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Capítulo IV: Para animar a Obito.

Declaimer: Los personajes de Naruto NO son míos, pertenecen a Kshimoto, yo sólo los uso para crear esta historia, sin fines de lucro, con el único objetivo de hacer pasar un buen momento al lector.

Pareja: ObiIno

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La universidad de Konoha es una de las más prestigiosas del país, ahí se encargan de formar a los mejores profesionistas. Para lograrlo, el director de aquella extensa casa de enseñanza debe contratar a maestros perfectos, capacitados y sobre todo dedicados.

Uno de esos profesores es Obito Uchiha.

Él es un hombre de veinticinco años de edad, en ocasiones suele llegar tarde, pero eso es algo que no representa un gran problema para sus alumnos. (Los rumores que se escuchan por los pasillos, dicen que el tiempo de tardanza de Obito, es el que sus alumnos aprovechan para hacer su tarea). Obito es tal vez el más alto de su familia, y también el más carismático. Shisui y él siempre suelen mostrarse muy alegres con sus alumnos y otros profesores, a diferencia de Madara, Itachi y Sasuke, que son más serios.

Obito posee las características más distinguidas de su familia, ojos negros y cabello oscuro. También se puede observar a simple vista sus hombros anchos, y si Ino se esfuerza lo suficiente, logra ver lo que las camisetas de botones blancas esconden. Un par de brazos fuertes. A Ino, Obito le recuerda su primer amor, Naruto Uzumaki. Ambos tienen un corte de cabello muy parecido, una alegría que contagia a los demás, el hecho de ser un poco despistados, y por último, un gran sueño. Ser presidente de Japón. Ino creé firmemente que Obito y Naruto pueden llegar a cumplir ese sueño, a ella nada la haría más feliz.

Hace muchos años que no veía a Naruto, quién además de ser su primer interés amoroso, fue su primer beso. El rubio se había marchado junto a su familia para no volver. Al principio del curso, cuando Ino miró por primera vez a Obito, no pudo evitar compararlo con Naruto. Aunque rápidamente se percató de lo diferentes que eran a la vez. Obito tenía todo lo que le gustaba en un hombre, si tan sólo no tuviera esos años demás, o esa relación de maestro y alumna, seguramente a su familia le gustaría conocerlo.

Suspiró una vez más en el día, había escuchado por parte de Hinata, que Obito estaba decaído las últimas semanas. Y en realidad era algo que todos notaban. La sonrisa de su maestro era más apagada, no tenía el mismo brillo de antes. Según Hinata, Kakashi le confesó que había pasado una fecha dolorosa para ambos amigos. El aniversario luctuoso de su mejor amiga. Ino se sintió mal por Obito, quería ayudarle, consolarlo. Y Hinata le había dado la opción que en su interior, llevaba deseando desde que lo conoció.

—Y eso sería todo por hoy, pueden retirarse— anunció Obito Uchiha, llamando la atención de toda la clase y obligando a Ino a salir de sus pensamientos.

—Pero Obito-sensei, aún falta mucho para que su clase termine— le dijo Karin un poco preocupada, el examen de cálculo se acercaba pronto, además de la entrega del trabajo sobre las derivadas y sus aplicaciones. Todos estaban a la espera de que Obito resolviera sus dudas, terminar la clase temprano no les ayudaba.

Una serie de susurros comenzaron a llenar todo el salón, todos en apoyo a lo que Karin Uzumaki había dicho.

—No me siento bien, lo lamento. El trabajo sobre las derivadas me lo entregan a más tardar las dos— los alumnos que aún no habían comenzado su proyecto perdieron el color, Obito de pronto adelantó la fecha de entrega —Recuerden que tiene un valor importante para su calificación.

—Obito-sensei, usted dijo que teníamos hasta el viernes— habló Hinata para hacerle recordar.

—¿De verdad?

—Es cierto, Obito-sensei— la voz de Ino llamó la atención de Obito, ella era una chica muy dedicada a sus estudios, sabía que le diría la verdad —El trabajo es para el viernes.

—En ese caso...

—No, el trabajo es para hoy— Sasuke se levantó de su asiento con una carpeta en mano, si tenía la oportunidad de arruinar a su rival porque ella aún no terminaba el trabajo de Obito, no pensaba desaprovecharla.

—Entonces el trabajo se entrega hoy.

Para sorpresa de Sasuke, Ino también se levantó de su asiento, haciéndole entrega a Obito de una carpeta igual de presentable que la suya. Ambos se vieron de cierta manera desafiante, más por parte de Sasuke. Ino seguía molesta con él por haberla saboteado en el examen de Shisui.

—Vuelvan a sus asientos— pidió Obito al notar la hostilidad de Sasuke contra Ino.

—Suerte Yamanaka, la vas a necesitar— le susurró Sasuke cuando regresaban a sus lugares, lejos de la presencia de Obito.

—Adiós chicos. Si no lo terminan hoy, pueden traer el trabajo mañana. Pero tendrá menor valor.

Obito se fue sin hacer otro comentario, Ino quiso pasar de largo a Sasuke, (que seguía en su camino), para seguir a su profesor, pero Hinata tomó su brazo reclamando su atención.

—Necesito que me ayudes a terminar mi trabajo, por favor Ino-chan.

—Pero Hinata-chan...

—No quiero un calificación baja por entregarlo mañana— le rogó la Hyūga.

Ino observó a Obito cruzar la puerta y doblar por el pasillo. Soltó el aire de su sistema por la boca con una clara muestra de decepción. Ya sería en otra ocasión, ahora lo importante era ayudar a su mejor amiga.

—Está bien— accedió.

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Sasuke Uchiha era el único inconforme con el resultado de su proyecto, estaba completamente seguro de que Obito debía estar mal de la cabeza. El merecía un cien. La única en obtener esa nota fue su rival, Ino Yamanaka. El Uchiha se tenía que conformar con la misma calificación de Hinata Hyūga. O tal vez no, él no dejaría pasar el asunto con buena cara. Se encargaría de hablar seriamente con Obito.

—No puedo creer que lo hayas hecho, Ino-chan— Hinata esperó pacientemente a que todos salieran al descanso para poder hablar un poco a su amiga —Me dijiste que tú entregabas mi trabajo ayer porque sería un pretexto para acercarte a Obito-sensei.

—Hinata-chan— murmuró avergonzada, en momentos sentía que estaba siendo una mala influencia para su inocente amiga. 

—¿Cómo te fue con él?— indagó la ojiperla con gran curiosidad.

—¿Me estás preguntando cómo es Obito-sensei en la cama?— la molestó un poco Ino, consiguiendo hacer sonrojar a Hinata

—¡Ino-chan!— chilló la Hyūga, completamente ruborizada —Baja la voz, alguien puede escuchar.

—Por favor, nadie está en la facultad a la hora del descanso— respondió para defenderse.

—Pe-pero Ino-chan...

—Ya, ya, bajaré mi tono— su amiga se notó complacida al escucharla. Ino aprovechó para hablar nuevamente —¿Y bien?, ¿Quieres saber si está bien dotado?

Hinata sentía su cara arder, ya no soportaba más las preguntas de Ino. Era demasiado vergonzoso hablar sobre los encuentros íntimos de su amiga, aunque para Ino parecía como si solamente hablara sobre el clima. Negó tímidamente para responder a su última pregunta.

—Ino-chan...

—Bueno, sí lo está.

Hinata llevó sus manos a ambas mejillas para cubrirlas, le agradaba la idea de tener sexo con un hombre tan atractivo como lo era su profesor. Si no fuera porque ella ya salía con Tobirama Senju, probablemente sentiría un poco de envida de Ino. Claro, no en un mal sentido.

—¿Cómo fue?

—Es muy tierno, aunque también tiene su lado rudo— Hinata agachó la cabeza para no ver a Ino a los ojos, la vergüenza la invadía —Obito-sensei es encantador. No lo sé Hinata-chan, todos me hacen sentir linda.

—Es porque en verdad lo eres, tú eres muy linda— le dijo Hinata con una sonrisa casi maternal, apoyando su argumento escondiendo un mechón de su cabello rubio detrás de su oreja, para poder apreciar mejor su rostro.

—Pero, es diferente, quiero decir todos lo son. Con Shisui-sensei tengo la sensación de jugar con fuego, y que pronto me puedo quemar. Con Itachi-sensei me siento querida, siempre nos rodea un gran respeto mutuo. Y con Obito-sensei, revivo a mi primer amor. Sé que no son el mismo, y no intento compararlos, pero Obito-sensei me hace sentir como la niña de doce años que busca por primera vez el significado del amor. Todo esto es muy confuso, ¿Se puede amar a tres personas?

—Bueno, ciertamente nunca he estado en un dilema parecido. Pensé que esto sólo se trataba de algo de sexo para ti.

—No puedo verlo solamente como eso, en sus ojos, puedo ver el mismo sentimiento. Es el reflejo de lo que yo siento. Me gustan, y creo gustarles a ellos también.

—Supongo que deberás escoger en algún momento— Hinata se acercó más a su amiga para acariciar su espalda en señal de apoyo. No la culpaba por enamorarse de un hombre, tampoco porque se tratara de tres personas. Le daba pena que ella estuviera en un dilema tan grande.

—Es difícil.

—¿Buscarás a Obito-sensei?— le preguntó para cambiar el tema.

—Sí, pero será hasta la salida— Ino sonrió al imaginarse de nuevo entre los brazos del Uchiha —Le diré que me dé muy duro contra ese gran escritorio que hay en la sala de maestros.

—¡Ino-chan!— gritó la ojiperla cubriendo sus ojos y moviendo la cabeza de un lado a otro. A Ino le pareció gracioso ver a su amiga tan avergonzada.

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Obito seguía en el salón de su última hora, era viernes y los del turno vespertino no tendrían clases. Podía quedarse el tiempo que deseara. Sus manos siguieron recorriendo el frío cristal que enmarcaba la foto de Rin Nohara, su mejor amiga, su novia, su prometida, la futura madre de su hijo. El mundo en ocasiones era un lugar cruel, y aquella tarde de verano le dió uno de los golpes más duros. Esa tarde un hombre alcoholizado arrolló a una mujer de cinco meses de embarazo. Y la mala suerte colocó a Rin Nohara en un lugar inconveniente. Pasaron tres años para que Obito quisiera rehacer su vida de antes, y tan sólo unos meses para que quisiera iniciar una relación nuevamente.

Tenía claro que una relación con su linda alumna no sería bien vista, pero por una vez en la vida se permitiría ser egoísta. Disfrutaría de los placeres que le provocaba lo prohibido.

—Lo siento mucho Rin, pero creo que ya era momento de seguir— la mujer de la fotografía le miró con la misma sonrisa radiante de siempre —Y Kakashi dice que a ti te gustaría verme feliz. ¿Podrás perdonarme?

Ella no le contestó, simplemente se escuchó el ruido de los toques en la puerta de una alumna. Al ver de quién se trataba, imaginó que era la respuesta de Rin. Guardó de inmediato el pequeño retrato en su maletín, bajándolo al suelo mientras le daba el pase a la chica detrás de la puerta.

—Ya estoy aquí, Obito-sensei.

—Gracias Ino-chan— ella se quedó de pie junto a la puerta, esperando que él dijera algo más o imaginando como iniciar una conversación. Detestaba el hecho de que Obito la ponía nerviosa, hasta el grado de olvidar a lo que venía —Cierra la puerta con seguro, por favor.

Ino obedeció automáticamente, revisando los pasillos antes de hacerlo —¿Estamos seguros?

—Lo estamos, ya no hay nadie en la escuela. Y no habrá nadie hasta el lunes.

Ino bajó la mirada unos segundos, su gran sonrisa nunca la dejaba por completo, pero eso era algo que Obito adoraba —Obito-sensei.

—Ven, siéntate junto a mi— sus piernas se movieron por si solas antes de siquiera pensar en aceptar su petición. Él dió unas palmadas en el escritorio, y ella entendió cual sería su asiento. Para intentar acelerar las cosas, Ino cruzó sus piernas, revelando para Obito un poco más de esos hermosos muslos blancos.

—¿Así?, Obito-sensei.

—Sí, está bien— respondió el Uchiha, pasando saliva fuertemente y de forma ruidosa. Ino sabía que ese era el primer indicio de que su plan funcionaba, ella estaba logrando excitar a su profesor.

—Obito-sensei— dijo de forma suave y baja, con toda la sensualidad que era capaz de manejar.

—¿Sí?— la incitó a continuar.

—Obito-sensei, quiero que me toque... Quiero sentirme suya de nuevo.

—Ya lo eres Ino— el pelinegro acarició de manera lenta su mejilla.

—Quiero sentirlo dentro de mi una vez más— le dijo Ino mientras mordía con sutileza el lóbulo de su oreja.

—¿Segura?, No llevo un preservativo conmigo hoy.

—Está bien, si es con Obito-sensei— Ino tomó el primer botón de la camisa de su profesor para retirarlo de su lugar —Nada puede salir mal.

—Ino...— la joven Yamanaka movió su cabeza ligeramente, lo suficiente para permitir que Obito se acercara a su cuello —Tu olor es embriagador, ¿Vainilla quizá?

—Su favorito, Obito-sensei— la chica se encontró con un verdadero dilema, necesitaba con urgencia más de él, pero no quería verse como una atrevida. Aún así, ¿De verdad importaba?, Seguramente ya no pensaba de ella como la chica buena de antes. Con mucho cuidado, bajó su mano derecha y recorrió con caricias la parte de la anatomía masculina que al principio le avergonzaba tocar. Se sonrojó al percibir lo duro que se encontraba ya. De forma valiente y dejando de lado su indecisión, Ino lo apretó aún por arriba del pantalón.

—¡Oh, Ino-chan!, Por favor, no me provoques— Obito comenzó a seguir su juego metiendo su mano por debajo de la falda que usaba —Me harás cometer un acto que no se debería hacer en un aula.

—No importa Obito-sensei, yo lo quiero— Ino continuó desabrochando la camisa del Uchiha —¿Usted quiere esto?

—Sí.

La respuesta de Obito vino acompañada de un tierno beso, sus manos se apartaron de sus muslos para deslizarse por su cuello. Sus dedos le empujaron ligeramente la cabeza hacia atrás antes de que pudiera sentir la presión de sus labios sobre los suyos. La estaba besando, y el cielo sabía cuanto le gustaba a Ino ese acto. Lo inesperado hizo que la Yamanaka se quedara sin aire, las manos exploradoras siguieron el recorrido de su cuello a sus hombros y después a su espalda baja, quedándose en sus caderas, subiendo su falda hasta la cintura y moviendo sus bragas hasta retirarlas de sus piernas. Ino gimió cuando Obito soltó sus labios, y dispuesta a no quedarse atrás, le quitó la camisa blanca de botones. El Uchiha imitó su acción dejándola sólo con un lindo sujetador rojo, mismo que no tardó en hacer a un lado.

—Por fa-favor, no me haga esperar— él sonrió de medio lado, le gustaba ir de manera lenta para que Ino pidiera más. Pero en esa ocasión no podría hacerlo, la necesitaba con urgencia.

—Adelante, Ino— a la rubia le brillaron un poco más los ojos cuando Obito le dió su permiso, sus pequeñas manos se dirigieron de inmediato al cinturón y luego al cierre del pantalón. Cuando por fin lo tuvo en sus manos, decidió jugar un poco con el.

—¿Le gusta de esta manera?— ella se mordió el labio, viendo con excitación lo mucho que lo provocaban sus caricias.

—Alto— Obito apretó la orilla del escritorio al sentir que un escalofrío recorría su espalda, sabía lo que estaba por suceder. Ino decidió ignorarlo —Ino, detente.

—Pero... lo está disfrutando— sus ojos se encontraron al mismo tiempo que Obito llegó a su límite, derramando parte de su esencia sobre sus blancas piernas.

—Bien, ya lo conseguiste— Ino dejó de tocarlo —Ahora es mi turno. Quiero que abras las piernas para mí.

Ella se sonrojó fuertemente, sin embargo, estaba lejos de querer detenerse. Movió sus piernas lo suficiente para darle acceso, con temor utilizó sus dedos para mostrarle su interior.

—¿Ya puede hacerme suya?

—Todas las veces que quieras.

Y ahí se encontraba, sentada sobre el escritorio de su profesor, dispuesta a llegar hasta el final de ese encuentro. ¿Y cómo no hacerlo?, Sus hormonas estaban tan disparadas que en lo único que podía pensar era precisamente en esa situación. Se sentía como una demente, tan susceptible a Obito que con el menor roce se creía en el cielo. Y los pensamientos del Uchiha no eran muy diferentes, Ino tenía la capacidad de doblegarlo, en el buen sentido. Con ella disfrutaba y volvía a vivir. No le importaba hacer lo que fuese con tal de tenerla entre sus brazos, escuchar sus gemidos, sentir sus besos, sus caricias... ¡Por todos los dioses, él necesitaba de ella!

Los dedos de Obito se acercaron para rozar la parte de su cuerpo que anteriormente cubría su ropa interior, avanzando de forma peligrosa y excitante hacia su centro.

—Por fa-favor— le suplicó en un hilo de voz.

Gimió al sentir que hacía contacto con su intimidad, Obito besó la piel de su cuello mientras continuaba con su hábil toque entre sus pliegues. Su lengua abandonó su boca para acariciar la piel femenina. Encontrar el pequeño botón rosa de su amante no fue difícil, no le faltaba un lugar en la anatomía de Ino que le faltara por recorrer, con suavidad empezó a estimularlo, ganando como recompensa una serie de gemidos y suspiros con su nombre entre esos espacios. Había esperado toda la mañana por escucharla así, y claramente valía la pena.

Ino buscó su boca, anhelando el contacto y esperando que su unión funcionara para callar sus gemidos. Le encantaba que esa era la forma en que Obito la obligaba a guardar silencio. El Uchiha facilitó su trabajo, devorando sus lindos labios de melocotón con frenesí. El siguiente paso en su beso fueron los roces de sus lenguas, dándole más intensidad a su contacto. Su beso estaba al ritmo de los dedos de Obito, que seguían introduciéndose en su interior.

Se separó de ella para tomar aire y observar su belleza, Ino tomó sus brazos para acercarlo más a ella. Obito sonrió y con un movimiento la levantó un poco, permitiéndole que enredara sus piernas en su cadera. El miembro de su acompañante la rozó en un primer momento, obligando a un gemido de satisfacción a escapar de sus bocas.

—¿Lista cariño?

Ino asintió repetidamente —No me haga esperar.

Obito entró en ella después de esas palabras, dirigiéndose a sus senos como una abeja a la miel, usando sus labios para jugar con ella y sus dedos para frotar lo que no era atendido por su boca. Ino hizo la cabeza hacia atrás, disfrutando de todas las sensaciones que le provocaba, le gustaba, le gustaba tanto que por eso siempre regresaba.

—Eres deliciosa— se movió de forma pausada, acompañando cada empuje con una serie de besos húmedos que la hacían gemir —Una verdadera adicción— gruñó al morder su cuello, dejando una gran marca roja.

—¡Obito-sensei!

—Shh— Obito la hizo callar con un suave beso.

El Uchiha sujetó sus caderas, sin duda no podía resistirse más, tenía que aumentar el ritmo. Su cuerpo entero se lo pedía, los movimientos lentos ya no eran suficiente. Ino gritó, arqueó la espalda ante el repentino cambio de su movimiento y el placer que había sentido.

—Lo siento, Ino...

Ella tomó su rostro entre sus manos, observándolo con ternura. Obito por un momento dejó de moverse —Está bien, Obito-sensei.

—Perdón por ser un poco brusco.

—No importa, en realidad me gusta— admitió, ocultando su rostro entre el espacio que dejaba el cuello de su compañero.

Obito jadeó, la respiración de Ino le hacía cosquillas. Sus palabras lo animaban a continuar. Él subió un poco más su falda y siguió adentrándose en su interior, cada vez más profundo, más fuerte, más rápido. Ino no podía ocultar sus gemidos, Obito por su parte, apretaba los dientes para reprimir los gruñidos que intentaban escapar de su garganta.

La forma en que pasaba de embestirla tortuosa y lentamente a una manera veloz y de nuevo a lo lento la volvía loca. Jugaba con ella, pero aún así lo disfrutaba.

—Obito-sensei, más... Mmm, por favor— pidió mientras gemía, las sensaciones tan placenteras eran una dulce condena.

Obito cumplió su petición, juntando sus labios a los suyos con gran desesperación. La notó temblar, entendió que estaba por llegar a su momento culminante. Se separó un poco de ella y la miró directamente, amaba esa imagen que Ino le regalaba, parecía sacada del libro más erótico que Kakashi Hatake hubiera leído. Una expresión de puro deleite, verla llegar al clímax y saber que era el responsable lo dejaba sin palabras.

El interior de su alumna lo aprisionó con más fuerza que antes.

—¡Obito-sensei!— gimió, ya no le importaba si alguien podía escucharlos.

—Dilo— exigió entre dientes.

—Soy tuya, Obito-kun— respondió, complaciendo a su profesor. El placer terminó de envolverlos.

Siguió buscando dentro de ella, intentó cambiar de posición, pero aquel movimiento casi les hace perder el equilibrio. Ambos se sonrieron por lo que pudo ser una gran caída. ¿Por qué el escritorio era tan chico?

Sin más dudas, el pelinegro hizo girar a la joven, dándole ella la espalda y pegándole al pecho de él. Entró en ella de nuevo, las embestidas eran casi salvajes, aprisionó uno de sus pechos mientras marcaba el ritmo de las penetraciones. Ino estaba totalmente ida por aquello que él le brindaba.

—Obito-kun... Si, así.

Sintió sus piernas fallar de nuevo, una corriente eléctrica le recorrió la espalda, su vientre se derritió mientras juntos llegaban al orgasmo. Obito terminó en su interior, llenando a Ino con su fuego abrasador.

Se quedó aún junto a ella, los dos intentando que sus corazones se tranquilicen al igual que sus respiraciones. Ino se recargó en el escritorio para tener de que sostenerse, Obito se dejó caer en la silla algo exhausto.

—Fue... Fantástico.

—Maravilloso— murmuró Ino.

La chica se dió la vuelta, sus rodillas tocaron el suelo cerca de él.

—¿Aún no quieres terminar?— Ino negó, un gran rubor cubrió sus mejillas antes de cubrir el miembro del Uchiha con sus labios.

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