Infamia de sangre
Disclaimer: Naruto no me pertenece, es propiedad de Masashi Kishimoto.
Nota del autor: Bienvenidos este nuevo proyecto, inicialmente iba a ser un ObiHina, pero mientras planeaba la historia se convirtió en un KakaHina, aunque habrá muchos enredos, así aquí está el resultado.
Advertencias: Crackpairing, violencia, muerte de personajes, y what if.
La historia se sitúa en la tercera guerra ninja, un año antes de la batalla en el puente Kannabi, donde sucede el Kakashi Gaiden.
Hinata asiste a la academia ninja donde conoce a Obito Uchiha, a quien admira y observa de lejos en la aldea, aunque nunca se ha animado a hablarle. Pero un día el Bouke se alza contra el Souke y Hinata queda sola y perdida en los terrenos Uchiha. ¿Cómo se desarrollarán las cosas a partir de ese punto? ¿Reclamará su lugar como legitima heredera del clan o se marchará para siempre de Konoha? ¿El curso de la historia cambiará?
Clanes y leyendas
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Capítulo I.
Infamia de sangre
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Aquella noche era fresca por lo que Hinata decidió dormir con una yukata sobre el largo camisón que solía usar para dormir. Por fin habían terminado los ritos de celebración de año nuevo por lo que su padre le había dado permiso de retirarse y dormir. Como princesa del clan Hyuuga debía estar presente en todos los actos oficiales, comportarse con decoro y prudencia para hacer honor a su estatus de futura líder del clan.
Era aburrido ser la heredera de un clan tan antiguo. Amaba a sus padres sin duda, quería ser amable como su madre y fuerte como su padre, no podía estar todo el tiempo con ellos debido a sus obligaciones como líderes del clan, pero tampoco podía salir a jugar como los demás niños de su clan, a los cuales siempre observaba desde la ventana de la sala donde estudiaba. Desde pequeña había aprendido la etiqueta que una dama de alta sociedad debía seguir, caminar en silencio, comer en silencio, respirar en silencio, en pocas palabras, ser invisible. Solo hablaba cuando se le preguntaba algo o cuando se le ordenaba algo. Extrañaba las tardes en las que podía salir a jugar con su primo Neji, pero un día, poco después de muerte de la madre de Neji, su padre le dijo que ya no podrían jugar juntos. Por primera vez desobedeció a su padre para ir a buscar a Neji y preguntarle si sabía qué había ocurrido, pero él la miró con odio y le cerró la puerta en la cara, sin decir nada. Así fue como quedó confinada dentro de su gran mansión, de la que salía solo para ir a la academia.
En la escuela tampoco le iba muy bien que digamos, los niños solían burlarse de sus ojos o trataban de no acercarse a ella; su primo Neji no había dejado la mejor de las impresiones en sus compañeros y había dejado claro que nadie debía acercarse a la heredera del clan, de otra forma él como su guardia personal les rompería la cara. Por un momento pensó que su primo había vuelto a interesarse por ella, pero al final descubrió que solo lo había hecho para que ella estuviera sola.
La escuela se había vuelto aún más aburrida cuando la generación de su primo Neji se graduó y formaron equipos gennin. No lo decía por su primo, sino por Obito Uchiha, el chico que más admiraba por sus ganas de ser más fuerte y su arduo entrenamiento. Le había dado un poco de risa cuando se enteró que lo habían asignado en un equipo junto a Kakashi Hatake, el enemigo declarado del Uchiha. Solía mirarlos pelear a la hora del receso y pensaba que Obito realmente tenía lo suficiente para cumplir su sueño de ser Hokage. Admiraba su destreza y capacidad de no rendirse nunca, de verdad deseaba poder ser tan alegre y optimista como él.
De cualquier manera no debía seguir pensando en esas cosas, era tarde y necesitaba descansar, su madre le había dicho que ya no iría a la academia por su seguridad y que había cosas más importantes de las que ocuparse. La tercera guerra ninja ya llevaba algunos años pero parecía que estaba llegando a un punto crítico, Iwagakure había atacado algunas de las aldeas civiles más cercanas a la aldea oculta entre la Hierba, y si ganaban esas tierras, Iwa se haría con un terreno ideal para juntar fuerzas y atacar la aldea de la Hoja. Por ello las cosas estaban muy tensas últimamente.
Acostada en su cama, pensó que su clan era el lugar más seguro del mundo, no había nada que el Byakugan no pudiera ver, pero esperaba que Obito-kun y su equipo estuvieran bien y no fueran enviados fuera de la aldea. Y así se quedó dormida, con un precioso sonrojo.
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Pisadas.
Pisadas de un lado a otro comenzaron a oírse tras la puerta de madera y papel de su habitación.
¿Aún no habían terminado los festejos de año nuevo? Se preguntó la pequeña que era de sueño ligero. Sin embargo, antes de que espabilara, su madre entró corriendo a su habitación y comenzó a abrir sus cajones y meter ropa.
— ¿Mami? — Preguntó un poco asustada por el comportamiento tan extraño de su progenitora.
— Levántate y vístete, deprisa, ponte un abrigo y toma lo que puedas. — Dijo Hana Hyuuga mientras ponía ropa dentro de una bolsa de viaje.
Hinata hizo lo que le decía su madre, nunca cuestionaba nada, las damas de alta sociedad no lo debían hacer. Se puso un pantalón negro que usaba para entrenar, unas sandalias, pero antes de que pudiera quitarse el camisón, su madre le echó encima un abrigo de lana y la tomó de la mano.
El horror se adueñó de Hinata. Había sangre por todos lados.
— ¿Q-qué...?
— Te lo explicaré después, debemos llegar con tu padre y huir.
Hinata se tropezaba a cada paso, sin embargo su estómago se revolvió de ver partes humanas desmembradas y esparcidas por todos lados. Avanzaron hasta llegar a la cocina, donde un sujeto les cortó el paso, pero Hana lo golpeó en el cuello y Hinata pudo verlo caer sin vida.
— ¿Neji-nii-san está bien?
La mujer no respondió, continuó jalando a la niña a través del bosque que había en la parte trasera de la mansión. De pronto una gran sombra cayó frente a ellas y Hinata casi se cae del alivio. Era su padre.
— ¿Qué hacemos? — Preguntó Hana mientras Hiashi la abrazaba.
— Tenemos que pedir ayuda a nuestros aliados, traté de llegar a la torre del Hokage, pero hay cuando menos cincuenta personas protegiendo la zona.
— ¿Entonces?
— Los Uchiha, nuestros terrenos están conectados. Fugaku podrá llamar al Hokage y entonces el Bouke pagará caro su atrevimiento.
Hinata nunca había visto tan molesto a su padre, las venas de su rostro y su cuello eran aterradoras, ni siquiera en los entrenamientos se veía así.
Un ruido los alertó de que pronto tendrían compañía, por lo que la mujer y la niña corrieron mientras Hiashi se encargaba de activar el sello del pájaro enjaulado de los ninjas que se acercaban.
— Escucha Hinata, si algo nos llega a pasar, tu debes seguir con vida, recuerda tu entrenamiento y no olvides que en la cascada del Valle del fin está el santuario Hyuuga. Ahí estará el poder que necesitas para reclamar tu derecho de nacimiento. — Le dijo su madre, pero la niña estaba empezando a temblar y a sollozar.
— ¿Q-qué ocurre? ¿P-por q-qué...?
— El Bouke se ha levantado en contra de nosotros. — Explicó la mujer.
— Mi hermano Hizashi a tenido el atrevimiento de dirigir esta masacre... — Hiashi llegó a su lado, pronto estarían dentro de los terrenos Uchiha. — Hinata, escucha esto. — La niña sintió que su padre la tomaba en brazos y la cargaba en forma de princesa.
— Hai...
— Tori y Tora, ¿Sabes qué son? — Preguntó mientras corrían.
— Es el sello del pájaro y el tigre.
— Así es, si estás en peligro, debes hacer esos dos sellos, entonces libera un poco de chakra y activarás el sello del pájaro enjaulado.
— Pero yo no quiero matar a nadie...
— Ellos sí quieren matarnos, hija... — Respondió Hana. — Enviaré un cuervo a Kushina, ella también podría ir con Namikaze-san a ver al hokage.
Hiashi asintió y mientras corrían, la mujer mandó un breve mensaje a su preciada amiga. Continuaron corriendo a través de las ramas de árboles, hasta que cruzaron la línea que separaba los dos clanes.
— Iré a hablar con Fugaku, esperen aquí. — Indicó Hiashi. — Por favor, cuídate y cuídala, Hana.
Hiashi bajó a la niña, la cual aún sentía temblar sus piernas y no por el frío.
— Lo haré, mientras prepararé a Hinata. — Le dio un breve beso a su esposo. — Te esperaremos.
Él asintió y marchó dejando a las dos mujeres bajo un gran árbol en el bosque Uchiha. En cuando el hombre desapareció de su vista, Hana verificó el lugar y entonces abrió su bolsa de viaje y sacó un pergamino.
— El Byakugan puede verlo todo, pero hay motivos por los que existen dos ramas. — Empezó a explicar, estaba muy nerviosa pero necesitaba proteger a su hija. — Tú llevas en tu sangre la clave del poder de nuestro doujutsu, así mismo es posible esconderte del Byakugan y de los kekkei genkan que deriven de nuestra sangre. — Abrió el pergamino.
— ¿Q-qué es?
Hana comenzó a buscar en el suelo y tomó una piedra pequeña, del tamaño de una perla, después sacó un kunai y se hizo un corte, de manera que derramó su sangre sobre la piedra. Colocó la piedra manchada de rojo sobre el pergamino e hizo unos movimientos rápidos con sus manos, entonces una pequeña luz verde resplandeció y el pergamino desapareció en una voluta de humo, así que Hana tomó la piedra caliente y la puso en el bolsillo de la niña.
— Mientras tengas contigo este artefacto, ni el mejor Byakugan podrá verte, éste es un jutsu que desarrollaron tus ancestros. Debes cuidarte y crecer grande y fuerte, princesa del Byakugan, usa la piedra para abrir el santuario Hyuuga y aprende todo lo que hay ahí, de esa manera sabrás como contactar con la gente de la luna, ellos lucharán por ti.
— ¿Y u-ustedes? —
— Mamá y papá deben pelear, por lo que tú te quedarás con los Uchiha y vendremos por ti cuando todo esté más tranquilo, ¿De acuerdo? Mikoto cuidará de ti...
Pero entonces su madre abrió los ojos y comenzó a escurrir sangre de su boca. Hinata retrocedió un paso y se tropezó...
"Tori y Tora" vino a su mente. Hizo los sellos, pero nada pasó.
— No soy un Hyuuga, pequeña. — Dijo el hombre con máscara. Hinata miró a su madre sin vida en el suelo. — Tu turno.
El desconocido sacó la katana con la que le había quitado la vida su madre, cuando un kunai le desgarró la garganta, haciendo que la pequeña quedara manchada de sangre, pero viva.
— Hinata. — La voz fría de su padre la despertó.
— Mamá...
— ¿Ella te lo dio? ¿Te dio el jutsu de camuflaje? — La niña le mostró la piedra que su madre le había dado. — Bien, ahora debes ir detrás de la cascada del Valle del fin, ahí un día podrás invocar a los descendientes del clan Otsutsuki, ellos te protegerán y serán nuestro ejército para destruir Konoha.
— ¿Konoha?
Era demasiada información por una noche para una niña de 10 años, traición, sangre, invocación, Tori y Tora, mamá muerta... destruir Konoha...
— Fugaku y Mikoto nos han dado la espalda. — Miró con tristeza el cadáver de su esposa y lo guardó en un pergamino para darle una mejor sepultura después. Colocó el pergamino en la bolsa, la cual colocó en las espaldas de la niña. — Konoha sabía del levantamiento que Hizashi haría. Nadie va a venir a ayudarnos. El hombre que mató a tu madre es un ANBU de Konoha, el tercero entregó al Souke sin oportunidad de defendernos.
— No... — No podía respirar. Pero antes de que pudiera decir algo más, su padre activó su Byakugan.
— Hizashi... — Murmuró con furia. — Hinata, prométeme que vengarás a tu madre y a la gente del souke que murió para salvar tu vida... la vieja Kaede, Ko, Hiro, Nami y tu abuelo. Sobrevive a esta noche y las siguientes, destruye Konoha y enséñales que nadie se mete con el clan Hyuuga.
Y su padre comenzó a caminar, con la frente en alto, orgulloso y deseoso de sangre.
— ¿A dónde vas?
— Vengaré a tu madre.
— No... papá... vámonos, no me dejes sola... tengo miedo...
— Ya estás grande, nunca confíes en nadie... ni siquiera en tu familia. Nunca te lo dije, pero tú puedes ser más fuerte, solo olvida tu bondad Hinata. Te quiero, hija...— Y corrió a encontrarse con su hermano gemelo, quien había recibido la noticia de que su Hiashi estaba en el bosque Uchiha.
Hinata quiso seguir a su padre, pero se tropezó con una rama, haciendo que se torciera un tobillo. Entre lágrimas se levantó y continuó caminando hasta escuchar el sonido de golpes, se escondió tras de un árbol y observó como Hizashi Hyuuga mataba a su hermano.
— Busquen a Hinata Hyuuga y tráiganla ante mi, solo así el nuevo clan Hyuuga podrá vivir libre y sin miedos...
Hinata sabía que no podría correr, así que comenzó a escalar un gran roble que encontró. La adrenalina le ayudó y fue subiendo y procurando ocultarse entre las enormes ramas del árbol.
Una vez estando como a cincuenta metros del suelo, sacó la piedra con la sangre seca de su madre y la apretó fuerte contra su pecho, rogando a todos los dioses que no la encontraran.
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Los primeros rayos del día se empezaron a ver, pero no calentaban el frío que se había instalado en su corazón, y a pesar de llevar dos horas en ese árbol, no quería bajar. No podía confiar en las personas de su clan ni en las personas de su aldea.
Estaba sola.
Era temprano cuando Obito se despertó. Una persona andaba tocando de puerta en puerta preguntando si habían visto a una niña de cortos cabellos negros y ojos del clan Hyuuga. Obito abrió y de mala gana le respondió que no a aquel sujeto que había interrumpido su plácido sueño. Había soñado que estaba en una cita con Rin y que ella le daba de comer en la boca, de solo pensarlo le daban ganas de saltar de alegría.
Se volvió a acostar en la cama, pero no pudo volver a conciliar el sueño. Tenía un entrenamiento con su equipo a las 10 de la mañana y apenas eran las ocho, bueno, por una vez en la vida iba a llegar temprano. Se dio un baño, desayunó algunas sobras de comida que había comprado la noche anterior y salió de su casa con toda la tranquilidad del mundo.
Iba caminando cuando de pronto escuchó murmullos a su alrededor. No tuvo que esperar mucho para ver de qué se trataba. Neji Hyuuga iba seguido de varios guardias Hyuugas como si de la realeza se tratara. Nunca le había agradado mucho aquel sujeto, era peor de arrogante que Kakashi y hasta algo cruel, en su opinión, mientras el primero parecía que nada le interesaba, al segundo le sobraba alevosía en sus acciones.
— Uchiha. — Lo saludó el de ojos perla. — Estamos buscando a mi prima Hinata, ¿La has visto?
Obito entrecerró sus ojos. ¿Hinata?
— Oh, la chica bonita de tu clan. — Comentó distraído y triunfal por haberse acordado de alguien, su memoria no era muy buena que digamos.
Neji frunció el ceño al oír como llamaban a su prima.
— ¿La has visto? El último lugar donde la vieron fue en los terrenos Uchiha.
— No, ¿Está en problemas?
El castaño sonrió.
— Sí, ella y su familia están acusados de traición a la aldea. Su cabeza tiene recompensa. — El Uchiha abrió los ojos con sorpresa. — Si sabes algo de ella, avisa de inmediato. — Y Neji se marchó desbordando arrogancia.
— Si sabes algo de ella, avisa de inmediato... — El Uchiha imitó la voz del Hyuuga e hizo una mueca. ¿Quién se creía que era ese sujeto? Pero entonces la palabra recompensa vino a su cabeza.
Si la encontraba y cobraba la recompensa podría pagar el alquiler atrasado y algunos pagos pendientes, su sueldo aún no le era suficiente para pagar sus gastos personales y empezaba a volverse vergonzoso pedir tanta ayuda a Mikoto-obaasan.
— ¡Yosh! Ya tengo una misión, le demostraré a ese engreído que mis ojos son mejores que los suyos... — Pero se acordó que tenía una cita con su equipo dentro de una hora. — Bueno, puedo buscar en la tarde.
Y comenzó a caminar en dirección al bosque Uchiha, para tomar un atajo que lo llevara al campo de entrenamiento número siete.
Mientras caminaba iba jugando con una manzana que le habían regalado en el mercado, Obito amaba la fruta fresca y sin duda esa manzana se veía deliciosa. Iba caminando tranquilamente cuando de pronto sintió un peso caerle de repente y hacerlo caer en el suelo. Su manzana salió volando y su cara fue a dar directamente contra el lodo.
— ¡¿Qué demonios?! — Exclamó mientras arrojaba a un lado lo que le había caído encima y muy molesto se puso de pie. Pero lo que vio lo dejó sin palabras, la prima menor de Neji estaba frente a él, con la frente llena de sudor, el cabello con hojas y tierra, la ropa rasgada y lo más escalofriante, sangre por todos lados.
— ¿Estás bien?
Ella lo miró con terror puro.
— Tranquila. No me dolió tanto... — Él alzó las manos en señal de no querer lastimarla. Sin embargo, ella no habló, solo miró sus manos astilladas, con sangre seca y trató de ponerse de pie, sin éxito. — Te ayudo... — Pero ella se arrastró lejos de él, abrazó la bolsa de viaje que tenía con ella y comenzó a hiperventilar, hasta desmayarse por la falta de aire.
Obito miró a su alrededor. ¿De dónde había salido? ¿Del árbol? ¿Cómo podía esa chica ser una traidora? Si alguien le preguntara, él diría que Neji era el malo y la chica su víctima, no había que conocer demasiado al castaño, solo bastaba con verlo ser un patán en la academia. No había nadie cerca, así que se quitó su chamarra, cubrió con ella el rostro de la chica y la llevó a una vieja cabaña abandonada que nadie visitaba porque se decía que ahí asustaban. Obito solía ahí a esconderse cuando una broma se le había pasado de la raya, pero nada más.
Mientras abría la puerta con una patada, miró a la chica. Sí, Obito solía ser un zopenco y muy atrabancado, pero tenía un buen corazón que no le permitía abandonar a nadie en tales condiciones. Probablemente se metería en problemas si los Hyuuga descubrían que la chica estaba ahí, pero no lograba comprender cómo es que esa niña pudo traicionar a su clan. Algo le decía que había más de lo que Neji le había dicho, además si su colega shinobi estaba en lo cierto, podría cobrar la recompensa por la niña, pero lo primero era ver que ella estuviera bien.
Acostó a la niña en el piso y se dirigió de inmediato a su casa, donde tomó su botiquín de primeros auxilios, un par de botellas de agua y su mochila de viaje. Cuando regresó, la pequeña continuaba inconsciente, así que se dispuso a lavar sus manos y quitar las astillas, le quitó el abrigo de lana lleno de sangre y la dejó con el camisón blanco manchado de lodo.
— Es mejor que vea el lodo a la sangre... — Pensó con tristeza. Sus padres habían muerto hace unos cinco años en el frente de la guerra. Cuando fue su turno de ir a reconocerlos al anfiteatro de la aldea, hubiera deseado que alguien limpiara la sangre de sus rostros, no le agradaba mucho ese precioso líquido rojo.
Limpió la cara de la niña y eso la hizo reaccionar. Obito se alejó al ver que ella empezaba a abrir los ojos, la niña se incorporó y comenzó a buscar con desesperación su abrigo de lana.
— Tranquila, aquí está. — Le dijo el chico mientras señalaba el abrigo que estaba a su lado.
La joven se puso de pie para tomar la prenda cuando un dolor en uno de sus tobillos la hizo caer, aunque eso no la detuvo, para sorpresa del chico. Entonces ella buscó en los bolsillos hasta sacar una piedra roja y comenzar a llorar inconsolablemente.
Obito quería preguntarle qué había sucedido, qué iba a pasar ahora, pero solo atinó a rascar su nuca y sacar el saco de dormir que solía llevar a sus misiones. En ese lugar no había cama o mesas, estaba vacío y lleno de polvo, así que, si ella iba a permanecer ahí, lo iba a necesitar.
— El piso está sucio y podrían infectarse tus heridas. — Dijo en voz baja mientras señalaba el saco de dormir. La niña detuvo su llanto y lo miró, con atención por primera vez.
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Desde que se cayó del árbol se sentía adolorida y desorientada, al parecer no había estado soñando, sus padres realmente habían muerto y ella estaba sola en el mundo.
— Konoha sabía y los Uchiha no ayudaron a mis padres. Hay un lugar sagrado en el valle del fin, ahí está el ejercito de mi padre... No debo perder jamás la piedra con la sangre de mi madre, debo hacer los sellos de Tori y Tora... Debo sobrevivir... Debo vengar a mis padres... — Se dijo mentalmente cuando despertó en alguna de las ramas del gran roble que le había protegido la vida, tal vez el jutsu de su madre realmente la estaba protegiendo. Comenzó a descender torpemente, con las manos congeladas pero ardiendo por las astillas que se clavaban en su aún infantil piel.
Pero a pesar de sus esfuerzos, terminó cayendo unos diez metros, que si no fuera por el arduo entrenamiento ninja que empezó desde los tres años, seguramente se habría roto la cabeza o algún hueso, además de que le parecía haber caído sobre algo más blando que la tierra seca. Pero para su desgracia el golpe solo empeoró el dolor en su tobillo, cosa que la hizo empezar a hiperventilar del dolor y perder la consciencia.
Ahora estaba en una especie de casa abandonada, junto a un chico que se le hacía conocido, pero no recordaba de donde, además aún continuaba bastante asustada y sentía que todas las fuerzas de su cuerpo comenzaban a abandonarla.
— ¿Me vas a entregar? — Su padre le había dicho que no podía confiar en nadie.
— Creo que estás metida en un asunto gordo, Hinata.
La chica reaccionó alzando la vista al escuchar su nombre.
— ¿Obito-kun? — Preguntó temerosa al reconocer los googles y el rostro del chico. Sabía que él era una persona de buenos sentimientos, lo había admirado toda su vida, pero ahora su vida pendía de un hilo y no sabía si él iba a estar del lado de su clan y Konoha.
— Sí, parece que si me conoces. — Dijo él un poco aliviado de verla recuperar un poco de color en su rostro. — Y no, no te voy a entregar siempre que me expliques qué ocurrió.
Ella bajó la vista.
— Y-yo aún n-no... — Hizo una pausa, su garganta estaba muy seca y el chico pareció notarlo por lo que le extendió una mano.
— Tranquila, bebe algo y siéntate en el saco de dormir, te ayudará a entrar en calor.
Ella miró su sonrisa honesta y se permitió tratar de confiar en él.
Obito la sujetó con firmeza y la colocó sobre el saco de dormir y le quitó su sandalia ninja para ver el tobillo tan hinchado. Ella bebió un par de tragos de agua, la cual le ayudó a deshacer un poco el nudo que tenía en la garganta.
— Los Hyuuga te están buscando.
Ella tembló ante lo dicho.
— Un ANBU mató a mamá... — Murmuró la niña con un hilo de voz. Apretó fuerte la piedra contra su pecho. — Y mi tío Hizashi mató a mi papá.
Obito desvió la mirada ante la nueva oleada de llanto que sacudió a la niña. Sintió un poco de empatía con ella, ahora era huérfana tal como él.
— Supongo que en ese caso no es aconsejable que nadie sepa que estás aquí. — Y concluyó.
Hinata alzó sus hinchados ojos por el llanto.
— ¿No le dirás a nadie que estoy aquí? — Donde sea que fuese, ya que ella no sabía dónde estaba. Aunque en esos momentos eso importaba poco.
— No... — De pronto recordó que tenía entrenamiento con su equipo y se levantó de golpe. Si no llegaba, irían a buscarlo y tal vez descubrirían a la fugitiva. — Debo irme en estos momentos, pero no te preocupes, regresaré más tarde con comida y algo para tu pie.
Y se marchó, dejando a una asustada y exhausta Hinata.
Obito corrió para llegar a llegar al campo de entrenamiento, donde Rin y Kakashi estaban en medio de un enfrentamiento de taijutsu, siendo el segundo el ganador.
— Llegas un poco tarde. — Lo saludó su sensei Minato, tratando de evitar un conflicto entre sus estudiantes, sabía que Kakashi siempre se mostraba irritado ante la impuntualidad del Uchiha.
— Lo siento, sensei... — Pero antes de que pudiera decir algo más, Kakashi se acercó a ellos.
— Pasan del mediodía cuando tenías que llegar a las diez, ¿Qué excusa tienes?
El Uchiha no pensaba darle ningún tipo de explicación a Kakashi, pero entonces Rin llegó hasta ellos.
— ¿Todo está bien, Obito?
— Sí... — Rió nervioso y rascó su nuca... — Es que una chica me cayó del cielo y entonces se lastimó su pie y tuve que ayudarla...
De pronto Minato se puso serio ante las palabras del Uchiha, y Kakashi lo notó.
— ¿Eso era más importante que entrenar? — Preguntó un molesto Hatake.
— Lo importante es que Obito ayudó a alguien. — Fue la respuesta de su sensei.
Obito le sonrió triunfal a Kakashi, quien bufó molesto.
— ¿Cree que podría irme temprano hoy, sensei? — Preguntó el Uchiha al rubio.
— ¿Sucede algo?
— No, es solo que una de las abuelas del clan me pidió ayuda para encontrar a su gato, y dijo que me pagaría y ese dinero sería de mucha ayuda... — Intentó decir la mejor excusa posible, no quería dejar mucho tiempo sola a la pequeña Hinata.
— No esperes que el sensei te crea esa mentira. — Dijo Kakashi cada vez más molesto con su compañero de equipo, no solo llegaba tarde, sino que ya se quería ir sin haber hecho nada.
Minato suspiró.
— Supongo que podemos dejarlo por hoy...
Rin asintió, ella si había entrenado ese rato al lado de Kakashi, estaba muy feliz pero también muy cansada.
— ¿Por qué? ¿De verdad le cree a Obito? — Kakashi frunció el ceño.
— Lo siento Kakashi, Kushina ha estado un poco rara toda la mañana por lo que me gustaría ver si está bien. — Fue la respuesta del mayor, quien sonrió en forma de disculpa.
Kakashi hizo una mueca que quedó oculta por su máscara y emprendió el camino de regreso a su casa.
— Gracias sensei, nos vemos mañana... — Dijo Obito mientras seguía su camino.
Rin se sorprendió de que el moreno no la acompañara a su casa, no es que lo necesitara, pero ya era una rutina de amigos que tenían establecida.
— Está muy raro Obito-kun... — Murmuró ella, a lo que Minato asintió.
Hinata estaba en completo silencio en una cabaña abandonada en los bosques del clan Uchiha. No sabía nada de jutsu médico por lo que trataba de no mover su tobillo, le dolía bastante pero no tanto como para que pudiera olvidar lo sucedido en la noche anterior. De pronto comenzó a sentir sueño, uno muy pesado.
— No puedo dormir aún... — Susurró con un poco de miedo, miedo de olvidar las últimas palabras de sus padres. De manera que activó su byakugan y pudo visualizar un pergamino en la mochila de viaje que Obito había dejado junto a un botiquín y un par de botellas de agua. Se acercó con muchas dificultades pero se hizo con el pergamino, el cual al abrirlo notó que contenía un par de jutsus básicos de la academia. Sin embargo no había algo con lo que pudiera escribir.
Desanimada miró a su alrededor y encontró una shuriken en una esquina de aquel lugar, fue por ella y regresó a sentarse en el saco de dormir. Una vez que sintió el alivio de no apoyar su peso en su pie lastimado, se hizo un corte con el filo de la estrella ninja en el antebrazo y dejó que la sangre escurriera hasta el suelo, donde la recogió con una punta del arma ninja y comenzó a escribir.
Mi padre Hiashi Hyuuga fue asesinado por Hizashi Hyuuga y mi madre fue asesinada por un ninja de Konoha, debo vengar sus muertes y en el Valle del fin podré conseguir ayuda para lograrlo. Nadie nos ayudó. No debo perder mi piedra roja. Tori y Tora. Konoha nos dio la espalda.
Se llevó mucho tiempo para escribir aquello, pero al terminar se sintió más tranquila, guardó el pergamino en su propia mochila y se dispuso a dormir un poco.
Tal vez sería mejor si no volviera a despertar.
Obito estaba frente a la cabaña abandonada donde dejó a la pequeña Hyuuga. Había ido pendiente de que nadie lo hubiera seguido, pero cuando una larga cabellera rojiza le hizo detener sus pasos se sintió como un tonto.
— ¿Está aquí? — Preguntó la mujer, a quién Obito conocía a la perfección, era Kushina Uzumaki, quien se había casado hace un par de meses con su sensei. Era la primera vez que conversaban sin la compañía de alguien más.
— ¿Por qué estás aquí? — Preguntó un poco desconfiado.
— Hinata-chan es hija de mi amiga, me llegó una nota de la invocación de Hana diciendo que estaban en el bosque de los Uchiha y este es el último lugar que me falta por revisar.
Obito titubeó, pero antes de que pudiera decir algo, la mujer entró con paso decidido a la cabaña.
Kushina miró horrorrizada el estado de la niña de diez años, donde lo que más resaltaba era la sangre seca que había emanado de uno de sus antebrazos.
— Hay que llevarla al hospital... — Murmuró la mayor, pero Obito negó con la cabeza.
— Me dijo que su tío asesinó a su padre y que un ninja de la aldea mató a su madre, además vi a su primo Neji buscarla más temprano, en el hospital será un blanco fácil.
La pelirroja se mordió el labio inferior, el chico tenía razón, pero tampoco podía dejarla en ese estado tan deplorable. Miró el símbolo Uchiha en la ropa de Obito y se le ocurrió una idea.
— Ve por Mikoto, ella sabe un poco de ninjutsu médico. Mientras yo cuidaré de ella.
Obito miró fijamente a la mujer sin saber si realmente podría confiar en ella, no es que no le agradara pero Hinata realmente lo había conmovido y quería ayudarla. Pero antes de que pudiera tomar una decisión, una suave sonrisa se posicionó en el rostro de la mayor y aquello aceleró el corazón del chico.
— Realmente atesoras a tus amigos, ¿No es así?
— Solo la conocí de vista en la academia, pero creo que nadie merece lo que le sucedió. — Sururró Obito mientras pensaba en sus propios padres.
— Puedes confiar en mí, Obito-chan, cuidaré de Hinata hasta tu regreso, dattebane
La determinación en el rostro de la pelirroja convenció al chico de que no entregaría a Hinata con los Hyuuga, y con un asentimiento de cabeza, marchó en busca de la matriarca de su clan.
Mientras Minato entraba en su casa en búsqueda de Kushina, un ANBU le entregó un pergamino con una nota indicando que debía presentarse ante el Hokage de inmediato, por lo que en un resplandor amarillo apareció en el techo de la torre, donde tenía uno de sus kunais de tres picos.
Cuando entró al lugar citado, se sorprendió de ver a Fugaku Uchiha y a Shikaku Nara sentados frente al escritorio del tercer Hokage.
— Adelante, Minato. — Hiruzen lo saludó con un movimiento de cabeza, a lo que el joven respondió con una inclinación de 30 grados y se acercó.
— Sólo faltan un par de personas más y podremos empezar esta reunión. — El Hokage sacó su pipa y procedió a encender su tabaco con suma lentitud. Minato entendió que aquello era más grave de lo que podría esperar. Pero antes de que pudiera decir algo más, apareció por la puerta Hizashi Hyuuga seguido de Danzo.
El tercer Hokage exhaló profundamente y comenzó a hablar.
— Anoche, se llevó a cabo un terrible acontecimiento en el clan Hyuuga, el Souke fue eliminado.
Minato abrió los ojos con sorpresa, aquello tenía sentido, en la madrugada Kushina había murmurado algo sobre buscar a su amiga Hana, pero no había podido porque se encontraban haciendo guardia en el sector seis, en el centro de la aldea.
— ¿Por qué? — Preguntó Shikaku Nara, mientras Fugaku tenía los brazos cruzados y los ojos cerrados, parecía estar enojado.
— Mi hermano, Hiashi Hyuuga estaba planeando usar un arma ancestral en contra de la aldea para hacerse del control político del país del fuego. — Hizashi golpeó el piso con el bastón que llevaba en sus manos, el cual había pertenecido al padre de ambos hermanos.
— Raíz llevó a cabo las investigaciones necesarias y se comprobó la veracidad de las acusaciones. — Danzo extendió un pergamino al líder del clan Nara.
¿Eso significaba que Hiashi y Hana estaban muertos? Sin embargo en ese momento, recibió un mensaje de Kushina, pues gracias a un sello especial, a través de un pedazo de pergamino podían comunicarse entre ellos.
"Encontré a Hinata pero está herida".
— ... Por la seguridad de la aldea autoricé la intervención, — Minato se había perdido de las primeras palabras del Hokage, así que guardó el pergamino y puso atención, de alguna manera estaba seguro de que ese era el lugar indicado donde podría intervenir por esa niña. — Temo que fue una decisión difícil pero no puedo arriesgar la integridad de la aldea de Konoha, menos en tiempos de guerra.
Era visible la carga que el hombre del clan Sarutobi llevaba consigo.
— La policía de Konoha hizo un extraordinario trabajo conteniendo a los que intentaron huir. — Alabó Hizahi mientras Fugaku arrugaba el ceño. — Sin embargo hubo un miembro del Souke que logró escapar.
Minato quiso decir algo, pero la voz de Shikaku atrajo la atención de todos, había estado leyendo el documento que entregó Danzo.
— Debe ser una broma. — Y miró a Danzo. — Consiguieron una declaración abierta de parte de Hiashi de que tenían un arma pero tal objeto no fue encontrado o si quiera visto para confirmar su existencia.
— Estoy seguro de que existe, pero su ubicación exacta siempre se mantuvo en secreto dentro del Souke. — Hizashi respondió con amargura.
Fugaku abrió los ojos y miró al tercer Hokage.
— ¿Usted aprobó esta matanza basándose en la declaración de un hombre?
— Me temo que es más delicado de lo que parece, hace dos meses atrapamos a dos hombres de Kumowakure que lograron infiltrarse en la aldea. Y ANBU descubrió que lograron entrar con ayuda del byakugan.
— Hay suficiente evidencia para creer que el arma de Hiashi Hyuuga está en Kumowakure y que juntos estaban orquestando un ataque a Konoha. — Danzo miró a los presentes. Hiruzen asintió apoyando lo dicho.
— La rama secundaria del clan repudia las intenciones de traición hacía Konoha, por eso decidimos ser los primeros en encargarnos del Souke. Nuestra lealtad está con el Hokage.
— ¿Y qué hay de los niños del Souke? — Minato dio un paso al frente. — No es posible creer que todos participaran de esta idea de traición, habían muchas personas en el Souke pero en su mayoría eran niños y mujeres.
— Para terminar con este tipo de problemas, es importante arrancar la malahierba desde la raíz. — Danzo trató de mostrar pesar pero Minato solo veía desinterés.
— De cualquier forma no ya no hay nada que hacer, lo hecho, hecho está. — Shikaku murmuró con pesar mientras continuaba leyendo el pergamino.
— Veo que quieres decir algo, Fugaku. — Hiruzen habló con un hilo de voz.
— La tarea de la Policia de Konoha es proteger a la gente de Konoha, pero anoche tuve que negar asilo político a la familia de quien fuera mi compañero de equipo al inicio de mi vida shinobi. ¿Realmente ésta es la Kohoha que nos heredaron los fundadores? ¿Es la aldea por la que estamos luchando esta sangrienta guerra contra Iwagakure?
— ¿Qué quieres decir Fugaku? — El Hokage lo miró fijamente.
— ¿Acaso del clan Uchiha está cuestionando al Hokage? ¿Te identificas con Hiashi? — Las palabras venenosas de Danzo hicieron que los ánimos se agitaran.
— No. — Minato intervino. — Lo que Fugaku está diciendo es que el fin no justifica los medios, murieron personas inocentes para evitar una amenaza que ni siquiera fue localizada. Konoha no mata sin razón a inocentes.
— Entiendo tu perspectiva juvenil e inocente joven Namikaze, pero en el mundo real las amenazas son reales y en estos momentos cualquier problema que nos aleje de la victoria contra Iwagakure debe ser tomado muy enserio. — El fundador de raíz miró al Hokage, quien dejó a un lado su pipa. — Siempre hay daños colaterales.
— Y ahora necesito de su ayuda. — Hiruzen cerró los ojos. — La primogénita de Hiashi está perdida, necesito de la Policia de Konoha para encontrarla...
— Yo sé donde está la niña. — Todos los presentes en la habitación miraron al rubio.
— Si pudiera decirme su paradero, yo podría encargarme de mi sobrina, es un alivio saber que está bien. — Hizashi se acercó al rubio, quien negó con la cabeza.
— Me temo que ante la presente situación Hinata no estará a salvo con los que entregaron a sus padres. Ella es lo último que queda del Souke y espero comprendan que no hay manera de que una niña use un arma que tal vez ni exista.
El rostro de Danzo mostró furia.
— Pero ella es una Hyuuga, no podrá estar mejor en ningún lugar más que con los suyos. — Planteó Hizashi, pero Fugaku se puso de pie.
— Estoy de acuerdo con Namikaze-san, la niña no debe regresar a su clan.
El silencio envolvió a todos y el Hokage miró a Shikaku.
— Creo que el exilio será la mejor opción, la investigación de Raíz no deja duda de que realmente existen armas que funcionan solo a través de la sangre. — Dictaminó el Hokage.
Shikaku acarició su barba y pensó en más opciones para la niña.
— Creo que la niña ya ha perdido mucho como para exiliarla a un lugar extraño, además es importante que su Byakugan no caiga en las manos equivocadas dado que ella no tiene el sello del pájaro enjaulado. — Todos estaban pendientes a sus palabras. — Pero también pienso que no debe regresar con los Hyuuga. — Hizashi rechinó los dientes. — Creo que lo mejor es que se quede en Konoha, donde esté vigilada y no se le siga formando como kuinoichi.
El Hokage lo miró con perplejidad.
— ¿Podrías explicar lo último?
— Sí Hokage-sama. — Shikaku miró el pergamino. — La niña sigue siendo inocente de cualquier delito que cometieran o no sus padres, pero si es cierta la hipótesis de raíz de que el Souke posee un arma que solo responde ante la sangre de un miembro real de la rama principal, bastará con que ella no tenga formación shinobi para que no sea capaz de usarla. Pero de cualquier forma eso es solo una suposición, y tampoco le dañará no poder ser shinobi, ella puede aprender un oficio y tener una vida feliz y plena en Konoha.
— Absurdo... — Comenzó a murmurar Hizashi cuando el Hokage volvió a tomar su pipa entre las manos pero no se la llevó a la boca.
— Kushina y yo podemos cuidar de ella. — Se ofreció Minato con un ligero nudo en la garganta.
— Bien, yo preferiría el exilio pero voy a conceder esto. ¿Fugaku, puedo encargarte la seguridad del Byakugan?
Fugaku desvió la mirada.
— Sólo porque es la hija de Hiashi. La Policía de Konoha se encargará de las amenazas. — Y miró a Hizashi, quien no se molestó en ocultar su furia.
— Entonces está acordado. Sin embargo, antes de entregarte totalmente a la niña, Minato... — El rubio asintió esperando las palabras de su líder. — Creo que debemos verificar la información que ella posee, Hinata deberá estar un mes en el hospital de Konoha en cuarentena y bajo observación.
Shikaku frunció el ceño.
— Es una sabia decisión. — Danzo sonrió.
— No creo que sea adecuado para una niña de 10 años. — Shikaku alzó la voz.
— Es lo único que pido, será Tsunade quien esté a cargo de ella y emitiré una orden de alejamiento para los demás Hyuuga. — Minato no estaba de acuerdo, pero confiaba en la alumna del Hokage, por lo que asintió. — Bien, dicho esto se levanta la sesión. — Hiruzen dio una calada a su pipa y les dio la espalda a los presentes, que entendieron que era el momento de irse.
Minato respiró un poco más tranquilo, ahora debía ir con Kushina a ver el estado de la niña, así que después de dar una breve señal de despedida a los presentes, desapareció en un rayo de luz amarrilla.
Kushina observaba a Mikoto aplicar una suave luz verde en el tobillo lastimado de la niña, cuando sintió que su kunai de tres picos comenzaba a vibrar.
— Minato... — Murmuró con tristeza y depositó un fuerte abrazo en el hombre, quien la recibió con afecto y le dio el apoyo que ella necesitaba. — Hinata está muy lastimada... Hana murió...
— Lo sé, lo siento mucho...— Se separó de su esposa y limpió sus lágrimas con la manga de su propio abrigo. — ¿Está durmiendo? — Señaló a la niña.
— No, está inconsciente. — Respondió Mikoto, quien usaba un largo vestido azul marino y sobre él un mandil naranja. Había estado cocinando cuando Obito llegó por ella.
Minato se acercó a la niña y observó su camisón roto y manchado de lodo y que a su lado había un abrigo lleno de sangre.
— ¿Cómo llegó hasta aquí? — Preguntó el hombre, estaban a una distancia considerable del clan Hyuuga.
— Yo la encontré en la mañana, me cayó de un árbol. — Obito habló, estaba en un extremo de la habitación enjuagando unas toallas que Mikoto había usado para limpiar un poco a la niña. — Así que la traje aquí, por eso llegué tarde al entrenamiento.
Minato sonrió.
— Haz hecho lo correcto Obito, su vida pendía de un hilo ésta mañana pero tu la salvaste al ocultarla aquí. — El chico se sonrojó, era raro que alguien le ofreciera palabras tan amables, pero además significaban mucho más para el chico al venir del sensei que tanto admiraba.
— ¿Qué demonios ocurrió, ttebane? ¿Y ahora que haremos? — Kushina miraba con preocupación a Hinata.
— El Souke fue eliminado porque al parecer iban a traicionar a Konoha. — Las dos mujeres y el chico lo miraron atónitos. — Pero Hinata es inocente y el Hokage nos ha concedido su custodia, cuidaremos de ella.
La pelirroja miró a su esposo y sonrió con tristeza.
— Sí, la cuidaremos como si fuera nuestra hija.
— He hecho lo mejor que pude. — Mikoto se puso de pie y los miró. — Ella está estable y supongo que pueden llevarla al hospital si el Hokage les ha dado la custodia.
— Muchas gracias Mikoto. — Kushina la tomó de las manos y agradeció, después se volvió a agachar para acariciar los cabellos de la niña.
— No te preocupes Kushina, Hana también era una preciada amiga para mi. Me cuesta creer lo que dices Namikaze-san.
Pero una voz distinta llamó la atención de todos.
— Pero esa será la versión oficial de ahora en adelante. — Se trataba de Fugaku.
— Gracias por apoyarme. — Dijo Minato mientras se rascaba la nuca un poco apenado.
— Es absurdo pensar que Hiashi traicionaría a la aldea. Aunque a estas alturas ya no sé qué pensar, Danzo siempre me ha dado mala espina, y más con la influencia que ejerce sobre el Hokage. — Mikoto se colocó a su lado. — Anoche le negué asilo a Hiashi Hyuuga y hoy soy el encargado de la seguridad de su hija. — Dijo a su esposa con tranquilidad pero ella notó el dolor que había detrás de esas palabras.
— ¿Vas a asignarle a un agente? — Preguntó la mujer de cabellos negros.
— Esta niña nunca fue muy valiente ni sociable, desconozco que hará a partir de ahora, así que le asignaré a alguien de su edad para que no sienta muy invadida.
Minato sonrió.
— ¿En la Policía de Konoha hay niños agentes? — Preguntó el joven rubio con humor, empezaba a relajarse un poco.
— No, pero tengo a alguien en mente de manera provisional. — Respondió con pesar y solemnidad el patriarca.
— Supongo que es hora de partir, iremos primero al hospital y después a casa. — Propuso Kushina, pero Minato negó con la cabeza mientras se agachaba para cargar a la niña.
— Hokage-sama quiere que esté un mes en cuarentena en el hospital, por lo que la llevaremos con nosotros al termino de ese tiempo.
El semblante de la pelirroja se entristeció pero por la reacción de su marido, se obligó a confiar en la decisión de su dirigente.
— ¿Qué haces aquí? — Preguntó Fugaku a Obito, quien colocaba una toalla húmeda en la frente de la chica.
— Yo la encontré en la mañana, Fugaku-sama— Respondió el chico mientras hacía una torpe reverencia.
— Bien... — Miró a su esposa, que asintió, al parecer los dos podían comunicarse sin la necesidad de palabras. — Espera, Minato.
El nombrado lo miró con interés.
— ¿Qué piensas de llevarte también a este chico?
Alumno y sensei abrieron los ojos con sorpresa.
— ¿De qué habla Fugaku-sama? ¡Soy un Uchiha! Mi lugar es la villa Uchiha. — Exclamó el niño con miedo.
— Debes meses de renta y a pesar de tu rango de gennin, no se espera mucho de tu desempeño como ninja. — El Uchiha mayor miró al rubio, quien entendió algo, que lo hizo voltear a mirar a Kushina, quien asintió con una franca sonrisa.
— Pienso que mientras más grande es una familia es mas feliz. — Exclamó la mujer tratado de calmar los ánimos.
— ¿Cómo que no esperan mucho de mí? — Preguntó con rabia el chico. — ¡Yo seré Hokage!
— Viendo la incompetencia del tercero, no me sorprendería que fueras su sucesor. — Fugaku se dio la vuelta. — Regresa cuando seas un Uchiha y no una molestia.
El dolor embargó al chico, quien jamás se había sentido tan subestimado, pues era precisamente el líder de su clan, el gran Fugaku Uchiha quien le decía que no servía de nada, que solo era una molestia.
— Obito... — Murmuró Minato mientras ponía una mano en un hombro del chico, quien de pronto también se dio la vuelta.
— Me iré con Minato-sensei, pero volveré y le demostraré que soy más Uchiha que toda la policía de Konoha.— Gritó con rabia mientras corría para evitar que vieran las lágrimas salir de sus ojos.
Fugaku volteó para verlos irse, mientras Mikoto ponía una mano en su espalda.
— ¿Él será el guardia de Hinata?
— Así es, su terquedad lo hará más fuerte y podría cuidar de esa niña que nunca podrá ser una kunoichi de Konoha.
.
Pero uno nunca sabe cómo reaccionará un Uchiha al dolor.
.
¡Muchas gracias por leer!
Apenas hoy me di cuenta de que esta historia no estaba en Wattpad, por lo que decidí subirla, espero que les guste y que puedan comentar para que pueda saber si voy por buen camino.
Originalmente quería hacer un ObiHina, pero creo que Kakashi ganó, pero será un amor lento. ¡Nos leemos pronto!
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