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5🏅

Sander vio a Kaleb volver a subir y bajar una y otra vez. Luego del entrenamiento normal le ordenó hacer lagartijas frente a él y Sander había acomodado sus pies sobre la ancha espalda haciéndole presión, lo cual era mucho más fácil con el yeso en su pierna.

Los brazos de Kaleb temblaron un poco, Sander ladeó la cabeza, el mismo novato que hace una semana le dijo que se haría cargo de las consecuencias ahora parecía estar echándose atrás.

—¿Te rindes tan pronto, chico?

—No, señor —murmuró Kaleb aún haciendo el ejercicio. Kelly levantó las cejas desde el otro lado, evidentemente ya se estaba pasando.

Sander bajó los pies y suspiró.

—Terminaste por hoy, Sullivan, puedes retirarte —Kaleb se levantó y ni siquiera lo miró mientras se iba, bueno, era más fácil lidiar con su indiferencia e incluso rencor que con su deseo.

Al menos eso no les traería problemas por confraternización indebida.

—¿Pasa algo? —preguntó Kelly cruzándose de brazos frente a él, Sander se acotejó en su asiento y arqueó una ceja.

—No. ¿Qué podría pasar?

—¿Tienes problemas con Sullivan? Porque si es así…

—¿Qué harás? —preguntó viéndolo fijamente, Kelly se encogió de hombros.

— No lo sé, depende del problema ¿Cuál es?

Sander agarró sus muletas y se puso de pie, una vez quedó a la altura de Kelly respondió.

—No hay ningún problema, Teniente, así que no diga cosas que podrían malinterpretarse, sólo estoy entrenando a un operador que aún está verde para estar en el campo con nosotros.

Kelly entrecerró los ojos.

—Hay dos de ellos, Comandante, pero sólo esta ensañándose con uno.

—Es bueno que me lo recordara, mañana también haré que el otro trabaje —dijo dando un paso, extrañaba su pierna sana, si estuviese al cien por ciento ya hubiese escapado de la situación.

—No estás ayudándolo a integrarse de esta forma, estás acabando con él.

—Bueno, gracias por el consejo que no pedí —Kelly agarró su brazo.

—Hoy, ven a comer a mi casa, todos irán y la última vez que revisé aún formabas parte del equipo. 

—No —Kelly lo miró con hastío.

—No puedes negarte otra vez.

—Tener demasiado tiempo libre está haciéndolos vagos, no podemos reunirnos todos los días.

—Lo hacemos sólo una o dos veces a la semana, la última vez no fuiste y la anterior a esa asististe obligatoriamente —Sander apretó la mandíbula, a estas alturas si no aceptaba Kelly nunca pararía.

—Iré, ¿contento?

—No, ahí vas a decirme que pasa —Sander suspiró.

—No es nada, sólo que quitarán el yeso la semana que viene y estoy un poco nervioso, no es más que eso.

—¿El médico dio el visto bueno?

—Sí, voy a comenzar temprano la rehabilitación para poder incorporarme de una vez.

—Serán varias semanas más —recordó, Sander asintió.

—Lo sé, nos vemos más tarde.

Sander por fin se deshizo de Kelly y luego de terminar su trabajo fue a buscar a los niños al colegio. Cloe aún preguntaba por Kaleb a pesar de haberlo visto sólo dos veces, Morgan no hizo preguntas, pero se veía interesado por sus respuestas tanto como su hermana.

—Kaleb está ocupado, chicos, luego lo verán.

—Dile que vaya a visitarnos —pidió Cloe con insistencia.

—Lo haré, pero no prometo nada ¿sí?

Sander odiaba mentirles, pero esto era lo mejor, sentirse demasiado cómodo con Kaleb mientras estaba con sus hijos era una completa estupidez, sería irresistible y de por sí ya era difícil.

—¿Hicimos algo?

Apretó la mandíbula ante la pregunta, más bien, ellos hicieron algo peligroso y estaba evitando por todos los medios que pasara otra vez.

Hastiaría al novato de él hasta que lo único en lo que pudiese pensar fuera en él gruñendo durante el entrenamiento y decidiera buscar a alguien para pasar el rato.

—No, sólo está ocupado y no puede salir.

— Ujum… — murmuró Cloe sin creerle.

Sander le indicó al taxista donde tenía que dejarlos, luego de pagar salió por su lado y le abrió la puerta a los niños, ellos corrieron directamente a casa ignorándolo por completo.

Mejor, así podría cojear con paciencia hasta la entrada.

Luego de una agitada tarde con los niños por fin logró acostarlos, se sentó en la cama de Cloe y le acarició el cabello.

—Duerme bien —murmuró besándole la frente y cubriéndola con el edredón, luego fue hacia la cama de Morgan e hizo lo mismo.

Sander se sentó en el sofá después de bajar las escaleras con más trabajo del habitual, por Dios, ni siquiera podía hacer bien una cosa tan simple, su padre lo miró.

—¿No vas a reunirte con los chicos? —Sander suspiró, sí, prometió eso, pero no quería ir, tenía un mal presentimiento sobre ello.

Kaleb estaría ahí y esta vez no se encontrarían en la base, sería un ambiente menos formal, algo que quería evitar a toda costa, sin embargo, evidentemente no sería hoy.

—Sí, llamaré a Kelly para que venga a buscarme, al menos lo haré trabajar.

—Te llevaré —Sander arqueó una ceja mirando a su padre.

—Claro que no, papá, ve a dormir, no te dejaré conducir a esta hora —David cogió las llaves en el mueble y volvió su atención a él.

—¿Nos vamos?

—Eres testarudo —se quejó poniéndose de pie y cojeando, David resopló.

—De alguien tenías que sacar esa característica en particular.

Sander colocó las muletas en los asientos de atrás y se sentó junto a David, él condujo en silencio hasta más de la mitad del camino, sólo escuchaban la música de la radio hasta que su padre la apagó.

—Hijo, ¿pasa algo?

—¿A qué te refieres? —preguntó de vuelta, su padre se encogió de hombros.

—Últimamente estás distraído, preocupado por algo. ¿Hay algo mal? —Sander miró por la ventanilla, sí que había algo distrayéndolo, más bien alguien.

Joder, incluso su padre lo había notado, no faltaba demasiado para que los demás se dieran cuenta.

—No, no te preocupes, todo está bien, sólo estoy ansioso por lo de la pierna.

—Bien, sabes que tu madre y yo estamos para ayudarte, no estás solo —Sander colocó la mano en su hombro.

—Lo sé, cuidan de mis hijos, sé que no estoy solo.

David pisó el freno.

—Estamos aquí.

Sander cogió sus muletas y salió, antes de dejarlo ir se recostó a la ventanilla.

—Gracias, papá, conduce a casa con cuidado.

—Sí, no te preocupes, aún tengo unos niños que cuidar —Sander se echó a reír y dio un paso atrás viendo al auto alejarse.

Mordió su labio inferior cuando lo primero que notó frente a casa de Kelly fue la moto de Kaleb.

Maldición, estaba completamente jodido.

Sander fue a la puerta y tocó, también tuvo que llamar para que le abrieran, antes podía ir directamente al patio saltando la valla, pero ahora tenía la pierna así.

—Estás aquí —suspiró Kelly abriendo la puerta y mirándolo de arriba abajo. Sander se encogió de hombros.

—Te dije que vendría. ¿Soy el último en llegar? —Oh, chico, pregunta estúpida, mirando los vehículos podías notarlo, sin embargo, estaba un poco nervioso. Kelly respondió su pregunta sin decir algo al respecto.

—Sí, vamos —dijo cerrando y acompañándolo fuera.

Sander escuchó la voz de Nikita haciéndole alguna anécdota a los nuevos.

—Entonces, teníamos a este niño de papi quejándose como un idiota en medio de la selva donde llevábamos dos semanas enteras buscándolo —Kelly regresó a su puesto y señaló.

—Chicos, Sander está aquí.

—¿Sobre qué estamos hablando? —preguntó tomando asiento junto a Nik, al menos esta vez Kaleb estaba del lado contrario de la mesa, mala cosa que tuviese que verlo directamente.

Estaba usando una chaqueta de cuero sobre una camisa azul, Sander miró a Nikita tratando de olvidar la vista. La camisa del chico estaba tan comprimida que podía notar cada músculo, tener ganas de tocarlo de arriba abajo no estaba ayudando.

—Del chico al que preferiste desmayar y llevar todo el camino de vuelta —Sander se echó a reír. 

—Oh, sí, ese pobre tonto.

—¿Es en serio? —preguntó Kaleb pestañeando, al menos no estaba tomando en esta reunión.

—Kaleb, ¿crees que mentimos?

Kaleb se encogió de hombros, sus ojos se quedaron en él más de lo necesario, Sander suspiró.

—Supongo que no. ¿Eso no les dió problemas?

—Sólo dijimos que se golpeó al caer, como dijo que yo lo golpeé creyeron que tenía una conmoción cerebral —Paul se echó a reír, sin embargo Kaleb no, él seguía mirándolo fijamente y Sander no estaba aguantándolo muy bien, miró a Kelly—. ¿Alguien me traerá una cerveza o tengo que ir yo mismo a buscarla? Déjame decir que tus dotes como anfitrión dejan mucho que desear.

—Obtenla tu mismo —murmuró desde el otro lado, Sander torció los ojos.

—Muy bien, eres terrible, nunca más vengo —y con esa queja se puso de pie y cojeó a la cocina. Sander rebuscó en la nevera y cogió una botella, quitó la chapa y se giró en cuanto sintió a otra persona muy cerca de él.

—Sullivan —mencionó mirando al novato.

Los ojos de Kaleb fueron directamente a sus labios, Sander deseó por lo menos haber probado su cerveza, de otra manera no sentiría su garganta tan seca.

—Comandante —respondió de vuelta, él lamió sus labios sin dejar de mirar.

—Ustedes dos —Kelly de repente habló haciéndolos saltar, Sander se giró de nuevo y cogió su cerveza, Kaleb abrió la nevera y agarró un refresco—. ¿Por qué están siendo formales el uno con el otro?

Kaleb se aclaró la garganta.

—Volveré a la… —Kelly achicó los ojos.

—No, te quedas, y ambos van a explicarme que pasa entre ustedes.

—Vamos Kelly, te dije antes que… —Kelly lo ignoró por completo.

—¿Kaleb?

—Estamos bien manteniéndonos formales, le dije al Comandante que lo prefería así.

—Bien, retírate —murmuró apuntando al patio, Kaleb asintió, no sin darle una última mirada—. Vamos, ahora dime que pasa en realidad, Sander.

Sander se pasó una mano por el pelo corto, no había de otra, le mentiría.

—Es por lo de su antiguo equipo y no puedo decirte, así que deja de preguntar.

Kelly se echó a reír sin pizca de gracia.

—Piensas que soy un idiota ¿verdad? Hace más de quince años somos amigos y… —Sander le dio su mirada más dura.

—Kelly, créeme cuando te digo que vas a estar más seguro si no sabes sobre ello —replicó, Kelly lo miró por unos segundos pensando que hacer.

—Bien, regresemos.

Sander suspiró, la libró por el momento, pero sabía que Kelly estaría vigilándolo. Tomó asiento en su lugar y Kaleb lo miró disimuladamente mientras jugaba con su refresco.

El chico sabía que tenía su atención, lamió sus labios suavemente, Sander apretó la mandíbula, tenía unas ganas terribles de besarlo, no tuvo suficiente la primera vez.

Kaleb lo miró entre sus pestañas, se veía sexy y provocador, estaba completamente al tanto de sí mismo y lo que conseguía hacerle. Sander apretó la botella con fuerza.

—¿Quieres hacerlo tú? Sander.

Sander pestañeó y miró a Oskar, Nikita estaba enojado por alguna razón que desconocía, sinceramente no tenía idea de qué pasaba, no escuchó absolutamente nada mientras estaba pendiente de Kaleb.

—¿El qué? —Kaleb se echó a reír con disimulo.

—¿En qué andas? —gracias al cielo Sander no tenía que contestar, si supieran sus pensamientos tendría más que problemas—. Estábamos hablando de cuando Nikita no pudo beberse toda su jarra cuando éramos novatos.

—Sí, lo recuerdo, sólo pudo beber la mitad —Nikita gimió cubriéndose la cara, Paul se echó a reír, Kaleb levantó una ceja instándolo a continuar—. Terminó quitándose la ropa frente a todos pensando que estaba en una fiesta normal…

—No sigas, ¿quieres? —murmuró Nikita.

Sander se carcajeó.

—¿Y entonces? —preguntó Kaleb interesado, aunque no se veía tan interesado por la historia como por mirarlo de esa manera. Sander estaba completamente ajustado en sus pantalones.

—Luego le vomitó encima al Comandante, dijo que se lo merecía y se desmayó.

Todos en la mesa se echaron a reír, casi todos conocían la anécdota ya que estuvieron ahí, pero recordarlo era gracioso y hacer avergonzar a Nikita aún mejor.

—Regreso en unos minutos —dijo dejando la cerveza y dirigiéndose al baño.

Sander entró al baño del primer piso, dejó las muletas a un lado y se echó agua en la cara. Dios, la mirada de ese tonto chiquillo lo tenía todo nervioso y tembloroso, parecía un adolescente ansioso por un poco de atención de la persona que le gustaba.

Mierda.

Esto no había mejorado.

La puerta hizo ruido al abrirse, Sander arqueó una ceja y miró hacia allí.

—¿Qué estas…? —Kaleb puso un dedo sobre sus labios mientras se apoyaba en la puerta. Sander se mantuvo en silencio mientras lo veía asegurar la puerta.

Diablos.

Esto no era bueno.

Kaleb y él encerrados en un lugar tan pequeño era una fórmula explosiva más que letal.

—¿Qué rayos estás pensando? —preguntó con un bajo gruñido.

Kaleb dio un paso hacia él, suficiente para tenerlo a centímetros, no estaba bromeando al decir que era un espacio muy reducido.

—No estoy pensando —admitió colocándole las manos en la cintura y obligándolo a dar un paso atrás. Sander suspiró cuando el toallero se encajó justo debajo de sus omóplatos.

—Sal de aquí, ahora —ordenó con lo último de cordura que aún podía mantener, la mano izquierda de Kaleb subió por su costado y le acarició el pecho.

—Voy a irme.

—Bien, sepárate —Sander lo empujó levemente, no utilizó mucha fuerza para no perder el equilibrio debido a su pierna y Kaleb apretó su cintura.

—Luego de que haga lo que vine a hacer.

Sander se estremeció y miró sus ojos, maldición, el chiquillo estaba decidido y a él no le quedaba mucha fuerza de voluntad para alejarlo.

Mierda.

Quería esto tanto como Kaleb.

La exasperante, pero sexy sonrisa de Kaleb lo tuvo jadeando, prácticamente deseando más de lo que aún no había pasado, la mano en su pecho siguió subiendo hasta encontrar su lugar en la parte posterior de su cuello, la otra bajó y acunó su trasero con fuerza.

—Joder —dejó salir un gruñido cuando Kaleb juntó sus braguetas y luego se movió contra él, el muy cabrón dejó salir una baja carcajada.

—Aún es muy pronto para eso y sería descortés, estamos en casa ajena —susurró en su oído, Sander se aferró a la intrincada camisa azul y lo miró a los ojos.

La mirada de Kaleb no debía verse muy diferente a la suya, ambos estaban hambrientos de esto y no volvería a decir que no.

Tenía su maldito límite.

Kaleb acercó su rostro, Sander cedió al pedido y mordió su labio inferior con fuerza antes de meter la lengua en el interior de su boca, quería hacerlo desde que se puso como objetivo seducirlo mientras estaban en la mesa. Tenía el sabor agradable de su refresco y no veía la hora de conseguir más.

Sander deslizó la lengua en el interior como si fuese la primera y última vez que hacían algo como esto, teniendo en cuenta la situación bien podía ser la última.

Kaleb gimió en su boca y apretó con más fuerza su trasero, Sander quería más de lo que estaba recibiendo, quería que lo acariciara y lo llevara al límite. Él pareció adivinarlo porque su mano fue a tientas desabrochando ambos pantalones.

Sander cerró los ojos y no se atrevió a mirar, perdería la cordura si hacía algo como eso, la mano de Kaleb acarició su erección con fuerza, con mucha más de la necesaria casi llevándolo al borde.

—Vamos, Sander, abre los ojos, mírame —pidió Kaleb mordisqueando su labio inferior, Sander abrió los ojos y jadeó.

Kaleb tenía las mejillas levemente rojas, sólo un poco, su respiración estaba agitada y las pupilas dilatadas abarcando casi todo el aro azul. Sander bajó la mirada viendo su mano trabajar en ellos.

Maldijo por lo bajo.

No había una imagen mejor que esa, la mano de Kaleb frotando ambas erecciones lentamente, acariciando la punta de vez en cuando. Kaleb volvió a besarlo y acarició con rudeza, Sander se aferró a su espalda y se movió al mismo ritmo tratando de conseguir más fricción. 

—Hagamos de esto un secreto —Kaleb estaba tan cerca de su oído que tenía escalofríos—. No dejaremos que nadie se entere.

—Kaleb… —gimió agarrando su chaqueta con fuerza, él suspiró.

—Joder, escuchar mi nombre salir de tu boca otra vez es como tener un maldito orgasmo, me hiciste odiar mi apellido.

—No podemos —a pesar de sus palabras no hizo nada para alejarse. Kaleb le mordisqueó la oreja.

—¿El qué?

—Hacer esto, las consecuencias… —el chico apretó su agarre haciéndolo callar de una vez.

—Si nadie lo sabe no tendremos que lidiar con las consecuencias —propuso como si fuese una buena idea, Sander miró hacia el movimiento de su mano y gimió—. Será un secreto, sólo tuyo y mío —agregó.

—Es un maldito error.

—Lo sé —aceptó—. Pero estoy seguro de que no nos arrepentiremos de nada, arriésgate conmigo, Sander, lo quieres tanto como yo.

Joder, su mano no dejaba de atormentarlo, era tan bueno en eso como con su lengua tratando de convencerlo. Sander ya estaba al borde, tanto físicamente como mental, sólo quería ceder de una vez y que fuese otro quien pensara en las secuelas de lo que esto tendría.

—Yo…

—Sé que me deseas tanto como yo a ti —Kaleb le besó el cuello, succionó, no lo suficiente como para dejar marca, y aun así no le importó.

—Eres…

—Soy todo lo que quieras, sólo dime que sí —Sander se estremeció, sus dedos se aferraron a la chaqueta con más fuerza.

—Estoy a punto de…

—No —gruñó Kaleb deteniéndose y cubriendo la punta de su pene, Sander jadeó su decepción.

Diablos.

¿Qué jodidos quería este chiquillo ahora?

—Vamos, dímelo, hagámoslo de nuevo.

Sander lo miró, Kaleb estaba absolutamente sexy con las pupilas completamente dilatadas y sudando con desesperación, él también estaba a punto y se castigaba a sí mismo con tal de conseguir lo que quería.

—S…

Sander se tensó escuchando los toques en la puerta, Kelly habló poniéndolo aún más nervioso.

Dios. ¿Qué estaba haciendo?

Si Kelly entrara los vería en esta situación comprometedora y hasta ahí llegaría todo.

—¿Sander, estas ahí? —Sander respiró con fuerza, su nerviosismo no estaba dejándolo hablar, Kaleb se acercó a su oído.

—La puerta tiene seguro.

Sander por fin respiró al recordarlo, no es como si Kelly no pudiese abrir la puerta ya que era el dueño de la maldita casa, pero saber que tenía algo de protección lo hizo sentir mejor.

—Sí, estoy aquí —dijo en voz alta.

—¿Todo bien?

—Sí, no te… —Sander ahogó un gemido cuando Kaleb agarró la base de su erección y subió con una fuerte caricia.

Joder, este novato no conocía el peligro.

Kaleb cubrió su boca mientras los frotaba juntos otra vez, dejó salir un gemido, gracias a la mano sobre su boca Kelly no pudo escucharlo.

—¿Sander?

Sander quitó su mano y le apretó el hombro como aviso, no quería problemas ahora mismo, Kaleb se detuvo.

—Estoy bien, saldré en un minuto.

—¿Sabes a donde fue Kaleb?

—¿Kaleb? —preguntó como si fuese algo tonto, Kaleb sonrió de medio lado—. No, no tengo idea.

—Bien, te espero fuera.

—Sí.

Sander fulminó con la mirada a su compañero, demasiado cerca, demasiado peligro.

—¿En qué estabas pensando? —Kaleb se echó a reír, la mano que no estaba agarrando su erección bajó y acunó su trasero otra vez.

—Vamos, no te molestó tanto, aún estás así —replicó deslizando su mano de arriba abajo, la contraria se coló por la parte trasera de su pantalón.

—No —jadeó.

—Convénceme mejor —pidió, Sander arqueó una ceja y quitó sus manos.

Kaleb se veía sorprendido y un poco decepcionado de que lo alejara, estaba completamente equivocado, ya habían llegado a esto y no lo dejaría así. Si en algún momento tuviese que arrepentirse al menos terminaría.

Sander lo agarró de los hombros e invirtió sus posiciones, si seguían al ritmo de Kaleb no terminarían nunca y al menos esperaba estar castigado por algo.

—Esto no sé repetirá, Kaleb, mucho menos después de lo que acaba de pasar —dijo poniéndose de rodillas, Kaleb pestañeó con sorpresa mirando hacia abajo.

Sander se echó a reír sólo por ver su expresión, al menos valió la pena ver eso. Acarició su erección de forma lenta haciendo que Kaleb se aferrara a las baldosas de la pared.

—No, no, no puedes hacerme esto cuando ya estoy a punto de co… —Kaleb gimió dejando la oración inconclusa cuando lamió la punta.

Sander rodeó su erección con la lengua y empujó gradualmente más adentro tragándose todo lo que podía, mojándolo con su saliva. El gruñido de Kaleb recorrió su cuerpo, estremeciéndolo.

Joder.

El chico sabía perfectamente como apretar todos y cada uno de sus botones de forma inconsciente. Kaleb colocó una mano en su cabello, lástima que estaba bien corto y no podía aferrarse a él.

Chupó de arriba abajo abriendo un poco más su mandíbula, los dedos de Kaleb hicieron presión en su cuero cabelludo, sus ojos se veían un poco perdidos e intentó empujar más.

Sander lo miró, en momentos como estos agradecía no tener un reflejo nauseoso que le impidiera ir más allá.

—No puede ser jodidamente en serio —se quejó Kaleb en voz en alta—. Detente y vuelve aquí, quiero tocarte.

Kaleb acompañó sus palabras de un jalón en su ropa, si no se les notaba en el rostro lo notarían por el desastre que estaban haciendo con la ropa.

Sander fue besado de forma ruda y ambas erecciones acariciadas juntas, debido a la saliva fue mucho más fácil el roce.

Ambos suspiraron.

—Sander, estoy a punto de… 

—Vamos, Kaleb, no tenemos toda la jodida noche —instó acariciando la punta con el dedo pulgar. Kaleb gimió derramándose sobre su mano y un poco sobre el pantalón.

Sander lo besó una última vez y también se dejó ir.

Ahí estaba.

Hicieron algo más que besarse y Sander esperaba sentirse mal por esto, sin embargo aún jadeando contra la curvatura del cuello de Kaleb se dio cuenta de que quería hacerlo de nuevo.

Quería más.

Sander se giró y acotejó su ropa lo más rápido que podía.

No.

No podía querer más.

Hacer esto ya era arriesgarse demasiado.

—Mierda, vuelve a la mesa, iré ahora.

—Sander… —murmuró Kaleb acercándose, Sander se giró y achicó los ojos.

—No vuelvas a decir mi nombre y no me busques cuando esté solo.

Kaleb resopló.

—Esto es una tontería, al final terminarás cediendo a mi propuesta.

Arqueó una ceja ante su arrogante actitud.

—Pero no será hoy, Sullivan —Sander mencionó el apellido sólo para molestarlo.

Kaleb apretó la mandíbula y finalmente se retiró del baño. Sander se miró en el espejo, se veía un poco sonrojado y las pupilas aún dilatadas.

Joder.

Estaba perdido porque sabía que Kaleb tenía razón.

No había cedido hoy, pero en algún momento pasaría y sería su perdición, lo que hizo estuvo completamente mal.

Equivocado.

¿Lo peor de toda la situación?

No se arrepentía.

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