Preludios de destrucción
Disclaimer: Naruto no me pertenece
Advertencias: Crackpairing, violencia, muerte de personajes, y what if.
La historia se sitúa en la tercera guerra ninja, previo a la batalla en el puente Kannabi, donde sucede el Kakashi Gaiden.
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Capítulo VI
Preludios de destrucción
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Después de su encuentro con Neji, Kakashi llevó cargando a Hinata en su espalda a un ritmo lento a través de la frescura de la noche. Al llegar, ella corrió a ducharse y cambiarse el kimono; le diría a Kushina-san que se había tropezado. No pensaba decir nada de su encuentro con Neji, ella se encargaría de todo o el Hokage podría querer intervenir y no confiaba en ese hombre, y a pesar de que la pareja que la había acogido eran amables, no quería causarles más problemas.
Ella lo resolvería volviéndose más fuerte.
Kakashi se quedó sentado afuera de la puerta principal de la casa, cuidando que ningún Hyuuga se acercara o que su sensei llegara para no dejar sola a la chica. De pronto vio a lo lejos que un preocupado Obito daba la vuelta y se dirigía hacía él.
— Kakashi, ¿Has visto a Hinata-chan? — Miró por todos lados asustado. — La perdí de vista un segundo y... — Pero el impacto de un puñetazo en su mejilla izquierda lo derribó.
— Ella está dentro de su casa. — Gruñó el peligris.
— ¡¿Por qué me pegas?! — Exclamó el chico con enojo.
— Por dejarla olvidada en medio de la muchedumbre, algo pudo pasarle y por tu culpa tendríamos que decirle al Tercero que fallamos en la misión de protegerla. — Apretó sus puños. — Solo vine a traerla, me voy a casa.
Obito miró como el chico se marchaba con las manos en los bolsillos, nunca lo había visto con ese humor tan sombrío. Pronto se puso de pie y apenas notando el golpe en su mejilla, se adentró en la casa. Cuando iba subiendo las escaleras, vio a la niña salir del baño con su pijama y una toalla con la que iba secando sus cabellos azules.
— Hinata-chan... — Se acercó Obito a su lado sin encender las luces. — ¿Dónde te metiste? Creí que ibas detrás de mi...
Ella bajó la cabeza con tristeza.
— Lo siento, yo... yo quería ganar un pez dorado... — Y lo había perdido.
— Está bien, por lo menos el amargado de Kakashi te trajo a casa.
Hinata asintió.
— I-ré a dormir... — Murmuró ella mientras entraba a su habitación, pero Obito le impidió cerrar la puerta.
— ¿Puedo pasar un momento?
La niña asintió y entraron a la habitación que solo estaba iluminada por la luna llena de aquella noche.
— No sé qué pasó... — Y se tocó su mejilla adolorida. — Pero creo que Kakashi-baka tiene razón, no debí dejarte sola.
— Ya pasó... — Susurró ella, quería estar sola, pero el Uchiha negó.
— Cuando iba en la academia, Kakashi se graduó primero. — Empezó a contar mientras se sentaba en la cama junto a la chica. — Entonces Rin y yo nos quedamos juntos, compartiendo las actividades de la academia... y yo... yo le pedí que me observara porque decidí que seré Hokage. — Puso sus manos sobre sus rodillas. — Sé que le gusta Kakashi porque es bueno en todo y luce muy genial con su actitud de que nada le importa. Pero a pesar de todo, Rin siempre está a mi lado, apoyándome y diciendo que cree en mi sueño de ser Hokage. — Miró a la niña. — Hoy esperaba poderle confesar mi sentimientos, pero Mitarashi nunca se fue ni dejó de verme con sus ojos de serpiente... — Hizo una pausa para mirar de nuevo a su compañera de hogar. — Pero no es motivo para haberte dejado sola, lo siento.
Hinata puso una mano en su hombro y negó.
— Está bien, todo está bien... — Y trató de sonreírle, a pesar de sentir que por dentro la ansiedad la carcomía. — Seré lo suficientemente fuerte como para que no tengas que preocuparte por mi. — Susurró la niña.
Ese sería el momento perfecto para confesarse, pensó la chica, pero se dio cuenta de que después del gran susto que pasó, era fácil ignorar el nerviosismo que solía ocasionarle estar cerca de Obito.
— ¡Pero no olvides que los compañeros son importantes! — Exclamó el chico. — Por más fuerte que seas, siempre vas a necesitar de amigos... — Y se dejó caer de espaldas sobre la cama.— Recordé mi examen Chunnin... — Y empezó a reír. — No habría podido pasar la primera prueba si no hubiera sido por Rin-chan.
— Creí que eras gennin... — Susurró ella un poco confundida.
— Si, — Ahora Obito se deprimió. — Sólo Kakashi lo consiguió en el primer intento... Maldito Gai... su velocidad no me dio tiempo de mostrar los grandes avances que había hecho. — Y alzó su puño con fuerza. — ¡Pero éste año lo volveré a intentar y lo lograré! No me daré por vencido tan fácilmente porque seré Hokage y todos tendrán que reconocerme como el más fuerte de la aldea.
La niña volvió a sentir la misma punzada que en el complejo Uchiha. Todas las personas que la rodeaban tenían sueños de seguir haciendo prosperar la aldea y ella en secreto estaba entrenando para que ni Neji ni nadie la volviera a someter... ni siquiera el Hokage. Tenía que alejarse de todos o nunca podría cumplir el deseo de sus padres.
— Etto... — Susurró con voz temblorosa. — Tengo que dormir, Obito-kun... mañana habrá entrenamiento...
El niño se levantó de un brinco.
— Lo siento mucho... — Se rascó la nuca con vergüenza.— Descansa Hinata-chan...— Y se marchó sin notar que la niña empezaba a temblar.
Hinata sacó el guardapelo que tenía colgado en su cuello y lo abrió, sacando la pequeña piedra pintada de color rojo con la sangre de su madre.
— Hizashi... — Murmuró con furia su padre. — Hinata, prométeme que vengarás a tu madre y a la gente del souke que murió para salvar tu vida... la vieja Kaede, Ko, Hiro, Nami y tu abuelo. Sobrevive a esta noche y las siguientes, destruye Konoha y enséñales que nadie se mete con el clan Hyuuga.
La Hyuuga sintió las lágrimas caer de sus ojos, lo había olvidado y el día de hoy Neji le había recordado las últimas palabras de su padre.
— Destruir Konoha... — Murmuró y entendió que estaba enamorada del hombre que tal vez sería Hokage cuando ella fuera mayor, además Minato y Kushina eran dos ninjas leales al Hokage que le estaban dando un hogar y hasta Kakashi había cuidado de ella... Entonces lloró y lloró sin saber qué hacer... solo era una niña cansada.
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Al día siguiente se levantó con los ojos hinchados por el llanto, apenas había dormido de manera intermitente y sin profundidad, pensando en su situación, pero mientras se contemplaba en el pequeño espejo que tenía en su mesita de noche, supo que aún no sabía qué hacer.
— Lo estás haciendo bien, Hinata. — Toneri siseó a su oído. — Tienes que seguir actuando como lo has hecho hasta ahora, si confían en ti tendrás el tiempo suficiente para crecer y cumplir con tu venganza.
— Pero no puedo... — Respondió con tristeza. — Yo no soy así, no puedo cumplir con las palabras de mi padre...
Se escuchó un suspiro en su mente.
— Hinata... — El hombre de la luna le habló, pero ella se sujetó la cabeza con fuerza... — ¡Hinata! — Pero la mirada de ella era desenfocada, estaba teniendo un ataque de ansiedad. — Lo has estado haciendo bien, cálmate. — Ella clavó sus dedos en sus brazos en busca de sentir dolor pero no era suficiente para calmarse. — ¡Suficiente! — El grito la aturdió y la hizo caer de sentón en el piso, llevándose con ella el espejo y destrozándolo en el piso.
— A veces olvido que solo tienes diez años, no estás lista para llevar la carga que tu sangre implica. — Susurró derrotado. Al parecer el encuentro con su primo había sido la cereza del pastel de la locura para ella. — Bloquearé tus recuerdos dolorosos. — Y un fuerte dolor de cabeza la azotó. — Eres tan pequeña y haces que la gente quiera protegerte, te regresaré tu pasado cuando estés lista para destruir a tus enemigos. — Unos pasos se escucharon subir por las escaleras. — Pero estaré guiando tus pasos, no te dejaré hasta que cumplas tu destino, Princesa del Byakugan...
Kushina entró corriendo a la habitación, pues desde abajo escuchó el impacto del espejo rompiéndose.
— ¿Todo está bien, Hinata-chan...? — Preguntó la mujer, pero se asustó al ver a la niña inconsciente en el piso, corrió a su lado. — Minato... — Gritó mientras Kushina la cargaba en forma de princesa y se dirigía a las escaleras.
— ¿Qué sucede? — Preguntó el hombre y vio a la niña sin sentido en los brazos de su esposa, entonces desapareció en un parpadeo y regresó igual de rápido. — No hay nadie en los alrededores, ¿Tiene alguna herida?
— No, pero no responde...
— Dámela, la llevaré al hospital.
La mujer asintió y en un segundo el hombre desapareció.
Al llegar al hospital, la colocó en una camilla y llamó con urgencia por ayuda.
— Ayuda por favor... — Le dijo a una enfermera que pasaba a su lado.
— ¿Qué ocurrió? — Preguntó la mujer.
— No lo sabemos pero no responde.
La mujer puso una mano en la frente de la niña; tenía mucha fiebre.
— Debe ser una infección, iré por el médico.
Pronto llegó el hombre y juntos llevaron a la pequeña a una habitación con todos los insumos necesarios.
— Sus signos vitales están bien, solo hay que darle un poco de suero para la deshidratación y unos fomentos de agua fría para bajar la fiebre, le inyectaré un antibiótico para ayudar a su cuerpo a combatir la infección.
Y en cuanto el médico terminó de inyectar a la niña, ésta abrió los ojos.
— ¿Hinata-chan? — Preguntó Minato con preocupación.
— Hai... — Respondió ella, le dolía la cabeza y le ardían los ojos pero no sabía por qué. — ¿Por qué estoy en el hospital?
— Kushina te encontró inconsciente en tu cuarto, ¿Sucedió algo?
La niña bajó la mirada tratando de recordar algo, pero no pudo.
— No puedo recordar nada de anoche, solo que estaba en el festival con Obito-kun y yo... yo ganaba un pez dorado... — Sonrió muy orgullosa. Minato sonrió más tranquilo.
— Debió ser una descompensación anímica, debes comer mejor señorita, estás en un momento importante del crecimiento. — Indicó el médico mientras volvía a tocar la frente de la niña. — La fiebre está cediendo, quizás un poco de descanso y estarás como nueva.
La niña asintió con tranquilidad, sentía que olvidaba algo pero quizás no era tan importante.
— Le mandaré un pergamino a Kushina, hoy no habrá entrenamiento para ti.
La pequeña asintió con ánimos, tenía ganas de dormir.
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A veces Kushina se preguntaba cómo es que el tiempo pasaba tan rápido. Aún recordaba cuando había llegado a la aldea de niña y todos los problemas que tuvo que enfrentar para hacerse respetar entre sus compañeros, quizás fue por eso que desde el primer momento se sintió identificada con Hinata, quien a pesar de que pronto cumpliría once años, se veía más pequeña y retraída que las otras niñas de su edad. Los primeros meses fueron muy difíciles para la pelirroja, pero ahora sentía alivio al ver a Hinata volver a ser un poco más sociable.
Minato solía contarle lo mucho que se esforzaba en los entrenamientos y ella misma se sorprendió mucho al verla pelear con taijutsu en alguno de las prácticas que dirigía su amado esposo, era realmente buena y le daba un poco de tristeza desperdiciar el potencial de aquella niña. Ella sacaba las mejores notas de su clase y ya había descubierto que husmeaba en su biblioteca de pergaminos de Fuinjutsu, pero no le dijo dijo nada ni hizo nada para evitarlo, la apoyaría siempre en todo lo que ella decidiera hacer. En esos momentos tan difíciles de la guerra, Hinata se estaba volviendo en un apoyo para ella, más después de que les llegó la noticia de que la misión de Ibiki estaba en peligro: Tokada había muerto e Ibiki seguía infiltrado al no encontrar una manera de huir. La guerra estaba empezando a hacerles sentir que no había una luz al final del túnel. Suspiró cansada pero la dulce voz de la peliazul ganó su atención.
— No sé si sea una buena idea... — Murmuró Hinata mientras le mostraba una hoja de pergamino a Kushina.
— ¡Yo creo que es una excelente noticia! — Exclamó Rin.
Las tres chicas estaban caminando por el centro de al aldea. Hinata y Kushina habían estado haciendo unas compras, cuando Rin se les unió, pues las vio cuando salió de la oficina del Hokage, donde acababa de entregar su reporte de misión.
— Es que es invierno... — Hinata sonrió ligeramente. — No hay muchas flores en esta época y no sé si lo haré bien...
— Si tu maestra cree que estás lista para trabajar en una florería, creo que es porque vio talento en ti... — Hasta hace poco Kushina descubrió a Hinata haciendo algo que no era entrenar. Una noche fue a cambiar las cobijas de la cama de la niña cuando notó que en su mueble habían múltiples flores prensadas y decoradas como separadores o adornos de naturaleza muerta. Así que no lo pensó dos veces en ir y comprarle material para que pudiera continuar con su pasatiempo, la notaba ser realmente feliz cuando estaba trabajando con sus flores.
— Sí, además podrás ganar tu propio dinero, es una buena manera de ir conociendo el negocio. — Rin animó a la peliazul, ella también era consiente del gran cambio que había sufrido la chica, pero la timidez era un rasgo que aún no lograba superar.
— Pero aún no sé si quiero dedicarme al Ikebana o a otra cosa.
En la escuela civil, los niños también se graduaban a los doce años pero la mayoría empezaba a trabajar como ayudando en los negocios familiares o del centro de la aldea que requerían aprendices y una pequeña porción de los chicos, cursaban estudios medios para aprender una profesión como ser maestros, arquitectos o médicos civiles, aunque esa opción solía ser más cara. A pesar de que faltaba un año para su graduación, Hinata ya tenía una oferta para ser aprendiz en la florería del clan Yamanaka por medio tiempo.
— ¡Yo pienso que es maravilloso, Dattebane! — Kushina la abrazó con la mano donde no cargaba compras. — Tienes muy buen gusto y sé que lo harás muy bien, Hinata-chan. — La peliazul sonrió ante las palabras de la mayor. — ¡Oh! ¿Podrían esperarme por un momento? — Preguntó Kushina cuando pasaron cerca de un local que vendía armas. — Tengo que recoger algo...
Ambas chicas asintieron y Kushina entró al local.
— ¿Hinata?— La llamó Rin, a lo que la otra miró con una sonrisa. — Hay algo que quisiera preguntarte...
— Dime, Rin...
— Te ves muy contenta desde hace unos meses...— La chica lucía un poco avergonzada. — Mi equipo ha tenido tantas misiones y con el curso de medicina ninja no había podido verte a solas para preguntarte...
— ¿Qué sucede? — La preocupación se pintó en el rostro de la peliazul.
Rin respiró profundamente y se llenó de valor para preguntar.
— Obito me contó lo ocurrido en el festival del Tanabata... que si no hubiera sido por Kakashi hubieras salido lastimada... Pero a pesar de lo que te sucedió, pareces más tranquila y feliz... así que me preguntaba si tus sentimientos por Obito-kun cambiaron hacía Kakashi-kun...
Hinata negó con la cabeza.
— No es eso, si soy honesta, realmente no recuerdo lo que sucedió esa noche... pero... me sigue gustando Obito-kun a pesar de todo... — Empezó a jugar con sus dedos, sabía que Rin era alguien en quien podía confiar, pero aún así sentía bastante vergüenza de hablar de sus sentimientos.
— Yo me animé a preguntarte porque Kakashi-kun ha estado bastante cortante desde el festival, y es imposible sacarle una sola palabra si él no quiere. — Aquello lo dijo con suma tristeza.
— Lo siento, lo último que recuerdo es que gané un hermoso pez dorado... — Comentó la ojiblanca. — Pero de verdad no pasó nada entre nosotros, lo recordaría por lo bochornoso que podría ser.
Rin asintió, veía la sinceridad en el rostro de su amiga.
— ¡Listo! Ya tengo el encargo, ¡Dattebane! — Kushina llegó hasta las niñas y emprendieron el camino de regreso.
— Hoy tendremos una reunión de chicas, ¿Quieres ir Hinata-chan?
El rostro de la peliazul se tiñó de rojo.
— Lo siento... yo... tengo... — Las palabras se le trabaron y volvió a jugar con sus dedos, pero con mayor incomodidad.
— Esta tarde Hinata-chan tiene una cita con Shisui-kun... — Respondió Kushina mientras sonreía de oreja a oreja y miraba con emoción a la peliazul.
— ¡No es una cita! — Se quejó... — También estará Itachi-kun...
— Últimamente salen mucho. — Kushina ignoró el bochorno de su protegida.
Rin sonrió contenta, le alegraba que las cosas en casa de su sensei estuvieran más tranquilas. Jamás olvidaría el rostro de tristeza de Kushina cuando les contaba que Hinata no quería salir de su habitación o cuando le tocaba salir en una misión larga, casi casi le suplicaba que no le quitaran los ojos de encima a la peliazul. Pero ahora verlas discutir amigablemente sobre un chico, alegró mucho a Rin, después de casi un año las cosas se habían calmado para Hinata.
Pronto llegaron a la casa de la familia Namikaze, pero Rin se despidió para ir a su casa a descansar. Iba caminando con tranquilidad, disfrutando de la frescura del viento, cuando vio que Kakashi y Obito iban caminando un poco más adelante, así que corrió hasta alcanzarlos.
— ¡Hola chicos! ¡Llegaron pronto de su misión! — Saludó Rin.
— ¡Hola! — Saludó Obito con gran emoción. — ¿Vas llegando de misión?
— Sí, asistí a Tsunade-sama en un escuadrón especial cerca de Ame... — Dijo con mucho orgullo. — Aprendí un par de técnicas médicas nuevas y muy útiles.
— ¡Sin duda eres la mejor, Rin! — Gritó Obito, pero la chica miró hacía Kakashi.
— Tienes un corte muy feo en tu mejilla, déjame verlo. — El chico asintió sin decir una palabra y se sentó en una banca que estaba cerca de ellos.
Mientras Rin colocaba su jutsu médico sobre la herida del peligris, Obito se acercó a ellos.
— Me preguntaba si quisieras salir esta noche... — Obito la invitó pero ella negó.
— Hoy es noche de chicas, Anko, Kurenai y yo cenaremos en la casa de Shizune, ya que pronto partirá para viajar como aprendiz de Tsunade-sama, así que no puedo faltar.
— Ya veo, entonces llevarás a Hinata-chan contigo... — Rascó su nuca, deseaba cambiar el tema lo más pronto posible para evitar que la chica notara sus nervios.
— No, parece que ella tiene una cita... — Dejó escapar una sonrisa, pero al estar aplicando chakra curativo sobre Kakashi, sintió que él se tensaba ante la mención de la peliazul.
— Mejor ella consiguió una cita que yo... — Exclamó muy desanimado el Uchiha.
— Hinata es muy linda e inteligente, me alegra que por fin esté más tranquila. — Rin notó las alteraciones en el chakra del peligris.— Creo que le ha sentado bien salir con Shisui-kun... la ayudado a ser más sociable.
— Suficiente... — Kakashi sujetó a Rin por la muñeca de la mano con la que lo estaba tratando. — Ya cerró el corte, gracias Rin.— Dijo secamente.
Aquello confirmaba las sospechas que tenía desde hace algún tiempo.
— No entiendo por qué a Hinata-chan le gusta juntarse con esos mocosos Uchiha, son soberbios y pedantes... — El mal humor de Obito surgía cuando se trataba de alguien más de su clan. — Tsk, iré a dormir...
Kakashi y Rin vieron como su compañero se marchaba molesto, desde su destierro en el clan había adoptado un extraño hábito de hablar solo.
— También iré a casa. — Kakashi miró el cielo azul. — Tengo una misión al anochecer.
Rin asintió, pero cuando el chico se puso de pie, ella lo sujetó del brazo.
— ¿Te gusta Hinata-chan, Kakashi?
Kakashi miró el agarre que Rin ejercía sobre él y frunció el ceño, no le gustaba que lo tocaran de esa manera si no era estrictamente necesario.
— No sé de qué hablas... — Dijo mientras se soltaba del agarre y comenzaba a caminar.
— Es solo que desde el día del festival he notado lo mucho que la observas... — Rin bajó la mirada. — Sé que ella es linda y buena persona, así que si me dices que te gusta... yo te ayudaría, Kakashi... para mí lo más importante es tu felicidad...
El peligris se detuvo sin mirarla.
— ¿Ayudarme en qué? Las reglas dicen que un ninja debe poner la misión primero, no sé qué pretendes que haga con mis sentimientos...
— ¡No eres una piedra, Kakashi! Está bien si sientes felicidad, tristeza o... amor... eso nos hace humanos, esas emociones que los ninjas debemos ocultar son lo que nos dan un motivo para vivir, para existir...
Kakashi pensó en las palabras de su compañera pero negó.
— Si tienes tiempo para pensar en esas cosas, deberías entrenar más... — Y se marchó.
Rin miró a Kakashi desaparecer y pensó en sus palabras.
— No lo negó... — murmuró para sí misma. Miró el cielo azul y dejó que la tristeza la embargara. Fue a su casa, pero ahora su ánimo estaba por los suelos.
Cuando se acercaba la hora de la reunión, Rin seguía en su cama contemplando el techo gris de su habitación, cuando unos golpes en la puerta la hicieron reaccionar.
— ¿Por qué aún no estás lista? — Kurenai puso una mano en su cintura y miró con el ceño fruncido a su amiga. — Eres la más puntual de todas...
— Lo siento... se me fue el tiempo... — Respondió Rin mientras se llevaba una mano a la cabeza, aquello preocupó a la pelinegra.
— ¿Sucedió algo malo? — Preguntó su amiga.
Rin le indicó que pasara y se sentaron en el pequeño comedor de su casa.
— Es solo que creo... tenía una sospecha... — Empezó a decir la castaña. — Desde el festival del Tanabata Kakashi estaba muy al pendiente de Hinata-chan... pensé que era solo por la misión que nos dio el tercero... e incluso llegué a pensar que le había tomado cariño, porque es tan pequeña y siempre parece estar en las nubes, como si escuchara una voz que nadie más puede...
— ¿Piensas que le gusta Hinata-chan? Estamos hablando de Kakashi, es el chico más parco y aburrido, solo tu puedes ver algo bueno en él...
— Hoy se lo pregunté y no lo negó...
Kurenai suspiró y tomó una mano de Rin entre las suyas.
— Nadie manda sobre los sentimientos, Rin... además Kakashi no lo confirmó aunque confío en tu criterio y pienso que si ves algo es por algo. — La pelinegra sonrió. — Pero puedes seguir dando tu mejor esfuerzo, no es el fin del mundo...
— Pero Hinata-chan dijo que no pasó nada y yo le creo...
— Bueno, a veces las cosas pasan así... créeme que si pudiera elegir probablemente no hubiera elegido a Asuma, es un hombre con muchos problemas en casa... — Suspiró. — Pero el punto es que no es el fin del mundo, tal vez también podrías voltear a otro lado, Kakashi no es el único hombre del mundo.
Fue turno de Rin para asentir.
— Supongo que tienes razón, aunque duele...
— El amor siempre duele, pero ahora es momento de que subas a darte un baño rápido, te pongas algo lindo y nos iremos a comer hasta no poder más con las chicas... ¿De acuerdo?
— ¡Hai! — Respondió mucho más animada y corrió a su habitación para arreglarse.
Kurenai tenía razón, no podía ser egoísta con Kakashi cuando sabía lo mucho que había sufrido a su corta edad, primero se encargaría de sanar su corazón y después lo ayudaría a que fuera feliz.
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Un sirviente de la mansión Uchiha les llevó una tetera, tres tazas y muchas galletas de avena.
— Todo es muy ceremonioso en tu casa, Tachi — Shisui sonrió divertido mientras respondía a la reverencia del sirviente.
— Papá cuida que todo esté a la altura del líder del Clan Uchiha, aunque realmente es un poco molesto... prefiero hacer mis cosas yo solo.
Shisui revolvió los cabellos de Itachi mientras Hinata se sentaba a su lado.
— ¿Hoy qué vamos a hacer? — Preguntó Hinata mientras servía el té de sus compañeros.
— Hoy serán peleas de taijutsu, en mi última misión aprendí un movimiento muy genial y quisiera probarlo contra Hinata, siento que mejoro mucho cuando peleo contra alguien que no cae en mi sharingan.
Hinata se sonrojó mientras Itachi frunció el ceño. Al pequeño Uchiha le intrigaba saber qué era lo que hacía tan especial a esa niña Hyuuga, a pesar de que tenía un aire aristocrático y su estilo de pelea era muy preciso, era torpe y tartamudeaba cuando estaba nerviosa. Además Itachi la consideraba un poco vanidosa ya que siempre se cuidaba para no recibir golpes en la cara, pero lo que más le molestaba era que cuando aparecía, Shisui dejaba de ponerle atención y se ponía a girar alrededor de ella como si fuera una especie de luna orbitando la tierra.
— Itachi-sama... — Otra sirviente llegó hasta el dojo del clan Uchiha y llamó al niño. — Su padre requiere un momento de su presencia.
— Ve Tachi, aquí te esperaremos. — Shisui le sonrió mientras el niño se ponía de pie dispuesto a seguir a la mujer.
Antes de salir, dio un último vistazo hacía sus compañeros de entrenamiento y admitió que estaba celoso de aquella niña peliazul.
Por otra parte, Shisui y Hinata caminaron al centro del dojo e hicieron una reverencia mutua.
— ¿Qué dijiste para que te dieran permiso?
— Le dije a Kushina-san que iríamos a nadar al río. — Su rostro se sonrojó. — No me gusta mentir... pero dudo que les guste saber que después de los entrenamientos de la mañana con Minato-san, sigo entrenando aquí.
— Te estas volviendo fuerte, Hime... — Últimamente Shisui había empezado a decirle así, al inicio la incomodaba pero empezaba a acostumbrarse. — Pero hay algo que me pregunto...
— ¿Qué cosa?
Shisui la miró de frente muy fijamente.
— Ya me contaste lo sucedido con tu familia y que necesitas saber defenderte de tu clan... ¿Pero por qué quieres ser más fuerte? El otro día dijiste que querías poder destruir una montaña como cuenta la leyenda de Jiraiya-sama.
Hinata bajó la vista.
— No estoy segura... — Puso una mano en su pecho. — Hay algo aquí que me dice que debo ser más fuerte cada día, pero de lo que si estoy segura es que quiero ser capaz de defender a todos los que son importantes para mi... no quiero perderlos como a mis padres.
El pelinegro sonrió.
— Me gusta mucho tu determinación, Hinata. — Con la inocencia de un niño de 8 años recién cumplidos. — Quiero que sepas que daría mi vida por ti porque me gustas y eres una persona muy importante para mi.
El rostro de Hinata se tiñó de rojo, ¿Acaso el hiperactivo Uchiha le acababa de declarar sus sentimientos?
— ¿Eh?
— ¿Acaso te gusta alguien, Hinata? — Sí, era una confesión y la chica no sabía qué hacer o dónde meterse.
— Yo... no...
No por nada Shisui era considerado un prodigio, él sabía que al ser más chico que Hinata había más posibilidades de que no tuviera una oportunidad, alguna vez escuchó a su sensei decir que a las chicas les gustaban los hombres mayores. Pero él no se rendía fácilmente, por lo que tenía un plan.
— Yo sé que hay alguien en tu corazón... — El rostro de Hinata se volvió aún más rojo. — Así que pienso que deberías decirle lo que sientas pronto, estamos en guerra y no sabemos cuando podría caer la aldea en asedio... Si esa persona te corresponde, yo no volveré a decirte nada Hime, pero si él no siente lo mismo, solo dame una oportunidad y te juro que dedicaré cada día del año para cuidarte y ganarme tu cariño.
La mirada firme y decidida del Uchiha conmovió el corazón de la Hyuuga, quien atinó a sonreír.
— Eres un buen chico, Shisui... gracias...
— Pero no demores mucho... no tengo mucha paciencia... — Dijo mientras se rascaba la nuca con suma vergüenza e inocencia.
— ¡Hai! — respondió con alegría.
— Entonces dicho todo... ¡Te mostraré mi nuevo movimiento de pelea increíble!
Y en silencio Hinata agradeció por las palabras de su mejor amigo. A decir verdad después del festival del Tanabata en que estuvo perdida un rato en palabras de Obito, se dio cuenta de que estaba en una situación de peligro constante. Su tío y el resto del clan querían deshacerse de ella, pero gracias a la protección del Hokage es que aún respiraba... pero no sabía si un día cambiaría de opinión. Así que había empezado a nacerle el impulso de declarase a Obito, se le estrujaba el corazón cada vez que lo veía llegar triste y derrotado por haber fallado una pelea o porque Rin no le hacía caso. Le gustaría pararse frente a él y decirle lo increíble que era a su ojos y que le gustaba su determinación de volver a levantarse e intentarlo otra vez.
Pero el miedo al rechazo era lo que la detenía, su naturaleza tímida no le permitía abrirse de aquella manera... pero las palabras de Shisui la habían animado, el saber que él siempre estaría a su lado sin importar lo que pasara calentó su corazón. Tal vez estaba alucinando, pero desde hace algunas semanas empezaba a sentirse fría todo el tiempo, sus manos, sus pies, hasta su frente solía estar fría aún cuando estuviera caminando bajo el sol del medio día... Solo encontraba calor físico cuando entrenaba, cuando saltaba y cuando golpeaba, cuando corría o nadaba, así que algo le decía que no debía detenerse o se convertiría en una estatua de hielo. Pero justo en esos momentos, las palabras de Shisui lograron hacerla sentir abrigada y con esperanza del futuro. No sabía si podría corresponder sus nobles sentimientos, pero una parte de ella sabía que no sería difícil caminar junto a Shisui.
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Mas tarde, en otra parte de la aldea cierto grupo de kunoichis estaba reunido en una casa semi vacía con la mayoría de los muebles tapados.
— No puedo creer que ahora te vas tu... — Lloró Anko mientras se abrazaba de Shizune.
— Lo siento... es solo que ahora que Rin y yo fuimos a Ame, no pude rechazar la invitación de Tsunade-sama... — Shizune logró librarse del agarre de Anko y se dirigió a la cocina por más sake.
— ¿A ti también te invitó, Rin? — Preguntó Anko a la castaña que estaba sentada junto a ellas.
— No, pero de igual forma el sandaime no lo hubiera permitido, no se puede prescindir de tantos ninja médico en estos momentos. — Respondió Rin mientras daba otro trago a su bebida.
— Entonces ni Yugao ni Shizune estarán en la fiesta de Hayate y Rin... — Suspiró Anko. — Pronto serán más los chicos que nosotras...
— Eso es bueno, significa que las chicas están haciendo cosas de mayor provecho... — Kurenai se alzó de hombros.
— No deberías beber tanto, Anko... — Rin trató de quitarle la botella pero la mayor se escabuyó.
— Hey, bebo desde los doce, además en mi última misión junto a Orochimaru-sensei creí que no la íbamos a librar.
Rin se dejó caer apesumbrada en el sillón.
— Estoy cansada de la guerra, tanta gente está muriendo en el campo de batalla...— Murmuró la castaña y Shizune llegó a su lado.
— Sé que es agotador, pero no perdamos la esperanza, los mayores están dando su mejor esfuerzo así que nos toca resistir. — Shizune apretó la mano de Rin.
Kurenai las observó con detenimiento, ella era especialista en genjutsu, y eso implicaba tener un ojo entrenado para ver los pequeños detalles con el objetivo de crear ilusiones realistas. Por supuesto que había notado que Kakashi había reaccionado de una manera interesante en el genjutsu que le aplicó la vez que peleó contra el niño Uchiha, y también aceptaba que el comportamiento de Hinata había cambiado de la noche a la mañana después del Tanabata. Pasó de ser una niña miedosa y retraída para ser una niña tímida pero dulce. Algo había sucedido con ella e iba a averiguarlo tarde o temprano.
— ¡Ya no hay sake! — Gritó Anko desde la cocina. — Ni comida...
— Puedo ir por más. — Se ofreció Rin, pero Kurenai negó con la cabeza.
— Yo voy, necesito caminar un poco.
Así que pronto salió del lugar y caminó por las calles oscuras pero alumbradas con la luz amarilla de los postes de cada lado de la calle. Kurenai decidió ir a una tienda que estaba un poco más alejada, disfrutaba mucho de la frescura de la noche. Después de un rato llegó a una de las tiendas que habrían veinticuatro horas al día y procedió a conseguir más botana y algunas botellas de sake para Anko. Suspiró cuando salió de la tienda, Kurenai también tenía sus propios problemas, pues Asuma quería irse de la aldea para trabajar como guardia en la capital y eso significaba que deberían separarse, pues ella quería continuar entrenando con su padre y especializarse aún más en el genjutsu, por lo que estaban peleados.
Pronto llegó a la tienda donde pudo hacerse de todas las cosas que necesitaba, mientras esperaba en la fila para pagar, escuchó el nombre de Hinata por lo que decidió prestar atención.
— Escuché que Hizashi-sama está luchando por la custodia de su sobrina. — decía un chunnin que estaba formado delante de ella.
— Lo que el Hokage debería hacer es llevarse a esa niña lejos... — respondió el otro ninja que acompañaba al primero. — Sus padres no dudaron en traicionar la aldea, es un peligro.
— Pero solo es una niña pequeña...
— ¿Entonces porqué es la única niña del Souke que sobrevivió? Escuché en la torre que decían que su sangre está maldita, que las personas del Souke llevaban a cabo rituales prohibidos en todos sus miembros... debieron sacrificarla junto a sus padres...
Kurenai se molestó.
— ¡Y se hacen llamar ninjas! — exclamó la niña. — Están divulgando chismes y cosas que se dicen en la torre, el Hokage se enfadará cuando lo sepa. — exclamó Kurenai cuando explotó contra ellos.
— ¿Cuál es tu problema niña? — dijo el primer ninja. Entonces Kurenai supo que al no llevar su bandana ni su uniforme, creerían que era una chica civil.
— Hinata-chan es mi amiga y no apruebo que vayan esparciendo rumores tontos y cuestionando la decisión de Hokage-sama.
Uno de los shinobis dio un paso hacía Kurenai mientras sacaba un kunai, pero un chico de cabellos negros de interpuso.
— No es correcto meterse con ella, es más hábil que la mayoría de ustedes. — Asuma miró con furia a los sujetos. — Además no es correcto pelear en un local civil.
— Tsk, parece que te lo tienes muy creído, ¿No, Sarutobi-chan?— dijo uno de los ninjas, mientras tiraban al piso lo que iban a comprar. — Vámonos.
Y los dos ninjas se marcharon sin sus compras.
— No era necesario. — murmuró Kurenai mientras la dependienta le decía que pasara a la caja a pagar.
— Que ser hijo del Hokage sirva para algo. — fue la respuesta aburrida de parte del moreno. — Suerte para ti que te vi cuando entraste aquí.
— ¿Suerte? — preguntó ella con molestia. — No recuerdo haber necesitado ayuda, además te había dicho que no quería verte.
— Sé que te hubieras podido encargar de ambos, pero no sería caballeroso de mi parte ignorar la situación.
Ella puso los ojos en blanco y procedió a pagar por sus compras.
— ¿Por qué tanto sake?— preguntó Asuma mientras salían de la tienda con las compras.
— Estamos despidiendo a Shizune, se irá a entrenar con Tsunade-sama y no tiene fecha de regreso.
El silencio lo envolvió.
— Yuhi... yo...
— No digas nada, Asuma, haz tomado tu decisión... — Kurenai realmente quería ser madura y aceptar la situación con templanza, ella no era alguien a quien le gustara perder los estribos.
— Lo retrasé. — respondió Asuma y la chica lo miraba con sorpresa. — Decidí que debía perfeccionar mis habilidades antes de ir a la capital, aunque las cosas en casa me tienen bastante harto.
— Asuma... — la chica se detuvo y Asuma la imitó, para después sonreírle.
— Además tenemos que presentarnos juntos a los exámenes chunnin, los habíamos prometido, ¿No?
Los ojos de la chica se humedecieron y asintió con alegría.
— Sí... gracias Asuma.
Él sonrió.
— Te quiero, Yuhi Kurenai, eres lo único que hace que valga la pena estar en Konoha.
Y en esos momentos los problemas de Rin, Hinata y del resto del mundo desaparecieron para Kurenai, quien solo sintió los suaves labios de su amado sobre los suyos. Sin duda amaba a ese chico más que a nada en el mundo.
.
.
— ¿Qué sucedió? Tu no sueles beber tanto, Rin-chan.
Hace un rato Obito había estado solo en su habitación ya que Minato y Kushina tuvieron un llamado de emergencia de la Torre del Hokage por lo que avisaron que Hinata estaba fuera pero bien acompañada y marcharon. Sentado en su escritorio, Obito estaba tratando de escribir un régimen de entrenamiento, ya que los examenes chunnin y jounnin se acercaban y esta vez estaba convencido de que aprobaría.
Cuando su habitación se oscureció al ser de noche, prendió su lámpara de su escritorio y continuó divagando en su plan cuando una pequeña serpiente se coló por su ventana abierta. Se llevó un susto de muerte cuando la serpiente se trepó por su pierna, pero cuando vio un pedazo de papel, lo tomó y reconoció la letra de Anko.
"Ven a casa de Shizune, Rin necesita que alguien la lleve a casa"
No dudó ni un segundo en alistarse para salir corriendo por la chica, por lo que en pocos minutos estuvo frente a la puerta indicada tocando con nerviosismo.
— ¡Obito! — exclamó Shizune cuando lo vio, entonces el chico se asomó y vio a Anko, Kurenai y a Rin acostadas en el piso junto a muchos platos de dangos y algunas botellas. — Eres muy veloz, llegaste antes que Asuma y eso que le escribimos primero.
— Oh, es que estaba en la calle muy cerca. — se llevó una mano a la nuca y dijo con vergüenza.
— No importa, Rin está un poco mareada, necesita ayuda... yo la llevaría pero me tocó llevar a Anko... — dijo la pelinegra mientras dejaba pasar al chico.
Así que en esos instantes Obito sostenía a una Rin que caminaba con bastante dificultad.
— Bueno, no importa si no quieres contarme, siempre voy a estar para ti, Rin. — le dijo con una gran sonrisa en el rostro.
— Shizune se va a ir de la aldea, quizás para siempre. — murmuró triste la chica.
— Bueno, podrías escribirle, seguro le alegrará mucho saber de ti.
Pero un sollozo escapó de la chica.
— ¿Rin? — Obito se tensó al ver que su mejor amiga estaba a punto de llorar, nunca la había visto así, generalmente era ella quien lo consolaba con una gran y cálida sonrisa.
— Hoy descubrí que a Kakashi-kun le gusta alguien más.
Obito se sorprendió, jamás hubiera imaginado aquello siendo que Kakashi era tan serio y amargado.
— ¿Eso es bueno, no? Quiero decir, si con eso empieza a disfrutar de la vida. — pero en cuanto lo dijo supo que la tristeza de su amiga se debía a que no era ella de quien Kakashi se había enamorado. — Pues él se lo pierde, tendría suerte de que esa chica lo quiera la mitad de lo que tu lo haces.
— No voy a hacer nada, creo que Kakashi-kun merece ser feliz, pero... pero me duele, Obito-kun... — una lágrima escapó de sus ojos, pero antes de que pudiera tallarse los ojos, el chico de cabellos negros la abrazó fuertemente.
— Si Kakashi no es capaz de ver lo perfecta que eres, es que está más ciego que un gato recién nacido... Puedes llorar en mi hombro, Rin... siempre voy a estar a tu lado. — le susurró y sus palabras llenaron de calidez a la chica, quien rodeó al chico con sus brazos y comenzó a sollozar en su pecho.
Con el corazón latiendo a mil por hora, Obito depositó un casto beso en la cabeza de la castaña esperando que sus sentimientos pudieran darle un poco de consuelo, mientras ella se aferró a él como si de ello dependiera su vida, sabiendo que junto a Obito todo estaría bien.
Y mientras los dos gennin estaban abrazados bajo la luz de un farol de la calle, otro par de chicos los vieron a lo lejos.
— ¿Es Obito-san? — preguntó Shisui mientras los veían a lo lejos. Hinata llevó una mano a su pecho y asintió, siempre reconocería a Obito. — Creo que tienen un momento muy personal, ¿Damos la vuelta por la otra calle? — preguntó el niño mientras señalaba otra calle.
Hinata asintió con tristeza, por lo que cuando cambió de dirección, se atrevió a sujetar a Shisui de su mano. El Uchiha la miró y no tuvo que preguntar nada, fue evidente que el humor de la chica se arruinó cuando vio a la pareja abrazada, lo más seguro es que el chico que le gustara fuera Obito Uchiha.
— No tendré misiones esta semana, ¿Puedo ir por ti a la salida de la escuela?
— Sí... — respondió ella con la mirada cabizbaja.
— ¡Genial! Podríamos entrenar un rato... — y mientras el chico hablaba de todas las cosas que podrían hacer, Hinata sonrió ligeramente, estaba muy agradecida de que Shisui la salvara de pasar a un lado de Obito y Rin, sin duda no podría volver a verlos si la descubrían ahí. El dolor en su pecho era sofocante, pero la fresca risa de su acompañante le hizo entender que no estaba sola, quizá olvidar a Obito-kun no sería tan difícil.
Sin embargo, a kilómetros de ahí, muy lejos, más exactamente en la luna, Toneri Otsutsuki sonreía complacido.
— Es mejor que Hinata reciba la protección de alguien fuerte como Uchiha Shisui, ese niño tiene un futuro brillante. — murmuró el albino con los ojos cerrados. — Pero me pregunto... ¿Por qué Hatake Kakashi la vigila a lo lejos? Tengo que pensar en qué hacer con ese niño...
Pero al final de cuentas no era tan importante, Hinata se encargaría de todos ellos cuando llegara el momento de destruir esa insignificante aldea, lo quiera o no.
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¡Muchas gracias por leer!
Espero que este capítulo les haya gustado, no tengo mucho tiempo pero escribo de poquito en poquito, ninguna de mis historias se quedará incompleta.
Los invito a comentar para saber qué les pareció el capítulo, ¡Nos leemos pronto!
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