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Capítulo 13


—¡Suéltame! —chillaba Akane mientras el moreno con el que se había enfrentado anteriormente la sujetaba del cuello. La diferencia de altura se hacía notar y cuanto más ella se movía, más la elevaba.

—¡Cállate! — Le gritó mientras le proporcionaba un golpe en el estómago. La muchacha se encogió adolorida y aprovechó ese instante para tocar su cabeza y lograr el control sobre él. Consiguió que el sujeto se quedara allí mientras ella a duras penas y arrastrándose del dolor por el suelo, se alejaba. Luego de unos metros se puso de pie y colocó una trampa sombría, en cuanto él la pisara quedaría atrapado durante unas horas.

Caminó por entre algunas casas para aproximarse hacia Ahián y buscó algo para cortar la madera. Encontró una roca y la envolvió en sombras. Hizo un gesto de molestia y presionó su abdomen para evitar que doliera tanto, y se acercó.

—Cúbrete, voy a romper esa celda —advirtió. El muchacho se colocó en la esquina izquierda permitiéndole a ella que direccionara el ataque hacia la derecha. Pero la madera no se quebraba —. Quizás tenga algún tipo de resguardo mágico, mis ataques no le hacen nada.

—¿Estás bien?¿Dónde está Lujak? —preguntó él al notar la ausencia del niño. El rostro de la muchacha se tornó de preocupación y los nervios se apoderaron rápidamente de ella. Intentó recordar cuándo fue la última vez que lo vio pero nada llegaba a su mente e inconsciente empezó a caminar de un lado a otro, angustiada—. Akane — La llamó pero ella parecía no escucharle—. ¡Akane! — Elevó la voz mientras la agarraba por los hombros a través de los barrotes, estaban cara a cara y él pudo apreciar el miedo en los oscuros ojos de la joven—. Tranquila, lo encontraremos.

Akane volvió a sí misma, la presencia de Ahián había logrado tranquilizar su inquietud. Se restregó los brazos y suspiró.

—Perdón, yo...— Sus palabras se perdieron en la nada cuando los ojos de la muchacha se toparon con los de un par de hechiceros de fuego que los miraban desafiantes. El albino notó que algo no andaba bien y siguió la vista de Akane. En cuanto los vio, forcejeó inútilmente los barrotes.

—Kaize puede ser el hechicero más tonto del mundo pero si hay algo positivo de rescatar en él es que siempre sale con algo nuevo —comentó uno de aquellos sujetos, cuya cabellera rubia y larga le llegaba a los codos. Sonrió y continuó hablando—: nos ha traído diversión, ¿no lo creen muchachos?

Los demás a su alrededor soltaron una risa y se prepararon para la lucha.

—¿No creen que sería más divertido si lucharan con alguien de su nivel? —provocó Ahián—. Si me liberan, las cosas serán más entretenidas.

Uno de ellos titubeó y se acercó hacia la celda, sacó un extraño objeto para la joven, y abrió la prisión que mantenía cautivo al albino. Luego volvió junto a sus compañeros. La muchacha estaba estupefacta, «¿en serio hacen esto con tal de divertirse un rato?».

Una oleada de alerta recorrió la espina dorsal de Akane, algo no andaba bien. A duras penas tragó su miedo y se colocó a la par de su compañero, a la defensiva de cualquier ataque.

Si algo la reconfortaba en momentos como ese, era tener a Ahián cerca. Ella mejor que nadie sabía que el muchacho era un excelente estratega en la lucha arcana; además que habían practicado juntos durante dos años y eso había fortalecido el vínculo de pareja durante las batallas.

Sonrió agradeciendo la confianza que emanaba la compañía de él, y creó un muro sombrío para protegerse de una ráfaga de fuego que se aproximaba hacia ambos. Combinaron sus poderes y crearon el portal de sombras que había hecho con la silueta anteriormente, solo que esta vez, al ser dos hechiceros quienes la realizaban aquel poder era mucho más fuerte.

Del portal emergieron tres siluetas que no dudaron ni un momento en ponerse a la ofensiva, lanzando sombra tras sombra contra aquellos contrincantes. El rubio creó un muro de llamas para absorberlas que duró lo suficiente para que evitar que aquellas ráfagas sombrías los hicieran añicos y se dispuso a lanzar una serie de ataques hacia ellos.

Akane y Ahián fusionaron sus poderes para crear un muro de protección aún más fuerte que el que la muchacha había podido logra por sí misma unos segundos atrás.

—Dime que ya tienes un plan —imploró algo agitada luego de esquivar un ataque.

—Usa tu Clap personalizado —respondió mientras tomaba posesión de los trozos de madera de la celda que antes Akane había utilizado para intentar abrirla y lanzarlos hacia sus adversarios—. Mantendré la barrera mientras te acercas, confía en mí.

—Es la idea más suicida que te he escuchado decir —alegó la muchacha—. Sin embargo, confío en ti. ¡Cúbreme!

Esas fueron las últimas palabras antes de lanzarse corriendo hacia los sujetos que la miraron sorprendidos y no perdieron la oportunidad para atacarla.

En cuanto Akane estuvo en un rango favorable, les sonrió y agitó las manos dando origen a su nuevo Clap titulado «Clap de las tormentas».

Una sonrisa se vislumbró en el rostro de Ahián mientras se alejaba de la zona que afectaría el Clap de Akane. Pero la preocupación se hizo notar en el momento en que dos de ellos la tomaron por las manos, interrumpiendo el conjuro. Ella, sorprendida, intentó forcejear pero otro de los hechiceros lanzó un golpe hacia su estómago y gimió del dolor.

El albino se acercó furioso y en cuestión de segundos, levantó un muro sombrío y se preparó para luchar. No podía permitir que dañaran de esa forma a su compañera por su culpa, debió haberla cubierto mejor.

—¡Suéltenla! —bramó lleno de furia. Cerró los puños intentando calmarse, debía tranquilizarse e idear un plan. Abrió la mano con lentitud y respiró hondo. Interrumpiendo sus pensamientos escuchó el grito de la muchacha en el momento que uno de aquellos pirómanos amenazaba con quemarla si continuaba moviéndose.

Akane estaba apresada de ambas manos por lo que intentó poseer algún objeto cerca. Recorrió con la mirada a su alrededor pero no halló nada. Uno de los sujetos se agachó a recoger un papiro que había soltado y ella aprovechó la oportunidad para rozar con su mano la cabeza de él y poseerlo.

Se sentía muy adolorida pero concentró sus fuerzas en ignorar aquella agonía y puntualizó su poder en el controlado. Los demás aún no se habían percatado de esto, colaborando así para que el sumiso golpeara a uno de los que tenía sujeta a la muchacha y la soltara. Akane no dudó ni un segundo y juntó sus manos para concretar finalmente su Clap de las Tormentas, sorprendiendo así al albino.

Una lluvia de sombras surgió desde varios metros sobre sus cabezas y cayeron con violencia sobre quien se interpusiera en su camino. La trayectoria no era recta ya que en cuanto detectaban un alma humana, se hundían en lo profundo del cuerpo hasta alcanzar el corazón de la víctima y paralizarlo durante horas.

Luego de unos minutos, aquellos hechiceros de fuego que antes habían intentado atacarla, ahora se encontraban agonizando en el suelo. Akane se sintió satisfecha y en el momento en que giró para ir con su compañero, cayó exhausta al suelo. Este corrió a ayudarla y la levantó en sus brazos para dejarla en algún sitio más cómodo y tratar sus heridas. Llegaron hasta una de las casas deshabitadas y con suavidad la tendió en el suelo de madera. Rebuscó en su pequeña bolsa una venda y la colocó alrededor de las muñecas de la chica. Esta gimió aún estando inconsciente por la presión que las vendas le causaban.

Ahián se dejó caer a un lado de Akane y suspiró. Ella se había lucido, logró arreglárselas sin su ayuda para vencer a aquellos inútiles. Y aunque estaba agradecido de ello, le hubiera encantado derrotarlos él mismo por el dolor que le habían provocado a su aprendiz.

—¿Qué tal lo hice?— preguntó en un susurro luego de un rato Akane. El albino se levantó de inmediato y revisó que sus heridas estuvieran mejor, y efectivamente lo estaban. Agradeció en su mente la rápida regeneración de ella y esbozó una pequeña sonrisa.

—Muy bien, discúlpame por no haberte cubierto lo suficiente —pronunció desviando la mirada hacia otro lado. Ella colocó su mano sobre la suya y le sonrió.

—No importa, estamos bien y es lo que importa —murmuró sincera. Él intentó sonreírle y ella rio ante aquel intento de sonrisa.

—Tu cabello, tienes más reflejos blancos que de costumbre —comentó preocupado luego de detenerse en los claros cabellos de la muchacha. Ella se tomó un mechón y lo acercó a sus ojos para comprobarlo.

—¿Por qué? —murmuró—. ¿Acaso tan malo es el nuevo Clap?

—No es malo, solo que has usado demasiadas energías en un día—comentó seriamente él—. Por ahora solo evoca a Cesc para recargar tus energías, debemos buscar a Lujak y a Kai.

La muchacha obedeció e invocó a Cesc.

—Jóvenes, tanto tiempo —saludó el pequeño diablillo antes de colocarse en el hombro de Akane. Ella le sonrió y el albino asintió respetuoso—. Akane, traigo noticias para ti.

—¿De los Ancestros? —preguntó curiosa. Había estado esperando algún llamado o indicio de ellos para implorarles que le enseñaran el Thaleassi Avatar que tanto ansiaba.

—Sí, pero no creo que te gusten —respondió el esbirro. La mirada curiosa de ella había desaparecido, dejando una de interrogación—. Tienes que tener mucho cuidado con tu cabello blanco. Jamás dejes que se tiña por completo.

—¿Por qué? —intervino Ahián.

—He descubierto quién es la responsable de la desaparición de Nissea— Cesc hizo una pausa—. Su nombre es Laurel.

—¿Laurel es la hermana de Danae? —interrogó el joven con prisa.

—Efectivamente —dijo Cesc mientras rascaba su cabeza—. Las malas lenguas también comentan que reveló sus planes —comentó con calma mientras los muchachos lo miraban expectantes—. Quiere acabar con el poder de las sombras.

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