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22🏅

Kaleb abrió los ojos y miró al exterior, rayos, aún seguían los civiles ahí fuera haciendo ruido, necesitaban irse, estaban a poco de entrar. Sander entró jalando a la embajadora  del brazo, ellos se incorporaron enseguida.

—Suéltela —gruñó uno de los trabajadores de Tamara tratando de golpear a Sander, Kelly lo detuvo y Kaleb interceptó a otro.

Evidentemente Sander ya estaba en su límite de paciencia.

—Nos vamos, ahora —gruñó para todos.

—No puedo, yo… —Tamara agarró su brazo, Sander no la soltó.

—Me importa una mierda lo que tenga que hacer, están prácticamente a minutos de entrar, nos tienen jodidamente sitiados y no voy a seguir esperando, debimos irnos hace horas.

—No puede hacer esto —Kaleb negó, esa mujer estaba completamente loca.

—Díselo a mi superior, pero aún así no va a importarme —gruñó Sander, ella lo fulminó con la mirada.

—Tú…

—Entonces, ¿la llevo a la fuerza o va a comenzar a cooperar?

—Cooperaré, es un bruto — Tamara jaló su brazo y esta vez la soltó.

—Eso me han dicho, díganme que alguien tiene zapatos de repuesto.

—¿Para qué? —Kaleb se echó a reír, en verdad ella planeaba hacer el viaje con unos tacones de diez centímetros.

—No irás a ninguna parte con esos tacones.

— ¿Qué hombre se fija en los zapatos de una mujer? —Sander apretó la mandíbula, el equipo entero estaba haciendo malabares para no reírse de ellos.

—¿Cómo una mujer puede ser tan irritante y estúpida? ¿Hay zapatos o no?

—Yo tengo, pero no son su número —dijo un hombre ofreciendo sus zapatos, Sander los cogió y se los tendió a Tamara.

—No me importa, póntelos.

—No voy a ponerme eso —Oskar tuvo que retener a  Sander, en serio había discutido lo suficiente con ella.

—Estás tratando de joderme a propósito, ¿cierto? Si quieres que te deje aquí vas por buen camino.

Tamara cruzó los brazos.

—No puedes dejarme, por eso tuviste que esperar —Sander habló por encima del hombro de Oskar, Kaleb hizo una mueca, estos dos ya habían discutido antes.

—Lo cual fue un error y ahora mi equipo va a sufrir las consecuencias de tu estupidez.

—No puedes hablarme así —Sander la fulminó con la mirada.

Mierda, estaba hecho una furia y esa mujer no ayudaba.

—Ahora mismo hablo como se me dé la gana, ponte los zapatos o te dejo aquí para que esos que quieren tu cabeza la obtengan de una buena vez.

—Eres un imbécil.

—¿Imbécil? Estoy tratando de salvarte la vida, es bueno saber que eres una malagradecida —escupió, Tamara hizo una mueca, pero recogió los zapatos—. Necesitamos subir y llevarnos la bandera, te encargo eso.

—Sí, señor—Kaleb asintió ante la orden.

—Los sacaremos por la puerta trasera, no utilizaremos fuego real hasta que no sea necesario, cada uno tiene una granada aturdidora, no las desperdicien para no matar innecesariamente. 

—Iré a buscar la bandera.

Kaleb corrió buscando el camino correcto, una vez pudo subir bajó la bandera y la dobló. De vuelta con todos se la entregó a la embajadora, Tamara parecía más calmada ahora.

Kaleb verificó el plan, Sander y Oskar irían por el frente para entretener a la muchedumbre, por lo que se quedarían con cuatro granadas aturdidoras y los dejarían a ellos con dos.

Sander preparó todo, cogió las granadas extras y le dio la espalda, Kaleb miró alrededor y agarró su brazo una vez confirmó que nadie lo miraba.

—Ten cuidado —él asintió.

—Sí, no te preocupes, ten cuidado también.

Kaleb siguió al grupo, él iría detrás con Nikita protegiéndolos, Paul y Kelly irían delante, se estremeció cuando se escucharon algunos disparos. 

En la salida —avisó Kelly por el comunicador.

Prepárense para salir —ordenó Sander y al instante se escuchó el estruendo. Kelly corrió hacia la puerta haciendo señas, Kaleb ayudó a todos a llegar a los árboles.

—Abajo —gruñó cuando un disparo resonó cerca de ellos, gracias al cielo eran civiles y no tenían buena puntería.

Kelly disparó a nadie en específico tratando de asustarlos, Kaleb miró a Tamara, ella estaba agachada y aferrada a la bandera, probablemente ahora estaba feliz de llevar los feos zapatos de oficina.

Kaleb disparó cuando vio a un civil armado acercarse, cayó al suelo, pero estaba seguro de que no fue mortal.

—No los maten —gritó Tamara de pronto, Kelly la hizo callar empujándola.

—Gracias al cielo no tengo a esa mujer al lado, es exasperante —murmuró Nikita frunciendo el ceño.

Posición —pidió Sander, Kelly suspiró.

A unos metros, en los árboles.

Los dejaremos entrar, así que aléjense lo más que puedan y consigan un auto.

Entendido.

—¿Iremos a pie?

—Maldita sea, sí —Paul negó, Tamara estaba haciendo que incluso Kelly perdiera la paciencia.

Kelly siguió desplazándose mirando a todos lados, recogió el arma del civil en el suelo y comprobó el pulso, estaba vivo.

—Somos diez actualmente, tenemos que conseguir un auto grande o...

—Hay una camioneta al frente —Nikita señaló a uno de los autos, ahí cabían todos.

—Bien, iré por ella, protejan a los civiles —Kelly corrió hacia allí y rompió el cristal. Kaleb miró alrededor, nadie, probablemente el dueño estaba ahora mismo en la embajada.

Kelly se puso frente al volante y dio la vuelta, Nikita subió al frente con él y una persona más, Tamara se quedó con ellos en la parte trasera para evitar que irritara demasiado al conductor.

Kaleb se arrimó en una esquina mirando a todas partes, ya no había hostiles.

Bravo uno, ya estamos a un kilómetro. Posición.

Kaleb mordió su labio inferior aferrándose al fusil, ninguna respuesta del otro lado.

—Bravo uno y cinco. Posición.

Kaleb intentó tragar el nudo en su garganta, su estómago se revolvió. No podía ser en serio, ninguno de los dos contestaba y en su experiencia eso sólo quería decir una cosa.

No, no podía ser, tenía que dejar de pensar en eso. Sander no sería capaz de dejar a sus hijos, no podía dejarlo a él.

Aún no.

Bueno, mierda, necesitamos extracción ahora —Kelly esta vez habló con la central.

Kaleb cerró los ojos, inhaló y exhaló varias veces, no podía perder sus papeles, tenía que mantenerse firme, aún no habían confirmado nada, es probable que Sander sólo haya perdido comunicacion. Abrió los ojos otra vez, pero Tamara estaba frente a él, la ira burbujeó en su interior, gracias a esa mujer se habían metido en este lío.

Extracción a medio kilómetro.

—¿Nos vamos ya?

—Sí, en unos minutos —Tamara mordió su labio inferior.

—El Comandante… —Kaleb la fulminó con la mirada.

—¿Ahora te preocupa eso? Después de que…

Aquí Bravo uno, los veremos en el punto de extracción.

Kaleb se apoyó con más fuerza en la camioneta y por fin por fin respiró con tranquilidad, aún podía escuchar los latidos de su corazón a un ritmo frenético, pero la voz de Sander fue el sedante correcto.

Estaba vivo.

Kelly fue quien contestó.

Entendido.

Kaleb nunca estuvo tan feliz de ver a Sander a salvo, consiguieron salir de ahí y por suerte, era la última misión, una vez durmieron varias horas en el avión de regreso Kaleb se estiró.

—Necesitamos hablar —Kaleb arqueó una ceja cuando Sander lo acorraló.

—¿Sobre qué?

—En la sala de juntas —dijo dándole a espalda, estaba demasiado serio, así que supuso que hablarían de trabajo.

Quizás era sobre su desempeño, probablemente alguno de los chicos lo vio perder sus papeles durante la misión. No. Eso no pasó.

Kaleb dejó su mochila antes de ir a la sala de juntas y tocó, Sander le abrió la puerta y señaló una silla.

—Sullivan, siéntate —Kaleb dio un paso y está vez notó el nerviosismo de Sander, esto no se trataba de su desempeño.

—¿Qué está pasan…? Coronel —mencionó quedándose de piedra en su lugar, el Coronel, Sander y él en un solo lugar quería decir que ya sabía todo.

Kaleb jadeó, demasiado asfixiado de estar en la oficina, amaba a Sander y algunas veces dejaron caer ese tema de la corte marcial, pero nunca pensó que pasaría algo realmente.

Si de verdad había arruinado la carrera militar de Sander nunca se lo perdonaría.

—Siéntate —Sander lo mencionó de nuevo, Kaleb tragó con nerviosismo.

—No… yo…

—Vamos.

Kaleb obedeció esta vez debido a los ojos de cachorro de Sander, el Coronel quedó directamente sentado frente a él y Sander se sentó justo al lado del superior.

—Hay algo que debes saber —probablemente el Coronel no lo supo, pero esas palabras lograron aliviarlo grandemente, al menos no estaba aquí por la relación ilícita con su Comandante.

—¿Qué es?

—Tu hermana… —empezó, Kaleb se puso de pie entrando en pánico.

—¿Qué pasa con Susan?

—Siéntate —ordenó Sander mirándolo.

—No. ¿Cuál es el problema? —Sander apretó la mandíbula, luego cedió.

—Falleció hace cuatro semanas.

—Es una maldita broma ¿cierto? —Kaleb estaba respirando ahora más rápido y sus piernas temblaban, Sander se puso de pie y colocó una mano en su hombro.

—No, lo siento.

—¿Cuatro semanas? —repitió.

—Sí —Kaleb pestañeó y miró a Sander, se veía preocupado, pero algo no encajaba.

Sander lo ignoró desde que bajaron del maldito avión, cuatro  semanas atrás, justamente cuatro. Kaleb apretó la mandíbula y lo agarró del frente del uniforme.

—Sander —Kaleb incluso había olvidado que estaba hablando con su Oficial a cargo, era Sander, su amante—. ¿Desde cuándo sabías esto?

La mandíbula de Sander tembló.

—Desde que ocurrió.

Kaleb lo acorraló contra la pared, en algún momento escuchó al Coronel diciendo algo, pero no le importó. Siguió mirando a Sander. Era lo que importaba, quería saber por qué no le dijo algo tan importante, la persona que sabía, el hombre que se acostaba con él, quien le había dicho que lo amaba el día anterior.

—¿Y se te ocurrió retener esa maldita noticia por todo un maldito mes?

—Fue una orden y tú…

—¿Orden? —Kaleb se echó a reír como un desquiciado quitando la atención de Sander por un momento, necesitaba calmarse, pensar, pero el malestar no estaba retrocediendo—. Cierto, por supuesto que no me escogerías por encima del uniforme.

—Kaleb… —Sander agarró su brazo.

—Que tonto —se dijo a sí mismo, Sander apretó el agarre logrando que lo mirara otra vez, mala idea.

—Esto se hizo pensando en lo mejor para ti.

—Sabes bien cuanto significa ella para mí y tú… —Kaleb apretó la mandíbula, no podía decirlo, no podía pensar, sus emociones estaban hechas un lío—, tú no dejaste que supiera esto.

Sander lo miró con arrepentimiento, Kaleb lo fulminó con la mirada.

—Kaleb…

—Sander. ¿De verdad me amas?

—Sí —la respuesta llegó al instante, Kaleb resopló con una sonrisa, sentía su corazón oprimirse cada vez más, necesitaba salir, irse de una buena vez, pero sus piernas no estaban cooperando, tampoco su boca.

—No lo suficiente cuando estuviste de acuerdo con esa maldita orden, lo único que quieres es a ti mismo y tu maldito uniforme —Sander negó con un suspiro. 

—Deja de decir tonterías, estás en shock, no te dije porque correrías riesgo en las misiones.

¿Riesgo en las misiones? Mierda, su hermana, la única persona que lo quería ahora estaba… estaba… estaba muerta, joder, y él fue la última persona en saberlo.

Un mes, un maldito mes.

Toda la preocupación por Sander de horas antes no significó nada en este nuevo escenario. Kaleb ahora sólo quería hacer daño, Sander intentó tocarlo, y él terminó golpeándolo, si bien no cayó al suelo como solían hacer sus contrincantes se arqueó levemente y se llevó una mano al rostro.

—No te justifiques con esa mierda —gruñó.

Sander miró su mano ensangrentada, Kaleb terminó haciéndole daño y se sintió aún peor.

No, no, no, maldición. ¿Por qué golpeó a Sander, a la persona que amaba? Esa no era la maldita idea, no quería hacerle daño de verdad.

—Bien, probablemente me lo merecía —dijo Sander limpiándose un poco de sangre—. ¿Ahora qué te desquitaste un poco, vas a calmarte por un momento y escuchar a los demás?

Kaleb dio un paso atrás.

Dios Santo, él era el maldito problema, siempre él, no sabía amar porque no le habían enseñado, porque nunca lo recibió de vuelta. Si de verdad quisiera a este hombre no lo hubiese golpeado, si Sander lo quisiera no le hubiese ocultado esta información.

Estaba igual que al principio.

—Kaleb, ven aquí.

—No, Sander, quédate con toda esta porquería —dijo señalando alrededor—. Yo me largo.

Era lo mejor, Kaleb no debería quedarse porque ya estaba lo suficientemente roto y no era la persona adecuada para Sander.

Sander merecía a alguien mejor. Alguien que pudiera amarlo.

—Kaleb…

Kaleb salió de la oficina caminando directamente a donde estaba su mochila, los chicos estaba ahí con cara de preocupación, incluso ellos parecían saber que había pasado.

Bueno, mierda. ¿El único que no sabía era él?

—Kaleb —Kelly se acercó, Kaleb levantó una mano, una señal clara para que se detuviese, si fue capaz de golpear a Sander no sabía lo que podría hacerle a los demás.

—Sólo no, ni siquiera me hablen —gruñó cogiendo su mochila para salir de una vez.

Kaleb subió a la moto, incluso había olvidado el maldito casco, pero no le importó, no volvería. Condujo una media hora directamente al aeropuerto, luego de estacionar y entrar por fin, revisó la pantalla. El vuelo más rápido que podía tomar salía en tres horas.

Respiró intentando calmarse, no sabía qué hacer, que pensar, estaba entrando en pánico y aunque estuviese rodeado de tantas personas estaba completamente solo, otra vez.

Ya no tenía a su hermana, Susan ya no estaba y él había dejado la visita para después.

Ya no tenía a Sander, había despotricado como un loco e incluso lo había golpeado.

Kaleb no podía respirar, estaba quedándose sin oxígeno y sus ojos comenzaban a nublarse.

—Vamos, respira, inhala y exhala —dijo alguien colocando una mano en su espalda, Kaleb cerró los ojos y gimió.

—Sander.

—Estoy aquí —Kaleb abrió los ojos viendo a Sander, agarró el frente de su uniforme, a este paso tendría las marcas permanentes de sus manos.

—¿En serio eres tú?

—Sí —murmuró acariciando su espalda, Kaleb lo miró.

—¿Por qué estás aquí?

—¿No puedo preocuparme por ti? Subiste a esa moto hecho un demonio, ni siquiera cogiste el casco y me asustaste, te seguí todo el camino.

—Yo… —Kaleb tocó su mejilla e inspeccionó el golpe, ya comenzaba a verse, Sander agarró su mano.

—Estoy bien, no es el primer golpe que recibo, no me matará.

Kaleb se aferró a él, Sander lo abrazó sin dejar de acariciar su espalda.

—Pero yo… no se supone que lo recibas de mí… yo no… —Kaleb lloriqueó, Sander se tensó, pero la caricia en su espalda no se detuvo.

—Bien, llora todo lo que quieras, te sentirás mejor después —Kaleb salió de sus brazos, no tenía ningún jodido derecho a estar ahí.

—Lo siento.

—Yo también lo siento, esto no debió ser en un ambiente controlado, debí decirte a solas, lo siento —murmuró acariciando su mejilla.

—Sander…

—Pero no me arrepiento de decírtelo hoy —Kaleb apretó la mandíbula—. Sí, estaba cumpliendo una orden, pero te protegía, te quiero demasiado para dejar que te desconcentres en el campo y suceda lo peor.

—¿Estás loco, aún me quieres?

Sander asintió.

—Ujum… completamente loco.

Kaleb suspiró y lo agarró de nuevo del uniforme para que le prestara atención.

—No debería estar cerca de ti, Sander yo… no sé amar… —admitió—. Soy un maldito desastre, sólo te haré daño, como hoy —replicó viendo el golpe, Sander lo miró fijamente.

—Aprende conmigo —Kaleb negó y lo separó.

—Vete.

—¿Qué?

—Vete de aquí y no pienses en mí otra vez, es lo mejor para ti —Sander achicó los ojos.

—No seas tonto, lo mejor para mí es estar a tu lado.

—No sabes lo que dices.

Sander lo agarró de la parte posterior del cuello y lo acercó, él gruñó mirándolo directamente.

—Te dije que no podías correr cuando las cosas se pusieran difíciles.

—No me conoces lo suficiente, eso es lo que hago, lo que he estado haciendo toda mi vida.

—Necesitas tiempo, bien, voy a irme, pero ve a casa cuando estés listo —Kaleb apretó la mandíbula.

—No voy a regresar, no me esperes.

—Te amo —dijo de repente.

—¿Qué estás…? —Sander lo besó, él deslizó la lengua en el interior de su boca tomando lo que quería. Kaleb sintió el gusto metálico de la sangre en su boca haciéndolo estremecer.

Sander lo estaba besando en medio del aeropuerto, con cientos de personas que podrían verlos. Kaleb recién se dio cuenta de que incluso el Coronel que había estado con ellos en esa habitación lo sabía.

—Al menos obtuve un beso de despedida —dijo Sander separándose, Kaleb mordió su labio inferior.

—Lo siento, el Coronel…

—No te preocupes por eso, te dije que vales la pena —Sander levantó su cabeza colocando dos dedos bajo su barbilla—. El Coronel te dio dos meses, Kaleb, más que eso e irán a buscarte. 

—No sé si quiero regresar —Sander tragó.

—¿A dónde?

— A este lugar, contigo.

—Sigue tú corazón, Kaleb, lo que consideres mejor —dijo Sander con una pequeña sonrisa y se dio la vuelta.

Dios Santo, ahora Sander estaría en problemas gracias a él, ya todo había dejado de ser clasificado y sería un maldito problema del que Kaleb también estaría huyendo.

Kaleb suspiró, lo había jodido todo y dio una excusa estúpida sobre no querer regresar.

Si que era estúpida.

Vivió toda su maldita vida a kilómetros de este lugar y por alguna razón lo consideraba su hogar.

¿Seguir su corazón? No podía, Sander ya tenía su corazón y verlo alejarse se sentía como si estuviesen arrancándolo de su pecho.

Terminaría largándose de este lugar, pero Sander definitivamente se quedaría con su corazón.

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