Uno de los que estaban mirando comenzó a desvertirse, se quitó los pantalones y comenzó a masturbarse mirándome. Mis ojos se quedaron ahí, mirando la realidad, siendo ultrajada por un par de bichos mientras uno se da placer viéndome sufrir.

¿Cómo hay hombres que pueden ser así?

Aquel estúpido que apenas se veían un poco mayor que Maxwell, eyaculó y me ensució el rostro con ese líquido viscoso y blanquecino, mis ganas de vomitar se hacían presentes pero, no lo haré, si lo hago abriré mis piernas y eso es lo que quieren estos bastardos que tengo al lado.

Respire hondo y tome aire, abrí mis piernas lentamente cuando aquella mano notó eso de una vez quiso entrar allí, y en eso yo aproveche que estaba inclinándose y le di un rodillazo en la cabeza lo más fuerte que mis clases de defensa (que había iniciado hace dos semanas) me permitieron.