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23🏅

Sander apretó la mandíbula mirando al Coronel, ahora mismo estaba en sus manos respecto a lo que haría, ya había entrevistado al equipo con excepción de Kaleb, así que sólo quedaba él. El sujeto importante en la investigación.

—Comandante. ¿De cuánto tiempo estamos hablando respecto a la relación con su subalterno?

—No estoy muy seguro, cinco o seis meses —el Coronel asintió, realmente no tenía idea de cuánto tiempo, contando los despliegues era mucho más.

—¿Existió alguna situación donde pusiera a su equipo en riesgo por Sullivan?

—Nunca, mientras estábamos desplegados lo trataba como uno del equipo y siempre veo por mi equipo —el Coronel miró hacia los papeles frente a él.

—Confirmé eso con su equipo antes y dijeron lo mismo, es un buen equipo, Comandante.

—Gracias, señor.

—Sabe que hay un claro rango entre ustedes, ¿cierto? —Sander apretó la mandíbula, aquí estaba el problema.

—Sí.

—Aún hay que hacerle algunas preguntas a Sullivan y confirmar que usted no estuviese abusando de su poder, pero… —Sander tragó ante la mirada del Coronel—, por lo que pude ver no estaba obligado.

—No, señor, fue una relación de mutuo acuerdo sabiendo las consecuencias. Ambos sabíamos en lo que nos metíamos.

—Voy a separarlo de su equipo permanentemente. ¿Algún problema?

—No, señor —el Coronel cerró la agenda y lo miró.

—Bien, hablaré con Sullivan y si no hay ningún tipo de problema esto no saldrá de aquí.

—¿Cómo qué problema?

—Nada especial, que utilizara su poder para influenciar a Sullivan de alguna forma —Sander respiró con tranquilidad, al menos ese problema no existía—. Puede retirarse.

—Sí, señor —dijo poniéndose de pie.

—Comandante.

—¿Si?

—Esto no influirá en su ascenso y estuve pensando en ofrecerle ese puesto del que hablamos. ¿Aún lo quiere?

—Sí, señor.

—Entonces es suyo.

—Gracias, señor.

—Respecto a Sullivan, si esa relación se mantiene en un futuro necesito que sea con la mayor discreción, al menos por unos meses —Sander entendía eso, no sólo se metería él en problemas, sino todos sus superiores, estaban corriendo riesgo pasando por alto la situación.

—Sí, señor.

—Puede retirarse.

Sander salió en piloto automático de la oficina, no sólo se salvaría de una maldita corte marcial, obtendría el puesto que había solicitado para tener un horario normal.

Le estaba yendo tan bien que asustaba, aún faltaba Kaleb a su lado y él… Sander no estaba seguro de que regresara.

—Sander —Kelly se acercó a penas lo vio, Sander se sentó en uno de los bancos de madera y escondió el rostro entre sus manos.

Mierda, estuvo cerca, realmente cerca, esto hubiese podido ir más lejos de no ser por su Coronel.

—¿Tomarán alguna medida? —Kelly colocó una mano en su hombro, Sander por fin lo miró.

—No, hablará con Kaleb para confirmar que no existió abuso de poder, así que estoy bien.

—¿Qué hay del equipo? —preguntó Oskar cruzándose de brazos, Sander suspiró.

—Estoy fuera, supongo que traerán a un nuevo Comandante pronto —Oskar lo fulminó con la mirada.

—Joder, Sander. ¿Desde cuándo esta mierda justo debajo de nuestras narices?

—No lo recuerdo, cinco o seis meses, quizás más —Oskar negó.

—¿Es en serio? ¿Qué jodidos se te metió en la cabeza?

—Kaleb, puede ser bastante persuasivo —dijo con una sonrisa, Oskar resopló y torció los ojos.

—No me importa esa mierda.

—Iba a irme de todas formas —Nikita arqueó una ceja desde donde estaba recostado a la pared.

—¿En serio?

—Sí, voy a trabajar ahora con un horario normal por los niños.

—Y Kaleb, supongo —Sander miró distraídamente hacia la pared, claro, y Kaleb, si decidía quedarse con ellos definitivamente.

—Podría ser.

—¿Dónde está ese idiota? —replicó Oskar mirándolo, Sander levantó las cejas.

—Se fue.

—¿Qué? Creí escuchar que se había ido —Sander lo miró.

—Escuchaste bien.

—¿Cuándo vuelve?

—No lo sé, dijo que no estaba seguro de volver —Oskar achicó los ojos.

—¿Perdón? Voy a matar a ese jodido idiota. ¿Te dejó este problema a ti solo? —Sander lo miró extrañado, Oskar siguió quejándose—. Además, tendríamos que entrenar a otro novato para que se amolde a nosotros.

—Ujum… no dejes que piense que te preocupas por mi —replicó de mala manera, Oskar lo señaló.

—Puedes conseguir a alguien más rápido de lo que conseguimos otro operador.

—Cierto.

—Oskar —el gruñido fue de Kelly, Oskar negó con un suspiro.

—¿En serio te gusta el chiquillo?

Sander los fulminó con la mirada, sobre todo a Oskar.

—No voy a ponerme a hablar con ustedes de sentimientos, dejo de ser vuestro Comandante, pero aún no soy tan jodidamente gay. 

—Gracias a Dios por eso, no podría aguantar una conversación extraña contigo —dijo Oskar con alivio, Sander achicó los ojos y el contrario se encogió de hombros—. Puedes ir a hablar con Marcy cuando lo necesites.

Sander resopló.

—Dios, no me casaría contigo ni aunque fueses el último hombre de la tierra, pobre de Marcy, eres un imbécil.

—Un imbécil atractivo, Marcy me quiere por eso.

—Menos mal que tienes claro ese hecho.

—Vamos a seguir reuniéndonos aunque no estés en el equipo, ¿cierto?

—Por supuesto, no van a deshacerse de mí tan fácil —Oskar asintió.

—Bien, porque no voy a dejar de ver a mis sobrinos.

—¿Para cuándo los tuyos propios? —preguntó a modo de broma, Oskar sonrió de pronto.

—Mmm…

—¿Qué quiere decir eso? —gruñó poniéndose de pie—. ¿Hay algo que tengas que decir?

—Ocho semanas, adelantaremos la boda.

—¿Para cuándo?

—En un mes —Nikita le dio un golpe en la espalda.

—¿Cuándo ibas a decirlo?

—Pronto.

—Idiota —replicó Sander negando.

Oskar se carcajeó.

—Y… ese puesto del que hablabas. ¿Podemos saber cuál es?

—Adivinen —dijo Sander con una sonrisa maliciosa, Kelly negó.

—Mierda, tienes esa sonrisa malvada, no me digas que vas a ser instructor.

—Sip —Oskar suspiró.

—Pobre de esos estúpidos reclutas, no seas tan duro con ellos.

—Sabes que voy a ser duro con ellos —Oskar hizo una mueca de sentirlo.

—Sí, esa es tu naturaleza.

—Haré algunas misiones, pero no serán tan frecuentes o largas —Oskar torció los ojos.

—Mírenlo, ya se ve feliz y acaban de sacarlo del equipo, sólo espero que el nuevo Comandante no sea tan cabrón como tú.

—Sigue quejándote, eso me dice cuanto me quieres —mencionó tirándole un beso.

—Matar, ahora mismo eso es lo que quiero, por dejarnos solos.

—Deja de lloriquear, no voy a regresar.

—Idiota, y dile a Kaleb cuando regrese que está en problemas —Sander asintió.

—Puedes estar seguro de que estará en problemas, sólo si vuelve.

—¿En serio crees que el testarudo se irá permanentemente? —preguntó Nikita con una carcajada.

—Espero que no, entonces, me voy, llámenme cuando planeen algo.

—Sólo vete, traidor —gruñó Oskar haciéndolo reír.

Sander condujo a casa y se carcajeó cuando los niños lo abordaron, besó a cada uno y fue al patio donde estaban sus padres. Los niños fueron a su esquina a jugar mientras él se sentaba con sus padres.

—¿Cómo te fue, corazón? —preguntó Betty con un sonrisa.

—Ya no estoy en el equipo.

—¿Qué? ¿Pasó algo? —David se sentó bien para mirarlo, su madre también se veía preocupada.

Sander suspiró.

—Sí, pasó algo, pero iba a tomar el trabajo del que les hablé, así voy a estar más tiempo con los niños.

—Si es lo que quieres entonces está bien —su padre suspiró con alivio, Sander tragó.

—Yo… Mmm… hay alguien en mi vida otra vez y… uh… bueno… —Betty arqueó una ceja.

—¿Es un hombre?

—¿Cómo…? —su madre se encogió de hombros.

—Lleva pasando varios meses y aún no lo presentas, supuse que era un hombre.

—No sólo por eso, es alguien del equipo y… —Sander no sabía cómo continuar, de todas formas lo intentó—. Bueno… ya saben… no se puede y casi nos metemos en problemas… por…

Su madre lo ayudó otra vez.

—Kaleb.

—Sí —David levantó las cejas.

—¿Y dónde está Kaleb?

—En realidad no sé si regrese —murmuró.

—¿Por qué no lo haría?

—No lo sé, Kaleb es complicado —Betty lo miró.

—¿Le dijiste que lo querías contigo?

—Sí —Betty asintió.

—Entonces regresará, a nadie le gusta estar solo y ese chico se ve bastante solo.

—Gracias por apoyarme —suspiró, sus padres miraron a los niños.

—¿Vas a decirles?

—Esperaré por la decisión de Kaleb —Betty lo miró.

—¿Estás seguro de que esto es lo que quieres?

—Seguro.

—Bien, entonces ve arriba, hoy te toca hacer la cena.

—Ahora tendrán más descansos —Betty se carcajeó.

—Bien por eso, ahora a trabajar.

Sander subió y se cambió de ropa, una vez en la cocina los niños esperaban en las butacas preguntando en que podían ayudarlo, nunca se vio muy doméstico, pero esto le encantaba.

Sólo faltaba una persona para que todo fuera completamente perfecto.

Tocaba esperar.

……

Sander miró al novato frente a él temblar un poco con las últimas lagartijas, entrenar a estos chicos no era tan difícil como pensaba, después de todo tenía una beta sádica en lo más profundo.

—Vamos, Mackenzie, ¿es esto todo lo que tienes? Tus compañeros están mirándote. ¿Vas a dejarlo porque es difícil? —preguntó con una sonrisa, Mackenzie, su recluta más bocazas jadeó.

—No, señor.

Sander ya tenía fuera a cien reclutas en cuatro semanas y esperaba bastante de los que quedaban, Mackenzie, por fin hizo la última lagartija.

—Has terminado recluta, incorpórate —ordenó, el chico se formó con los demás, ni siquiera se les veía el pelo, estaba hechos un desastre, llenos de arena, cansados, casi a punto del desmayo.

El sol comenzaba a esconderse detrás de ellos, las olas comenzaban a ser un poco más fuertes, era hora de dejarlos descansar.

—Terminaron por hoy, vayan a bañarse, parecen emparedados.

—Sí, señor —gruñeron a la misma vez, sin embargo ninguno se movió, Sander achicó los ojos.

—Vamos. ¿Qué esperan? A las duchas, el último limpiará los baños —Sander se echó a reír cuando todos los reclutas comenzaron a correr, en realidad no iría a verificar quien sería el último, se iría a casa, ya era su hora.

Hoy no tenía ningún entrenamiento por la noche, así que luego de marcar su salida subió al auto, su teléfono sólo tenía mensajes del antiguo equipo, estaban nerviosos por la boda de Oskar, nada de Kaleb.

Sander suspiró y comenzó a conducir de vuelta a casa, ya había pasado un mes completo, por lo que no estaba seguro de que regresara.

Ese chiquillo era un completo tonto creyendo que no merecía el amor de los demás, creyendo que no sabía amar, bueno, aún si era cierto, Sander podría enseñarle, eso no era un problema.

Lo extrañaba.

Joder, nunca había estado tan perdido con nadie y Kaleb se empeñaba en huir.

Sander bajó una vez se estacionó y caminó hacia la casa, los mellizos probablemente esperaban por él así que abrió la puerta esperando la estampida de gritos, abrazos y risas, pero nadie fue a recibirlo. Más que extrañado caminó hacia la cocina viendo a su madre.

—¿Dónde están los niños? ¿Por qué no fueron a verme cuando llegué? —Betty sonrió de medio lado.

—En el jardín.

—¿Sin supervisión? —preguntó mirando a David que estaba reposando en la encimera, él señaló hacia el patio con un gesto.

—Están muy bien acompañados, tenemos visita.

—¿Quién? —Betty sonrió.

—Ve a ver tu mismo, los niños están que trepan por las paredes de la felicidad.

Sander miró por la ventana y su corazón se estremeció, jodido infierno, si su vista no fallaba ese era Kaleb sentado en el césped mientras jugaba con los niños y aún no tenía problemas de visión.

Esta vez caminó hacia allí apurando su paso, Sander lo jaló de la camisa y lo hizo ponerse de pie. Kaleb levantó una ceja, Sander acarició su mejilla para comprobar que en verdad fuese él.

—¿En serio eres tú? —Kaleb se echó a reír.

—Soy yo.

—No es una alucinación, ¿cierto?

—No, estoy de regreso —murmuró agarrándolo de la cintura, Sander suspiró.

—Fue demasiado tiempo.

—Sólo un mes.

—¿Cuatro jodidas semanas te parecen poco? Odio ese tiempo , tuve que esperar lo mismo para decirte sobre tu hermana, no pasan tan rápido como uno esperaría —Kaleb mordió su labio inferior—. Tienes que dejar de huir.

—Lo siento, no lo haré de nuevo, me di cuenta de que ya no puedo vivir sin mi corazón y tuve que regresar.

—¿Qué tonterías dices? —Kaleb unió la frente con la suya y lo miró.

—Te di mi corazón, ya soy completamente tuyo si aún me quieres.

—Dios, eres un imbécil, claro que te quiero —Sander se acercó aún más para besarlo, Kaleb colocó una mano en su pecho.

—¿Qué hay de los…?

—Que nos vean, ya podemos besarnos, dejemos que todo esto deje de ser clasificado.

—Sander… —mencionó mirándolo con advertencia.

—Cállate —Sander unió sus labios, sólo un toque debido a Cloe que lo empujó.

—¡Papá, no!

—Cloe, te dije antes que…

—No quiero —replicó cruzándose de brazos, Sander achicó los ojos.

—¿Qué es lo que no quieres?

—Aléjate de él —Sander apretó la mandíbula, sólo quería un pequeño beso.

—Cloe, deja que…

—No.

—Ve con la abuela por un momento —ordenó, ella hizo un puchero.

—No, vas a besarlo.

—Claro que voy a besarlo, ahora ve.

—Cloe, ven aquí —llamó Betty, Cloe lo fulminó con la mirada.

—Te odio.

—No puedo creerlo —Kaleb se echó a reír.

—Tiene que hacerse la idea.

—Supongo —Sander lo acercó nuevamente.

—¿En que estábamos antes de que Cloe nos interrumpiera?

—Sí, creo recordar que estábamos a punto de…

—¡No! —Sander cerró los ojos y suspiró.

—Joder. ¿Es en serio Cloe?

—No lo toques —gruñó abrazándose a las piernas de Kaleb, Sander lo soltó y negó.

—¿Esto no debería ser al revés?

—No, no toques al tío —Sander suspiró.

—Hace mucho tiempo que no veo al tío, ¿puedes dejar que me acerque al menos?

—Sólo cerca.

Kaleb se sentó en la hierba mientras se reía, Sander se colocó a su lado mirando a su hija hablar con Morgan. Amaba esto, cada maldita simpleza y esperaba tener momentos como estos ahora que Kaleb estaba de vuelta.

—Mmm… No pensé que se negaría tanto.

—Yo tampoco, pero no todo iba a ser perfecto de un momento para otro, ¿cierto? —Sander asintió.

—Sí, tengo que hablar con ellos y convencer a Cloe de tenerte como padrastro.

Kaleb suspiró.

—Me alegra estar de vuelta, siento muchísimo lo del golpe, yo…

—Me lo merecía, las cosas no debieron ser así —Kaleb se acercó aprovechando que Cloe estaba entretenida y acarició su mejilla suavemente.

—No, Sander, no te lo merecías, soy un tonto, no debí hacerte daño, esa nunca ha sido mi intención. ¿Sabes? En realidad entiendo que no me dijeras, tenías razón, eso iba a terminar mal, sé que sufriste mientras callabas lo de Susan.

—Dios, me alegra escuchar eso, no quería que me odiaras —Kaleb sonrió.

—Nunca, estoy de vuelta, ¿no?

—Entonces es bueno que te decidieras al fin, gracias por escogernos.

—Sólo un idiota decidiría irse a un lugar donde todos lo odian teniendo aquí todo lo que siempre quiso.

—Te amo.

—También te amo —Sander aprovechó el momento y unió sus labios, sólo un pequeño toque hasta que Cloe los regañó.

—¡Papá!

—Al menos pude besarte esta vez —murmuró entre risas, Kaleb deslizó sus dedos entre los suyos en la hierba, Sander suspiró.

—Lo de ser instructor, no fue una decisión que tuviste que tomar a la fuerza por mi culpa, ¿cierto?

—No, fue mi decisión, no tienes culpas en esto.

—¿Por qué instructor? —Sander se encogió de hombros.

—Me gusta eso, la adrenalina se la dejo a los jóvenes.

—No eres viejo, sólo tienes treinta y seis —Sander sonrió.

—Haré algunas misiones, pero no serán regulares, los niños me tendrán y yo esperaré por ti en casa.

—¿En casa? —Kaleb pestañeó con confusión, Sander asintió.

— Ujum… tendremos que mantener un perfil bajo por el momento, pero no me importa que excusa inventaré, vendrás a casa luego de los despliegues, con tu familia.

—Maldición —Kaleb se llevó las manos al rostro, los niños corrieron hacia él.

—Papá, no, no hagas llorar al tío —regañó Cloe mirándolo mal, Kaleb lloriqueó abrazando a Cloe.

—Estoy bien, más que bien.

Sander sonrió viendo a Kaleb ser consolado por sus hijos, Cloe estaba sentada en su regazo y pegada como garrapata, Morgan sentado a su lado le acariciaba la espalda suavemente.

Le encantaba el nuevo miembro de la familia y esperaba que todos lo aceptaran, sus padres no tenían problema con eso, pero los niños eran otra historia, Cloe estaba francamente reacia a verlos juntos.

Sander suspiró, poco a poco. Lograría que todo encajara poco a poco, la pieza faltante del rompecabezas ya estaba aquí.

Kaleb regresó al lugar donde pertenecía, a él, y nada, ni nadie, cambiaría eso.

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