10🏅
Kaleb se levantó de repente respirando de forma caótica, no era una sorpresa que en su estado mental soñara otra vez con su evento, la psicóloga dijo que nunca desaparecería. Se sentó y suspiró, Sander se removió detrás de él, aún seguían en el sofá y dormir de forma incómoda no había ayudado con la pesadilla.
—¿Estás bien? —preguntó Sander sentándose y mirándolo.
—Eso creo, de todas formas tengo que irme —Sander miró su reloj.
—Aún no, son las tres de la madrugada, tu vuelo sale a las cinco.
—Hasta aquí llegó mi horario de sueño —se quejó frotando su barbilla, necesitaba rasurarse o su hermana creería que era un vagabundo.
—¿Qué tan frecuente es esto?
—No mucho, sigue durmiendo —Sander se encogió de hombros.
—Mi horario de sueño también está jodido, puedo hacerte compañía.
—Siento que mi actitud de ayer.
—Todo bien, no te preocupes por eso.
—Debí escribirte para que no vinieras —murmuró, Sander se puso de pie y trató de estirarse.
—Estoy bien, deja de mencionarlo, ¿nos vamos un rato a la cama?
—¿Te duele la espalda? —Kaleb intentó aguantar la risa, Sander lo fulminó con la mirada.
—No te rías, no es tan malo, además, mi cuerpo no está preparado para malas noches cuando no estoy de servicio.
Kaleb se echó a reír está vez y empezó a caminar a su habitación, una lástima que comprara esa cama y no durmiesen en ella.
—Vamos, tengo que darme un baño y preparar mi bolsa de todas formas.
—¿Estás mejor? —preguntó Sander agarrando su brazo a penas abrió la puerta.
—Sí, mejor que ayer, gracias.
—Por lo menos el té de mi madre sirvió para algo.
—Sí, es bueno—Sander asintió, Kaleb colocó una mano en su mejilla—. ¿Estás replanteándote las cosas ahora?
Sander arqueó las cejas como si la pregunta fuese estúpida, probablemente lo era.
—Claro que no —murmuró entrando y acostándose en su cama, él colocó una almohada bajo su cabeza y se puso de lado para mirarlo. Kaleb metió algunas cosas en su bolsa bajo su atenta mirada.
Regresó luego de terminar con su mochila y se sentó en la cama, suspiró mirándolo.
—¿De verdad no estás arrepentido de esto?
Sander se colocó bocarriba para poder mirarlo mejor, Kaleb tragó con nerviosismo, no había firmado para esto, quedaron en ser… bueno… no habían hablado de eso y quizás era lo que estaba molestándolo tanto.
Carajo, no debería molestarle, todo estaba más que claro en su cabeza, tenían un límite de un año y luego desaparecería.
—Todos tenemos problemas y necesitamos apoyarnos en los demás, me quedé porque quería hacerlo, está bien depender de alguien de vez en cuando.
Kaleb mordió su labio inferior.
—¿Qué le pasó a la madre de los niños? —Sander tragó, la pregunta fue una completa sorpresa y Kaleb no debió ser tan indiscreto—. Lo siento, no debí preguntar, no es mi asunto.
—Está bien, sucedió hace tres años, la asaltaron cerca del centro comercial.
—¿No estaba con los niños?
Sander se frotó la frente.
—No, gracias al cielo no.
—¿Cómo…?
—Yo estaba desplegado y ella fue al centro a comprar algo que querían los niños, ocurrió a penas estacionó, se llevaron su teléfono, la cartera y la apuñalaron antes de robarle el auto.
—¿Lo atraparon? —Sander sonrió de medio lado.
—A los dos, por lo menos pude cerrar la maldita página.
—Siento hacerte recordar eso.
Sander hizo un espacio en la cama y acostándose de lado palmeó el lugar libre, menos mal había comprado una cama grande.
—Ven aquí —Kaleb se acostó mirando hacia él, Sander acarició su mejilla.
—¿Qué pasa?
—¿Cómo te sientes?
—¿Sinceramente? —suspiró cerrando los ojos por un momento—. Terrible, cada vez que recuerdo para qué hago este viaje me siento enfermo.
La mano de Sander bajó y le frotó el pecho suavemente.
—Mmm… puedo imaginarlo, pero… —Kaleb mordió su labio inferior, tenía una idea de cuál era su pensamiento.
—¿Pero qué, al menos podré despedirme?
—Sí, creo que eso es bueno y vas a necesitarlo.
Sander lo decía en serio, él no había podido despedirse de su esposa, fue repentino y nadie estuvo preparado para perderla, tan diferente a su situación.
—¿Cómo superaste su…? Ya sabes —murmuró, Sander suspiró.
—No se supera, Kaleb, vives con eso cada día de tu vida, con ese vacío que dejó, pero con el tiempo se hace más fácil.
—¿Fácil?
—Sí, es una forma de decirlo, en realidad se hace más tolerable.
Kaleb tendría que entenderlo él mismo cuando sucediera, esperaba que no fuese pronto.
—¿Puedo llamarte cuando regrese?
—¿Cuándo regresas?
—En la noche —Sander levantó una ceja.
—¿No vas a quedarte?
—En realidad me sorprendería que mi padre me deje hablar con ella, imagina si va a quererme allí más tiempo.
Sander sonrió de pronto.
—Podemos hacer algo mejor —Kaleb lo miró—. Vernos, puedo recogerte en el aeropuerto y llevarte a casa, si los niños aún están despiertos quizás te ayuden. Cloe habla mucho, es difícil concentrarse con ella cerca.
—Te tomaré la palabra, ahora iré a darme ese baño —murmuró apoyándose en su antebrazo y besándolo suavemente. Sander le arrugó la ropa y mordió su labio inferior al separarse.
—Ahora ve a bañarte —replicó empujándolo—. Estaré esperándote aquí.
Kaleb caminó al baño con su toalla y ropa en la mano, se dio un baño y rasuró, una vez salió completamente vestido vio a Sander sobre su cama, no pudo evitar sonreír viendo la escena.
Estaba dormido de lado, una de sus manos estaba bajo la almohada, la otra descansando sobre la cama, tenía unos hábitos de sueño increíbles para estar en el servicio. Kaleb solicitó un taxi y se sentó junto a Sander mientras esperaba.
Cogió un lapicero de su bolsa y buscó un papel, escribió su hora de llegada y un agradecimiento, pegó el post-it en la baranda de la cama donde Sander definitivamente miraría y salió.
Luego de subir a su taxi tuvo que esperar una hora hasta su hora de vuelo, Kaleb no estaba emocionado de volver, menos con ver a su padre, porque definitivamente estaría ahí.
Luego de una hora de viaje por fin estuvo en el lugar, tomó un taxi directamente al hospital, Kaleb no perdería el tiempo tratando de visitar a su hermana mayor, tampoco intentando convencer a su madre de hablar con él.
Era una maldita decepción para todos y eso no cambiaría ahora.
Justamente lo que les molestaba de él no cambiaría.
Kaleb caminó por el hospital buscando el lugar correcto, su hermana siempre era internada en la misma habitación, su padre fue a la primera persona que vio al llegar, se alegró por eso, ver a su madre llorar de decepción frente a él era incluso peor que la ira desbordante de su progenitor.
—¿Qué haces tú aquí? —le gruñó en cuanto se acercó al pasillo de la habitación de Susan.
Su padre seguía igual que siempre, estoico, como si fuese una maldita pared, el cabello rubio canoso y esos fríos ojos azules. Kaleb apretó la mandíbula, no esperaba un buen recibimiento de todas formas.
—Sólo déjame hablar con ella y me iré otra vez.
—No vas a ver a mi hija —Kaleb arqueó una ceja y se aferró al asa de su mochila.
—Por si no lo recuerdas es mi hermana y quiero verla —su padre hizo una mueca de disgusto, como si se hubiese topado con una repugnante cucaracha, al menos eso le hacía sentir.
—No, te dije ese día que ya no formabas parte de esta familia.
—Me quedó lo suficientemente claro, sólo déjame despedirme —dijo mirando hacia la habitación de Susan, estaba tan cerca, sólo unos pasos y estaría ahí, su padre se puso justo en el medio cubriendo su vista.
—No, así que regresa a ese maldito lugar del que viniste.
—Vas a tener que sacarme a la fuerza —su padre sonrió con suficiencia.
—¿Crees que no puedo hacerlo?
—Que quede claro que no te lo pondré fácil —gruñó fulminándolo con la mirada.
Kaleb escuchó un ruido y miró a la puerta que minutos antes estuvo cerrada, ahora Susan estaba en el suelo gimiendo de dolor.
Kaleb empujó a su padre y corrió hacia ella.
—¿Estás bien, por qué te levantaste? —la cargó y logró acomodarla en su cama.
—Los escuché discutir —su padre entró y cruzó los brazos.
—Sal de aquí ahora, no eres bienvenido.
Susan miró a su padre con fiereza, definitivamente había heredado eso de él, su padre estaba recibiendo un poco de su propia medicina.
—Es bienvenido, yo lo quiero aquí, y no se irá, le pedí a Kaleb que viniera y vas a dejarme hablar con él.
—No —dijo de forma terca, Susan gruñó.
—¿Qué pasa contigo? Podría morir en cualquier momento, sólo quiero hablar con mi hermano.
Su padre apretó la mandíbula y miró hacia él.
—Pueden hablar, pero luego te vas.
—Sí —dijo viéndolo salir de la habitación, la puerta fue cerrada con más fuerza de la necesaria.
—Sólo tú podrías convencerlo de algo.
—Lo sé —ella sonrió.
Kaleb se sentó en la cama y acarició su mejilla, Susan estaba pálida, el cabello rubio corto y extremadamente delgada, cargarla no fue un esfuerzo, apretó la mandíbula.
—Entonces, ¿por qué estoy aquí?
Susan agarró sus manos y apretó, su sonrisa fue entre lo agradecida y lo triste.
—Lo sabes, quería verte personalmente antes de que ocurriera.
—No hablemos de…—la voz de Kaleb se quebró, Susan apretó su agarre.
—Shshsh… sé que no quieres hablar de ello, pero es una realidad, sucederá y quiero despedirme.
—Susan… —ella acarició su mejilla suavemente.
—Te amo, no importa la situación con nuestra familia, eres y siempre vas a ser mi hermano, el favorito —Kaleb se echó a reír a pesar de sus ojos cristalizados.
—También eres mi hermana favorita.
—No llores —pidió secando su mejilla, Kaleb mordió su labio inferior—. Voy a regresar al lugar del que vine un poco antes, pero está bien, sé que después de tener una satisfactoria vida nos veremos ahí.
Kaleb lloriqueó, Susan lo abrazó.
—No quiero que pase, no estoy listo para dejarte ir.
—Lo estás, escucha —dijo empujándolo para que la mirara a los ojos otra vez—. Voy a estar bien, cuidaré de ti donde quiera que esté, siempre voy a estar contigo, justo aquí —dijo señalando su lado izquierdo del pecho, su sonrisa fue más grande esta vez—. Así que no me voy a ir nunca.
—Te quiero, tienes que saber eso.
Susan le acarició las mejillas.
—Lo sé, créeme que lo sé.
—¿Ahora vas a decirme que pasó, por qué tuviste que irte? —Kaleb hizo una mueca y se alejó levemente.
—Está bien, no tienes que saber esas cosas, no te preocupes por…
—¿Fue por tu orientación, porque te gustan los chicos? —Kaleb la miró, Susan fue la única de la familia que supo sobre ello en su momento.
—Susan…
—No puedo creerlo —gruñó ella por lo bajo, Kaleb sonrió.
—Ya basta, dije que está bien, ¿vale?
—Sí —replicó no muy contenta, sus ojos brillaron esta vez—. ¿Cómo te llevas con tu nuevo equipo?
—Son geniales, me acogieron como si fuese parte de la familia —Susan dejó salir un pequeño suspiro.
—Al menos tendrás una familia ahora.
Kaleb agarró su mano.
—Eh, tú eres mi familia —Susan lo miró con lástima.
—Pero pronto no estaré —Kaleb apretó la mandíbula, aún no había hecho las paces con eso, su hermana acomodó la cabeza en la almohada y lo miró—. ¿Ya conseguiste novio?
—Sólo llevo unas pocas semanas ahí —ella levantó una ceja.
—¿Desde cuándo te hace falta más?
—Susan… —ella hizo un puchero, el puchero con el que conseguía cada maldita cosa que quería.
—Cuéntamelo, vamos, concédeme ese deseo.
—No salimos —admitió, Susan sonrió con satisfacción y se acomodó para escuchar su desastrosa vida amorosa.
—¿Entonces?
—Sólo… uh… no lo sé… lo que se dé, ¿vale? —abrió los ojos con sorpresa.
—Oh, es una de esas relaciones modernas de las que hablan las enfermeras —Kaleb achicó los ojos mirando a su hermana menor.
—Señorita, tengo que hablar con esas enfermeras para controlar lo que dicen frente a ti.
—Déjalas en paz, es mi único entretenimiento, háblame sobre este chico —Kaleb se echó a reír escuchándola.
—Tu padre podría infartar si estuviese cerca.
Ella hizo un ademán con la mano desechando la idea.
—No está cerca, no quiere escuchar lo que hablamos.
—Es apuesto —Susan arrugó la nariz.
—¿Sólo eso?
Kaleb pretendió pensar.
—Mmm… atractivo, mandón a nivel extremo y terriblemente terco.
—¿Si? —murmuró ella con una sonrisa, Kaleb sonrió de vuelta y asintió.
—Me costó un poco convencerlo.
Susan se sentó y abrazó su almohada, ella estaba genuinamente sorprendida.
—¿En serio fue capaz de resistirse a mi hermano? —Kaleb se encogió de hombros como si no fuese importante.
—Sip, es uno de esos que puede conseguir lo que quiera, lo mejor.
—Pero ahora te tiene a ti —Kaleb se echó a reír.
—Bueno, soy lo mejor que podrá encontrar en su vida.
—¿Y qué más? —Kaleb suspiró, lo diría, de todas formas no estaba diciendo nada relevante.
—Tiene dos hijos y son increíblemente tiernos.
—Así que estás de padrastro.
—Te dije que no salimos —Susan sonrió con complicidad.
—Bueno, trata de convencerlo de salir contigo, te ves feliz cuando hablas de él —dio un pequeño golpe en la almohada.
—Silencio, oxigenada.
Susan hizo una mueca y tocó su cabello corto.
—Soy natural y también eres rubio —Kaleb se encogió de hombros—. Quisiera tenerte cerca, verte cada vez que quiera —dijo Susan de pronto, Kaleb agarró su mano.
—Puedo pedir un permiso y…
—No, podemos hacer videollamadas, estar cerca de papá no es bueno, él podría hacer algo y no quiero eso, ya tuve suficiente con el día de hoy.
—No me importa lo que piense papá —gruñó de vuelta, Susan lo miró.
—No te quiero aquí cuando suceda, prefiero tenerte lejos, no verás esa parte fea de la situación, sólo llévame flores el día de mi cumpleaños —Kaleb hizo una mueca.
—No te voy a regalar esas flores feas que tanto te gustan —la queja vino al instante, Susan le dio un golpe en el hombro.
—Eh, son lindas, sólo que tú tienes malos gustos, si llevas otra cosa me aseguraré de que duermas con frío todas las noches.
—Bien, no me maldigas.
Susan se echó a reír y luego de eso hablaron por lo que parecieron horas hasta que su padre entró nuevamente diciendo que su madre pronto estaría ahí y ya era hora de irse.
Kaleb dejó un beso en la frente de su hermana y se retiró. Definitivamente no podía lidiar con su madre ahora mismo.
—Espero que no regreses —mencionó su padre a su espalda, Kaleb apretó la mandíbula, sabía que no lo dejaría ir en paz, se giró para ver su mirada endurecida.
—Eso es algo muy feo para decirle a tu hijo.
—Ya no tengo hijo —Kaleb lo fulminó con la mirada.
—Estuve jodidamente perdido durante tres días completos, me torturaron, llegué a casa completamente roto y no te importó un carajo —su padre ni siquiera se inmutó—. El único problema era que tu hijo gustaba de los hombres, para que te enteres, papá, no soy el único gay de servicio, ni tampoco el último, ya eso no es prohibido.
—Es una pena que no trajeran tu cuerpo de ese maldito bosque, al menos eso hubiese sido honorable —Kaleb negó con decepción, sabía lo que obtendría de él y aún así conseguía lastimarlo.
—Ya veo, con un maldito Corazón Púrpura al menos hubieses estado orgulloso de tu hijo y nadie se enteraría de sus preferencias.
—Exactamente, pero ni eso pudiste hacer bien.
—Espero que nunca te arrepientas de decirme eso —murmuró dándole la espalda.
Kaleb no miró atrás, ya no estaba atado a este hombre, ya no más hacer algo para hacerlo sentir orgulloso. No tenía que seguir escondiéndose por miedo a su reacción, tampoco quería o necesitaba su reconocimiento.
De todas formas, nunca lo obtendría.
Kaleb esperó en el aeropuerto su vuelo y embarcó luego de dos horas de espera, el asiento que le había tocado no era lo suficientemente cómodo, pero eso no fue lo que lo mantenía despierto.
Pensar en su padre lo tenía mal, saber que su hermana estaba cerca de tanto veneno lastimaba, al menos se lo arrojaba a él y no a Susan.
Kaleb bajó de su avión y caminó por el aeropuerto, apenas salió vio a Sander a su derecha, llevaba un jean negro haciendo conjunto con una camisa blanca, las gafas estaban ocultando sus ojos, hasta que las quitó y le sonrió haciendo que su pecho se oprimiera.
—Es bueno verte aquí —mencionó caminando hacia él, Sander colocó sus gafas en el cuello de su camisa y le indicó que entrara.
—Dije que vendría a recogerte.
Kaleb dio la vuelta y se sentó, miró alrededor mientras Sander se acomodaba a su lado.
—¿Los cristales son tintados?
—Sí.
Kaleb ni siquiera lo dejó terminar, jaló su camisa y lo besó profundamente deslizando la lengua en el interior, recorriendo cada rincón. Sander lo agarró de la cintura y apretó mientras gemía.
Su amante respiró e intentó hablar, Kaleb volvió a besarlo deslizando la mano libre por su mejilla. Sander chupó y mordió cuanto quiso y Kaleb jadeó cuando se alejaron otra vez.
—Esta bienvenida me gusta más —Sander se echó a reír.
—¿Cómo te fue?
Kaleb lamió sus labios, Sander siguió el movimiento.
—Tuve una pelea con mi padre, lo demás fue bien, no fue fácil, pero Susan obtuvo lo que quería, despedirse de mí personalmente, hablaremos periódicamente —Sander suspiró y acarició su mejilla, sólo un pequeño toque.
—Eso es bueno, pareces mejor.
—Algo así, me di cuenta de que tenías razón, puedo despedirme de ella, que es más de lo que van a tener algunas personas con sus seres queridos —Sander asintió.
—¿Cómo está ella?
Kaleb se encogió de hombros, en realidad esperaba que su hermana se deshiciera asiera en lágrimas, sin embargo el que terminó en la situación fue él, Susan era más fuerte de lo que aparentaba.
—No parece tan asustada como esperaba, eso fue tranquilizador y terrorífico a partes iguales.
Sander le acarició la parte posterior de cuello y suspiró.
—¿Comiste algo?
—No me sentía tan bien como para eso.
—Bueno, podemos intentar comer algo en… —Sander lo miró—. ¿Quieres ir a mi casa o te llevo a…?
—A tu casa, los niños aún deben estar despiertos.
—Sí, por cierto —dijo de repente, Kaleb frunció el ceño.
—¿Si?
—¿Olvidaste lo que dije sobre las notas?
—Ay, mierda —Kaleb hizo una mueca—. Estabas dormido y no quise despertarte.
—Hazlo para la próxima —murmuró Sander dejando un pequeño beso sobre sus labios, Kaleb sonrió—. O vas a saber cuánto me enoja eso. Ahora colócate el cinturón y prepárate para mis hijos, durmieron al mediodía y están francamente hiperactivos.
—Entonces comprobemos cuanto tardan en dormir luego de jugar conmigo —respondió colocándose el cinturón de seguridad, Sander hizo lo mismo de su lado y comenzó a conducir.
Estaba bien, Kaleb ahora tenía a estas personas alrededor, así que no debería importarle el rechazo de su familia, tenía a Sander, al equipo y a los niños.
Todo era temporal, pero disfrutaría de ello mientras durara, al carajo su padre con su maldita decepción, las lágrimas de su madre al verlo, la indiferencia, nada de eso importaba.
Estaba bien ahora y lo estaría por este año, tenía personas que iban a estar ahí para él cuando sucediera lo peor.
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