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Cumpleaños

El cielo comenzaba a oscurecerse y el viento a soplar con más fuerza, cuando Neville y Luna llegaron a aquella casa de piedra, adobe y madera, junto a la cual crecía un sauce que meneaba sus ramas con el viento. En cuanto se acercaron pudieron ver a una mujer de unos veintitantos quizás treinta años, de cabello castaño oscuro sujeto en una trenza, ojos celestes y una bella sonrisa, quien cargaba una cubeta llena de agua. La mujer se detuvo al verlos y los inspeccionó de pies a cabeza.

-Ustedes no son de aquí ¿puedo ayudarlos? -preguntó la mujer acercándose más y dejando la cubeta en el piso.

-Una anciana, Mint nos envió aquí, buscamos a William Nott -dijo con algo de precaución Neville. La expresión de la mujer cambió, tornándose algo seria.

-Vengan conmigo -susurró la mujer volviendo a levantar la cubeta y apresurándose hacia la casa. Abrió la puerta y volvió a mirar al castaño y la rubia que seguían inmóviles-, vamos rápido.

-Vamos Neville -susurró Luna mientras comenzaba a caminar tras aquella mujer, el castaño dudó por un momento, miró alrededor y con un suspiro siguió a la niña al interior de aquella casa.

El lugar parecía cálido, el fuego ardía en la chimenea, la mesa estaba atiborrada de cacharros, verduras, hierbas y otras cosas, en las paredes había estantes que, al igual que la mesa, estaban repletos de cosas. La mujer hizo lugar en la mesa y depositó allí la cubeta con agua, antes de volver a mirarlos.

-¿No son demasiado pequeños para vagar por estas tierras? -preguntó centrando sus celestes ojos en Luna.

-No somos pequeños, al menos yo no. Tengo una misión y voy a cumplirla -respondió Neville inflando el pecho y lanzando una mirada desafiante.

-¡¿Ah, sí?! ¿Cuál es tu misión y que tiene que ver con William?

-Solo a él puedo decirle -agregó el castaño lanzándole una mirada seria a Luna, con la que intentó decirle que no diga nada.

-Soy Cler y lamento informarles que mi esposo se ha ido -la sorpresa y decepción se vio en los rostros de Neville y Luna-, hace tres semanas un grupo de hombres vinieron por él, el rey de tierraroja solicitaba su presencia y todo indica que no volverá en un buen tiempo... pueden decirme lo que sea...

-Nosotros somos Neville y Luna -susurró la niña señalando al castaño y luego a ella misma-, venimos de tierraroja...

-Loony -la interrumpió el castaño, pero la rubia solo lo miró y con un suspiro continuó...

-Mi padre es Lucius Malfoy, nos envió aquí y dijo que William Nott cuidaría de mí, que se lo debía -susurró la pequeña rubia sacando el cuchillo del cinturón de su vestido y ofreciéndoselo a la mujer, quien lo sujetó y después de inspeccionarlo caminó hasta la chimenea, tomó un cuchillo que descansaba sobre el borde de la misma y volvió a acercarse a Luna.

-Este era el objeto más valioso para William cuando llegó a estas tierras, me contó su historia y cuando nos casamos me lo entregó como prenda -aquel cuchillo era idéntico al de Luna, del mismo tamaño y con los mismos grabados-... sé cuál es la deuda que William tiene con tu padre... yo cuidaré de ustedes hasta que él vuelva ¿si así lo quieren?

-En cuanto Loony esté a salvo tengo que volver con Kyr -respondió Neville mirando a Luna y luego centrándose en Cler- ¿Cuándo volverá? ¿Tiene que volver por usted no?

-No lo sé puede tardar meses o años... por lo que dijeron las cosas están bastante complicadas, William quería que fuéramos con él pero Mint dijo que yo debía quedarme y esperar a que regresen por mí, creo que ahora entiendo por qué -dijo la mujer centrándose en los grises ojos de Luna.

......

La luz y la fresca brisa entraban por la ventana de su habitación. Luna abrió los ojos con pereza y dio un rápido vistazo a su alrededor, la ventana estaba abierta y podía ver las ramas del sauce moviéndose con la brisa.

-Hacia bastante tiempo que no tenía ese sueño -susurró para sí misma mirándose la palma de la mano, la cual ya no era pequeña como la de aquella niña-... espero que todos estén bien -agregó llevando su mano a la negra piedra que todavía colgaba en su cuello-, probablemente se molestarían mucho si supieran lo mucho que me gusta vivir aquí, sobre todo el abuelo...

Escuchó el rechinido de la puerta de entrada y soltó un suspiro antes de bajarse de la cama. Caminó descalza por el rocoso y frío piso, abrió la puerta y dio un rápido vistazo a la habitación. Todo el lugar olía a pan recién hecho y todo se veía más acomodado que lo usual. Cler estaba de pie junto a la chimenea vigilando la olla con leche que colgaba sobre el fogón. Parecía que los años no pasaban por aquella mujer, su cabello estaba igual de castaño que la primera vez que la vio y solo unas pocas y casi imperceptibles marcas surcaban su rostro. Aquellos celestes ojos la miraron y una sonrisa apareció en ese rostro.

-Feliz Cumpleaños Loony -dijo Cler sin borrar esa gran sonrisa de su rostro mientras se acercaba y abrazaba a la rubia.

-Gracias Cler -susurró la rubia aferrándose a aquella mujer, a la que ya quería como a una madre...

-Por ser un día especial prepare pan de nuez, tu favorito, vamos a sentarnos y desayunar -agregó guiando a Luna hasta la mesa. Sacó la leche del fuego y se sentó junto a la rubia-... pensar que eras una niña cuando llegaste aquí y ya cumples dieciséis años...

-Pronto van a ser ocho años que estoy aquí contigo -dijo Luna con una sonrisa algo triste cortando el pan-... volví a soñar con el día en que llegué aquí y no puedo evitar preguntarme ¿Por qué me aceptaste? Tú no tenías ninguna obligación.

-Mint hizo que me quedara por una razón y sigo creyendo que esa razón eres tú. Cuando William y Theo se fueron en verdad estaba muy triste, pero eso cambió cuando llegaste...

-Siempre respondes lo mismo.

-Por qué es la verdad... te digo algo que nunca te dije, eres la hija que siempre quise y no pude tener -los ojos de Luna delataron que estaba algo confundida-... el nacimiento de Theodore fue complicado, Mint tuvo que intervenir y como resultado yo ya no podría tener más hijos.

-¿Sabes algo? tú eres la madre que siempre desee, mi verdadera madre ni siquiera sabía que me gusta el pan de nuez, puede que tu no me enseñaras de armas como lo hacia ella, pero me gusta más todo lo que tú me enseñaste... aunque siempre es útil saber defenderse -comentó la rubia abrazando a Cler antes de meterse un trozo de pan en la boca-. Delicioso, gracias, te quiero mucho.

-Yo también te quiero mucho... ¿sabes que pronto comenzarán a aparecer jóvenes junto a sus padres para ofrecer algo por tu mano?

-La respuesta seguirá siendo la misma, NO -respondió algo mal humorada la rubia.

-Loony, yo pienso igual que tú, pero conoces las "leyes" de aquí -agregó Cler con algo de pesar.

-¿Y si nos vamos? -al escuchar esas palabras los ojos de Cler se centraron en el cuchillo que descansaba sobre el borde de la chimenea, y Luna supo al instante en que pensaba aquella mujer-... ¿Todavía crees que volverán? Van a hacer ocho años que se fueron... igual que Neville, Kyr y mis... padres -los grises ojos de Luna comenzaron a llenarse de lágrimas y pronto sintió los brazos de Cler que volvían a rodearla en un abrazo.

-Creemos siempre en la palabra de las personas a las que amamos... volverán -Cler susurró esas palabras como lo hacía siempre, era su mantra, lo que le daba fuerza.

Los golpes en la puerta hicieron que las mujeres rompieran aquel abrazo. Cler se limpió el rostro con las manos mientras caminaba hacia la puerta. Allí se encontró con la anciana de cabello blanco y ojos grises vestida como siempre con su desgastado vestido gris lleno de manchas de tierra.

-Mint ¿Qué raro verte por aquí?

-¡Como puedes decir que es raro! ¿Acaso no es hoy el cumpleaños de tu niña? -se quejó la mujer entrando en la casa- ¿y por qué ya no me dices madre?

-Por qué te enojaste la última vez que te llame así -replicó Cler cerrando la puerta.

-Yaya, bienvenida -se apresuró a decir Luna antes de que la anciana le respondiera a Cler y comenzaran una discusión.

-Ahh mi niña hermosa, cada vez más grande y bella, feliz cumpleaños -dijo Mint abrazando a Luna un momento, luego buscó en el bolsillo de su vestido y sacó un brazalete con varias piedras de diferentes colores, el cual le ofreció a la rubia-, para ti, úsalo siempre, te protegerá.

-Gracias Yaya, es muy lindo.

-Hace juego con tu colgante -agregó Cler ofreciéndole un vaso de leche a Mint.

-Gracias hija -dijo la anciana aceptando el vaso-, también tengo algo para ti, un mensaje de los espíritus -la expresión de Cler cambio al escuchar esas palabras y esa eterna sonrisa desapareció-... No te asustes, están bien y volverán, aunque no dijeron cuándo -la castaña soltó un suspiro de alivio y una sonrisa apareció en su rostro, una sonrisa que Luna pocas veces veía a pesar de todo el tiempo que llevaba junto a ella.

-Esa es una excelente noticia -acotó la rubia con una sonrisa, sabiendo que eso hacía realmente feliz a Cler.

-¡¿Sabes algo?!... tu cumpleaños siempre trae buenas noticias.

-Te dije que tiene una buena estrella -susurró Mint antes de llevarse un trozo de pan a la boca.

-No sé si es tan así, pero bueno, me voy a vestir aunque sea mi cumpleaños hay mucho que hacer -dijo con una sonrisa Luna encaminándose hacia la habitación. Entró, cerró la puerta y se mantuvo allí.

-¿Me dejaras a Luna cuando vengan por ti?

-¿Qué? ¿De qué hablas? -exclamó Correo mirando seria a la anciana.

-Mi niña, ¿crees que vendrán para quedarse aquí? Han pasado ocho años, vuelven para llevarte con ellos...

-Mint, te lo diré una sola vez, a donde yo vaya Luna irá conmigo... prometí que la cuidaría y eso haré, además ella viene de tierraroja.

-¡¿Por qué crees que la enviaron aquí?!...

Natalie se alejó de la puerta sin hacer ruido, algo que podía hacer desde que tenía memoria. Recordaba andar por aquellos enormes pasillos esquivando a los guardias y a su madre, a Neville que siempre sabía dónde encontrarla y a su padre, aquel hombre al que nadie podía vencer... sabía detalles de cada uno de ellos, pero aunque lo intentaba no podía recordar el rostro de ninguna de aquellas personas, así como tampoco podía decir con seguridad que había sucedido, ¿Por qué la habían enviado allí?

Su mano volvió a apretar la piedra que colgaba de su cuello, era una costumbre, algo instintivo que no podía explicar, pero siempre que pensaba en su familia aquella piedra terminaba entre sus manos «¿Por qué recuerdo tan poco? ¿Debo volver a tierraroja?»...

"-Feliz cumpleaños mi princesa, tengo un regalo para ti -susurró aquel hombre ofreciéndole un collar de un fino y delgado cuero trenzado, del cual colgaba una bella piedra negra-... perteneció a tu abuela y ahora es tuyo, úsalo siempre según tu abuela te traerá suerte y te cuidara.

-Papá es muy bonito gracias.

-Tienes que ser muy cuidadosa con ella... te quiero hija..."

Aquel recuerdo la invadió de repente y aunque su padre seguía sin tener rostro, una cosa era segura aquel hombre la quería y no la hubiera alejado de su lado a menos que fuera por algo de vida o muerte.

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