45 km
Recta final: Últimos capítulos
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El foso estuvo cubierto de tierra cuando el sol del mediodía comenzaba a irradiar su potencia, chocando contra los rostros de los presentes, dificultando sus visiones. Varios de ellos se alejaron, puesto a que el cortejo fúnebre había llegado a su fin. Sin embargo, muchos no se atrevían a dar un paso lejos de la tumba recién cavada. Entre ellos, se encontraban los padres de Brown. Ambos utilizaron anteojos negros para bloquear los rayos de luminiscencia y se mantuvieron allí, inmóviles, observando el montículo de tierra. Lucían como si estuvieran esperando que, por algún milagro, su hijo surgiera de allí y cambiara aquella tormentosa pena que los consumía.
Por otro lado, Lila sentía que no podía resistir un segundo más en ese lugar. Escondió su cara en el pecho de Justin.
—¿Quieres irte?— Murmuró éste, acariciando su espalda.
La chica asintió y, enseguida, el piloto fue su guía hacia el final de la explanada verde. Ella divisó un precioso Camaro V color azul aparcado en el pavimento que delimitaba el cementerio y suspiró, deseando sonreír, mas sus labios se apretaron para ahogar un sollozo que amenazaba con fluir de su garganta.
Comenzó a meditar si alguna vez sería capaz de volver a mostrar una sonrisa. En ese momento, su dolor estaba encarnecido y tenía la sensación de que duraría por siempre. Pero sabía que no podía ser así. De alguna forma, por algún camino, podría seguir adelante.
Recordó el día en que Derek la atacó por última vez. Ella recorría apresurada los pasillos de su apartamento, tratando de huir del ataque de furia que su ex novio estaba desatando en la habitación. Él la alcanzó cuando ella llegó al borde de las escaleras, dispuesta a descender por éstas. El chico tomó un puñado de su cabello y tiro del mismo bruscamente.
—¡No vuelvas a responderme en ese tono!— Escupió en su oído, para luego empujarla.
Cayó, golpeando cada peldaño. Una vez que llegó al pie de las escaleras, una ardiente llama de dolor encendió sus músculos. Allí pensó que se iba a dar por vencida, que no podría seguir soportando el daño, que iba a dejarse abatir. Sin embargo se puso de pie minutos después. El pesar seguía sobre ella, mas ella se esforzó por hacerlo a un lado y luchar por salir de esa situación.
Lo mismo tendría que hacer en ese momento. El dolor de perder a su sobrino era, incluso, mucho mayor al suplicio físico que sintió en aquel incidente con Derek, pero igual tendría que buscar la manera de continuar su vida. Esa opresión en su corazón tendría que aflojar su agarre tarde o temprano. Lucharía, no sólo por su persona, más por la memoria de Brown que viviría con ella por siempre.
Irguió su postura, mirando por la ventanilla del Camaro. No habló con el piloto durante el trayecto más que para indicarle el camino a su casa. Llegaron en pocos minutos y en cuanto sus pies cruzaron el umbral de la puerta, quedando parada en medio de la sala, el cansancio arremetió contra ella. Llevaba dos noches sin dormir más que un par de horas y, al parecer, aquello se evidenciaba en su rostro puesto que Justin sugirió:
—¿Por qué no intentas dormir un poco?— Su murmullo suave ondeó con serenidad.
—¿Podrías...— Lila no encontró el volumen de su voz, como si incluso sus cuerdas vocales hubieran perdido fuerzas. —¿Podrías quedarte conmigo?
El muchacho asintió y tomó su mano con firmeza, lo cual la chica agradeció, puesto que muy pocas cosas parecían consistentes para ella en ese instante.
Ingresaron al dormitorio y la enfermera se tumbó en la cama, sin siquiera prepararse para ello. Sus párpados no podían mantenerse abiertos por más tiempo, tenía la sensación de que su cabeza pesaba como un lastre. En la bruma de su sueño, sintió el tacto de unas manos conocidas quitar el vestido de su cuerpo, así también su calzado, y luego fue arropada con las mantas sobre el colchón. Justin se recostó a su lado y la rodeó con sus brazos justo antes de quedarse dormida.
Cuando despertó, sus sentidos parecían haber revivido a causa del descanso. La noche ya había caído, las esplendorosas estrellas se veían desde la ventana de su habitación. Por unos segundos perdió la noción de los sucesos recientes, mas volvieron a ella con cruel intensidad. Gimió debido al dolor de la realidad golpeándola con fuerza. Sin embargo, no tuvo mucho tiempo para lamentarse porque la puerta del dormitorio se abrió de repente.
—¿Lil?— Llamó la voz de Justin.
Ella se incorporó, sentándose en la cama, sosteniendo las mantas contra su cuerpo ya que se encontraba en ropa interior. Al notar el movimiento en la oscuridad, delatando que estaba despierta, el piloto encendió la luz. Se acercó a la cama y se situó en el borde de ésta, frente a la joven.
—¿Descansaste bien?— Preguntó, quitando los mechones de cabello que caían sobre el rostro de ella y acomodándolos detrás de su oreja.
—Sí. No sé por cuanto tiempo he dormido— Respondió la chica. —¿Tú te has levantado hace mucho?
—Hace un par de horas. Quería comprar algo para que pudieras comer en cuanto despertaras— Comentó, llevando su mano hacia la sonrosada mejilla de la enfermera, acariciándola. —Traje medallones de pollo, Kim los está calentando en el horno ahora.
—No tengo hambre...— Notificó.
—Me imagino que no— La interrumpió él, con entendimiento. —Pero comerás de todas formas. Necesitas hacerlo.
—¿Dónde está Green?— Indagó ella de repente, preocupada por su hermano.
—Llegó poco tiempo después que nosotros lo hiciéramos. Oí que se encerró en su cuarto, aún no ha salido. Kimberly va a llevarle la cena a él también... Ahora...— Comenzó a decir el piloto, apartando de un tirón la manta que ella sujetaba, destapándola.
Lila jadeó, sorprendida y azorada por encontrarse al descubierto.
—¿Qué estás haciendo?— Musitó, tratando de volver a cubrirse.
—Vas a tomar una ducha para relajar la tensión acumulada mientras yo preparo una bandeja de comida para traer— Dictaminó el chico. —Aún hay ropa de tu talla en el armario a tu izquierda, o en el cajón tienes un pijama de conejitos, deberías usarlo si quieres estar más cómoda.
—¡Justin!— Exclamó ella con incredulidad. —¿Hurgaste en mis cosas?
—Por supuesto que sí, chiquilla ¿Qué otra cosa esperabas de mí?— Se limitó a contestar él, neutral, poniéndose de pie y caminando hacia la puerta.
Un cosquilleo revoloteó en el pecho de Lila, saliendo por su boca en una pequeña carcajada. Aquel simple acto causó una fuerte impresión positiva en las emociones contradictorias albergadas en su interior.
Finalmente, tomó un largo baño antes de cenar junto a Justin sobre el escritorio del cuarto. Una vez concluida la cena, él empleó la fuerza de sus brazos para atraerla a su cuerpo y sentarla en su regazo.
—¿Quieres hablar de lo que sientes?— Susurró, abrazándola.
Ella inhaló profundamente. Sabía que dejar salir lo que perturbaba sus emociones iba a ayudarla. Entre lágrimas, relató lo sucedido durante las últimas horas que Brown estuvo con vida hasta su deceso. Llegó a describir el dolor desgarrador y el vacío adjunto que la asaltaban. También confesó su preocupación por Green y el camino que su hermano pudiera seguir después de aquel suceso.
—La culpa podría destruirlo y no creo que exista algo que yo pueda hacer para ayudarlo esta vez— Dijo.
—La vida acaba de empujarlos atrozmente. Cayeron el piso de una forma dura. Ahora deben levantarse y volver a caminar, pero dando sólo un paso a la vez. Por el momento, aquí estás Lil, y debes ocuparte de ti misma— Recomendó Justin, plantando un beso en la coronilla de la joven, quien se encontraba acurrucada contra su cuerpo.
—Creo que sí. Yo también me siento perdida... No sé si alguna vez volveré a ser la misma— Admitió.
—No lo serás— Aseguró su interlocutor. —Pero eso no quiere decir que vayas a ser peor... Una vez me dijiste que ante tanto dolor, uno tiene dos opciones: dejar que él haga lo que quiera contigo, o hacer tú algo con él, volviéndolo algo bueno. Sé que puedes hacer la segunda, Lil— La animó.
Entonces, para su propio asombro, una sonrisa estiró la comisura de los labios de la chica.
—Gracias, Justin. Gracias por estar aquí, gracias por todo. Incluso por apostarme esa noche en las carreras.
—Cuando quieras, chiquilla— Él también sonrió.
—¡No seas tonto!— Ella golpeó suavemente el brazo del chico.
Unos segundos de silencio, en los que ellos sólo se dedicaron a abrazarse, permitieron a Lila oír sus pensamientos. Había un claro atisbo de esperanza en ellos y creía que, tarde o temprano, éste mismo se trasladaría a su corazón, ganándole a la angustia. Se aferró a aquello con convicción.
El pecho de Justin subió y bajó en un profundo suspiro.
—Lila...— Murmuró. —Hay algo que necesito contarte.
La aludida se acomodó, irguiendo su postura para hacer contacto visual con el muchacho.
—¿Qué es?— Inquirió , cautelosa. Sospechando que, finalmente, Justin Bieber se abriría ante ella.
Sus sospechas eran acertadas.
—Hace varios años atrás...— Él cerró sus párpados con fuerza. —La noche en que todo se vino abajo.
-TatianaRomina
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