6. Alcohol / Gimnasio / Tatto.

La mano de Clark recorrió con emoción el cuerpo ajeno. Sin vergüenza alguna, la deslizó por el costado de su acompañante, metió la mano debajo de la chaqueta y jaló de los botones de la pulcra camisa para dejarla abierta y poder disfrutar, por fin, de la calidez de su cuerpo. Bruce Wayne era un hombre guapo, eso debía admitirlo, per también lo suficientemente caliente como para decidir olvidar por una noche eso de solo tener un encuentro con alguien con quien compartiera algo especial: Una noche loca al año no le haría daño a nadie, menos a él.

—¿Sabes? Pensé que dirías que no.

Clark levantó una ceja hacia Bruce, haciéndose el inocente. Los dedos, que habían terminado por arrancar el último botón de la camisa, se hicieron espacio sobre su entrepierna, apretándola, sintiendo como Bruce, el acompañante de una noche, se ponía más duro justo debajo de su toque.

—¿Y por qué desaprovecharía una oportunidad así?

Se inclinó hacia adelante, sus susurros solo hicieron erizar la piel de Bruce, al igual que acelerar su corazón. Se relamió los labios, antes de dedicarse a besar el cuello del hombre para probar un poco de él y dejarle también un par de marcas para que lo recordara las noches siguientes.

—Parecías un gran Boy Scouts de Metrópolis. Tiende a estar lleno de esos.

Clark se irguió, aún mirando a Bruce con algo parecido al desconcierto. Sí, Superman era ese gran Boy Scouts, pero en el fondo solo era una fachada de sí mismo. Clark Kent, su verdadero él, era un poco más que solo bondad y buenas intensiones, también tenía errores, también hacía chistes de mal gusto y era adicto al café de máquina insano del Daily Planet, a veces, le gustaba follar con desconocidos y no se referiría a sí mismo menos aventurero en esos terrenos que el hombre que tenía delante.

—¿Es que los Boy Scouts no tienen derecho a divertirse?

Bruce soltó una risa. Las manos del hombre fueron las que esta vez se deslizaron por la camisa a cuadros de Clark, quienes intentaban quitar los botones y las primero en aferrarse al broche de su pantalón para intentar desnudarlo antes de que Clark lo hiciera con él.

—No sabía que los Boy Scouts se divertían.

Le sonrió a Bruce. Le permitió ser el que llevaba el control, el que metiera sus manos por su ropa interior y la bajara lentamente para ser el primero en quedar expuesto. Bruce, que parecía buscar con su mirada algo conocido, solo levantó una ceja cuando descubrió que debajo de la tela no había una piel tersa y limpia de Boy Scouts, sino un tatuaje fruto de algunos momentos menos racionales de sí mismo que ni él mismo conocía.

—¿No has de ser un Boy Scouts modelo? ¿O sí?

Bruce pasó su dedo por encima del dibujo: Un murciélago sencillo, todo pintado de negro, pero que decía mucho más de lo que solo mostraba.

—¿Existen Boy Scouts modelos?

—Ninguno que se tatuaje la marca del murciélago. —Bruce sonrió, siguió dibujando el borde del tatuaje como que si estuviera halagado. —¿Un fan? Pensé que todos los Boy Scouts eran fans del Boy Scouts mayor.

Clark agarró las muñecas de Bruce, empujó al hombre contra la pared más cercana y apresó sus manos justo arriba de su cabeza, con una sola de las suyas, solo para usar las otra para manosearlo a su antojo.

—No soy un Boy Scouts de los buenos.

Se inclinó y lo besó.

Tal vez, a la mañana siguiente, Bruce cambiaría de opinión sobre los Scouts.