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36. El futuro es mío.

«La mejor manera de predecir el futuro es creándolo».

Peter Drucker.

Mayo, 2020

📍Los Ángeles, CA, Estados Unidos.

Estamos a una semana de que se acabe mayo, la galería debería estar lista más tardar la tercera semana de junio, según Finnegan. El trabajo que él y su equipo han hecho es impecable, y los avances son notorios. Lo más importante, a Addy le encantan. Cada vez que vamos a ver el trabajo de Finnegan, no puede dejar de sonreír. Eso hace que cada centavo invertido valga toda la pena del maldito mundo. Ver su felicidad y saber que parte de ella tiene que ver conmigo, hace que esta sea la mejor inversión de mi vida.

Celeste o Blue, ya está en la ciudad y firmamos contrato con ella hace dos días. Brad y Addy la hospedaron en un hotel de lujo por una semana mientras ambos le encuentran el mejor lugar para vivir. Necesita un departamento independiente, debido a su condición, ya que odia vivir con otras personas. Eso lo entiendo y lo respeto. Brad también está de acuerdo. Addy está encantada con ayudarla a elegir su nuevo hogar. También quiere un pequeño estudio. No es exigente, si soy honesto. Ella dijo explícitamente que solo necesitaba un pequeño espacio donde trabajar sus obras. Dijo algo como que, es muy expresiva a la hora de pintar y es dada a ensuciar mucho las paredes y los suelos, por eso no quiere arruinar el nuevo apartamento. De eso también se encarga Brad.

La inauguración de la galería tiene una fecha hipotética para finales de junio o principios de julio. Stella y Colton se están encargando de todo el proceso de marketing y de publicidad. Al principio del mes que viene podemos empezar a dar vistazos en redes sociales sobre el proyecto por medio de Addy. El comunicado de prensa que Stella dio hace poco solo habló de mi relación privada con Addy, y el que Brad lanzó hace meses, solo decía que Adelinne ya no trabajaba para Nueva York. En junio daremos la noticia de que somos socios y que tenemos un negocio en marcha. Todos hemos estado de acuerdo con eso.

El proyecto de Nepal no hace más que crecer, lo cual es una ventaja y una garantía a largo plazo. Elliot está encantando con nuestro trabajo juntos, por lo que eso lo mantiene en la bolsa. KI ha tenido más clientes en estas últimas dos semanas que en muchos años, lo que me deja aturdido de tiempo. Sin embargo, no podría estar más que agradecido. Que el negocio crezca es mi mayor meta.

Anthony y Sasha están más que felices con el pequeño Eric, y yo también, debo aceptarlo. Es el niño más tranquilo, consentido y dulce del mundo. Gracias a todos los cielos la hermana de Sasha, Sannie, se marchó a Irlanda a mitad de semana y todos estábamos agradecidos por ello. Por eso nos reunimos hoy para un Domingo Familiar en la casa de los Collins. Anthony era todo un padre de familia que asaba carne al carbón en su patio trasero.

Eso tenía que reconocérselo, él tipo era todo lo que una mujer quería. Atento, trabajador, buen hombre a nivel moral e intelectual, ético y amigable. Es un millón de dólares, como diría él mismo.

—No puedes sacarle los ojos de encima, ¿eh? —la voz de Anthony me saca de mis pensamientos, pero es cierto, no puedo hacerlo.

Sasha y Addy están sentadas cerca de la piscina, y Adelinne tiene a Eric en sus brazos. La sonrisa no se borra de su rostro y cada tanto besa la pelusa rubia de Eric, que la mira embelesado. Eso parece ser una de las cosas que mi pequeño ahijado y yo tenemos en común: ambos adoramos a Addy.

Debería admitir que la vida en pareja es diferente a lo que pensaba, pero solo lo hago mentalmente, porque entonces tendría que darle la razón a Anthony y eso es lo último que quiero hacer. Estas últimas semanas no han hecho más que engrandecer mi amor por esa mujer.

—No puedes culparme —digo, dándole un trago a mi cerveza.

—No, la verdad es que no —dice él, girándose con una pinza de carne en la mano y un delantal atado al cuello que dice «Es mi carne, no te metas»—. Tenemos las dos chicas más fabulosas del mundo.

—Eso no puedo discutirlo —admito.

—¿Cómo van las cosas con la chica que vino de Nueva York? ¿La artista?

—Está bien —asiente—. Brad y Addy se han encargado de ella.

—Que bien. Sasha dice que es cool.

Puse los ojos en blanco con una sonrisa. Para Sasha todo el mundo es cool.

Mi teléfono suena. Un mensaje.

Número Privado: Las cosas se ponen mejor, ¿eh? No te acostumbres, tu mundo está apunto de sacudirse.

Aprieto los dedos alrededor del teléfono, intentando no lanzarlo contra la pared. Ya me estoy hartando de esto. De los mensajes y las malditas notas que llegan a mi casa.

—¿Estás bien? —miro a Anthony que tiene el ceño fruncido—. Tu expresión se ensombreció por un momento.

Suspiro y le ofrezco el teléfono. Él lo toma y lee el mensaje.

—Siguen, ¿eh? Que mierda —gruñe y me devuelve el teléfono—. ¿Siguen llegando las notas a tu casa?

—Hace dos días llegó una. No entiendo cómo consiguieron mi dirección, pero estoy empezando a enfadarme.

—No te juzgo. ¿Siempre es el mismo número?

—No, siempre lo cambia —explico—. Siempre es un número distinto y todos son privados.

—Mmh, ¿Los has estado eliminando?

—Solo el primero —lo veo darle la vuelta a la carne en la parrilla—. Creí que era una estúpida broma hasta que siguieron llegando.

—Bueno, es mejor tenerlos como prueba. Por si acaso, ya sabes —se encoje de hombros—. ¿Todavía no quieres llamar a la policía? —cuestiona.

—No. Solo han sido pequeñas notas y estos estúpidos mensajes, por ahora no parece una amenaza real. Además, no es la primera vez que pasa esto. No quiero darle importancia, tal vez así el gracioso que este haciendo esto, se dará cuenta que no me molestan en lo absoluto sus bromas de mal gusto.

—¿Quieres que contratemos a alguien? —hace un gesto de silencio—. Ya sabes, solo para nosotros.

Lo pensé, quizás eso pueda ayudar.

—Veamos cómo van las cosas en estas semanas, si continúa igual, lo haremos.

—De acuerdo. Cuando quieras, solo llámame y me encargo.

—Vale. Gracias.

—Para eso estamos.

Honestamente, no sé qué demonios quiere esta persona anónima. Si estaba buscando hacerme enojar, lo está consiguiendo. Detesto no saber de dónde viene todo, y, peor aún, por qué.

—¿Aún no está la carne? —cuestiona una Sasha con el ceño fruncido cuando se acerca a nosotros con Addy a su lado—. Dijiste que solo te llevaría cuarenta minutos, Thony, ya va una hora y media.

—Mujer, ¿es que no has leído esto? —señala su delantal—. Yo sé lo que hago, relájate. Mejor búscame un recipiente o algo donde poner la carne, por favor.

Sasha levanta las manos al aire con exasperación y pone los ojos en blanco.

—Tranquilos, chicos, Anthony nos dará de comer antes de año nuevo —dice ella antes de entrar a la casa.

A Adelinne, que está de pie junto a mí con Eric en sus brazos, se le escapa una risueña risa que me calienta el corazón.

—Ven —le hago espacio en el sillón individual que es lo suficientemente amplio para los dos y ella se sienta junto a mí. Se acomoda a Eric en el regazo, que emboza una sonrisa destentada mientras cierra los ojos—. ¿Todo bien?

—Perfectamente —me sonríe, acariciando la mejilla sonrojada de Eric—. Eric es el bebé más tranquilo que he visto en mi vida.

—Fue una suerte para nosotros, créeme —dice Anthony desde el asador—. Desde que nació ha dormido toda la noche. Ha pasado un mes y sigue al mismo ritmo.

—Que suerte —digo yo, pasando mi pulgar por su pequeño puño apretado.

Sus ojos azules se abren y parpadean a todos lados, su pequeña mano se abre y sus dedos se aferran a mi dedo índice con todas sus fuerzas.

—Es el niño más lindo del mundo —Addy lo meció en sus brazos y Eric sonríe, haciéndola poner un puchero y darle un beso en la cabeza—. Me dan ganas de llevármelo. ¿Me lo regalan?

—¡Ah, no! A mi hijo, no —sale Sasha de la casa con una tasa grande que le entrega a su marido antes de acercarse y tomar a su hijo en brazos—. Mi bebé es todo mío.

—Mezquina —refunfuña Addy con una risita.

—Mi hijo tiene a todas las chicas locas —dice Anthony con orgullo—. Será un Casanova.

—Sí, claro —Sasha pone los ojos en blanco—. Lo último que necesito es un hijo rompecorazones.

—Es el precio de ser tan guapo como su padre.

Addy se une a las risas de nuestros anfitriones, y yo solo puedo sonreír porque ella sonríe. ¿Quién podría decirlo? Cualquier otra persona en el mundo puede ser indispensable, de algún modo u otro, pero siempre hay alguien. Alguien importante que hace que toda tu vida sea mejor. Más brillante, más pacífica, más agradable. No soy una persona risueña, pero con Adelinne a mi lado, es imposible no sentirse feliz. Su alegría es contagiosa, y su luz brillante es tan cegadora que me hace inevitable no cerrar los ojos para disfrutar de su resplandor.

—¿Estás bien? —cuestiona Adelinne, poniendo su delgada mano en mi muslo.

Sus ojos están expectantes, atentos a cualquier movimiento de mi parte.

—Estoy bien —le paso un brazo por los hombros y la estrecho contra mí. Su mirada se atenúa, y sus labios se aprietan—. ¿Qué?

—Nada, es solo que tenías una expresión extraña y me pregunto por qué —levanta una mano y me pasa el pulgar por los labios. Su caricia es suave, lenta. Sus ojos repasan todos mis rasgos y sus mejillas se ponen rojas cuando su mirada encuentra la mía—. Te veías... enojado, un poco preocupado. ¿Está todo bien?

«No, nena, un maldito lunático ha estado enviando mensajes aterradores sin descanso y eso me está volviendo loco. Pero, tranquila, no voy a decirte nada para no preocuparte», pienso, pero en lugar de responder eso, solo sonrío.

—Sí, amor, todo está bien —le doy un beso entre las cejas para quitar su ceño fruncido—. Todo está en orden.

—¿Me lo prometes? —levanta la nariz para acariciar la mía.

—Te lo prometo —beso la punta de su nariz.

—Vale —me sonríe y se acurruca bajo mi brazo.

Le doy un beso en la frente, sintiéndome más tranquilo al tenerla aquí. Ella es un bálsamo, un trocito de cielo que me fue concedido y que no pienso soltar por mucho que intenten arrebatármelo. No le diré lo que está pasando hasta que sepa algo con certeza. Contrataré a alguien, a quien sea, que se encargue de esto. Alguien que investigue y me diga quién carajos está jodiéndome la vida. Y, cuando lo sepa, juro que le haré la vida de cuadritos.

—Que lindo, ¿verdad? —susurra Addy en voz baja.

—¿Qué cosa?

—Eso.

Señala disimuladamente a Sasha, que tiene a Eric de espaldas contra su pecho, mientras que Anthony le hace ñoñerías a su hijo con esa voz infantil y chillona que normalmente se utiliza para hablarles a los bebés.

—Sí, es bonito —admito.

—Mamá decía que la familia era un regalo del cielo y que no se trata solo de sangre —murmura despacio, solo para nosotros—. Cuando encuentras a tu familia de corazón, la sangre es lo menos importante. Por eso debemos rodearnos de personas que brillen, así podemos ver todo con más claridad. Me gusta esta familia que he encontrado.

Sonreí sobre su cabello, incapaz de pensar en otra cosa que no fuera ella. No sabía que había hecho para merecerla, pero estoy seguro de que estaría agradecido toda la vida. Y, un profundo pinchazo me invadió en ese momento y unas ganas de aferrarme a esta mujer con todas mis fuerzas me hicieron estremecer. No sabía que pasaría mañana, pero me aseguraría de conservarla para siempre. Como mi posesión más preciada, como la chica que me robó el corazón, como la mujer de mi vida. El futuro es mío, solo tenía que moldearlo a mi manera y hacer que sucediera.

Arturo King: ✨MI MACHO✨

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¡Holaaaaaa! Perdón la demora, ya saben que ando un poco ocupada con asuntos personales. Si me ven activa por redes es porque no quiero abandonarlos por allá. Recuerden que tenemos canal de WhatsApp. Si alguien lo quiere, pueden enviarme un mensaje al privado y solicitarlo, les enviaré el link con mucho gusto. También pueden buscarlo en mi perfil de Instagram: @Valeryn_caceres2❤️

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