61. Sí, acepto.
«Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se allegará a su esposa, y los dos serán una sola carne».
Efesios 5:31
Septiembre, 2020
📍Honolulu, Hawái, Estados Unidos.
Yo, Arturo King, admito por primera vez en mi vida, que estoy cagado de los nervios. Lo cual es demasiado inusual en mí, porque casi nunca muestro mis emociones. Siempre estoy sereno, controlado. ¿Será porque me voy a casar? Quizás, pero seguramente porque me casaré con el amor de mi vida. Sí, eso lo hace todo más intenso.
—Tienes que relajarte —dice Anthony, de pie junto a mí.
Estaba tranquilo, equipado con un traje blanco igual que el mío, solo que él no llevaba corbata y dentro del saco tiene el Cargador Canguro donde Eric estaba de los más a gusto, mirando todo a su alrededor, vestido con un mini traje blanco como el de su padre. A los cinco meses, ya era el bebé más inteligente que existía en el mundo. Su inteligencia la heredó de su padrino, por supuesto.
—La cabeza me da vueltas —frunzo el ceño, pasando una de mis manos por mi pelo.
—Yo sentí lo mismo cuando me casé con Sasha —dice Anthony otra vez, con la misma confianza de siempre.
—¿Te refieres a cuando te fugaste a Las Vegas con ella? —arqueo una ceja.
Él se ríe.
—Exacto —asiente con suficiencia—. Parece un salto de caída libre en paracaídas desde un avión, pero es solo un salto de fe. Quizás a muchos les parezca anticuado, pero el matrimonio cambia a las personas. A mí me cambió para bien. Y mira —señala a su hijo, que se ríe cuando lo hace rebotar—, algo bueno salió de todo eso. Estoy seguro de que para ti será igual.
—Yo también.
Sin embargo, es todo lo que me importa.
—Solo espero que los retoños vengan después —me enderezo a toda mi altura—. Quiero hijos, obvio, pero quizás en un par de años.
—Eso estaría bien.
—¡Todos a sus posiciones! —sale Sasha gritando como loca, con Blue, Hedwig y Molly pisándole los talones—. ¡Ya viene la novia!
Mierda. Mierda. Mierda.
Se me hace un nudo en la garganta y empiezo a hiperventilar.
—Esto es una locura —Sasha sonríe, colocándose detrás del arco. Sasha se acerca a su computadora que está situada sobre un parlante inalámbrico de Bluetooth. Ella era la DJ designada. Ah, y también es la oficiante—. Estoy tan emocionada.
—Se nota, amor —dice Anthony con una sonrisa—. Todos estamos igual.
Él tenía razón. Todos ocuparon sus lugares en las sillas ubicadas estratégicamente en la arena. Las chicas se habían encargado de la improvisada decoración. Con un arco de rosas rojas, pequeñas mini lámparas estaban esparcidas por la arena, contrastando con su luz amarilla con el tono rosáceo y naranja del atardecer. Mientras que todos nuestros familiares sostenían lamparitas en forma de velas para guiar el camino de Addy hacia el altar.
—Ya es hora —dijo Sasha, situándose bajo el arco, detrás de una pequeña mesita blanca, donde están los documentos del acta de matrimonio.
Entonces la música empezó a sonar. Era una versión acústica y de piano de Put Your Head On My Shoulder de Paul Anka, la primera canción que Addy colocó en mi auto cuando estuvimos en Nueva York.
Porque sí, así de sentimental soy. Así de sensible me he convertido. Eso es lo que mi mujer me ha hecho. Un hombre diferente, sensible y sentimental. Un buen hombre.
Empiezo a tararear la suave letra, balanceándome sobre mis pies porque estoy nervioso.
Pon tu cabeza sobre mi hombro
Sostenme en tus brazos, nena
Apriétame tan fuerte, muéstrame que también me amas
Cuando levanto la mirada, la veo. Caminando entre la maleza y las palmeras verdes, del brazo de su padre. Y se me detiene el corazón.
Pon tus labios junto a los míos, querida
¿No me besarás una vez, nena?
Solo un beso de buenas noches, quizás
Tú y yo nos enamoraremos
Su vestido blanco la convierte en un ángel, su cabello hondeando al aire libre de la playa, rubio y suelto, largo y en hondas la convierte en un ser de luz, brillante y puro. Mi sol.
Me sonríe, sus mejillas se ponen rojas cuando nuestros ojos se encienden. Se me acelera el corazón y un nudo se forma en mi garganta cuando se detiene en el inicio despejado del camino bordeado de lámparas.
La gente dice que el amor es solo un juego, un juego que simplemente no puedes ganar
Si hay alguna manera, la encontraré algún día y después, este tonto se apresurará
Mi corazón late desbocado cuando mira a su padre, le sonríe y lo abraza. Cierra los ojos y se dicen cosas que la hacen sonreír y sacudir la cabeza. Elliot besa a su hija en la frente y la mira con un amor infinito. Le aprieta la mano y se aleja para tomar su lugar junto a su esposa, que le da una lámpara para que también ilumine el camino.
Pon tu cabeza en mi hombro
Susúrrame al oído, nena, palabras que quiero escuchar
Dime
Dime qué también me amas
Adelinne vuelve a mirarme, me regala su sonrisa más hermosa y se inclina hacia adelante para sostener su vestido. Una risa se escapa de mis labios al verla descalza, libre y desinhibida. Ella se ríe también, caminando hacia mí. Despacio, pero con decisión.
Pon tu cabeza en mi hombro
Susúrrame al oído, nena, palabras que quiero escuchar
Pon tu cabeza en mi hombro.
Cuando se detiene frente a mí, la música lo hace también. Ella me mira. Yo la miro. Nos miramos. Y nos sonreímos como dos estúpidos.
El Sasha de aclara la garganta para empezar la ceremonia.
—Queridos familiares y amigos, nos reunimos hoy aquí para celebrar el amor y la unión de Adelinne Lewis y Arturo King —dice con un contundente y muy marcado acento irlandés, dejando a todos pasmados. Esta es la Sasha que yo conozco, mi abogada. Addy me mira con una ceja arqueada y mil preguntas que no tengo tiempo para responder. Me encojo de hombros y nos tomamos de las manos en medio de una sonrisa silenciosa—. Es un honor para mí estar aquí como testigo de este hermoso momento. Celebrando la historia de amor entre dos personas maravillosas —Sasha nos guiña un ojo y sonríe con felicidad—. Su camino juntos ha estado lleno de risas, complicidad y momentos inolvidables. Convirtiéndose en una historia digna de ser contada y recordada por todos sus familiares y amigos. Desde el día en que se conocieron, supieron que eran el uno para el otro, y que estaban destinados a estar juntos. El matrimonio es un viaje compartido. Una aventura que une dos corazones enamorados y los convierte en almas gemelas. Es un compromiso de crecer juntos, caerse y levantarse, aprender juntos y enfrentar los desafíos con amor, paciencia y sabiduría.
>> Hoy, están dando un gran paso al comprometerse en matrimonio, en unir sus vidas como una sola. Están eligiendo caminar juntos de la mano para siempre, no solo en los buenos momentos, sino también en los momentos en que las cosas se ponen difíciles. Y todos aquí sabemos que están más que preparados para enfrentar cualquier desafío que la vida les presente. Porque son valientes, fuertes y porque se aman con locura el uno al otro. Ahora, pueden decir sus votos. Adelinne.
A Addy se le pone la cara roja y casi se le salen los ojos de las órbitas.
—No me diste tiempo de escribirlos, y sabes que soy muy mala hablando en público —me reprocha en tono jocoso, haciendo reír a nuestros espectadores. Pero después su rostro se torna serio y se le empeñan los ojos de lágrimas—. Te amo muchísimo —se ríe nerviosa y dos lágrimas le caen por las mejillas. Le aprieto las manos, gesto que ella me devuelve—. No hay nada que pueda decir que no sepas ya —susurra lentamente—. He tenido una buena vida. Una vida hermosa, unos padres maravillosos, buenos amigos, el trabajo de mis sueños. Pero también ha habido mucho dolor. Demasiado. Dolor que dejó huellas en muchas partes de mí. Tú llenaste todas las grietas, sanaste todas mis heridas. Hiciste mi vida maravillosa —llora en silencio. Mi corazón está apretado y estoy casi seguro de que lo que cae por mis mejillas no es sudor—. Abrazaste mi paleta de grises y te apoderaste de todos mis colores. Eres la luz que ilumina mi alma. Solo quiero ser la luz que ilumine la tuya.
Lo es. Siempre lo fue. Siempre lo será.
—Arturo —dice Sasha para recordarme que debo hablar.
—Te amo —dije también, haciendo reír a mi chica en medio de sus lágrimas—. Tampoco hay cosas que pueda decir que no te haya dicho ya. Pero quiero que sepas que te amo. Te amo más que a nada. He perdido mucho a lo largo de los años, pero he sabido reponerme luego de mis pérdidas. He podido vivir con el recuerdo de personas y cosas que he perdido. Sé que no podría vivir sin ti. Es lo más certero que tengo —aprieto sus manos y tomo una lenta respiración para no perder la cordura del todo—. Cuando las cosas se ponen difíciles, es cuando más apreciamos lo que tenemos. Valoramos lo mucho y lo poco. Soy afortunado por la vida que he tenido, por mis amigos y mi familia. Pero me siento realmente bendecido al tenerte conmigo. No sé qué nos deparará el futuro, o donde estaremos mañana, pero de algo estoy seguro y es que te quiero a mi lado para siempre. Ya eres la luz de mi vida, ahora quiero que seas mi compañera, mi amiga y mi confidente. Todo es mejor cuando estamos juntos. Tú eres mi lugar, mi sol. Tú y mil veces tú.
Para cuando terminé, su rostro estaba manchado en lágrimas y me apretaba tanto las manos que creí que las rompería. Escucho sollozos a lo lejos, incluso como Sasha se sorbe la nariz, pero yo solo tengo ojos para la mujer frente a mí.
—Los anillos —pide Sasha en un hilo de voz.
Anthony los saca del pequeño esmoquin de Eric, que tiene el ceño fruncido y su chupete firmemente en su boca.
Me entrega uno a mí y otro a Adelinne, que los mira con estrellas en los ojos. Las mandé a hacer hace una semana. Son redondos, de oro blanco de 18K, de acabado brillante con una línea entrecruzada de acabado texturizado.
—Arturo, repite después de mí —dice Sasha y yo la sigo—: Yo, Arturo King, te tomo a ti...
—Yo, Arturo King, te tomó a ti, Adelinne Lewis, como mi amada esposa —agarro su mano y deslizo la alianza en su dedo anular izquierdo—. Para protegerte siempre, para serte fiel y leal, en la riqueza y en la pobreza. Para sostener tu mano en la salud y en la enfermedad. Para ir unidos por el camino de la vida, desde hoy, hasta que la muerte nos separe.
—Repite conmigo, Addy.
—Yo, Adelinne Lewis, te tomó a ti, Arturo King, como mi amado esposo —sonríe entre las lágrimas y me pone el anillo—. Para protegerte siempre, para serte fiel y leal, en la riqueza y en la pobreza. Para sostener tu mano en la salud y en la enfermedad. Para ir unidos por el camino de la vida, desde hoy, hasta que la muerte nos separe.
Entrelazamos nuestros dedos y nos miramos a los ojos.
—Adelinne, ¿aceptas a Arturo como tu legítimo esposo?
Addy asiente con tanta rapidez que espero no le de un esguince de cuello.
—Sí, acepto.
—Arturo, ¿aceptas a Adelinne como tu legítima esposa?
Ni siquiera lo pienso, asiento.
—Sí, acepto.
—Procedan a firmar el acta, por favor —pide Sasha.
Nos soltamos brevemente. Garabateo mi firma al final de la hoja y Addy hace lo mismo, luego nos tomamos de las manos otra vez, reacios a estar lejos el uno del otro por mucho tiempo.
—Con el grandísimo honor conferido a mí —dice Sasha con una gran sonrisa—. Los declaro marido y mujer. Ya puedes besar a tu preciosa novia, Arturo.
—Ya era hora —respiré entre dientes y Addy se rio.
Me acerqué a ella y rodeé suave y tiernamente su rostro entre mis manos. La miré profundamente a los ojos.
—¿Estamos locos? —susurra mirándome fijamente.
—Tal vez —sentí sus brazos rodear mi torso—. ¿Me amas?
—Con toda mi alma. ¿Y tú?
—Con cada parte de mi ser.
Ella subió los hombros.
—Creo que con eso basta.
—Yo también lo creo.
Bajé mis labios a los suyos, y sellé nuestra promesa con un beso que dijo más que mil palabras.
Beso: te amo.
Beso: estaré contigo para siempre.
Beso: hasta que la muerte nos separe, y quizás después también.
Beso: nosotros y mil veces nosotros.
NO PUEDOOOOO
AAAAAAAAHHHHHHH
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