17🏅
Sander tocó en la oficina de su superior y abrió al recibir el consentimiento, el Coronel, que estaba rellenando algunos papeles sentado en su escritorio dejó lo que estaba haciendo para prestarle atención.
Saludó e hizo lo mismo, luego le ordenó tomar asiento, Sander estaba un poco nervioso por estar ahí, no habían muchas razones por las que tuviese que estar sentado frente al coronel.
Bueno, sí que podía pensar en una y tenía más de un metro noventa.
Sander apretó la mandíbula.
—¿Tiene alguna idea de por qué le dije que viniera?
Sander pestañeó, acababa de pensar en él, pero esperaba que no fuese por eso o en serio estaría completamente jodido.
—No, Señor.
—Sé que los resultados en el ejercicio de hace una semana no fueron buenos, pero se hicieron varias misiones y todas se completaron con éxito.
—Sí, Señor.
—¿Qué hay de Sullivan? —Sander tragó con nerviosismo.
—¿Qué hay de él?
—¿Tiene problemas aún? —Sander negó.
—No, la última vez fue por el shock de reunirse con el equipo Eco —el Coronel se encogió de hombros, Sander nunca lo había visto hacer ese gesto.
—Sí, fue la psicóloga quien sugirió la terapia de shock, no fue cosa nuestra.
—Oh.
—Funcionó, ¿cierto? La intención no era traumatizarlo—esta vez el Coronel se veía un poco preocupado por ello, Sander asintió, el método no fue tan bueno, pero definitivamente había funcionado.
—Creo que sí, hasta ahora no hay problema.
—Al menos no lo pusimos peor —replicó—. Comandante, lo propuse para un ascenso a Teniente Coronel hace unos días.
Sander se quedó de piedra por medio minuto, cuando se dio cuenta de que el Coronel esperaba su respuesta por fin dijo algo.
—Yo… uh, gracias, Señor.
—Sé que no quiere dejar su equipo y no tiene que hacerlo, no lo queremos fuera de ese puesto aún —Sander suspiró un poco más tranquilo ahora—. Eso es todo, le estaremos haciendo las pruebas correspondientes en cuanto acepten la solicitud.
—Gracias, me retiro — el Coronel asintió y regresó a lo suyo, Sander salió de la oficina con un nudo en la garganta.
Kelly se acercó en cuanto salió del pasillo, él también estuvo preocupado por su citación.
—Sander, ¿todo bien? —Sander se restregó la cara.
—Uh… si, me habló de un ascenso —Kelly se detuvo y lo miró fijamente.
—¿Es en serio?
—Sí —el golpe en su espalda llegó casi al instante.
—Bueno, felicidades.
—Aún no… —intentó decir, a Kelly no le importó gracias a su emoción.
—¿Cuándo celebramos?
—Ni siquiera está aprobado aún, deja la celebración.
—Que aburrido eres —se quejó una vez llegó al campo de entrenamiento.
—Cuido mi billetera —Kelly torció los ojos.
—Por Dios.
Sander miró alrededor, Oskar y Nikita estaban enseñándole algo a Paul, evidentemente ya Kaleb había pasado por la tarea ya que estaba sentado en el suelo y respiraba agitadamente.
Estaba sudado, por lo que la piel brillaba un poco, los labios resecos y sus ojos, Sander parpadeó cuando Kaleb alejó la vista de él con brusquedad, aunque esta no era la primera vez que sucedía.
Luego de la primera misión, hace una semana, Kaleb no quería hablarle, ignoraba sus mensajes y por supuesto que no se habían encontrado.
Sander tuvo que pensar bastante en algún motivo que ocasionara eso, no recordaba haber hecho o dicho nada malo, no como para tener esta indiferencia de Kaleb.
—Kaleb, ¿podemos hablar? —Kaleb apretó la mandíbula, obviamente le molestaba la idea, pero de todas formas se puso de pie.
—Claro.
—Te dejo con el novato —Kelly caminó hacia los demás, Sander cruzó los brazos y arqueó una ceja.
Estaba cansado de su maldita actitud y necesitaba respuestas.
—¿Vas a decirme que está pasando?
—No es nada, Comandante —Sander levantó las cejas.
—¿Comandante?
—Estamos en la base y dijimos que…
—Sé lo que dijimos, pero no me dejaste más opción que abordarte aquí —Kaleb lo miró fijamente como si no tuviese idea de lo que hablaba. Sander apretó la mandíbula, él no se estaba haciendo la idea.
—¿Opción?
—Ni siquiera contestas mis mensajes —replicó, Kaleb se encogió de hombros.
—Estuve ocupado.
—Yo di la misma excusa cuando no quería verte —Kaleb miró hacia los chicos y luego hacia él nuevamente.
—Necesito retirarme, podemos hablar después.
Después.
Esa era una buena palabra.
Por supuesto que hablarían después, iría a su casa y por fin se enteraría de lo que pasaba, la situación era insostenible.
Sander llenó a los niños de besos en cuanto llegó a casa y escuchó sobre el día a día, incluso el pequeño perro amarillo al que le habían puesto Pikachu estaba ahí para recibirlo moviendo la cola con alegría.
Dios santo, odiaba el nombre, aún estaba intentando convencer a los niños de cambiarlo antes de que fuese demasiado tarde, no se veía gritándole al perro por ese nombre.
Qué vergüenza. Los niños se estaban arruinando con el televisor.
—Mmm… ¿Qué quieren hacer ahora?
—Ver muñes —respondió Cloe con emoción luego de comer, Sander sonrió.
—¿Por qué no jugamos algo?
—No, quiero ver muñes —entonces Cloe se enojó. Sander suspiró, no podía decirle que no, esperaba al menos que no fuesen los de ese ratón amarillo en el que se habían inspirado para el nombre del perro.
Se sentó en el sofá y Cloe subió a su lado para acurrucarse en su regazo, Morgan, quien hasta ahora estuvo cargando al perro lo dejó en la alfombra y subió del otro lado.
Sander se echó a reír mientras encendía el televisor y se reproducían los animados, era sobre la princesa que Cloe imitó en el Campamento.
Dejó el control remoto a su lado y acarició la cabeza de ambos suavemente para ayudarlos a dormir, Cloe fue la primera en caer, ella se acurrucó aún más diciendo algo sobre la princesa y Morgan sólo aguantó cinco minutos más.
—¿Necesitas ayuda? —preguntó su padre acercándose, Sander sonrió—. Ven aquí —murmuró cargando a Cloe, la niña dijo algo sobre querer ver la película, pero de todas formas abrazó a su abuelo.
Sander cargó a Morgan y luego de subir las escaleras lo dejó en su cama, su padre fue quien apagó la luz.
—Saldré por un rato —avisó estirándose, David arqueó una ceja.
—Sí, bueno, ya me parecía extraño que no salieras esta semana.
—¿Qué? —David se encogió de hombros.
—Sabemos perfectamente que sales en las noches, bueno, salías —corrigió, Sander tragó, creyó que fue bastante discreto con el tema.
—Mmm… yo… no… bueno…
—¿Por qué estas tan nervioso? —David se burló golpeándole el hombro—. Ya no eres un adolescente, eres adulto, y puedes ir a donde quieras.
—Claro, entonces, me voy.
—¿Vas a traerla en algún momento?
—No, no creo que lo haga —respondió, sobre todo porque no era mujer en absoluto y era su subordinado. David de encogió de hombros.
—Bueno, intenta convencerla, hace poco parecías más feliz.
—Que descanses.
Sander condujo e hizo la rutina que acostumbraba hasta casa de Kaleb, tocó la puerta una vez estuvo ahí, Kaleb abrió enojado y quejándose desde el otro lado.
—A ver, ya dije que no quiero una jodida c… —el chico abrió los ojos cuando se dio cuenta de quién era—. Sander.
Sander se cruzó de brazos y lo miró.
—Bueno, al menos ya estoy informado de que no quieres una jodida.
Kaleb se veía confundido, para estarlo, Sander no le había avisado que vendría, ya que Kaleb estaba negándose todo el tiempo, inventando excusas cuando obviamente estaba en casa.
—¿Por qué estás aquí?
—Porque estás ignorándome obviamente —mencionó con enojo, Kaleb arqueó una ceja.
—Ya sabes cómo se siente.
—¿Vas a dejarme entrar o discutimos aquí para que todos se enteren? —para su sorpresa Kaleb lo pensó, no quería dejarlo entrar.
—Entra de una vez —accedió por fin. Sander pasó y se apoyó en el sofá, Kaleb se acercó, pero no lo suficiente, ya que él no empezó la conversación Sander se animó planteando un hecho.
—No recuerdo hacer nada que merezca tu comportamiento.
—¿Qué comportamiento? —Kaleb arqueó una ceja, Sander suspiró, odiaba la falta de comunicación cuando estaba en una maldita relación.
—Ni siquiera me hablas e ignoras mis mensajes.
—Tenía cosas que hacer —Sander se carcajeó sin nada de gracia, Kaleb pareció olvidar que era terrible para mentir.
—¿Cosas que hacer? No me mientas en la cara porque no soy estúpido.
Kaleb suspiró mientras negaba, él se acercó.
—Ya que no entiendes indirectas voy a tener que decirlo.
—Adelante —Kaleb tomó aire antes de hablar.
—Ya tuve suficiente, obtuve lo que quería, y es hora de alejarse.
—¿Obtuviste lo que querías? —repitió Sander arqueando una ceja, Kaleb asintió.
—Exactamente.
—Esto es una tontería, si sólo hubieses querido follarme te habrías ido hace un buen tiempo —dijo dando un paso al frente, Kaleb mordió su labio inferior.
—Dejémoslo aquí, sólo regresemos a lo de antes.
Sander se echó a reír, esa oración no tenía sentido alguno.
—No hay un antes, Kaleb —sentenció haciendo una señal entre ellos—. Antes no fuimos amigos, y tampoco compañeros, siempre fue esto, lo que sea que fuese.
Kaleb se encogió de hombros.
—Bueno, podemos ser sólo compañeros.
—No, primero vas a decirme qué te pasa y luego hablamos sobre esto. ¿Tu hermana está bien?
—Bien no está, pero tampoco está peor.
Sander apretó la mandíbula, no entendía este maldito comportamiento, la última vez sólo era Kaleb enojado por la situación de su hermana, pero si estaba bien no tenía una maldita justificación para esto.
—Entonces fui yo. ¿Dije algo?
—Sander, basta. Esto fue interesante, lo admito, tener este tipo de relación ilícita con mi Comandante fue una experiencia increíble, pero tiene que terminar ahora —Sander suspiró.
—¿Entonces no tengo ni voz ni voto en esto? ¿Tú decides cuando empezar y terminar?
—Sí, eso, ahora vete —señaló la puerta, Sander lo repasó, Kaleb estaba completamente tenso, definitivamente no cómodo con lo que estaba diciendo.
—Mi madre tiene razón, eres un mentiroso de mierda.
Kaleb lo fulminó con la mirada.
—Sabías que esto iba a pasar tarde o temprano, esta cosa entre nosotros no iba a durar, tú y yo queremos cosas diferentes.
—¿Y qué quieres que yo no puedo darte?
—Dejémoslo aquí —dijo tercamente.
—Kaleb.
—No vas a poder dármelo como mismo no puedo darte lo que quieres.
—¿Qué es eso?
—Ya tuve suficiente de esta aventura, tratemos esto como… —Kaleb se calló, Sander achicó los ojos.
—¿Cómo si no hubiese pasado?
—Como quieras —replicó.
—¿No crees que estas siendo un hijo de puta al hacerme esto?
—Vamos, Sander, era sólo sexo, algo que podemos conseguir en cualquier parte —Sander dejó salir una risa y se pasó la mano por el pelo.
—No puedo creer lo que escucho, me convenciste de meterme en esto y ahora quieres que haga como si no hubiese pasado nada.
—¿Quieres seguir vigilando alrededor cada vez que estoy contigo? —preguntó de repente—. Fue divertido, pero no vamos a ser más que esto, no voy a ser tu novio o lo que jodidos quieras, y no voy a permanecer a tu lado ayudándote a criar a tus hijos, busca a esa mujer que tanto quieres y déjame en paz.
—Bien, dejémoslo aquí, es una pena que tenga que verte en la base.
Kaleb lo miró con nerviosismo.
—Yo…
—Ni una palabra más —ordenó Sander mirándolo fijamente, Kaleb apretó la mandíbula.
Sander dio un paso al frente, Kaleb retrocedió, lo hizo otra vez hasta que el chico quedó recostado en la puerta. Sander se apoyó a la madera y bajó la cabeza para besarlo.
Kaleb abrió la boca para él al instante y dejó que el beso se profundizara, sin embargo, sus manos no se movieron de su lado, no se aferró a su cadera o la espalda.
Sander le mordió el labio inferior arrancándole un gemido que al parecer no volvería a escuchar.
—No te arrepientas de esta maldita decisión, Kaleb —Kaleb ni siquiera pestañeó.
—No lo haré —Sander acarició el labio inferior maltratado por la mordida.
—Una vez me vaya no voy a regresar, no suelo hacerlo —especificó.
—Y yo no me arrepiento de mis decisiones.
Sander dio un paso atrás, Kaleb por fin se alejó dejándole el camino libre para abrir la puerta y largarse de una vez.
¿Por qué lo estaba pensando tanto?
Él tuvo la culpa al desarrollar estos sentimientos hacia Kaleb, en teoría no debía ser así, sólo sexo como mencionó Kaleb.
Pero Sander nunca supo cómo proteger su corazón de este tipo de situaciones.
Dijo que esperaría la decisión de Kaleb y aquí estaba.
Kaleb quería que se alejara y él tenía que respetar la maldita decisión aunque no le gustara.
Sander abrió la puerta y salió, Kaleb no lo detuvo, ni siquiera salió mientras se alejaba y dolió más que cualquier cosa hasta ahora.
Porque en el fondo, muy en el fondo esperaba que Kaleb de alguna manera sintiera algo por él e intentara conservarlo.
Era un pensamiento estúpido.
Ninguno de los dos podía querer más.
Lo mejor era alejarse, pero se sentía como si estuviesen acuchillando su corazón reiteradamente.
Esto le enseñaría a nunca correr peligros innecesarios.
Enamorarse de Kaleb fue algo estúpido de su parte y ahora vendrían las consecuencias.
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