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Cosas de niños

Disclaimer: Naruto no me pertenece

Advertencias: Crackpairing, violencia, muerte de personajes, y what if.

La historia se sitúa en la tercera guerra ninja, un año antes de la batalla en el puente Kannabi, donde sucede el Kakashi Gaiden.

Hinata asiste a la academia ninja donde conoce a Obito Uchiha, a quien admira y observa de lejos en la aldea, aunque nunca se ha animado a hablarle. Pero un día el Bouke se alza contra el Souke y Hinata queda sola y perdida en los terrenos Uchiha. ¿Cómo se desarrollarán las cosas a partir de ese punto? ¿Reclamará su lugar como legitima heredera del clan o se marchará para siempre de Konoha?

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Capítulo III

Cosas de niños

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Desde aquel día que su madre la despertara para huir de la mansión Hyuuga, Hinata no era capaz de tener un ciclo de sueño completo, su sueño era ligero y solo era necesario que un kunai cayera para despertarla.

Por lo que Kushina se preocupó mucho cuando dos gruesas ojeras se pintaron bajo los ojos de la niña. Pero no era solo eso, estaba perdiendo peso y el color de su piel se tornaba más cenizo.

— Estoy preocupada. — Exclamó ella mientras secaba los trastes que su esposo le pasaba. Lavar los trastes juntos era una rutina que a los dos les gustaba. — Hinata ya lleva cinco meses en casa y sigue casi igual que cuando llegó, se niega a salir. El otro día la oí hablar sola... no sé qué tan bueno o malo sea.

Minato enjuagó un plato y observó el agua caer de la llave.

— Creo que sería adecuado que saliera más. Tal vez podríamos inscribirla antes de lo planeado en la escuela civil de la aldea. — Sugirió Minato, Hinata también le preocupaba pero con la guerra encima la pareja no había tenido todo el tiempo que quisieran para estar con la niña.

— Suena bien, Obito también lo mencionó... también podría ir a ver a Mikoto, tal vez tenga algún buen consejo...

Su esposo asintió, mientras le regalaba una sonrisa sincera, haciendo que Kushina se sonrojara.

— ¿Crees que lo estamos haciendo bien? —Preguntó ella con seriedad. — A veces creo que sería una pésima madre...

— No digas eso, Hinata está viviendo un momento difícil, lo único que podemos hacer es apoyarla. — Minato abrazó a su esposa y besó su frente con ternura. — La llevaremos a la escuela civil y sin duda le ayudará convivir con más niños como ella.

Aquella escena la observó Obito desde el patio de la casa, donde imaginó que estaban hablando de Hinata por la cara de tristeza que tenían los dos adultos. Si le preguntaban a él, aquella niña era rara, y tal vez en otro momento hubiera intentado acercarse más, pero ahora tenía un objetivo en mente que le quitaba todo su tiempo libre: ser más fuerte y convertirse en el primer Uchiha Hokage, para así demostrarle a Fugaku que se había equivocado con él.

El chico regresó su mirada al árbol donde había un tiro al blanco, donde no conseguía ensartar el kunai con los ojos cerrados. Era frustrante para él no poder activar su sharingan. Cuando iba todavía en la academia, Kakashi ya era capaz de acertar al blanco corriendo sin ver, pero él aún no era capaz de hacerlo.

Suspiró cansado. El día anterior había tenido una misión sencilla pero agotadora, y sumando la frustración que sentía en ese momento, estaba agotado, por lo que decidió ir a descansar un poco antes de continuar con su práctica de tiro de kunais, pronto recogió sus armas y entró a casa.

— ¿Tienes hambre, Obito? — Preguntó Minato.

El chico negó.

— No, muchas gracias.— Sonrió ante la preocupación de los adultos, realmente se sentía muy feliz viviendo en ese lugar.

— Anda, ven por un poco de ramen, le quedó delicioso a Minato, ttebane...— La mujer insistió.

— De acuerdo.— Aceptó. Obito se sentó en la mesa del comedor y pronto pusieron frente a él un humeante plato de miso ramen.

— Se ve increíble... — Y juntó las manos.— Itadakimasu.— Exclamó al tomar los palillos y comenzar a degustar el platillo.

Minato sonrió al ver a su alumno y a su esposa sonreír contentos ante el plato de ramen, sin duda Fugaku había tenido una gran idea al mandar al chico con ellos, aunque si era honesto, desde el día en que los dos niños llegaron a su hogar se instaló en su pecho una extraña sensación. El rubio agitó la cabeza para alejar esas ideas de su mente, seguramente solo era la preocupación que Hinata generaba en todos. Miró el techo y comprobó que el pequeño chakra de la niña estuviera en su habitación.

Cuando el chico terminó de cenar el cielo ya había oscurecido por completo, y entonces sintió que el sueño lo alcanzaba por lo que decidió ir a dormir un poco antes de su entrenamiento en equipo de mañana.

— Iré a dormir. — Exclamó Obito.

— Hai, descansa. — Lo despidió Kushina. — Cariño, ¿Revisamos los pergaminos que nos dio Chouza para la misión de Suna?

El rubio asintió.

Obito subió las escaleras de la casa y a lo lejos escuchó decir que Hinata no había querido cenar, por lo que sintió un poco de enojo en su interior. ¿Por qué Hinata no había querido cenar ese delicioso ramen? Y recordó la cara de tristeza de su sensei y su esposa siempre que hablaban de Hinata. Con decisión e imprudencia, Obito caminó hacía la habitación de la niña y abrió la puerta sin tocar.

La luz del pasillo fue lo único que iluminaba la habitación a la que acababa de entrar, por lo que solo pudo vislumbrar un bulto acostado en la cama que estaba junto a la ventana. Cuando se acercó se percató de que la niña estaba mirando fijamente el techo sin moverse ni un poco.

— Sabes, eres muy rara. — Comenzó a decir. — Tengo que hablar contigo.

Hinata lo miró con sorpresa y asintió, pronto se irguió un poco para quedar sentada en la cama para escucharlo.

— Sé que lo que te pasó fue horrible, yo mismo vi todas tus heridas. Pero esto se está volviendo ridículo, me agradas y por eso te voy a decir lo siguiente: tienes que superarlo. No puedes pasar el resto de tu vida como un fantasma en pena mientras que Minato-sensei y Kushina-san están abajo preocupados por ti. Si tu quieres vivir sintiéndote miserable, está bien pero no es justo que los ignores y que los hagas sentir tristes.

Hinata bajó su rostro. Obito esperó que ella dijera algo, pero no lo hizo.

— ¿No vas a decir nada?

Ella negó con la cabeza.

— No puedo creer que hablar contigo sea peor que hablar con Kakashi... — Se revolvió el cabello con desesperación. — Yo no me había metido porque pensé que necesitabas tiempo para volver a ser tu misma, pero es ridículo. No eres la primera ni la última persona que ha perdido a sus padres, mis padres murieron en la guerra y el idiota del jefe de mi clan me echó; el padre de Kakashi-baka se suicidó, la madre de Rin murió de una enfermedad cuando era bebé y su papá la dejó con sus abuelos. No eres la única con problemas, Hinata.

Era la primera vez que la llamaba sin honoríficos, pero Obito ni se percató, de pronto se sintió muy enojado con la pequeña chica.

— Bien, si no vas a decir algo supongo que estoy perdiendo el tiempo aquí... — Y se dio la media vuelta dispuesto a salir, cuando de repente sintió que pisaba algo resbaladizo, cosa que lo hizo caer de sentón.

— Idiota, idiota... — Se dijo mientras se apoyaba en el piso para levantarse pero entonces sintió algo suave entre sus manos. Entornó los ojos y vio que eran hilos muy suaves... No, en realidad era cabello negro y largo.

Se levantó rápidamente y salió al pasillo para ver con la luz lo que tenía en la mano y comprobó que eran mechones del cabello de la Hyuuga.

— ¡Es suficiente! — Entró y encendió la luz, de manera que la niña cerró los ojos ante el cambio brusco de luminosidad. Obito encontró un par de mechones de cabello en el piso junto a la cama y en las cobijas de la cama. Alzó la manta y bajo ella, había más cabellos. Pero no solo encontró eso, sino que los brazos de la niña descubiertos al usar una pijama de manga corta y pantalón corto mostraron algunas cicatrices de cortes.

Cuando Hinata notó que el chico estaba viendo sus cicatrices, jaló la manta para cubrirse, pero antes de que pudiera hacer algo más, el chico se acercó, la tomó del brazo y la jaló.

De esta manera la llevó a rastras corriendo para bajar las escaleras y se detuvo cuando estuvieron frente a la pareja con la que vivían.

— ¿Qué ocurre chicos? — Minato los miró un poco alarmado al ver llegar a los dos chicos de esa manera.

Obito se sentía cansado pero por un segundo se sintió con la responsabilidad de hacer que la niña espabilara.

— Hinata se está cortando el cabello. — Se sintió tonto cuando se oyó decir eso, por lo que se dio prisar en agregar. — Y también se está cortando la piel, en la academia nos enseñaron que en cuando alguien tiene el estrés postraumático el sujeto suele autolesionarse y eso no siempre acaba bien.

Y Obito mostró el mechón de cabello que llevaba en la otra mano.

Kushina fue la primera en levantarse y se acercó a Hinata, quien de un jalón se liberó del agarre de Obito, pero Kushina la sujetó más fuerte y examinó sus brazos.

— ¿Cómo te hiciste esto? — La mujer miró fijamente a la niña.

Hinata abrió la boca pero ningún sonido salió de ella.

— Hinata... — Minato la llamó con tristeza.

La niña frunció el ceño y jaló su brazo para liberarse de nuevo.

— No es nada... — Susurró.

— ¿Cómo va a ser nada? — La pelirroja la trató de sujetar de nuevo pero Hinata retrocedió. — Queremos ayudarte, pero no podemos hacerlo si te cierras de esta manera Hinata.

— Me lastimé entrenando. — Volvió a decir en voz baja.

— ¿Qué clase de entrenamiento haz estado llevando a cabo, hinata? — Minato llegó a su lado.

Hinata miraba el piso como si fuera lo más interesante del mundo.

— ¿Entrenas en tu habitación? ¿Eso haces todo el día? — Preguntó la mujer.

La niña asintió, no había podido volver a escaparse en la noche a entrenar con aquel niño Uchiha porque los adultos habían puesto un par de sellos en su ventana.

— Debo incrementar mi umbral del dolor... — Murmuró recordando las palabras que Toneri le había dicho. — Un ninja debe ser capaz de soportar grandes heridas.

Minato observó el rostro enfadado de su esposa y se preocupó. Llevaban meses sin saber qué hacer con la niña y honestamente no sabía cómo conducir esa situación.

— Hinata... —Dijo Minato, pero entonces Kushina caminó hasta la niña y la abrazó con fuerza, como tratando de juntar todos los pedazos en los que se había roto la noche que perdió a su familia.

— No tienes porqué pasar por esto tu sola. — La pelirroja sintió a la niña tratando de safarse pero no la soltó, al contrario, aplicó mayor fuerza. — Sé lo que es creer que no tienes nada, que no vales nada... que debiste morir junto a las personas que amabas... — Hinata escuchó las palabras de la mujer y dejó de forcejear. — Pero te aseguro... no, te juro que si te esfuerzas un poco, vas a encontrar a personas que te van a amar y que sobre todo te harán amar de nuevo, no te lastimes de esa manera, Hinata-chan.

Hasta ese momento, Hinata se había sentido aislada en esa casa, consideraba que su única compañía era la de Tonari en su mente, pero por primera vez en muchos meses se sintió confortada. Los fuertes brazos de la pelirroja habían logrado que el calor llegara a su corazón y que las lágrimas que se le habían acabado, volvieran a brotar como una fuente encantada.

Al principio había pensado que no quería volver a relacionarse con nadie porque Toneri siempre le decía que no podía confiar en nadie, pero la verdad es que esa decisión le había pesado mucho en el pecho y que ahora se daba cuenta de tal vez no tenía que cargar con todo ella sola. Kushina y Minato no la habían abandonado en todos esos meses y habían esperado con paciencia que ella decidiera buscarlos. Al final fue Obito quien la llevó ante ellos, pero eso se lo agradecería después, por ahora quería seguir sintiéndose protegida por los brazos de la mujer.

— L-lo sien-to...— Exclamó mientras kushina la llevaba hacía el sofá donde ambas continuaron abrazadas.

Minato sonrió al ver a las dos chicas juntas.

— Es cierto, nosotros somos ahora tu familia, Hinata-chan. — Y el rubio se acercó a Obito. — Y la tuya.

Obito miró con sorpresa a su sensei pero consiguió sonreír agradecido por sus palabras.

Y entonces el llanto de Hinata volvió a escucharse, pero esta vez Kushina no soltó a la niña, ni cuando se quedó dormida entre sus brazos.

— Gracias por avisarnos. — Minato palmeó a Obito, quien asintió un poco animado, pero luego volvió a ponerse serio.

— Ella quiere ser un ninja sin importar lo que diga el hokage o alguien más, ¿Por qué no puede serlo?

El mayor suspiró.

— Ella posee el Byakugan, un doujutsu que muchas personas en el mundo ninja envidian y desean tener. Hinata no puede salir de la aldea para pelear en la guerra o hacer misiones para no exponerse y que la lastimen con el objetivo de conseguir sus ojos.

—¿Pero entonces no sería bueno que ella supiera defenderse? ¿Y si alguien dentro de la aldea quiere sus ojos? — Obito miró a Kushina mientras mecía en sus brazos a la niña, tarareando una suave melodía.

Minato lo pensó un momento.

—Supongo que tienes un punto.

—Ella podría entrenar con nosotros. — Sugirió el chico.

—Hablaré con Hokage-sama, pero será mañana, por hoy debemos descansar.

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Al día siguiente, a primera hora, Minato llegó a la torre del Hokage y le contó al anciano lo sucedido el día anterior.

—¿Y cómo amaneció hoy?

— Bajó a desayunar ramen.

El anciano sonrió ante el extraño gusto culinario de la pareja.

— Me alegra que por fin hayan penetrado un poco los muros que construyó la pequeña Hinata. — Hiruzen se llevó su pipa encendida a la boca. — Pero me temo que no puedo aceptar a Hinata en la academia ninja.

— Eso lo entiendo, pero ¿Cree que haya algún problema si ella entrena conmigo y mi equipo? Así podrá defenderse si un día se encuentra en peligro.

El Hokage miró hacía la ventana mientras exhalaba un poco de humo.

— El miedo que tienen Hizashi y Danzou es que la niña sea capaz de usar el arma ancestral de los Hyuuga. — Minato frunció el ceño. — Sin embargo, durante el mes que estuvo en observación, Inoichi Yamanaka no encontró nada relacionado con el arma en la mente de la pequeña Hinata. Pero algo no quedó claro del todo.

— ¿Qué cosa, Hokage-sama?

— Inoichi dijo que cuando intentó ver lo sucedido en la noche de... tú sabes... la mente de la niña se llenó de bruma, de una espesa niebla que no le permitió ver con claridad lo sucedido. Consultamos con otros especialistas de la mente y hay dos opciones. Una es que la mente de Hinata está bloqueando el recuerdo tan traumático, o dos, alguien bloqueó esos recuerdos a propósito.

El rubio se sorprendió.

— ¿Quién y cómo podría haber hecho eso?

— No lo sé, pero llamé a Fugaku para que intentara entrar con el sharingan a su mente. — Volvió a exhalar humo. — Y simplemente no funcionó.

— ¿No funcionó?

— No funcionó, lo cual dice que Hinata es más importante de lo que parece a simple vista...— El anciano suspiró.— Y por eso mismo preferiría que estuviera lejos de la aldea, Jiraiya podría acomodarla bien en un sitio seguro y secreto.

— ¿Esto lo sabe su tío?

— No, me temo que esta información solo la conocemos Inoichi, Shikaku, Fugaku, tu y yo. Por ello temo que Hinata no debería desarrollar sus habilidades ninja.

— Entiendo lo que dice, pero si logramos que ella confíe en nosotros y ame la aldea, no sería capaz de usar esa supuesta arma si es que existe la posibilidad de ello.

Hiruzen meditó aquellas palabras.

— A veces el amor es la fuerza más poderosa.— Murmuró el anciano.— Voy a concederte la posibilidad de entrenarla, pero si Hizashi o Danzou se enteran, voy a negarlo todo.

El rubio asintió.

— Sí señor.

— Además debe ir a la escuela civil, arreglaré todo para que pueda asistir desde mañana y todas las tardes.

Minato asintió.

— ¡Ah! Y necesito que no la pierdan de vista, sé que tu y kushina tienen misiones pero pide a tu equipo que cuando no tengan misiones no se separen de ella. Es más, les encomendaré la misión de que cuiden de Hinata Hyuuga. — Buscó un pergamino entre los papeles de su escritorio y se lo entregó al joven.

— Entiendo, señor, serán grandes ninjas pero quizás convivir un poco más ayude a mejorar su trabajo en equipo.

El anciano sonrió.

—Haz hecho un gran trabajo con ellos, pero lo que más necesitan es tiempo para madurar, nosotros solo podemos poner las bases, de ellos depende el resto.

Minato asintió entendiendo las palabras del Hokage.

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Aquella noche Kushina estaba cepillando el corto cabello de la chica después de haberlo recortado un poco para que se viera más parejo.

—Tienes un cabello muy bonito, Hinata-chan.— La mujer acomodaba el cabello en una pequeña coleta.

La niña asintió, aunque aún no sentía muchas ganas de hablar, pero por lo menos se sintió más tranquila. Minato estaba terminando de preparar la cena y estaban esperando que llegara Obito para cenar.

— Sé que es pronto, Hinata, pero el Hokage nos ha dicho que ya estás inscrita en la academia civil, sería bueno que conviviera con niños de tu edad.

Hinata bajó la mirada. Su padre siempre la había dicho que debía esforzarse por dar los menos problemas posibles a todo aquel que fuera su anfitrión y sin duda había fallado todos esos meses pero es que no se sentía con ánimos de salir de casa aún.

— Y antes de que niegues, también conseguí permiso para poderte entrenar.

Los ojos de la niña se abrieron enormes y giró el cuello con velocidad en dirección a la puerta de la cocina.

—¿E-en serio?

— Sí, debemos tener cuidado de que tu... — Iba a decir tío, pero no sabía cómo reaccionaría la niña. — ... tu clan no se entere, pero podrás entrenar con mi equipo para que aprendas a defenderte.

Hinata asintió con ánimos mientras una pequeña sonrisa se posó en sus labios.

— Te ves más linda cuando sonríes, Hinata-chan.

Y por primera vez desde que ella llegara a vivir con ellos, la vieron sonrojarse completamente.

Minato sonrió ante la alegría de su esposa y se dirigió a la puerta al escuchar a alguien en el portón.

— Buenas noches. — Saludó Obito cuando Minato abrió la puerta antes de que el joven pudiera sacar sus propias llaves.

— Bienvenido a casa, justo apenas vamos a cenar.

— Oh, lo siento, justo vengo de cenar en casa de Kakashi-baka.

— ¿Y quién cocinó? — Preguntó el mayor.

— Parece que Kakashi ha estado practicando, honestamente no lo hace tan mal.

Ambos entraron a la casa y Obito se sorprendió al ver a Hinata sonriendo con Kushina.

— ¿Me perdí de algo, sensei?

— No mucho, Hokage-sama ha dado permiso para que Hinata entrene en las mañanas con nosotros.

— Es una gran noticia. — Y de pronto dejó escapar un gran bostezo. — En fin, iré a dormir.

Justo cuando Obito pasó al lado de la chica sintió que ella lo sujetaba del brazo, pero cuando la miró, ella lo soltó como si su tacto quemara.

— Yo... — Ella quería agradecerle por haberla ayudado a volver un poco en sí el día de ayer, pero las palabras se atoraron en su garganta.

— Será mejor que comas bien y descanses mucho, los entrenamientos con Minato-sensei son muy exigentes pero eficaces.

Ella asintió y Kushina sonrió al notar que las mejillas de la niña volvían a teñirse carmesí.

Una vez que el chico se hubo ido a dormir, los tres se sentaron a comer en un cálido silencio que fue roto por un susurro de la pelirroja.

— Así que te gusta Obito-kun...

Hinata dejó caer los palillos con los que estaba comiendo su arroz y negó frenéticamente con la cabeza.

— N-no, no es a-así...

Sus balbuceos hicieron que la mujer riera francamente.

— De ahora en adelante tienes que crear un nueva vida, Hinata-chan. — Minato miró con atención a su esposa, le parecía muy tierna la manera en que le hablaba a la niña. — El fin de semana iremos a comprar más ropa para que vayas a la escuela civil y haremos que Obito-kun se fije en ti.

— Pe-pero yo no...

— Minato y yo nos conocimos a los 11 años, así que no descartes ninguna posibilidad. — Y Kushina le guiñó un ojo.

Hinata miró al otro adulto buscando alguna clase de apoyo, pero él solo sonrió y dijo lo siguiente.

— Será un secreto de los tres, ¿Vale?

Muy avergonzada, Hinata sonrió.

Parecen ser buenas personas. — Hinata escuchó la voz de Toneri.

Ella solo asintió en silencio.

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A las 8 de la mañana el equipo Minato se encontraba en el campo de entrenamiento número 27 de la policía de Konoha, muy cerca estaba el Rio Naka que cruzaba el clan Uchiha y la mitad de la aldea. Hinata, Obito y Minato usaron un jutsu de teletransportación para llegar al nuevo lugar de entrenamiento, donde Rin y Kakashi los esperaban.

— ¿Ahora entrenaremos aquí? — Preguntó Obito sorprendido de estar en un campo de la policía de Konoha, era un lugar reservado y pocos tenían acceso a ellos.

— Así es, Fugaku nos permitió usarlo para poder entrenar junto a Hinata-chan. — La aludida solo atinó alzar su mano en modo de saludo.

Kakashi frunció el ceño.

— ¿Ella va a entrenar con nosotros? — Se quejó el peliplateado.

— Así es, espero que sean amables con ella. — Minato sonrió pero Kakashi negó.

— Solo nos retrasará, tenemos la guerra encima y ahora hay que entrenar con una niña.

Fue el turno de que el adulto frunciera el ceño.

— Hinata tendrá su propio régimen, pero la idea es esa, sí, entrenarán con ella cuando esté lista para seguirles el paso.

Rin intervino antes de que el peliplateado respondiera.

— Está bien, yo puedo ayudarle para que Kakashi y Obito-kun puedan practicar entre ellos.

— Tampoco es como si Obito fuera un reto... — Murmuró Kakashi dándose por vencido.

— ¡Hey! Ten cuidado con tus palabras, yo seré el primer Uchiha Hokage.

— Será mejor empezar temprano. — Minato alzó la voz. — Ustedes tres empiecen a calentar, hoy tendremos un ejercicio de carrera y de lucha. — Miró a la niña de ojos perlas. — ¿Qué tal está tu control de chakra, Hinata?

La niña se puso firme y asintió levemente.

— Es bueno, pero caminar sobre superficies firmes.

— A ver...

Hinata respiró profundamente, hizo un par de sellos y caminó hasta el árbol más cercano, al cual pudo escalar sin problemas.

— Bien hecho, pocos logran ese nivel a tan corta edad. — Minato le acarició los cabellos como si fuera un cachorro. — ¿Has probado caminar en agua?

Ella negó.

— Esa será tu tarea de estos días, ¿Sabes nadar? — Hinata asintió.

— Bien, iré a revisar el ejercicio de los chicos, pero si tienes algún problema usa esto. — Le entregó un kunai de tres picos. — Coloca un poco de chakra en él y sabré que necesitas ayuda y llegaré de inmediato, ¿De acuerdo?

— Hai.

Minato le sonrió mientras ella sujetaba el Kunai y lo guardaba en su porta kunai. Hinata se dio media vuelta hacía el río y llegando se agachó para probar la temperatura, la cual era muy fría. Buscó la parte menos onda de la orilla y una vez segura de su elección, se quitó su chamarra color azul, las sandalias y procedió a hacer los sellos correspondientes.

Hinata puso un pie sobre el agua y a pesar de que se hundió unos centímetros se animó a alzar el otro pie, pero al momento de que el segundo pie tocó el agua, se rompió la tensión superficial y cayó al agua hasta poco abajo de las rodillas.

Suspiró un poco desanimada y justo cuando estaba por salir del agua para volver a intentarlo, Toneri le habló.

No salgas. — Ella se detuvo de golpe. — Vuelve a hacer los sellos pero ésta vez pon más chakra. — La niña hizo lo que el hombre le dijo y subió el primer pie como si estuviera subiendo escaleras y logró mantenerse lo suficientemente firme para apoyarse y pero al alzar el otro pie y apoyarlo, volvió a hundirse, esta vez hasta arriba de las rodillas.

— El primer paso me hunde. — Murmuró ella.

No interrumpas el flujo del chakra, debes liberar siempre la misma cantidad en la misma velocidad, debe ser tan natural como respirar. — Le pareció que la voz sonaba un poco frustrada, le recordó los entrenamientos con su padre.

— Si... — Susurró mientras volvía a alzar el pie y cuanto sintió la suficiente seguridad para alzar el segundo pie, pisó sin deshacer el sello, pero volvió a hundirse. — Lo lamento.

No regreses a la orilla.

— Pero la corriente se empieza a sentir fuerte. — El agua le llegaba a la cadera y ya tenía que oponer mayor resistencia para que la corriente no la jalara.

Un Hyuuga nunca retrocede sin antes doblegar a su oponente. — Toneri habló sereno. — Ahora pon chakra en tus manos para apoyarte para salir del agua, una vez hecho continua con tus pies.

Ella asintió.

Mientras tanto el equipo de Minato acababa de terminar la carrera de obstáculos y estaban sentados tratando de recuperar el aliento cuando Obito miró a la chica estar metida en el agua casi por completo desde donde estaba.

— ¿Qué está haciendo? — Preguntó el Uchiha.

— Entrena su control de chakra. — Respondió Minato mientras revisaba los tiempos de cada uno. — En primer lugar queda Rin, después Kakashi y luego Obito.

— ¿Qué tal Kakashi? No siempre eres el número uno — Obito se puso de pie mientras señalaba al chico con algarabía.

— No es tu asunto. — Gruñó el otro chico. — Pasemos al otro ejercicio.

— ¡Hai! — Exclamó Rin poniéndose de pie y estirando una mano al peligris, quien la ignoró y se puso de pie completamente solo. Kakashi se limitó a sacudir sus pantalones mientras se reñía internamente por estar tan atento a la chica de cabellos azules a la que cada vez se le veía perderse más en el río; se prometió estar atento a sus ejercicios, no permitiría que el idiota de su compañero de equipo le ganara por estar distraído.

— Pelearán Obito y Kakashi. — Indicó el sensei mientras la chica castaña se colocaba a un lado de su sensei.

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Hinata ya estaba sumergida hasta el pecho y entonces se dio cuenta de que a pesar de que la corriente la empujaba con considerable fuerza, podía sujetarse con chakra en el fondo arenoso del río.

Eres muy curiosa, Hinata Hyuuga. — Dijo Toneri y después rio, era la primera vez que lo escuchaba.

— ¿Qué es gracioso?

No puedes caminar sobre el agua pero puedes adherirte bien a lodo y tierra mojada... eso es incluso más difícil por su consistencia.

— ¿Puedo salir?

Bien, avísame cuando camines sobre el agua.

— Si, Toneri-sama... — Murmuró mientras decidía hacer un último esfuerzo.

Hinata hizo los sellos para mandar chakra a sus manos y consiguió el apoyo suficiente para salir del agua, colocó un pie sin problemas y con mucho esfuerzo sacó el segundo y consiguió mantenerse arriba.

— ¿Lo logré? — Se preguntó pero entonces al mirar hacía abajo y ver el agua fluir bajo sus pies tuvo un recuerdo...

Es momento de que aprendas a nadar, Hinata. Su padre se lo dijo a ella y pero también estaba presente su primo Neji, quienes tení años respectivamente. Un Hyuuga siempre debe estar preparado para lo inesperado...

Yo ya sé nadar, Hiashi-sama... — Replicó Neji mientras se ajustaba la banda blanca que usaba en la frente.

— Lo sé, pero tu deber es siempre estar al lado de Hinata. — Respondió el lider.

— Eso lo sé Hiashi-sama, siempre daré mi vida por Hinata-sama.

El mayor asintió satisfecho. Pasaron toda la semana en el río, enseñándole a la niña a nadar y cuando pudo ir a contracorriente, su padre los felicitó a los dos.

— Hinata-sama es la mejor nadadora. — Neji la elogió, mientras ella salía del río y se sentaba al lado de su primo en la orilla.

— Me he sentido segura gracias a que estuviste adentro conmigo... — Respondió ella con gentileza, el niño le sonrió mientras sujetó su mano con fuerza, y tomados de la mano contemplaron el río con calma y serenidad.

— Disculpe, Hiashi-sama... — Un sirviente de la rama secundaria llegó hasta donde estaban los tres e hizo una reverencia.

— ¿Qué ocurre? — Preguntó Hiashi mientras llegaba hasta el hombre.

— La madre del joven Neji está en el hospital de Konoha.

El niño soltó la mano de Hinata, hizo una reverencia al líder, quien le dio permiso de retirarse.

Ahora, tiempo después se dio cuenta de que aquel día comenzaron a derrumbarse las cosas en su vida, hasta llegar a este punto, donde estaba parada sobre un río, con una voz hablándole en su cabeza.

— Papá... — Su voz se quebró junto a su concentración, por lo que se rompió la tensión del agua y cayó en el río. De la impresión abrió la boca y aquello la hizo tragar agua.

La desesperación comenzó a hacer mella en ella, intentó encontrar el fondo con sus pies pero no encontró nada, aquello la descontroló e hizo que se sintiera desorientada. Empezó a mover sus piernas tratando de patalear, pero sus manos fueron las que no conseguía mover con la suficiente fuerza, estaba cansada por todo el entrenamiento previo.

No puedo salir... — Pensó mientras el agua llegaba a sus pulmones y su visión comenzaba a oscurecerse, pero de pronto sintió un impacto a su lado, como si algo muy pesado hubiera caído con fuerza en el agua y pronto sintió que algo la sujetaba del brazo y la sacaba del agua, volviendo a sentir el frío del viento en su piel.

— Hinata... — Escuchaba que alguien decía a lo lejos su nombre, pero a pesar de que veía luz no lograba distinguir a ninguna de las sombras que llegaron a su encuentro.

— Hagan espacio, que respire... — La voz de un hombre dio la orden, pero ella no podía respirar, ni siquiera toser para sacar el agua...

— Tragó agua... — Exclamó una voz aguda... — Necesita primeros auxilios — Y luego de eso, una serie de golpes en su pecho se vieron acompañados por una sombra que se situó sobre ella para juntar sus labios e infundir el aire que tanto necesitaba.

Pronto pudo toser y se dio la vuelta para sacar todo el agua que había entrado a su sistema, pudiendo recobrar sus sentidos poco a poco.

— ¿Estás bien? — Preguntó Minato mientras se colocaba a su lado en cunclillas.

La chica solo atinó a asentir y el adulto respiró con alivio.

— Menos mal que Obito-kun logró sacarte a tiempo. — Exclamó Rin mientras se alejaba un poco de la chica, ella había sido la que había estado oprimiendo el pecho de la niña para que respirara. — Has gastado mucho chakra, debiste salir del río si no te sentías bien.

La niña negó con la cabeza.

— Estoy bien, fue un calambre. — Mintió mientras bajaba la cabeza en señal de aprehensión.

Minato suspiró.

— Creo que será todo para ti por hoy, puedes volver a intentarlo mañana.

Hinata asintió, y alzó la vista para ver a un molesto Kakashi y a un Obito muy sonrojado.

— Menos mal que llegué a tiempo. — Se rascó la cabeza con un poco de vergüenza el Uchiha.

— Es una suerte que Kakashi-kun te lanzara justo a donde estaba ella. — Rin juntó sus manos bajo el pecho y miró al peliplateado. — Kakashi-kun es el mejor.

— Tsk. — Kakashi se dio media vuelta. — Es momento de retomar el entrenamiento.

— ¡De acuerdo! — Exclamó el pelinegro.

Los tres chicos avanzaron a la zona donde habían estado luchando mientras Rin ayudó a la peliazul a ponerse de pie, fueron por su abrigo y sus sandalias y se sentaron bajo la sombra de un gran árbol.

— Minato-sensei y yo vimos que lo lograste... — Comenzó a decir la castaña. — El sensei estaba muy contento, pero no pensamos que irías a caer de imprevisto.

— Lo siento...

— No tienes por qué disculparte. Además hoy es un día importante. — Rin sonrió radiante.

— ¿Por qué?

— Diste tu primer beso, seguramente no fue como lo imaginaste, pero... — Hinata dejó de escuchar a la chica y se sonrojó.

— ¿Fue... O-Obito-kun?

— Sí, creo que también fue su primer beso, estaba muy preocupado por ti.

El corazón de la chica saltó pero pronto se sintió triste. ¿Su primer beso había sido un intento por que no muriera ahogada? Siempre había imaginado que sería como los besos que su padre le daba a su madre cuando creían que nadie los veía, cuando sujetaba su barbilla con cariño y juntaba sus labios con calma y ternura. De manera inconsciente dirigió su mano hacía un pequeño bulto que estaba en una bolsa cocida dentro de su pantalón, su piedra era lo único que le había quedado de sus padres.

— ¿Hinata? — Preguntó Rin.

— Lo siento, no escuché...

— Te decía que lamento lo sucedido en la fiesta de Kurenai, a todos nos caíste muy bien, el sábado todas las chicas iremos a comer dangos para despedir a Yugao quien tiene una misión larga, ¿Quieres ir?

— Mmm... — Realmente no sabía qué responder. — No quisiera incomodar...

— No lo haces, al contrario, hacen falta más chicas en el equipo, si quieres puedo ir por ti a casa.

— Le preguntaré a Kushina-san.

— ¡Si! — La chica sonrió. — Verás que es muy divertido una vez que los conoces a todos.

Pero la plática de las chicas quedó interrumpida con los gritos de un furioso Obito.

— ¿Qué demonios te pasa, Kakashi? — Exclamó el Uchiha, quien apenas pudo esquivar el raikiri que el Hatake le lanzó.

— Sigues siendo un pésimo compañero de pelea. — Respondió el aludido.

— No, todo el día has estado más malhumorado que de costumbre.

Y comenzaron a discutir.

— Basta. — Minato intervino.— Es cierto lo que dice Obito, ¿Te molesta algo, Kakashi?

El peliplateado miró fugazmente hacía el árbol y se apresuró a negar.

— No, es solo que se acerca la fecha de mi exámen jounnin y no tengo tiempo que perder.

El rubio suspiró.

— Es cierto, entonces cambiaré tu dinámica de trabajo para que estés listo a tiempo Kakashi. —El chico asintió. — Supongo que será todo por hoy, pero antes de dar por concluido el entrenamiento, el hokage me dio una misión para los tres... vamos con las chicas. — Una vez llegaron al gran árbol donde estaban sentadas las chicas, el mayor sacó un pergamino. — La misión que el Hokage les encomendó es nivel C, deben cuidar de Hinata-chan cuando Kushina o yo no estemos en la aldea.

— ¿Por qué? — Kakashi fue el primero en contestar.

— Porque el Hokage considera que son perfectos para la tarea, así que sean amables con ella y cualquier irregularidad no dudes en reportarlo conmigo.

Rin y Obito asintieron contentos, pero Kakashi volvió a cruzarse de brazos.

—Bien, entonces el entrenamiento de hoy queda concluido, tendrán una misión más tarde, vayan a casa y esperen el pergamino.

.

Faltaban quince minutos para que fueran las tres de la tarde, hora en que comenzaban las clases de la escuela civil de la aldea de Konoha. Hinata llevaba una pequeña mochila con un cuadernos y un par de lápices en su espalda, y caminaba tratando de que sus piernas no se doblaran de los nervios. Se propuso no demostrar el cansancio que sentía de su entrenamiento en la mañana, no quería perder la única oportunidad que estaba teniendo de hacerse más fuerte.

— Si no lo hago Hokage-sama no dejará que me siga entrenando con Minato-sensei y necesito mejorar...— Se dijo así misma. Kushina la había dejado en la puerta de la escuela y le había pedido que regresara sola a casa porque tenía un trabajo que realizar en la torre del Hokage.

Hinata sintió el temor envolverla al verse sola en ese lugar, pero el recuerdo del rostro ensangrentado de su madre le dio la determinación que necesitaba.

El timbre sonó y Hinata se quedó en medio del patio.

— ¿Hyuuga-san? — Una voz la sacó de sus pensamientos y vio a una mujer de largos cabellos amarillos sujetar su hombro. — Ya han comenzado las clases.

— ¿C-como sabe mi...?

— Tus ojos, Hokage-sama ha pedido que tengamos toda nuestra atención en ti para ayudarte a integrarte. Soy Harumi Nuho, soy la directora de la escuela para civiles de Konoha.

Hinata asintió.

— Sígueme, te llevaré a tu salón de clases.

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El edificio era de dos pisos y cada piso tenía 5 salones, la escuela no estaba enrejada y poseían un enorme patio con un pequeño jardín en la parte trasera. Hinata fue conducida a un grupo con niños de su edad, sin embargo no ponía mucha atención a su alrededor debido a que todo su esfuerzo estaba en moverse. Pronto llegaron a un salón.

— La economía de Konoha se sostiene principalmente por las misiones que cumplen los ninjas, en segundo lugar está la exportación de alimentos y de maderas finas. — Decía un profesor cuando la directora llamó su atención y él las invitó a pasar.

— Hola chicos, ella es Hinata Hyuuga y se va a unir a esta clase, espero que sean amables con ella.

Los murmullos no se hicieron esperar y Hinata deseó poder evitar sentirse tan avergonzada.

— Toma asiento junto a Kiyori — Indicó el profesor.— Mi nombre es Takeda Ketsuyo.

— H-Hai. — Tartamudeó la niña mientras se dirigía torpemente a un lado de la niña que alzó su mano al oír su nombre.

— Espero que todos apoyen a Hinata a ponerse al corriente con las clases, es la primera vez que ella asiste a esta escuela.

— Hai — Respondieron todos al unísono.

Durante las clases repasaron la geografía del país de la hoja, así como algunas lecturas para que practicaran la lectura y escritura de Kanjis. Hinata comenzó a sentir sus ojos pesados de sueño, todo eso ya lo sabía, pues en el clan Hyuuga le habían comenzado a enseñar desde que pudo hablar. Su caligrafía era quizás superior a la de su profesor, quien hacía trazos demasiado rectos con el gis en el pizarrón. Como heredera del clan debía tener una escritura perfecta, una dicción buena (aquello es lo que más trabajo le había costado) y conocer perfectamente las estructuras de gobierno de cada país y sus aldeas ninjas.

— Parece que mi clase es muy aburrida para usted, ¿No es así señorita Hyuuga? — El profesor llegó hasta ella.

— No... lo siento... — Dijo en un hilo de voz.

— ¿Qué? Hable más fuerte.

— L-lo s-sie-nto — Tartamudeó al sentirse observada por todos en el salón.

El profesor suspiró cansado.

— Lea el párrafo 10 de la página 24, y póngase de pie. — Ordenó el profesor.

La niña obedeció e hizo una lectura perfecta pero en un volúmen muy bajo, por lo que el profesor al comprender que no la haría leer más alto, le indicó que volviera a sentarse y que si la volvía a ver dormitando la sacaría de la clase.

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A las 6 de la tarde sonó el timbre que marcaba el inicio del receso escolar, por lo que el salón se fue vaciando poco a poco. Hinata sacó las monedas que Kushina le había dado y se dirigió a la zona donde había una pequeña tienda con meriendas y aguas.

— ¿P-podría darme un par de o-oniguiris? — Se esforzó por decir.

— Claro, toma cariño, ¿Eres nueva en la escuela? — Preguntó la anciana mujer que atendía la tienda. Hinata asintió. — Bienvenida..

Hinata asintió de nuevo mientras pagaba sus onigiris y se dirigía a sentarse bajo un gran árbol, desde ahí pudo ver el atardecer naranja que alumbraba el cielo.

— ¿Así que una Hyuuga, eh? — Un grupo de niños la rodearon, eran seis niños que no recordaba haber visto en su clase.

— ¿Q-quién eres? — Preguntó Hinata un poco sofocada, esos niños no parecían tener buenas intenciones.

— Mi nombre es Saburo y ellos son mis amigos. — Saburo tenía el cabello castaño y tenía los ojos negros, su complexión era robusta y su ropa se notaba ya muy gastada. Sus demás amigos sonrieron como idiotas.

— ¿N-necesitan a-algo?— Preguntó mientras sentía su corazón latir en la garganta.

— Eres una niña nueva aquí y solo por eso me tomaré las molestias de explicarte. — El niño llamó con la cabeza a otro de sus amigos, quien quitó los onigiris a la chica y los tiró al suelo para comenzar a pisarlos. — A la mayoría de nosotros no nos agradan los ninjas por personas como tu familia, que fue asesinada porque eran traidores, lo cual te hace una traidora para el resto de la aldea. Te vi desde fuera del salón, caminas muy derecha y miras a todos desde arriba, me molestó mucho tu arrogancia.

Entonces el niño que le quitó los onigiris la sujetó del abrigo y la puso de pie contra el árbol.

— Tu cara nos molesta es como si fueras ciega. — Dijo otro niño.

— Tenemos que darte una lección aunque seas una niña. — Dijo Saburo y señaló a otro chico, quien sacó una estrella ninja de su pantalón. — Un par de marcas en tus brazos no deberían importarle a nadie.

Hinata comenzó a removerse, por lo que entre cuatro chicos la sujetaron y alzaron las mangas de su abrigo.

— Alto Saburo... — La voz de una niña se escuchó desde atrás. — Llamaré a Takeda-sensei...

El niño llegó hasta la castaña y la empujó al piso.

— Cállate Ayame, dices algo y la siguiente en tener un corte serás tu. — Espetó el niño, pero antes de que Ayame le pudiera responder, los chicos que estaban sujetando a la Hyuuga salieron corriendo y llorando. — ¿Qué rayos?

— ¡No siento mi brazo! — Gritó uno.

— Yo no siento mi pierna. — Y se arrastraba en el piso.

— No puedo moverme — Exclamó otro.

Saburo miró a la niña de cabellos azules y notó las venas en sus ojos.

— ¿Qué está sucediendo? — La directora Nuho llegó hasta el lugar.

— La Hyuuga nos atacó. — Gritó uno de los niños con sus tenketsu cerrados.

— ¿¡Cómo es posible!? — Y la directora corrió hacía Hinata sujetándola del abrigo. — Abre de inmediato sus tenketsu, ¡Esto me gano por aceptar un ninja en mi escuela!

— No fue su culpa. — Ayame se puso de pie. — Ellos la molestaron primero.

— No importa quién empezó sino quien le siguió, todos a la enfermería... — Y miró a la chica. — Y tu con el Hokage.

Hinata abrió sus ojos con miedo... No quería, no quería ir con la persona que mandó asesinar a su madre, aquello no había sido su culpa...

— P-por favor... no... — Lloró con miedo.

La directora vio el terror en el rostro de la chica y respiró cansadamente.

— Bien, pero arregla lo que hiciste con los chicos y tendrás un castigo.

Hinata asintió calmando su llanto.

— Y si vuelves a lastimar a alguno de tus compañeros, me temo que te expulsaré. — La mujer señaló el edificio. — Aquí vienen a estudiar muchos chicos que por buena o mala suerte no pudieron entrar a la academia ninja, muchos darían lo que fuera por ser un shinobi de Konoha pero mi deber en este lugar es enseñarles que son importantes sin ser ninjas, que pueden tener una vida plena y segura, que pueden tener un oficio y aportar mucho más a la aldea que un shinobi. Ninguna cosa que ellos te puedan hacer igualará lo que tu les puedes hacer, ¿Entendido?

Hinata asintió mientras se limpiaba las lágrimas con la manga de su abrigo.

— Bien, tu castigo será quedarte después de clase a limpiar tu salón por un mes y también me entregaras una plana con la frase "No debo herir a civiles" doscientas veces, ¿Estás de acuerdo?

La niña asintió.

— Bien, ahora ve a la enfermería a tratar a tus compañeros y después al salón. — Y la niña obedeció.

.

Eran pasadas de las 10 de la noche cuando salió de la escuela, las clases acababan a las nueve pero le tomó una hora terminar ella sola la limpieza de su salón. Mientras iba caminando, escuchó a su estómago gruñir, ya no tenía dinero así que tendría que esperar a llegar a casa. Caminaba despacio, estaba bastante decaída por lo sucedido, odiaba tenerle tanto miedo al Hokage y todos a su alrededor; por una vez en su vida trató de defenderse y la reprendían a ella... No, no se daría por vencida, sería tan fuerte que jamás volvería a sentir temor y nunca más alguien buscaría problemas con ella. Respiró más tranquila mientras jugaba con su piedra roja entre las manos.

Iba distraída cuando de pronto una sombra oscura chocó contra ella, haciéndola caer y soltar su piedra roja. Otra vez con la mente en alarma se puso de pie para buscar la piedra sin mirar a la persona con la que había chocado, apenas estaban iluminados por una luz del alumbrado de la calle.

— ¿Buscas esto? — Preguntó una voz extrañamente familiar. Hinata alzó la mirada y vio al niño Uchiha con el que había entrenado hace unos meses.

— Si... — Murmuró mientras tomaba la piedra con prisa y la abrazaba contra su pecho.

— ¿Por qué no activaste tu Byakugan?

La niña negó.

— Hoy ha sido un día agotador, no me queda mucho chakra. — Respondió en un hilo de voz, después de pasar meses autoencerrada en una habitación, aquel día había sido agotador.

— Entiendo, a mi tampoco, voy a regresando de una misión en las afueras. — Y el chico sonrió. — Parece ser una piedra muy valiosa para ti.

La peliazul asintió.

— No puedo perderla. — Ella mostró decisión en su mirada y Shisui admitió que le gusta ese brillo.

— Entonces deberías ponerla en un lugar seguro, es muy pequeña... — Puso una mano en su barbilla y se quedó pensativo. — Tengo algo que podría ayudarte.

— ¿A-algo que podría ayudarme? — Preguntó muy confundida, de pronto sonó su estómago denotando el hambre que tenía, aquello la hizo sonrojar.

— Si, vamos al complejo Uchiha y podríamos cenar.

Ella se puso seria, pero el Uchiha volvió a sonreír.

— Confía en mi, ¿qué dices? Somos amigos de entrenamiento, ¿No?

Hinata pensó un segundo en Kushina y Minato, pero sabía que esa noche tenían trabajo y que Obito estaba en una misión, nadie la echaba de menos.

— Bien.

— ¡Yei! — Exclamó el niño y empezaron a caminar hacía el terrirorio Uchiha. — ¿Hay algo que te guste comer?

— Lo que sea está bien... — Murmuró, a Shisui no le importaba, al contrario, le parecía lindo su suave tono de voz, era como descansar después de pasar días bajo los gritos de su líder de escuadrón.

— Bien, entonces iremos a Uchiha Sensei, amarás a Uruchi y Teyaki-obaasan. — Fue la respuesta del niño.

Caminaron tranquilamente hasta llegar al complejo Uchiha, donde aún había muchas personas circulando. Pronto llegaron a un establecimiento que tenía una mesa afuera y todas las luces prendidas.

— ¡Buenas noches! — Saludó el niño y una mujer de avanzada edad salió a su encuentro.

— ¡Shisui! Es maravilloso verte de regreso. — La mujer abrazó al niño, quien le devolvió el abrazo a la mujer.

— Regresé antes de tiempo, estoy desarrollando un jutsu que me ayuda a moverme más rápido de lo normal.

— Me alegra oír eso... — La mujer vio a la niña. — ¿Y tú quien eres pequeña?

— S-soy Hinata Hyuuga. — E hizo una reverencia muy formal.

— Ella es mi amiga de entrenamientos. — Respondió el niño.

La anciana sonrió.

— Bienvenida Hinata Hyuuga. — Y para sorpresa de todos, la mujer también la abrazó. Hinata solo supo sonrojarse pero agradeció el gesto con una sonrisa, la primera genuina desde que perdiera a sus padres.

— Gracias... — Respondió.

— Pero miren lo flacos que están, ¡Teyaki! Prende el horno, llegó nuestro niño favorito con una hermosa amiga. — El anciano se asomó por la puerta que daba a la cocina y asintió.

— Bienvenidos chicos, en breve les llevaré lo más rico que comerán en sus vidas.

— Gracias Obaasan. — Shisui llevó a Hinata a una mesa y puso su mochila de viaje en el piso. — Espérame un minuto, traeré lo que te mencioné.

Hinata asintió y en un parpadeo el chico desapareció, ni un minuto pasó cuando volvió a aparecer frente a ella.

— Toma — Y le entregó una cajita negra con el símbolo Uchiha.

La niña abrió la caja y encontró un hermoso guardapelo negro, tenía grabados de flores negras y una larga cadena también negra.

— No puedo aceptarlo, es muy bello... — Murmuró la niña mientras devolvía la caja al chico.

— Nada de eso, es un buen lugar donde guardar tu piedra, si la coses en tu ropa podría romperse en un entrenamiento pero si la guardas aquí dentro, nunca se saldrá.

— Aún así, es muy bello y no podría pagarlo... — Pero el niño volvió a poner la caja en sus manos.

— No te lo estoy vendiendo, es un regalo y una disculpa por haberte metido en un genjutsu la última vez, lo siento Hinata-chan.

Hinata se sonrojó y miró la caja con indecisión, entonces Shisui se dio prisa, sacó el guardapelo y lo colocó en el cuello de la chica.

— Está hecho con el mismo metal con el que hacen los kunais, pero fue forjado con legendario fuego Uchiha, en manos de un artesado con mil años de tradición, sin duda tu piedra estará a salvo.

Hinata sacó su piedra del bolsillo y la colocó dentro del guardapelo, que entró perfectamente y no hubo problemas para cerrarlo.

— Puedes usarlo como collar o enredar la cadena en tu muñeca, nunca se romperá. — Shisui sonrió y la peliazul lo imitó.

— Eres muy amable, Shisui-san... si hay algo que yo pueda hacer...

El chico pensó que lo único que le gustaría sería verla de vez en cuando.

— Podríamos entrenar cuando tengas tiempo y yo no salga de la aldea.

— ¿En serio?

— Sí, ya me dijiste que el Hokage no te dejaba, pero creo que nadie nos vería en el dentro de mi clan, los guardias suelen tener activado el sharingan todo el tiempo y yo ya comprobé que es imposible verte con mi doujutsu... ¿Por qué sucede eso?

— No lo sé, pero si me gustaría entrenar contigo. — Respondió con una pequeña sonrisa.

— Entonces no se diga más...

Entonces la dueña del local llegó con una bandeja con dos tés verdes y dos platos llenos del Senbei especial de la casa.

— Están recién hechos, disfruten su cena niños.

— ¡Hai! — Respondieron los dos al unísono.

Mientras comía en compañía del Uchiha, Hinata supo que Kushina-san tenía razón en algo. Con el tiempo iría conociendo a nuevos amigos que la harían amar la vida de nuevo.

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Aquella fue la primera noche que consiguió un sueño tranquilo y reparador.

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Muchas gracias por leer.

Espero que les haya gustado el capítulo. Creo que fue un capítulo muy denso y es el más largo hasta el momento, ocurrieron muchas cosas y pienso que la historia va agarrando ritmo, ¿Qué opinan? Las cosas no van a ser fáciles para Hinata pero también aparecerán nuevos amigos como Shisui.

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