Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

56. Necesito tu ayuda.

«¿Por qué contentarnos con vivir a rastras cuando sentimos el anhelo de volar?»

Helen Keller.

Agosto, 2020

📍Los Ángeles, CA, Estados Unidos.

Luego de que los organizadores hicieran todo lo que traían entre manos, la gente empezó a impacientarse, sobre todo por la emoción que se respiraba en el aire. El amor se siente y las personas lo saben, están tan ansiosas por ver a los celebrados.

Empieza la entrada, Elliot caminar por el pasillo de rosas blancas y orquídeas verdes hacia el altar, después viene una chica castaña con un vestido verde diferente al de Addy, del brazo con un chico larguirucho con ojos azules y un esmoquin negro. Luego de posicionarse uno a cada lado del altar, aparece Adelinne con su belleza y un pequeño ramo de rosas blancas y verdes, con su hermosa sonrisa y el brillo incandescente de sus ojos azules. Trato de no darle importancia al hecho que viene con un tipo del brazo, quién creo que es el primo de Molly. Pero no me importa, no cuando sus ojos se topan con los míos y me sonríe con adoración. Al ver a Eric en mis brazos, se le iluminan los ojos y se pone roja cuando le guiño un ojo. Camina lentamente por el pasillo con su acompañante y se posicionan en sus respectivos lugares.

Después vienen las niñas de las flores y finalmente, la novia. Entró sola, con un enorme ramo de rosas blancas, verdes y espigas doradas, con el velo hacia atrás y una sonrisa de felicidad absoluta. Y la dicha en los ojos de Elliot al ver a su futura esposa, fue algo totalmente cegador.

La ceremonia fue corta pero intensa, se derramaron lágrimas y se mostraron sonrisas genuinas. Los aplausos no se hicieron esperar cuando la ceremonia terminó. No pasé por alto las lágrimas en los ojos de Addy cuando abrazó a su padre y a Molly. Adelinne tenía un corazón tan grande, tan puro, que cuando se trataba de dar amor, ella era la primera en ofrecerlo sin condiciones.

Luego de eso, pasamos al otro lado del patio, cerca del jardín, donde estaban situadas las mesas y la enorme e improvisada pista de baile. Afortunadamente, pusieron a Anthony y Sasha, Rose y Edward en la misma mesa que nosotros. La mesa de los novios era exclusivamente para ellos dos, lo cual sorprendió a más de uno. Se hizo el primer baile y el brindis. Cabe destacar que todos lloraron —en especial las mujeres y sobre todo Sasha— y se conmovieron por las sentidas palabras de Elliot hacia su esposa y viceversa. Luego siguió el discurso del padrino —el primo de Molly—, que lo llevó por el lado jocoso y divertido, haciendo reír a varios y aplaudir a otros.

Por otro lado, mi chica se va por el camino de la gratitud y del amor, lo mismo que reparte por los todos lados.

—Buenas tardes a todos —dijo con el micrófono en una mano y una copa de champagne en la otra—. Primeramente, quiero darles las gracias a todos por estar aquí el día de hoy, acompañándome a celebrar el amor de dos de las personas más importantes de mi vida —la veo tragar duro y mirar brevemente al suelo. Es una artista excepcional, la mujer más inteligente y valiente que conozco, pero le teme a las multitudes y a hablar en público. Que irónico—. Empezar por decir que mi vida cambió cuando cumplí los diez años es un eufemismo. En ese momento mi papá y yo nos quedamos solos, con el corazón roto y un vacío que parecía infinito. Fue duro y no quiero entristecerlos con mi elaborado discurso, pero quiero que sepan que, cuando el corazón se rompe, el único remedio para remediarlo, es amar más. El antídoto para el corazón roto de mi padre fue Molly —sonríe entre las lágrimas, mirando a la anteriormente mencionada, que está apunto del colapso, llorando en el hombro de su ahora esposo—. Llegaste para sanar el corazón de mi padre, y te agradezco cada día que lo hayas hecho. Te agradezco tu comprensión, tu perseverancia y tu infinito amor. Y a ti, papá, agradezco que hayas decidido darte una nueva oportunidad para amar —levanta la copa unos centímetros al aire—. Por eso es exactamente por lo que quiero brindar el día de hoy. Por las segundas oportunidades que, en el mejor de los casos, pueden cambiarnos la vida. Y por el amor, que sin él no somos nada.

El orgullo me llenó el pecho, porque, esa mujer es mía. ¿Es tan probable? No sé que hice para merecerla, pero haré todo lo que esté en mis manos para tenerla conmigo para siempre.

Pasó mucho, muchísimo tiempo hasta que pudo acercarse a mí. El sol ya se había puesto y estaban por servir la cena cuando se dejó caer en la sexta silla de la mesa, la única que estaba vacía. Les sonrió a Sasha, Anthony, Rose y Edward y besó al pequeño Eric estaba en su cochecito jugado con su chupete de plástico.

—Bésame a mí, soy tu novio no él —me quejé en broma.

—Lo siento —me dio una sonrisa cansada y me echó los brazos al cuello—. Ha sido un no parar.

—Ya me di cuenta —le paso un brazo por los hombros.

—Esto de ser madrina de bodas es demasiado cansado —suspiró y ocultó el rostro en mi cuello después de picotearme los labios—. Lamento dejarte solito toda la tarde.

Beso la parte superior de su cabeza rubia.

—No te preocupes —digo—. Disfruté viendo pavoneándote toda sexy y provocativa.

—Idiota —se ríe y se aleja un poco para mirarme—. No me pavoneaba, solo... estaba ahí, caminando.

Sonreí y rocé mi nariz con la suya.

—Bueno, tú caminando es lo más sensual que he visto en mi vida.

—Tonto —se ríe y me besa la mandíbula. Suspira y se gira un poco mirar a los chicos—. ¿Y ustedes cómo la han pasado? ¿Qué les pareció la boda?

—Oh, la más hermosa —chilla Sasha—. Molly se veía preciosa. Y tú, eres la dama de honor más hermosa de todas.

—Una ceremonia preciosa, cariño —dijo Rose, con su mano entrelazada a la Edward sobre la mesa—. Y concuerdo con Sasha, la madrina más linda eres tú.

—Gracias, de verdad. Me alegra que estén aquí. Y qué bien ver a Eric. Lo echaba de menos —hizo un mohín—. ¿Puedo cargarlo?

—Adelante —dice Anthony—. Aprovecha que está despierto.

Addy se levantó para sacar a Eric de su cochecito. Se lo acomoda en el brazo y se sienta a mi lado una vez más.

—Hola, cariño. Hola, bebé —le besó la frente y la nariz—. ¿Quién es el bebé más lindo del mundo? Tú lo eres. Tú lo eres. Sí, tú.

Eric la miró con estrellas en los ojos, y le dio una sonrisa destentada. El anhelo me golpeó de nuevo y temblé. El plan que tenía en marcha solo me ponía más ansioso mientras lo llevo a cabo.

Me distraigo cuando los meseros traen la cena.

—¿Tienes hambre? —le pregunto a Addy.

—Sí, estoy muerta de hambre —asiente, meciendo a Eric que se está quedando dormido en sus brazos en cuestión de minutos.

—Puedes ponerlo en el cochecito —le dice Sasha.

—Está dormidito, no quiero moverlo —dijo Addy en voz baja.

—Yo me encargo —le guiño un ojo, quitándole importancia.

Me encargo de picar en trozos pequeños su filete de ternera y las verduras de la ensalada y dárselo en bocados generosos.

—Gracias, amor —me guiña el ojo en respuesta.

Su gratitud es dulce y me calienta el pecho. Adoro a esta mujer más que nunca. Después de la cena, y de un pastel helado totalmente impresionante como postre, Anthony arrastra a su esposa hasta la pista de baile, dejándonos como niñeras de su pequeño retoño. Rose y Edward hacen lo mismo.

—¿A qué no es el bebé más hermoso de todos? —murmura Addy con los ojos fijos en la carita de Eric.

—Es precioso —le doy un beso en la frente a mí novia—. ¿Estás muy cansada? ¿Quieres que lo cargue?

—No, cariño, estoy bien —me sonríe—. Gracias.

—Vale.

El corazón me retumba en el pecho, me siento raramente ansioso y estoy empezando a sudar frío. Necesito hacerlo ahora, o no podré hacerlo después. No porque no quiera, sino porque lo pensaré y lo pospondré.

—Amor, tengo que hacer una llamada rápida —digo poniéndome de pie.

Ella me mira extrañada.

—¿Ahora? —frunce el ceño.

Asiento y me inclino para darle un beso en el pelo.

—Es por trabajo —le digo—. Un trabajo importante. Creo que es la mejor inversión que haré en mi vida —a ella se le forma una arruga en la frente—. Te contaré pronto, ¿vale?

—Vale —asiente y me alejo, sin borrar de mi cabeza la expresión confundida de su rostro.

Me abro paso entre las mesas y una vez que estoy en la pista de baile, esquivo a las parejas y me acerco a Sasha y Anthony que están en centro bailando una canción lenta. Le pongo una mano en el hombro y me inclino para susurrarle al oído:

—Necesito tu ayuda.

—¿Ahora? —me mira y Sasha también lo hace, con los ojos entornados.

—No, luego. Pero necesito saber que cuento contigo.

—Con lo que sea, lo sabes —asiente con prisa.

—De acuerdo —le palmeo la espalda—. Te enviaré un mensaje más tarde.

—Copiado.

Me alejo de ellos para dejarlos bailar en paz, y me acerco a la novia que está hablando con una chica.

—¡Arturo! —me sonríe con alegría—. Discúlpame un momento, voy a saludar a mi yerno —le dice a la mujer y se acerca a mí con los brazos abiertos. No paso por alto el pinchazo de emoción que me recorre al oírla llamarme así—. Que bueno verte otra vez. Lamento tener a tu chica tan ocupada, pero no sé qué haría sin ella. Ha sido un pilar en todo esto.

—No te preocupes —le doy un abrazo rápido y un beso en la mejilla—. Felicidades, por cierto.

—Gracias, tesorito —me sonríe.

—¿Dónde está tu esposo?

Pone los ojos en blanco.

—¡En una llamada de negocios! ¿Puedes creerlo? —bufa—. Ni el día de su boda lo dejan en paz.

—Tranquila, seguramente vuelve pronto —le digo—. Pero ¿dónde está?

—En su despacho, seguramente —señala—. ¿Lo necesitas?

—Quiero comentarle algo.

—¡Ve! Y dile que su esposa está muy molesta por su abandono. ¡Y que basta de trabajar el día de si boda!

Me río y asiento, caminando hacia la casa. Todavía hay gente corriendo por todas partes, los organizadores siguen haciendo cosas y hay uno que otro invitado usando el baño. Yo camino directamente al despacho de Elliot. Toco la puerta y su voz retumba tranquila al otro lado.

—Adelante.

Cuando entro, lo veo de pie frente a su escritorio con el teléfono en la oreja.

—Lo entiendo, sí... No te preocupes, el negocio va viento en popa —levanta un dedo para pedirme un segundo mientras sigue hablando—. Vale, de acuerdo. Hablaré con él la próxima vez que lo vea y le diré que el incremento será factible. Seguro no le importa... Bueno, está bien... Sí, muchas gracias. No te preocupes. Hasta luego —cuelga y niega con la cabeza—. Negocios, nunca faltan.

—Sí, y tu esposa te mandó a decir que se siente abandonada y que está furiosa contigo por hacer negocios el día de tu boda.

Se carcajea y sacude la cabeza.

—Ahí está pintada mi Molly —sonríe con cariño—. ¿Qué te trae por aquí, muchacho?

—Bueno, dos cosas —digo, después lo pienso mejor. Frunzo el ceño—. Tres, en realidad.

—De acuerdo. ¿Cuál es la primera?

—La primera, felicitarte por tu boda —le estrecho la mano.

—Gracias, hijo.

—La segunda y la tercera son algo más complicadas, pero sé que me ayudarás.

Sus ojos se entrecierran poco en mi dirección, pero al final asiente.

—Bien, ¿qué necesitas?

—Quiero pedirte la mano de Addy —le digo con voz firme, dejándolo paralizado—. Quiero casarme con tu hija.

AAAAAAAAAAHHHHHHHHH

*inserta gritos de perra loca*

GRITEN CONMIGO, PLEASE. GRITEMOS TODOOOOS JUNTOOOS: ¡AAAAAAHHHHHH!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro