando aún no podía tenerlo, pero cerca, sólo un poco más y obtendría lo que quería de una vez.
Era peligroso y excitante.
Pero tendría a Sander finalmente y ni siquiera una corte marcial lo haría arrepentirse de eso.
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