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9. "Descontrol... masivo"

9. Descontrol... masivo

WENDY

¿Pero este imbécil de qué va? Qué me bese con esta tía que habrá comido más pollas que yo helados en toda mi vida. La madre que le parió. Pero me lo tengo merecido por lo de Alisson y mi hermano, sabía que me la devolvería y no pienso echarme atrás ahora.

Camino hacia Jenna y ella se acerca a mi oído para decirme algo.

—Este cabrón quiere jodernos, así que olvida por un rato lo que me odias y yo haré lo mismo. Déjate llevar.

Que me deje llevar. Dios, mañana me arrepentiré de esto... Asiento y permito que me bese. En mi puta vida me había besado con otra chica, no de esta manera. Lo hice con mi amiga en el internado pero de coña... y esto me parece que va muy en serio.

Jenna aprieta mi trasero, y el saber que Josh no nos quita ojo y que muy probablemente esté completamente excitado, me gusta.

Cuando quiero darme cuenta, ya no estoy besando a Jenna sino a su hermana. Vicky rodea mi lengua con la suya mientras Jenna me muerde el cuello y aprieta mis tetas por encima del vestido, el cual me desabotona un segundo después para liberarlas. Abro un poco los ojos y me encuentro a la nueva Alisson dejándose manosear por Jay y Tom, a mi hermano morreándose con Alice y a Josh mirándonos de un modo tan oscuro que hace que mis bragas se humedezcan al momento. Cuando ve cómo le miro, se levanta y camina hacia nosotras. Rodea la cintura de Vicky por detrás y comienza a besar su cuello mientras ella me besa a mí. Sus ojos no se apartan de los míos ni un instante. Vicky deja de besarme y se gira para besarle a él, entonces Jenna se quita la camiseta y siento sus dedos subir por mi muslo mientras muerde mi oreja, sin pedir permiso ni creer necesitarlo. Yo me siento bloqueada y cachonda, no sé qué hacer ni a donde mirar. Entonces Josh aparta a Vicky y me atrae a él de un tirón. Su cuerpo impacta contra el mío, su mano aprieta mi trasero acercándome a su erección sin dejar de mirarme.

—Josh. —Mi hermano intenta decir algo, pero Alice vuelve a besarle. Él gruñe y la levanta por el culo para después desaparecer en su habitación con ella.

Los dedos de Jenna acarician la parte interna de mi muslo, trepando despacio mientras se besa con su hermana. Otras manos más fuertes apartan la de Jenna y de pronto siento dos dedos entrando en mi interior de golpe.

—¡Ah...! —Gimo sobre la boca de Josh.

Él aumenta el ritmo, sacándolos y metiéndolos con más rapidez.

A los pocos segundos es él el que gruñe, así que desciendo un poco la vista y veo que una de ellas está abrazándolo por detrás y masturbándole, mientras la otra le mete los dedos a su hermana.

Esto se nos está yendo de las manos demasiado, pero por alguna extraña razón no quiero parar. Estoy completamente mojada y lo sé porque los dedos de Josh entran y salen de mi interior con facilidad. Caminamos unos metros hasta el sofá y Vicky me empuja para que me siente. Se arrodilla entre mis piernas mientras Josh aprieta los pechos de Jenna, pero deja de hacerlo y se acerca a nosotras cuando ve a Vicky abriéndome las piernas. La sujeta para que se levante y me mira con las pupilas completamente dilatadas.

—Esto es cosa mía —le indica.

Se agacha hasta quedar de rodillas y sube mi vestido a medida que separa mis muslos. Sus ojos prometen placer infinito, un placer peligroso pero tentador. Muerdo mi labio con nerviosismo, no soy capaz de asimilar lo que está pasando. Todos somos un revoltijo de sensaciones y placer. Parece ser que nada más importa en este momento.

Una de las gemelas se sienta a mi lado y arrastra mi cara para meterme la lengua. De pronto es otra lengua, la de Josh, la que siento acariciando mi clítoris.

—¡Mmm! —gimo dentro de la boca de Jenna, provocando que ella sonría.

Se coloca con el trasero hacia atrás sobre el sofá, sin dejar de besarme, y ahora es ella la que grita cuando su hermana la penetra con sus dedos. Deja de besarme para morder mi cuello mientras mis manos bajan hasta la cabeza de Josh. Tiro de su pelo y lo muevo para guiar su lengua sobre mi clítoris. Él es lo único que me interesa en toda esta sala. En toda ésta locura. Josh gruñe y sube su mano, metiéndome tres dedos de golpe. Con la otra mano levanta mi mulso y me abre aún más para él. Aumenta la velocidad y un volcán comienza a entrar en erupción dentro de mi vientre.

—Josh... Ah... —Muerdo mi labio intentando controlar los jadeos, y en ese mismo momento escucho a Jenna correrse en mi oído.

Josh presiona mi clítoris y pasa su mientras sigue ejerciendo la magia con sus dedos. Las caricias van de arriba hasta abajo, introduciéndose en mi interior y volviendo a salir para subir de nuevo hasta mi clítoris. Alterna los dedos con la lengua y yo siento que en cualquier momento me desvaneceré.

—Me-me corro... Apártate. —Intento aguantar y empujarle para no hacerlo en su boca.

—¿Y perderme lo mejor? —Sonríe perversamente y vuelve a acercar la lengua.

Los calambres aumentar y sin remedio me arrastra hasta un orgasmo descontrolado, mientras sigue devorándome como un animal. Me sujeta cuando los espasmos hacen que todo mi cuerpo vibre, observando atentamente a cada uno de mis movimientos.

Se incorpora para sentarse a mi lado y tira de mí para que me siente sobre él.

—Dios, pequeña, dame más... —murmura acercando su boca a la mía.

Me besa y comienza a moverse, rozando su erección contra mi entrada aún empapada. Las gemelas tiran de mí para levantarme y una de ellas se arrodilla, quitándole los pantalones y los calzoncillos. Sujeta su polla con una mano y se la mete en la boca, provocando que él gruña y cierre los ojos unos segundos. Sujeta a Vicky por la cabeza y la empuja para que se la chupe más deprisa. Me observa mientras Jenna le mete los dedos a su hermana desde atrás, y yo atiendo a la escena sintiéndome cada vez más húmeda y sin saber qué hacer. Muerdo mi labio sin apartar mis ojos de los de Josh, que me está mirando igual que si estuviera follándome con ellos. Entonces me encuentro a mí misma caminando, apartando a las dos y sentándome sobre él.

—Eso es. —Me sujeta con fuerza y clava sus dedos en mis caderas.

Bajo con lentitud, introduciéndole en mí dolorosamente despacio.

—Joder —murmura colocando una mano en mi cabeza y acercándome para besarme.

Sus manos suben para acariciar mis pechos, a la vez que las mías están rodeando su cuello y apoyándome en sus hombros cada vez que subo y bajo, controlando la velocidad para retrasar el orgasmo lo máximo posible. Baja las manos hasta mi trasero y me levanta un poco para meterse uno de mis pezones en la boca, lo lame y lo succiona provocando gemidos bajos por mi parte. Vuelvo a bajar y comienzo a mover las caderas en circulo, sin llegar a sacármela por completo. Me mira mordiéndose el labio y vuelve a apretar mis caderas con fuerza.

—Más rápido, nena. Estoy a punto de correrme.

Cuando Jenna escucha eso, se arrodilla al pantalón tirado de Josh y saca un condón.

—Aparta —me dice.

Me hago a un lado, sin llegar a quitarme de encima de él, y observo cómo ella se lo coloca con la boca. Le mira con una sonrisa coqueta después y se levanta para volver con su hermana. Vuelvo a pasar la pierna por encima de él y su polla se abre camino en mi interior con salvajismo. La mete y la saca como si su vida dependiera de ello, follándome él a pesar de ser yo la que está encima.

Vicky se coloca de rodillas entre las piernas de Josh y pasa una mano por mi cintura, desde atrás. Sus dedos buscan mi clítoris y joder si lo encuentran. Empieza a hacer círculos sobre él mientras besa mi espalda. Ignoro lo que está haciendo Jenna, aunque imagino que darle placer a su hermana.

—Josh... Me corro.

—Vamos, pequeña. —Sujeta mi barbilla para que le mire—. Hazlo conmigo.

Aparta los dedos de Vicky y ahora es él el que presiona mi clítoris con su pulgar mientras yo subo y bajo sobre él. Solos él y yo. El resto desaparece.

Lo hacemos cada vez más deprisa hasta que mi orgasmo vuelve por segunda vez. Sin soltar mis mejillas, me besa mientras ahora el suyo en mi boca. Dejo de moverme poco a poco, sintiendo cómo su polla se va haciendo pequeña dentro de mí.

Debido a que las gemelas están sentadas en el sofá haciéndose un porro, deduzco que ambas han terminado ya, al igual que los otros tres. Esto debe ser normal para ellos, pero para mí no, joder. No había hecho esto en mi puta vida y ahora que mis pulsaciones van volviendo a la normalidad, comienzo a ver la realidad. Me muero de vergüenza, así que me levanto con cuidado, provocando otro pequeño espasmo por parte de Josh. No sé qué hacer, qué decir, ni donde mirar.

—Tranquila —susurra mirándome—. Vamos, ven aquí.

Me siento junto a Josh en el sofá y acepto el porro que Vicky me pasa. Ellos charlan como si nada, mientras que yo tan solo escucho y fumo. A éste ritmo me voy a pillar un buen colocón.

A los pocos minutos aparecen Alice y mi hermano. Él nos mira a todos y se detiene en Josh y después en mí.

—No quiero saber una puta mierda de lo que ha pasado aquí.

—Mejor, tío —ríe Jay.

Rick le da un golpe en la cabeza desde atrás y camina para sentarse a su lado. Alice comienza a hablar sobre baloncesto y un partido al que quiere ir, y yo le agradezco con la mirada por cambiar de tema. Ella me guiña un ojo y sigue hablando.

JOSH

Me cago en la puta. Esto ha sido lo más excitante que he hecho en mi jodida vida. Wendy no sabe para dónde mirar ni que hacer. A pesar de que para nosotros sea normal follar unos frente a otros y todos juntos, sé que para ella no lo es en absoluto, así que tiro de su mano para que se siente a mi lado y se relaje un poco. Vicky le pasa un porro y ella lo acepta. Le da unas caladas y se recuesta un poco en el sofá, relajando sus músculos, hasta que Rick aparece. Entonces se incorpora de nuevo y mira hacia el suelo.

—No quiero saber una puta mierda de lo que ha pasado aquí —dice mirándome a mí y después a ella.

—Mejor, tío —ríe el idiota de Jay.

Él le da un golpe en la cabeza y se sienta a su lado. Alice comienza a hablar sobre el partido de los Golden State Warriors y Wendy parece agradecerle con la mirada por cambiar de tema.

A las doce de la noche comienzan a irse todos. Rick le da un beso a Alice y se despide con otro de las gemelas. Cuando la casa ya está vacía se acerca a nosotros, que acabamos de levantarnos del sofá, y nos mira con seriedad.

—No sé lo que ha sucedido esta noche entre vosotros —hace una pausa—, pero he decidido que voy a hacerme el tonto y fingir que no ha pasado nada. Así que si ha pasado... —se restriega la cara y suspira con desesperación— ha sido la última vez.

Nos mira una vez más y se marcha para su habitación. Wendy me observa con nerviosismo, mordiéndose el labio y jugando con sus dedos como siempre. Cojo su mano y la acerco a mí.

—Lo de esta noche... Lo que has hecho con las gemelas... ha sido simplemente increíble. Nadie, nadie, Wendy —sujeto su cara entre mis manos— me había puesto tan cachondo en mi puta vida...

—¿Pero?

—Pero ha sido la última vez. Ya has oído a tu hermano.

—Ya. ¿Cuántas últimas veces vamos a tener, Josh? —cuestiono apartando su mano.

—Esta ha sido la definitiva.

Ha pasado una semana desde la orgía con Wendy y las gemelas. He soñado cada día con esa noche y he tenido que hacer unos esfuerzos sobre humanos por no cruzar el pasillo y follármela mientras duerme. El miércoles incluso entré en su habitación y después de verla dormida con esa camiseta gigante y las piernas desnudas, tuve que darme una ducha y aliviarme a mí mismo.

Gracias a Dios, la pelea de mañana por la noche me dejará desquitarme con algún desgraciado y olvidarme de todo por un rato. Y después, muy probablemente tenga que follarme a Jenna o a Vicky, o quizá llame a Alisson, porque después de comprobar cómo se dejaba hacer de todo por Jay y Tom la otra noche, no creo que tenga problema por hacer lo mismo conmigo.

Gracias a los exámenes de Wendy, ha pasado todas las mañanas en la universidad y las tardes en la biblioteca, así que no he tenido que verla demasiado por casa. Pero hoy es sábado. Los tres estamos comiendo en el salón mientras vemos una serie en la televisión. Wendy ha cocinado unos macarrones gratinados que están verdaderamente buenos, pero al parecer ninguno tenemos mucho que decir.

—¿Qué vais a hacer esta noche? —pregunta antes de beber agua.

—Saldremos, supongo. ¿Por qué? —Su hermano arquea una ceja.

—He quedado... —dice ella, haciéndome apartar la vista de la televisión para mirarla.

—¿Con quién? —Rick deja el tenedor sobre el plato y se centra en la conversación.

—Con Connor...

—Y una mierda. ¿Tengo que recordarte lo que te dije después de tu escapadita a Las Vegas?

—Ricky... —Hace pucheros como una niña.

—Ni Ricky ni pollas. Hermano, no te dejes comprar con sus lloriqueos —le digo para que no se deje convencer.

—No te metas. —Ella me mira apretando los dientes.

—Lo siento, Wen, pero no vas a salir con Connor.

—¡Estoy harta de que me controles! ¡No eres papá! —grita ella levantándose y tirando el tenedor al suelo.

—¡Papá se avergonzaría de ver en lo que te has convertido! —Él también se levanta.

Wendy alza la mano y le da un tortazo, aguantando las lágrimas que ya veo en sus ojos.

—Lo mismo haría si te viera a ti —dice en voz baja pero sincera antes de salir corriendo y encerrarse en su habitación.

—Rick...

—Cállate —dice levantándose para salir del ático dando un portazo.

WENDY

Entro en mi habitación y comienzo a tirar todo al suelo y a llorar de la rabia. ¿Cómo ha podido decirme algo así? ¿¡Él!? Es el menos indicado, joder.

Saco mi teléfono del bolsillo de la sudadera y busco el número de Connor. Le llamo y suena un tono, dos tonos, al tercero contesta.

—¿Qué tal, preciosa?

—Mal... Yo... —No puedo hablar por los llantos que me hace hipar cada dos palabras.

—Wendy, ¿qué ocurre? ¿Estás bien? —Siento el nerviosismo en su voz.

—Sácame de aquí, por favor.

—¿Dónde estás?

—En casa.

—Estoy ahí en cinco minutos —dice antes de colgar.

Cojo mi cartera, meto algo de ropa en una mochila y salgo disparada hacia el salón. Josh, que está recogiendo la mesa, corre hacia mí cuando me ve pasar por delante de la cocina.

—¡Eh! ¿Dónde vas? —Me sujeta por el brazo.

—Déjame. ¡Me largo! —Doy un tirón para soltarme.

—Wendy, por favor, tranquilízate —dice limpiando mis lágrimas con sus dedos.

—¡Que me sueltes!

—¡No pienso dejar que te vayas, joder! Por favor, solo-solo espera a que tú hermano vuelva. Él no quería decir lo que ha dicho.

—Dile de mi parte que le den por el culo, que no le necesito. ¡Y a ti tampoco! —Le empujo sin piedad y salgo del ático para meterme en el ascensor.

No me sigue.

Abandono el portal justo a tiempo de ver el coche de Connor aparcar en la puerta, así que corro y me monto antes de que él se baje.

—Oye, ¿estas...?

—Arranca, por favor.

Lo hace de inmediato y sin preguntas. Conduce durante un rato mientras yo no puedo dejar de llorar, hasta que detiene el coche en un arcén de la carretera y tira de mí con suavidad para sentarme sobre él. Apoyo la cabeza en su pecho y sigo llorando unos minutos más mientras él acaricia mi pelo. Cuando mi respiración se va normalizando, coloca una mano en mi barbilla para que levante la cabeza y le mire.

—¿Qué ha pasado? Tienes que contármelo.

—He discutido con mi hermano. No quería dejarme salir contigo y le he dicho que él no es mi padre. Él-él me ha dicho que mi padre se avergonzaría de mí sí me viera... —Comienzo a llorar de nuevo.

—Shh...tranquila, preciosa. Te llevaré a mi casa.

Conduce aún conmigo sobre su regazo y aparca justo en frente de su portal. No deja de abrazarme mientras subimos en el ascensor y yo no puedo parar de llorar. Cuando entramos en su casa, veo a Jackson sentado en uno de los sillones mirando la televisión, y a Alice pintándose las uñas.

—Wendy. —Me mira a mí y después a su hermano—. ¿Qué haces aquí? —me pregunta con preocupación al verme la cara.

—Ha discutido con su hermano, no quiere volver a casa. —Connor responde por mí.

—Ven aquí, cuéntame que ha pasado. —Alice se acerca y me da un abrazo.

Jackson solo me mira y le da otro trago a su cerveza. Me siento en el sofá y le cuento todo mientras Connor nos mira pero no dice nada. Jackson solo se ríe de vez en cuando.

—Ese Rick... igual de gilipollas que Phoenix —suelta de repente.

—Jackson, cierra la boca —le dice Alice.

—Ciérrala tú, joder. Bastante tengo que aguantar sabiendo que te lo follas y te pasas el día metida en su puta casa.

—Ese no es tu jodido problema —responde ella.

—¿Por qué le dijiste a Josh lo de salir ardiendo? —pregunto sin pensar.

Los tres me miran y Jackson suelta una carcajada.

—Vaya, vaya... —sonríe con malicia— así que no te lo ha contado. Verás...

—Jackson, cierra la maldita boca. No es cosa tuya. —Alice se levanta y le advierte con voz amenazante.

—Hace cosa de un año —continúa sin hacer caso a su hermana, la cual acaba de marcharse de casa dando un portazo—, ese idiota estaba corriendo con otro tío en el desierto de Nevada, en una carrera que se celebra anualmente. Algo hizo mal, el muy idiota, y de pronto su coche comenzó a arder. Se estampó contra el otro coche y empezó a girar sin control mientras seguía ardiendo. El otro fue a parar hasta el borde de una montaña rocosa y se estampó. Los demás fueron hasta Matthews, y cuando el coche se paró del todo tu hermano abrió la puerta quemándose la mano, verás bien la cicatriz si te fijas, y tiró de Phoenix para sacarle. Tenía la chaqueta ardiendo por la espalda y estaba inconsciente. Varios chicos le taparon con ropa para apagar el fuego y tu hermano le llevó al hospital. Estuvo varias semanas ingresado. Le quedó una cicatriz enorme en la espalda y por eso se ha hecho ese estúpido tatuaje.

—Un fénix... —digo comprendiendo todo.

—Sí. Los fénix renacen de sus cenizas y supongo que él sintió que había muerto y en cierto modo casi lo hace. Si no llega a ser por tu hermano.

—¿Quién iba en el otro coche?

—Un primo de Matthews. Nunca se ha recuperado de que muriera por su culpa. —Se encoge de hombros con indiferencia.

Ahora comprendo todo. Por qué se puso hecho una furia cuando este hijo de puta le dijo lo que le dijo.

—Eres un asqueroso —digo de pronto. Él solo se ríe.

—Vamos, Wen, ven conmigo. —Connor chasquea la lengua y se levanta, ofreciéndome su mano.

JOSH

—Dile de mi parte que le den por el culo, que no le necesito. ¡Y a ti tampoco!

Wendy dice esas palabras que sin motivo alguno me duelen en lo más profundo. Yo no tengo la culpa de la gilipollez que le ha dicho su hermano pero aun así ella lo paga conmigo.

Me asomo a la terraza y la veo subir en el coche de ese cabrón. No sé por qué no me sorprende. Vuelvo a entrar en casa y paso tentadoramente por delante de la cocaína, pero no me detengo. En su lugar subo directamente al gimnasio. Necesito golpear algo.

Al rato escucho la puerta y pasos en el piso de abajo. Rick sube las escaleras y me mira.

—¿Dónde está Wendy?

—Se ha ido.

—¿¡Cómo que se ha ido!? ¿¡A dónde!?

—Con Connor —digo sin dejar de atizar el saco de boxeo.

—¿¡Y la has dejado!?

—¡No soy su maldita niñera! ¡Y se ha largado por tu culpa, joder! —Le miro furioso.

Va a responderme cuando suena el timbre. Nos miramos enfadados y bajamos los dos, esperando que sea ella. Pero no, es Alice.

—No es un buen momento, Ali. —Me hago a un lado para dejarla entrar.

—Wendy está en mi casa.

—Ya lo sabemos. La he visto subirse al coche de tu puto hermano.

—Jackson... Él le ha contado lo del accidente.

—No —gruño entre dientes. Ella solo asiente.

Aprieto los puños y la sangre comienza a hervirme. ¿Por qué coño tiene ese cabrón que abrir la boca? Voy a matarle. Le mataré con mis propias manos.

Cojo las llaves de mi moto y voy hacia la puerta, sin preocuparme por cambiarme la sudada camiseta de tirantes.

—¿Dónde vas, Josh? No es buena idea. —Alice me sujeta por el brazo.

—Apártate.

—Así no harás que vuelva —susurra.

Acaricia mi puño para que lo suavice, pero estoy tan furioso que no soy capaz. Necesito liberar la rabia que siento por algún lado así que la cojo y la aparto con brusquedad. Me subo en mi moto y acelero, saltándome semáforos y stops. Abandono Market y atravieso la ciudad, cruzo el Golden Gate y subo por la colina hasta llegar arriba del todo. Evito a los turistas, cogiendo un camino prohibido que da a un camino abandonado. Me bajo de la moto de un salto y comienzo a golpear con furia el tronco de un árbol. Los recuerdos de aquel día vuelven y no puedo contener las lágrimas.

Flashback

—Vamos, primito, deberías de estar orgulloso de tener mis genes. No todos los días se ve a dos primos llegar juntos a la carrera final.

—Lo estoy, pero que sepas que ésta carrera es mía —me dice Jake caminando hacia su coche.

—¡Te espero en la meta! —grito riendo.

Nos subimos cada uno en nuestro coche y escuchamos a la gente gritar nuestros nombres. La bocina suena y ambos aceleramos a tope. Cuando estamos a punto de llegar al final del circuito y dar la vuelta, algo en mi coche empieza a pitar. No sé qué coño pasa ni de dónde viene el puto pitido pero me está poniendo de los nervios, joder. Le meto un puñetazo al ordenador de abordo para que se calle y doy gracias por librarme de ese sonido. Sonrío a mi primo al pasarle y piso a fondo. Segundos después empieza a salir humo del capo, seguido de unas llamas que me ciegan por la velocidad. Pierdo el control del coche y siento que choco contra algo. Todo da vueltas y el fuego y el humo entra por todos los conductos. Lo siguiente que veo es oscuridad.

Fin del flashback

Golpeo el árbol hasta que la sangre de mis nudillos tiñe de rojo la corteza. Me dejo caer en el suelo y apoyo mi espalda contra el mismo tronco que segundos antes me ha servido de saco de boxeo. Mi móvil suena pero lo ignoro. Apoyo los codos en mis rodillas y lloro, lloro por aquel maldito día en el que mi primo murió por mi culpa.

WENDY

—Tu hermano es un gilipollas —le digo a Connor mientras nos tumbamos en su cama.

—No tiene mucha conciencia...

Después de saber todo esto, comprendo mejor porque Josh es cómo es. Por qué actúa como actúa.

—Lo siento, Connor. —Me levanto. 

—¿Dónde vas?

—Sé que te he dicho que no quería volver, pero necesito verle...

—Te gusta, ¿verdad?

—¿De qué hablas?

—Nada, da igual. —Se levanta de la cama—. Vamos, te llevo.

Me despido de él con un beso en la mejilla y le doy las gracias por todo. Me obliga a prometerle que le llamaré si ocurre cualquier cosa y que volveremos a vernos pronto.

Toco el timbre maldiciendo porque mi hermano no quiera devolverme las llaves, y cuando entro solo veo a Alice mirando a Rick, que está caminando de un lado para otro con el teléfono en la mano.

—¡Mierda! —grita tirándolo al sofá.

—Wendy. —Alice me mira confundida— ¿Cómo has venido?

—Me ha traído tu hermano. ¿Dónde está Josh? —pregunto mientras me quito la cazadora.

No quiero ni mirar a mi hermano. Lo que me ha dicho antes sigue en mi cabeza y sé que como le mire solo voy a querer cruzarle la cara de nuevo y comenzar a llorar.

—Wen... —Se acerca mirándome con arrepentimiento.

—Déjame en paz. —Retrocedo y camino hacia Alice— ¿Dónde está Josh?

—Le dije que Jackson te estaba contado lo del accidente... y salió disparado como un loco con el casco.

—¡Mierda, Alice!

Cojo las llaves de mi coche para salir a buscarle, pero entonces las puertas del ascensor se abren y él aparece dentro. Está destrozado. Tiene los ojos rojos e hinchados y sangre en la ropa y en sus manos. Me acerco a él y sin decir nada le abrazo. Rick y Alice, que han salido a buscarme para que no me fuera, observan la escena desde la puerta, pero Alice da un pequeño tirón a mi hermano para que se metan en casa y nos dejen solos. Josh no me devuelve el abrazo, pero tampoco hace nada para que le suelte. Me separo un poco y levanto sus manos. Tiene todos los nudillos llenos de sangre y estoy segura de que más de uno está roto.

—¿A quién has pegado?

—A nadie. —Me hace a un lado para entrar en casa.

—¿Estás bien, hermano?

—Sí.

Camina por le salón y sin limpiarse la sangre ni cortarse un pelo porque yo esté mirando, saca la cocaína del armario y hace tres rayas con una tarjeta. Se mete las tres y pasa su dedo índice por debajo de la nariz, manchándose la cara un poco por la sangre de sus manos.

—Ven aquí. —Alice gira su cara para limpiarle la sangre.

—Josh... ¿podemos hablar? —pregunto con nerviosismo.

—No.

No. Un no sin más. Un no sin sentimientos y sin expresión. Un no que me dice que una parte de Josh está destrozada. Alice me pide con la mirada que le deje tranquilo, que no insista. Así que camino por el pasillo y me meto en mi habitación.

JOSH

No me apetece una mierda hablar con ella. Ahora mismo no quiero ni verla. Solo quiero colocarme y beber hasta perder el conocimiento y es exactamente lo que pienso hacer. Dentro de cinco días hace un año que pasó todo... Un año sin mi primo. Yo debería estar donde quiera que esté él y no aquí, viviendo esta vida de mierda que no me merezco.

Rick se hace un porro mientras escribe en su teléfono y Alice está sentada a mi lado. Tiro de ella para sentarla sobre mí y Rick levanta la cabeza, pero vuelve a fijar la vista en su teléfono después. Alice comprende de inmediato lo que necesito así que se quita la camiseta y comienza a besarme. Su lengua y la mía se mueven sincronizadas mientras su mano se mete entre nosotros y baja hasta mi polla. La acaricia por encima de mis pantalones mientras muerde mi oreja, y yo solo necesito pensar que se trata de Wendy para excitarme en seguida.

—¿Pido pizza para cenar? —escucho la voz de Rick por detrás.

No respondemos así que se acerca y tira del pelo de Alice para que le mire.

—Que si queréis pizza para cenar.

—Sí, joder. Lo que te dé la gana —responde ella mientras yo asiento con la cabeza al mismo tiempo que muerdo uno de sus pezones.

—Date la vuelta —le digo haciéndola levantar.

Se baja los pantalones y el tanga de encaje rosa, y se coloca de rodillas sobre el sofá, con las manos apoyadas en el respaldo. Saco un condón de mi bolsillo y me bajo la bragueta y los calzoncillos, lo justo para poder ponérmelo. La sujeto con firmeza por las caderas y se la meto sin previo aviso. Ella comienza a jadear de inmediato y a mover su culo acompañando mis embestidas. Está muy mojada así que entro y salgo de ella sin dificultad. Lo que me gusta de Wendy es que es tan estrecha... no cómo Alice o las gemelas.

Se la meto con más fuerza y la hago gritar. Necesito que grite. Que grite más. Ahora mismo nada es suficiente. Solo quiero... Mierda.

—¿Estás mejor? —me pregunta Rick cuando entro en la cocina para arrojar el condón a la basura.

—No, joder. Claro que no. —Paso por su lado y saco una cerveza del frigorífico.

—Josh, deja de pensar en lo mismo. Ha pasado casi un año y no fue culpa tuya, ¿me oyes? —dice sujetándome la cara con sus manos.

Puedo ver la cicatriz que tiene en una de ellas. No es muy grande pero ahí está. Si no hubiera sido por él yo ahora mismo no estaría aquí.

—Si lo fue. —Le aparto y él suspira antes de salir de la cocina.

Me quedo frente a la ventana, bebiéndome la cerveza y con la mirada perdida. Hasta que la oigo.

—Mi hermano tiene razón... No fue culpa tuya...

—Déjalo, Wendy —respondo sin mirarla.

—Vale. Solo quiero que sepas que aunque antes te dijera... Bueno... que no te necesito para nada... No era cierto. Solo estaba enfadada. Sí que te necesito y si tú me necesitas a mí para algo... solo tienes que decírmelo.

Como no respondo ni la miro, veo por el reflejo del cristal como agacha la cabeza y se marcha.

Los próximos días pasan despacio. No voy al trabajo y Rick tampoco me dice nada. Me levanto por la mañana temprano y dedico el día a boxear, a fumar, a beber y a meterme rayas, una detrás de otra. Apenas como y apenas duermo. Ni siquiera tengo ganas de sexo. Mañana es el aniversario de su muerte, mañana hace un año que mi primo se fue y ya no volvió.

—Ya basta, tío. Llevas cuatro días poniéndote hasta arriba, joder —me dice Rick cuando vuelve de trabajar y me ve metiéndome otra raya.

—Vete a tomar por el culo.

Me levanto para encerrarme en mi habitación y poder seguir drogándome a gusto. Me cruzo con Wendy por el pasillo, pero ni siquiera me mira. Y no la culpo. Me hace un favor porque no tengo ninguna gana de que lo haga.

Me despierto el jueves y me duele todo el cuerpo. No solo el cuerpo, me duele todo, por dentro y por fuera. Hace un año que maté a mi primo. Mierda, soy un jodido asesino.

Cojo la cocaína que hay sobre mi mesilla y me meto una antes de levantarme. Me doy una ducha y el jabón sigue escociéndome sobre los nudillos abiertos, pero me da lo mismo, cuando termino subo al gimnasio y sigo golpeando el saco de boxeo, aliviándome con el dolor que ello me causa.

Después de un rato, bajo al salón y escucho a Rick hablando con su hermana.

—Me ha invitado Jordan, Tiffany y Becca también irán.

—Solo podrás ir si aceptas que yo te lleve y te vaya a buscar.

—¡Pero Rick! No me jodas.

—O eso, o no vas. Tú eliges. —Él se cruza de brazos para reforzar sus palabras.

—Está bien —dice ella saliendo de la cocina y chocando conmigo.

Me mira y parece que va a decir algo, pero vuelve a cerrar la boca y sigue su camino.

—Sé que hoy es el día, y sé que ahora mismo solo quieres romperle la cara a alguien y provocarle para que te la rompa a ti y así sentir dolor. Así que, ¿qué te parece si te la rompo yo y nos evitamos el peligro de que puedan matarte? —me dice Rick cuando entro en la cocina.

—La vida sin peligro es aburrida.

—No voy a dejar que salgas a la calle a que te golpeen hasta quedar inconsciente y tirado en algún callejón, joder. —Me obliga a girar para mirarle.

—Suerte que ese no sea tu puto problema. —Empujo su hombro al pasar.

—Puedes hacer lo que te de la gana, Josh, pero no pienso dejarte ir solo a ninguna parte.

Voy hacia el salón si responderle y enciendo la televisión.

Sigo bebiendo y fumando hasta la noche. El pesado de Rick no ha separado su culo del mío en todo el puto día. A las nueve aparece Wendy con un vestido negro muy ajustado en la cintura y con vuelo en la parte de abajo. Tiene una tira transparente del ombligo hacia arriba, solo en el centro, dejando al descubierto la perfecta figura de sus pechos.

—¿Me llevas?

—Sí, vamos.

Ella me mira y yo recorro su cuerpo de arriba abajo. Por primera vez en días siento mi polla endurecerse, pero rápido aparto la mirada y le doy otro trago a la cerveza.

—Josh, vuelvo en seguida. No se te ocurra mover tu jodido culo de aquí.

No le respondo ni le miro, así que los dos salen por la puerta.

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