2🏅
Kaleb jadeó luego de tanto ejercicio, es decir, había pasado sus veinticuatro semanas de entrenamiento básico hacía unos años y debía admitir que fue un maldito infierno, pero esto...
Esto que les estaba haciendo Kelly era peor que el infierno.
Sus compañeros de equipo se empeñaban en hacerlo cumplir una rutina que aún no había conseguido. Evidentemente su resistencia era terrible cuando unos casi cuarentones pasaban a su lado sin sudar, y esas sonrisas, eran...
¡Ugh! ¡No podía creerlo!
Estaban burlándose de él como si fuese un pobre novato a punto de rendirse en su primer día, bueno, hoy no lo verían tirar la toalla, seguiría corriendo hasta echar sus pulmones fuera.
—Chicos, si son capaces de hacer una vuelta más los invitaremos a unas cervezas, si no llegan, nos invitan —Kaleb apretó la mandíbula, no tenía ganas de una maldita cerveza, así que no era un buen incentivo, Kelly pareció leer su mente sin problema alguno—. Si no llegan al final el Comandante tendrá vuestros culos haciendo el doble —agregó con esa beta sádica suya.
El Teniente era algo de temer, Kaleb aún no estaba emocionado por saber la rutina del Comandante si ellos hablaban de esa forma.
—Sí, señor —respondió a duras penas, sus piernas estaban casi al límite, su cuello y cara ardían debido al sol, pero aún así siguió corriendo. Paul no tuvo tanta suerte, él simplemente se dejó caer a mitad de camino, el médico no tenía tanta resistencia como él.
Kaleb se colocó las manos en las rodillas apenas terminó su recorrido, sus pulmones necesitaban oxígeno. Kelly le palmeó la espalda haciéndolo toser.
—Eso estuvo bien, Paul nos invitará a las cervezas —Kaleb escuchó la queja de Paul y se echó a reír como podía, por lo menos agradecía que su billetera no se llevara el asalto, invitar a cinco hombres adultos con ese tamaño a beber no saldría nada barato.
—Iré a darme un baño.
—Sí, vayan los dos, estaremos en Crick... uh, ¿conoces algo en este lugar? —Kaleb se encogió de hombros.
—No lo conozco, pero Paul es de aquí, llegaré con él.
—Bien, entonces los veo ahí, pórtense bien esta noche, probablemente Sander esté de mal humor —Kelly dio la vuelta, Kaleb se obligó a preguntar, no quería estar en un lugar donde no lo quisieran.
—¿En realidad nos quiere ahí?
Kelly volvió a girarse, analizó su pregunta por un momento y luego respondió.
—Son parte de nuestro equipo ahora, y sí, Sander los quiere ahí.
—Ahí estaremos.
Luego de una ducha en los baños de la base caminó a su habitación designada, estaba viviendo en la base, después de todo no conocía el lugar y no tenía familia fuera, por lo que no había motivo alguno para vivir fuera de la base.
Sin familia, ni amigos, nada de novio.
Kaleb se detuvo mirando su ropa, no tenía demasiada, puesto que en cualquier momento podrían hacerle la llamada, escogió un pantalón negro y camisa del mismo color con botones, dejó abiertos los dos de arriba y arremangó las mangas largas hasta los codos. Por lo menos se vería sexy para el C...
Kaleb ni siquiera dejó que el pensamiento se asentara. Dios, sí, lo admitía, el Comandante le pareció atractivo aunque estuviese completamente magullado en esa cama de hospital, aún más luego de su confesión de que bateaba para ambos lados.
Eso lo puso en un nivel diferente de intocable.
Ahora lo tenía en el nivel de peligrosamente atrayente e inalcanzable.
El pelo negro largo, la piel morena contrastando contra las sábanas blancas, el labio inferior más grueso que el superior, perfectamente besable, la mirada gris de acero endurecida con los años. Kaleb daba lo que no tenía por ver lo bien que se vería con su uniforme.
Mierda.
Era su superior, Kaleb tenía que sacar esa idea de su mente a como diera lugar, no podía tener estos pensamientos sobre querer involucrarse con su Comandante.
Si hacía algún movimiento hacia él hasta ahí llegaría su carrera militar, si Sander correspondía ambos estaría fuera del servicio en una corte marcial en menos de lo que podía chasquear los dedos.
Kaleb se estremeció, mejor no tentar al destino.
Caminó hasta el estacionamiento y subió a la moto que se había permitido hace a penas un año, luego de revisar el GPS de su teléfono se colocó el casco y manejó hasta la residencia de Paul, por suerte no era demasiado lejos.
Paul estaba esperando fuera con las manos en los bolsillos, Kaleb se detuvo y no pudo evitar echarse a reír cuando vio la cara espantada del médico al ver su moto. Una persona que podía manejar un salto de caída libre en paracaídas desde un avión estaba acobardado al ver una Honda CBR blanca.
—No iré en esa cosa.
—¿Y en qué se supone que vas?
—Prefiero ir a pie —replicó, Kaleb se sacó el casco y lo miró.
—Hombre, ¿Es en serio? Sólo serán unos pocos minutos, ni siquiera vas a tirarte en paracaídas de un A400M.
—Creo que eso sería más seguro, al menos tendría paracaídas —se quejó, Kaleb le lanzó el casco que había traído para él.
—Tendrás un casco.
Paul miró el casco como si nunca hubiese visto uno.
—Uh... no.
—Llegaremos tarde y estará el Comandante, no lo quieres fulminándote con la mirada toda la noche, ¿verdad?
—Bien, tú ganas.
Luego de las instrucciones sobre la ubicación del lugar el hombre por fin decidió ponerse el casco y subir. Kaleb tenía que admitir que lo hizo saltar en ocasiones sólo para molestar, era francamente adorable la forma asustadiza en la que se encontraba.
Kaleb se detuvo frente al bar, Paul ni siquiera esperó un segundo para tener los pies en el suelo, luego de bajar se quitó el casco y lo colgó, el de Paul quedó en el otro lado, como la mayoría de los clientes en el local eran militares estaba seguro de que estarían ahí al regresar.
—¿De verdad tenemos que entrar? —preguntó Paul viendo hacia la puerta como si lo esperase el final de su vida. Kaleb se encogió de hombros.
—Bueno, estoy seguro de que puedo escaquearme de esto, pero tú pagas esta noche, así que...
—Entiendo, sólo entremos —gruñó torciendo los ojos y comenzando a caminar.
Kaleb lo siguió, el lugar estaba abarrotado, algunos aún estaban vestidos de uniforme, felices con su equipo y compañía. Vio en una mesa lejana al Comandante, el respaldo de su silla estaba contra la pared donde podía ver quien entraba o salía, viejo hábito militar.
A su lado estaba Oskar, el castaño estaba hablando con el Comandante, una bonita rubia permanecía sentada en sus piernas, el Comandante no parecía tener compañía, cosa que lo hizo terriblemente feliz.
Kaleb torció los ojos, estaba comenzando a tener un problema consigo mismo teniendo estos pensamientos sobre su Comandante. Se tensó cuando alguien se apoyó sobre ellos, Kelly los apretó como si fuese una mamá gallina con sus polluelos.
—Oh, aquí están mis dos novatos, empezamos sin ustedes, no se enojan, ¿verdad?
—Por supuesto que no, señor —Kaleb salió de su apretado agarre, Kelly sonrió, sus ojos verdes brillaron, el pelo rojo corto era lo más llamativo en el hombre.
—Señor en la base, cuando soy vuestro Teniente pateando sus penosos culos, aquí soy Kelly, ya saben, no tiene nada de malo mientras estemos fuera de servicio, ahora, el Comandante es...
—Trae a los novatos, Kelly —el gruñido del Comandante lo interrumpió. Kelly se echó a reír y los dirigió a la mesa donde Nikita había terminado incorporándose.
—Bien, aquí, servidos para ustedes —hizo un gesto hacia ellos, todos se carcajearon, Kelly palmeó el hombro de Paul—. Y les presento a Paul Horta, pagará nuestras bebidas.
—¿El otro novato no? —preguntó el Comandante mirándolo con diversión. Kaleb apretó la mandíbula tratando de recordarle a su cerebro el motivo por el que no debería mirar a su superior con lujuria.
Sander Heater tenía el pelo más largo que ellos debido a su estadía en el hospital, se veía cansado y aún así terriblemente sexy con una camisa negra cubriendo un tatuaje a nivel de su brazo, Kaleb tragó ante el pensamiento de quitársela y descubrir todo lo que se escondía bajo la tela, besar cada centímetro de su piel.
Quería repasar cada línea de músculos y besar sus labios hasta hartarse.
Kelly se echó a reír sacándolo de sus pensamientos.
—Nop, llegó al final.
—Mierda, era una maldita broma.
Kaleb esperaba no haber estado soñando demasiado con su Comandante, y que su cara no lo hubiese delatado. Paul se sentó con malhumor, Kaleb miró hacia atrás, no le gustaba la posición de su asiento para nada.
El Comandante arqueó una ceja y tomó el vaso de cerveza frente a él.
—Tenemos tu espalda, Kaleb, puedes relajarte —Kaleb se sentó casi por inercia al escuchar su nombre, había olvidado lo sedosa e increíblemente suave que podía percibirse la voz del Comandante a pesar de estar dando una orden.
Nikita palmeó a Paul.
—Paul, caiste totalmente, mañana tendrás que hacer el doble con Sander. ¿No te incorporas mañana?
El Comandante sonrió de medio lado, Kaleb agradecía estar sentado, aunque de todas formas tendría que estar los últimos minutos pensando en cosas muy desagradables si quería permanecer en la mesa sin incomodidad.
—Sí, aunque no puedo hacer los ejercicios, aún grito bastante bien —Nikita hizo una mueca.
—Los considero, no quisiera estar en sus zapatos.
—No lo necesitas, estarás en los tuyos, justo a su lado, ustedes también —Nikita abrió los ojos con sorpresa, Kaleb notó que Oskar y Kelly también miraban con atención, todos los ojos sobre el Comandante.
—¿Qué?
Él se encogió de hombros.
—Deben estar fuera de forma luego de descansar como ancianas todo este mes.
—Mierda —se quejó Oskar—. ¿Quién sugirió hacer esto? No puedo creer que tenga que entrenar con los novatos.
Kaleb estaba lejos de ser un novato, llevaba seis años en el servicio, pero no iba a quejarse, ellos probablemente tenían más de quince. Lo suficientemente justo.
—Dejen de quejarse como abuelas y tráiganme otra cerveza —el Comandante colocó su vaso vacío sobre la mesa de madera ignorando las quejas. Nikita lo fulminó con la mirada mientras agarraba dos vasos vacíos.
—Eres un hijo de puta.
—Mi madre cosería tu boca si te escucha.
—Traeré la cerveza —Nikita se puso de pie.
—Olvidé presentarlos, ella es Marcy, mi prometida, cariño, ellos son los nuevos, Paul y Kaleb.
Marcy sonrió con ternura, tenía puesto un top rosa claro y jean, los risos rubios caían enmarcando su rostro hasta los hombros, sus ojos azules brillaron, probablemente ni siquiera le llegara a los hombros a Oskar, pero hacía una bonita dupla con su prometido.
—Mucho gusto, los invitaré a comer pronto.
—Gracias.
—¿Y bien, casados, con novias? —preguntó Marcy con curiosidad, el Comandante y Oskar los miraron esperando la respuesta.
—Sander, acabo de notarlo, pero, ¿puedes beber, no estás tomando calmantes? —Nikita regresó a la mesa con una bandeja, el Comandante se encogió de hombros.
—No los tomo —Nikita no estaba convencido, pero de todas formas colocó un vaso de cerveza frente al Comandante, uno para cada uno de ellos y el último para él, la bandeja se la llevó otra persona.
—Entonces, ¿qué me perdí?
—Estábamos a punto de saber la situación sentimental de ambos —Nikita tomó un sorbo de su cerveza, también el Comandante.
—Tengo una novia, salimos desde la secundaria —Kaleb escuchó la respuesta de Paul y una gota de sudor bajó por su sien, no esperaba este interrogatorio y sinceramente no quería responder cuando llegara su turno.
—¿Viven juntos?
—No, aún no se muda.
—¿Padres?
—Mmm... sí, los llamo regularmente, aún no se acostumbran a tenerme lejos —Marcy se echó a reír como si eso no fuese una sorpresa.
—Puedo imaginarlo, los padres de Oskar aún no se acostumbran y lleva años en esto. ¿Qué hay de ti? —preguntó mirando hacia él.
Kaleb tragó, pero eso no alivió en nada el nudo en su garganta, todos lo miraban y eso era incómodo como el infierno, no quería decir nada debido a lo que había pasado con su antiguo equipo.
Kaleb miró a su Comandante buscando algo de ayuda, el hombre se encogió de hombros, ciertamente le dijo que ninguno pestañearía por la noticia, pero tampoco quería una demostración.
—Nada, no hay nada, ni nadie.
—Vamos, no diremos nada si estás en algo complicado con tu novia —Kaleb miró al Comandante nuevamente, él suspiró.
—Marcy, suficiente, si no quiere hablar no lo obligues.
—¿Padres?
—No los hay —murmuró, no era una mentira del todo ahora que no querían saber de él. Marcy abrió los ojos y se disculpó, ella miró a Oskar buscando ayuda.
—Todo bien.
—¿Hay algo que tengas que decirnos? —Oskar arqueó una ceja, Kaleb apretó los labios, lo que menos quería era hacer las cosas incómodas con su equipo.
Diablos, de eso dependía su vida en el campo y nadie mejor que él lo sabía.
—No.
Oskar miró a su Comandante.
—Sander, ¿hay algún problema?
—Él lo dirá cuando quiera —dijo tomando un sorbo.
—No será un problema para el equipo, ¿verdad?
—En absoluto, no será un problema —Oskar miró a Paul.
—Bien, ¿por qué te transferiste, chico?
—No fue una opción en este caso, me necesitaban en esta base y aquí estoy.
—¿Eres tan bueno?
Paul sonrió y pestañeó como si estuviese coqueteándole, esta era la camaradería que quería tener con sus compañeros, pero después de lo último estaba sinceramente jodido.
—Sí, me lo agradecerás cuando estemos desplegados, quizás dejes a Marcy para casarte conmigo de lo bueno que soy cuidando de ustedes.
Marcy besó la mejilla de su hombre.
—Nadie lo va a cuidar como yo, ¿cierto, cariño?
—Sí, es bonito, pero tú más —respondió el hombre haciéndolos reír, Nikita miró hacia él haciéndolo tensar.
—¿Qué hay de ti?
—Prefiero no decirlo, lo siento.
—Estás lleno de secretos, Kaleb, no es bueno —Oskar lo miró con una ceja arqueada, Kaleb se puso de pie.
—Iré al baño.
Kaleb caminó hacia el baño y lavó su rostro, se miró en el espejo viendo su rostro mojado, sus manos se aferraron al mármol del lavamanos. Debido a su antiguo equipo estaba jodiendo las cosas con el nuevo, pensó que no habría problema alguno, pero no, ellos seguían ahí jugando con su mente.
No quería que lo trataran con indiferencia otra vez, que no cubrieran su espalda cuando era justamente lo que tenían que hacer. Kaleb confió con su vida en las personas equivocadas y evidentemente no estaba preparado para intentarlo de nuevo.
—Estás pensándolo demasiado, Kaleb.
Kaleb giró la cabeza viendo a su Comandante recostado en la pared cerca de la puerta, las muletas estaban descansando bajo sus brazos, Kaleb cuadró su postura.
—Señor.
—Sander, puedes llamarme así, te dije que no les molestaría.
—Sí, lo sé, pero...
—Escucha —dijo el Coman... Sander cojeando cerca de él—. Aún no tengo los detalles de lo que pasó con tu antiguo equipo. Pero ya no estás con ellos, esos hombres haciéndote todo tipo de preguntas que no quieres contestar me han visto besarme con tipos y ni siquiera pestañaron, sé que irás a tu ritmo y lo dices si quieres, no es una obligación.
Kaleb asintió.
—Pero diciéndolo te sentirás mejor, tendrás más confianza en ellos, sabrás que tendrán tu espalda, así que cuando estés listo puedes decirlo, sólo vine a recordarte que no hay nada malo, ni habrá.
—Sí, gracias —Sander palmeó su hombro.
—Si tienes algún problema puedes hablarlo conmigo.
—Gracias —repitió.
Sander asintió y tomó sus muletas de vuelta pero de alguna manera logró resbalar.
—¡Ugh!
Kaleb lo agarró con fuerza, su mano derecha se aferró a los músculos duros de su cintura y la izquierda a su hombro. El Comandante quedó apoyado contra el mármol con un tipo de uno noventa presionándolo, Sander era unos centímetros más alto y que lo condenaran si eso no le encantaba, todos sus novios eran bajos y nunca con tanto músculo.
Sander hizo una mueca.
—Dios, malditas muletas, no me acostumbro.
—¿Estás bien? —preguntó Kaleb presionándolo aún más, Sander, quien estuvo mirando sus muletas esta vez puso los ojos en él.
—Ah... ¿sí?
Kaleb tragó mirando sus labios, sólo tenía que acercarse unos pocos centímetros y sus bocas entrarían en contacto, la primera vez que lo vio lo que más detalló fueron sus labios y no podía dejar de pensar en ello.
¿Qué sabor tendría, el de la cerveza y qué más?
Kaleb lamió sus labios.
—Yo...
—¡Sullivan! —Kaleb dio un paso atrás al instante, el apellido lo hizo entrar en razón.
Estuvo a punto de besar a su Comandante, esto podría traerle más que problemas. Mordió su labio inferior y se apoyó en la encimera de mármol intentando calmarse.
Estaba completamente avergonzado, sabía que Sander, no, su Comandante había notado su erección mientras estaba contra él.
—Lo siento.
—Todo bien, te estaremos esperando fuera, incorpórate cuando te calmes.
—Sí, lo siento —repitió mirando a la pared del otro lado, no quería mirarlo a los ojos luego de la escena. Por Dios, nunca le había pasado nada como esto.
—No hay problema, Kaleb —Kaleb se estremeció ante su nombre otra vez—. Los jóvenes tienen a veces este tipo de situaciones.
Kaleb no dejó de ver la pared hasta que escuchó la puerta cerrarse nuevamente, nunca había pasado por una situación como esta, nunca estuvo atraído hacia un superior, ni siquiera le gustaban los militares en el sentido sexual.
Le gustaban los hombres sencillos, bonitos, pequeños, no como Sander. Él era todo lo contrario a su tipo ideal y parecía tener una atracción irresistible hacia el maldito hombre.
Maldición, y esta era la segunda vez que lo veía.
Los jóvenes tienen erecciones a veces, sí, por supuesto, le pasó cuando era un adolescente hormonal que ni siquiera podía voltear a ver a un chico lindo, pero...
No era un adolescente, ya tenía veinticinco años.
Este nivel de deseo no se debía a hormonas de adolescente.
Genial.
Ahora parecía tener un Crush con su maldito Comandante y eso no era bueno. Esto era lo peor que le había pasado y lo más sensato sería pedir un traslado, el problema era que acababan de trasladarlo, por lo que tendría que esperar al menos un año más para pedirlo de nuevo.
No era una opción.
—¡Mierda! —gruñó mirándose en el espejo.
Mas le valía controlarse o estaría fuera antes de saberlo.
No más Sander, a partir de ahora, sólo era su Comandante.
No podía existir nada más o estaría en problemas.
Serios problemas.
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