33 km
Poco tiempo después de que realizaran en él diversas pruebas para verificar su estado, Zac se quedó dormido apenas llegó a la habitación asignada en la clínica de Mahogany. Aquella rutina aún lograba agotarlo, en mayor medida cuando volvía de su tratamiento en el extranjero. Sin embargo, su hermano, Justin, permaneció en la planta de pediatría, aprovechando el momento para acompañar a la enfermera de turno.
Lila se encontraba en recepción, archivando los papeles de varios pacientes dados de alta en el día, y anotando las últimas observaciones en ellos.
—Justin ¿Puedo saber por qué Zac no se apellida Bieber?— Curioseó, sosteniendo la planilla del niño.
—Mi padre no llegó a tiempo para la inscripción en el registro cuando Zacky nació, así que fue anotado con el apellido de soltera de mi madre— Relató él. Su voz guardaba cierta tensión que su interlocutora percibió, más antes de que ella pudiera cambiar de tema para evitar su incomodidad, lo hizo él: —Pero no fue ningún dilema. Ellos nunca tuvieron problemas entre sí, al menos que yo recuerde. Son el uno para el otro... Como esas Estrellas Binarias ¿Recuerdas? Las que nos enseñaron en el parque de Branch.
—¡Oh, sí! Las recuerdo... No puede existir una sin la otra ¿Así era?
—Ajá. Poseen una fuerza de atracción tan potente que ambas forman un todo, y difícilmente pueden seguir existiendo separadas.
—Nunca se me hubiera ocurrido una comparación así, pero es una bonita forma de ver una relación— Comentó Lila, empezando a llenar otro formulario de la clínica.
Sonrió cuando, en un movimiento rápido, Justin depositó un beso en su mejilla. Luego, por la periferia de su visión, captó que él tomaba las carpetas esparcidas por la mesada y las hojeaba.
—Van a despedirme si se enteran que comparto información confidencial contigo— Advirtió, refiriéndose a los datos personales que en ese momento el chico leía con atención.
—No te preocupes, no diré nada. Además, no sería la primera vez que pongo en riesgo tu empleo ¿Olvidaste cuando firmé un memo en tu nombre?— Bromeó él, sin quitar la vista del papel.
—¿Cómo podría olvidarme de eso? Aún no entiendo cómo lo hiciste, ni cómo hiciste para ingresar al piso de incógnito... Hombre, ni siquiera entiendo cómo logras estar aquí fuera del horario de visitas— Expuso la enfermera.
Una sonrisa burlona estiró los labios del joven.
—A veces olvidas que soy el hijo del juez de la ciudad.
—Claro. Tienes razón. A veces olvido que esta ciudad te pertenece.
—Algo así... Pero no es tan divertido como suena— Aseguró.
Cerró la carpeta que sostenía y volvió su cuerpo hacia la chica. La tomó de la cintura, acercándola a él suavemente hasta tenerla entre sus brazos. Cerró sus párpados, delatando complacencia, cuando ella comenzó a acariciar su rostro.
—Debe ser ventajoso conocer las fisuras corruptas del gobernador... — Insinuó la muchacha.
Aquellas palabras provocaron que su acompañante sonriera, abriendo sus ojos.
—Por supuesto que sí. De hecho, pensaba mencionar alguna en la próxima reunión con él, así nos permitiría correr en la calle Helix.
—¿Por qué tienes esa obsesión con la calle Helix?
—Porque es un perfecto circuito para las carreras. Van a ser las mejores que se hayan corrido... Si llegara a conseguirlo este mes ¿Vendrás a verlas, cierto?— Incitó el piloto.
—Casi muero la ultima vez que asistí— Rememoró ella, insegura.
—Estuve allí para para ti, y estaré allí para ti cada vez que lo necesites— Prometió él. —No me iré de tu lado.
La aludida estiró su cuerpo para llegar a plantar un beso en el mentón de su interlocutor. Éste movió su rostro para que sus respectivas bocas hicieran contacto. Compartieron un profundo beso antes de separarse.
—Gracias por eso, Justin... Pero sabes que en las carreras no puedo ponerme a tu lado.
—Podríamos intentarlo— Sugirió.
—No, no podríamos— Repuso la joven.
—¿Por qué no?
—¿No es obvio? Primero: Somos dos clandestinos. Segundo: Green.
Justin apretó los labios con fuerza, tensando su expresión.
—¿Qué importa Porter?— Masculló.
—¡¿Qué importa?! Disculpa... es mi hermano.
—Sí, y trato de no pensar en eso ¿Sabes?— Reveló él, irritado.
—Evitar pensar en algo no va a lograr que eso cambie. Sigo siendo una Porter— Espetó la enfermera, enfadada.
El silencio prosiguió a sus palabras. Ella se apartó, volviendo su atención a los papeles. Finalmente, el muchacho retomó la conversación:
—Sé mi novia— Murmuró.
Lila dejó de sentir los latidos de su corazón. Por un segundo, pensó que éste había cesado su marcha y estaba sufriendo una arritmia nerviosa.
—¿Qué?— Jadeó.
—Sé mi novia. Ya no nos esconderemos. Donde sea que estemos, estaremos juntos— Juró él, con solemnidad.
—¿Por qué me lo estás pidiendo?— Inquirió ella, con sospecha. —¿Es porque quieres que este a tu lado en las carreras? ¿Quieres hacerlo para joder a Green?
El chico bufó, denotando su frustración.
—¿Por qué de repente ese tipo es tan importante? Estamos hace varios meses juntos, Lila, si querías pensar en él, lo hubieses hecho antes.
—Vete— Ordenó la muchacha, herida por la acusación. Abandonó la recepción, caminando hacia los pasillos. —Vete de aquí.
—¡Espera! Por favor...— La llamó el piloto, yendo tras ella
—No. Estoy muy enojada ahora, Justin. En verdad, no tengo ganas de...
—Te quiero— La interrumpió él.
La chica detuvo el paso debido a la estupefacción. Aprovechando eso, el muchacho se posicionó frente a ella.
—Tú, chiquilla, apasionada por los autos y por ser testaruda, eres lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo... Sólo sé mi novia para que te dé lo mejor que pueda, y si resulta no ser suficiente para ti, entonces tendrás un motivo para deshacerte de mí. Pero ahora no me importa otra cosa más que estar a tu lado, no me importa... Lila, mírame...— Acunó el rostro de la joven entre sus manos mientras hablaba. —No me importa ni tu apellido... Te quiero.
Una vez que expresó eso, pegó sus frentes con suavidad. Su mirada cargada de ternura escudriñaba los ojos de la muchacha. Ésta, por su lado, sintió la tibieza gestarse en su pecho y subir desde su corazón hasta su rostro. Entendió que esa sensación desconocida que experimentaba manteniendo el contacto visual con el chico se trataba de sosiego. La paz que no había sentido en muchos años estaba volviendo a su vida.
Sonrió, provocando que él también lo hiciera, y justo cuando se disponía a hablar, una voz alertó a la pareja. Se alejaron varios pasos antes de girarse al portador de aquella ésta.
—¿Señorita Porter?— El médico de turno se acercaba a ellos con paso apresurado. —Hola, Justin— Saludó en cuanto lo reconoció, luego volvió su atención a la enfermera. —Señorita Porter, tengo algo que comunicarle.
—¿Es sobre Zac?— Preguntó inmediatamente el piloto.
—No. No es sobre Zac... ¿Se encuentra Brown aún en la ciudad?—Preguntó el doctor, y su gesto urgente preocupó a Lila.
— No. Se fue hace unos días ¿Están ya los resultados de sus últimos análisis?— Preguntó ella.
El hombre simplemente asintió en respuesta. La chica aspiró aire con fuerza, temiendo malas noticias. Se dirigió a Justin, manteniendo la expresión impertérrita.
— Lo siento, Jus. Tengo que atender esto. Te llamaré más tarde ¿Sí?
-TatianaRomina
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